Física y religión en perspectiva
LOS
CIENTÍFICOS Y LA FILOSOFÍA
Respuestas de Stanley Jaki a Molly Baldwin y Patricia Pintado Mascareño
Stanley
Jaki nació en Györ (Hungría) en 1924 y es Profesor Emérito de la
Universidad Seton Hall de New Jersey. Ingresó en la orden benedictina en
1942. Doctor en Teología y Física, durante los últimos treinta y cinco
años ha realizado numerosos estudios especializados en historia y filosofía
de la ciencia. Es Doctor Honoris Causa por seis universidades.
En 1970 le fue otorgado el Premio Lecomte de Nouy. En 1987 recibió el Premio
Templeton en atención a sus publicaciones. Desde 1989 es Fellow del Centro de
Investigación Teológica de Princeton. Ha sido nombrado recientemente Miembro
de la Academia Pontificia de Ciencias. Ha publicado 22 libros, entre los que
destacan The Relevance of Physics (1966) y The Road of Science and the Ways to
God (1978). En castellano se ha publicado Ciencia, Fe y Cultura (MC, 1990; ver
Atlántida, 1990, pág. 484).
El estilo del profesor Jaki es muy personal y lleno de un fino sentido del
humor: su enseñanza queda ilustrada con abundantes ejemplos. Juega con
variados recursos del idioma, en una exposición llena de metáforas y
delicados matices. Su obra resulta desmitificadora. Quien desea discutir sus
conclusiones encuentra abundantes ocasiones para hacerlo, pero debe emplear un
instrumento que Jaki domino con soltura: los hechos, la realidad histórica
Mr. Jaki, usted ha dicho que las mesas de todas las aulas y laboratorios
deberían tener grabadas las palabras de Maxwell: "Una de las pruebas
más difíciles para una mente científica es conocer los límites del método
científico". ¿Cuáles son los límites del método científico?
—los límites de la Ciencia (y al hablar de Ciencia me refiero a su forma
más exacta, es decir, a la Física) los fija su propio método. El método de
la Física versa sobre los aspectos cuantitativos de las cosas en movimiento.
Sólo podemos aplicar legítimamente el método de la Física cuando captamos
rasgos cuantitativos en las cosas. Pero cuando ante las cosas nos surgen
preguntas como "¿Y es esto bonito?", "¿Esto existe?" o
"¿Es esto moralmente bueno?", nos preguntamos cosas que el método
de la Física no puede contestar. Actualmente es muy importante —en momentos
en que muchos desean respuestas científicas a sus preguntas— que esta
limitación del método científico sea manifestada con frecuencia y firmeza
por físicos destacados. los físicos tienen una gran autoridad
epistemológica. Si un Premio Nobel de Física dice algo, incluso si no está
relacionado con su campo específico de estudio, al poco tiempo sus
declaraciones son publicadas en la prensa. Puede hablar de cuanto existe bajo
el cielo, puede incluso decir tonterías, pero diga lo que diga, uno tiende a
dudar de sí mismo antes que de las palabras de un Nobel de Física. Algunos
físicos han abusado mucho de la confianza que la gente tiene en ellos. En
cierto modo, dada que este abuso se ha convertido en alga bastante habitual,
descubrimos una pista que conduce a uno de los mayores males de la cultura
moderna occidental: un interés casi exclusive en las cantidades. Cuando se
trata de analizar una cuestión moral se ha puesto de moda recurrir a las
estadísticas: ¿Cuánta gente actúa de este modo y cuántos actúan de otra
manera? luego, si es que se llega alguna conclusión, se afirma que es
preferible la actuación de la mayoría a la de la minoría.
En otras palabras, el peligro que existe —en potencia— en el método
científico es que bajo su influencia podemos encasillar la sensibilidad en
unos patrones previamente fijados. Dado que un patrón o modelo puede medirse,
podemos caer en la tentación de pensar que una vez obtenidos ciertos
resultados cuantitativos, hemos hallado la solución a nuestra pregunta.
Obrando de este modo tal vez hayamos eliminado los aspectos más importantes
de la pregunta, especialmente si es de estética, moral o sobre la existencia
como tal. Por ejemplo, un científico mira a través de su microscopio. A lo
largo de este proceso aplica legítimamente el método científico. Pero ese
método no puede siquiera asegurarle que el microscopio está delante de él.
