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EL JESÚS HISTÓRICO                                                                                   Tema 4

Las fuentes para reconstruir la vida de Jesús > Documento 1

 

 

 

 

LA INFANCIA DE JESUS SEGUN SAN MATEO (Mt 1-2)

Santiago Guijarro Oporto

 

¿Quién no conoce hasta en sus más pequeños detalles el relato de los magos guiados por la estrella hasta Belén? ¿Quién no ha oído hablar de la estremecedora matanza de los inocentes decretada por Herodes? Estos episodios, que constituyen una parte importante de la liturgia de Navidad y que han dado lugar a ricas tradiciones populares se encuentran en los dos primeros capítulos del evangelio de Mateo. Es probable que con el paso del tiempo los hayamos ido llenando de nuevos contenidos. Por eso, el intento de leerlos en su contexto original puede resultar de gran interés para recuperar el mensaje que a través de ellos el evangelista quiso transmitir a sus comunidades.

 

Propongo aquí un itinerario de lectura en tres tiempos, que nos permitirá contemplar estos capítulos desde tres perspectivas complementarias con el objeto  de captar toda su riqueza. En la primera lectura ofrezco unas claves para ambientar la lectura de estos dos capítulos a través de una sencilla aproximación al contexto en que fueron escritos. En la segunda, propongo algunas indicaciones de tipo literario que ayuden a descubrir la forma en que están escritos. Finalmente, la tercera lectura será un intento de volver sobre los temas de fondo esbozados en este relato con el que se abre el evangelio de Mateo. Al finalizar cada una de las tres etapas sería conveniente leer de seguido los dos capítulos para comprobar en el texto las indicaciones que se hacen desde cada una de las tres perspectivas.

 

 

1. Primera lectura: ambientación de Mt 1-2

 

Antes de leer Mt 1-2 nos será de gran utilidad situar estos dos capítulos en el marco global de la tradición evangélica. Un dato significativo es que no todos los evangelistas estuvieron interesados en transmitir estos recuerdos acerca de Jesús. Sólo Mateo y Lucas sintieron la necesidad de reconstruir los primeros años de su vida y añadieron estos breves relatos al resto de su evangelio, cuyo esquema básico habían tomado de Marcos.

 

Los primeros cristianos fueron reuniendo los recuerdos sobre Jesús en tres etapas. En la primera, el interés estaba centrado en los acontecimientos que rodearon su pasión, muerte y resurrección. Leyendo los últimos capítulos de los diversos evangelios, en los que se narran estos acontecimientos, puede comprobarse que las diferencias entre ellos son muy poco importantes; son diferencias de matices, pero lo sustancial es igual en los cuatro evangelios. Más tarde, las comunidades cristianas sintieron la necesidad de conservar fielmente todo lo que Jesús había hecho y enseñado durante su "vida pública". La comparación entre los diversos evangelios arroja aquí un balance algo distinto. Aquí las diferencias son ya más importantes, sobre todo entre los tres primeros evangelios (Mateo, Marcos y Lucas) y el de Juan. Sólo en un tercer momento surgió entre los cristianos un vivo interés por recuperar los primeros años de la vida de Jesús. Los evangelios de la infancia de Mateo y Lucas son un ejemplo de este interés y constituyen el primer eslabón de una cadena que se prolongará más tarde en una serie de evangelios apócrifos, cuyo propósito fue recuperar los años ocultos de la vida de Jesús. En esta tercera etapa de la tradición evangélica los puntos de coincidencia son muy escasos. Si leemos atentamente Mt 1-2 y Lc 1-2 veremos que efectivamente es muy poco lo que tienen en común, y que incluso existen algunas discrepancias entre ellos. Notemos, por ejemplo, que mientras en el relato de Lucas la protagonista es María, en el de Mateo es José quien desempeña el papel principal. Tampoco están de acuerdo Mateo y Lucas sobre la relación de Jesús y su familia con Belén y Nazaret. Lucas parece dar a entender que la familia de Jesús era originaria de Nazaret y que el nacimiento de Jesús en Belén se debió a una situación coyuntural (un censo ordenado por los romanos). Por su parte, Mateo parece presuponer que la familia de Jesús era originaria de Belén y que su traslado a Nazaret fue debido al temor de que Arquelao continuara teniendo hacia Jesús la misma actitud hostil que había tenido su padre Herodes.

