La dictadura de la utilidad
Elogio de lo inútil
UNO
de los rasgos de la Modernidad decadente es la dictadura de la utilidad,
entendida ésta además en el sentido de lo útil o beneficioso para lo
material, con exclusión de toda consideración del espíritu.
IGNACIO SÁNCHEZ CÁMARA
La
dictadura de la utilidad
UNO de los rasgos de la Modernidad decadente es la dictadura de la utilidad,
entendida ésta además en el sentido de lo útil o beneficioso para lo
material, con exclusión de toda consideración del espíritu. Se diría que
la utilidad es la única fuente y medida del valor, cuando es sólo un tipo y
de los menos elevados. Ante esta apoteosis usurpadora e igualitaria de la
utilidad materialista, sólo cabe esgrimir la defensa aristocrática y
legítima de lo inútil. «¿Para qué sirve la filosofia?» -nos preguntan a
veces-. «Para nada», sentimos ganas de responder. Y precisamente en eso, en
su falta de utilidad, reside su valor. La verdadera filosofía tiene la misma
utilidad que, por ejemplo, una cantata de Bach, un lirio de Van Gogh o un
atardecer: ninguna. Ser útil consiste en ser medio o instrumento al servicio
de otra cosa, que es lo importante. Lo útil no vive sino bajo estricta
subordinación y dependencia. No puede ser autónomo. Su sentido lo recibe de
otra cosa, a laque necesita para justificarse. Sólo lo inútil es fin en sí
mismo. Y sólo lo que es un fin en sí mismo es digno y grande. Schopenhauer
lo escribió con terminante claridad: «La obra genial puede ser música,
filosofía, pintura o poesía, nunca algo que tenga utilidad o beneficio. Ser
inútil y poco beneficioso es una de las características de las obras
geniales; es la garantía de su nobleza. Todas las demás obras humanas
existen sólo por el mantenimiento o el alivio de nuestra existencia; sólo
las que discutimos aquí no lo hacen; sólo existen por si mismas, y han de
considerarse en este sentido la flor o el beneficio neto de la existencia».
Todo lo que vale la pena
encuentra en si mismo su razón de ser. Es, por ello, libre, vive exento de la
servidumbre de la utilidad. ¿Tendría sentido preguntar para qué sirve Dios?
Planta que crece en las cumbres solitarias
En realidad, la cultura genuina es inútil, en este sentido burgués,
materialista y moderno de la utilidad. Así, estas páginas culturales de los
periódicos habrían de ser oasis de inutilidad, fieles crónicas de lo
inútil, es decir, de todo aquello por lo que la vida merece ser vivida. Pero
una vez refutada la noción vigente de la utilidad, estamos en condiciones de
reconocer la existencia de otro tipo de «utilidad» de naturaleza espiritual.
Estas cosas inútiles, como la filosofía, la música y la poesía, son, en su
genial inutilidad, las que mejor contribuyen a la tarea de la educación del
hombre, es decir, a su experiencia de la grandeza. « ¿Para qué sirve la
filosofia?» -nos preguntan a veces-. «Para nada, -contestamos-. La
filosofía no es sierva; es señora». Pero tampoco conviene confundir la
filosofía con todo lo que se enseña en las universidades y de lo que se
habla en los congresos. La filosofía es planta rara que sólo crece en
algunas cumbres solitarias, inaccesibles para las muchedumbres. Y es que
necesariamente han de ser pocos los espíritus volcados a este devoto e
inactual culto de lo inútil.