Pongo énfasis en el verbo ser o estar, el más metafísico de todos los
verbos. Con ese verbo el método de la ciencia no tiene nada que hacer.
[Distinción entre cuantitativo y cualitativo]
—¿Qué piensa usted sobre la necesidad de unir en los planes de estudio
de las universidades los estudios humanísticos y los científicos?
—Opino que los estudios humanísticos y los científicos deben estar
separados. No se debe intentar fundirlos porque parten de presupuesto
distintos y emplean métodos también distintos. En Humanidades, por ejemplo,
cuando estudiamos a Dante, no preguntamos: ¿Cuántas letra hay en tal o cual
obra de Dante? Pregunta que en el campo científico sería lógica. Al
estudiar obras literarias nos mueve un propósito muy específico; para tal
estudio el método científico sirve más bien poco. la grandes obras
literarias ofrecen, por lo general, lecciones de moralidad, de ética. Versan
sobre los designios humanos, el destino, las reacciones de los distintos
individuos ante cuestiones de conciencia. Ninguna de estas preguntas puede ser
solucionada empleando un método científico. Debemos cultivar tanto los
aspectos cuantitativos de las cosas como aquellos que no son mensurables; los
aspectos cualitativos de esas mismas cosas, de esos procesos y experiencias.
Dado que las Humanidades parten de un método que no es científico y que los
aspectos cuantitativos de las cosas dan par supuesto otro método, ambos deben
ser tratados de formas distintas. El problema de nuestra cultura es que
estamos condicionados por 200 o 300 años de ciencia y, por lo tanto, es muy
difícil tratar sólo con cuestiones de tipo cuantitativo, aun si tenemos en
mente el valor tan importante que se le da en nuestro siglo a la ciencia.
[No unir lo que dios ha separado]
Me gustaría repetir algo que ya he destacado muchas veces, a saber, que
ningún hombre debe unir lo que Dios ha separado. ¿De qué manera o en qué
sentido separó Dios estas cosas? EL sentido es que existe una
irreductibilidad conceptual entre los aspectos cuantitativos y cualitativos de
la cosas . A modo de ejemplo podríamos considerar la acción de asesinar. Tal
acción —se coge un cuchillo y se le clava a otro en la espalda— puede ser
descrita correctamente en términos cuantitativos. Se puede medir el tamaño
del cuchillo, la profundidad de la herida y el momento exacto en que expiró
la víctima. Pese a ello, estos datos no nos llevarían a descubrir si la
persona muerta era inocente, o si la acción fue lícita o ilícita
moralmente, o incluso si la persona que cometió el crimen sintió o no
remordimiento. Los aspectos físicos y morales de una misma acción no se
pueden equiparar conceptualmente. A esto me refiero al afirmar que "nadie
debe unir lo que Dios ha separado". Estos aspectos no están separados en
el sentido de que no tienen nada que ver el uno con el otro. Pero al intentar
comprender estos aspectos —diferentes—, debemos tener en cuenta que
tenemos entre manos conceptos totalmente distintos. En este sentido las
Humanidades no pueden convertirse en Ciencias, ni éstas podrán ser nunca una
rama de los estudios humanísticos.
—Usted ha afirmado que el gran "crimen" de este siglo es decir
que el único verdadero conocimiento es aquel que puede medirse
cuantitativamente. ¿Cuáles son las con secuencias más destacadas de este
"crimen"?
—Es un crimen en el sentido de que estas aplicaciones unilaterales del
método cuantitativo llegan a privar al ser humano de su sensibilidad hacia
los aspectos inconmensurables de la existencia. la principal consecuencia es
la relativización de los puntos de vista morales. En lugar de movernos en una
perspectiva moral, según la cual una acción es intrínsecamente buena y otra
es intrínsecamente mala, ahora seguimos un modelo behaviorista. Esta es la
base del relativismo moderno que se fundamenta en la creencia de que existen
varios patrones de comportamiento, o, como dice la popular frase americana,
"estilos de vida alternativos". No se hacen más preguntas.
—¿Cómo describiria usted la actitud de la Iglesia hacia la Ciencia a lo
largo de la historia?
—la actitud de la Iglesia hacia la Ciencia ha sido muy beneficiosa.
Considerada en sí misma, dicha actitud no tiene que ser útil a la Ciencia
como tal, dado que el campo de la Iglesia no es el mundo de la Ciencia. Como
se decía en tiempos de Galileo, y como de hecho el propio Galileo afirmó
citando a San Agustín: "la razón de ser de la Iglesia no es explicar a
la gente cómo funciona el Cielo, sino cómo ir al Cielo".