 

Estas consideraciones nos hacen caer en la cuenta de que los relatos de la infancia constituyen una porción muy especial de la tradición evangélica, en la que los intereses de tipo histórico no eran tan importantes como las motivaciones teológicas. Es muy probable que la intención del evangelista aquí, más que en otros lugares de su evangelio, fuera mostrar en profundidad la identidad de aquel que él y su comunidad reconocían como Mesías y Señor de sus vidas. Esto no significa en absoluto que Mateo haya inventado el relato de la infancia de Jesús. Las primeras comunidades cristianas guardaban preciosos recuerdos acerca de los orígenes de Jesús y tanto Mateo como Lucas las conocieron, pero eran noticias muy escasas. En cualquier caso los evangelistas al narrar la infancia de Jesús no tuvieron ese interés histórico con que nosotros nos acercamos hoy a sus relatos.

 

Otro aspecto importante que hemos de tener en cuenta antes de leer estos capítulos es el hecho de que Mateo escribió su evangelio para una comunidad cristiana concreta. El propósito del evangelista -lo sabemos por el resto de su evangelio- no fue sólo reunir una serie de tradiciones acerca de Jesús, sino animar a su comunidad teniendo en cuenta los problemas concretos con que se encontraba. El relato de la infancia de Jesús le ofrecía una ocasión excelente para ello, pues en este punto las tradiciones conservadas en las comunidades cristianas no estaban tan firmemente fijadas y ello le permitía actuar con más libertad.

 

Mateo aprovechó la ocasión y de paso nos dejó algunas pistas para reconstruir la situación de su comunidad. Así, por ejemplo, el interés de mostrar que Jesús pertenece a la estirpe de David y que nació en Belén, la ciudad de David, es reflejo de la polémica que su comunidad mantenía con los judíos que no habían aceptado a Jesús como Mesías. Este mismo interés le movió a relacionar los acontecimientos de los primeros años de la vida de Jesús con profecías del Antiguo Testamento, cuyos libros tenían una autoridad decisiva para los judíos. Al contar así la infancia de Jesús Mateo quería mostrar a sus lectores que verdaderamente Jesús era el Mesías esperado por Israel, y al mismo tiempo les ofrecía algunos argumentos en su polémica con los judíos, que no reconocían a Jesús como Mesías. Hacia fuera, por tanto, la comunidad a la que se dirige Mateo mantiene una dura polémica con sus vecinos judíos, una polémica que había desencadenado ya una completa ruptura entre los seguidores de Jesús y el grupo de los fariseos, que había llegado a ser el grupo más fuerte dentro del judaísmo después de la destrucción del templo y la casi completa desaparición de la clase sacerdotal. El rechazo de este grupo hacia los cristianos de la comunidad de Mateo está representado en la actitud de Herodes y de los sacerdotes y maestros de la ley de Jerusalén que persiguen a muerte a Jesús (véase Mt 2,1-12).

 

También en estos capítulos encontramos algunas pistas para reconstruir la situación interna de la comunidad a la que Mateo se dirige. En ella hay algunos miembros que proceden del judaísmo. Son aquellos que han descubierto en Jesús al Mesías enviado por Dios. La actitud de este grupo está representada en la figura de José, que escucha obedientemente las indicaciones de Dios, acoge a Jesús y lo custodia de todos los peligros. Sin embargo, la mayor parte de la comunidad está compuesta por cristianos que antes no eran judíos. Este grupo está  representado por los magos de oriente que buscan incansablemente a Jesús. En su camino hacia él han tenido que pasar a través de los judíos, depositarios de las Escrituras, pero al final su perseverancia y su fe los ha conducido hasta Jesús, a quien adoran de todo corazón. Es, pues, una comunidad en la que conviven cristianos de origen judío y de origen pagano, y en la que existen diversas maneras de vivir la fe en Jesús. El evangelista quiere que ambos grupos se vean representados en estos primeros episodios de la vida de Jesús y quiere mostrar que aunque la acogida de ambos es distinta, al final lo que importa es haber llegado hasta Jesús y haber descubierto en él al Mesías enviado por Dios.

 

Así pues, Mateo ha conjugado en estos capítulos iniciales de su evangelio dos aspectos importantes: por un lado contaba con los escasos recuerdos que le ofrecía la tradición conservada en las comunidades cristianas; por otro tenía muy presente la situación de la comunidad a la que se dirigía y los problemas que tenía planteados. Antes de pasar al apartado segundo sería conveniente hacer una primera lectura de Mt 1-2, teniendo en cuenta las sugerencias propuestas en este primer apartado.

 

 

2. Segunda lectura: la composición literaria de Mt 1-2

 

En la segunda lectura vamos a fijarnos en los aspectos literarios. Todo el mundo sabe que las formas de escribir son diversas en las distintas culturas y que esta forma no es completamente independiente del contenido que transmite. Por eso, si queremos comprender bien el mensaje de Mt 1-2, tendremos que intentar conocer los recursos literarios que el evangelista ha utilizado.

 

El estilo literario de Mt 1-2 es, en términos generales, semejante al del resto del evangelio: relatos esquemáticos, personajes bien definidos, repetición de palabras, etc. Sin embargo, estos dos capítulos poseen algunos rasgos característicos que no encontramos en el resto del evangelio. En primer lugar llama la atención la cantidad de citas bíblicas. Mateo recurre en su evangelio muchas veces a textos del Antiguo Testamento, pero sólo en once ocasiones lo hace introduciendo dichas citas con una fórmula especial: Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había anunciado el Señor ... que tiene por  objeto de subrayar el cumplimiento de las promesas de Dios en Jesús. Pues bien, cinco de esas once "citas de cumplimiento" se encuentran en estos dos primeros capítulos del evangelio (Mt 1,22-23; 2,5-6. 15. 17-18, 23). Otro aspecto llamativo es la frecuencia de intervenciones extraordinarias de Dios en la historia humana (el ángel que se aparece a José, los sueños de José y de los magos y la aparición de la estrella). En el resto del evangelio no se encuentran tantas intervenciones extraordinarias de Dios. Finalmente llama la atención el hecho de que el evangelio comience con una lista de los antepasados de Jesús. Todos estos detalles dan a Mt 1-2 un tono particular y nos invitan a buscar una explicación en las formas de escribir propias de aquellas época.

 

Comencemos por la lista de los antepasados de Jesús. Este tipo de listas se conocen con el nombre de "genealogías". Mas adelante nos detendremos en los motivos que movieron a Mateo para comenzar así su evangelio; ahora será suficiente con que nos fijemos en algunos detalles de tipo literario. En primer lugar tenemos que recordar que es un género muy utilizado en el Antiguo Testamento (Gn 5;10;11; 1Cr 5,27-29). Notemos la maestría con que Mateo ha construido esta genealogía: está dividida en tres etapas iguales, cada una de las cuales abarca catorce generaciones. De esta manera tan sencilla Mateo hace una interpretación de toda la historia anterior a Jesús desde sus mismos comienzos, señalando dos momentos decisivos: el reinado de David y la cautividad de Babilonia. Probablemente no es casualidad el hecho de que el número catorce sea el resultado de sumar el valor numérico que representaba el nombre David en hebreo: d=4+v=6+d=4. Notemos finalmente que Mateo hace referencia a cuatro mujeres: Tamar, Rajab, Rut y la mujer de Urías. Todas ellas llegaron a ser madres de forma extraña. Tamar (Gn 38,1-30) urde un engaño y engendra un hijo de su suegro Judá; Rajab (Jos 2,1-21) era una prostituta de Jericó que colaboró en su conquista y se unió al pueblo de Israel; Rut, de origen moabita, se convirtió en "abuela" de David (Rut 1-4); y la mujer de Urías engendró de David a Salomón en un contexto de homicidio y adulterio (2 Sm 11-12). De esta manera muestra que el misterioso nacimiento de Jesús a través de María tiene su lógica en la historia de la salvación.

 

En los relatos que siguen a la genealogía son bastante numerosas las intervenciones extraordinarias de Dios a través de sus mensajeros, de sueños o de fenómenos cósmicos. Este tipo de intervenciones se encuentran frecuentemente en los relatos de la infancia de personajes importantes, tanto en la literatura helenística como en la judía. Dentro de la literatura judía tenemos un ejemplo en el relato de la infancia de Moisés, que se cuenta en el libro del Exodo (Ex 1-2). Existen otros ejemplos en los que el nacimiento del héroe está rodeado de circunstancias especiales y en los que dicho nacimiento es anunciado de antemano por un mensajero divino (Gedeón: Jue 6; Sansón: Jue 13; Samuel: 1Sm 1-2). Sin embargo, es en los relatos de la infancia de los personajes famosos como Abrahán, Jacob o Moisés, que surgieron posteriormente dentro de la literatura judía, donde encontramos las semejanzas más claras con el relato de Mateo. Estos relatos suelen seguir un esquema fijo en el que no faltan los siguientes elementos:

- Anuncio del nacimiento. Generalmente rodeado de circunstancias extraordinarias. En este anuncio el nombre del que va a nacer ocupa un lugar muy importante porque suele definir cuál será su misión.

- Amenazas. El nacimiento de estos personajes está rodeado de circunstancias que amenazan su vida.

- Intervención de Dios. Dios actúa eficazmente para salvar al protagonista de forma clara y evidente.

- Signos extraordinarios. Todo el relato está rodeado de signos extraordinarios. A través de estas intervenciones se pone de manifiesto que el recién nacido es un instrumento en las manos de Dios.

Puede comprobarse la existencia de estos esquemas fijos leyendo atentamente Mt 1-2 y Ex 1-2 y anotando los elementos que tienen en común. Se verá que que responden al esquema descrito.

 

Dentro de este esquema propio de los relatos que contaban la infancia de personajes famosos Mateo ha introducido numerosas citas de textos bíblicos. Este recurso era muy utilizado en los comentarios que se hacían en las sinagogas a los libros sagrados. Los expertos conocen este tipo de comentario bíblico con el nombre de "midrash haggadico". El midrash (de la raíz hebrea "darash" que significa "buscar, investigar") era un comentario que tenía como objeto descubrir el sentido del texto bíblico. Existían diversos tipos de midrash. Uno de ellos era el midrash haggadico, que consistía en un desarrollo narrativo del texto bíblico, buscando aclarar y explicar su contenido. El relato de Mt 1-2 tiene mucho de midrash haggadico o narrativo, pues, si excluimos la genealogía inicial, en todos los episodios de estos dos capítulos se cita un pasaje del Antiguo Testamento como clave para interpretar el sentido de los acontecimientos narrados:

Episodio narrado en Mt 1-2                                    Texto del AT

Anuncio del nacimiento de Jesús (Mt 1,18-25)           
Is 7,14

Los magos buscan a Jesús (Mt 2,1-12)                      Miq 5,1; 2Sm 5,2

Huida a Egipto (Mt 2,13-15)                                      
Os 11,1

Matanza de los inocentes (Mt 2,16-18)                      
Jr 31,15

Regreso de Egipto (Mt 2,19-23)                                 Jue 13,15; Is 11,1

No cabe duda de que Mateo se ha servido de este procedimiento literario utilizado por los escritores judíos de su época, pero lo ha hecho con una orientación muy particular, que revela una nueva forma de interpretar el Antiguo Testamento. Esto se advierte cuando comparamos los comentarios narrativos judíos con estos dos capítulos de Mateo. En los comentarios judíos el punto de partida es el texto bíblico, y el relato es sólo un desarrollo del mismo. Para Mateo, sin embargo, el punto de partida no son las citas del Antiguo Testamento, sino Jesús, su persona y su historia. Los textos de las Escrituras judías se interpretan desde Jesús y no al revés. Es cierto que en cada uno de estos pasajes el texto del AT tiene una gran importancia, pues da la clave del acontecimiento narrado, pero notemos que todas estas citas están introducidas por la fórmula propia de Mateo que indica el cumplimiento de las Escrituras en Jesús. Esto significa que sólo en Jesús encuentran su plenitud las promesas que Dios había hecho a su pueblo.

 

Finalmente, en estos dos capítulos encontramos cuatro unidades literarias, que pueden agruparse en torno a dos cuadros:

Primer cuadro: Mt 1                             Segundo cuadro: Mt 2

Antepasados de Jesús (Mt 1, 1-17)         Belén (Mt 2,1-12)

Los padres de Jesús (Mt 1,18-25)           Belén-Egipto-Nazaret (Mt 2,13-23)

Al leer de nuevo estos capítulos para identificar los recursos literarios utilizados por Mateo podemos fijarnos en un detalle interesante: en el primer cuadro los nombres de persona tienen una gran importancia, mientras que en el segundo todo gira en torno a los nombres de lugar.

 

 

3. Tercera lectura: el mensaje de Mt 1-2

 

El camino recorrido hasta ahora nos ha preparado para entender el mensaje del relato de la infancia de Jesús según san Mateo. Hemos advertido que estos dos capítulos pertenecen a una porción muy particular de la tradición evangélica y que Mateo ha utilizado para componerlos unos recursos literarios que eran frecuentes en su época. También hemos subrayado desde el principio que el evangelista tiene muy presente a su comunidad cuando escribe. Mateo es ante todo un pastor y por eso su principal interés consiste en fortalecer la fe de los cristianos a quienes se dirige.

 

Para saber cuál fue el mensaje que Mateo quiso transmitir a su comunidad tendremos que rastrear las huellas que el mismo evangelista nos ha dejado en su relato. Todo parece indicar que ha querido responder a una pregunta: ¿Quién es Jesús? Su respuesta es ante todo un testimonio de fe: Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios. Este carácter testimonial hace que su respuesta se convierta para el lector en una nueva pregunta: Si Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, ¿Cuál debe ser la actitud del hombre ante él? De este modo estos primeros capítulos pretenden preparar al lector para leer el resto del evangelio. Sólo aquellos que reconozcan a Jesús como el Mesías, el Hijo de Dios, podrán entender el relato de su vida, muerte y resurrección.

 

La pregunta ¿Quién es Jesús? era muy debatida en el ambiente que rodeaba a la comunidad de Mateo. Los judíos se preguntaban y preguntaban a los cristianos si realmente Jesús era el Mesías esperado. La respuesta de Mateo puede parecernos sorprendente. Tal vez, si nosotros hubiéramos tenido que responder a esta pregunta lo habríamos hecho de una manera muy distinta. Mateo lo hace contando una historia. Para él, contar la infancia de Jesús equivalía a decir quién era, qué es lo que le definía y también cuál había de ser su misión. Ahora bien, en la cultura de aquel tiempo (lo mismo que en otras muchas culturas tradicionales) había dos cosas que definían claramente a una persona: su parentesco y su lugar de procedencia . Y así es como Mateo presenta a Jesús. En todo el relato Jesús es un personaje totalmente pasivo; lo que importa es decir a qué familia pertenecía y de dónde procedía.

 

Al final del apartado anterior invité al lector a fijarse en un dato curioso: La importancia de los nombres de persona en Mt 1, y la recurrencia de nombres de lugar en Mt 2. No es casualidad. El primer capítulo responde a una pregunta muy importante en aquella cultura: ¿Quiénes son los antepasados de Jesús? Conocer los antepasados de una persona y la familia a la que pertenece equivale a conocer a dicha persona en profundidad. Esto es difícil de entender para nosotros que hemos nacido en una cultura que valora al individuo por encima del grupo, pero en la cultura mediterránea del siglo I era el grupo, especialmente el grupo de parentesco, el que definía a la persona. No es extraño, por tanto, que a muchos les resultara escandaloso el hecho de que Jesús perteneciera a una familia sencilla, como atestiguan los evangelios:

"Fue a su pueblo y se puso a enseñarles en su sinagoga. La gente, admirada, decía: ¿De dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos?  ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto? Y los tenía desconcertados." (Mt 13, 53-55 y par.)

En este contexto podemos entender por qué Mateo insiste tanto en la ascendencia de Jesús. La intención de la genealogía (Mt 1,1-17) es mostrar que José, el padre adoptivo de Jesús, pertenecía a la estirpe de David; por su parte, el relato del anuncio del nacimiento de Jesús (Mt 1,18-25) muestra que José reconoce legalmente a Jesús como hijo al imponerle el nombre y al acoger a María en su casa. Esta adopción legal tenía en la antigüedad los mismos efectos que la paternidad física. Por eso el evangelista puede decir que Jesús es descendiente de David.

 

También el lugar de origen de una persona era importante entonces para conocer a una persona. No existía tanta movilidad y el lugar donde se hubiera nacido influía mucho en la persona. Así, entre los judíos Galilea era tradicionalmente un lugar de paganos, mientras que se suponía que en Judá vivián los israelitas fieles a la ley. Sobre el lugar de origen de Jesús corrían ya por entonces diversas opiniones. Algunos pensaban que había nacido en Nazaret y esto era un obstáculo para reconocerle como Mesías:

"Otros decían: Este es el Mesías.

Otros, por el contrario: ¿Acaso va a venir el Mesías de Galilea? ¿No afirma la Escritura que el Mesías tiene que ser de la familia de David y de su mismo pueblo, de Belén?" (Jn 7,41-42. véase también Jn 1,45-46)

Mateo insiste en que Jesús ha nacido en Belén, patria de David y lugar de residencia de la familia de su padre. Es cierto que su infancia la pasó en Nazaret y por eso era conocido como el Nazareno, pero esto se debió a la persecución de Herodes. Los nombres que aparecen en el capítulo segundo tienen todos ellos una significación teológica: Belén era el lugar en el que según las escrituras debía nacer el Mesías; Egipto era el  lugar en el que el pueblo elegido estuvo cautivo y desde el cual inició el camino del éxodo hacia la tierra de Israel: Jerusalén es el lugar donde viven los que se oponen a Jesús; Nazaret, finalmente, es el lugar de residencia de Jesús, según habían anunciado las antiguas profecías (Mt 2,23).

 

La respuesta de Mateo a la pregunta ¿Quién es Jesús? es, pues, esta: Jesús es el Mesías. Y para corroborar esta afirmación recuerda dos hechos importantes: Jesús pertenece a la familia de David y además ha nacido en Belén, lugar en el que según las Escrituras debía nacer el Mesías. En todo momento Mateo corrobra sus afirmaciones señalando el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento en los acontecimientos que rodean los primeros momentos de la vida de Jesús. Esta respuesta sería suficiente si Mateo hubiera querido sólo dar una respuesta a los judíos que no reconocían a Jesús como Mesías, pero su intención iba más allá; él quería sobre todo fortalecer la fe de su comunidad. Desea confirmar la experiencia que tenían de que Jesús resucitado estaba presente en medio de ellos y lo hace presentando a Jesús desde su nacimiento como el "Dios-con-nosotros". También en estos capítulos se insinúa lo que aparecerá con más claridad en el resto del evangelio: que Jesús es el Hijo de Dios, A esta confesión alude la cita del profeta Oseas aplicada a Jesús "De Egipto llamé a mi hijo" (Os 11,1 = Mt 2,15) y el gesto de adoración de los magos que se postran ante él reconociéndolo como Dios ( Mt 2,11).

 

Hasta aquí la respuesta de Mateo. Pero ya hemos dicho que su respuesta se transforma en pregunta cuando se vuelve hacia el lector. Quiere interrogarle sobre su actitud ante Jesús. Y para que tenga puntos de referencia le ofrece algunos modelos a través de la actitud que tienen frente a él los diversos personajes del relato; ninguno de ellos permanece indiferente ante Jesús, todos se ven obligados a tomar postura. Es una manera de decirle al lector que tampoco él puede permanecer como un espectador neutro. Veamos brevemente cuáles son las actitudes de los diversos personajes:

JOSE: Es un personaje central en todo el relato. Es de origen judío y en todo momento sigue las insinuaciones divinas que le llegan de forma misteriosa a través de sueños y del mensajero que Dios le envía. Siendo fiel a la ley sabe acoger a Jesús y a su madre y protegerlos en todo momento. Mateo le propone como ejemplo de judío fiel que ha sabido acoger a Jesús. Muchos en su comunidad se sentirían reflejados en su actitud.

 

LOS MAGOS: Son de origen pagano, pero a través de los signos descubren la presencia de Jesús y lo buscan denodadamente. Acuden a los judíos para que les expliquen las escrituras, en las que se habla de Jesús, y cuando encuentran lo adoran. También muchos paganos que habían entrado a formar parte de la comunidad de Mateo podían verse reflejados en la actitud de estos misteriosos personajes.

 

HERODES Y JERUSALEN: Su actitud hostil hacia Jesús recuerda la del faraón y su corte (Ex 7,1-13), que se oponían sistemáticamente al plan de Dios. Herodes y los letrados de Jerusalén han escuchado el anuncio del nacimiento de Jesús (Mt 2,2) y conocen la profecía según la cual el Mesías tenía que nacer en Belén (Mt 2,6). Sin embargo, su reacción es la turbación y el rechazo de Jesús hasta el punto de querer darle muerte. Su oposición a Jesús llega hasta el extremo de decretar la muerte de los niños nacidos en Belén. Este crueldad con que Mateo describe la actitud de Herodes es coherente con los datos históricos que tenemos de su reinado, pero en ella quiere también prefigurar el evangelista el destino que aguarda a Jesús y la persecución de que serán objeto sus seguidores. En este grupo de personajes los lectores de Mateo podían reconocer a los judíos que habían rechazado a Jesús, a pesar de conocer las Escrituras. No olvidemos que fueron las autoridades de Jerusalén quienes condenaron a muerte a Jesús, y que los maestros de la ley se oponían abiertamente a los cristianos en tiempos del evangelista.

Ahora ruego al lector que no se incomode si le invito una vez más a que lea estos dos capítulos de Mateo. El sentido del texto sólo se revela después de varias lecturas. Tal vez en esta última se perciba con mayor claridad que el evangelio de la infancia es una especie de evangelio en miniatura, en el que el evangelista ha recogido a modo de obertura los temas principales que aparecerán a lo largo de su evangelio. En cuanto evangelio es buena noticia acerca de Jesús, no crónica, sino confesión apasionada de fe en Jesús, el Mesías, el Dios con nosotros, el Hijo de Dios. Una confesión que tampoco puede dejar indiferente al lector creyente de hoy, porque la invitación a tomar una postura ante Jesús sigue siendo tan crucial para quienes leemos hoy el evangelio como lo era en tiempos de Mateo.

 

 

Tomado de: 

Guijarro Oporto, S., ìLa infancia de Jesús según Mateoî Reseña Bíblica 2 (1994) 14-21.

 

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