La demostración de la existencia de Dios a partir de la libertad

Por Enrique R. Moros Claramunt



[Insertamos un texto del profesor Polo en el que resume su pensamiento acerca del tema que se trata en este artículo de E. R. Moros:

La demostración de Dios a partir de la libertad

En el hombre la libertad es radical, pertenece a su propio ser. Así entendida, sacada de lo superficial, del mismo modo que desde las criaturas materiales, considerando el movimiento, la causalidad, etc., se llega a la existencia de Dios, con la libertad se desemboca en ella. Las vías que sigue Tomás de Aqui-no, con las que se llega a Dios como primero –primero en el orden de la causa-lidad, y de la necesidad, como inteligencia ordenadora...– a partir de rasgos fundamentales del universo, dejan espacio a la libertad si es un rasgo del ser del hombre: también se llega a Dios por este camino. Hay, con todo, una nota-ble diferencia en lo que respecta a la claridad del punto de partida, compensa-da por una intelección de Dios creador más directa.

Si no existe Dios, la libertad radical no existe tampoco. Si la libertad humana es algo más que elegir entre whisky o ginebra, y es el meollo de su carácter per-sonal, con ella el hombre se abre de modo irrestricto, y al revés: si esa apertura no encontrara un ser también personal, Dios, quedaría frustrada. Al Dios per-sonal, de modo directo, no se llega siguiendo las vías de Santo Tomás (Dios como primer motor, o como causa primera o como ser necesario: su personali-dad queda en penumbra o todavía ha de inferirse). En cambio la libertad abre una doble perspectiva: existe un Dios personal sin el cual la libertad no existi-ría; sin Dios, la libertad acabaría en la nada. La inmortalidad del alma, induda-ble, sin Dios comportaría la perplejidad completa, la falta de destino. Entonces cabría tener miedo a la libertad, e incluso odio; hay gente que preferiría no ser libre precisamente porque al asomarse a la libertad no llegan a Dios: se en-cuentran entonces con una libertad en suspenso. (Leonardo Polo, Quién es el hombre. Rialp. Madrid, 1991)]



In this paper I analyse an argument for God"s existence from the liberty proposed by Prof. Polo. I think that an examination of his transcendental antropology wild yield some important insights concerning of person and liberty. I argue this argument is sound and illuminating of our concept of God.


En estas páginas me propongo presentar las líneas fundamentales de la demostración de la existencia de Dios a partir de la persona humana tal como la ha anunciado el Prof. Polo en algunos de sus últimos escritos. Se trata, sin duda, de un tema decisivo porque la demostración de la existencia de Dios constituye por sí misma el núcleo teórico desde el que se pueden valorar el alcance y las perspectivas de las diferentes filosofías. Constituye además y por derecho propio la clave del reconocimiento de la trascendencia del conocimiento humano y de la misma realidad.



Así lo reconoce el propio Polo cuando afirma que "Dios es el tema más importante de la filosofía" (1). Las razones de esta afirmación son tanto históricas como sistemáticas. En efecto, la filosofía pierde históricamente su rumbo cuando los últimos pensadores medievales declaran que el conocimiento humano es incapaz de Dios, lo cual constituye un agravio tanto para el hombre mismo como para el propio conocimiento filosófico, y aún para Dios mismo. Por eso se atreverá a afirmar que "la filosofía desemboca en Dios a la fuerza [...]. Porque la brújula del pensamiento indica a Dios, un pensamiento sin Dios es un pensamiento desnortado, que vaga o divaga" (2). Por eso la consideración de la demostración de la existencia de Dios es el tema con el que el pensamiento filosófico ha de enfrentarse para valorar incluso su misma posibilidad.

Históricamente la demostración de la existencia de Dios forma parte de la metafísica, el elemento culminar de la misma, por lo menos desde Aristóteles (3). "La consideración del fundamento culmina en el tema de Dios, de lo divino" (4). En este sentido el Prof. Polo reconoce la virtualidad y eficacia de las vías tomistas para demostrar la existencia de Dios.

Pero el proyecto filosófico de Polo consiste en una ampliación temática de la metafísica clásica de tal modo que, sin incurrir en los errores de la filosofía moderna, tenga en cuenta sus desarrollos. El error clave de ésta última es descrito con la expresión la "simetrización del fundamento" (5), que consiste en el intento de asegurar lo que se manifiesta desde una instancia enteramente en nuestro poder. Por eso la filosofía moderna no acierta a tematizar el concepto de persona: "el tema de la relación sujeto-objeto es una manera desviada y derivada de referirse a la intimidad, porque ningún objeto es persona" (6).

El intento de Polo consiste en el intento de tener en cuenta la ampliación temática de la filosofía moderna sin incurrir en su error. Para eso propone aprovechar todas las virtualidades de la metafísica clásica. Polo describe su proyecto filosófico como el desarrollo de una antropología transcendental que complete y supere el nivel metafísico. La clave de este desarrollo estriba en sacar todo el partido posible de la distinción tomista de esencia y acto de ser (7) y de la noción cristiana de persona como realidad radical, porque "la persona es una ampliación de la filosofía en lo más propiamente suyo: la consideración de lo radical [...]. Es un descubrimiento, [...] un avance" (8).

Para comprender la demostración de la existencia de Dios tendremos que analizar brevemente en qué consiste la ampliación de la filosofía según la antropología transcendental que propone el Prof. Polo.

Esta tarea, sin embargo, no podrá ser llevada a término sin un esbozo, aunque sea sumario, de la noción de persona y de algunas de las principales tesis de la antropología transcendental, que permitan entender su punto de partida, el desarrollo de la argumentación y la conclusión de la demostración de la existencia de Dios.

Es preciso aclarar que dicha demostración aparece claramente afirmada en sus obras publicadas, pero en ningún sitio se presenta pormenorizadamente delineada y estrictamente desarrollada. Por eso este artículo tiene un carácter marcadamente tentativo, y las equivocaciones que se puedan advertir no se deberán tanto al Prof. Polo como a mi deficiente comprensión de su pensamiento. En cualquier caso, será menester comenzar con los textos claves publicados en los que se enuncia la demostración que nos ocupa.

En primer lugar el Prof. Polo insiste en reconocer el valor de las vías tomistas para demostrar la existencia de Dios. "Desde luego, la metafísica desarrolla vías de acceso a Dios. Son las cinco vías [...]. Las vías metafísicas terminan en Dios como principio [...]. Y es obvio que a Dios corresponde el sentido principial del ser" (9). Pero se cuida de afirmar que ellas no agotan las posibilidades de demostración, porque "Dios no se agota en ser principio" (10). Por eso, "las vías que sigue Tomás de Aquino, con las que se llega a Dios como primero [...] dejan espacio para la. libertad si es un rasgo del ser del hombre: también se llega a Dios por este camino"(11). De este modo puede desarrollarse una filosofía que tiene por objeto, no ya el ser físico, sino el ser del hombre en lo que éste tiene de propio, del ser que es persona y que es radicalmente libre.

La primera diferencia, respecto de las vías tomistas, consiste en el punto de partida para alcanzar la existencia de Dios, que a su vez determina su situación sistemática en la filosofía. "A la vez, [la antropología transcendental] es un planteamiento que abre también una vía para el acceso a Dios distinta de la que permite la metafísica: un acceso antropológico a Dios. [...] Porque el ser personal, coexistente, también se puede decir de Dios. ¿Se logra con eso una sexta vía metafísica? No, porque en antropología no se considera a Dios como principio o como causa. Dios es el creador de la persona humana, pero ser creador de la persona no significa ser causa de la persona" (12).

Y esta diferencia en el punto de partida tiene amplias consecuencias. "Hay, con todo, una notable diferencia en lo que respecta a la claridad del punto de partida, compensada por -una inteleccción de Dios creador más directa" (13). La vía antropológica para demostrar la existencia de Dios padece de un déficit de claridad en su punto de partida respecto de las vías metafísicas. La deficiencia en claridad significa que para el conocimiento humano la física y la metafísica son anteriores a la antropología, lo cual constituye una tesis perfectamente clásica. A cambio, la vía antropológica consigue en su meta una comprensión de Dios más radical, una intelección del Dios personal y creador libre de personas libres. "Al Dios personal, de modo directo, no se llega siguiendo las vías de Santo Tomás (Dios como primer motor, o como causa primera o como ser necesario: su personalidad queda en penumbra o todavía ha de inferirse)" (14). Y de esto resulta una ganancia radical: "El primer principio, si bien es lo primero, no es lo más alto ni lo más íntimo. Lo más íntimo es la persona, y la persona no es menos radical que el fundamento, sólo que su radicalidad no es fundamental (15).

Pero conviene detenerse en lo más original, en el punto de partida, para advertir con profundidad sus características e implicaciones, porque "el enfoque del ser personal humano como acto de ser está a la espera de encontrar un desarrollo adecuado" (16). Desde el punto de vista metafísico la persona simplemente no comparece. Pero eso no dice nada contra la persona, sino que revela que la noción de persona pertenece a otro ámbito. La metafísica culmina con la consideración del fundamento. Pero "el fundamento será todo lo radical que se quiera, pero carece de intimidad. Lo que la noción de persona añade al fundamento es que la radicalidad no se caracteriza simplemente por apoyar a otra cosa, sino porque ella misma está abierta a sí misma. Y ese estar abierto a sí mismo se llama intimidad. El tema de la intimidad lleva consigo lo siguiente: solamente hay intimidad si hay igual, si existe réplica" (17). Por eso "se ha de sentar la diferencia de la persona con el fundamento: en ello estriba justamente la ampliación temática que la noción de persona comporta. Suelo expresar la ampliación con el adverbio además: la persona es además del fundamento" (18).

De este modo aparece el objeto de la antropología en su peculiaridad misma: el ser personal (19). Por eso la filosofía ha de incluir también la consideración de un ser que no es propiamente fundamento, pero que es transcendental (20). Y la razón es bien sencilla: "El ser personal es irreductible" (21). Desde esa irreductibilidad pueden captarse adecuadamente las características singulares del ser personal: la coexistencia y la destinación. "La persona transciende el universo [...]. Quiere decir que lo transciende añadiendo al universo el "con": añadiendo a la existencia la coexistencia" (22). "Persona significa subsistencia frente a todo. El hombre como persona es la criatura que se mantiene, que se sostiene "frente a", es la criatura que se enfrenta, y este enfrentarse y mantenerse significa también un destinarse que apunta más allá del Universo" (23).

"El hombre coexiste con el ser en sentido fundamental, aunque el ser fundamental no sea co-existir (y sin que el coexistir se agote con ello). Coexistir es, por así decir, el ser ampliado por dentro: la intimidad, el ser como ámbito"(24). El concepto de coexistencia es pensado para designar el carácter distintivo del ser humano respecto del ser del universo, permitiendo así alcanzar a conocer un sentido más profundo de ser -del acto de ser- que el permitido por la metafísica. "Si se trata de coexistencia, es decir, de ampliación del orden transcendental y, por otra parte, si la coexistencia es, a la vez, lo más íntimo o irreductible -no sólo lo más propio- entonces sólo se conoce a medida en que se alcanza [...]. Ser persona humana significa alcanzar a ser [...]. Alcanzar a ser denota acompañamiento, no término [...]. Coexistir es más que llegar a ser [...]. La coexistencia humana se describe como lo que llamo carácter de además" (25). Eso significa, en primer lugar, que el hombre alcanza a coexistir -a ser, por tanto, distinto de la nada, extra nihilum- sin añadirse al fundamento, porque en rigor ninguna criatura puede añadir nada a Dios (26).

Pero también añade al conocimiento del ser del hombre una determinación clara: "Como el "ser además" le corresponde a ella [a la persona], se concluye que el ser personal es el ser-con (además equivale a ser-con: coexistencia. Lo dialógico es real como co-existir)" (27). "También las personas coexisten entre sí: hay coexistencia personal. La irreductibilidad de la persona no es aislante: no es separación"(28). Por eso, "la soledad frustra la misma noción de persona"(29). O, dicho de otro modo, "la persona es aquella radicalidad que no puede ser sola" (30). Y, esa ausencia de soledad exigida por el ser mismo del hombre, determina a su vez la exigencia de la comunicación o de diálogo: "La persona, que es intimidad, lleva consigo comunicación [...].Ola persona encuentra a otra, es con otra, o es una pura desgracia" (31). Por eso es en-relación no sólo en su origen, sino también en su perfeccionamiento propio: "La persona ha de saber quién es, pero no lo puede saber si no es con otra" (32): "la felicidad de la persona carece de sentido al margen de su carácter dialógico" (33).

