Clonación
de seres humanos: una llamada a la reflexión
Autor:
Luis Montuenga
Profesor de Biología Celular
Fecha: 2 de diciembre de 2001
Publicado en: Heraldo de Aragón
El anuncio de los científicos de una empresa americana de
haber clonado embriones humanos ha provocado expectación y comentarios. La
reacción de los expertos ha sido casi unánime: se trata de un estudio
mediocre que presenta datos poco elaborados. Ian Wilmut, el padre científico
de la oveja Dolly, calificó el artículo de aportación irrelevante. Ha
coincidido con otros comentaristas que estamos ante una operación de
márquetin de una compañía con problemas financieros que quiere presionar
sobre las instituciones públicas para acceder a más fondos de
investigación. «Nos hacen falta cientos de millones de dólares de
inversión para que este proyecto pueda dejar ganancias», ha reconocido la
empresa, ante la avalancha de críticas por lo prematuro del anuncio.
Aun siendo de escasa relevancia científica, el episodio revela que hay
científicos y empresarios decididos a clonar seres humanos. No hay, pues,
otro remedio que plantearse cómo controlar estas tecnologías que degradan la
dignidad humana, al igual que se ha limitado o prohibido la investigación en
armas químicas, nucleares o biológicas. Para tomar las decisiones acertadas,
hay que estudiar la cuestión con objetividad y rigor crítico. Es preciso
evitar a toda costa que las decisiones estén condicionadas por los hechos
consumados, por la competencia entre grupos de investigación, o por presiones
mediáticas o financieras. Ante todo, hay que pensar con sentido de
responsabilidad en las generaciones futuras.
Los intentos de establecer distinciones éticas fundamentales entre clonación
reproductiva y terapéutica sólo contribuyen a aumentar la confusión. El
proceso de clonación, es decir la producción de copias idénticas de un ser
humano, es exactamente el mismo sea cual sea su finalidad. La clonación
reproductiva pretendería producir uno o muchos individuos-copia
genéticamente idénticos a un modelo concreto. La clonación llamada
terapéutica propone producir embriones humanos para después diseccionarlos,
extrayendo de ellos células como materia prima para técnicas de reemplazo
celular. Al igual que la reproductiva, la clonación terapéutica implica un
aplastante desprecio por la dignidad del embrión humano. Por mucho que de sus
células puedan obtenerse grandes beneficios, la creación, destrucción y
utilización de cada embrión humano lo cosifica, lo lesiona profundamente en
su dignidad. El embrión humano merece respeto y protección, que los poderes
públicos deben garantizar.
Desde el punto de vista biológico, la clonación humana es un proceso que
presenta enormes interrogantes de índole práctica. Existen fuertes
diferencias biológicas entre la generación de un individuo por fusión de un
espermatozoide y un óvulo y la producción de un embrión por clonación. La
clonación es, en animales superiores, un proceso anómalo e ineficaz, del que
resultan numerosos embriones aberrantes. Esto supone una importante barrera
práctica para la clonación humana, tanto reproductiva como terapéutica. En
la clonación de animales para mejora de ganado o preservación de especies
protegidas, las pérdidas o los errores que conlleva la clonación no tienen
mayor trascendencia ética: con tal de tener un éxito, no importa que haya
mil fracasos. Pero cuando se trata de clonar seres humanos la situación no
resulta justificable.
Los que proponen autorizar la clonación con fines terapéuticos invocan de
modo reiterado los millones de vidas que se pueden salvar utilizando células
madre embrionarias. Aunque la técnica está en su prehistoria, se trata de
obtener material para reemplazo celular a partir de la disgregación de
embriones. Otros sugieren utilizar los embriones abandonados en los
congeladores de los centros de reproducción asistida. En uno y otro caso, la
argumentación utilitarista se olvida de la realidad del embrión, que merece
ser respetado, al igual que un feto, un niño o un anciano.
Afortunadamente los científicos tenemos al alcance de la mano una alternativa
viable y esperanzadora para obtener y utilizar células equivalentes a las
extraídas del embrión. Datos recientes demuestran que existen otras células
madre, que pueden aislarse de tejidos de adultos y del cordón umbilical del
neonato, con similar potencialidad terapéutica que las embrionarias. Sin
duda, hay todavía interrogantes por resolver, y barreras que franquear. Para
nosotros los científicos, esos problemas son otros tantos retos. Nuestro
trabajo consiste en aceptar esos desafíos y procurar resolverlos. Se trata, a
fin de cuentas, de investigar a fondo y desarrollar la opción que respeta la
dignidad del ser humano en todas sus fases vitales.
Gentileza
de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL