¿Ha
muerto Freud?
Pero,
¿y si Freud estaba equivocado? Este pregunta ha existido siempre desde la
publicación de las primeras comunicaciones psicoanalíticas de Freud de
finales de la década de los noventa del siglo pasado. En la actualidad está
siendo planteada con una urgencia sin precedente, gracias a una coincidencia
de acontecimientos que suscitan dudas no sólo sobre los métodos,
descubrimientos y pruebas de Freud, y sobre el vasto conjunto de terapias
derivadas de ellos, sino también sobre la duradera importancia de las
descripciones de la mente hechas por él (...).
Entre ellos:
- La problemática proliferación, particularmente en Estados Unidos, de
acusaciones de abuso sexual, rituales satánicos, sacrificios humanos de
niños y cosas por el estilo llevadas a cabo por personas, muchas de ellas
guiadas por terapeutas, que súbitamente recuerdan lo que supuestamente
reprimieron durante años o décadas. Aunque con casi toda certeza Freud
habría considerado la mayor parte de esas acusaciones con un mordaz
escepticismo, su teoría de la represión y el inconsciente está siendo
utilizada -la mayoría de los freudianos dirían mal utilizada- para afirmar
la autenticidad de las mismas.
- El continuado éxito de las drogas en el tratamiento o alivio de desórdenes
mentales que van desde la depresión a la esquizofrenia. Aproximadamente diez
millones de estadounidenses, por ejemplo, están tomando ese tipo de
medicación. En honor de Freud hay que decir que previó esta tendencia. En
1938, un año antes de su muerte, escribió: "El futuro puede enseñarnos
a ejercer una influencia directa, por medio de sustancias químicas
particulares". No obstante, el reconocimiento de que algunas neurosis y
psicosis responden favorablemente al tratamiento mediante drogas hace añicos
el dominio originalmente reivindicado para el tratamiento psicoanalítico.
- Una riada de nuevos libros que atacan a Freud y a su invento del
psicoanálisis por una extensa serie de errores, duplicidades, pruebas
amañadas y pifias científicas.
Este último fenómeno constituye la intensificación de una historia que
viene de lejos. Mientras Freud iba captando acólitos y legiones de reclutas
teóricos, él y sus ideas atraían regularmente violentos ataques, a menudo
de sectores influyentes (...).
La constante lluvia de argumentos anti-Freud sirvieron poco para desalentar la
presentación de sus teorías o para desanimar el celo de sus seguidores. De
hecho, Freud abrió un paraguas aparentemente impermeable a las críticas de
los principios psicoanalíticos. Él caracterizó tales desacuerdos, de
pacientes o cualesquiera otros, como "resistencia", y luego afirmó
que los ejemplos de tal resistencia equivalían a "una real evidencia en
favor de lo correcto" de sus afirmaciones.
Esta ilógica defensa se ha desmoronado en gran parte. El reciente
descubrimiento de documentos relacionados con Freud y su círculo, más la
parsimoniosa autorización para publicar otros por parte de los herederos de
Freud, han proporcionado crecientes datos sobre el hombre y sus obras. Algunos
son inquietantes (...).
Ante el hecho de que las historias publicadas de casos clínicos de Freud
registran resultados poco convincentes o lamentables, algunos seguidores se
han batido en retirada: Freud puede no haber sido muy bueno al practicar lo
que predicaba, pero ese lapsus no invalida en modo alguno sus teorías
generales.
Esos defensores tienen ahora que enfrentarse a Validation in the clinical
theory of psychoanalysis (International Universities Press), de Adolf
Grünbaum, un eminente filósofo de la ciencia y profesor en la Universidad de
Pittsburgh. El libro, basado en la crítica de Grünbaum de 1984 de los
cimientos psicoanalíticos, es una monografía, y una sobria, a veces
exasperantemente abstrusa, devastación del status del psicoanálisis como
ciencia. Grünbaum examina desapasionadamente una serie de premisas
psicoanalíticas claves: la teoría de la represión (lo que Freud denominaba
"la piedra angular sobre la que descansa toda la estructura del
psicoanálisis"), las capacidades investigadoras ofrecidas por la
asociación libre, la importancia del diagnóstico de los sueños. Grünbaum
no pretende que la idea de los recuerdos reprimidos, por ejemplo, sea falsa.
Simplemente, sostiene que ni Freud ni ninguno de sus sucesores ha demostrado
alguna vez la existencia de un vínculo causa-efecto entre un recuerdo
reprimido y una neurosis posterior, o entre un recuerdo recuperado y una
consecutiva curación (...).
Hay que demostrar más: Grünbaum encuentra fallos similares en la importancia
que Freud atribuye a los sueños y a los actos fallidos, tales como los
denominados lapsus freudianos: "Los tres principios -la teoría de la
neurosis, la teoría de por qué soñamos y la teoría de los lapsus- tienen
el mismo problema. Todos están socavados por el fracaso de Freud en demostrar
una relación causal entre la represión y la patología. Éste es el motivo
de que los cimientos del psicoanálisis sean muy movedizos" (...).
Gentileza
de http://www.arvo.net/
para BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL