Presentación
Por Santiago Fernandez
Burillo
Catedrático de Filosofía
Presentamos esta nueva sección de Historia de la Filosofía
dedicada a Sigmund Freud (1856-1939). A pesar de las numerosas críticas
provenientes del campo médico y del filosófico, la imagen feudiana del
hombre era apta para la divulgación, por una sencilla razón: porque es
simplista. Además, ha "funcionado" a la hora de plantear
reivindicaciones amorales, presentando como "necesidades" médicas o
psicológicas conductas éticamente incorrectas. Todo ello ha originado una
especie de "precipitado" o residuo cultural ampliamente extendido.
Enumeramos algunos de estos tópicos:
· El hombre no es más que materia sofisticadamente evolucionada. Toda la vida espiritual es simplemente creación cultural, por sublimaciones. Moral, arte, religión, etcétera, todo tiene una explicación fácil como el hombre mismo.
· No existe una libertad especificamente humana; nos hallamos determinados pòr las pulsiones. El hombre es un mecanismo psíquico, gobernado por un fondo irreprimible e incomprensible.
· Los males del hombre provienen del desconocimiento de ese fondo pasional e irracional, de las represiones introducidas por los mecanismo de censura moral o religiosa. No es libre, pero se ha de liberar de toda instancia "paternalista".
· No existen el bien ni el mal, en sentido moral. La única moral sería "amar y trabajar"; si "amar" es obtener la satisfacción de la pulsión básica (libido), todas las variaciones imaginables son igualmente válidas.
· Pesimismo, porque el subconsicente no podrá "mandar" nunca. La cultura, a pesar de su origen, sigue siendo necesaria, por lo tanto, también algún superego, alguna teoría moral.
· La liberación no es posible y el hombre ha de resignarse a un término medio entre inmoralismo privado y normas públicas.
De momento, vamos a limitarnos aquí a señalar la incidencia de Freud
-sencilla o, más bien, simplista- en una de las claves de la cultura
germánica moderna, desde Lutero: el esfuerzo obsesivo por desterrar la idea
de culpa personal, por medio de la racionalización. Se trata de
encontrar a toda costa una "explicación" natural, lógica, de la
culpa como sentimiento subjetivo, infundado, debida a causas externas.
A través de la Ilustración alemana, del idealismo y de Nietzsche, ese vector
ha penetrado en la cultura moderna, causando un enorme desconcierto: donde no
hay culpas, tampoco puede haber méritos ni perdón, ni reconciliación.
Además, desterrada la idea de culpa, el pecado original resulta un mito más,
la Redención (innecesaria) una invención de judíos neoplatónicos de los
siglos I-II, y la gracia y todo el orden sobrenatural resultan totalmente
incomprensibles.
El vacío moral y religioso que este heteropunitivismo (echar la culpa
a algo externo al sujeto) ha producido mucho daño, operando como uno de los
factores más activos en el proceso de descristianización de Europa y
América del Norte.
Buena parte del éxito y perdurabilidad del psicoanálisis se ha debido al
cine (Hitchcock, W. Alen), y a la literatura divulgativa; permanecerá como
inspirador del surrealismo estético. Ha servido también, en el siglo XX,
como fundamentación teórica para demandas inmoralistas, plasmadas en
ordenamientos jurídicos del mundo capitalista en forma de leyes permisivas y
neomalthusianas.
Esta sección, como las demás de Arvo, permanece abierta a nuevas
colaboraciones, que podrán completar -o eventualmente corregir- el análisis
de los distintos elementos que componen la antropología y cosmovisión de
Sigmund Freud. Como el lector podrá observar los artículos se desarrollan en
distintos niveles: algunos son aptos para alumnos de Bachilerato; otros, en
cambio, requieren un nivel superior de conocimientos.
Gentileza
de http://www.arvo.net/
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