1. CLARETIANOS 2002
Os lo advertí ayer y, ya se sabe, que "quien avisa no es traidor". Tenemos una semana poblada de santos. Hoy le toca el turno a Santa Brígida. No se trata de una memoria de segunda fila. ¡Estamos hablando de la fiesta de una de las patronas de Europa, la que representa su alma nórdica!
Ahora vamos a detenernos en los textos que se nos proponen para interpretar evangélicamente su vida. El de la carta a los gálatas 2, 18-20 ha sido uno de los textos favoritos de muchos santos. Expresa como pocos el objetivo al que aspira todo seguidor de Jesús: no sólo parecerse a él sino transformarse en él. Esto suena muy fuerte. Lo podemos entender mejor acercándonos al contexto de la carta de Pablo. Unos versículos antes, Pablo está hablando de uno de sus temas preferidos: la salvación por la fe en Jesucristo y no por el cumplimiento de la ley. Quien acepta esta salvación gratuita queda incorporado misteriosamente a la crucifixión de Cristo. En ella se borran nuestros pecados y se nos concede el don de la gracia y de la libertad. Entonces dejamos de ser nosotros (con nuestra autosuficiencia) y empezamos a ser Cristo, porque él nos incorpora a su misterio de salvación.
El texto de Juan 15, 1-8 sobre
la alegoría de la vid presenta,
desde otra perspectiva, esta misma realidad de la unión vital entre Cristo y el
creyente. La alegoría de la vid está cargada de resonancias bíblicas (cf Jr
2,21; Is 5,27). Lo que el autor del evangelio quiere subrayar es que la
salvación no se produce de modo mágico, mediante artimañas externas, sino por la
incorporación vital a Cristo, en quien el creyente debe "permanecer". De aquí
nace un nuevo sentido en nuestras vidas. Podemos dar fruto abundante, no en
virtud de nuestras cualidades, sino por la transmisión de vida que se produce
cuando estamos unidos a la Vida, porque -como dice Jesús- "sin mí no podéis
hacer nada".
Gonzalo Fernández , cmf (gonzalo@claret.org)
2. DOMINICOS 2003
Orden de las Brígidas
En el siglo XIV, 1303-1373, santa Brígida fue un personaje relevante de la
sociedad y de la Iglesia Católica.
Nació en hogar de familia muy noble, en Suecia. Y apenas tuvo infancia. Siendo
aún niña, la casaron con el príncipe Ulf Gudmarson. Por fortuna, ambos formaron
un matrimonio feliz cuyo fruto fueron ocho hijos: cuatro niños y cuatro niñas.
Era piadosa y andariega. De la mano de su marido, en 1341/42 hizo la
peregrinación a Santiago de Compostela, al modo como la hacían millares de
peregrinos. Y se sintió feliz de haberla hecho.
Muerto su marido, todo cambió. Ella cumplía sólo 41 años, y se sintió
intensamente atraída, ganada por Dios, para colaborar en la reanimación de la
vida de la Iglesia, de la vida consagrada y de la vida en caridad. Para
responder a esa llamada, fundó una orden de corte monástico con sección femenina
y masculina, en honor de la Madre de Dios: la Orden de las Brígidas. Su Regla,
decía la santa, estaba revelada por Dios.
Por el año 1349, tiempo de la peste negra, dos acontecimientos influyeron en su
vida: una visión de Cristo, en la que ella creyó entender que se le aclaraban
numerosas cuestiones de doctrina cristiana, y la decisión de marchar de Suecia a
Roma para dedicarse allí a la gloria de Dios, a sus fundaciones y a la caridad.
Llevada de santo celo por la vida cristiana y la reforma eclesial, escribió
numerosos libros con Cuestiones, Revelaciones, y Reglas; libros que en su tiempo
inquietaron a gobernantes, teólogos y espiritualistas. Hoy se leen con
‘comprensión’.
Su peculiar visión femenina de la vida de Dios y en Dios, en Cristo y con
Cristo, y con María, han servido y siguen sirviendo para suscitar nuevas
lecturas de la vida religiosa, no exentas de dificultades; éstas poco a poco se
han ido soslayando.
Tras siglos de incertidumbre sobre aceptación o rechazo de algunos de sus puntos
de vista doctrinales, Juan Pablo II en 1999 la proclamó copatrona de Europa con
santa Catalina de Siena y santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) .
ORACIÓN:
Señor, Dios nuestro, Tú manifestaste a santa Brígida la necesidad de reformar la
Iglesia y la sociedad conforme al espíritu de Cristo, tu Hijo, y le pediste que
ofreciera por ello su vida; concédenos que también nosotros ser hoy dóciles
instrumentos de tu voluntad salvífica en este mundo falto de amor. Amén.
3. CLARETIANOS 2003
En el sur de Europa solemos creer que los países escandinavos hace décadas que se han desenganchado de las raíces cristianas y viven en una cultura completamente secularizada. Esto no es del todo verdad, aunque algunas estadísticas apunten en esta dirección. Quizá porque fueron países en los que se produjo un desenganche más temprano, son también países en los que se están dando síntomas de “otra cosa”. Santa Brígida, cuya memoria celebramos hoy, viene del Norte. Ella es patrona de Europa porque representa una manera peculiar de iluminar las vicisitudes de este pequeño continente desde su experiencia de la pasión de Cristo.
Fue una santa viajera. Desde su Suecia natal peregrinó a Compostela, a Roma y a Tierra Santa, los tres lugares de referencia religiosa en el Medioevo. Habló a las autoridades civiles y eclesiásticas. Fustigó la corrupción. Nadie, ni siquiera el Papa, se vio libre de sus admoniciones. Quizá hoy no se toleraría una santa tan “incómoda” como Brígida. Pero su unión a Jesús fue y es la garantía de su fruto abundante.
He aquí una de las oraciones que le dirigía:
¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón,
a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia
me sirvan de pan, día y noche.
Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos.
Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua.
Y que mi conversación Os sea agradable.
Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable,
que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso;
y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.
Gonzalo (gonzalo@claret.org)
4. DOMINICOS 2004
Santa Brigida, Patrona de Europa
Invocación a santa Brígida, copatrona de Europa:
Señor, Dios nuestro, tú manifestaste a santa Brígida secretos celestiales
mientras meditaba la pasión de tu Hijo, concédenos a nosotros, tus siervos, que
vivimos preocupados por la formación de una Europa que sea fiel a su historia,
que nos mantengamos, como ella, fieles a tu Espíritu, y gozoso de alcanzar día a
día convivencia en amor, justicia y paz. Amén.
La luz de Dios y su mensaje en la Biblia
Carta a los Gálatas 2,14-20:
“Hermanos: Dios me libre de gloriarme, si no es en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo, en la cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el
mundo... Para la ley yo estoy muerto, porque la ley me ha dado muerte. Pero así
vivo para Dios. Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, mas no soy yo, es Cristo
quien vive en mí. Y mientras vivo en esta carne, vivo de la fe en el Hijo de
Dios, que me amó hasta entregarse por mí”
Evangelio según san Juan 15, 1-8
“En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy la vid verdadera y mi Padre
es el viñador. A todo sarmiento que no da fruto, lo arranca; y a todo el que da
fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado. Permaneced en mí
y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece unido a
la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí.
Yo soy la vida, vosotros los sarmiento; el que permanece en mí y yo en él, ésa
da fruto abundante...”
Reflexión para este día
Vivir en el Espíritu de Cristo
Nuestra reflexión en este día quiere tener presente el momento histórico,
cultural, religioso y social en que vivimos los pueblos de Europa, hallándonos
todos necesitados de valores que nos hagan más prudentes, sensatos, cordiales,
amigables.
Son días de ‘globalización’ los nuestros, en los que aparentemente ‘todos
estamos unidos y comprometidos en los mismos afanes’. Pero ¡qué engaño encierran
esas palabras!
Más de la mitad de la humanidad sufre hambre alarmante, mientras otra mitad
presume de riqueza.
Más de la mitad casi no tiene voz en el gobierno del mundo, mientras unos pocos
imponen su ley con injusticia;
Más de la mitad pasa por profunda crisis de orientación religiosa en su vida,
mientras que unos pocos profetas no son escuchados en su verdad y denuncia
salvífica...
Y esta misma vieja Europa, que va acrecentando con más familias y pueblos, se
debate entre concepciones egoístas y altruistas, capitalistas y sociales,
indiferentes y religiosas, agnósticas y cristianas...
Pidamos en nuestra celebración litúrgica que crezcamos todos en intensidad de
vida espiritual, uniéndonos fuertemente a la vid, Cristo, única fuente que es
capaz de alimentarnos a todos con su verdad y de traernos justicia, amor y paz.
5. Isaac de Santa Estela (hacia 1171) monje
cisterciense. Sermón 15, 5-8
La parábola de la viña
Confieso que tengo todo el respeto por la explicación que ve en la parábola de
la viña a la Iglesia universal, la viña de Cristo. Los sarmientos de los
cristianos, el agricultor y padre de familia, el Padre celestial, el día sin
ocaso o la vida del hombre, las horas, las edades del mundo o la persona humana,
el lugar de la actividad humana misma.
Sin embargo, personalmente, me gusta considerar mi alma y también mi cuerpo, es
decir, toda mi persona como una viña. No debo de abandonarla sino trabajarla,
cultivarla para que no la ahoguen los brotes o raíces extraños, ni se vea
agobiada por los propios brotes naturales. Tengo que podarla para que no se
forme demasiada madera, cortarla para que dé más fruto. Sin falta tengo que
rodearla de una valla para que no la pisoteen los viandantes y para que el
jabalí no la devore. (cf Sal 80,14) Tengo que cultivarla con mucho cuidado para
que el vino no degenere en algo extraño, incapaz de alegrar a Dios y a los
hombres o incluso entristecerlos. Tengo que protegerla con mi vigilancia para
que el fruto que con tanto trabajo se cultiva no sea robado furtivamente por los
que en secreto devoran a los pobres. De la misma manera que el primer hombre
recibió en el paraíso, su viña, la orden de trabajarla y de guardarla, tengo que
cultivar mi viña.