1. CLARETIANOS
Hay que dar vueltas a la frase de la carta a los efesios: "Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles". ¿Qué sería de la iglesia sin tradición? Es cierto que la iglesia está naciendo cada día, en la medida en que el Espíritu suscita la fe en Jesús y vincula a los creyentes. Pero es la iglesia que surge con los apóstoles. Hay una continuidad histórica que se convierte en garantía de autenticidad. Creyentes de la talla del cardenal Newman nos han ayudado a profundizar en este aspecto de la fe.
Es fácil sucumbir a
la tentación de que todo -y también la fe- nace con cada uno de nosotros. Es la
tentación del adolescente, que siente que inaugura la vida. Cuando uno vive la
fe como un eterno adolescente le sobran los apóstoles, los mártires y todo lo
que no sea su yo cerrado.
Digo esto porque hoy celebramos la fiesta de
San Simón y San Judas, dos apóstoles de
segunda fila y, quizá por eso mismo, con un gran tirón popular, sobre todo en
algunas regiones del mundo.
Un apóstol es alguien escogido por Jesús para ser enviado. El relato del capítulo 6 de Lucas acentúa estos aspectos. Un apóstol, por tanto, no es un iluminado que se arroga experiencias religiosas y que quiere convencer a los demás para que las hagan suyas. Podríamos decir que un apóstol es el eslabón de una cadena. "Viene de" (elegido) y "va hacia" (enviado). Es alguien que no se convierte en centro sino que remite siempre al origen (Jesús) y al final (Jesús).
Uno de los grandes problemas que hoy vivimos es la ruptura de la "cadena de la fe". Los sociólogos de la religión nos hablan de la quiebra de las instancias "transmisoras" (la familia, la parroquia, etc.). Podemos provocar experiencias espirituales intensas, pero si no están conectadas con la gran cadena apostólica, por frescas que parezcan, acabarán muriendo. Me parece que esta es, por desgracia, la suerte de muchos jóvenes que viven con interés la aventura de descubrir a Jesús, pero que han carecido de apóstoles a su lado que les ayuden a vivir la fe "con conexiones", o, por utilizar, una terminología de hoy, una fe "en red".
Gonzalo (gonzalo@claret.org)
2. 2002
COMENTARIO 1
LOS DOCE Y LOS OTROS DISCÍPULOS:
JESUS CAMBIA DE PLANES
La elección de los Doce no se hace a la ligera, sino que viene precedida de una
prolongada oración de Jesús, dialogando con Dios sobre cuál sería la respuesta
más en consonancia con el rechazo de que había sido objeto por parte de los
dirigentes de Israel: "Por aquel entonces salió Jesús, fue al monte a orar y se
pasó la noche orando a Dios" (6,12).
Literalmente se habla de una salida/éxodo de Jesús en dirección al monte, y se subraya la oración ininterrumpida que elevó a Dios en aquel lugar. Lucas hace referencia a la oración de Jesús en los momentos más decisivos de su vida.
La "noche" es indicio de la perplejidad que lo invade; el "monte", hacia el cual ha "salido" él solo (desde allí convocará a los discípulos), expresa en términos figurados el lugar/estado anímico más adecuado para un encuentro con Dios, mientras que la "oración" es medio de clarificación, a fin de que Dios dé luz verde al cambio de planes que se ve obligado a introducir.
"Cuando se hizo de día", indicio de que la oración ha obtenido resultados
positivos -no se pueden tomar decisiones mientras a uno lo envuelve la
tiniebla-, "llamó a sus discípulos, eligió a doce de ellos y los nombró
apóstoles" (6,13). La correlación "noche/día" no se ha de interpretar
necesariamente de una noche/día puntuales: podría muy bien hacer referencia a un
periodo de tiempo más o menos largo, durante el cual Jesús quedó sumido en la
más profunda perplejidad al sentirse rechazado por sus connacionales.
"DOCE APOSTOLES": UN GRUPO ABIERTO,
NO UNA COMUNIDAD RELIGIOSA MAS
La elección de los "doce" tiene como función dar una nueva configuración al
grupo de discípulos israelitas (6, 13b): "Llamó a sus discípulos y eligió a doce
de ellos", es decir, los escogió entre los miembros del grupo israelita, el más
ortodoxo, para que representaran el nuevo Israel. Jesús, sin embargo, pretende
desde un principio que el rasgo distintivo y más específico del nuevo grupo sea
la misión: "los nombró apóstoles", es decir, "enviados" o "misioneros" (6, 13c).
No quiere crear un grupo cerrado sobre sí mismo, al estilo de las comunidades
bautistas, esenias o fariseas (cf. 5,33-35), sino un grupo abierto que invite a
todos a formar parte de él.
Con la elección del nuevo Israel, Jesús da por definitivamente caducado el
antiguo Israel. Los doce nombres propios están todos unidos por la conjunción
"y", sin establecer ninguna jerarquía ni grupúsculo en el interior del grupo.
Hay dos "Simones": uno, "al que Jesús dio el nombre de Pedro" por su proverbial
terquedad en la defensa de las propias opiniones ("Kepha", arameo; "Petros",
griego; "Piedra", castellano; diverso de "So'ar", arameo; "Petra", griego;
"Roca", castellano), y otro, "el llamado Fanático" ("Kananaios", Mc 3,18; Mt
10,2, arameo; "zelotes", griego), simpatizante del movimiento de resistencia
judía contra los romanos; igualmente, hay dos "Judas": "el de Santiago" y "el
Iscariote, que llegó a ser un traidor". La homonimia relaciona íntimamente estas
dos parejas: la presencia de dos "Judas" en la lista lucana anticipa que no todo
el judaísmo (por derivación de "Judas") "traicionará" al Mesías. Además, el
primero y el último de la lista engloban a todos los demás: las negaciones de
"Pedro" y la traición de "Judas" afectarán de una u otra manera a todo el grupo.
En la presentación del nuevo Israel, Lucas deja ya entrever que éste resultará
un fracaso.
Jesús no los hizo pasar por el cedazo al llamarlos (léase noviciado, tiempo de
prueba, etc.), ni ha escogido de entre ellos a los más religiosos y sumisos.
Aquí hay de todo, como representación que son de la sociedad israelita. No los
ha escogido en calidad de doce lideres de la nueva comunidad, sino para que
proclamen con su comportamiento la alternativa de sociedad que quiere proponer a
Israel, primero, y, por extensión, a toda la humanidad. No les da -ni les dará
jamás- regla alguna: Los escoge para enviarlos a proclamar la buena noticia que
hasta ahora encarnaba él solo. Cuando los Once voten a Matías como duodécimo
miembro del colegio apostólico, sin contar con el discernimiento que les habría
deparado el Espíritu (si hubiesen esperado la fiesta inminente de Pentecostés,
no lo habrían hecho), restaurarán la materialidad del grupo truncada por la
defección de Judas (Hch 1,15-26), pero este nuevo Israel de imitación no
secundará el empuje del Espíritu Santo a predicar la buena noticia por todo el
mundo y se encerrará en el pueblo judío. La apertura al paganismo la encauzará
Pedro mucho más tarde, no sin resistirse antes, con todas sus fuerzas, en
representación de los "apóstoles".
COMENTARIO 2
Se lució Jesús en la elección de los apóstoles. Cada uno de un origen totalmente
diverso. Gente muy sencilla, demasiado sencilla incluso, diríamos nosotros, para
la difícil función a la que iban a ser llamados. Posiblemente ninguno de ellos
entendió perfectamente lo que Jesús estaba haciendo cuando les llamó para ser.
No entendieron tampoco muy bien lo que Jesús quería de ellos, ni el día que los
llamo ni más tarde cuando le seguían por los caminos de Palestina.
Eso nos lo dicen más de una vez los Evangelios. De hecho, cuando llegó el momento de la cruz, solamente Juan permaneció cerca de él acompañado de las mujeres. Fueron gente normal, con todas sus debilidades. Exactamente como nosotros. Como nosotros cayeron muchas veces, fueron débiles, no supieron seguir el ritmo de Jesús, no lo entendieron, algunos le negaron ante las autoridades. Ninguna de esas cosas le hizo a Jesús dar marcha atrás de su decisión. Fueron una y otra vez confirmados en su elección. Ellos son los apóstoles sobre los que se fundamenta la Iglesia. De ellos y de su predicación hemos recibido nuestra fe. Aunque en nuestra opinión no sean los mejores. Pero Jesús creyó en ellos y creyó en el poder de la gracia de Dios, capaz de hacer de personas normales y corrientes, como nosotros, fundamentos de la fe de la comunidad cristiana. Para que se note que es la gracia de Dios la que actúa en la Iglesia y no la sabiduría de los seres humanos.
1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991
2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
3. Martes 28 de
octubre DE 2003
Ef 2, 19-22: Fueron edificados sobre el cimiento de los Apóstoles
Salmo responsorial: 18, 2-5
Lc 6, 12-19: Jesús llama a los doce
El evangelio nos narra el llamado que hace Jesús a sus apóstoles, a quienes llama Lucas «cimientos de nuestra fe». Jesús escoge a la mayoría de quienes serán roca de nuestra fe cristiana de entre los más pobres. No en balde nos dice Jesús “tienen que ser como niños para entrar en el Reino”. Toda nuestra vida se desarrolla, madura y crece para volver a ser pequeños como niños. El ser llamados o escogidos al servicio de Dios, no es para envanecerse, ni gloriarse, mucho menos para ejercer el poder como los hacen quienes no conocen a Dios. El llamado al servicio en la Iglesia y en la comunidad es para que el Reino de Dios, se haga presente en medio de nosotros. La convivencia humana será fraterna si permitimos a Dios reinar. Él, y no nosotros, porque siempre correremos el riesgo de que el gusano del egoísmo trate de usurpar el lugar que le corresponde a Dios.
SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO
4. DOMINICOS 2003
El Señor ha estado grande con nosotros; estemos alegres.
Quien siembra con lágrimas cosechará entre cantares (Sal.125).
Id por el mundo, mensajeros de vida, gozo, paz, salvación; sembrad con dolor y el fruto será la victoria del amor.
Lágrimas de amor-dolor-trabajo y canto de alegría sean hoy pan bendito. Dios está con nosotros.
Sigamos saboreando los textos del apóstol san Pablo, y hagamos memoria de toda la obra de la creación para contemplarla en perspectiva cristológica y pneumática, es decir, teniendo en el horizonte a Jesucristo y al Espíritu Santo.
La creación fue obra de amor, pues de su bondad Dios nos hizo partícipes a todas las criaturas. Pero esa primera obra, siendo bella, no era perfecta, y nosotros, agraciados con el don de la libertad, la manchamos con el pecado.
Por eso Dios decidió que la culminación de la creación fuera hacernos a todos hijos en y con Cristo, y que todos –redimidos- pudiéramos volver a mirarle a Él como a Padre.
¿Quién nos enseñó ese misterio de filiación, plenitud de todo lo creado? Cristo Jesús, nuestro Salvador y dador del Espíritu Santo. A Él sea la gloria.
Y ¿quiénes fueron los primeros maestros que, a la luz de la Resurrección de Jesús, y de Pentecostés, salieron por el mundo a comunicar la ‘Buena Noticia’? Fueron los apóstoles, como Simón y Judas. Dos apóstoles de los que con documentación histórica sabemos muy poco. Sólo nos consta, como de otros apóstoles, que una pequeña parte de la humanidad recibió por medio de ellos ‘la buena noticia del Señor’.
ORACIÓN:
Señor, Dios nuestro, tú nos llevaste al conocimiento de la Verdad salvífica por medio de los apóstoles y misioneros; concédenos que también en el siglo XXI de nuestra historia surjan pregoneros de la Buena Noticia y que el espíritu de Cristo arraigue más profundamente en los corazones de científicos, maestros, formadores, políticos, religiosos, para que todos sean colaboradores tuyos. Amén.
“Hermanos, ya no sois extranjeros y forasteros sino que sois ciudadanos del pueblo de Dios, y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensambnlado y se va levantando, hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu”.
Este es el lenguaje de los ‘hijos de Dios’ en el Reino nuevo conquistado por Cristo con su sangre, adoctrinado por el Evangelio, difundido por los apóstoles. Cada uno somos una piedrecita en el edificio. Tener conciencia de ello es punto de partida de nuestras acciones.
“Un día subió Jesús a la montaña a orar, y paso la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, escogió a doce de ellos, y los nombró apóstoles: Simón, al que puso por nombre Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Zelotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor”.
Doce nombres de elegidos, entre ellos, Simón el Zelotes y Judas el de Santiago. En la historia de la Iglesia y de la humanidad los doce tienen lugar preferente, porque son piedras vivas, testigos excepcionales, primeros en seguir el proceso de elección, maduración, efusiòn del Espíritu a favor de todos los redimidos.
Pablo en su carta a los fieles de Éfeso y Lucas en el Evangelio fijan lo singular de este don, elegidos para la misión, totalmente gratuito.
Nadie hizo méritos para ser atraido por Jesús hacia su séquito de discípulos privilegiados. Su elección fue obra del amor misericordioso del Señor.
Pero fácilmente se comprende que esa elección formaba parte de un proyecto salvífico: Dios quería devolvernos a la vida por el Hijo, y difundir su Reino por mediación de apóstoles.
Que los elegidos fueran unos u otros es secundario. Lo importanmte era que los ‘llamados’ asumieran la realidad de ser piedras sillares del edificio nuevo, como lo fueron Simón y Judas, personajes de relieve ante Dios, pero escondidos para la bulliciosa historia de la humanidad, como lo son hoy, en su mayoría, los ‘misioneros’ en África, Brasil o la India, que sirven desde el silencio y la entrega testimonial.
Nosotros, amigos en Cristo, que también somos llamados hoy a la vida entrega por el Reino, ¿valoramos nuestra propia condición de elegidos para ser confidentes y pregoneros de la vida en Cristo?
Prosiguiendo en la reflexión, detengámonos a considerar y a asumir con grandeza de espíritu estas dimensiones de nuestro servicio al Reino
Nuestra elección es un don; hemos de vivir en gratitud toda la vida. |
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La misión apostólica es un servicio; no vivamos para nosotros mismos. |
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La audacia en la empresa es un riesgo; no nos rindamos como cobardes. |
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La generosidad una condición ineludible; propia de almas grandes. |
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El gozo es un testimonio de fe y fidelidad; estemos alegres en la acción. |
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La claridad en la mision es una iluminación del Espíritu; estemos alerta. |
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La constancia en el empeño es un signo necesario de fortaleza; perseveremos. |
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La humildad en la acción es un reconocimiento de que Dios guía nuestro trabajo. ¡Bendito sea por siempre! |
5. 2003
LECTURAS: EF 2, 19-22; SAL 18; LC 6, 12-19
Ef. 2, 19-22. Aquellos que, a causa de sus
pecados, vivían lejos del Señor, han sido llamados a la reconciliación con
Dios. El Señor nos llama a dejar nuestra antigua condición de maldad, y a
darle nuestra respuesta al amor que nos ofrece. El nos llama para que
volvamos a la casa paterna, pues para Él todos somos sus hijos. Y Él nos
recibe como el Padre recibe al hijo que, arrepentido, retorna para
incorporarse a la familia haciendo que aquel "no" de rebeldía quede atrás y
se convierta en un "sí" lleno de amor a la voluntad divina. Dios nos ama
siempre; démosle la mejor de nuestras respuestas permitiéndole al Señor
desencadenarnos de todo lo que nos ata al pecado. Él no nos quiere lejos;
nos quiere unidos a Él no como extraños, sino como conciudadanos de los
santos y pertenecientes a la familia de Dios. Y esto no se realiza por medio
de la circuncisión, sino por nuestra fe en Cristo, que ha unido en un sólo
pueblo a judíos y no judíos. El Espíritu Santo habita en nosotros como en un
templo. Que Él nos dé la firmeza necesaria para que edifiquemos el templo
santo de Dios y no lo destruyamos a causa de una fe sin obras, o a causa de
nuestras hipocresías en que, comportándonos como malvados, diésemos a Dios
un culto vacío e inútil. Aprendamos a volver constantemente al Señor para
que, llenos de su Espíritu, manifestemos con nuestras buenas obras que
tenemos a Dios por Padre.
Sal. 18. Dios, por medio de su Hijo Jesús, nos ha
unido a Él para que proclamemos su nombre hasta los últimos rincones de la
tierra. Ahí donde se encuentre un hombre de fe se ha de dar testimonio de
Cristo y de su Evangelio. No podemos ser una luz encendida que se oculta
cobardemente ante las amenazas, burlas, desprecios o persecuciones. Dios nos
ha comunicado su Espíritu Santo para que colaboremos en la construcción de
un mundo más justo y más fraterno; para que, renovados en Cristo, iniciemos
ya desde este momento histórico, la presencia del Reino de Dios entre
nosotros. Que cada uno de nosotros comunique el mensaje de salvación a otros
más, para que todos podamos llegar a disfrutar de la Vida eterna que Dios
nos ofrece.
Lc. 6, 12-19. Jesucristo, porque era Hijo,
aprendió sufriendo a obedecer. Su alimento fue hacer la voluntad de Aquel
que lo envió. Su constante oración le llevó a descubrir esa voluntad para
poder llegar a decir: Yo hago lo que le veo hacer a mi Padre. Antes de
llamar a sus discípulos para elegir a doce de entre ellos y darles el nombre
de apóstoles, se pasa la noche en oración con Dios. Cuando en la antigüedad
Moisés bajó del monte con las tablas de la Ley, su rostro resplandecía de
tal forma que los Israelitas tuvieron que tapárselo con un velo. En cambio,
cuando Jesús baja del monte después de orar, la gente procuraba tocarlo,
porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos. En Jesús se conjugan:
oración, fidelidad amorosa a su Padre y entrega generosa en favor nuestro.
Aprendamos de Él a no querer actuar al margen de una relación personal e
íntima con nuestro Padre Dios. Si unimos a Él nuestra vida, si somos
constantes en la oración, entonces Dios hará que, desde nosotros, su
Evangelio siga teniendo la misma eficacia salvadora manifestada en Aquel que
Él nos envió como Camino, Verdad y Vida, Cristo Jesús.
En esta Eucaristía el Señor nos convoca como discípulos suyos para
confiarnos la proclamación de su Evangelio en los diversos ambientes en que
se desarrolle nuestra existencia. Él llama a quien quiere. Muchas veces, a
través de los años que Él nos ha concedido de vida, nos ha convocado a la
Celebración Eucarística. ¿Estaremos en un continuo camino de conversión?
¿Vivimos nuestra fe con el compromiso de quien no sólo busca su perfección
personal, sino la salvación de todos? La Palabra de Dios, sembrada en
nosotros, ha de producir fruto abundante de buenas obras. Por eso hemos de
estar atentos a lo que el Señor dice a su Iglesia, de tal forma que en una
contemplación amorosa del Señor, Él nos vaya transformando y haciendo que
las tinieblas del pecado desaparezcan de nosotros para que pueda
presentarnos ante el mundo como un signo claro de su Amor. Como María,
aprendamos a decirle al Señor: Hágase en mí según tu Palabra, de tal forma
que, con nuestra vida, seamos testigos fieles del Señor y apóstoles de su
Evangelio.
Si en lugar de sanar las heridas que el pecado ha dejado en muchos corazones
las hacemos más profundas y dolorosas, a pesar de que seamos asiduos en la
oración, si no lo somos también en el amor fraterno, no podemos llamarnos
hijos de Dios, ni sentirnos enviados con la misma Misión salvadora del Hijo
de Dios. El Señor nos pide detenernos ante nuestros hermanos heridos por el
pecado, por la pobreza o por la enfermedad. No podemos sentirnos satisfechos
ante el Señor porque acudimos amorosamente a la celebración de la
Eucaristía. De aquel que ha entrado en una relación amorosa y personal con
el Señor, se espera que dimane una fuerza poderosa capaz de sanar el pecado,
capaz de colaborar para que el mundo sea más justo, más fraterno. Si, a
pesar de haberle dado culto al Señor durante muchos años sólo nos sentimos
satisfechos con nosotros mismos y continuamos pasando de largo ante el dolor
y el pecado del mundo, tenemos que preguntarnos si en verdad somos sus
apóstoles o si, a causa de nuestras cobardías, al final el Padre Dios no
pueda decir de nosotros: Tú eres mi hijo amado en quien me complazco, puesto
que has sido bueno y fiel, entra al gozo de tu Señor.
Que Dios nos conceda, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, la gracia de colaborar en la construcción de la Morada de Dios entre
los hombres, que es su Iglesia; y colaborar no sólo anunciando el Evangelio
con los labios, sino dejando que el Espíritu Santo, habitando en nosotros,
nos haga ser un Evangelio viviente para nuestros hermanos. Amén.
www.homiliacatolica.com
6.
SERVICIO BÍBLICO LATINOAMERICANO 2004
Efesios 2,19-22 Estáis edificados sobre el
cimiento de los apóstoles
Salmo responsorial: 18 A toda la tierra alcanza su pregón.
Lucas 6,12-19 Escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles
Jesús aparece con frecuencia orando en el evangelio de Lucas. Y lo hace siempre
en los momentos más importantes de su vida, relacionados con la muerte que ha de
aceptar, como camino para dar vida.
Después del bautismo, en el que se había comprometido a sumergirse en las aguas de la muerte, o lo que es igual, a dar la vida, mientras oraba, bajó sobre él el Espíritu Santo. Tras curar al leproso, “cuando se iba hablando de él cada vez más y grandes multitudes acudían a oírlo y a que los curara de sus enfermerdades”, dice el evangelista que solía retirarse a despoblado a orar, tal vez para no caer en la tentación de llegar a ser un mesías de triunfo y poder (5,15-16). Antes de llamar a sus discípulos, apunta Lucas que Jesús fue al monte a orar y se pasó la noche orando a Dios, quizás para pedirle acertar en la elección y que aquellos que él eligiese estuviesen dispuestos a seguir su camino de servicio hasta la muerte (6,12-17). Antes de anunciar su pasión y resurrección apunta de nuevo Lucas que estaba orando él solo (9,18). Ocho días más tarde, se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte a orar, monte en el que tiene lugar la transfiguración (Lc 9,28) y en el que se le ve entre Elías y Moisés, hablando de su éxodo o muerte.
