Artículo III
El principio de causalidad

 

TESIS 9.- El principio de causalidad es absolutamente cierta.

 

314.- Nexo. Una vez que hemos declarado la noción y la realidad de la "causa eficiente", pasamos a considerar el "principio de causalidad", que expone "su necesidad para todo ente contingente". La aplicación de este principio se extiende a toda la vida intelectual humana, tanto vulgar como científica, y sobre todo, filosófica. En efecto, gracias a él, encuentran solución problemas muy importantes, tales como la existencia de Dios, el conocimiento de la naturaleza de las cosas, la determinación de las leyes naturales...

 

315.- El principio de causalidad es una "proposición que enuncia la necesidad de una causa eficiente para todo "ente" que existe de manera contingente".

 

Es por tanto, un "principio lógico": en cuanto que se trata de una "proposición" (y toda proposición es un "ente"" lógico), y es "principio", en cuanto que, de dicha proposición, se derivan otras muchas verdades, es decir, la existencia de las causas para los diversos efectos.

 

Pero este principio lógico ya está enunciando algo "ontológico", como es la necesidad de la causa, y esto ya es un principio ontológico. Al igual que el principio de contradicción es un principio "lógico", en cuanto proposición; pero enuncia algo de carácter ontológico, como es la oposición irreductible entre "ente" y "no-ente".

 

316.- Formulaciones del principio de causalidad. Suele enunciarse con las siguientes fórmulas:

 

1.- "Todo efecto tiene una causa"; o: "No existe efecto sin causa".

 

2.- "Todo cuanto se hace, tiene causa"; o: "Nada se hace sin causa".

 

3.- “Todo cuanto comienza a existir, debe tener una causa eficiente".

 

4.- "Todo cuanto existe de manera contingente, tiene causa eficiente".

 

(Todas las demás fórmulas que están en uso, se reducen a alguna de las anteriores).

 

317.- Crítica de estas fórmulas. a) Las fórmulas "1" y "2" son evidentes; incluso, resultan tautológicas, pues expresan lo mismo en el predicado que en el sujeto; realmente, "efecto" y "lo que se hace", es, por el mismo concepto, "lo que es hecho", "lo que es producido"; pero, si "es producido", por alguien ha de ser producido: lo que es precisamente la "causa eficiente"; por tanto, estas proposiciones vienen a reducirse a esta otra: "lo que es producido (por la causa eficiente) tiene causa eficiente". Salta a la vista que tal proposición, por evidente que sea, no puede cumplir las funciones de un "principio", es decir, de un juicio del cual se derivan otras verdades, y sobre todo, la existencia de la causa, puesto que en su aplicación a los casos concretos, de tra­tar de averiguar si, en una cosa determinada, se verifica el concepto de sujeto (o de "efecto") (y, por tanto, si se le puede aplicar el principio en cuestión), deberíamos saber que tal cosa ha si do producida (claro está que por algo, o por alguien, que no puede ser más que la "causa eficiente"), con lo que ya sería innecesaria la aplicación del principio, al saber de antemano que dicha cosa tiene causa.

 

b) La fórmula "3" es verdadera y evidente; tiene, sin embargo, este inconveniente: que no posee la universalidad propia del principio de causalidad, pues no enuncia la necesidad de la causa eficiente para todos los "entes" que, de hecho, la reclaman. Así, en la hipótesis, ciertamente no imposible y discutida por los auto res, especialmente por Santo. Tomás, de la creación del mundo "ab aeterno" ("desde toda la eternidad"), el mundo estaría necesitado de una causa, y sin embargo (en la hipótesis mencionada), "no ha­bría tenido comienzo": de aquí que no podría probarse que hubiera tenido causa, o que hubiera sido creado, utilizando la fórmula: "Todo cuanto comienza a existir, tiene una causa eficiente". De hecho, sin embargo, sabemos, tanto por la fe como por la razón, que el mundo empezó a existir en el tiempo; de donde también cabe que esta tercera fórmula sea aplicada para la existencia del mundo.

 

c) La fórmula "4" es, de todas, la más perfecta, puesto que posee la universalidad requerida, y además, en el mismo concepto de sujeto ("todo cuanto existe de manera contingente") se indica la razón de la necesidad que tiene de la causa eficiente.

 

Escogemos, pues, esta fórmula, junto con la tercera, cuyos términos pasamos a declarar seguidamente.

 

318.- "Contingente" es "aquello que existe de manera no necesaria" (con necesidad absoluta).

 

"Necesidad absoluta": necesidad de existir independiente mente de cualquier hipótesis o condición: Tal necesidad sólo la tiene Dios.

 

"Necesidad hipotética": es la necesidad de existir con dependencia de alguna hipótesis o condición. Esta necesidad sería la del mundo, si no hubiese sido libremente creado; ahora bien, dada ya su existencia, existe con esta clase de necesidad. De igual forma, hemos de concluir que cualquier cosa, desde el momento que existe, no puede no existir.

 

Así pues, "contingente" puede también definirse como "aquello que, de por sí, es indiferente respecto de la existencia", o "aquello que, de su propia esencia, puede existir o no".

 

"Causa eficiente" es el "principio 'per se' extrínseco, del que procede primordialmente la acción o realización de la cosa".

 

"Debe tener", es decir, tiene por necesidad; para que exista, necesita que la causa eficiente lo produzca; si existe, es debido a que la causa eficiente lo produjo.

 

319.- Así pues, el principio de causalidad expone la "necesidad, de causa eficiente para el 'ente' que existe de manera contingente"; es decir, la exigencia que tiene de causa eficiente el "ente" contingente para poder existir. Se afirma el nexo necesario del ente contingente (= el efecto) con su causa; pero no a la inversa, en el sentido de que la causa tenga un nexo necesario con el efecto, o lo que es lo mismo, que la causa debe producir necesariamente el efecto.

 

320.- Tenemos que distinguir bien entre el "principio de causalidad" y el "principio del determinismo" de la Física clásica.

 

El "principio del determinismo" (que también se llama "principio físico de causalidad") establece que toda causa material necesariamente produce siempre el mismo efecto; por tanto, del conocimiento de la causa podemos determinar los efectos que de la misma proceden, y del conocimiento del efecto, podemos también colegir cuál ha sido su causa.

 

A este principio se opone en la Física de nuestros días el "principio de indeterminación" propuesto por Heisenberg, según el cual resulta imposible conocer con exactitud cuál puede ser el estado actual de un corpúsculo determinado; más aún, dentro del microcosmos se da un indeterminismo, no sólo "cognoscitivo", sino también "objetivo" u "ontológico", en cuanto que, en el interior del átomo, los elementos (electrones) no tienen en cualquier momento una posición ni una velocidad determinada.

 

321.- Tras lo dicho se ve clara la diferencia que existe entre el principio expuesto de causalidad físico (o del determinismo), y el principio de causalidad metafísico, del cual tratamos en la tesis:

 

a) El "principio de causalidad físico" tiene vigencia sólo en el mundo corpóreo o material, mientras que el "principio de causalidad metafísico" es válido en cualquier orden, ya sea corpóreo, ya espiritual (todo 'ente' que existe de manera contingente.

 

b) El "principio de causalidad físico" establece un nexo necesario de la causa con su efecto, de suerte que toda causa (material) produzca necesariamente su efecto; por su parte, el "principio de causalidad metafísico" afirma el nexo necesariamente existente entre el efecto y su causa (de aquél con ésta), en el sentido de que todo efecto necesariamente debe tener su causa correspondiente (ya sea que la causa lo haya producido por necesidad o libremente).

 

c) El "principio de causalidad físico" afirma que nosotros podemos determinar ya sea la causa por su efecto, ya el efecto por su causa (= determinismo cognoscitivo); el "principio de causalidad metafísico" afirma que todo efecto debe tener su causa, por tanto, en sentido ontológico y "a parte rei", ya sea que podamos conocer cuál es esa causa, ya sea que no podamos; de esto no puede ofrecer información alguna tal principio, puesto que enuncia exclusivamente algo "ontológico", y no "lógico", o que pertenezca al orden cognoscitivo.

 

Por tanto, ya desde ahora se ve con claridad que las dificultades que se pueden presentar al "principio de causalidad físico" (o del "determinismo") de parte de su opuesto; es decir, del "principio de indeterminación" de Heisenberg, en modo alguno pueden afectar al "principio de causalidad metafísico", sino que únicamente pueden afectar al citado principio físico, con el cual no cabe identificar el metafísico; más aún, es totalmente distinto de aquél.

 

Por lo demás, bueno será tener en cuenta que la confusión entre los dos principios ha sido un mal casi constante en la filosofía moderna (a partir de Hume y Kant), y ha motivado en gran manera que el principio de causalidad metafísico no haya sido admití do por muchos.

 

322.- Estado de la cuestión.- La pregunta que hacemos es si el principio de causalidad es "absolutamente cierto"; es decir, cierto con "certeza metafísica", que se basa en las relaciones esenciales de las cosas, y en este caso concreto, en la relación esencial que el "ente" contingente tiene con la causa eficiente, en virtud de la cual, necesita de ésta para existir. La cuestión es, pues, si es cierto, con certeza metafísica, que el "ente" contingente (o que comenzó alguna vez a existir) necesita, precisamente para existir, que sea producido (mediante una acción creativa, o bien eductiva) por alguien o por algo.

 

Por tanto, no preguntamos: a) si el "ente" contingente puede o no ser causa de sí mismo; sino sencillamente, si detetener causa (supuesto que se halla implícito en la cuestión anterior); puesto lo cual no será difícil después probar que el "ente" contingente no puede ser causa de sí mismo, sino que otro "ente" deberá serio;

 

b) no preguntamos tampoco si podemos determinar o conocer qué causa tiene el "ente" contingente, o cual es, en concreto, el "ente" que lo produce, sino sencillamente "si debe tener alguna causa" (es decir, no tratamos del "principio de la determinación" de la Física clásica);

 

c) ni si "una causa tiene que producir necesariamente un efecto determinado" (pues, de modo semejante, no estamos tratando del "principio de la determinación" de la Física clásica);

 

d) ni si un efecto debe ir precedido necesariamente de algún "antecedente invariable" (aunque no sea su causa);

 

e) ni, finalmente, preguntamos "con qué clase de evidencia es evidente el principio de causalidad: mediata o inmediata, reducible al principio de contradicción o no, analítica o sintética; de todo lo cual trataremos en un escolio.

 

323.- Opiniones. a) En la Filosofía griega:

 

Platón, con frecuencia hace alusión al principio de causalidad. Así, en el "Timeo": "Es del todo imposible que una cosa tenga comienzo sin causa"; en "Filebo": "Es necesario que todas las cosas que empiezan a existir, empiecen a ello por alguna causa".

 

Aristóteles utiliza este principio: "Todo lo que se mueve, es movido por otro". Sin embargo, este principio no equivale al de "causalidad", pues no tiene la misma extensión que él. El su jeto del mismo es "lo que se mueve", y esto, aunque no haya que entenderlo meramente en un sentido de "movimiento local", sino en un sentido más amplio de "mutación" (local, cuantitativa, cualitativa: de color, calor, etc.), sin embargo, como fácilmente se echa de ver, no es lo mismo que "contingente", pues "contingente" comprehende "todo lo que empieza a existir", ya sea por mutación, ya sea de otra(manera. Así, en la creación, el mundo comenzó a ser, y sin embargo, no experimentó mutación alguna, porque para que se dé el, concepto de "mutación" se requiere que algo (que ya anteriormente preexistía) pase de un estado o modo de comportarse a otro distinto, mientras que el mundo antes de la creación, no existía de ninguna manera, sino que era sencillamente "nada", y por tanto, no cabía que pasase de un modo o estado a otro distinto.

 

Por tanto, el principio, según la formulación aristotélica, no tiene valor para todos los "entes" contingentes, sino sólo para aquel que comienza a existir mediante una mutación verdadera: vale, pues, únicamente para los efectos de las causas creadas. En este punto muchos autores se apoyan para afirmar que Aristóteles no llegó a un concepto verdadero de "creación".

 

324.- b) La Filosofía escolástica, con unánime consentimiento, sostiene el principio de causalidad.

 

Santo Tomás lo expone en los términos siguientes: "Todo aquello que conviene a un "ente", no según lo que el mismo "ente" es, le conviene por alguna causa" (2 CG, c.15).

 

"Si alguna cosa se encuentra en un ‘ente' por participación, es necesario que sea causada en dicho 'ente' por otro al cual conviene esencialmente" (Suma Teológica, 1, q.44, a.1).

 

"Todo lo que es contingente, tiene causa" (Suma Teológi­ca, 1, q.2, a.3).

 

"Todo lo que no ha existido siempre, si comienza a exis­tir, necesita. de algo o de alguien que sea la causa de su existencia" '(Com. teol., c.7).

 

"Todo aquello que puede existir y no existir, tiene alguna causa" (2 CG., c.19).

 

325.- Por lo que se refiere a los Nominales, aunque no niegan el principio, dudan acerca de la posibilidad de su justificación.

 

Guillermo de Ockham (1300-1349) sostiene que "no puede probarse un principio conforme al cual toda mutación debe tener causa".

 

Nicolás D'Autrecourt (v. 1338) parece negar, sin más, el principio, cuando dice: "Estas consecuencias no son evidentes: existe el acto de entender, luego existe el entendimiento; existe el acto de querer, luego existe la voluntad"; en cambio, otras veces parece afirmar que la evidencia del mismo no se puede reducir a la evidencia del principio de contradicción (v. el escolio).

 

Pedro de Ailly (1350-1420) no comprende como puede hallar justificación el principio: "todo lo que comienza, debe tener una causa".

