SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ (Edith Stein)
1. CLARETIANOS
Hagamos una encuesta rápida. ¿Cuántos sabíais que hoy celebramos la fiesta de Santa Teresa Benedicta de la Cruz? ¿Qué no os suena mucho este nombre? ¡Pues es el que escogió Edith Stein, la judía convertida al cristianismo, cuando se hizo carmelita! No dejéis de acercaros a la semblanza de su vida porque necesitamos familiarizarnos con los santos de nuestro recordado siglo XX. Necesitamos saber cómo se puede ser santo en tiempos de la fenomenología, del invento de la radio, del surgimiento de los totalitarismos y de la eclosión de la segunda guerra mundial. Necesitamos acercarnos al evangelio, no de manera abstracta, sino "hecho vida" en los hombres y mujeres en los que la gracia de Dios brilla de manera singular.
En el fragmento que leemos hoy vuelve a aparecer la invitación de Jesús a no tener miedo. Parece que es el tema central de esta semana. Apareció el lunes (cuando el relato del Jesús que camina sobre las aguas). Volvió a aparecer el martes (cuando el Jesús transfigurado se dirige a sus discípulos). Y aparece hoy por tercera vez. No me gusta dejarme llevar por la magia de los números, pero tres veces en una semana es mucho, ¿no? Edith Stein experimentó que nunca es suficiente porque estamos continuamente amenazados. Hay miedos que surgen de nuestra bodega inconsciente y tienen que ver con experiencias negativas del pasado. Hay miedos que provienen del contexto en el que vivimos. Hay miedos que se refieren al futuro porque lo vemos incierto. Todos los miedos han sido derrotados en la cruz de Jesús. En ella Jesús se ha declarado a favor nuestro delante de su Padre celestial.
Necesitamos
meditarlo con calma.
Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)
2. DOMINICOS 2003
Santa Benedicta de
la Cruz (Edith Stein)
Carmelita, sabia, mártir y santa
Edith Stein era el nombre de la niña judía. Convertida al cristianismo e
incorporada al Carmelo, se llamó Teresa Benedicta. Nació en Breslavia en 1891,
de padres judíos de fe profunda. Cursó humanidades y Filosofía en Breslavia.
Después se trasladó a Gottinga, donde compartió estudios con varios filósofos de
relieve y se hizo discípula de Husserl, cuya filosofía le encantaba. A partir de
1917, por conversaciones y lecturas espirituales fue percibiendo la grandeza del
misterio de Cristo, y en 1922 recibió el bautismo.
Ejerció la docencia durante unos diez años y, al mismo tiempo, se fue
compenetrando con la espiritualidad carmelitana de Santa Teresa y con la
espiritualidad benedictina. En 1934 recibió el hábito del Carmen. Entregada a
Dios totalmente, en medio de las persecuciones que padecían los judíos, se fue
ofreciendo a sí misma como víctima de expiación. Moría con los que morían,
sufría con cuantos sufrían, y por todos oraba ante el Señor.
En 1942 fue arrestada por la Gestapo y llevada con otra hermana suya a los
campos de concentración de Auschwitz, donde fue asesinada.
¡Qué horrores comete la humanidad obcecada! De Edith Stein, Teresa Benedicta,
nos han quedado páginas extraordinarias de vida, de pensamiento, de amor, de
entrega. Canonizada por Juan Pablo II en 1988, fue proclamada co-patrona de
Europa con santa Brígida y santa Catalina de Siena.
ORACIÓN:
Señor, Dios nuestro, por tu gracia, nuestra hermana en la historia y en la fe,
Teresa Benedicta, abrazó en un solo haz las riquezas del saber humano, de la
sabiduría de la fe, de la experiencia del sufrimiento, del camino de la cruz y
martirio; concédenos ser imitadores suyos en el servicio a la verdad en la
caridad y en el sacrificio. Amén.
Palabras de fortaleza
Libro del eclesiástico 51, 1-12:
“Te doy gracias, Señor y rey mío. Te alabaré, Dios de mi salud, y confesaré tu
nombre, porque has sido mi protector y mi socorro. Tú libraste mi cuerpo de la
muerte y mi piel del poder del sepulcro. Me libraste de la maledicencia pública,
del azote de la lengua calumniosa, y contra mis adversarios fuiste mi socorro...
Estaba mi alma al borde de la muerte, y mi vida próxima al profundo sepulcro...,
pero me acordé de ti, Señor, de tu misericordia...”
El eclesiástico pone de relieve la experiencia del alma que, hallándose en
momentos difíciles, encuentra en Dios el apoyo, la gracia, la animación. Somos
débiles y solamente con la fuerza del Poderoso nos mantenemos en paz y
equilibrio.
Evangelio según san Mateo 10, 28-33:
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles: No tengáis miedo a los que matan el
cuerpo, pero no pueden matar el alma. No, temed al que puede destruir con el
fuego alma y cuerpo. ¿No se venden un par de gorriones por unos cuartos? Y, sin
embargo, ni uno solo cae al suelo sin que los disponga vuestro Padre. Pues
vosotros, hasta los cabellos de la cabeza los tenéis contados. Por eso, no
tengáis miedo; no hay comparación entre vosotros y los gorriones. Si uno se pone
de mi parte ante los hombres, yo también me pondré de su parte ante mi Padre del
Cielo...”
Paradojas y verdad: nos amenazan y matan el cuerpo, pero vivimos en Dios;
parecemos abandonados a nuestra mala suerte, pero Dios cuida de nosotros; somos
atraídos por los intereses del mundo, pero ellos serán nuestra ruina eterna.
Sólo Dios entiende y salva.
Momento de reflexión
Edith Stein: Sangre de mártir, magisterio de amor.
Es consolador hablar de una santa de nuestro tiempo. A veces miramos al lejano
pasado buscando ejemplares de vida en Dios, como si en el siglo XX o XXI no
tuviéramos fieles discípulos del Crucificado.
Juan Pablo II, con la multiplicación de beatificaciones y canonizaciones, ha
querido poner al día la gloria de los hijos de Dios que entregaron su vida en
oblación de amor. Ante esa nueva multitud que ha subido a los altares, uno tiene
que recordar a los ciento cuarenta mil de cada Tribu que siguen al Cordero.
Edith Stein es uno de ellos, y bien significativo: por su procedencia de familia
judía íntegra y piadosa, por su relevante dedicación a la cultura y a la
enseñanza, por su elevación de la sabiduría humana a la sabiduría de la fe, por
su oblación sincera y total a Dios y a los hermanos/as desde el silencio de la
contemplación. Mirémonos en ella como en un espejo de verdad en caridad.
Recordemos algunas palabras hechas vida por Teresa Benedicta:
“La esencia del ser cristiano no es el saber, sino el amor. Dios es amor. Por
ello, ser sostenidos por Dios es estar encendidos en el amor”.
“Pienso que el Señor ha tomado mi vida para todos”.
“Nadie se puede imaginar siquiera lo importante que es para mí cada mañana,
cuando acudo a la capilla, repetirme, elevando la mirada al crucificado y a la
imagen de la Virgen: estos eran de mi sangre”.
“He recibido el nombre que he pedido: Teresa Benedicta de la Cruz. Bajo la Cruz
había comprendido el destino del pueblo de Dios... Hoy comprendo mejor qué
quiere decir ser esposa del Señor en el signo de la cruz”.
3.
Comentario: Rev. D.
Fidel Catalan i Catalan (Cardedeu-Barcelona, España)
«No tengáis miedo»
Hoy celebramos la fiesta de santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein,
patrona de Europa. Ella vivió con coraje su conversión desde el judaísmo a la
Iglesia Católica, y también con valentía afrontó el martirio durante la II
Guerra Mundial. En diversas ocasiones, el Evangelio hace referencia a la
expresión «No tengáis miedo». En la mayor parte de ocasiones, lo hace en
momentos que revisten una importancia especial. Recordemos, únicamente como
botón de muestra significativo, la Anunciación a la Virgen María, Madre de Dios.
Dicha expresión muestra más una exhortación positiva que una actitud negativa.
Los textos inmediatamente anteriores de Mateo (que hemos leído en los días
anteriores) han mostrado la misión de los discípulos no exenta de dificultades y
persecuciones. El texto de hoy es más bien una invitación a la auténtica
esperanza. El verdadero discípulo ha de ser una persona intrépida, audaz.
Detrás de estos términos se puede encontrar aquello que la Iglesia ha formulado
con el nombre de “santo temor de Dios”, que es uno de los siete dones del
Espíritu Santo. El Evangelio de hoy presenta algunas características de este
don. No se trata del miedo propiamente dicho, sino de la manera cómo vivir la
relación con Dios.
Si Él, que es Padre, vela por los seres humanos de un modo más sublime que el
cuidado providente que tiene por los pájaros (cf. Mt 10,29.31), la relación que
establece con la criatura más excelente es sobremanera más fuerte todavía. El
temor de Dios hace vivir esta relación con respeto, con confianza, con la
exigencia y la responsabilidad de aquel que sabe que el propio Jesús lo
reconocerá ante el Padre.
El verdadero discípulo vive animado por esta relación que tiene sentido si es
auténtica. Y la verdadera autenticidad se mide por la parte humana, pues por
parte divina ya está presente con creces. Los santos ayudan a expresar y vivir
esta relación basada en el santo temor de Dios. Hoy, el recuerdo de santa Teresa
Benedicta de la Cruz la hace presente. Ella buscó y, una vez la encontró,
permaneció en esta relación fundante.
4. DOMINICOS 2004
Santa Teresa
Benedicta (Edith Stein)
Teresa Benedicta de la Cruz (1891-1942), nativa de Breslavia, era séptima hija
de un matrimonio judío de fe profunda. Muerto muy pronto el padre, su madre
dirigió con gran espíritu su vida y formación. Incorporada en su juventud a la
universidad, primero como alumna y luego como docente, se relacionó con muchos
pensadores de alto nivel.
Tras varios años de dedicación a la filosofía e investigación, e inmersa en
duras experiencia de la vida, el Espíritu de Dios le llevó a descubrir que otras
almas –turbadas o serenas, afligidas o consoladas- encontraron la definitiva
orientación de su existencia en Cristo Jesús y en su cruz, y ella también se
puso en manos del Padre, hambrienta de luz y de amor divinos; y en 1922 pidió el
bautismo, a pesar de las incomprensiones de los suyos.
Desde aquel momento se sintió intensamente atraída hacia una forma especial de
ofrenda de sí misma: la consagración religiosa; y en 1933 ingresó en el Carmelo
de Colonia donde día a día su mente y su corazón se fueron haciendo más
sensibles y próximos al Corazón de Dios, constituido en centro único de su
existencia.
En 1942, año de cruel persecución nazi contra los judíos, la Gestapo alemana
asaltó el monasterio de Echt, Holanda, donde residía, y la arrestaron. Allí
comenzó su calvario y martirio, hasta la consumación de su entrega de la vida en
el campo de concentración de Auschwitz el 9 de agosto de l942. Ese día un ángel
voló al cielo, donde tenía preparada su morada.
Supliquemos al Señor y a nuestros hermanos, los hombres, que no haya más
persecuciones religiosas, más ofensas a la dignidad humana, más desprecio a las
personas.
La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Profeta Ezequiel 1, 2-5.24-2,1:
“Era el año quinto de la deportación del rey Joaquín... Entonces vino la palabra
del Señor a Ezequiel...: ’La mano del Señor se apoyó sobre mí’, y sentí que
venía del norte un viento huracanado... En medio de la tormenta aparecía la
figura formada por cuatro seres vivientes, que tenían forma humana... Oí el
rumor de sus alas... Y sobre una plataforma construida sobre las cabezas de los
cuatro vivientes... sobresalía una figura que parecía un hombre... Era para mí
la aparición visible de la gloria del Señor.
Al contemplarla, caí rostro a tierra”
Evangelio según san Mateo 17, 21-26:
“Mientras Jesús y sus discípulos recorrían Galilea, él les dijo: Al Hijo del
hombre lo van a entregar en manos de los hombres; lo matarán; pero resucitará el
tercer día. Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los cobradores de las dos dracmas de impuestos,
preguntaron a Pedro: vuestro Maestro, ¿no paga las dos dracmas? Contestó: sí.
Y cuando llegaron a casa, Jesús le dijo a Pedro: Simón, los reyes de este mundo
¿a quién cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños? Pedro le
respondió: a los extraños.
En ese caso, le dijo Jesús, los hijos estamos exentos. Pero, para no dar mal
ejemplo, echa el anzuelo, coge el primer pez y ábrele la boca, y encontrarás una
moneda de plata. Paga por ti y por mí”
Reflexión para este día
Sea nuestra vida una bendición
El mundo en que vivimos no va a cambiar en sus juegos de egoísmo, pasiones
turbias., generosidades y libertades. No tenemos poderes para transformarlo. Y,
si queremos hacer en él algo valioso, hemos de partir de esa realidad y tratar
de superarla, mejorarla, en cuanto esté a nuestro alcance, que siempre será
poco.
Cada cual (y, a ser posible, muchos) habríamos de empeñarnos en abrir y hacer
camino para que otros sigan por él con bondad y sin odios, con esperanzas y sin
titubeos, con perdón y sin venganzas.
Para ello, abandonemos los tortuosos y engañosos senderos de la muerte, del
egoísmo, del bienestar fácil, de las concupiscencias mal domadas, de la
adoración de nosotros mismos, y del dinero...: y emprendamos la ascensión hacia
la cumbre de una vida en gracia, generosidad, sacrificio, alegría en el bien de
todos, adoración a Dios y servicio generoso a los hermanos...
Sírvanos de ejemplo la sorprendente y maravillosa vida de Edtih Stein, para
quien la cultura era su encanto, la filosofía era cierta pasión deleitosa, y el
amor y la amistad eran su ofrenda a los demás. Ella encontró a Cristo, y todo le
pareció que eran migajas de felicidad comparadas con la grandeza de su único
amor.