Los discípulos, que sabían de la importancia que Jesús daba a la oración, un día, al terminar de orar Jesús, se le acercaron y le pidieron que los enseñase a orar (11,1). Jesús les enseñó entonces la oración del padrenuestro que termina diciendo: “y no nos dejes ceder a la tentación”, frase que remite a las tentaciones de Jesús en el desierto en las que Satanás le propone un mesianismo de gloria y poder a espaldas de Dios.
Para no ceder a esta tentación oraba Jesús y para ello es necesario que los cristianos oremos. En la oración sacaremos fuerzas de Dios para vencer esta tentación y aceptar, como Jesús, el camino del servicio hasta la muerte, si fuese necesario.
7. DOMINICOS 2004
Santos Simón y Judas, apóstoles
Cuando vemos en las iglesias una talla o pintura que representa a un
personaje/santo con aureola de “apóstol”, y tiene en la mano una sierra, y su
cuerpo parece como cortado por medio, nos encontramos en presencia artística y
espiritual de San Simón. Y si a su lado o en otro retablo hay otro “apóstol”,
con signos de martirio, y con un hacha en la mano o a los pies, estamos en
presencia de San Judas.
Estos dos apóstoles, según se deduce del capitulo 13 del Evangelio de Mateo
(versículo 55) , fueron parientes de Jesús. Cuenta el evangelista que en cierta
ocasión, Jesús, “viniendo a su patria —Nazaret- enseñaba en la sinagoga” y que
lo hacía tan bien que todos se preguntaban: “¿No es éste el hijo del carpintero?
¿No se llama María su madre, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?”
Entre los apóstoles, parece que Simón y Judas tenían “mote” para distinguirlos
de otros apóstoles del mismo nombre. Simón era “Celotes”, para distinguirlo de
Simón Pedro. Judas era “Tadeo”, para distinguirlo de Judas Iscariote. Judas el
bueno tenía, además, otro hermano en el grupo, que era Santiago el Menor (el
obispo de Jerusalén).
Simón no nos dejó ningún escrito, y Judas nos dejó una Carta, a la que
aludiremos en la reflexión final.
En cuanto a la predicación de ambos, parece que se desarrolló por Egipto, Asía,
Persia; y que, como otros apóstoles, a causa de su predicación fueron apresados
y martirizados, según se cree, en la forma que el arte ha inmortalizado.
La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Carta del apóstol San Pablo a los Efesios 2,1 9-22.
Hermanos: Vosotros ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois
ciudadanos del pueblo de Dios y miembros de la familia de Dios.
Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo
Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado y se
va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también
vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el
Espíritu” .
Evangelio según San Lucas. 6, 12-16.
Cierto día subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios.
Cuando se hizo de día llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos, y los
nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano,
Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado
el Zelotes; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Reflexión para este día
Apóstoles de Cristo.
En la carta de san Pablo se nos recuerda una gran verdad proclamada por Jesús:
los apóstoles, discípulos, amigos, seguidores del Señor, ya no somos extranjeros
y forasteros sino ciudadanos y miembros de la familia de los hijos de Dios. Ese
honor lo atribuimos hoy especialmente a los apóstoles, piedras vivas en la
construcción del edificio eclesial. Ellos, como nos lo recuerda la antífona de
poscomunión, amaron y guardaron la palabra del Señor, y fueron amados del Padre,
y sus almas fueron morada de Dios (Jn 14,23).
Imaginándonos que tenemos ante nosotros la sierra y el hacha de los mártires
Simón y Judas, escuchemos el mensaje apocalíptico de la Carta de san Judas (o
atribuida a él):
‘En los últimos tiempos habrá hombres cínicos que seguirán sus pasiones impías.
Esos son los que provocan discordias, hombres sensuales, sin espíritu. Vosotros,
en cambio, queridos, edificad vuestra existencia sobre la santísima fe, orad
movidos por el Espíritu Santo, manteneos en el amor de Dios, esperad de la
misericordia del Señor nuestro, Jesucristo, la vida eterna.’
8. Fray Nelson 2004
Jueves 28 de Octubre de 2004
Temas de las lecturas: Están edificados sobre el cimiento de los apóstoles *
Eligió a doce de ellos y los nombró apóstoles .
Más información.
1. San Judas Tadeo
1.1 Judas Tadeo aparece último en la lista de los doce Apóstoles de Jesucristo
(Mateo 10,3, Marcos 3,18). No sabemos cuándo ni cómo entró a formar parte de los
discípulos. Lucas le llama "Judas de Santiago" (Hechos 1,13). Juan aclara:
"Judas, no el Iscariote" (Juan 14,22). Esta distinción es necesaria dado que
Judas Iscariote fue quien traicionó a Jesús.
1.2 "Judas" es una palabra hebrea que significa "alabanzas sean dadas a Dios".
Tadeo quiere decir "valiente para proclamar su fe".
1.3 El Apóstol Judas Tadeo, "el hermano de Santiago", era probablemente el
hermano de Santiago el Menor, se lo menciona así por la notoriedad de Santiago
en la Iglesia primitiva: "¿No es éste -se preguntan maravillados los habitantes
de Nazaret, ante la fama que acompaña a Jesús- el carpintero . . . el hermano de
Santiago y de Judas?".
1.4 Después de la Ultima Cena, cuando Cristo prometió que se manifestaría a
quienes le escuchasen, Judas le preguntó porqué no se manifestaba a todos.
Cristo le contestó que El y su Padre visitarían a todos los que le amasen:
"Vendremos a él y haremos en él nuestra morada" (Juan 14, 22-23). No sabemos
nada de la vida de San Judas Tadeo después de la Ascensión del Señor y la venida
del Espíritu Santo.
1.5 Se atribuye a San Judas una de las epístolas canónicas, que tiene muchos
rasgos comunes con la segunda epístola de San Pedro. No está dirigida a ninguna
persona ni iglesia particular y exhorta a los cristianos a "luchar valientemente
por la fe que ha sido dada a los santos. Porque algunos en el secreto de su
corazón son . . . hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Señor Dios
en ocasión de riña y niegan al único soberano regulador, nuestro Señor
Jesucristo". Es una severa amonestación contra los falsos maestros y una
invitación a conservar la pureza de la fe. Termina su carta con esta bella
oración: "Sea gloria eterna a Nuestro Señor Jesucristo, que es capaz de
conservarnos libres de pecados, y sin mancha en el alma y con gran alegría".
1.6 San Judas Tadeo es uno de los santos más populares a causa de los numerosos
favores celestiales que consigue a sus devotos que le rezan con fe,
especialmente en cuanto a conseguir empleo o casa. San Brígida cuenta en sus
Revelaciones que Nuestro Señor le recomendó que cuando deseara conseguir ciertos
favores los pidiera por medio de San Judas Tadeo.
2. ¿Por qué se celebran juntos Tadeo y Simón?
2.1 Según la tradición occidental, tal como aparece en la liturgia romana, se
reunió en Mesopotamia con San Simón y que ambos predicaron varios años en Persia
y ahí fueron martirizados. Existe un presunto relato del martirio de los dos
Apóstoles; pero el texto latino no es ciertamente anterior a la segunda mitad
del siglo VI. Dicho documento se ha atribuido a un tal Abdías, de quien se dice
que fue discípulo de Simón y Judas y consagrado por ellos primer obispo de
Babilonia.
2.2 Según dice la antigua tradición, a San Simón lo mataron aserrándolo por
medio, y a San Judas Tadeo le cortaron la cabeza con una hacha y por eso lo
pintan con una hacha en la mano. Por ello, la Iglesia de occidente los celebra
juntos, en tanto que la Iglesia de oriente separa sus respectivas fiestas.
9.
Comentario: Rev. D. Albert Taulé i Viñas
(Barcelona, España)
«Jesús se fue al monte a orar»
Hoy contemplamos un día entero de la vida de Jesús. Una vida que tiene dos
claras vertientes: la oración y la acción. Si la vida del cristiano ha de imitar
la vida de Jesús, no podemos prescindir de ambas dimensiones. Todos los
cristianos, incluso aquellos que se han consagrado a la vida contemplativa,
hemos de dedicar unos momentos a la oración y otros a la acción, aunque varíe el
tiempo que dediquemos a cada una. Hasta los monjes y las monjas de clausura
dedican bastante tiempo de su jornada a un trabajo. Como contrapartida, los que
somos más “seculares”, si deseamos imitar a Jesús, no deberíamos movernos en una
acción desenfrenada sin ungirla con la oración. Nos enseña san Jerónimo: «Aunque
el Apóstol nos mandó que oráramos siempre, (…) conviene que destinemos unas
horas determinadas a este ejercicio».
¿Es que Jesús necesitaba de largos ratos de oración en solitario cuando todos
dormían? Los teólogos estudian cuál era la psicología de Jesús hombre: hasta qué
punto tenía acceso directo a la divinidad y hasta qué punto era «hombre
semejante en todo a nosotros, menos en el pecado» (He 4,5). En la medida que lo
consideremos más cercano, su “práctica” de oración será un ejemplo evidente para
nosotros.
Asegurada ya la oración, sólo nos queda imitarlo en la acción. En el fragmento
de hoy, lo vemos “organizando la Iglesia”, es decir, escogiendo a los que serán
los futuros evangelizadores, llamados a continuar su misión en el mundo. «Cuando
se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que
llamó también apóstoles» (Lc 6,13). Después lo encontramos curando toda clase de
enfermedad. «Toda la gente procuraba tocarle, porque salía de Él una fuerza que
sanaba a todos» (Lc 6,19), nos dice el evangelista. Para que nuestra
identificación con Él sea total, únicamente nos falta que también de nosotros
salga una fuerza que sane a todos, lo cual sólo será posible si estamos
injertados en Él, para que demos mucho fruto (cf. Jn 15,4).
10. Jueves, 28 de octubre del 2004
Ustedes están edificados sobre los apóstoles
y los profetas, que son los cimientos
Lectura de la carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Éfeso 2, 19-22
Hermanos:
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y
miembros de la familia de Dios. Ustedes están edificados sobre los apóstoles y
los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo
Jesucristo.
En Él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo
santo en el Señor. En Él, también ustedes son incorporados al edificio, para
llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL 18, 2-5
R. Resuena su eco por toda la tierra.
El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje
y las noches se van dando la noticia. R.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,
resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo. R.
EVANGELIO
Eligió a doce de ellos,
a los que dio el nombre de Apóstoles
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas 6, 12-19
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con
Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los
que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro,
Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago,
hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas
Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus
discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de
Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse
sanar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros
quedaban sanos; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza
que sanaba a todos.
Palabra del Señor
Reflexión:
Ef. 2, 19-22. Todo tiene en Cristo su fin último. Por Él y para Él fueron hechas
todas las cosas. La fe que tiene por cimiento a los apóstoles y profetas culmina
en Cristo, piedra angular de todo el edificio. Y cada uno también ha de edificar
su vida como morada de Dios. A eso tiende el anuncio del Evangelio y la acción
pastoral de la Iglesia. Mientras busquemos otros fines no estaremos siendo
leales a Cristo, ni trabajando por su Reino sino por nuestras imaginaciones, o
por nuestros propios intereses. Dios nos quiere como Iglesia; no importa que
antes hayamos sido extranjeros o advenedizos, pues ahora, por voluntad suya nos
ha llamado a ser conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
¿Podrá alguien manifestarnos un amor más grande? Construyamos nuestra vida en el
cimiento de la fe en Cristo Jesús. Roguémosle a Él que nos ayude a mantenernos
firmes en la fidelidad a su Palabra, y en el amor que hemos de hacer patente
ante el mundo entero por medio de nuestras buenas obras para que, viéndolas los
demás glorifiquen a nuestro Padre Dios, que está en los cielos. Entonces, como
Iglesia, no sólo anunciaremos, sino que daremos testimonio con las obras, del
Evangelio que se nos ha confiado para hacerlo llegar hasta el último rincón de
la tierra.
Sal. 19 (18). Todas las obras creadas nos hablan de Aquel que las creó; y sin
que pronuncien una palabra, su mensaje llega a toda la tierra hasta el fin del
mundo. La Iglesia ha sido creada por Dios para que, por su medio, llegue la
salvación a todos los hombres, de todos los tiempos y lugares, hasta el fin del
mundo. Ojalá y que los que creemos en Cristo Jesús no denigremos el Santo Nombre
de Dios ante las naciones a causa de llevar una vida incongruente con el Mensaje
de Salvación, que anunciamos con los labios. Que nuestra mejor forma de
transmitir a los demás el Evangelio sea a través de nuestras obras y de nuestra
vida misma. Entonces aquello que anunciamos no será ocasión de burla, sino de
salvación para el mundo entero. Por eso roguémosle al Señor que nos conceda ser
los primeros en vivir aquello que anunciaremos a los demás, de tal forma que no
nos quedemos en simples predicadores, sino que seamos testigos de la Buena
Noticia de salvación.
Lc. 6, 12-19. Jesús ora intensa y largamente ante su Padre. Él tomará una
decisión crucial: Fundar el Nuevo Pueblo de Dios con doce apóstoles o enviados,
a los que primero instruirá, no sólo con sermones o pláticas, sino con la propia
vida, que nos hace patente al Dios-con-nosotros, al Dios que se ha hecho para
nosotros la cercanía de su misericordia. Entonces, una vez convertidos en
testigos, y llenos del Espíritu Santo, podrán transmitirnos lo que sus ojos
vieron, lo que sus oídos escucharon y lo que sus manos tocaron acerca del Hijo
de Dios hecho hombre. Y Jesús, junto con sus apóstoles, baja del monte para
encontrarse con la gente. Así el auténtico enviado de Cristo no puede quedarse
lejos de su Pueblo; debe bajar y tocar, experimentar el dolor, las carencias y
las injusticias que padecen las multitudes. Entonces podrá compadecerse de toda
esa gente y podrá darlo todo, con tal de remediar esos males, pues para eso ha
sido enviado. Por eso la Iglesia lo entrega todo a favor del Evangelio. Ojalá y
sigamos las huellas de Cristo, cercano al hombre que sufre, y entregando nuestra
vida para que todos recobren su dignidad humana y su dignidad de hijos de Dios.
El Señor Jesús nos ha convocado en este momento de intimidad, de oración, de
amor que llega hasta el extremo. Él nos convoca para que celebremos el Memorial
de su Misterio Pascual: La Eucaristía que nos hace actual su muerte y su
resurrección con todo su poder salvador. Y nosotros venimos a la escucha de su
Palabra y a ser testigos del amor que nos tiene, entregando su vida para que
nosotros tengamos vida. No podremos anunciar el Evangelio a los demás si antes
no hemos vivido como discípulos fieles del Señor; y no sólo como discípulos que
escuchan, sino que encarnan en sí mismos el Evangelio. Por eso la Eucaristía no
une a Cristo y nos compromete a dar testimonio de lo que aquí hemos vivido. Y no
podemos ser cobardes en el testimonio de fe que el mundo necesita desde la
Iglesia para que desaparezcan los odios y divisiones, y se inicie la
construcción de una vida familiar unida por el amor, por un sólo Señor, por un
mismo Espíritu y por un sólo Dios y Padre.
Qué bueno que hagamos grandes proyectos que nos lleven a un resultado final de
mayor vivencia del Evangelio. Qué bueno que prevengamos recursos humanos y
materiales para que todo resulte a la perfección. Pero recordemos que uno
siembra o riega lo sembrado, pero que sólo de Dios depende que lo sembrado nazca
y crezca hasta producir frutos abundantes. Por eso nuestra acción pastoral al
servicio del Evangelio jamás podrá desligarse de la oración, vista no sólo como
un momento de intimidad con Dios, sino como la aceptación del compromiso que nos
haga trabajar constantemente y sin desfallecer para conducir a todos hacia
Cristo. Aprendamos a respirar en la Iglesia con los dos pulmones: La unión con
Dios y el Servicio al prójimo. Desligar a uno de los dos sería tanto como
inutilizar la Misión que el Señor nos ha confiado. Pues además de la oración
hemos de trabajar anunciando como testigos aquello que el Señor nos comunica en
la oración. Y además de las múltiples tareas a favor del Evangelio, hemos de
aprender a volver a la presencia del Señor para trabajar como siervos del
Evangelio y no conforme a nuestras imaginaciones, ni conforme a las solas luces
de las ciencias, que jamás podrán darnos la salvación, pues esta sólo procede de
Dios.
Roguémosle al Señor, por intercesión de la Santísima Virgen María, nuestra
Madre, que nos conceda la gracia de trabajar por hacer realidad entre nosotros
el Reino de Dios, mediante la entrega que hagamos a los demás no sólo de
Palabras basadas en el Evangelio, sino entregando a los demás a Cristo,
Evangelio viviente del Padre, para que, viviendo en ellos, les haga participar
de su dignidad de Hijo de Dios, y los haga coherederos de la herencia que le
corresponde como a Hijo unigénito del Padre. Amén.
Homiliacatolica
11. Salía de Él una fuerza que sanaba
Fuente: Catholic.net
Autor: P. Clemente González
Reflexión:
La oración fue una compañera inseparable de Jesús. En todo el Evangelio le vemos
orando, sobre todo en los momentos más decisivos de su vida: antes del Bautismo,
al realizar varios milagros, en la Última Cena, en el Huerto de los Olivos, en
la Cruz, etc.
Aquí se nos narra la elección de los Doce apóstoles. Eran los hombres con los
que iba a comenzar la Iglesia y debían ser aptos para llevarla a buen término
con paso firme.
Por tanto, era una decisión importante, que no podía hacerse con prisas y a la
ligera. Necesitaba dedicar una noche entera para consultarla con su Padre.
De la misma manera, todas nuestras grandes decisiones deberían surgir tras un
encuentro con Dios en la oración. Por ejemplo, al elegir una carrera, al optar
por la vida matrimonial o seguir una vocación religiosa, etc. También debemos
rezar cuando llegan situaciones difíciles en el trabajo o en la familia, ya que
Dios nos puede ayudar a encontrar la solución más adecuada.
¿Y cómo sabemos si la respuesta viene realmente de Dios? Cuando Dios “ilumina”
un alma por la acción del Espíritu Santo le envía algunas señales, por ejemplo,
una profunda paz interior, alegría, amor, etc.
Es lo que llamamos “frutos del Espíritu”. Y por si hubiera dudas, nos damos
cuenta de que esa solución está completamente de acuerdo con lo revelado en las
Sagradas Escrituras. También es provechoso contar con la ayuda de un buen
sacerdote que nos pueda orientar a encontrar la voluntad de Dios para nosotros,
ya que ellos reciben unas gracias especiales para ejercer su ministerio.
12.
Reflexión
De entre los que seguían a Jesús, escogió doce para que de una manera más
cercana pudieran ser testigos de sus palabras y sus acciones. El proyecto de
Jesús no era una escuela por correspondencia, sino era un verdadero
“laboratorio”. En esta experiencia se tenía que aprender no solo lo que
significa “amar” sino que era necesario experimentar el amor, y este amor
llevarlo hasta el extremo; no se podía solo aprender a dar una definición sobre
el perdón sino que era necesario perdonar, y hacerlo de corazón. El modelo era
Jesús, pero cada uno tenía que experimentarlo. Desde entonces los apóstoles y
luego la Iglesia comprendió que la doctrina de Jesús o se hace vida o queda
estéril sin dar fruto. Jesús se ha quedado entre nosotros para seguirnos
instruyendo mediante la Sagrada Escritura y sigue buscando hombres y mujeres que
quieran hacer de su vida un taller, un verdadero seminario de amor, pues a amar
se aprende amando y a perdonar perdonando.
Que pases un día lleno del amor de Dios.
Como María, todo por Jesús y para Jesús
Pbro. Ernesto María Caro
13. CLARETIANOS 2004
Queridos amigos, paz y bien. La liturgia nos trae
hoy la memoria de los apóstoles Simón y Judas (ver sus vidas). En la lista de
los apóstoles elegidos por Cristo, no había grandes teólogos, ni expertos en
lenguas, ni sabios según el criterio humano. Era una lista de gente más bien
limitada, que debe ir aprendiendo poco a poco lo que supone ser seguidor de
Jesús de Nazaret. Y, sobre todo, es una lista orada, meditada en el silencio.
Cada vez que Jesús debía tomar una decisión importante, se retiraba a orar.
Primera lección de hoy. ¿Qué peso tiene en nuestras decisiones –personales,
familiares, comunitarias- la oración? ¿Le dejas a Él aconsejarte? ¿O nos fiamos
más del horóscopo, de los programas de televisión, o de lo que hacen todos?
Segunda lección de hoy. Sean muchos o pocos los que se salven –de Dios depende-
tenemos todos la obligación de aportar nuestro grano de arena en la tarea de la
evangelización. Desde nuestro lugar, de hijo, de padre, de esposo, de esposa, de
empresario, de estudiante, de monja, de cura... Todos tenemos un entorno en el
que nos movemos. Todos podemos ser evangelizadores.
Es algo que recibimos con el Bautismo, la tarea de seguir propagando la fe.
Jesús ya te ha elegido. Ha añadido tu nombre a esa lista de apóstoles. ¿Qué le
vas a decir?
Vuestro hermano en la fe, Alejandro, C.M.F.
alejandrocarbajo@wanadoo.es