 

326.- c) En la Filosofía moderna:

 

Descartes admite el principio de causalidad, que enuncia de la siguiente manera: "Puesto que de la "nada" nada procede, "todo aquello que en el efecto hay de realidad y de perfección, debe hallarse, al menos en el mismo grado, en la causa".

 

Espinoza lo expone así: "De cualquier cosa debe asignarse la causa o la razón, tanto para su existencia como para su no existencia". En lo que es preciso notar el hecho de identificar "causa" con "razón" (que determina, con necesidad lógica, a lo "razonado!'); así pues, para él, el principio de causalidad equivale a esto: "Dada una determinada causa, de ella se sigue por necesidad el efecto; por el contrario, si no se da ninguna causa determinada, es imposible que el efecto se siga".

 

Leibniz enuncia el principio de esta manera: "No existe ningún efecto sin causa". "Nada ocurre sin causa", o por lo menos, sin una razón determinante; es decir, algo que pueda dar razón "a priori" de por qué existe, en lugar de no existir, o por qué es así, y no de otra manera.

 

327.- Niegan el principio de causalidad:

 

A) Hume, como consecuencia de su negación de la causa. En cuanto al mismo principio, esta es su doctrina:

 

1.- Conoce el enunciado tradicional del mismo: "Una cosa que comienza a existir, debe tener causa de su existencia".

 

2.- Reconoce el empleo implícito que de él se hace en todos los raciocinios, sin que se exija su prueba; conforme a la creencia general, se supone que podemos hallarlo mediante la intuición, y que podemos negarlo con nuestras palabras, pero no con nuestra convicción interna.

 

3.- Sin embargo, no lo admite, porque la proposición en que se formula:

 

a) "No es intuitivamente cierta": porque toda certeza proviene de la comparación de las ideas, y del descubrimiento de las relaciones, que son inalterables; éstas son: la semejanza, las proporciones en cualidad y en número, los grados de cualidad, la contrariedad. Es así que ninguna de dichas relaciones se encuentra en esta proposición...

 

b) "No es demostrable con certeza": porque no puede demostrarse con certeza la imposibilidad de que una cosa comience a existir, sin un principio productivo. Pues: "las ideas de causa y de efecto son distintas y separables"; por tanto, es fácil concebir que un objeto no exista en "este momento, y exista en el siguiente, sin que a ello deba asociarse una idea clara de causa y de principio productivo: es posible, por tanto, la separación de la idea de "causa'", de la idea de "comienzo" en la existencia.

 

La separación de estos objetos es posible, mientras ello no implique alguna contradicción o absurdo; por lo cual, no puede rechazarse ni refutarse con ningún raciocinio basado únicamente en la comparación de las ideas.

 

c) Por tanto, "cualquier demostración que se intente de esta proposición, descubrimos que es sofística, o que está viciada de "petición de principio".

 

Así: α) el siguiente argumento: "si un ser no tuviera necesidad de causa, se produciría a sí mismo, es decir, existiría antes que existiese": supone aquello mismo que está en cuestión, a saber: "que debe haber alguna causa".

 

β) Del mismo modo,, este argumento: "Todo lo que es producido sin causa, es producido por la nada; es decir, tiene la "nada" como causa de sí mismo; es así que la "nada" no puede ser causa...", supone, una vez más, lo que está en cuestión, a saber: si todo "ente" debe tener causa o no".

 

γ) En cuanto a este otro: ""todo efecto debe tener causa, porque esto se halla ya implícito en la idea misma de efecto": supone que una cosa sea hecha por otro (o sea, la causa), y por tanto, supone nuevamente que se dé la causa.

 

Quitado, pues, el principio de causalidad tradicional, en su lugar establece el siguiente: "Todas las causas particulares necesariamente deben tener tales efectos particulares".

 

- Con todo, la necesidad expuesta, según las observaciones hechas, no es algo objetivo, sino que surge de la unión constante de dos objetos, junto con la determinación de la mente, que brota de aquélla, de ponerse a pensar en un objeto en presencia del otro.

 

329.- B) Kant, de acuerdo con su negación de la "realidad de la causa",

 

1) no puede admitir, y de hecho no admite, el principio de causalidad:

a) "porque supone un influjo" (causal), que no existe;

 

b) "dicho juicio no es analítico": pues en el concepto "A" (de "causa") no se contiene "B" (el "efecto"). Pero si ponemos: "contingente" "dependiente", entonces nos hallamos ante una tautología, y se supone lo mismo que está en cuestión;

 

c) "no puede ser un juicio 'sintético a posteriori": porque entonces no tendría la necesidad y universalidad que le atribuyen los que establecen tal principio; pues la experiencia no funda la necesidad ni la universalidad.

 

d') "no puede ser un juicio 'sintético a priori’": porque tales juicios constan o se forman de "formas subjetivas" o "categorías", y no tenemos ninguna categoría de "influjo" ni de "nexo causal", sino únicamente de "sucesión necesaria y regular" (que él mismo llama "causa": v. más arriba, el n. 302).

 

2) (En consecuencia) en lugar del principio de causalidad tradicional, establece otro (correspondiente a la idea o a la noción que tiene de "causa", de que no es sino evolución o explicación), a saber: "Todo lo que sucede, supone algo precedente, a lo cual sigue según alguna regla"; "Todas las mutaciones ocurren según la ley de la conexión entre causa y efecto"; o también: "Todo lo que sucede, se halla determinado 'a priori' a partir de su causa en el fenómeno"; "Todo lo que sucede, es hipotéticamente necesario".

 

El principio así formulado:

 

a) "no es analítico": pues en el concepto de uno (A) no se contiene el concepto del otro (E), (en lo cual, según observa, Kant, Hume estaba en lo cierto);

 

b) "no es sintético 'a posteriori": porque los juicios sintéticos "a posteriori" se fundan en la experiencia, y la experiencia no proporciona la necesidad y la universalidad de este juicio;

 

c) sino que es "sintético 'a priori": pues contiene la síntesis de "A" (causa) con "B" (efecto), debido a la información o proyección de la "forma" subjetiva, o de la "categoría" de “causa" (= conexión necesaria y según la regla) sobre los datos o ele­mentos procedentes de la sensibilidad.

 

Por tanto, este principio (de causalidad, en sentido kantiano): "es condición del "aparecer" de las cosas en nosotros, no condición del "ser" de las mismas"; "todas las proposiciones sintéticas (entre ellas, este principio), no son otra cosa más que principios de una posible experiencia, y nunca pueden atribuirse a las cosas mismas, sino sólo a los fenómenos, en cuanto objetos de experiencia".

 

330.- d) La Filosofía moderna no escolástica, por lo general, no distingue el "principio de causalidad" del "principio del determinismo"; por lo cual, al admitirlo ó rechazarlo, todo de pende de, la opinión que se siga respecto de la verdad o falsedad de dicho 'principio físico".

 

331.- Nuestra opinión.- Afirmamos que el principio de causalidad es cierto con certeza metafísica, fundada, por tanto, en la misma "esencia del ente contingente", que reclama, con necesidad metafísica, una causa eficiente para poder existir.

 

Nada decimos en la tesis sobre la "naturaleza de esta certeza y evidencia": si "se puede reducir o no a la evidencia del principio de contradicción", si este juicio de causalidad es "analítico o sintético"; de ello trataremos en el Escolio 3.

 

332.- Se trata de una cuestión de suma importancia en Filosofía; toda vez que este principio es casi el único medio para descubrir la existencia de un "ente" del cual, o no podemos tener experiencia de ningún modo, porque "transciende esencialmente toda experiencia" (así, Dios, cuya existencia es conocida por nosotros, sobre todo por el recurso que hacemos a dicho principio), o, (al menos) no tenemos de él "experiencia inmediata" (como cuando se trata de averiguar la causa natural, o creada, sin más, de algún nuevo acontecimiento de un nuevo "ente", o de un nuevo fenómeno que aparece en alguna cosa...).

 

Al mismo tiempo, con este principio se declara "una propiedad del 'ente' creado", a saber: "que necesita una causa para poder existir por lo cual, con razón podemos afirmar que tal principio contiene, en una parte considerable, la metafísica del "ente" creado. De aquí, que su lugar apropiado es cuando se trata de la "esencia del ente creado", que, en razón de su contingencia, y de la distinción (alguna distinción, ya sea real, ya de razón) entre su esencia y su existencia, lleva consigo, como simple consecuencia, la "necesidad de la causa para existir". Así, Santo Tomás: "Conviene que aquello cuyo "ser" es distinto de su "esencia", tenga el "ser" causado por otro "ente". Todo lo que no es su propio "ser", conviene que tenga el "ser" recibido de otro "ente" que sea para el primero la causa de su "ser". ("Suma Teológica", 1 , q . 3 , a.4; 'Quodl .' 7, a . 7).

 

333.- Prueba de la tesis.- Dos vías suelen seguir los autores: a) con dependencia del principio de razón suficiente, y b) con independencia del mismo.

 

334.- A. A partir del principio de razón suficiente (Urráburu, Delmas, Frick, Dezza...).

 

Todo lo que comienza a existir (y asimismo, todo lo que existe de manera contingente), debe tener razón suficiente para comenzar a existir. Es así que no tiene tal razón suficiente en se mismo. Luego, debe tenerla en otro "ente". Es así que este "otro ente" es la "causa eficiente". Luego todo lo que existe de manera contingente, debe tener "causa eficiente".

 

La Mayor: a partir del "principio de razón suficiente", que establece: "todo 'ente' ha de tener razón suficiente de sí mismo".

 

La Menor: 1ª si tuviese en sí dicha razón (del comienzo de su existencia), la tendría: o a) en su esencia, o b) en su posibilidad. Es así que "no la tiene en su esencia": porque entonces existiría de manera necesaria, y por tanto siempre, luego no comenzaría; "ni tampoco en su posibilidad": porque entonces todos los "posibles" deberían existir, y tampoco comenzaría (porque siempre fue "posible").

 

La Menor 2ª: este "otro ente" debe determinar con su influjo real a la cosa que no existe para que exista; de lo contrario, por lo que a ésta se refiere, sería lo mismo que si aquél no existiera (pues no ejercería ningún influjo). Es así que tal "ente" es precisamente la ''causa eficiente". Luego, este "otro ente" es la causa ficiente.

 

335.- B.- Independientemente del principio de "razón suficiente". El "ente" que existe contingentemente, no existe "de su propia esencia". Es así que lo que no existe "de su propia esencia", no puede existir si no es por la, "causa eficiente". Luego, el "ente" que existe contingentemente, no puede existir, si no es por la "causa eficiente".

 

La Mayor: pues "de su propia esencia", es indiferente para existir o no.

 

La Menor: lo que no existe "de su propia esencia", es indiferente para existir, es decir: de por sí, es "pura nada en el orden de la existencia", "pura potencia (objetiva)" en orden a existir. Es así que tal "ente" no puede pasar de no "ser" al "ser" sin el influjo de otro "ente". Pues el "no-ente", dejado a sí mismo, es y permanece siendo "no-ente". Y esto lo vemos con evidencia inmediata, que no se puede reducir a ninguna otra evidencia. Es decir, por la simple comparación de los términos: "no-ente", ""nada, en el orden de la existencia", y "que nasa del no "ser" al "ser", "que comienza a existir sin influjo de otro'", comprendemos con claridad la imposibilidad de la unión de ambos. Es así que aquel "otro ente" por cuyo influjo el "ente contingente" pasa del "no-ser" al "ser", es la "causa eficiente": pues no bastan otros influjos remotos (p. e., el de la "causa final"), sino que se requiere un influjo físico e inmediato que confiera la existencia al "ente contingente". Es así que tal influjo inmediato es precisamente el de la "causa eficiente".

 

336.- Objeciones.- 1.- El principio de causalidad contiene un nexo necesario entre la causa y el efecto. Es así que tal nexo no se da. Luego, el principio de causalidad no es verdadero.

 

Distingo la Mayor: un nexo necesario de la causa al efecto, Niego; un nexo necesario del efecto a la causa, Concedo.

 

Contradistingo la Menor: no se da un nexo necesario del efecto a la causa, Niego; de la causa al efecto, Subdistingo: siempre, Niego; con frecuencia (en las causas libres), Concedo.

 

2.- El principio de causalidad depende de la inducción. Es así que un tal juicio no posee certeza metafísica, sino sólo física, Luego.

 

Distingo la Mayor: depende de la experiencia, en cuanto a los términos de que consta, Concedo; en cuanto al nexo que afirma entre los dos términos, Niego.

 

Contradistingo la Menor.

 

3.- El juicio en que se hace el tránsito a la existencia, es experimental. Es así que tal es el principio de causalidad. Luego.

 

Distingo la Mayor: el juicio en que se afirma "de manera categórica" la existencia de algún "ente", es experimental, Trans.; el juicio en que afirma la "necesidad de la existencia" de algún "ente", para el caso en que "otro ente" exista, o lo que es lo mismo, la "ley esencial" del orden de la existencia, Niego. Contradistingo la Menor.

 

4.- Existen muchas cosas en el microcosmos que no tienen causa determinada. Es así que el principio de causalidad afirma que todo tiene su causa, y ello no sólo en abstracto, sino su causa bien determinada. Luego, el principio de causalidad no es verdadero.

 

Distingo la Mayor: que no tienen absolutamente ninguna causa, Niego; de las cuales nosotros no podemos determinar o conocer la causa, Subdistingo: nosotros no sabemos que "tales cosas tienen su propia causa" bien determinada, sea cual fuere, Niego; nosotros no sabemos "cuál es", en concreto, la causa determinada que tienen, Concedo. Contradistingo la Menor.

 

5.- En filosofía, no puede establecerse ninguna proposición, que vaya en contra de las ciencias. Es así que, en las ciencias modernas, está en vigor el "principio de indeterminación" de Heisenberg, opuesto al principio de causalidad. Luego.

 

Niego la Menor, o Distingo: el "principio de indeterminación" de Heisenberg se opone al principio de causalidad formalmente y en su enunciación directa, Niego; en la falsa interpretación que algunos científicos dan del mismo, Concedo (v. "nociones").

 

6.- El "principio de la determinación" de la Física clásica se opone al "principio de indeterminación" de Heisenberg. Es así que el "principio de la determinación" de la Física clásica se identifica, o se halla en íntima conexión con el "principio de causalidad". Luego.

 

Prueba de la Menor: pues, según el "principio de la determinación", todo efecto tiene, y debe tener, su causa determinada. Es así que esto es precisamente lo que afirma el "principio de causalidad". Luego, el principio de la determinación se identifica con el "principio de causalidad".

 

Distingo la Mayor (de la prueba): según el principio de la determinación, todo efecto debe tener su causa determinada, "por la propia naturaleza de la causa", ya que toda causa tiene necesariamente su propio efecto determinado (y consecuentemente, todo efecto tiene necesariamente su propia causa determinada = se halla determinado necesariamente en su causa), Concedo; por la propia naturaleza del efecto (contingente), porque éste, debido a su contingencia, reclame una causa (determinada; es decir, "tal" causa, en concreto, no una causa necesitada a obrar), Niego (sobre esto, guarda silencio el "principio de la determinación").

 

7.- El principio de causalidad sería cierto por el hecho de que alguna cosa, sino causada, sería causa de sí misma. Es así que esto supone el que debe tener causa, lo que precisamente está en cuestión. Luego (Hume).

 

Niego la Mayor, o Distingo: y esto se afirmaría después de probada la necesidad de alguna causa, Concedo; antes de probada la necesidad de alguna causa, Niego.

 

8.- Lo que comienza a existir, debería tener causa, porque, de otro modo, la "nada" seria su causa, o porque sería producido por la "nada". Es así que esto supone asimismo que debe existir alguna causa. Luego (Hume).

 

Distingo la Mayor: porque tendría la "nada" como causa, o porque la "nada" lo causaría, Niego; porque no tendría ninguna causa, Concedo.

 

9.- Las ideas de efecto y de causa son distintas, por tanto son separables entre sí. Es así que, si es de este modo, puede darse un efecto al que no vaya aneja la idea de causa.  Luego, puede darse un efecto sin causa (Hume).

 

Distingo la Mayor: de tal forma que el efecto y la causa sean dos cosas distintas, Concedo; de tal forma que el efecto pueda comenzar a existir sin la causa, Niego. Contradistingo la Menor.

 

10.- Las cosas que son indiferentes para existir, necesitarían causa, porque, de lo contrario, no tendrían razón suficiente de su existencia. Es así que esto precisamente es lo que está en cuestión. Luego.

 

Distingo la Mayor: porque, de lo contrario, no tendrían razón suficiente estática, Niego; porque, de lo contrario, no tendrían suficiente razón dinámica, Subdistingo: y esto se supone, Niego; no se supone, Concedo.

 

Contradistingo la Menor: está precisamente en cuestión si tienen razón suficiente estática, Niego (pues esto es concedido por todos sin dificultad); está en cuestión si tienen razón suficiente dinámica, Concedo.

 

11.- La necesidad de la razón suficiente "dinámica" se probaría "a priori" (es decir, no por la experiencia), en último término, por el primer principio: el de "identidad" o el de "contra dicción". Es así que en la tesis, no se emplea este modo de probar. Luego, en la tesis no se prueba la necesidad de la razón suficiente "dinámica" "a priori", sino sólo por la experiencia.

 

Distingo. la Mayor: por el primer principio, en cuanto que necesariamente debe probarse "por reducción a él", Niego; en cuanto que toda proposición está en pie o no, según que lo esté o deje de estarlo el "principio de contradicción", Concedo. Contradistingo la Menor.

 

12.- Si el "no tener causa" no fuera contradictorio al "ente" contingente, no repugnaría a dicho "ente" no tener causa. Es así que, si no repugnase, no sería imposible que el "ente" contingente no tuviera causa. Luego, no sería imposible que un "ente" contingente no tuviera causa.

 

Distingo la Mayor: no repugnaría al concepto "inadecuado" de "ente contingente" (que exhibe solamente su esencia sin las propiedades, una de las cuales es la "exigencia de causa"), Concedo; no repugnaría al concepto "adecuado" de "ente contingente" (que exhibe todo lo que el "ente contingente" es realmente), Niego. Contradistingo la Menor.

 

13.- Por comparación de los conceptos: "que existe de manera contingente" y "que requiere una causa", o descubrimos que uno de ellos ("que requiere una causa") es de la razón del otro ("que existe de manera contingente"), o no. Es así que, si lo primero, el juicio se funda en el principio de "identidad" o en el de "contradicción"; si lo segundo, el juicio no es cierto con certeza metafísica. Luego, el "principio de causalidad", o se prueba por reducción al de "contradicción", o no se prueba con certeza metafísica.

 

Admito la disyuntiva, y elijo el primer miembro, es decir: descubrimos que uno de ellos es de la razón del otro, que distingo: descubrimos que uno de ellos es de la razón del otro, como nota constitutiva del mismo, Niego; como propiedad, Concedo. Contradistingo la Menor.

 

14.- Con dicha comparación, terminaríamos por descubrir que el predicado conviene al sujeto. Es así que esto equivale a que el predicado y el sujeto son idénticos, y por tanto, existe entre ellos identidad. Luego, tal comparación termina por fundarse en el principio de identidad o de contradicción.

 

Distingo la Menor: esto equivale a que la "realidad" del predicado y del sujeto son idénticas (= la "cosa" o "sujeto" que es contingente es exactamente lo mismo que requiere causa), Concedo; los "conceptos" del predicado ("que requiere causa") y del sujeto ("que existe de manera contingente") son idénticos, Niego. Efectiva mente, no descubrimos que dichos conceptos sean "idénticos", sino que el uno "se sigue del otro": lo cual constituye el fundamento y la razón para que podamos afirmar que la cosa que es contingente, es la misma que requiere causa, porque el otro concepto ("que exis­te de manera contingente") del que se sigue ("que requiere causa"), expresa la cosa, aunque de manera inadecuada, de la que después se afirma que tiene como propiedad el "seguir a lo otro".

 

337.- Escolio 1.- Corolarios del principio de causalidad.

 

Del "principio de causalidad" se derivan los siguientes corolarios, que suelen emplearse en Filosofía como otros tantos axiomas:

 

1.- "El efecto reclama una causa suficiente"; de lo contrarió, en la medida en que la causa no fuera suficiente, en esa misma medida no tendría causa, lo que va directamente contra el "principio de causalidad".

 

2.- "El efecto es proporcionado a su causa"; es decir, el efecto no puede superar su propia causa; por la misma razón que antes: pues, de otro modo, en la medida en que la superase, en esa misma medida no tendría causa suficiente, que es lo mismo que no tener causa. No se afirma, sin embargo, con esta proposición que el efecto deba ser de la misma perfección que su causa, puesto que ésta, aunque no pueda causar un efecto superior, puede, desde luego, causarlo inferior.

 

3.- "Todo lo que se encuentra en el efecto, de algún modo se encuentra también en su causa adecuada": a saber, virtualmente, y ello de manera formal y equivalente, o de manera eminente. Porque, si el efecto no estuviera contenido, de algún modo, en su causa adecuada, dicha causa no seria suficiente, en contra del primer axioma.

 

"Estar contenido virtualmente" significa que en la causa hay una virtualidad capaz de producir su efecto. Esta continencia del efecto en su causa debe darse en todas las causas.

 

"Estar contenido formalmente" significa que la perfección del efecto se contiene en la causa según el mismo concepto o razón; así, el calor está contenido en el fuego, y la perfección del hijo en el padre. Una causa que contiene así su efecto, recibe el nombre de "causa unívoca".

 

"Estar contenido eminentemente" quiere decir que la perfección del efecto se contiene en la causa, no según el mismo concepto y según una razón que sea perfectamente la misma, sino de un modo más excelente: así, en Dios se contienen todas las perfecciones de las cosas creadas. La causa que contiene así su efecto, se llama "causa equívoca", o mejor "análoga" (porque no es de la misma razón que el efecto).

 

4.- "Todo agente obra lo que le es semejante": porque, si el efecto se contiene en la causa, luego le es semejante. Laque hemos de entender de la causa adecuada y principal, no de la inadecua da e instrumental, como fácilmente se echa de ver.

 

5.- "La operación sigue al ser", es decir: a) el obrar su pone la existencia; para obrar se requiere previamente existir; de aquí que también se puede formular así: "antes es el 'ser’ que el 'obrar'”.

 

b) la operación debe hallarse en consonancia con la esencia de la causa operante; de lo contrario, superaría la causa; axioma que tiene las mismas limitaciones que el axioma "2".

 

6.- "Aquella cosa por la que cada uno es tal, ella misma ha de serlo más"; es decir, aquello por lo que alguna cosa es tal o posee alguna perfección, tiene, o ha de tener, la misma perfección por una razón más calificada. Así, Dios, por quien las cosas creadas tienen bondad, sabiduría, etc., tiene tales perfecciones por una razón más calificada (la más calificada de todas).

 

Acerca de lo cual, escribe Urráburu (Ontol., Compend. p. 386): Lo que, sin embargo, hace falta explicar, para que no se den de ello interpretaciones absurdas. Pues alguien podría argumentar infundadamente de esta manera: "aquella cosa por la que cada uno es tal, ella misma ha de serlo más"; Es así que Pedro está borracho debido al vino. Luego, el vino ha de estar más borracho".

 

"Por tanto, para que el axioma resulte verdadero, no hay más remedio que señalarle algunos límites. Ante todo, ha de ser entendido de las cosas que son de un solo orden, o que se encuentran en el mismo género de causa. Por ejemplo, si decimos que el estar sano es deseable en orden a la vida, de ello se sigue que la vida es más deseable; porque ambas cosas pertenecen al orden de la causa final.

 

Pero si tomamos en cuenta cosas que son de órdenes diversos, el axioma carece de verdad; como si decimos que el estar sano es deseable a causa de la medicina, no por ello se sigue que la medicina sea más deseable. La razón es que el estar sano se encuentra en el orden de los fines, mientras que la medicina, en el de las causas eficientes.

 

En segundo lugar, hay que limitar el axioma a las cosas que admiten diversos grados. De donde, si Pedro es hombre a causa de su padre, mal se podrá concluir que el padre de Pedro es "más hombre" que él.

 

En tercer lugar, hay que entenderlo de aquellas cosas a las cuales conviene formalmente la predicación y la perfección que está en una cosa por causa de otra. Por ello, aunque Pedro sea hombre por causa del alma racional, no se sigue que ésta debe ser más hombre, pues no tiene ni el hombre ni la naturaleza de hombre, sino que es únicamente su principio. Por el contrario, el fuego es más caliente que las cosas que son calentadas por él".

 

338.- Escolio 2.- Examen de los demás modos de probar el "principio de causalidad".

 

A) Por reducción al "principio de contradicción".

 

1.- El "ente contingente" no puede darse a sí mismo la existencia; no puede ser causa de su propia existencia. Luego, otro ha tenido que dársela; otro ha tenido que ser la causa de su existencia.

 

Respuesta: En el argumento se da por supuesto que "el ente contingente debe tener causa" (o sea, se supone el mismo "principio de causalidad"): si el "ente contingente" debe tener causa de su existencia, es claro que ello se debe a que el mismo "ente contingente" no puede ser dicha causa (pues ninguna cosa puede ser causa de sí misma), y entonces, ha de serlo otra cosa. Pero, ¿y "si no debe tener causa..."?

 

2.- El "ente contingente" no existe "a se" ("por sí mismo") ("no por razón de su esencia, no necesariamente"): Luego, existe "ab alío" ("por otro"), a saber: la causa.

 

Respuesta: En. el argumento se supone que "el ente contingente debe existir por alguien o por algo"; puesto lo cual, ya todo procede rectamente: no "a se". Luego "ab alio".

 

Pero, ¿y "si no debe existir por alguien o por algo..."?. Entonces, el argumento no se tendría en pie, pues habría de proceder así: "El ente contingente no existe "a se". Luego "o por algo, o por nada". Y por tanto ya no se sigue: "Luego, 'ab alio'".

 

La falacia se evitaría, porque aparecería con claridad, si el silogismo se pusiera completo: El "ente contingente" existe o "a se" o "ab alio". Es así que no "a se". Luego, "ab alío".

 

Y la respuesta sería: A la Mayor: no admito la disyuntiva, pues se da un tercer término: o "a se" o "ab alío", o "a nullo" (por nada o por nadie).

 

Cabe urgir: Pero esto es imposible, con imposibilidad metafísica, que "algo exista por nada o por nadie".

 

Desde luego; pero no puede constarnos de tal imposibilidad metafísica hasta que no ha sido probado el "principio de causalidad", puesto que esta proposición (que "algo no pueda existir por nada, sino por algo") es el mismo "principio de causalidad": no debe, pues, traerse a colación para probarlo.

 

La falacia, pues, o el proceso dialéctico en todos estos argumentos, y en otros del mismo género que podrían aducirse, reside en que se toman como equivalentes los términos: no "a se" = "ab alio"; o no "ab alio" = "a se".

 

Puesto lo cual, con toda legitimidad cabe aplicar el "principio de contradicción", de las siguientes maneras:

 

a) el "ente contingente" no existe "a se"; (Es así que, no existir "a se", es existir "ab alío"). Luego, el 'ente contingente' existe "ab alio".

 

b) (el "ente contingente" que no existe "ab alio", existiría "a se"; Es así que el "ente contingente" no puede existir "a se"; Luego, el "ente contingente" existe ""ab alío".

 

Pero es evidente que dicha equivalencia no puede mantenerse. Pues podría surgir por dos caminos: o "por los mismos términos": en cuanto que formalmente no existir "a se" sería existir "ab alio" (o: no existir "ab alío" sería existir "a se"):

 

o "por darse por supuesto (de modo ilegítimo e inconsciente) el mismo principio de causalidad", en cuanto se eliminase la posibilidad de un tercer término ("por nada o por nadie"), con lo cual, sin más, se hicieran equivalentes: no "a se" = "ab alío".

 

Ahora bien, el "primer fundamento" ("por los mismos términos") no tiene consistencia: pues formalmente la oposición referida (no "a se" - "ab alio") no es "contradictoria", sino "contraria"; es decir, de por sí, admite un tercer término, e impide que los terminas en cuestión sean equivalentes, a menos que se pruebe por otro capítulo que dicho tercer término no puede darse (como si se dijera: "no blanco", luego "negro"; Niego: puede se "azul" ("rojo", "verde" ...); y la razón es porque "negro" no es formalmente la negación de "blanco", "no blanco" (o su "contradictorio"), sino que es algo positivo, puesto lo cual se sigue la negación de lo blanco (= es su 'contrario'); ahora bien, es evidente que la negación de "blanco" (= "no blanco") puede igualmente seguirse de la posición de los otros colores (y no sólo de la posición del negro); de la posición, por tanto, del "azul", del "rojo", del "amarillo" (v. n. 111).

 

El segundo fundamento (la "suposición tácita e inconsciente del principio de causalidad), es claro también que no puede mantenerse en una cuestión en que se trata precisamente de justificar el mismo principio de causalidad.

 

339.- B) Por el principio de razón suficiente. Por lo que atañe al empleo del principio de "razón suficiente" para probar el principio de causalidad, es evidente que:

 

1) En su primer sentido ("Todo 'ente' tiene en sí aquello que se requiere y es suficiente para que exista"), aporta lo siguiente: que, si se requiere una causa para el "ente contingente", necesariamente debe darse tal causa. Por tanto, legitima, incluso, impone, el paso de la necesidad (metafísica) de una cosa (la causa) a la existencia de la misma.

 

Ahora bien, no expone ni, menos todavía, prueba que la causa sea necesaria, sino que tal necesidad la supone ya probada por otro capítulo.

 

Así pues, el esquema de la argumentación puede expresarse en estos términos: El "ente contingente" existente debe tener razón suficiente de sí mismo. Es así que esta razón no la tiene en sí. Luego, debe tenerla en otra cosa; que es la causa.

 

La Mayor: por el principio de razón suficiente.

 

La Menor: porque la razón suficiente de la existencia es: "lo que se requiere para que exista el ente contingente". Es así que el "ente contingente" no tiene en sí aquello que se requiere para que exista. Luego, el "ente contingente" no tiene en sí la razón suficiente de su existencia.

 

La segunda Menor: no tiene en sí lo que se requiere para que exista, porque, aunque tiene en sí la existencia como forma (= razón estática), se requiere además la "causa eficiente" (o se requiere además para que sea determinado por otro para la existencia, o que otro le confiera dicha "forma" de existencia).

 

En donde, al fin y al cabo, toda la cuestión se reduce a esto: "que se requiera una causa": lo cual hay que probarlo por otro capítulo con argumentos apropiados.

 

2) En su segundo sentido ("se requiere algo para que el "ente" exista"), aporta lo siguiente: que se requiera algo para el "ente contingente"; y esto, al igual que en los demás "entes", será "su constitutivo" (razón "estática"), y aquello "de donde existe" (razón "dinámica"). Posteriormente, queda el cometido de probar que el "ente contingente" no tiene en sí mismo las cosas que se requieren para que exista.

 

Así pues, el esquema de la argumentación sería el siguiente: El 'ente' que existe de manera contingente, debe tener razón suficiente de sí. Es así que esta razón no la tiene en sí mismo. Luego, ha de tenerla en otro "ente": que es la causa.

 

La Mayor: (a partir del principio de razón suficiente); el sentido del cual, en este segundo significado del principio, es el siguiente: "algo se requiere para el 'ente contingente". Pero esto todavía hay que probarlo, y se hará sin duda alguna demostrando que se requieren, por lo menos, estas cosas: sus "constitutivos" (razón "estática"), y aquello "de donde el 'ente contingente' tiene el que exista" (razón "dinámica").

 

La Menor: porque no tiene en sí mismo todo lo que se requiere para que exista. Pues, aunque posea la "existencia" como "forma" ("estática"), con todo, no tiene en sí mismo (o, no es) aquello otro que se requiere además; a saber, la "causa eficiente de su propia existencia".

 

De aquí que, en fin de cuentas, toda la cuestión se reduce a esto: "que se requiera una causa"; pero esto hay que probarlo por otro capítulo. Y nada tiene de particular el que resulte lo mismo: pues este "principio segundo" no es otra cosa más que la purificación de la condición tácita del "primero", a saber: que se re quiera una causa.

 

340.- Escolio 3.- Controversia escolástica sobre el "principio de causalidad". Todos los filósofos escolásticos afirman el "principio de causalidad", dándolo por cierto con certeza metafísica; pero acerca del "modo de justificarlo", o, lo que es lo mismo, acerca de la "naturaleza de la evidencia del mismo", no existe entre ellos uniformidad.

 

La controversia tiene lugar acerca de los dos puntos siguientes, que se hallan íntimamente unidos, y que tal vez no son más que una sola cosa que presenta diversos aspectos:

 

a) "si el principio de causalidad se puede reducir o no al "principio de contradicción";

 

b) "si es analítico o sintético".

 

a) Sobre la primera cuestión: hay autores que defienden que el "ente que existe de manera contingente" sin causa, es formalmente "contradictorio", en cuanto que "no existir 'ab alio'" es formalmente "existir 'a se"; por tanto, ya no es "contingente"; y así, el "principio de causalidad" es reducible al "principio de contradicción". Se prueba o se justifica por el hecho de que, si no fuese verdadero, se daría inmediatamente una contradicción: un "ente contingente" y "no-contingente" al mismo tiempo. Así, Garrigou-Lagrange, Nink, De Munnynck, Sladeczek.

 

Otros autores lo niegan, y dicen que el "principio de causalidad" goza de su propia evidencia, igualmente inmediata e irreducible a la del "principio de contradicción": De la misma manera que éste es el principio supremo en el orden "estático", así aquél es supremo en el orden "dinámico"; reteniendo en favor del principio de contradicción la única primacía de que, de la consistencia de éste depende la de todas las demás cosas (v. la: tesis del principio de contradicción, n. 120 d). Así, Laminne, Descoqs, Fuestscher, De Vries.

 

b) Sobre la segunda cuestión: muchos sostienen que el principio de causalidad es "analítico"... Así, Delmas, Urráburu, Gredt, Maritain, Nink, Dezza...; prácticamente los mismos que sos­tienen el que sea reducible al principio da/contradicción.

 

Otros lo niegan: así, Descoqs, De Vries, el cual prefiere decir que es "sintético 'a priori". Pero otros rechazan esta terminología, por el significado kantiano que tiene.

 

341.- Todo el asunto depende del sentido en que se tome la terminología "analítico" y "sintético" (juicio), y también, en parte, de la opinión que se tenga sobre la "posibilidad de reducir el principio de causalidad al de contradicción".

 

a) En sentido kantiano: juicio'"análítico" es aquel cuyo predicado está contenido, por identidad, en el concepto, del sujeto: "hombre es animal racional"; "todos los cuerpos son extensos". Juicio "sintético" es aquel cuyo predicado no se contiene en .el con­cepto del sujeto, sino que le añade algo (de aquí, "sintético"); y puede ser:

 

    α) "Sintético 'a posteriori’": si lo que añade el predicado, procede "de la experiencia": este cuerpo cae; Pedro está en casa.

 

    β) "Sintético 'a priori’": si lo que añade, no procede de la experiencia, sino "de una forma subjetiva de la mente": "todo lo que comienza a existir, tiene causa"; "todo fenómeno supone algo que se sigue necesariamente y según una regla".

 

342.- b) En sentido escolástico: no hay uniformidad.

 

1.- Unos: Juicio "analítico": aquel cuyo predicado se contiene en el sujeto, y por tanto, puede obtenerse por el solo análisis de la noción del sujeto (como Kant).

 

Juicio "sintético",: aquel cuyo predicado no se contiene en el concepto del sujeto, sino que le añade algo. Y, a su vez, puede ser:

 

    α) Sintético "en materia necesaria": si el nexo entre el predicado y el sujeto procede "de la esencia de los mismos", y por tanto, puede descubrirse "por la sola consideración de los términos": "los cuerpos son pesados"; "el ente contingente tiene cau­sa". (De Vries lo llama: "sintético 'a posteriori."). Así, Descoqs, De Vries,

 

2.- Otros: Juicio "analítico": aquel cuyo predicado es de la razón del sujeto, y se descubre "por la sola consideración de los términos" (por tanto, no "por el solo análisis del sujeto").

 

Ahora bien, que el predicado sea de la razón del sujeto, puede ocurrir: o porque es "su esencia" ("el hombre es racional"; lo contingente es indiferente para existir), o porque es "su propiedad" ("el hombre es risible", "libre").

 

Juicio "sintético": aquel cuyo predicado, o no es de la razón del sujeto, o no se manifiesta de la sola consideración de los términos, sino "por la experiencia" (por ello, tal juicio es siempre "sintético 'a posteriori'"): "este cuerpo cae"; el agua hierve a 100 grados".

 

Una vez expuestas las distintas terminologías, es claro qué opinión debe tener cada uno acerca del carácter analítico o sintético del principio de causalidad. Pues ningún filósofo escolástico dice que el principio de causalidad sea "sintético 'a posteriori’", porque su certeza no se funda en ninguna experiencia, sino en las relaciones esenciales de las cosas; lo llamará "analítico" o no, según que juzgue que el "tener causa" sea "esencia del 'ente contingente'" o sólo "propiedad": en el primer caso, lo llamará "analítico" (y reducible al principio de contradicción); en el segundo caso, lo llamará "analítico" o "sintético ('a priori')", según la terminología que utilice respecto del juicio analítico y sintético.

 

343.- Escolio 4.- Relación entre el "principio de causalidad" y la proposición (tesis) sobre el valor objetivo, o sobre la realidad de la causa eficiente.

 

1.- La proposición que enuncia la "realidad de la causa eficiente", y la proposición que enuncia la "necesidad de la causa eficiente para todo 'ente contingente’", son formalmente diversas; en efecto, una cosa es que se dé la causa eficiente, y otra que la causa eficiente sea necesaria para la cosa contingente, o que ésta no pueda existir sin causa eficiente:

 

a) La primera proposición (sobre la realidad de la causa eficiente) puede estar firme y quedar probada con un solo caso en que alguna cosa se conozca que es causa eficiente, o que produce algo; pues así ya se tiene lo que se pretende, que es que el concepto de causa no sea una pura ficción de la mente, sino algo real, pues se ha hallado al comprobarlo verificado en la realidad (v. el "estado de la cuestión" de la tesis sobre el valor objetivo del concepto de causa eficiente).

 

La segunda proposición. (el principio de causalidad) es, por el contrario, universal, por tanto debe probarse, no que sólo una cosa, sino que todas las cosas contingentes tienen causa eficiente.

 

b) La primera proposición enuncia la "existencia real" de la causa eficiente; la segunda, el nexo necesario del "ente contingente" con su causa, o la exigencia de causa eficiente que tiene la cosa contingente; así pues, no expone, en forma directa y categórica, la existencia de la causa, sino sólo en forma hipotética: es decir, si se da el efecto, se da la causa.

 

2.- Ambas proposiciones en tanto pueden ser coherentes, en cuanto que: partiendo del principio de causalidad, puede probar se la existencia de la causa; es decir, purificando la condición que se contiene en el principio de causalidad, de esta manera: si se da el efecto, debe darse la causa (principio de causalidad). Es así que se da el efecto, Luego, se da la causa (donde, en la "menor", se purifica la condición que se contiene en la "mayor", que es el "principio de causalidad"). Así hemos hecho en la tesis sobre el valor objetivo de la causa, primer argumento.

 

Sin embargo, no es preciso probar la realidad de la causa a partir del principio de causalidad, pues hay, además, otros procedimientos: la experiencia interna y la externa (v. la tesis).

 

De donde:

 

3.- "El que niegue la realidad de la causa" (absolutamente), niega el principio de causalidad. Pues éste enuncia la necesidad de la causa, y por tanto, la existencia de la misma de modo hi patético; es decir, en el caso en que se dé algún efecto.

 

4.- "El que niega el principio de causalidad, no por ello está negando la realidad de la causa": pues, en absoluto, puede ocurrir que alguien admita la existencia de "tal" o "cual" causa (p. e., uno mismo, considerado en cuanto agente; la actividad de los cuerpos) (con lo que está admitiendo la realidad de la causa), y sin embargo, niegue que "todo 'ente contingente' debe tener causa": pues ésta es, según dijimos, una proposición más universal.

 

No obstante, ambas negaciones la Historia de la filosofía nos las muestra íntimamente relacionadas, de forma que filósofos que niegan una de ellas, tampoco admiten la otra (especialmente, Hume y Kant).