CAPÍTULO V
 

 LAS CAUSAS

 

282.- En el capítulo precedente, hemos considerado las propiedades del "ente". Ahora bien, a las propiedades del "ente", podemos agregar la "causalidad"; pues ella viene a ser, en expresión de Suárez, "como una propiedad del "ente", en cuanto tal: no es posible encontrar ningún "ente" que no participe, de alguna manera, en la razón de causa".

 

Lo dicho vale, sobre todo, de la causalidad eficiente y de la final. Por su parte, la "causalidad eficiente", siendo, como es, una acción, y al ser todas las cosas otros tantos principios de operaciones (todas las cosas poseen su propia naturaleza, y la naturaleza no es otra cosa más que la esencia, en cuanto principio de operaciones), se encuentra, por el mismo hecho, en todas las cosas. De donde la afirmación de Santo Tomás: "Ninguna cosa puede ver se despojada de su propia operación"; "Cada una de las cosas se di ce que existe con miras a la propia operación".

 

En cuanto a la "causalidad final", al ser todo ente "bueno", por el mismo hecho puede ser apetecido como "fin", o puede constituirse en "causa final" para algún otro ente.

 

Por esta razón, Dios, que es el "ente" de mayor categoría, posee la más fuerte razón, tanto de causalidad eficiente como de causalidad final (= tiene la "omnipotencia", y es el fin universal de todas las cosas).

 

En cuanto a las causas "material" y "formal", es cierto que no poseen la misma extensión, toda vez que en el "Ente increado" no existen; sólo hallan su lugar dentro del ámbito del "ente creado". Sin embargo, en dicho ámbito tienen una gran extensión: en el "orden de las substancias", las encontramos en todas las cosas materiales (que constan de "materia prima" -"causa material"- y de "forma substancial" -"causa formal"-); referente al "orden de los accidentes", se encuentran en todas las cosas creadas, incluso en las inmateriales: en efecto, todo "ente" creado es perfectible, y esta perfectibilidad la ejercita mediante la recepción de los accidentes, de lo cual consta toda su estructura: "substancia" ("causa material") "accidente" ("causa formal").

 

Por tanto, hallándose la causalidad tan íntimamente liga da al ente, se ve conveniente considerarla en el tratado del "ente en sí mismo", antes de descender al estudio particular de las divisiones del "ente". De esta manera, al mismo tiempo la mente se torna apta para entender la relación vigente entre el "ente creado" y el "Ente increado" (que habremos de establecer en la parte siguiente), y que reside por completo en la múltiple dependencia causal - ("ejemplar", "eficiente" y "final").

 

283.- Organizaremos el tratado de la siguiente manera: 1º, estudiaremos la "noción y división de causa"; 2º, la "realidad de la causa eficiente"; 3º, el "principio de causalidad"; 4º, la "causa final"; 5º, el "principio de finalidad"; 6º, las "causas material y formal"; 7º, la "causa ejemplar".

 

Articulo I

Noción y división de "causa"

 

285.- Sentido e importancia de la cuestión. Son bien claros desde el momento en que el concepto de "causa" es uno de los conceptos fundamentales que abarcan toda la vida intelectual vulgar, científica, o filosófica, cuya negación, o aún mero en­sombrecimiento, no puede darse sin que, por el mismo hecho, se si­gan graves inconvenientes. Pero, a partir de Hume, sobre todo, prevaleció en la filosofía moderna un fuerte rechazo de la noción de "causa" (principalmente, debido a razones de orden cognoscitivo, motivadas por la teoría "sensista" del conocimiento); en el ámbito de las ciencias naturales, no pocos estiman que debe prescindirse de usar dicho principio, porque, por una identificación indebida del mismo con los principios de la Física clásica, ya superados, consideran que el concepto de "causa" se halla en abierta pugna con los principios vigentes hoy en el terreno científico (más que nada, con el "principio de indeterminación" de Heisenberg).

 

286.- Nociones. "Causa" es una especie de "principio"; ponlo cual, antes de entrar en la noción de "causa", hemos de proceder a declarar la de "principio".

 

"Principio": a) En sentido vulgar: "Aquello que es primero, y a partir de lo cual se tiene un comienzo, de cualquier manera que sea"; es decir, en cualquier acción o empresa (así, el "introito" es el principio de la Misa); en la sucesión del tiempo (así, decimos que la aurora es el principio del día); en el orden del lugar (el principio de un camino). En todos estos casos, no se da más que cierta prioridad de tiempo o de lugar ("una cosa antes, o por delante, de otra").

 

b) En sentido filosófico (o estricto): "Una cosa que posee un nexo con otra, o que ejerce un influjo en otra, en virtud de lo cual ésta segunda se dice que surge, o que procede ""per se" de la primera".

 

Lo que puede ocurrir de dos maneras: 1) Sin ningún influjo positivo: así, la privación de la forma suele decirse que es principio de la generación de los cuerpos. No tiene influjo positivo de ninguna clase: porque, de por sí, no es "nada", sino pura "negación"; sin embargo, se halla en una verdadera ordenación respecto del cuerpo que va a ser engendrado. La generación es, en efecto, el tránsito del "no-ser" al "ser", y por tanto, ""per se", supone la privación de una forma, y surge, o se hace, ""per se", un nuevo cuerpo a partir de ella, como de su término necesario.

 

2) Con influjo positivo, es decir, con verdadera comunicación del "ser", que va desde el "principio" a lo "principiado". A su vez, este influjo positivo puede ser de dos clases:

 

a) Que comunica un "ser" que "no es distinto realmente", y en consecuencia, que no tiene ninguna dependencia en el orden de lo "principiado" respecto de su "principio". Únicamente se da una "pura prioridad u orden de origen", en cuya virtud una cosa depende de otra, sin que de ella dependa: "mero principio". Así (aunque hayamos de entrar en el terreno de la Teología), en la Santísima Trinidad, el Padre es principio del Hijo, y el Padre y el Hijo lo son del Espíritu Santo. En otros términos: el Hijo procede del Padre, sin que de él dependa; por su parte, el Espíritu Santo procede, pero no depende, del Padre y del Hijo.

 

b) Que comunica un "ser" "distinto realmente", y en consecuencia, con dependencia de lo "principiado" respecto de su "principio". Se da, por tanto, además, una "prioridad de naturaleza" (= una cosa depende en el "ser" de la otra), y casi siempre también es "de tiempo". Así es como tenemos la "causa".

 

287.- Sto. Tomás da la siguiente definición de "principio": "Aquello a partir de lo cual una cosa procede, de cualquier manera que sea"; definición que se aplica a todo principio, con in flujo positivo o sin él, con dependencia o sin dependencia.

 

Aristóteles lo define de esta manera: "Aquello a partir de lo cual una cosa "es", "sé hace" o "es conocida". En las cuales palabras se expresan las tres clases de principios que existen; a saber:

 

"en el orden del ser" (así, los llamados principios intrínsecos: la causa material, la causa formal,...);

 

"en el orden del hacerse" (la causa eficiente y la causa final...);

 

"en el orden del conocimiento" (las proposiciones inmediatamente evidentes de las que proceden otras: el principio de contradicción, el de razón suficiente, el de causalidad...).

 

288.- La "causa" podemos definirla así: "Un principio que 'per se' comunica el 'ser' a otra cosa".

 

"Principio": porque de ella procede el efecto;

 

"per se", es decir, en sentido propio y verdadero, por contraposición a otras cosas que no influyen, por más que se requieran para que una causa pueda ejercer su influjo, o la acompañen, de alguna manera, como ocurre con la "condición" o con la "ocasión";

 

"que comunica": es decir, que proporciona el "ser" o la "existencia" a otra cosa; por cuyo influjo, existe otra cosa.

 

"a otra cosa"; es decir, a otra cosa distinta, con distinción "de supósito" y "de naturaleza". En otras palabras: ha de tratarse de un "supósito" distinto, que posea una "naturaleza" distinta; lo que, por lo demás, ocurre en todas las cosas fuera de Dios. La falta de esta condición, motiva que el Padre, en la Santísima Trinidad no sea "causa" del Hijo, sino únicamente "principio"; en efecto, aunque comunique verdaderamente el "ser" al Hijo que es una "Persona" distinta del Padre, sin embargo, el Hijo no posee  una "naturaleza" distinta de la del Padre, sino que ambos poseen exactamente "la misma", y por ello no es "otro" distinto del Padre, con la "aliedad" o distinción que se requiere en la definición de causa; es decir, con "aliedad de supósito y de naturaleza", que es lo que se da en todos los "supósitos" creados.

 

Por su parte, aquello a lo que la causa comunica el "ser" recibe el nombre de "efecto"; palabra que, aunque etimológicamente nos recuerda más bien el efecto de la causa "eficiente", sin embargo, designa aquello que procede, sin más, de cualquier causa.

 

289.- Corolario.- De aquí se sigue que entre "causa" y "efecto" existe "prioridad de naturaleza"; es decir, verdadera dependencia delefecto respecto de la causa: por el hecho de que la causa comunica al efecto, no su propia existencia (con que la causa existe), sino otra nueva, con la cual existe el efecto, decimos que éste depende, con toda verdad, de la causa. Por el contrario, volviendo al terreno teológico, en la Santísima Trinidad, el Padre comunica al Hijo su propia naturaleza y existencia, y en consecuencia, el Hijo posee exacta y numéricamente la misma naturaleza y perfección que el Padre, sin que de El dependa para nada. Y en esto reside, como ya hemos dicho, la diferencia fundamental entre "causa" y mero "principio".

 

290.- "Causalidad" es aquello por lo que "la causa se constituye formalmente como "causante" en acto". No es otra cosa más que el influjo que ejerce en el efecto, y que es distinto según los diferentes géneros de causas, como en seguida vamos a declarar.

 

291.- Afines a la noción de "causa" son las de "condición" y "ocasión".

 

Entendemos por "condición", aquello que no influye propia mente en el efecto, pero se requiere para que pueda influir la causa. Así, en la combustión, lo que quema verdaderamente es la fuerza o virtud combustiva que posee el fuego, pero se requiere la aplicación del combustible al fuego para que éste pueda quemar (desarrollar su fuerza combustiva). Del mismo modo, la causa para que la voluntad ame una cosa, es la bondad de esta cosa, pero se requiere el conocimiento previo por el que la cosa en cuestión es propuesta a la voluntad.

 

En el caso de que la condición no pueda ser suplida por ninguna otra, hablamos de "condición 'sine qua non'''.

 

Así pues, la "condición" se diferencia de la "causa" en que la causa "influye", mientras que la condición, no. Pero muchas veces resulta difícil distinguir si, en un caso determinado, una cosa es causa o mera condición. El criterio puede ser la proporción que exista, o que no, entre las propiedades de la cosa de la que se pregunta si es efecto de otra, y ésta última; pues si se da proporción en cuanto a la duración e intensidad entre la una y la otra, señal es de que ésta es causa de aquélla, pues del hecho de que toda la perfección del efecto tenga origen de la causa, concluimos lógicamente que aquél debe ser proporcionado a ésta. Si no lo fuera, se trataría de una simple condición.

 

Así, la perfección de un cuadro pictórico no guarda proporción con la luz por la cual es iluminado el artista, sino con la inspiración y destreza de éste último; por tanto, podemos decir que la inspiración y la destreza son causa de la perfección del cuadro, mientras que la luz no es más que una condición. Por el contrario, la intensidad de la visión está en proporción de la intensidad de la luz: luego, ésta es causa de aquélla. De igual modo, el conocimiento no es causa, sino únicamente condición del amor de la voluntad hacia el objeto, cuya verdadera causa es la bondad misma del objeto, pues, aunque el conocimiento tenga la mayor intensidad, si el objeto no es muy amable, la voluntad no tiende hacia él con vehemencia.

 

292.- "Ocasión" es "aquello en presencia de lo cual una causa se ve inducida a obrar". Así, las tinieblas son ocasión, no causa, el robo, cuya causa verdadera es la intención torcida que el ladrón tiene de apoderarse de lo que no le pertenece. Y las blasfemias de los impíos ofrecen a los varones virtuosos ocasión de realizar actos de amor de Dios.

 

Se diferencia de la "condición" en que la ocasión "no se requiere", en realidad, para que la causa obre, sino que invita a obrar a la causa dotada del conocimiento apropiado; su diferencia de la "causa" consiste en que la ocasión, de por sí, "no influye", al menos de un modo inmediato y suficiente, en el efecto, sino que sólo invita a la causa, ofreciéndole una oportunidad de obrar, si bien, desde luego, no puede negarse que ejerce algún tipo de causalidad moral, debido a esta invitación o inducción.

 

293.- División general de la causa. Puesto que "causa" es el principio que, "per se", comunica el "ser" a otra cosa, la causa queda especificada en razón del "influjo", y por tanto, se han de dar tantos géneros de causas cuantos son los géneros o los modos del influjo. Así:

 

a) una cosa puede influir mediante la "acción": y tenemos la "causa eficiente";

 

b) una cosa puede influir mediante el "amor de ella misma": y tenemos la "causa final";

 

c) una cosa puede influir mediante la "comunicación de sí misma, como parte determinable": y tenemos la "causa material";

 

d) una cosa puede influir mediante la "comunicación de sí misma, como parte determinante": y tenemos la "causa formal".

 

Articulo II
La realidad de la causa eficiente

 

TESIS 8.- El concepto de causa eficiente es objetivamente real.

 

295.- Nexo y estado de la cuestión. Declarada ya la noción de causa eficiente, damos un paso ulterior para mostrar su "valor objetivo"', o lo que es lo mismo, su "realidad". Para lo cual, basta probar que, por lo menos, hay una cosa que es causa eficiente; con lo cual, queda probado que tal concepto no es pura ficción de nuestra mente, sino que se verifica en la realidad. Así, logramos el objetivo de la "Metafísica general", en éstos y en otros tratados semejantes (v. los tratados de la "substancia", del "accidente"), que es justificar los conceptos fundamentales, con lo cual ya tenemos libre acceso a otras partes de la Filosofía (Cosmología, Psicología...), de suerte que, llegada la ocasión, puedan estar en condiciones de demostrar que tal cosa o tal otra son verdaderas causas eficientes.

 

He aquí, pues, lo que preguntamos en la tesis: “si a parte rei" se da, en efecto, alguna realidad que comunique, o determine con su acción, la existencia de otra cosa. Prescindimos, por tanto, de la naturaleza o de las propiedades de "tal" causa, eficiente, si es increada o creada (v. el escolio); si es material o inmaterial.

 

De esto únicamente nos preocupamos en la tesis; pero no de si, "toda causa ha de producir necesariamente su propio efecto", ni tampoco de si "todas las cosas contingentes han de tener causa"; todas estas son cuestiones que nada tienen que ver con la que ahora nos preocupa sobre la realidad de la causa eficiente, y que, sin embargo, no pocas veces se confunden, sobre todo en la filoso-fía moderna (v. el escolio 2).

 

296.- Nociones. "Causa eficiente" es "aquel principio 'per se' extrínseco, del cual primordialmente procede la acción o efección de una cosa"; o bien: aquel principio 'per se' extrínseco, que con su influjo positivo y físico, determina la existencia de otra cosa".

 

"Principio 'per se": no meramente causa "per áccidens" que no influya propiamente en el efecto;

 

"extrínseco": distinto del efecto, con distinción real y adecuada; en lo cual se diferencia de las causas "material" y "formal", que son principios "intrínsecos", y se distinguen del efecto sólo de manera inadecuada;

 

"del cual primordialmente procede la acción o efección de una cosa": es decir, en el orden de la ejecución; pues en el orden de la intención, la acción procede primordialmente de la causa "final": ella es, en efecto, la que mueve la causa eficiente a que obre.

 

297.- La causalidad de la causa eficiente es una ""acción"; por ella, en efecto, se constituye actualmente en "eficiente", capaz de dar el "ser" al efecto, dependiendo, por tanto, éste de aquélla.

 

298.- Divisiones de la causa eficiente.

 

1.- "Causa primera" y "segunda". La primera es aquella que no depende de ninguna otra, y de la que todas las demás dependen; es decir, Dios. La segunda es la que depende de la primera en cuanto a su existencia, virtud causativa, operación: así son todas las causas creadas.

 

2.-"Causa universal" y "particular". Universal es aquella cuya eficacia se extiende absolutamente a todos los efectos (así, Dios). Particular, es aquella cuya eficacia se extiende tan sólo a algunos efectos, o a los efectos de un orden determinado: así son todas las causas creadas.

 

3.- "Causa adecuada" (o "total") e "inadecuada" (o "parcial"). Adecuada, es la que por sí sola puede producir el efecto. Inadecuada, es la que tiene necesidad de la asociación de otra causa para que pueda llevar a cabo su efecto. (El caballo que tira del coche junto con otro caballo).

 

4.- "Causa unívoca" y "análoga". Unívoca, es la que produce el efecto de la misma especie a que ella pertenece: el padre respecto de su hijo. Análoga, que produce un efecto de especie distinta a la de la causa: tal es la causa primera respecto de todos los entes creados.

 

5.- "Causa necesaria" y "libre". Necesaria, es aquella que, una vez puesto todo cuanto se requiere para la acción, no puede no obrar: así, todas las causas naturales, con excepción de la voluntad del hombre. Libre, es la que, una vez puesto todo cuanto se requiere para que la acción se dé, puede obrar o no obrar, o incluso obrar de otra manera.

 

6.- "Causa próxima" ("inmediata") y "remota" ("mediata"). Próxima es la que influye de tal manera que no hay ninguna otra que esté más cercana al efecto. Remota o mediata, es la que influye en otra causa, de la que el efecto depende inmediatamente (el abuelo respecto del nieto).

 

7.- "Causa en acto primero" y "en acto segundo. Causa en acto primero: es la causa que puede causar, pero todavía no causa. Y puede ser: "en acto primero próximo": si se dan todos los requisitos para obrar; y "en acto primero remoto": si dichos requisitos no se dan (un hombre que tiene los pies atados, no puede correr, aunque tenga la intención de hacerlo). Causa en acto segundo: es la causa que realmente causa "en acto".

 

8.- "Causa per se" y'"causa per áccidens". De dos maneras puede concebirse esta división: 1)" Per se": que influye verdadera mente mediante su propia entidad:' el médico que cura la enfermedad. "Per áccidens": que no influye "per se", sino que se halla ligado a aquel o aquello que influye: un músico que construye una casa, o un médico que canta.

2) "Per se": que produce el efecto que realmente tenía la intención de producir. "Per áccidens": que produce un efecto que no se tenía la intención de producir (el que, cavando la tierra, encuentra un tesoro; el que, queriendo cazar un oso, en su lugar mata a un hombre). La misma causa en cuestión actúa con una intención determinada de lograr un efecto (labrar un campo, cazar un oso), y respecto de estos efectos es, ciertamente, "causa per se"; pero se torna "causa per áccidens" respecto del otro efecto que no se intentaba, y es el que, de hecho, se logra.

 

9.- "Causa física" y "moral". Física es aquella que, con su propia virtud, produce el efecto, como el homicida que mata a un hombre. Moral, que no produce el efecto mediante su propia virtud, sino que induce a otra causa, para que ésta lo produzca: así, el que persuade, el que manda o el que amenaza a otro para que mate, es causa moral del subsiguiente homicidio, ya que influye (de forma mediata) en el hecho de matar. Su causalidad, por tanto, no consiste en una acción física, sino que es de orden moral; es decir, proponiendo a la voluntad ajena determinados motivos (premios, castigos, ventajas…,) para producir el efecto. También la causa final mueve en el plano moral; pero mueve o influye de tal suerte que ella misma se obtenga, o "sea" (mueve, para que "sea"), mientras que la causa moral mueve para que se consiga otra cosa completamente distinta de ella misma (mueve, porque "es").

 

La causa moral se toma también algunas veces como causa capaz de moralidad; es decir, como "causa 'libre", que, considerada aisladamente, puede tener buenas o malas costumbres.

 

10.- "Causa principal" e "instrumental". En varios sentí dos puede tomarse esta división:

 

1) En sentido amplio: a) Causa instrumental se dice de cualquier causa que depende de otra; por tanto, toda causa creada: Luego, causa principal es la que no depende de ninguna: Dios; b) en otro sentido, se denomina también causa instrumental cualquier principio del obrar de que se sirve el "supósito". Por tanto, en este sentido, la causa principal será el "supósito" mismo.

 

2) En sentido estricto: Causa principal: es la que produce un efecto igual a ella misma, o inferior en perfección, de tal forma que no necesite una ayuda especial de un agente superior. P. e., el que escribe, el que hace una mesa.

 

"Una ayuda especial": no se trata, pues, del "concurso general" que necesitan todas las causas segundas para obrar, aunque sean completas en su orden de causas naturales y creadas, en razón de la dependencia por la que se hallan sometidas al dominio de Dios, tanto en el ser como en el obrar. Semejante concurso no - se opone, en absoluto., a que la causa segunda pueda ser principal (no "primera`", por supuesto).

 

"De un agente superior": puede, por tanto, necesitarla colaboración de un agente igual o inferior, sin dejar de ser causa principal. Así, el caballo que tira del coche junto con otro caballo, es causa principal (aunque parcial e inadecuada: podemos entonces hablar, con toda propiedad, de causa "ecuo-principal"); igualmente, el pintor que se sirve del pincel, es también causa princi­pal.

 

"Causa instrumental": entendemos por tal la que es eleva da a producir un efecto más noble que ella misma; es decir, más allá de la medida de su propia perfección. Así, el bolígrafo o la plume en la acción de escribir, la sierra para cortar, las fuerzas físicoquímicas en la vida...

 

"Más allá de la medida de la propia perfección": "por que sería también causa instrumental aquella que fuera ayudada por un agente superior con. un concurso especial para la producción de un efecto que, aunque fuese inferior en la perfección entitativa, sin embargo, iría más allá de la actividad natural y; de la potencia de dicha causa, como si un ángel o un hombre fueran tomados (por Dios) para producir (o crear) una mosca; pues tanto el ángel como el hombre; a pesar de, ser mucho más perfectos que la mosca, poseen tan sólo "potencia obediencial" para producir la mosca", (Urráburu, Comp, n 455)•

 

El instrumento puede ser: a) "de arte” p.e., una pluma, una sierra, un pincel...; b) "de naturaleza", p e., los accidentes, para producir la substancia, las fuerzas físico-químicas en la vida, el fantasma en la producción de la especie inteligible impresa; c) "conjunto", es decir: unido substancialmente, como la  mano, la naturaleza; d) "separado", es decir, no unido substancial mente: todos los instrumentos del arte. (De, esto se trata con mayor amplitud en el escolio 2)

 

299. Opiniones.- a) En la Filosofía griega: Los Presocráticos, en todas sus especulaciones de orden cosmológico, toman más bien en consideración la "causa material", a cuyo orden pertenece la materia primigenia de que todas las cosas constan, aunque no parecen excluir del todo la consideración de la causa eficiente: el término griego “arjé” de que se sirven, parece sugerir ora la causa material, ora la causa eficiente. El Primero en apelar explícitamente a la causa eficiente, es Anáxagoras, cuando habla del "nus" (" la mente"), que domina todas las cosas.

 

Platón ensalza, bien a las claras, la eficiencia del "Demiurgo" que produce (crea) y ordena las cosas. Aristóteles enumera cuatro causas, y entre ellas, la eficiente "de donde procede el principio del movimiento", y atribuye a la naturaleza una verdadera eficiencia.

 

b) La Filosofía escolástica, sobre todo, las obras de Santo Tomás, llevó a su complemento y perfección la doctrina aristotélica sobre la causalidad eficiente, destacando la importancia que la misma tiene en su grado mas alto, que es creación.

 

300.- c) En la Filosofía moderna:

 

La causalidad eficiente (y también la final) viene a ser negada por los Empiristas, entre los cuales sobresale Hume, cuya impugnación del concepto de "causa" y del "principio de causalidad" es considerada por Kant como uno de los acontecimientos más transcendentales de la Historia de la Filosofía.

 

Hume, en verdad, no distingue con suficiente claridad las cuestiones acerca de la "realidad de 'la causa", del "principio de causalidad" y del "principio de determinación causal" (v. el escolio 3), sino que trata de las tres cuestiones, entremezclándolas unas, con otras.

 

Según el, la realidad de un ente que tenga influjo o poder para producir algo, no nos consta, porque: no poseemos "ninguna idea clara de semejante influjo", sino tan sólo una idea completamente vaga e indeterminada; y la "realidad de semejante ente" no se prueba ni por el "principio de causalidad", que, por su par te, ninguna consistencia posee; ni por la "experiencia", ya que ninguna impresión recibida por la experiencia, es capaz de manifestarnos el referido "influjo" o "nexo" causal, sino sólo una "sucesión".

 

De aquí que, en, lugar del concepto tradicional de causa, establece este otro: "Un objeto que precede y es contiguo a otro, y unido de tal manera a el en la imaginación, que la idea del uno determine la mente a formar la idea del otro, y la impresión de uno la determina igualmente para formar una idea más viva del otro". Comprende los siguientes elementos: a) contigüidad; b) prioridad temporal de la causa en relación con el efecto; c) conexión, que además es necesaria, entre ambos elementos.

 

Ahora bien, esta conexión no hay que concebirla como algo que pertenece al objeto mismo, pues no existe ningún objeto que implique, por necesidad, la existencia de otro, sino que surge "de la mente" o "del alma", la 'cual, por la memoria que posee de la constante concurrencia, o presencia simultánea, de un objeto con otro, (p. e. el fuego y el calor), por la presencia de uno se determina a pensar sobre el otro.

 

En una palabra; de "causa" y "efecto" no tenemos más concepto que el de "dos objetos que siempre hallamos inseparablemente unidos", pero sin que podamos penetrar en la razón de una tal conexión.

 

301.- Parecida es la doctrina desarrollada por Stuart Mill para el cual la causa es: "un determinado antecedente, tras el cual otro elemento sobreviene, en forma constante:

 

Con, el nombre de "antecedente" entiende él conjunto de todas las condiciones, puestas las cuales, ninguna otra cosa se requiere para que el efecto se consiga. Entre todas ellas, la que está más próxima al efecto, solemos darle el nombre de "causa", pero su naturaleza no es distinta de la naturaleza de las demás condiciones, en las cuales ciertamente no se da ningún influjo en el efecto.

 

302.- Kant, por su parte, niega también la realidad de la causa, al menos en el mundo corpóreo. Pues parece admitir un doble concepto de causa, según que se trate del mundo corpóreo o de los "entes" racionales (el alma humana).

 

a) En los entes racionales, parece concebir la causa como "facultad de autodeterminarse", y por tanto, de obrar libremente. Hay que tener en cuenta; no obstante, que Kant no admite tal libertad como una cosa cuya existencia se pueda entender de modo inmediato, o se pueda demostrar por la razón pura dé cualquier otra manera, sino como un "postulado" de la razón práctica, es decir, como algo cuya existencia debe admitirse como condición para la posibilidad del orden moral.

 

b) En el mundo corpóreo, este concepto de causa tiene: "algo de tal naturaleza que, una vez puesto, necesariamente debe ponerse: otra cosa". Por tanto, en este concepto de "causa", deben contenerse los siguientes elementos, según Kant: a) conexión; b) necesidad; c) conformidad con la regla(- universalmente y siempre).

 

De donde se sigue que el concepto de causa, según Kant, igual que según Hume, en el mundo corpóreo no contiene "influjo" alguno de ningún ente sobre otro, sino sólo una "conexión" necesaria y de conformidad con la regla.

 

El origen de tal concepto de causa: a) "no está en las cosas": pues éstas son para nosotros radicalmente incognoscibles; b) "no está en la experiencia": porque tal concepto contiene necesidad y universalidad, mientras que la experiencia ya sea sola, ya sea con algún efecto producido por la repetición de la misma (el "comportamiento" y la "asociación" de Hume) no contiene necesidad ni universalidad; c) "sino que está en la mente", que posee en sí misma una "forma pura" ("a priori"), que no depende para nada de la experiencia, en la que reluce la referida conexión nece­aria y universal, y que recibe el nombre de "categoría de causa".

 

Así pues, en fin de cuentas, para Kant, la causalidad "no es algo objetivo", sino "puramente subjetivo", no sólo en el sentido de que "en las cosas no se da ningún influjo" (negación de la causalidad, en el sentido escolástico y en el que normalmente lo entienden los hombres), sino también en el sentido de que "la misma y mera sucesión, necesaria y según la regla" (la causalidad, en sentido kantiano, que viene a substituir a la causalidad, en sentido escolástico), "no procede del objeto, sino de la 'forma subjetiva a priori' (categoría de causa)".

 

303.- La "Filosofía de la vida" (Bergson y Le Roy), con su afirmación de que la realidad es "puro devenir", que fluye sin cesar, rechaza como superflua cualquier investigación acerca de la causa de dicha realidad. "Al ser las cosas puro movimiento, no tenemos por qué preocuparnos por saber de dónde lo reciben" (Le Roy). La distinción entre "móvil" y "movimiento", entre "causa" y "efecto", no es sino una división artificial, impuesta por el entendimiento con vistas a sus fines prácticos de beneficiarse de las cosas.

 

304.- El "Positivismo", ya a partir de Comte, sostiene que la investigación acerca de las causas, en las ciencias, es una cuestión totalmente carente de sentido, toda vez que el cometido de las ciencias es reducir los fenómenos a leyes naturales invariables, despreocupándose de las causas, que nos son por completo inaccesibles.

 

305.- No pocos científicos modernos profesan cierto positivismo, no en una forma que "niegue" la existencia de las causas, sino en una forma más bien "precisiva", en cuanto que todo su esfuerzo se encamina al hallazgo de fórmulas matemáticas capaces de expresar las relaciones que están vigentes entre los fenómenos, sin preocuparse para nada de causas ni de efectos. Por tanto, en lugar del concepto de causa, introducen el de "función".

 

306.- Prueba de la tesis. 1) (A partir del principio de causalidad).- Si se dan cosas que comienzan a existir, se dan también causas eficientes. Es así que se dan cosas que comienzan a existir. Luego, se dan causas eficientes.

 

La Mayor: no es más que el mismo "principio de causalidad", enunciado mediante esta proposición condicional.

 

La Menor: se pone de manifiesto en multitud de acontecimientos de la vida diaria; muchos hombres, animales y plantas comienzan a existir.

 

307.- 2) (A partir de la experiencia interna). Según el testimonio de nuestra propia conciencia, ejercitamos una múltiple actividad. Es así que esta actividad contiene el influjo de la causa eficiente. Luego, se da la causa eficiente.

 

La Mayor: tenemos la siguiente experiencia: amamos algún objeto, p. e., Dios; queremos pensar sobre alguna cosa, y en virtud de tal volición, aplicamos la mente a la cosa en cuestión; queremos escribir algo, e impulsados por la volición correspondiente, movemos la mano para escribir; queremos considerar e intentar comprender un problema, y entonces aportamos ideas, formamos juicios, raciocinios...

 

En todos estos casos, experimentamos tanto el "hecho" (es decir, que en nosotros se dan la volición, el pensamiento, el juicio, los raciocinios...), como el "modo", es decir, que están en nosotros las indicadas realidades, no de cualquier manera (como si meramente sucedieran dentro de nosotros, ante nuestra pura pasividad), sino como algo que "es producido por nosotros", y en consecuencia, los experimentamos a nosotros mismos, no como meros espectadores, sino como verdaderos actos (De Vries, "Crítica", n. 40).

 

Lo cual se pone especialmente de manifiesto cuando se trata de superar una dificultad, de tomar, por parte de la voluntad, una decisión sobre un asunto difícil, o de aceptar una cosa ignata o, por el contrario, de rechazar una que es agradable; en­tonces, vemos cómo experimentamos un vehemente "conato" de la voluntad. Otro tanto nos ocurre cuando es cuestión de mantener la atención, en contra de las distracciones que nos asaltan en el estudio o en la oración. Igualmente, en el estudio de un problema difícil, experimentamos el "conato" o "pugna" del entendimiento para entenderlo y resolverlo.

 

La Menor: porque por medio de dicha actividad, la voluntad y el entendimiento influyen verdaderamente con su propia acción, en la existencia de las demás cosas, como son los actos de querer, pensar, entender y escribir.

 

308.- 3) (A partir de la experiencia externa). Comprobamos que los demás hombres, e incluso los otros vivientes (bestias) dan las mismas señales que nosotros damos cuando nos notamos activos. Es así que entonces, por razones de analogía, concluimos razonablemente que ellos, en tales circunstancias, ejercitan una causalidad eficiente. Luego, los demás hombres, e incluso los otros vivientes, ejercitan la causalidad eficiente.

 

La Mayor: vemos, en efecto, que mueven los miembros de su cuerpo, que mueven otros cuerpos, que arrastran o levantan pesos, dando señales de gran esfuerzo.

 

La Menor: pues es lógico que idénticos signos externos respondan a una misma cosa significada; de otro modo, no tiene explicación una correspondencia tan perfecta de los signos sensibles.

 

309.- Objeciones.- 1.- El concepto de causa contiene un nexo. Es así que la experiencia no nos muestra este nexo, sino una pura sucesión de hechos. Luego.

 

Distingo la Menor: la experiencia interna, o la conciencia, no nos muestra este nexo, Niego; la experiencia externa, Subdistingo: no muestra este nexo, formalmente (es decir, en cuanto nexo), Concedo; no lo muestra materialmente (es decir, ofreciendo a la razón aquello a partir de lo cual ella puede entenderlo o deducirlo), Niego. El sentido ofrece a la mente el hecho con sus circunstancias reales de comienzo, de abandono, proximidad en el lugar, de semejanza con alguna cosa: de todo lo cual la mente puede colegir un nexo causal.

 

2.- Para poder conocer la causalidad mediante la experiencia interna, deberíamos percibir el influjo de la voluntad en el movimiento de los miembros, así como en los actos de las otras facultades. Es así que no percibimos este influjo. Luego.

 

Distingo la Mayor: deberíamos percibir dicho influjo, de modo adecuado, es decir, en todo su proceso y en cuanto a cada una de sus partes y momentos, Niego; de modo, al menos, inadecuado; es decir: "el hecho mismo" que, de la volición de la voluntad, surjan los movimientos y actos citados, Concedo. Contradistingo la Menor.

 

Hay que distinguir con todo cuidado entre el "hecho" y la "explicación" científica del mismo. Estamos bien acostumbrados a notar que movemos los miembros de nuestro cuerpo y que pensamos debido al influjo ejercido por la voluntad, aunque tal vez no experimentemos ni seamos capaces de explicar la totalidad del proceso por el que tal imperio de la voluntad llega hasta el final.

 

3.- La causa real sería un "número". Es así que el "número" es incognoscible. Luego.

 

Niego la Menor, que se funda, en su totalidad, en el sistema de Kant. Pueden verse más objeciones en la tesis del "principio de causalidad".

 

310.- Escolio 1.- El "ocasionalismo".

 

En la tesis, hemos pretendido probar la "realidad de la causa eficiente", cualquiera que sea (creada o increada). Ahora bien, en lo que se refiere a la causalidad eficiente o a la actividad de las "criaturas", ha habido filósofos que la han negado, si bien en grados distintos. La doctrina de todos ellos se conoce con el nombre genérico de "Ocasionalismo", ya que, por lo común, sostienen que sólo Dios es la causa productora de todas las cosas, mientras que las criaturas no son causas verdaderas, sino meras "ocasiones", a cuya presencia o disposición, Dios obra todas las cosas.

 

Tres son las formas en que se presenta este sistema, según la mayor o menor amplitud en que se niega la actividad a las criaturas. Así, a) unos niegan la actividad de todas las criaturas; b) otros, la niegan a las cosas materiales,(Avicebrón, Avicena); c) otros únicamente la niegan a los seres inanimados.

 

En la "Filosofía Moderna", el "Ocasionalismo" fue renovado por los cartesianos De Geulincx (1624-1669) y Malebranche (1638--1715), habiéndoles precedido Clauberg (1622-1665) y Cordemoy (1620--1684), también cartesianos. A todos ellos les preparó el camino el mismo Descartes, con su definición de "substancia" ("la cosa que existe de tal manera, que no necesita de ninguna otra para existir"): de donde ya parece seguirse que, al ser Dios solo "substancia", es el único ente que puede ser causa, o que se basta a sí mismo para obrar; pero, sobre todo, con su mecanicismo, mediante el cual defiende que hada ocurre en el mundo que no sea el movimiento local, impreso por Dios en los cuerpos desde el principio; y también con el dualismo extremo que establece entre el alma y el cuerpo, en virtud del cual suprime todo género de interacción o de mutua influencia entre los mismos.

 

De Geulincx no niega toda la actividad de las cosas crea das, sino únicamente el influjo del alma en el cuerpo, y en los de más cuerpos.

 

Malebranche, por su parte, suprime toda actividad. Según él, sólo Dios es causa de todas las cosas que se hacen, y las cosas creadas no obran nada, sino que Dios obra únicamente en presencia de ellas. Así, Dios es el que piensa en nosotros, no nosotros; Dios es el que, en presencia de nuestro/entendimiento y de sus disposiciones, produce el pensamiento.

 

Las razones por las cuales construye toda esta teoría, se reducen a lo siguiente: porque producir el "ser" es algo divino, y en consecuencia, propio y exclusivo de Dios; atribuir la causalidad eficiente a las criaturas es nada menos que atribuirles la divinidad.

 

Crítica de esta teoría: 1) En el primer argumento que hemos expuesto de la tesis, ya hemos considerado la evidencia del hecho de que las criaturas verdaderamente actúen, y hemos probado que "nosotros mismos", y 'los entes creados' somos capaces de actuar en algún sentido.

 

2) No pocos absurdos según la expresión de Santo Tomás se siguen de esta teoría. Pues, si fuese verdadera:

 

a) Las ciencias carecerían por completo de valor. Pues en todas ellas, el modo de proceder para el conocimiento de las cosas, es de los efectos a la causa; se supone, por tanto, que una cosa actúa, y de la naturaleza de los efectos se puede deducir la naturaleza de la cosa que es causa de los mismos.

 

b) Todo el orden moral se desplomaría, al fundarse en el hecho de que los hombres seamos causa de nuestros propios actos; pues, si suprimimos esta hipótesis, desaparece la libertad, la imputabilidad, el mérito, la sanción,...

 

c) No habría diferencia intrínseca entre los cuerpos vivientes y los no-vivientes. Pues, si Dios decidiera producir actos vitales en presencia, p. e., de una piedra, del mismo modo que ahora los produce en presencia del hombre, la piedra, sin más, viviría.

 

d) De modo parecido, ninguna diferencia intrínseca habría entre el hombre y la bestia; puesto que tanto el uno como la otra carecerían de razón, al no ser el hombre quien razonase, sino sólo Dios en él.

 

e) Faltaría la razón suficiente para la estructura tan complicada que poseen los organismos, así como para las cualidades tan diversas de que se hallan adornados; pues los cuerpos mismos, en definitiva, nada deben obrar, sino que es Dios el que obra todo en todas las cosas.

 

3) Por último, las razones que aducen, no son nada convincentes. Pues: una actividad cualquiera no supone la divinidad, sino sólo una actividad que posea "una absoluta independencia" respecto de cualquier otro ente (= propia y exclusiva de la causa primera), "universal" y "total". La criatura dotada de actividad tiene una múltiple limitación y dependencia de Dios: "en cuanto al ser'", en cuanto a la "misma virtualidad" de obrar en cuanto al "acto"'(pues necesita del concurso de Dios): no proporciona el "ser" "simplíciter" (al menos, como causa principal), sino sólo "tal" "ser". Por otra parte, la causalidad de las criaturas, lejos de lesionar el verdadero dominio de Dios, pone, más bien, de manifiesto su bondad, puesto que ha tenido a bien comunicar algo de su perfección a las cosas creadas. "Por tanto, si alguien pretendiese arrebatar a las criaturas las acciones que les son propias, estará atentando contra la bondad divina" (Sto. Tomás, 2 CG, c.69).

 

311.- Escolio 2.- Naturaleza de la causa instrumental.

 

La razón de causa instrumental incluye un doble elemento:

 

1) "Desproporción con el efecto" (tiene, desde luego, una acción y un efecto que le son propios; p.e., la sierra, cortar; el pincel, dejar una determinada huella en el papel o en la madera; pero tal acción es desproporcionada para la producción de un efecto más noble, como es, p. e., pintar un cuadro...).

 

2) (Por consiguiente), "ha de recibir una elevación de parte de la causa principal", por la que obra en virtud de la causa principal, y así es como produce un efecto que es superior a ella misma.

 

Pero la cuestión es precisamente qué es, en concreto, o qué supone dicha "elevación de parte de la causa principal". Dos son las opiniones principales al respecto:

 

a) Dicha elevación consiste en una "moción" o "virtualidad" transitoria, que se imprime en la causa instrumental por obra de la causa principal. Pues la causa instrumental esencialmente es insuficiente para producir el efecto en cuestión, y por tanto, debe recibir en sí misma algo con que se supla tal insuficiencia, de lo contrario, ningún cambio esencial recibiría, viniendo a quedar tan impotente como estaba ("Tomistas").

 

b) La elevación no consiste en ninguna "moción" o "virtualidad" impresa por la causa principal, sino en la "cooperación de la causa principal con la instrumental". La acción de ésta última es a todas luces insuficiente intrínsecamente para la producción del efecto, pero tal insuficiencia puede desaparecer mediante la unión con la causa principal, surgiendo así, por ambas partes, una única acción que llega hasta el efecto.

 

Acerca de lo cual, hay que notar lo siguiente: Es verdad que en un instrumento artístico se da la moción de la causa instrumental por parte de la principal; así, la pluma escribe movida por el que la maneja; pero la cuestión radica en saber si esto es propio de todos los demás instrumentos, sobre todo, de los instrumentos de la "naturaleza", cuyas características y modo de obrar nos resultan algo bastante oscuro; pero esta cuestión, al no poderse resolver por una consideración general de la noción de instrumento, en cuanto tal, ha de resolverse en sus propios lugares con criterios igualmente propios.

 

312.- Escolio 3.- En toda la cuestión sobre la "causalidad eficiente", hemos de distinguir, con la mayor atención, las tres siguientes proposiciones, que guardan, si, alguna conexión entre ellas mismas, pero que no son idénticas, y de cuya confusión pueden derivarse malentendidos:

 

1.- Existe un "ente" que produce otro: (una) causa → efecto. (Tesis 8, sobre la "realidad de la causa eficiente).

 

2.- Toda causa necesariamente produce su efecto: causa → efecto. (El nexo de la causa al efecto es necesario). (Tesis científica y cosmológica, que tiene su aplicación respecto de las causas "naturales"): el "principio de determinación".

 

3.- Todo efecto tiene causa: efecto → causa. (El efecto tiene un nexo necesario con la causa). (Tesis 9, el "principio de causalidad").

 

No pocos filósofos modernos (sobre todo, Hume y Kant) y también científicos no distinguen lo suficiente estas tres proposiciones, y de aquí procede el que nieguen la realidad de la causa, o el principio de causalidad.