—¿Qué debe hacerse si las conclusiones a las que llega la Ciencia son
contrarias a las enseñanzas de la Iglesia?
—Toda conclusión científica es siempre cuantitativa. Como tal no tiene
contenido moral. No tiene siquiera contenido ontológico. Presupone un estado
ontológico. Cuando un científico va más allá de la aplicación apropiada
del método científico, se le debe llamar la atención y advertir que ha
sobrepasado los límites de su competencia. En otras palabras, cuando nos
encontramos ante conclusiones científicas y enseñanzas de la Iglesia que
están enfrentadas, lo peor que puede hacer uno es perder la calma. Uno debe
especificar la naturaleza de sus objeciones, sean cuantitativas o no. En el
primer caso no puede ir contra las enseñanzas de la Iglesia. En el otro caso,
no es una objeción científica sino filosófica, ética o pseudofilosófica,
y como tal debe ser tratada.
Tenemos el caso del aborto. La Medicina moderna ha llegado tan lejos que es
posible realizar un aborto, sin perjudicar a la madre, cuando el feto tiene
pocas semanas. Esto es algo médicamente comprobado. Ahora bien, sólo porque
se haya llegado a este punto no significa que el aborto sea moralmente
lícito. Y ahora analicemos un caso de hurto. Hay ladrones muy hábiles que
actúan con tal maestría que nadie se da cuenta de lo ocurrido. En estos
casos, ¿el acto deja de considerarse un robo, por el simple hecho de haber
sido realizado con una pillería ejemplar?
Siempre hay que echar mano de dos distinciones fundamentales: Si se habla
simplemente de cantidades o si nos referimos a una serie de cosas no
mensurables y con contenido moral.
[¿La existencia de Dios es científicamente demostrable?]
—Usted afirma que las premisas filosóficas de las que se parte en el uso
creativo del método científico son semejantes a las premisas filosóficas
mediante las cuales uno puede demostrar la existencia de Dios. ¿Es, por
tanto, correcta la afirmación de que esas premisas son propias de ontologías
realistas, y que por lo tanto la Ciencia demuestra la existencia de Dios?
—El método científico no demuestra la existencia de las cosas, mucho menos
la de Dios. Volvamos a la base de todo. Como dije antes, tan pronto como el
científico afirma "hay un microscopio delante de mí", está
hablando como un filósofo, tenga o no conocimientos de filosofía. la esencia
de toda prueba de la existencia de Dios está ligada a la existencia del
universo o del cosmos. Si existe un universo, y lo hay, entonces la razón de
su existencia sólo puede encontrarse en un factor externo al universo. Ese
factor es Dios. (Me gustaría precisar que tomamos universo, en el sentido
estricto de la palabra que el universo es la suma de todo. No puede haber dos
universos. la pluralidad de universos es una contradicción en sí misma.)
La Ciencia moderna tiene, en términos de la Teoría General de la Relatividad
de Einstein, un método que está libre de contradicciones con la gravitación
interactiva de todo lo material. De donde se sigue que, desde el punto de
vista de la ciencia, la noción de universo es una noción legítima. ¿Por
qué esta conclusión es tan importante? Porque Inmanuel Kant, en su ataque al
argumento cosmológico, declaró que lo anterior no presenta razones
concluyentes, porque la noción de universo es una noción falsa. De hecho,
Kant escribió que el concepto de universo es el fruto ilegítimo de los
deseos metafísicos del intelecto. Los científicos modernos que se dedican al
estudio de la cosmología deben, sin embargo, basar sus estudios en la Teoría
General de la Relatividad de Einstein y, por lo tanto, admitir que el universo
es un concepto legítimo desde la perspectiva científica. Así pues, la
Cosmología moderna socava la objeción de Kant al argumento cosmológico. Es
más, la ciencia moderna presenta el universo como algo extremadamente
específico, tanto en el espacio como en el tiempo. En consecuencia, y
contrariamente a lo afirmado por Kant, la ciencia no plantea dificultades a la
hora de formular una pregunta tan propia de la Metafísica como es ¿Por qué
el universo es así y no de otra manera? Cualquier persona mínimamente
informada de la historia del pensamiento a lo largo de los siglos pasados
podrá percibir sin problemas que esta contribución de la ciencia al
argumento cosmológico es de suma importancia.
—¿No cree usted que, aunque tal vez sea de modo inconsciente, las ideas
filosóficas de cada científico en particular influyen en su trabajo?
—En todas las épocas, bien sea el siglo XIX, el XVIII o el XIII, la
mayoría de los científicos compartía los puntos de vista de gran parte de
los otros grupos de profesionales. También es verdad que, en la mayor parte
de los casos, las hipótesis empleadas en los trabajos no son un reflejo del
quehacer científico. Y cuando lo son, suele ocurrir que se emplean
formulaciones muy primitivas de las cuestiones filosóficas. Por lo tanto, es
muy difícil intentar aprender filosofía a través de las obras de los
premios Nobel. Es casi tan peligroso como ir a una carnicería en busca de
luces para comprender mejor la obra de Goya, por el simple hecho de que en
muchas carnicerías se ve carne ensangrentada.
Hoy en día, hay pocas cosas más peligrosas o dañinas que leer obras
escritas por personas que han sido galardonadas con el Premio Nobel de
Biología, Química, o Física, y que intentan hacer asequible la Ciencia. Son
aún más dañinas cuando se leen con la idea de aprender de ellas ética.
Fijémonos —par ejemplo— en Azar y necesidad, de Jacques Monod. En el
libro, Monod nunca definió el concepto de azar. Si el título del libro ya
cojea, desde el punto de vista filosófico, ¿por qué leerlo? Lo mismo ocurre
con los libros de Ilya Prigogine sobre la Filosofía de la Ciencia. El autor
afirma que dado que la Ciencia no puede predecir los estados ulteriores de
procesos similares al del flujo turbulento, éstos no son producto de ninguna
causa. Este es un argumento filosófico muy pobre.
—El libro de Stephen Hawking ha tenido macho éxito par todo el mundo.
¿A qué se debe?
—Probablemente a que el ambiente cultural contemporáneo se caracteriza por
su agnosticismo y por su ateísmo. En tales ambientes, uno busca en la Ciencia
la confirmación de que Dios no existe. Porque si no hay un Dios, uno puede
hacer lo que quiera. Para un agnóstico o un materialista, esto es algo muy
reconfortante. Llegados a este punto, sólo existen sistemas, modelos o formas
alternativas de vida que se emplean según convenga.
—¿Qué opina sobre el hecho de que muchos científicos acepten la
interpretación de Copenhague del mecanismo del quantum?
—Tal interpretación es una falacia. Se basa en la premisa de que una
acción intermedia que no se pueda medir con exactitud no puede producirse con
exactitud. Lo es porque en la primera parte de la premisa la palabra exactitud
se emplea en su sentido operativo, y en la segunda parte se toma en sentido
ontológico. Esto es erróneo, porque entre ambos campos no puede haber
relación.
Mucho antes de que Heisenberg formulara el Principio de la Indeterminación y
de que le diera aquel valor anti-causal en 1927, muchos físicos destacados,
entre ellos el propio Heisenberg, ya habían rechazado el Principio de
Causalidad en otros campos. Lo que ocurrió fue que en lugar de encontrar en
la ciencia una demostración o refutación de la causalidad, lo que
encontraron fue una especie de recubrimiento de cientificismo a su
incredulidad en la causalidad. Tal recubrimiento y una refutación científica
son dos cosas bien distintas. la apariencia de ser alga científico se buscó
porque la mentalidad de la cultura moderna se basa en el pragmatismo y en el
relativismo. Tal mentalidad busca una gratificación inmediata, y trata de
ignorar las consecuencias a largo plazo (fundadas en la causalidad) de las
acciones del individuo. Para poder sostener esta mentalidad hay que tener un
punto de vista mediante el cual las cosas parezcan ser incoherentes. la
apariencia de cientificismo que adopta el rechazo de la causalidad sostiene
esta reivindicación pseudocultural de la incoherencia de las cosas y de las
acciones.
En otras palabras, desde esta perspectiva el fin de la vida es pasar por
muchos momentos en que recibimos gratificaciones inmediatas, sin necesidad de
plantearnos la relación entre unos momentos y otros, ni sus consecuencias.
Dicho de otro modo: debe tenerse en cuenta que la mentalidad moderna está
enferma como consecuencia del pecado original y que esto será así siempre.
Usemos los argumentos que usemos, el mundo sigue siendo lo que era, lo que es
y lo que seguirá siendo, en cuanto a su actitud negativa hacia los argumentos
filosóficos puros y la religiosidad sincera.
—¿Qué diferencia existe entre la mente humana y la computadora más
perfecta?
—Si se considera que la mente humana equivale al cerebro, que es un conjunto
de moléculas, puede establecerse un paralelismo entre el cerebro y una
computadora. Pero, ¿quién ha demostrado que la mente humana se reduce al
cerebro? Si todo es asunto propio de la mente humana, entonces, ¿cómo puede
la mente llegar a la idea de la nada? o ¿cómo puede la mente plantearse
funciones matemáticas que no se pueden expresar en términos cuantitativos
exactos, tales como, por ejemplo, la tendencia al infinito en el cálculo
integral o el reino de los números irracionales e imaginarios? Si la mente es
meramente un conjunto de moléculas, ¿cómo se explica que llegue a tales
nociones, y muy especialmente a la noción de la nada? la nada es una de las
invenciones más espectaculares del poder metafísico de la mente humane.
Cuando se escribe, se transforma en algo, pero a pesar de todo significa que
no hay nada.
Si la mente humana se reduce al cerebro, resulta imposible tratar con cosas
tan esenciales en la vida de la mente como son las abstracciones (implícitas
en toda palabra) y los hechos en la vida espiritual.
—¿Y qué tiene que decir la Ciencia sobre la evolución biológica?
—la Ciencia puede declarar que ha habido un pasado biológico de al menos 3
billones de años. Puede establecer que hay cierta sucesión entre varies
especies y géneros. Pero cuando la Ciencia emplea términos como especies
géneros y phyla, trae a colación los poderes metafísicos de la mente. Uno
no puede ver los distintos reinos animales ni las especies. Todas estas
nociones, tan esenciales en la biología evolutiva, son generalizaciones. la
biología evolutiva está repleta de conceptos metafísicos. Es más, la
ciencia biológica no puede decir nada acerca del propósito de la evolución.
Para empezar, la Ciencia no ha demostrado empíricamente el origen de una
especie a partir de otra. Cuando yo acepto la evolución, y desde luego que la
acepto partiendo de los poderes metafísicos de mi mente, lo considero como un
reflejo maravilloso de esos poderes metafísicos. Pero de ninguna forma un
método científico me puede decir el propósito de la evolución y sin lugar
a dudas no me sirve para nada una evolución basada en la probabilidad, porque
probabilidad es otro modo de decir ignorancia. Hace mucho que debió
eliminarse esa palabra de la terminología filosófica y científica.
—¿Por qué los teoremas de Godel sobre lo incompleto son tan
importantes?
—Considerados en sí mismos, dichos teoremas afirman sólo que las
matemáticas no pueden ser consideradas como un conjunto de proposiciones
verdaderas a priori y, por lo tanto, necesarias. Esto, sin embargo, admite una
consecuencia muy importante para la cosmología científica, que en parte es
empírica y en parte teórica. Desde el punto de vista teórico, la
cosmología científica tiene mucho de matemática. En consecuencia ninguna
expresión de cosmología científica puede tomarse como necesariamente
cierta, basándonos en su simplicidad matemática. No obstante algunos
cosmólogos modernos (Hawking, par ejemplo) tienen la esperanza de dar con
alguna teoría cosmológica que demuestre que el universo tiene que ser
necesariamente como es y lo que es. Un universo que existe necesariamente no
necesita un creador. La importancia de los teoremas de Godel debe estar clara
ahora. Debido a ello es imposible sostener el principal principio del
paganismo clásico y moderno, a saber, que el universo es el ser primario.
Sin embargo, si el universo, que es la totalidad de las cosas, no puede ser
considerado como lo primario o esencial, queda abierto el campo a una
búsqueda filosófica y teológica de ese Principio que es el Creador del
universo. O existimos necesariamente o somos creados. La tercera alternativa,
que todo existe par azar, no merece ni siquiera ser considerada. El azar es un
sinónimo de nuestra ignorancia. Esto lo han señalado muchos sabios, incluso
el Cardenal Newman (el año pasado celebramos el centenario de su muerte).
Newman estaba muy cerca del punto principal de nuestra conversación cuando
escribió: "Hay sólo un pensamiento mayor que el de nuestro universo, y
ese pensamiento es el de su Creador".
Gentileza
de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL