Sobre el cerebro y el alma
CONVERSACION
CON EL DR. JORDI CERVÓS-NAVARRO
CATEDRÁTICO DE NEUROPATOLOGIA DE LA UNIVERSIDAD LIBRE DE BERLIN,
ACTUAL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD INTERNACIONAL DE CATALUÑA
(fragmento)
J.C.- (...) Como usted sabe, en las teorías evolucionistas se
suele decir que "la función crea el órgano". (Lo que es lo mismo:
la necesidad o conveniencia de realizar unas determinadas operaciones, unida
al intento de realizarlas, sería el origen de determinados movimientos o
cambios que concluyen en la formación progresiva de órganos nuevos y
adecuados. Lamark pensaba por ejemplo, que a base del esfuerzo de las jirafas
por alcanzar los frutos de los árboles altos, el cuello les ha resultado tan
largo. Las alas de los pájaros serían el resultados de constantes esfuerzos
por volar durante larguísimo tiempo). Esto implica que antes del ojo
existiría la luz, antes del oído el sonido, etcétera. Según el esquema
"la función crea el órgano" no tendría sentido pensar que el ojo
existiera antes de la luz. Pues bien, si esto fuera así, ¿cómo explicar que
exista un órgano cuya función es precisamente pensar, antes de la existencia
del pensamiento?¿Cómo concebir que exista un órgano para la inteligencia
antes que la inteligencia? No parece lógico pensar que la naturaleza
derrochara tanta potencia en un órgano como el cerebro humano sin existir
todavía un función apropiada.
A.O.- O sea, que el cerebro humano presupone el pensamiento, pero no un
pensamiento como latente, escondido en la materia, sino un Pensamiento
trascendente, creador de lo específicamente humano que tiene el cerebro del
hombre.
J.C.-En general, los conflictos que ha habido y los que continúan existiendo,
no son debidos ni a la fe ni a la ciencia, sino a diversas interpretaciones de
las verdades de fe o de los datos que proporciona la ciencia.
A.O.?- "Podría explicar con algún ejemplo la diferencia entre la
realidad y lo que llama "interpretación"?
J.C.- En un folleto informativo que me encontré al llegar un día, hace ya
bastantes años, en el aeropuerto de Moscú, en la época de la Unión
Soviética, se decía que "la libertad de conciencia está garantizada en
la Unión Soviética por la ley, según la cual la Iglesia está separada del
Estado y la escuela de la Iglesia. La Iglesia -continuaba el impreso- no se
inmiscuye en los asuntos del Estado y el Estado no se inmiscuye en los asuntos
internos de las Iglesias y de las comunidades religiosas. Los sacerdotes gozan
de los mismos derechos políticos y civiles que todo ciudadano
soviético". Ahora viene la interpretación: "Gracias a la profunda
transformación social y económica en la vida de la sociedad soviética y al
rápido desarrollo de nuestra ciencia, con el correspondiente aumento del
nivel cultural del pueblo, la mayoría de los habitantes de la Unión
Soviética son ateos". Lo peor es que esa interpretación absolutamente
falsa de los hechos no es exclusiva del marxismo. Ya hace algún tiempo me
ocupé del problema de las ideologías modernas que, sin ninguna excepción
tienen en su común denominador la aversión al Cristianismo y en general a
cualquier tipo de religión.
Que la ciencia no está en contradicción con la fe es evidente, precisamente
por el hecho de que, a pesar de 300 años de ideologías anticristianas, gran
número de científicos han sido y son creyentes. Recuerde ejemplos como
Leibniz, Newton, Pascal, Ampere, Schwann, Carrel, etcétera, que fueron no
sólo cristianos en teoría, sino convencidos y practicantes. En cambio, las
masas proletarias del siglo pasado, y las subculturas de los suburbios de
nuestras grandes ciudades presentan un alto porcentaje de no creyentes. La
misma facilidad y la misma dificultad con la fe tuvieron hombres sencillos
como Natanael y Tomás como el letrado fariseo Nicodemo.... Y el fundamento de
la fe de unos y otros fueron hechos, no ideas. Hechos -realidades salvíficas-
cuya importancia sólo puede ver el ojo del creyente, pero no dejan por ello
de ser hechos, como la resurrección histórica de Jesucristo, y los demás
milagros que narran los Evangelios. En la base del mensaje cristiano está la
certeza de que Dios ha actuado a través de Cristo en favor de la felicidad
eterna de los hombres. Y ahí - en esa referencia a la acción de Dios en la
Historia - radica una diferencia esencial entre la religión cristiana y
cualquier filosofía o interpretación del mundo y de los acontecimientos.
Gentileza de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL