I (nn. 1-3) Los términos del debate

Por Natalia López Moratalla

 

1. De donde obtener las células madre para uso terapéutico
2. El mundo natural, previo a cualquier intervención humana
3. La Biología y Dios vivo. La tentación de "seréis como dioses"


1. De dónde obtener las células madre para uso terapéutico.

1. El objetivo biomédico: Usar células madre para curar enfermedades degenerativas

En los últimos años se ha conocido que los tejidos y órganos del cuerpo humano tienen capacidad, con mayor o menor intensidad, de reparar por sí mismos los daños que sufren y regenerarse del desgaste de la edad, o de la enfermedad. Diversas enfermedades, incluidas el Parkinson, alteraciones cardiacas, diabetes, etc., implican una degeneración de células que es irreversible; las células mueren y no son ya reemplazadas de forma natural. Por ello se busca un método que permita producir células humanas de los diferentes tipos que componen nuestro cuerpo, y en perfectas condiciones para transplantarlas o inyectárselas a un paciente, y curarle así los tejidos u órganos que tenga dañados. Esta reparación de tejidos, la medicina reparadora, se basa fundamentalmente en la utilización de células madre.

Las células madre, son células inmaduras (indiferenciadas o poco especializadas) que se caracterizan porque tienen la posibilidad de madurar (diferenciarse y especializarse) hacia todos, o al menos hacia algunos, de los 200 tipos celulares diferentes que forman nuestro cuerpo, y además por poseer una gran capacidad de multiplicación. En cada estado de la vida de un individuo, ambas propiedades aumentan o disminuyen de manera inversa: para cada célula, diferenciarse es comprometerse en una dirección e ir dejando de multiplicarse, mientras las "jóvenes" células inmaduras crecen en número, dividiéndose y están más indeterminadas: con el paso del tiempo de vida y de acuerdo con el lugar que ocupan en el organismo se van comprometiendo a ejercer funciones concretas, como células de hígado, de la sangre, etc.

Aunque quede un largo camino por recorrer, los diversos intentos de obtener las células madre, crecerlas y madurarlas en el laboratorio, indican que en un futuro, más o menos próximo, tal vez de pocos años, será posible una amplia medicina reparadora. Esto no significa, como se ha divulgado a veces, que los científicos estén a punto de fabricar en el laboratorio los órganos necesarios para transplantes, en un momento en que la donación de órganos es ya insuficiente. Significa que se está aprendiendo a copiar y utilizar los sistemas con que de forma natural el organismo repara lesiones, suple perdidas de funcionamiento, o regenera células muertas.

Es posible conseguir las células madre, desde diferentes "fuentes". De una parte, de embriones y fetos destruidos, de embriones producidos in vitro, o de los que se puedan producir por clonación del propio paciente. De otra parte, se tiene la posibilidad de conseguir células madre aislándolas sencillamente de las propias reservas del paciente, o de sangre o de médula ósea, o de grasa, etc. de donantes, sin necesidad de ningún tipo de destrucción. Esta disyuntiva acerca de las fuentes de obtención de células madre es la que está siendo sometida a debate. La disyuntiva de legitimar, o no; de apoyar económicamente, o no, de legalizar o despenalizar, proyectos de investigación, que suponga destruir vidas humanas, o incluso producirlas para destruirlas. El valor intrínseco, y no sólo el valor reconocido u otorgado, de cada ser humano es el núcleo del debate.

La "ciencia" no tiene en este debate una única palabra. Hay científicos, creyentes o no creyentes, para quienes como científicos, es imperativo buscar las opciones que no conlleven destrucción. Y hay científicos para quienes un fin bueno justifica cualquier medio; un imperativo de éxito, que insensibiliza para "usar" a unos en beneficio futuro de otros. Mas aún, hay quien piensa que aunque no sea necesario ni imprescindible producir y destruir embriones, para curar enfermedades que afectan a millones de hombres, la puerta de la investigación en ese campo debe dejarse abierta y bien abierta.

2. Cómo son y dónde se encuentran las células madre

La figura (modificada de http://www.nih.gov/news/stemcell/scireport.htm) muestra de forma esquemática el papel que desempeñan las células madre en el desarrollo embrionario. Todas las células que forman los órganos y tejidos proceden de la diferenciación de las que constituyen los tres tejidos embrionarios superpuestos del llamado disco embrionario cuando el embrión alcanza el estado de gástrula:

- el ectodermo (capa externa del disco embrionario)
- el mesodermo (capa intermedia)
- el endodermo (capa interna)

A su vez en el joven embrión en estado de gastrula se encuentran también formadas un grupo de células, células madre germinales, de las que derivaran los gametos.

Estas tres capas del embrión se forman a partir de las células embrionarias pluripotentes, que constituyen la masa interna del embrión en estado de blastocisto. En este estado, el embrión de unos 5 días, está formado por esta masa celular interna, una cavidad acuosa y una capa externa de células, el trofoblasto.

Los dos tipos celulares del blastocisto proceden de las dos primeras células, llamadas blastómeras, diferentes entre sí, en que se divide el cigoto, o embrión unicelular, resultante de la fecundación.

Figura A:


http://www.arvo.net/_imag_cienciafe/celulasmadre_figA.htm


1. Nos referiremos en primer lugar a las células madre embrionarias pluripotentes. Son un conjunto de células que forman la masa celular interna de blastocisto, o embrión de 5 días. Aunque sus propiedades y características se conocen desde hace años, hasta 1998, no se habían aislado de embriones humanos. James Thomson y su equipo (1) describieron un método para aislar y mantener en el laboratorio este tipo de células madre embrionarias, procedentes de embriones humanos que “sobraban” en clínicas de fecundación in vitro y que fueron donados para investigación. Estas células embrionarias tienen la capacidad de dar todas las células del cuerpo (son pluripotenciales) y de crecer durante un periodo de dos años, lo supone aproximadamente entre 300 y 450 divisiones. Sin embargo, es muy difícil controlar su maduración y producen, de hecho, mezclas de diferentes tipos, y sobre todo las que permanecen sin diferenciar se comportan como células tumorales.

Hoy sabemos muy bien que los millares de embriones "sobrantes" congelados son embriones humanos; que las células madre que obtengamos a partir de ellos no son fácilmente controlables; y que cuando sepamos orientarlas para dar neuronas, o células productoras de insulina, etc., habrá que conseguir que no produzcan rechazo por parte del paciente. Demasiadas inseguridades, reales, para las expectativas creadas en miles de enfermos y miles de familias. Y sobre todo, estas células embrionarias pluripotentes, que pudieran diferenciarse in vitro, y que podrían suponer un potencial terapéutico, llevaría siempre consigo la destrucción de embriones humanos.

El debate en este aspecto centra la polémica en dos puntos: acerca de autorizar o no legalmente a emplear estos embriones para investigación con fines terapéuticos, y acerca de otorgar o no fondos públicos para estas investigaciones. Por su parte, algunas empresas multinacionales han preparado y comercializado células pluripotenciales humanas.

2. Las células madre germinales del feto, se consiguieron en el mismo año. Otro grupo, dirigido por John Gearhart, publicó el cultivo in vitro de células embrionarias germinales, que obtuvieron de fetos abortados de 5 a 9 semanas (2) . Las células madre germinales, pueden madurar y dar lugar a gran variedad de células y crecen durante un máximo de 80 divisiones. Tienen propiedades muy similares a las embrionarias. Estas células madre se han usado ya, tanto en EEUU como en España, para transplantes en enfermos con Parkinson con bastante mal resultado: la mayoría de los pacientes no tuvieron ninguna mejoría y los de más edad sufrieron movimientos incontrolados y tumores cerebrales. La conclusión que se extrae es que los resultados son tan inciertos que todavía se debería limitar este tipo de experimentos al laboratorio y no emplearse en la práctica médica.

3. Existen células madre en los órganos y los tejidos del cuerpo de adultos. En 1999, el equipo de Angelo L. Vescovi demostró (3) que las células madre no tienen que proceder necesariamente de embriones para que sean capaces de diferenciarse y dar células especializadas. Mostró la diferenciación en el laboratorio de neuronas de rata a células de la sangre. Las células troncales de adulto están presentes en una gran variedad de tejidos del cuerpo humano, con frecuencia en cantidades pequeñas. Sin embargo, en su mayoría son muy plásticas y pueden madurarse para dar una amplia variedad de tipos celulares. Otras están ya más comprometidas en una dirección, y se denominan células progenitoras. La fuente principal de células madre del cuerpo formado parece ser la médula ósea. Se han encontrado además en la grasa, en la sangre periférica, cerebro, médula espinal, en el interior de los vasos sanguíneos, la piel y tejido conjuntivo, la córnea, la retina, el hígado y el páncreas. El hecho de que las células madre de adulto sean más multipotentes que pluripotentes se convierte en una ventaja terapéutica, ya que es más fácilmente controlable su maduración en la dirección buscada. Al mismo tiempo la ausencia de rechazo inmunológico tras un autotransplante, aporta una gran ventaja para la terapias celulares.

Puede decirse que falta información acerca de la situación real de esta investigación tan prometedora. Las noticias sobre ella carecen del sensacionalismo que conllevan las noticias acerca del uso de las células embrionarias. Y, al mismo tiempo, las empresas farmacéuticas tienen menos posibilidad de lucrar beneficios con estos trabajos. Pero sobre todo, las voces que se alzan a favor del respeto a los embriones se pretenden presentar como un freno del progreso científico. Algunos esgrimen que si un país decide prohibir, o al menos no apoyar decididamente el uso de embriones humanos, quedará rezagado en la investigación biomédica y en la terapia del futuro. En el acaloramiento de este debate, las apuestas de muchos científicos por las células madre de adulto, se silencian por una vía rápida: exigirles "ya" resultados espectaculares; resultados reales del tipo de los prometidos en caso de que se permitiera usar las embrionarias. Realmente, el problema es más de fondo que dilucidar qué células tienen mejores propiedades, como material para futuras acciones terapéuticas.

4. Otra importante fuente de células madres de gran plasticidad es la sangre del cordón umbilical. Estas células puede extraerse en el momento del nacimiento sin afectar al neonato ni a la madre y pueden usarse, incluso tras largo tiempo de conservación en frío, para transplantes. No presentan serios problemas de compatibilidad ya que son muy inmaduras y no expresan los marcadores propios del donante. En 1989 el grupo de investigadores de Hal E. Broxmeyer (4) informaron de la curación obtenida de un niño con anemia de Fanconi aprovechando sangre del cordón de una hermana y desde entonces se ha usado con éxito la sangre depositada en los bancos para tratar a personas no emparentadas. Se han creado bancos de almacenamiento de muestras de sangre del cordón umbilical.

3. Obtención de células madre pluripotenciales embrionarias por clonación

Cientos de experimentos de clonación permitieron el nacimiento, en 1997, de la oveja "Dolly"; se llevó a cabo por transferencia del núcleo de una célula de la ubre a un óvulo de otra oveja a la que se había quitado su propio núcleo. Se demostró así que la información genética del núcleo de una célula diferenciada puede ser artificialmente reprogramada y la célula desdiferenciarse hacia atrás en el tiempo hasta recuperar la información de una célula totipotente inicial capaz de dar origen a un nuevo individuo.

Este logro con la oveja planteó la posibilidad de generar in vitro células madre con potencial terapéutico a partir de un número pequeño de células diferenciadas del paciente a tratar (por ejemplo una muestra de piel o biopsia muscular), sin el problema de rechazo inmune de cualquier transplante que proceda de células de donante. Conocido con el ambiguo nombre de "clonación terapéutica" este tratamiento supone la creación de un hermano clónico del paciente, que se destruiría en una etapa inicial de su desarrollo, la de blastocisto de 5 días, para convertirse en donante de las células de su organismo; por ser un clon del paciente, con igual dotación genética que él, evitaría el problema del rechazo del injerto celular. La clonación con fines terapéuticos se prepara como etapa final y oscura de ese buscado progreso terapéutico.

La revista “The Journal of Regenerative Medicine” publicó el 26 de noviembre un artículo, de Cibelli y colaboradores, acerca del “intento fracasado” de obtener embriones humanos clónicos, que la empresa Advance Cell Techonology anunciaba la víspera. El experimento no ha salido ya que no han logrado ni un solo blastocisto, embrión de 5 días que tiene ya formadas las células madre buscadas. Este experimento de intento de clonación ha tenido muchas críticas y rechazo, no sólo porque ha fracasado, sino porque para algunos no es necesario clonar embriones, ya que tenemos los embriones producidos por fecundación in vitro, que sobran. Puestos a producir embriones, bien de “sobra” de la fecundación in vitro, bien clones del paciente, hay que reconocer que estos últimos serían “mejor material biologíco”, por estar preparados “a la carta”.

La historia de la Ciencia enseña que el proceso más parecido a lo natural, mas conservador, el menos invasivo y menos destructivo, ofrece siempre las mejores soluciones y llega a ser el más eficaz y perdurable de los tratamientos. Aún estamos a tiempo de optar. Todavía nos resta por averiguar, tanto en el caso de las células madre de adulto, como en las embrionarias, si las células derivadas de su diferenciación tienen el fenotipo deseado y son capaces de funcionar fisiológicamente de forma correcta: por ejemplo si las células productoras de insulina responden a la glucosa como debe una célula beta del páncreas. Que las células de partida sean las embrionarias de embriones que han de ser destruidos, o sean de las presentes en el mismo enfermo, o se logre estimular y restaurar las funciones neuronales de las células madre presentes en el propio cerebro, etc., depende de la exigencia ética y científica con que hoy día se plantee la investigación. Si los científicos se dejan llevar por las ayudas económicas más fácilmente conseguibles, seremos arrastrados por los intereses económicos de empresas interesadas en comercializar las células madre embrionarias. Si optamos por trabajar seria y mayoritariamente con las células de adulto, el futuro de la terapia celular no llevará la carga moral de destruir vidas humanas.

4. Decisiones aplazadas: el uso de los embriones congelados

La decisión de usar o no usar para esta investigación las decenas de miles de embriones congelados que parecen existir en nuestro país, es muy delicada. Ciertamente esos embriones tendrán que ser destruidos, dejados morir por descongelación, en algún momento. Ciertamente se ha creado una expectativa de curación de enfermedades. Pero usarlos es abrir una puerta falsa para la medicina, ya que está bien probado que los embriones sobran como consecuencia de una defectuosa práctica médica. Es conocido que, para aumentar la escasa eficacia de las técnicas de fecundación asistida de humanos, se suele inducir una multiovulación; sin embargo la recomendación científica es clara: no activar el ovario, como una etapa más del proceso de fecundación artificial, y por tanto sólo fecundar uno, o a lo sumo dos, óvulos e implantarlos a continuación. Los embriones humanos originados por fecundación de óvulos que proceden de una multiovulación tienen más dificultad para anidar y, los que lo consiguen se desarrollan con más malformaciones que los originados por fecundación del óvulo madurado de forma natural en un ciclo (cfr. 5).

El debate tiene aquí el punto más difícil. Para muchos la ética exige que estos seres humanos de pocos días no “sobren”, de no producir embriones, ni por fecundación in vitro ni por clonación, para investigar ahora y para usarlos más adelante como material terapéutico. Una vida humana debe ser respetada siempre; un ser humano no debería ser jamas un medio, para un fin por bueno que sea ese fin. Más aún, un ser humano no debería nunca de ser producido. Tiene derecho a ser engendrado.

Pero para algunos otros, así como para los equipos biomédicos de la clínicas de fecundación asistida, estos embriones realmente sobran: sus padres biológicos no los necesitan ya ("los embriones congelados no tienen proyecto parental", se dice), incluso muchos se han olvidado de ellos. ¿Qué mejor fin para ellos que hacerles útiles para curar a otros en el futuro? ¿No es más ético usarlos que prohibir que sirvan para curar a otros?

Los mismos que en su día, los produjeron "alegremente" en exceso, y siguen haciéndolo, sin prever su futuro, sin tener resuelta otra salida para ellos que permanecer un tiempo en congelación, piden ahora que se legisle como destruirlos y si pueden o no cederlos para investigación. Dejarles morir en paz, sin darles utilidad, se presenta como crueldad. La menos mala de las salidas sería una correcta adopción, lo cual no deja de ser una utopía. Y es que el problema creado no tiene solución: no hay otra salida que optar por impedir que se sigan produciéndose embriones.

5. Legislación vigente en España

Aunque van surgiendo propuestas declaraciones que podrán cambiar en breve tiempo los convenios, y las leyes, hoy por hoy la situación se resumen en:

La clonación se encuentra prohibida por el Art. 18.2 del Convenio para la protección de los Derechos Humanos y la Dignidad del Ser Humano con respecto a las Aplicaciones de la Biología y la Medicina, suscrito y ratificado por España, vigente en nuestro país desde el 1 de enero de 2000.

En el mismo sentido, el Art. 161 de la Ley Orgánica 10/1995, del Código Penal, castiga a quienes fecunden óvulos humanos con cualquier fin distinto a la procreación humana, así como la creación de seres humanos idénticos por clonación u otros procedimientos dirigidos a la selección de la raza.

La protección del embrión en los procesos de investigación está contemplada en la Ley 35/1988, de Técnicas de Reproducción Humana Asistida, que sólo permite la investigación con embriones viables cuando ésta tenga carácter diagnóstico, terapéutico o preventivo.

Igualmente, el Art. 159.1 de la Ley Orgánica citada, del Código Penal, castiga a los que con finalidad distinta a la eliminación o disminución de taras o enfermedades graves, manipulen genes humanos de manera que se altere el genotipo.

Finalmente, podemos decir que hay una fuerte presión social, de una parte a que le legisle acerca del uso de los embriones sobrantes y, de otra, en cuanto a la fijación de un determinado número de óvulos a extraer o fecundar en los procesos de fecundación in vitro.

6. Nos implica a todos

Pienso que es clave poder tener la información imparcial y rigurosa que permita a todos analizar con sensibilidad y prudencia y poder tomar parte en este debate que será determinante a la hora de adoptar decisiones legales de tan extraordinario alcance como tenemos planteadas y pendientes. Clarificar, en la medida de lo posible, los términos, técnicas, objetivos etc., de estas investigaciones, desde el punto de vista científico es el primer objetivo de estos “apuntes”.

La cuestión de fondo, no es sólo, si unas o si otras células. Si así fuera, no dejaría de ser una "cuestión técnica" a discutir en el seno de la comunidad científica. La alarma social esta creada con justicia. Se acusar a la Iglesia de frenar el progreso médico (el que es a "a toda costa"), al exigir tanto el derecho a la vida de todo ser humano, como la dignidad de su origen como criatura amada por Dios, creada a su imagen y semejanza.

Esta es la clave última: la tentación a Adán y Eva de "seréis como dioses", si no os dejáis engañar por Dios. El conocimiento científico pone al alcance del hombre "producir" vidas humanas a su antojo, y otorgarles, como si de su creador se tratase, el destino que desee y decida. Antes que el pecado de matar a un hermano por envidia, existió el primero y radical: desconfiar en el amor de Dios por su criatura humana y confiar en la propia sabiduría; decidir sobre lo que es bueno o es malo. Lo expresaba muy lucidamente las palabras de inicio de un reportaje emitido por televisión española. En el se comparaba la situación nuestra ante esta decisión, con la de nuestros primeros padres en el paraíso de fiarse o no fiarse de la palabra de Dios acerca del bien y del mal. Las palabras eran, mas o menos literalmente, estas: "Adán y Eva optaron por la libertad y el progreso". Pensemos.

Bibliografía citada

1. Thomson, J.A., Itskovitz-Eldor, J., Shapiro, .S.S. et al. Embryonic stem cell lines derived from human blastocysts. Science 1998; 282:1145-1147.
2. Shamblott, M.J., Axelman, J., Wang, S. et al. Derivation of pluripotent stem cells from cultured human primordial germ cells. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 1998; 95:13726-13731.
3. Bjornson, C.R., Rietze, R.L., Reynolds, B.A., Magli, M.C., Vescovi, A.L. Turning brain into blood: a hematopoietic fate adopted by adult neural stem cells in vivo. Science 1999; 283:534-537.
4. Broxmeyer, H.E., Douglas, G.W., Hangoc, G. et al. Human umbilical cord blood as a potential source of transplantable hematopoietic stem/progenitor cells. Proc. Natl. Acad. Sci. USA 1989; 86:3828-3832.
5. Ertzeid, G., Storeng, R. The impact of ovarian stimulation on implantation and fetal development in mice. Hum. Reprod. 2001; 16:221-225.

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Natalia López Moratalla es catedrática de Biología

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