El carácter de "además" de la existencia humana determina a su vez la peculiar dignidad del hombre: "La persona es intimidad abierta. Y eso es luz, libertad transcendental" (34). De este modo se alcanza también una comprensión neta de la esencia y del valor de la libertad: "La persona es el ser más digno que existe: es un ser libre, y llamado a la felicidad" (35). Por eso, "la libertad personal pertenece al orden del ser" (36) y, además, "la libertad es radicalmente personal" (37). Y "ser libre no quiere decir tan sólo ser causa sibi, sino también ser requerido, requerimiento por el cual la libertad se ejerce en orden a lo transcendente" (38). Por eso la libertad tiene que ver con la libertad: "Si lo más radical es la intimidad, la libertad no sólo tiene que ver con las propias acciones, sino que es también el ser apto para encontrarse con otro que sea también persona [...]. La libertad es el respecto al otro que si no es libre a su vez, la defrauda radicalmente" (39). Ese respecto al otro es a la vez coexistencia y destinación.

La libertad entonces determina la peculiar transcendencia del ser humano que conduce a la libertad junto las demás libertades: "El fundamento funda, pero lo fundado es inferior a él: la causa es superior al efecto: el fundamento es superior a lo fundado. En cambio, la persona es respectiva a lo no inferior a ella, porque su intimidad queda inédita en tanto que se abre a lo inferior. Entonces ¿para qué la libertad? Para la intersubjetividad" (40). Pero no es suficiente entender la intersubjetividad como relación exclusiva entre personas humanas.

Así estamos ya en condiciones de comprender el significado y el alcance de la formulación concreta de la demostración de la existencia de Dios a partir de la libertad. Éste es el texto clave: "En el hombre la libertad es radical, pertenece a su propio ser. Así entendida, sacada de lo superficial, del mismo modo que desde las criaturas materiales, considerando el movimiento, la causalidad, etc., se llega a la existencia de Dios, con la libertad también se desemboca en ella. [...]. Si no existe Dios, la libertad radical no existe tampoco. Si la libertad humana es algo más que elegir entre whisky o ginebra, y es el meollo de su carácter personal, con ella el hombre se abre de modo irrestricto, y al revés: si esa apertura no encontrara un ser también personal, Dios, quedaría frustrada. [...]. En cambio, la libertad abre una doble perspectiva: existe un Dios personal sin el cual la libertad no existiría: sin Dios, la libertad acabaría en la nada. La inmortalidad del alma, indudable, sin Dios comportaría la perplejidad completa, la falta de destino. Entonces cabría tener miedo a la libertad, e incluso odio: hay gente que preferiría no ser libre precisamente porque al asomarse a la libertad no llegan a Dios: se encuentran entonces con una libertad en suspenso" (41).

Se trata a todas luces de una demostración a posteriori de la existencia de Dios. Polo comparte plenamente la crítica tomista al argumento a simultaneo. Pero el punto de partida ya no se puede decir sin más que sean los efectos de la causa primera, porque los conceptos de causa y efecto han quedado reservados para el ámbito metafísico. En cualquier caso, el punto de partida son los seres distintos de Dios, los hombres. Y aquí, como en las vías, no se trata simplemente de apelar a un ser, sino de dirigir la mirada a una dimensión radical -metafísica o antropológica- de los seres. Si puede afirmarse que la cuarta vía tomista es la más radicalmente metafísica porque mira la dimensión radical de dependencia de los seres respecto de Dios y por tanto desvela cuál es el efecto más propio de Dios como causa, entonces tendremos que reconocer que esta demostración de la existencia de Dios, en la medida en que mira la libertad humana, es la más radical vía antropológica porque permite desvelar el máximo regalo divino a su creación (42).

Además, no basta dirigir la mirada a la libertad humana. Esta demostración de la existencia de Dios depende enteramente, de un modo semejante a como la cuarta vía tomista depende de la consideración intensiva del acto de ser, de una comprensión radical de la libertad. En primer lugar es necesario advertir que la libertad constituye el meollo del carácter personal de los seres humanos, que no es simplemente, una cualidad humana, sino el centro originario de su ser. Ahora bien, este reconocimiento exige una comprensión de la libertad que vaya más allá de la mera libertad de elección, y que alcance el ámbito más profundo de la libertad humana. Se trata, claro es, de la apertura irrestricta del propio ser a lo que le supera, que el ser humano por la libertad es una intimidad abierta a las demás intimidades libres, capaz de dar y de amar.

Pero es necesario aclarar que la prueba no consiste simplemente en declarar sin sentido la libertad si Dios no existiera, sino que su núcleo reside en comprender que sin Dios la libertad no sería libre, que sin la realidad personal suprema la apertura irrestricta del hombre no sería tal apertura, que el hombre, destinado a transcenderse a sí mismo por la libertad, no sería hombre si careciera de una realidad personal que le hubiera creado y a la que pudiera alcanzar, sino que sería una pura desgracia pues el coexistir se quedaría solo (43). La libertad "no puede estar sola en su arranque. Tampoco en su destino. Si está sola en su arranque o en su destino, el hombre se encuentra solo" (44). Pero es justamente la negación de la persona, la contradicción de la libertad personal. "La soledad es la muerte de la libertad" (45).

Lógicamente en esta demostración, al no versar sobre causas, no es menester ningún principio que niegue la posibilidad de un regreso al infinito en la serie de las causas, ya que cada persona es creada directamente por Dios (46). Sólo un ser personal puede ser el creador de una libertad personal. Dios es siempre el creador de cada libertad y su destino. La transcendencia de la libertad humana es posibilitada por otra libertad que la crea y la sostiene en su relación con lo que la supera y la transciende.

La demostración de la existencia de Dios alcanza su objetivo cuando se advierte que la destinación humana tiene como exigencia ineludible aquel ser cuyo don es precisamente esa libertad. Que la libertad humana sólo adquiere sentido de cara a la realidad suprema: "el pesimismo libertario demuestra, a sensu contrario, que la libertad sólo es valiosa si el vivir humano es respectivo a la realidad suprema" (47). Y la razón es que "soy exclusivamente porque Dios ha querido que sea: y dicho querer es un acto de predilección divina. No hay otra explicación" (48). Y así aparece manifiesto el fin de la vida humana: "la libertad humana es creada en orden al mantenimiento de la predilección, es decir, en orden a un destinarse" (49).

De esta manera el argumento alcanza correctamente su objetivo: la existencia de un Dios personal. Ahora su carácter personal no es deducido a partir del punto de llegada, sino que en él consiste precisamente su punto de llegada. Y, en la medida en que el ser personal supera el ser físico, el creador personal del ser personal supera el fundamento del ser físico: hemos alcanzado un nivel más alto en nuestra compresión de Dios. No se trata lógicamente de que hayamos alcanzado el ser mismo de Dios, sino que hemos alcanzado su existencia como realidad personal y creadora de los seres libres. Además, para alcanzarlo nos hemos visto obligados a profundizar en el conocimiento de nuestro propio ser y en los caracteres distintivos de nuestra libertad y, de esta manera, también logramos una mejor comprensión del ser personal de Dios mismo.

Esta demostración de la existencia de Dios conlleva, además, una comprensión de la creación que va más allá de su dimensión metafísica: "Crear no siempre significa lo mismo. ¿Por qué? Porque depende del ser que sea creado, y el ser personal es distinto del ser fundamental" (50). "Cuando se regala no se funda, no se causa: se hace más que fundar. Es decir, se da el ser: no se causa o se hace, sino que se da [...]. Es más alto dar el ser que hacerlo (ex nihilo). La visión donal de la creación es más que la artesanal. ¿Qué es más propiamente crear: fundar o dar? Dar; y en cuanto se da, ya estamos en el orden de la coexistencia" (51).

Ahora bien, esta noción de creación permite a su vez comprender más profundamente la omnipotencia y la misericordia divinas (52): "Omnipotencia y misericordia son nombres personales divinos ad extra (comunes) que se convierten entre sí cuando la criatura es persona y que expresan la atracción según la cual la coexistencia es creada (también perdonar es misericordia omnipotente)" (53).

No quisiera terminar estas páginas sin reconocer y agradecer el profundo estímulo que el pensamiento del Prof. Polo ha supuesto y sigue suponiendo para todos los que hemos sido sus alumnos, aunque nuestras obligaciones nos lleven a transitar otros derroteros de la filosofía.


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Notas:

1 L. Polo, Introducción a la filosofía, Eunsa, Pamplona, 1995, 180 (cit. Introducción). Y en Presente y futuro del hombre, Rialp, Madrid, 1993, 148, (cit. Presente y futuro) afirma que "para el acercamiento a Dios es necesaria una osadía suprema, un supremo coraje que es la raíz misma del valor humano. Dios es absolutamente transcendente, y enderezarse a Él supone una superación de sí mismo. El no atreverse a dar ese salto definitivo, el carecer de coraje para "soltarse de sí mismo" es la explicación del ateísmo".

2 L. Polo, Introducción, 182.

3 "La teología aristotélica llega a Dios como primero en el orden intelectual o en el orden de la causación"; L. Polo, Introducción, 179.

4 L. Polo, Introducción, 179.

5 L. Polo, Introducción, 185.

6 L. Polo, Introducción, 228.

7 L. Polo, Presente y futuro, 179.

8 L. Polo, Introducción, 227. "La noción de persona (...) es cristiana y no hay precedente pagano de ella. La noción de persona se desarrolla dentro del pensamiento cristiano, primero en los padres griegos y luego en la teología-filosofía medieval"; Introducción, 199. "Insisto, la persona es un tema cristiano"; Introducción, 201.

9 L. Polo, Presente y futuro, 170.

l0 L. Polo, Presente y futuro, 170.

11 L. Polo, Quién es el hombre. Un espíritu en el tiempo. Rialp, Madrid, 1991, 224 (cit. Quién es el hombre). "El conocimiento de Dios como principio de identidad u origen es metafísico. Pero cabe un conocimiento de Dios desde la antropología"; Presente y futuro 186.

12 L. Polo, Presente y futuro, 170.

13 L. Polo, Quién es el hombre, 224.

14 L. Polo, Quién es el hombre, 224.

15 L. Polo, Presente y futuro, 174.

16 L. Polo, Introducción, 197.

17 L. Polo, Introducción, 227.

18 L. Polo, Introducción, 227.

19 Es preciso advertir que tanto respecto de la metafísica como respecto de la antropología, el método del Prof. Polo ha sido descrito por él mismo como "abandono del límite". Hasta donde alcanzo a entender con ello se refiere a que la filosofía depende del abandono del carácter objetual del conocimiento humano: no se trata de conocer objetos, sino de poner en juego de manera controlada las posibilidades inéditas de la inteligencia humana para acceder a la esencia y al ser mismo del universo, y del hombre y, en último término a Dios.

20 "La persona no es definible, sino que es transcendental"; L. Polo, Presente y futuro 197.

21 L. Polo, Intrducción, 211. "Persona significa realidad irreductible a cualquier otra: yo no soy intercambiable, no soy un número, un caso. De lo contrario no sería yo"; Introducción, 213. "Una persona es algo más que el individuo de una especie: la persona no se explica por la generación, si la generación es una serie accidental de causas. Ante todo, porque el alma humana es creada directamente"; Introducción, 214.

22 L. Polo, Presente y futuro, 174.

23 L. Polo, Presente y futuro, 142.

24 L. Polo, Presente y futuro, 167.

25 L. Polo, Presente y futuro, 183-184.

26 "No existe ningún sentido posible de totalidad en el que Dios y la criatura sean factores [...]. Dios y la criatura no significa algo más que Dios"; L. Polo, Presente y futuro, 139.

27 L. Polo, Introducción, 227.

28 L. Polo, Presente y futuro, 169.

29 L. Polo, Introducción, 228.

30 L. Polo, Introducción, 228.

31 L. Polo, Introducción, 228.

32 L. Polo, Introducción, 228. "Polo ha insistido en la importancia del conocimiento de uno mismo: "La muerte del espíritu es esto: un espíritu que renuncia a saber quién es"; L. Polo, Introducción, 202. "La cuestión de quién soy es central"; L. Polo, Introducción, 203. "La capacidad del espíritu de alcanzar su ser verdadero se cifra esencialmente en la libertad. La fuerza, la verdad del espíritu es la libertad"; L. Polo, Presente y futuro, 147.

33 L, Polo, Introducción, 212. En este punto Polo, aún reconociendo con los griegos el valor de la felicidad de cara a la consideración de la dignidad del hombre = `al tratar de la felicidad nos consideramos dotados de una alta dignidad: somos seres racionales, capaces por ello de dominar nuestros propios actos; seres teleológicos o constitutivamente aspirantes a la felicidad"; Introducción, 213-, corrige a Aristóteles: "Aristóteles vincula la contemplación con el noús, pero no vincula el noús con la persona"; Introducción, 212. De este modo se puede afirmar que "aunque la perfectibilidad de la naturaleza del hombre sea irrestricta, ello es debido a la coexistencia"; Presente y futuro, 189.

34 L. Polo, Presente y futuro, 184. Es preciso no interpretar reductivamente esta afirmación: "lo dicho acerca de la intimidad vale también para el noús y para el acto de la voluntad que es el amar"; Introducción, 229.

35 L, Polo, Intoducción, 211.

36 L, Polo, Introducción, 224-225. "La libertad se convierte con el además"; Presente y futuro, 200. "Porque ser además es no depender de la necesidad, no estar atado [...]. Y eso es libertad transcendental, no libertad de elección"; Presente y futuro, 202.

37 L. Polo, Introducción, 210. "La libertad es la riqueza de mi ser"; Presente y futuro, 200.

38 L. Polo, Introducción, 223. Y, de este modo, se desvela una de las características esenciales de la persona: "El hombre es capaz de agregar algo nuevo a lo que existe y, por tanto, de dar, de aportar"; Introducción, 224. "El amor personal es el amor de pura benevolencia: el amor libre del afán de dominio y, por tanto también, más allá del deseo"; Introducción, 229.

39 L. Polo, Introducción, 229.

40 L. Polo, Introducción, 229.

41 L. Polo, Quién es el hombre, 224-225.

42 El mejor estudio que conozco de la cuarta vía tomista es A.L. González, Ser y participación. Estudio de la cuarta vía tomista, Eunsa, Pamplona, 1995.

43 L. Polo, Presente y futuro, 190.

44 L. Polo, Quién es el hombre, 248.

45 L. Polo, Quién es el hombre, 246.

46 "La libertad es irreductible a la noción de causa, ya que una libertad dependiente de la causalidad es una contradicción"; L. Polo, Presente y futuro, 141. La libertad "no puede ser entendida como fundada, porque una libertad fundada es contradictoria. En una libertad dependiente y principiada, no se conserva la noción de libertad: eso es la anulación de la propia noción de libertad. Para ser libre es menester, no digo independencia, pero sí no estar precedido por una instancia más profunda o más radical, y por tanto, no estar fundada [...]. A
la libertad no le corresponde ser fundamentada ni ser fundamento"; Presente y futuro, 151.

47 L. Polo, Quién es el hombre, 222.

48 L. Polo, Introducción, 211. "Si somos [...] personas (no casos empíricos), se ha de admitir que somos objetos de predilección divina. Lo único que puede explicar nuestra existencia es un amor especial que nos hace ser a nosotros"; Introducción, 221.

49 L. Polo, Introducción, 221.

50 L,. Polo, Presente y futuro, 170.

51 L. Polo, Presente y futuro, 175.

52 Polo entiende estos atributos de la siguiente manera: "aquel ser de quien depende la diferencia radical entre el ser y la nada es omnipotente, y asimismo misericordioso, pues la creación no es un descenso ontológico necesario"; L. Polo, Presente y futuro, 140.

53 L, Polo, Presente y futuro, 190, n. 6.

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Del "Anuario Filosófico" Universidad de Navarra, Nº XXIX/2. 1996. (Págs. 805-814)

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