1. CLARETIANOS 2002
Empezamos la semana con una fiesta mariana (Nuestra Señora del Rosario) y la terminamos con otra (la Virgen del Pilar). De las muchas advocaciones marianas, ésta, la del Pilar, me resulta particularmente querida. Ya sé que el pilar de nuestra fe, la roca angular, es Cristo Jesús, a pesar de esa canción mariana que habla de la Virgen como la mujer que "es el pilar de nuestra historia, la roca de la fe". Pero María, con el Espíritu, representa el principio de cohesión de la Iglesia. Os propongo que contemplemos la escena que nos propone la primera lectura de hoy. Según los Hechos de los Apóstoles (1,13-14), la primitiva comunidad cristiana estaba formada por los once apóstoles (Judas se había suicidado), por algunas mujeres que habían seguido al Maestro desde el comienzo, por varios parientes de Jesús y por María, su madre. No se puede decir que fuera un grupo homogéneo. Había hombres y mujeres, personas vinculadas a Jesús por vínculos de sangre y personas invitadas por él a ser sus discípulos. No es fácil dar cohesión a un grupo como ese teniendo en cuenta que Jesús ya no estaba físicamente presente. Y, sin embargo, "todos perseveraban unánimes en la oración", todos recibieron juntos la efusión del Espíritu.
Está claro que en el grupo hay un jefe. De hecho, es Pedro quien toma la iniciativa de elegir a uno que ocupe el puesto dejado por Judas Iscariote. Con todo, no parece que ese espíritu de cohesión que muestra la comunidad se deba a la autoridad de Pedro sino a la presencia de María. No es la cohesión de un ejército a base de disciplina, sino la unanimidad de una familia en la que la madre es capaz de unir a todos con los lazos del amor. Hay en la primitiva comunidad una presencia mariana sin la cual hubiera sido imposible mantener la unión hasta la venida del Espíritu.
¿Os habéis preguntado por qué en muchos de nuestros pueblos la patrona es lo único indiscutible entre sus habitantes? Cuando se trata de la Virgen María (bajo cualquiera de sus múltiples advocaciones) parece que pasa a un segundo plano ser de derechas o de izquierdas, joven o viejo, incluso creyente o no creyente. María sigue ejerciendo hoy entre nosotros una enorme fuerza de atracción y de cohesión. Es como un imán. Ella es capaz de unir a los que están separados. Es, sencillamente, la madre de la familia. En toda familia, la madre entrega su vida para que todos puedan sentirse en casa. En este sentido, ella es "el pilar".
Muchas felicidades a las que lleváis este hermoso nombre. Y también a los que vivís en Zaragoza, en Aragón, en España y en todo el mundo hispánico. Disfrutemos cantando juntos a la Madre que nos hace perseverar en la fe.
Gonzalo (gonzalo@claret.org)
2. 2002
COMENTARIO 1
NADA DE PRIVILEGIOS; HAY QUE PONER EN PRACTICA
LA ALTERNATIVA DEL REINO Lc 11, 27-28
En el centro del tríptico (b: vv. 27-28) encontramos la aclamación de una mujer
que representa al resto de Israel: " ¡Dichoso el vientre que te llevó y los
pechos que te criaron!" (11,27). Se trata de la pequeña parte del pueblo que se
escapa de la destrucción y constituye el núcleo del pueblo salvado por Dios,
según el lenguaje profético. Son los que con sinceridad siguen creyendo en los
privilegios históricos de Israel. Pero Jesús no va en absoluto en esta
dirección. El proclama una sociedad alternativa, en la que todo hombre tenga
cabida: "Pero él repuso: "Mejor: ¡dichosos los que escuchan el mensaje de Dios y
lo cumplen!"" (11,28). No hay fronteras de ascendencia de sangre para Jesús.
Para entrar a formar parte de la comunidad del reino es suficiente -¡como quien
no dice nada!- 'escuchar el mensaje' que él proclama y 'ponerlo en práctica'.
Dicho y hecho. Este es el núcleo de toda la secuencia. Quien hace fructificar en
hechos palpables y experiencias reales lo que ha escuchado, éste es
verdaderamente "dichoso".
COMENTARIO 2
Encontramos en este pasaje de Lucas, la aclamación de una mujer que simboliza el
resto de Israel: ¡Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron!
Esta mujer es representante de una pequeña parte del pueblo que se escapa de la
destrucción y constituye el núcleo del pueblo salvado por Dios, según el
lenguaje de los profetas.
Muchos en el pueblo siguieron creyendo con sinceridad en los privilegios
históricos de Israel. Pero Jesús, rechaza esta postura de privilegio y ello
golpea a los seguidores del pasado. Jesús ha proclamado una sociedad
alternativa, en la que todo hombre y mujer, de cualquier condición, raza,
cultura, y religión, tenga cabida.
Ni la sangre ni la carne ya son la norma de Jesús. Él rompe con la tradición
judía y amplía el horizonte del Reino a toda persona que quiera recibir a Dios
como el único soberano de su vida. Jesús, lo deja claro. No es la pertenencia a
Israel lo que da la garantía de acceder al Reino de Dios, sino al escuchar la
Palabra de Dios y el ponerla en práctica. Quien hace fructificar en su vida con
actitudes palpables y con acciones reales lo que ha escuchado, ése es
verdaderamente dichoso, para Jesús.
Una gran dificultad a nivel cristiano es creernos que somos bienaventurados por
haber recibido los sacramentos o por asistir diaria o semanalmente a misa. Eso
para Jesús no cuenta, si nuestra vida no está de acuerdo con su propuesta del
Reino, y si no demostramos que caminamos con fidelidad y en crecimiento
constante por su proyecto.
La única realidad que garantiza el Reino en nuestras vidas son las actitudes
coherentes con sus valores. El Reino no se mide por actos de piedad ni por actos
de caridad. El Reino se mide por la justicia que tengamos en la vida y la forma
responsable como asumamos nuestra existencia. De esta manera seremos dichosos
como fue María, no por ser la madre de Jesús, sino por escuchar atentamente la
Palabra, meditarla en su corazón y ponerla en práctica. No sin sentido
confesamos a María como "la primera evangelizada y evangelizadora". Ella supo
pasar de la relación madre-hijo, a la relación de discípulo-Maestro.
1. Josep Rius-Camps, El Éxodo del Hombre libre. Catequesis sobre el Evangelio de Lucas, Ediciones El Almendro, Córdoba 1991
2. Diario Bíblico. Cicla (Confederación Internacional Claretiana de Latinoamérica)
3.
LUZ HERMOSA, CLARO DÍA. AMOR CONSTANTE DE LOS ESPAÑOLES Y DE HISPANOAMÉRICA.
1. La primera lectura de la fiesta del Pilar, 1 Crónicas 15, recuerda a la Virgen simbolizada por el arca de la alianza, presencia de Dios en medio de su pueblo, a través de María, lo cual es gozo para la Iglesia. La segunda lectura (He 1,12) y el evangelio (Lc 11,27) nos hablan también de la presencia de la Virgen en la Iglesia y de las alabanzas que el pueblo le tributa. El prefacio celebra las maravillas que Dios ha realizado en María, "esperanza de los fieles y gozo de todo nuestro pueblo". En la oración colecta se pide por intercesión de la Virgen "fortaleza en la fe, seguridad en la esperanza y constancia en el amor", y en la oración de las ofrendas, se muestra el deseo de "permanecer firmes en la fe". La Antífona de entrada: piensa en la Virgen como "la columna que guiaba y sostenía día y noche al pueblo en el desierto", y en el salmo cantamos que "el Señor me ha coronado, sobre la columna me ha exaltado". Termina el aleluya: "afianzó mis pies sobre la roca y me puso en la boca un cántico nuevo". Domina pues en la liturgia la idea de la presencia de María en la Iglesia y de la firmeza que su intercesión y su devoción procura al pueblo de Dios.
2. Según una piadosa y antigua tradición, ya desde los albores de su conversión, los primitivos cristianos levantaron una ermita en honor de la Virgen María a las orillas del Ebro, en la ciudad de Zaragoza. La primitiva y pequeña capilla, con el correr de los siglos, se ha convertido hoy en una basílica grandiosa que acoge, como centro vivo de peregrinaciones, a innumerables fieles que, desde todas las partes del mundo, vienen a rezar a la Virgen y a venerar su Pilar.
3. La advocación de nuestra Señora del Pilar ha sido objeto de un especial culto por parte de los españoles: difícilmente podrá encontrarse en el amplio territorio patrio un pueblo que no guarde con amor la pequeña imagen sobre la santa columna. Muchas instituciones la veneran también como patrona.
4. Muy por encima de milagros espectaculares, de manifestaciones clamorosas y de organizaciones masivas, la Virgen del Pilar es invocada como refugio de pecadores, consoladora de los afligidos, madre de España. Su quehacer es, sobre todo, espiritual. Y su basílica, en Zaragoza, es un lugar privilegiado de oración, donde sopla con fuerza el Espíritu.
5. La devoción al Pilar tiene una gran repercusión en Hispanoamérica, cuyas naciones celebran la fiesta del descubrimiento de su continente el día doce de octubre. Como prueba de su devoción a la Virgen, los numerosos mantos que cubren la sagrada imagen y las banderas que hacen guardia de honor a la Señora ante su santa capilla, testimonian la vinculación fraterna que Hispanoamérica tiene por el Pilar, con la patria española. Abierta la basílica durante todo el día, jamás faltan fieles que llegan al Pilar en busca de reconciliación, gracia y diálogo con Dios (LH).
6. La tradición, tal como ha surgido de unos documentos del siglo XIII que se conservan en la catedral de Zaragoza, se remonta a la época inmediatamente posterior a la Ascensión de Jesucristo, cuando los apóstoles predicaban el Evangelio. Se dice que el Apóstol Santiago el Mayor, hermano de San Juan e hijo de Zebedeo, vino a evangelizar a España.
7. Los documentos dicen que Santiago, "pasando por Asturias, llegó con sus nuevos discípulos a través de Galicia y de Castilla, hasta Aragón, Celtiberia, la la Cesaraugusta romana, hoy Zaragoza, en la ribera del Ebro. Allí predicó Santiago y, entre los muchos convertidos eligió a ocho hombres".
8. En la noche del 2 de enero del año 40, estando Santiago con sus discípulos junto al río Ebro, "oyó voces de ángeles que cantaban Ave, María, gratia plena y vio aparecer a la Virgen Madre de Cristo, de pie sobre un pilar de mármol". La Santísima Virgen, que aún vivía en carne mortal, pidió al Apóstol que le construyese allí una iglesia, en torno al pilar donde estaba de pie y prometió que "permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio".
9. Desapareció la Virgen y quedó allí el pilar. El Apóstol Santiago y los ocho testigos del prodigio comenzaron a edificar una ermita en aquel sitio. Santiago ordenó presbítero a uno de sus discípulos para servicio de la misma y le dio el título de Santa María del Pilar, antes de regresar a Judea. Fue la primera iglesia dedicada a la Virgen Santísima.
10. Muchos historiadores e investigadores defienden esta tradición basados en una serie de monumentos y testimonios que demuestran la existencia de una iglesia dedicada a la Virgen de Zaragoza. El más antiguo de estos testimonios es el sarcófago de Santa Engracia, que se conserva en Zaragoza desde el siglo IV, que representa, en un bajorrelieve, el descenso de la Virgen aparececiéndose al Apóstol Santiago.
11. Asimismo, hacia el año 835, Almoino, monje de San Germáin de París, redactó unos escritos en los que habla de la Iglesia de la Virgen María de Zaragoza, "donde había servido en el siglo III el gran mártir San Vicente", cuyos restos fueron depositados por el obispo de Zaragoza, en la iglesia de la Virgen María. También está atestiguado que antes de la ocupación musulmana de Zaragoza, en 714, había allí un templo dedicado a la Virgen.
12. La devoción del pueblo a la Virgen del Pilar está tan arraigada entre los españoles y desde épocas tan remotas, que el Papa permitió el Oficio del Pilar en el que se consigna la aparición de la Virgen del Pilar como "una antigua y piadosa creencia". El Papa Clemente XII señaló la fecha del 12 de octubre para la festividad de la Virgen del Pilar, pero ya desde siglos antes, en todas las iglesias de España y entre los pueblos hispanos, se celebraba la venida de la Madre de Dios en carne mortal.
13. Fue una venida extraordinaria de la Virgen, cuando todavía vivía en Palestina: "Con ninguna nación hizo cosa semejante", canta con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen. Ahí nace la vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea de Santiago de Compostela. Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de España.
14. El pilar o columna: la idea de la solidez del edificio-iglesia con la de la firmeza de la columna-confianza en la protección de María. La columna es símbolo y la "manifestación de la potencia de Dios en el hombre y la potencia del hombre con el poder de Dios". Es soporte de los sagrado y de la vida cotidiana. María, la puerta del cielo, la escala de Jacob, ha sido la mujer escogida por Dios para venir a nuestro mundo. En ella la tierra y el cielo se han unido en Jesucristo. Las columnas garantizan la solidez del edificio, sea arquitectónico o social. Quebrantarlas es amenazar el edificio entero. La columna es la primera piedra del templo, que se desarrolla a su alrededor; es el eje de la construcción que liga entre si los diferentes niveles. María es también la primera piedra de la Iglesia, el templo de Dios; en torno a ella, lo mismo que los apóstoles reunidos el día de pentecostés, va creciendo el pueblo de Dios; la fe y la esperanza de la Virgen alientan a los cristianos en su esfuerzo por edificar el reino de Dios.
15. Como en Ex 13, 21-22, una columna de fuego por la noche acompañaba al pueblo de Israel peregrino en el desierto, dirigiendo su itinerario. El pueblo ve en la Virgen del Pilar simbolizada "la presencia de Dios, una presencia activa que, guía al pueblo de elegido a través de las emboscadas de la ruta".
16. El Papa Juan Pablo II en 1984, al hacer escala en su viaje a Santo Domingo para iniciar la conmemoración del descubrimiento de América, reconoció a la Virgen del Pilar como "patrona de la hispanidad". Aumentó la devoción a la Virgen del Pilar el prodigio ocurrido en la guerra civil de 1936-1939, cuando las tres bombas que cayeron sobre el templo no estallaron en lo que muchos vieron un signo de la especial protección de la Virgen sobre las tropas nacionalistas. De toda España acudían peregrinos a pie a dar gracias a la Virgen por haberlos librado de los peligros de la guerra.
17. El día 12 de octubre de 1492, precisamente cuando las tres carabelas de Cristóbal Colon avistaban las desconocidas tierras de América, al otro lado del Atlántico, los monjes jerónimos cantaban alabanzas a la Madre de Dios en su santuario de Zaragoza, por lo cual, el 12 de Octubre día de la Virgen del Pilar, es también el día de la Raza.
18. Invoquemos su intercesión para que hoy libre a España de tantos errores, siembre la verdad, barra las mentiras, desbarate las intrigas, aleje para siempre la lacra del terrorismo, eleve el nivel ético y moral de los ciudadanos y purifique la fe de los creyentes y la haga operativa por la caridad y la práctica de las virtudes cristianas, enfervorice a los tibios y haga santos a los que ya son buenos.
JESÚS MARTÍ BALLESTER
4. 2004. EL PILAR DE NUESTRA FE
Por Jesús Martí Ballester
Betania retrasa un día su cambio. Se hará el miércoles día 13 ya que la Fiesta
de Nuestra Señora del Pilar es el día 12. Junto al formulario de la Misa del
Pilar, hemos querido dar este magnífico reportaje escrito por el sacerdote
valenciano –y colaborador habitual nuestro—Padre Martí Ballester. Esperamos que
sea del interés de nuestros lectores.
Frente a quienes ayer y aún hoy se avergüenzan, ignorantes o malvados, de la
gran, colosal evangelización de América, recordamos hoy nosotros aquella hazaña
de fe. Si sabemos interpretar los signos de los tiempos, leeremos que Dios se
valió de España para llevar la fe salvadora a pueblos innumerables, que hoy
permanecen fieles a ella y son la esperanza de la Iglesia, sobre todo en
vocaciones. Así lo ha reconocido Juan Pablo II, cuando dijo en su Mensaje al
Congreso Mariológico y Mariano celebrado en Huelva del 18 al 27 septiembre de
1992: "Los marinos intrépidos de Palos, de Huelva, de Moguer, de Lepe, que en el
nombre de Dios y de Santa María partieron del puerto de Palos, fueron
protagonistas de aquella gran epopeya que llegaría a cambiar la configuración
del mundo conocido y que, a la vez, abrió espacios insospechados a la expansión
del mensaje cristiano". Y el mismo Papa, en su viaje de enorme valor testimonial
a Santo Domingo, en la República Dominicana, es decir a la Española, primera
tierra descubierta por Colón, quiso asociar su persona y a la Iglesia, a la
celebración del V Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América;
para con su autoridad suprema de Papa, reconocer y enaltecer la gesta
evangelizadora de España. Hecho que hemos de agradecer de una manera especial
los españoles, tanto por su valor intrínseco, como por sus circunstancias, el
Papa tenía 72 años, y acababa de sufrir una grave operación quirúrgica.
LA CIVILIZACIÓN CRISTIANA
Escribió Garcilaso de la Vega, historiador natural de Cuzco, Perú, que "ofrecía
su historia para que se den gracias a Nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen
María, su Madre, por cuyos méritos e intercesión se dignó Dios sacar del abismo
de la idolatría a tantas y tan grandes naciones y reducirlas al gremio de su
Iglesia Católica Romana, la mayor cosa después de la creación del mundo, sacando
la encarnación y muerte del que los crió".
Los que propalaron la sinrazón de que España pidiera perdón a los americanos por
haberles liberado de sus ritos macabros hasta llegar a sacrificar cada día
muchachas para que el sol volviera a nacer al día siguiente, son los mismos que
pretenden hoy que nuestros niños y jóvenes crezcan en la ignorancia del barro
que les construye por dentro, desconozcan el pensamiento y el arte occidentales,
y el fabuloso legado moral sin el cual serían incompresibles conquistas como la
abolición de la esclavitud o la condena de la pena de muerte, sin enumerar
prolijamente los avances de la civilización que ha ido acumulando el
cristianismo. Privar a un muchacho de la religión es como despojarlo de su
filiación genética. La moral cristiana instituyó la piedad como regla de
conducta, el respeto y el amor al prójimo como pilares de nuestra convivencia.
¿Es lícito escamotear que Dios se hizo un hombre como nosotros, que proclamó el
bello poema de las bienaventuranzas, que impidió matar a pedradas a una mujer
adúltera y que le pidió agua a una mujer samaritana y le ofreció a cambio el
agua de la eternidad gloriosa con Él? ¿Y junto a esto, la creación de una nueva
cultura que ha inspirado las más eximias excelencias de nuestros artistas que
han trascendido los siglos, y que los hombres de mañana entren en el museo del
Prado o en los otros del mundo como papanatas? ¿Qué entenderán del Greco, de
Velázquez, de Zurbarán, de Giotto, del Tintoretto, del divino Morales y de
Rafael, de los grandes genios de la música y de la arquitectura, de Miguel
Ángel, de la poesía, qué de San Juan de la Cruz, qué de la Divina Comedia, de la
gran obra civilizadora de la Orden del Císter?... Europa, engendradora de
pueblos y patrocinadora del humanismo cristiano, como un árbol envejecidos, se
está convirtiendo a pasos agigantados en un tronco seco y sin sabia. Con sentido
excepcional de oportunidad este viejo Papa joven, dispuso celebrar en Roma el
Sínodo de los Obispos para afrontar la pérdida de fe de Europa.
Ante él, el cardenal belga Jan Pieter Schotte dijo que el principal desafío no
es un problema político o social sino el debilitamiento de la fe. Europa sufre
un problema de conocimiento de la fe y de su transmisión. Las familias se
sienten impotentes, las escuelas encuentran dificultades y en las parroquias se
nota menor presencia de fieles. Además, los medios de comunicación crean una
cultura no siempre religiosa. La respuesta al panorama incierto y oscuro fue el
tema de la asamblea: "Jesucristo viviente en su Iglesia, fuente de esperanza
para Europa". El Cardenal Rouco ha formulado este dilema fundamental: “O Europa
se convierte al Dios de nuestros padres, o se desarraiga de las raíces
espirituales de las que ha germinado el verdadero humanismo europeo. Nuestra
tarea como Iglesia es anunciar con obras y palabras al Dios vivo". Fuera de
Cristo no sabemos qué son Dios, la vida, la fe, ni nosotros mismos.
LA VIRGEN LA PRIMERA MISIONERA
La Virgen Naría fue la primera misionera que nos dejó en su Pilar el dedo
certero que nos señala de nuevo: "Haced lo que El os diga". Al celebrar la
fiesta de la Virgen del Pilar, proclamamos que María ha escogido el Pilar para
derramar sobre España sus bendiciones. Allí, los Reyes, los Capitanes, los
Héroes, han encontrado la fuerza para cumplir su misión providencial. "A los
tuyos les diste una columna llameante, guía para un camino desconocido"
Sabiduría 18,3. "El Señor les precedía de día en columna de nube para marcarles
el camino, y en columna de fuego de noche para alumbrarles" Génesis 13,21.
Así dice la historia que la Virgen los llevó como columna llameante por el
camino desconocido: El siete de octubre, Colón está inquieto ante las dudas y
peleas lógicas de aquellos noventa hombres, después de setenta días de
navegación, y con un problemático retorno. Poco después llegó la calma y se hizo
en el océano una gran bonanza. El día ocho, estaba el mar claro y sosegado y
eran los aires dulces y olorosos, como si fueran del mes de abril sevillano. El
día nueve durante toda la noche los navegantes oyeron volar pájaros. El día diez
vieron pasar grajos y papagayos.
El día once aumentaron los indicios. La noche fue una noche clara de luna y en
el aire y en el agua flotaba un ambiente de calma suave. De repente, sonó en la
Pinta un tiro de bombarda, y se oyó el grito triunfal y esperado: TIERRA. Lo
había dado Rodrigo de Triana. Eran dos horas después de la media noche. Y allí
hay noventa hombres de pie sobre el puente de las carabelas con los corazones
agitados por violenta emoción. Al amanecer apareció la lengua blanca de arena
del primer suelo americano. En España, las campanas de los conventos llamaban a
Maitines, y todo aquel día 12, la Iglesia de España rezaba a la Virgen del
Pilar. Era el día del desembarco y del Descubrimiento.
REZAR EN ESPAÑOL
Cuando un sacerdote, un cristiano llega a América y oye hablar y rezar en
nuestra propia lengua a Dios y a la Virgen, se le acelera el corazón, se le hace
un nudo en la garganta, y sus ojos lloran lágrimas de asombro, de gratitud, de
admiración y de fe. Y cuando en la Basílica de Guadalupe, todo el día abierta y
siempre llena de mexicanos, que más que rezar, hablan con la Virgen con un
hablar continuo, mezclado de sollozos, gritos, palabras ternísimas llenas de
íntima e ingenua confianza, muchos de ellos caminando de rodillas, arrastrando
los padres a sus pequeños, siente la gratitud y el gozo de ser español.
Me invitaron a comer unos amigos en Monterrey (México). A mitad de la comida, un
niño de unos diez años, guapísimo, puesto de pie, dijo: "Lo mejor del mundo es
que los españoles hayan venido a evangelizar a América. Me acordé de las
palabras de Jesús el domingo de Ramos a los sacerdotes del Templo que le pedían
que hiciera callar a los niños sus gritos y hosannas: ¿"No habéis leído en la
Escritura que de la boca de los niños has hecho brotar la alabanza"? (Mt 21,16).
Reunámonos hoy en oración comunitaria y eucarística, como los Apóstoles con
María en el Cenáculo, para dar gracias porque nos ha dado a su Madre, "que nos
protege en su tienda el día del peligro, y nos alza sobre la roca" Salmo 26. y
aclamemos a María, intacta en su virginidad, gloriosa en su descendencia y
triunfante en su asunción. Que ella sea nuestro gozo y la causa de nuestra
alegría.
5.
Comentario: Rev. D. Pablo Casas Alhama
(Tomares-Sevilla, España)
«Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan»
Hoy, con este breve Evangelio, notamos el sabor del pueblo sencillo que
—admirado por la figura de Jesucristo— se expresa de una forma espontánea por
boca de una mujer: «¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te criaron!»
(Lc 11,27). Este piropo que a través de Cristo se dirige a María, el Señor lo
acepta complacido, pero prefiere añadir algo: «Dichosos más bien los que oyen la
Palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28).
Se podría decir que se añade una nueva bienaventuranza, la de la Palabra, que
constituye al mismo tiempo un nuevo piropo a María Santísima, esta vez por parte
de su Hijo. Porque Ella fue la primera que escuchó y aceptó la Palabra de Dios
en el anuncio del Ángel con su “fiat” incondicional. Su «Hágase en mí según tu
palabra» (Lc 1,38) fue un asentimiento de fe que abrió todo un mundo de
salvación. Como dice san Ireneo, «obedeciendo, se convirtió en causa de
salvación para sí misma y para todo el género humano».
Esta bienaventuranza de la Palabra nos recuerda también aquel otro pasaje
evangélico, en el que Jesús llama familiar suyo a todo el que escucha la Palabra
de Dios y la pone en práctica: «Mi madre y mis hermanos son aquellos que oyen la
Palabra de Dios y la cumplen» (Lc 8,21).
María es Madre de la Iglesia. María es Madre de todos los que sinceramente
aceptan la Palabra de Dios e intentan cumplirla alegremente como hijos suyos. La
altura que la Virgen alcanza en la fe, mediante la escucha y la práctica de la
Palabra de Dios, la convierte en un claro ejemplo de fe para el discípulo de
Cristo. La figura de María nos enseña que creer en la Palabra de Dios
(escucharla y practicarla) supone un cambio radical en nuestra vida diaria
6. FLUVIUM 2004
Descubrir la Voluntad de Dios y vivirla
Celebramos la fiesta de la Virgen del Pilar, y tomamos ocasión de los versículos
de san Lucas que nos ofrece la Liturgia de la Iglesia, en la Misa de esta
fiesta, para meditar en la singular alabanza que Jesús hace de su Madre. Pues,
aunque pareciera que Nuestro Señor rectifica a la mujer que desea proclamar de
modo expreso y públicamente la excelencia de María, el Señor más bien declara
–del mejor modo posible, por cierto– la razón profunda por la que Ella, su
Madre, merece, antes que ninguna otra persona, esa alabanza.
No es su maternidad, en el sentido biológico de la expresión –el vientre que te
llevó y los pechos que te criaron–, tal como expresa la mujer del pueblo, la
razón profunda de la excelencia de la Madre de Dios. Sin duda, el cuerpo de
María ha sido el más perfecto de los cuerpos humanos, después del de su divino
Hijo. Pero la maravilla de María está ante todo en su espíritu, pues no es lo
corporal lo que caracteriza de modo específico al ser humano. Siendo María toda
la hermosura y plenitud física que puede ser pensada en una mujer, sin embargo,
si es en verdad la bendita entre todas mujeres, según proclama de ella Isabel,
su prima, se debe a que es la llena de Gracia, en palabras de Gabriel.
La Gracia de Dios, que Santa María tiene en plenitud, supone una sintonía con el
Creador máxima en Nuestra Madre: la mayor identificación y unión con Dios que es
posible en una criatura. Santa María debe su excelencia, no tanto a lo que
–podríamos decir– tiene como propio de Ella misma. Cualquier cualidad personal
de María, siendo humana, y corporal en este caso, posee un valor necesariamente
relativo por ser criatura. La Madre de Dios es ciertamente maravillosa sobre
todo en su alma: su ser está en todo momento en máxima sintonía con Dios. Su
entendimiento, su imaginación, su memoria, sus afectos, sus ilusiones, todo su
esfuerzo; en suma, toda su capacidad de pensar y de amar, se dirige de continuo
a Él. Lo demás –lo que no es Dios–, siendo efecto de la creación, María lo
contempla como realidades que manifiestan la gloria divina y, en el caso de las
personas, como criaturas con capacidad de darle gloria en el ejercicio de su
libertad. Las cosas, en sentido estricto, propiamente no pueden ser buenas o
malas, ya que no tienen capacidad moral al no ser libres; las personas, en
cambio, nos definimos respecto a Dios en cada momento por nuestras acciones
libres. Según sea nuestra actitud respecto a Dios, somos buenos o malos.
La alabanza de Jesús corresponde, por tanto, antes que nada a su Madre.
Bienaventurados más bien los que escuchan la palabra de Dios y la guardan, dice
el Señor. María "escuchaba" de continuo la voz de su Creador. A cada paso se le
manifiesta su querer nítidamente, porque no tiene más interés que descubrir la
voluntad de Dios para sí misma, para el mundo, para los hombres. Su exquisita
sensibilidad sobrenatural, siendo la llena de Gracia, le hace captar ante todo
lo que Dios espera en cada instante: en aquello que le afecta personalmente de
modo directo, y en las otras situaciones del mundo de las que tiene noticia.
María es la que escucha a Dios por antonomasia. La que descubre el querer divino
–siempre amoroso por lo demás– para cada instante: nada la distrae de Dios y así
puede agradarle en todo, mientras nos esforzamos, con renovado tesón, en el
trabajo fue implantado el Reinado de Dios en el mundo.
Haber descubierto la Voluntad de Dios, de nuestro Creador y Señor, reclama del
hombre un empeño por identificarse con esa Voluntad con todas las fuerzas. Nada
de lo que reconocemos como querer divino nos debe resultar indiferente. El buen
cristiano vibra en deseos de ver establecida la voluntad divina por todas
partes: hágase tu Voluntad en la tierra como en el cielo, rezamos muy
frecuentemente. Nos consume esa impaciencia, mientras vemos que no son las cosas
a nuestro alrededor como las quiere Dios. Y pedimos perdón por los que no saben
valorar ese Señorío y Amor divinos que debe establecerse de modo universal.
Sabemos por la fe que el destino del mundo es inseparable de un triunfo
clamoroso y glorioso de Dios ante toda la creación. Diríamos, entonces, que la
Voluntad de Dios está llamada a triunfar indudablemente: es omnipotente, como
Dios mismo. Por otra parte y en otro sentido, la Voluntad de Dios ha quedado
encomendada, en algunos aspectos, como una tarea para el hombre. Decimos, por
esto, que debemos cumplir la Voluntad de Dios. Ya que gozamos de capacidad de
opción en tantas manifestaciones del comportamiento humano, debemos configurar
nuestra vida –entendida como tarea que vamos actualizando segundo a segundo– con
ese querer divino que podemos descubrir. También a cada paso, levantando los
ojos del espíritu hacia Dios, descubrimos lo que espera Nuestro Señor de
nosotros hoy y ahora, lo que más le agrada entre las varias opciones que se nos
presentan. Amarle consiste, desde luego, en escoger aquello que nos "pide",
aunque tal vez nos pueda costar, no sea lo más fácil o lo que más apetece.
Si en María nada distrae de Dios su entendimiento; si, persuadida de su pequeñez
y de la grandeza de su Creador, únicamente piensa en Él, y en el mundo que debe
manifestar su gloria, de modo particular en la vida de los hombres; de modo
semejante sucede con su voluntad. La Madre de Dios es, asimismo, la que guarda
por antonomasia la divina palabra, la Voluntad de Dios. He aquí la esclava del
Señor, declaró ante el arcángel, manifestando así lo que sería el programa de su
completa existencia. La vida de María se consuma, pues, plenamente en la
condición que su divino Hijo exige a los Bienaventurados, que escuchan la
palabra de Dios y la guardan.
Sigamos el consejo de san Josemaría: Invoca a la Santísima Virgen; no dejes de
pedirle que se muestre siempre madre tuya: "monstra te esse Matrem!", y que te
alcance, con la gracia de su Hijo, claridad de buena doctrina en la
inteligencia, y amor y pureza en el corazón, con el fin de que sepas ir a Dios y
llevarle muchas
7. DOMINICOS 2004
No hay otro evangelio que el de Cristo
Saludemos a la Virgen Maria, Madre de la Hispanidad, Señora nuestra, con dos
estrofas del himno de Laudes:
Esa columna sobre la que posa leve
sus plantas tu pequeña imagen,
sube hasta el cielo: es puente,
escala, guía de peregrinos.
Abre tus brazos virginales, Madre,
vuelve tus ojos misericordiosos,
tiende tu mano, que nos acogemos bajo tu amparo.
La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Primer libro de las Crónicas 15, 3-4.15-16: el Arca y su Templo.
“En aquellos días, David congregó en Jerusalén a todos los israelitas para
trasladar el arca del Señor al lugar preparado. Reunió también a los hijos de
Aarón y a los levitas.
Los levitas se echaron los varales a los hombros y levantaron el arca de Dios,
como mandó Moisés... Metieron el arca de Dios y la instalaron en el centro de la
tienda que David había preparado...”
Hechos de los apóstoles 1, 12-14: oración eclesial con María
“Después de subir Jesús al cielo, los apóstoles se volvieron a Jerusalén, desde
el monte que llaman de los Olivos... Llegados a casa, subieron a la sala donde
se alojaban: Pedro, Juan, Santiago, Andrés... Todos ellos se dedicaban a la
oración en común, junto con algunas mujeres, entre ellas María, la madre de
Jesús, con sus hermanos”
Evangelio según san Lucas 11, 27-28: exaltación de María.
“En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a las gentes, una mujer de entre el
gentío levantó la voz diciendo: Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que
te criaron! Pero él repuso: Mejor, ¡dichosos los que escuchan la palabra de Dios
y la cumplen!”
Reflexión para este día
Exultación y piedad mariana.
En la celebración de la fiesta del Pilar, reflexionemos sobre dos símbolos: ‘la
columna’ y el ‘grito de fe’.
La columna: Como canta el himno, en el simbolismo de la “columna” , sobre la que
posa sus pies la Madre de Dios y Madre nuestra, están los valores marianos de
puente, escala y guía.
Entendamos en esas expresiones que por el amor a María (reconocida por nosotros
en la fe, admirada en su grandeza, y venerada en su culto como Madre del
Redentor) accedemos a Cristo, y con su gracia nos vamos elevando en el camino de
la santidad.
Maria es para nosotros la “maestra de vida” en cuyo regazo aprendemos lecciones
supremas de amor y cruz.
Grito de fe: En la voz de una mujer que aclama a Cristo, aclamando a la madre
que le concibió y crió, está representado todo el pueblo creyente que no se
contenta con el silencio, la oración privada, el canto a la pequeñez de la
Esclava del Señor, sino que reclama el honor y gloria que la Virgen se merece de
quienes confesamos que Jesús es el Hijo de Dios, Redentor nuestro.
Toda la grandeza de María, en la Historia de la Salvación, procede de su
singularísima condición de Madre de Dios encarnado. Aceptémoslo en fe,
acojámoslo con devoción de corazón, vivamos conforme al ejemplo de fidelidad que
nos ha dado, y digamos con la Iglesia:
Al celebrar ahora la solemnidad del Pilar, te alabamos, Señor, con los ángeles y
arcángeles, y con todos los coros celestiales, cantando sin cesar tu gloria.
8. CLARETIANOS 2004
Queridos amigos y amigas:
Hoy se celebra la fiesta de Ntra. Sra. del Pilar. Ella, “Mujer libre”, que
escucha la palabra de Dios y la cumple. Santa María del Pilar es para su pueblo,
para sus hijos e hijas, Columna, Cimiento, B ase, Apoyo... en todas sus
necesidades. A Ella acudimos cuando nos tambaleamos en cualquier circunstancia
de la vida. Cuando nos encontramos “apurados”. Cuando vamos a dar un paso y nos
sentimos desprovistos. ¡Ah! Pero, ¿sólo acudimos en la necesidad? Pues resulta
que somos eternos necesitados. En todo momento, peregrinos aún por este mundo,
somos “indigentes de la fe”. Con este sentimiento os invito hoy a orar con esta
oración del Papa Juan Pablo II:
«Doy fervientes gracias a Dios por la presencia singular de María en esta tierra
española donde tantos frutos ha producido. Y quiero encomendarte, Virgen
santísima del Pilar, España entera, todos y cada uno de sus hijos y pueblos, la
Iglesia en España, así como también los hijos de todas las naciones hispánicas.
¡Dios te salve, María, Madre de Cristo y de la Iglesia! ¡Dios te salve, vida,
dulzura y esperanza nuestra! A tus cuidados confío [...] las necesidades de
todas las familias de España, las alegrías de los niños, la ilusión de los
jóvenes, los desvelos de los adultos, el dolor de los enfermos y el sereno
atardecer de los ancianos. Te encomiendo la fidelidad y abnegación de los
ministros de tu Hijo, la esperanza de quienes se preparan para ese ministerio,
la gozosa entrega de las vírgenes del claustro, la oración y solicitud de los
religiosos y religiosas, la vida y el empeño de cuantos trabajan por el reino de
Cristo en estas tierras. En tus manos pongo la fatiga y el sudor de quienes
trabajan con las suyas; la noble dedicación de los que transmiten su saber y el
esfuerzo de los que aprenden; la hermosa vocación de quienes con su conciencia y
servicio alivian el dolor ajeno; la tarea de quienes con su inteligencia buscan
la verdad. En tu corazón dejo los anhelos de quienes, mediante los quehaceres
económicos procuran honradamente la prosperidad de sus hermanos; de quienes, al
servicio de la verdad, informan y forman rectamente la opinión pública; de
cuantos, en la política, en la milicia, en las labores sindicales o en el
servicio del orden ciudadano prestan su colaboración honesta en favor de una
justa, pacífica y segura convivencia. Virgen Santa del Pilar: aumenta nuestra
fe, consolida nuestra esperanza, aviva nuestra caridad. Socorre a los que
padecen desgracias, a los que sufren soledad, ignorancia, hambre o falta de
trabajo. Fortalece a los débiles en la fe. Fomenta en los jóvenes la
disponibilidad para una entrega plena a Dios. Protege a España entera y a sus
pueblos, a sus hombres y mujeres. Y asiste maternalmente, oh María, a cuantos te
invocan como Patrona de la Hispanidad. A sí sea.»
Que Santa María del Pilar esté en nuestros labios y en nuestro corazón.
Vuestro hermano en la fe,
Luis Ángel de las Heras, cmf (luisangelcmf@yahoo.es)