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EL CRISTO TOTAL
PARA EL SIGLO DE LA COMUNICACION GLOBAL


Actas del Seminario internacional sobre
"Jesús, el Maestro"
(Ariccia, 14-24 de octubre de 1996)

por Silvio Sassi sss

 

6. Contexto comunicativo social y eclesial

Desde la experiencia fundacional es preciso, además, remontarse al "contexto comunicativo" social y eclesial en el que madura y se desarrolla la actividad apostólica del Primer Maestro.

A partir de la mitad del siglo XIX se asiste, incluso en el campo de la comunicación, a una explosión de inventos que, relacionados con otros cambios sociales de la época industrial, crean un ambiente peculiar que exalta el progreso y la capacidad humana. Repasando en sinopsis las fechas de los inventos de técnicas comunicativas y las respectivas adopciones en el campo apostólico por parte del Primer Maestro, puede constatarse su apertura de mente y su creatividad misionera.

En el magisterio de los papas León XIII (1878-1903), Pío X (1903-14), Benedicto XV (1914-22), Pío XI (1922-39), Pío XII (1939-58), Juan XXIII (1958-63) y Pablo VI (1963-78) el P. Alberione encuentra ideas y estímulos para realizar la "predicación" con la comunicación medial. Efectivamente, en aquellos años el Magisterio evoluciona, en relación con las técnicas de comunicación, desde una gran desconfianza hasta una actitud positiva. Los medios de comunicación son "dones de Dios" que el hombre debe saber usar para el bien y no para el mal. El convencimiento de un uso para la "cruzada del bien" pasará también a las ideas del Primer Maestro: "Oponer la buena prensa a la mala prensa". Los papas dan ejemplo: «Utilizar todos los medios: llegan al Vaticano la tipografía, la librería, la radio, el teléfono, el telégrafo, la televisión; se instituye la comisión para la cinematografía didáctica y religiosa. Seguir a la Santa Sede» (SP nov. 1950). Después de recordar los inventos de comunicación (prensa, periódicos, cine, radio, televisión, discos, etc.), el Primer Maestro exhorta: «Cada uno [de estos medios] es capaz de producir inmensos bienes o inmensos males. Actúan poderosamente entre las masas; pueden sacudir gravemente o reforzar inmensamente los cuatro puntos de apoyo de la convivencia humana: la familia, el orden social, el orden religioso y el orden humano-moral. Basta leer los documentos pontificios desde Pío IX a Pío XII para convencerse». Las indicaciones de papas con mirada abierta a la comunicación son una brújula para el P. Alberione que le consuelan de las muchas incomprensiones procedentes incluso de exponentes de la jerarquía eclesiástica.

El Primer Maestro, recordando los comienzos de su experiencia, alude a las indicaciones de los papas sobre los medios de comunicación: «De ahí una secuencia de actos por parte de la Santa Sede que invitaban a los católicos a estar a la altura de las nuevas exigencias. Mientras notaba la presencia de muchos indolentes y de espíritus irreflexivos, católicos y clero eran conscientes e inteligentemente activos según las directivas papales» (AD 55).

La comunicación que el P. Alberione pone a servicio de la evangelización se coloca en una visión "teológica" y "misionera": los contenidos de la fe en su integralidad, todos los actores y los medios que son necesarios para la comunicación apostólica son vistos en la perspectiva de continuar la obra de Cristo Maestro camino-verdad-vida. (regrese al sumario)

7. Comunicación como cultura

Si el "Cristo total" debe entenderse en la perspectiva de los contenidos del Vaticano II, la metodología apostólica "camino-verdad-vida" debe calar en el contexto comunicativo de la sociedad y de la Iglesia actuales.

La comunicación actual ha dejado de identificarse con la simple enumeración de todas las tecnologías comunicativas, sino que se ha convertido, especialmente con la informática, la telemática, la multimedialidad y las realidades virtuales, en un fenómeno vasto y complejo. La comunicación se ha convertido en "una cultura", pues penetra en todos los ámbitos de la vida individual y social. La comunicación se ha convertido en un estilo de vida, en una mentalidad y un método de actuar. La comunicación es simultáneamente: un ámbito para la imaginación de la ciencia ficción, un tema para los futurólogos, un campo inmenso para inventores y técnicos, un objeto de investigación para los psicólogos, sociólogos, pedagogos, semiólogos, lingüistas y expertos de la comunicación, una fuente productiva para los industriales a nivel internacional, un instrumento adecuado para políticos y publicitarios, una metodología original para la enseñanza, una porción amplia de tiempo y una abundancia de medios para cuantos quieren instruir, divertir, trabajar, comunicar, etc. La identidad poliédrica de la comunicación se ve como un peligro por quienes quisieran transformarla en un mito, en una utopía y en una ideología. Si la comunicación se reduce a mito del pasado, a utopía del futuro y a ideología totalizadora, se convierte en un fenómeno incontrolable. Para que sea una clave de lectura y de organización útil para la sociedad, debe mantenerse en los límites de una "cultura" que se pone en contacto con todos los demás aspectos de una sociedad: política, economía, educación, sanidad, ética, estética, etc. Decir que la comunicación es todo significa negar la comunicación, convertirla en imperialismo mental y práctico. La comunicación como "cultura" es un todo que se articula con los demás aspectos de la vida individual y social.

La comunicación en el Magisterio universal a partir del Vaticano II integra y amplía con el Inter mirifica la visión de los papas precedentes. En síntesis, puede decirse que se produce este salto: de "dones de Dios" que deben usarse para una cruzada contra quienes los usan para el mal, a "forma actual de predicación", a fenómeno autónomo de las realidades terrestres que entran en relación con la fe, a ámbito del compromiso pastoral de la Iglesia, a mentalidad que debería inspirar todos los ámbitos de la pastoral, a "cultura" y a "civilización". Es preciso meditar inteligentemente las ideas de Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris missio: «La solicitud por los medios de comunicación social no tiene sólo la finalidad de multiplicar el anuncio. Se trata de un hecho más profundo, pues la propia evangelización de la cultura depende en gran medida de su influjo. No basta por tanto que los usemos para difundir el mensaje cristiano y el magisterio de la Iglesia; es necesario integrar el propio mensaje en esta "nueva cultura" creada por la comunicación moderna. Se trata de un problema complejo porque esta cultura nace, antes que de los contenidos, del hecho mismo de que existen nuevos modos de comunicar con nuevos lenguajes, nuevas técnicas y nuevas actitudes psicológicas. Mi predecesor Pablo VI decía que "la ruptura entre el Evangelio y la cultura es sin duda alguna el drama de nuestra época", y el campo de la comunicación actual confirma plenamente este juicio» (n. 37c).

En la exhortación apostólica postsinodal Ecclesia in Africa (14 sept. 1995), Juan Pablo II afirma: «Efectivamente, en nuestros días los mass media constituyen no solamente un mundo, sino también una cultura y una civilización. Y es también a ese mundo al que la Iglesia está invitada a llevar la Buena Nueva de la salvación. Los heraldos del Evangelio, por tanto, deben entrar en ella para dejarse impregnar por esa nueva civilización y cultura, aunque con el fin de saber utilizarla oportunamente» (n. 71).

Estos dos textos son la punta de lanza más avanzada del Magisterio en tema de comunicación, pues captan en su misma naturaleza el fenómeno de la comunicación: una cultura y una civilización. (regrese al sumario)

8. Inculturar la fe en la comunicación

La consigna del Primer Maestro para adoptar siempre "los medios más rápidos y eficaces", la gran sensibilidad que sentía por su historia, la atención a las orientaciones de los papas y su decisión de llevar a cabo algo positivo sin limitarse a denunciar y llorar males, deben ser asumidos seriamente por toda la Familia Paulina. Las tentativas para entender y relanzar la espiritualidad de "Cristo Maestro camino-verdad-vida" en conexión con el apostolado de la comunicación deben asimilar en su totalidad el fenómeno actual de la comunicación. El "Cristo total" del Vaticano II, la comunicación como "cultura" en la sociedad y la orientación papal de encarnar el Evangelio en la comunicación son las tres fuentes que pueden ayudar a hacer una nueva síntesis del título cristológico. Una nueva sensibilidad teológica, una nueva realidad de la comunicación y una nueva evangelización en la Iglesia son el contexto actual que debe permitir expresar nuevamente la espiritualidad paulina para la misión paulina. Un proyecto como éste de inculturación de la fe en la comunicación necesita competencias específicas, elaboraciones de grupo, confrontación con la experiencia. La Familia Paulina debería ser un "laboratorio" que piensa y experimenta una nueva síntesis de "Jesús Maestro camino-verdad-vida" entendida como proyecto de inculturación en la comunicación. Será necesario valorar lo que a nivel internacional ha sido ya esbozado o desarrollado sobre la Iglesia como "comunión" (dentro de ella) y como diálogo (con el mundo), sobre la comunicación como "cultura" y sobre la evangelización como "inculturación". También las investigaciones sobre el binomio "teología y comunicación" pueden ser útiles con tal de que abandonen un ejemplarismo que frecuentemente se reduce a un cambio de vocabulario: la Trinidad como comunicación; Cristo, comunicador perfecto; María, icono de la comunicación; evangelización como comunicación, etc. El riesgo de esas reflexiones consiste en proyectar en el ámbito de la fe una idealidad comunicativa que podría aplicarse a la comunicación humana sólo por semejanza. Quizá convenga dar la precedencia a una reflexión que sepa impulsar la apertura de la comunicación a la posibilidad de una revelación como "don". Una premisa epistemológica y hermenéutica seria deberá ser la característica de toda tentativa de "teología y comunicación".

La calificación de Jesús como "Maestro", tomada según la identidad ofrecida por los estudios bíblicos actuales, deberá tenerse también en cuenta en la relación pedagógica privilegiada por la nueva evangelización y por la comunicación actual. La misión "docente" de la Iglesia marcha al compás de la "kenosis" vivida por Cristo en la encarnación y con un estilo de "servicio" y no de "poder". El acto de enseñar es vivido en la Iglesia posconciliar como "testimonio". «El hombre contemporáneo escucha los testimonios mejor que a los maestros, y si escucha a los maestros es porque son testimonios» (EN 41). La categoría bíblica del "testimonio" puede ser una interpretación actual del apóstol como "maestro". El Paulino/a "maestro" se convierte en "testimonio".

En el ámbito de las disciplinas pedagógicas, la relación que instaura el binomio "maestro-discípulo" puede fundarse sobre un esquema comunicativo diverso según donde se ponga el énfasis: insistencia en el maestro y en su función, precedencia dada a los contenidos enseñados, partir de quien debe aprender. Toda la experiencia adquirida por la catequesis debe tenerse en cuenta atentamente para no transformar la educación a la fe en una iniciación filosófica. Incluso las posibilidades que ofrece la comunicación actual cuestionan la figura clásica del "maestro" como persona poseedora de unos conocimientos que los discípulos no tienen y transmisora de tales conocimientos según un modelo pedagógico con sentido único. La centralidad del usuario en la comunicación con "bancos de datos" y la conexión con redes elabora un aprendizaje que se acerca más al autodidacta que a un trasvase de conocimientos en una comunicación lineal. Una de las principales características de la comunicación es la interactividad que permite una presencia "activa" de quien entra en el juego comunicativo. La evolución de la identidad del receptor, de "descodificador" pasivo de un producto no suyo a "constructor" de un mensaje original gracias a intervenciones creativas, cuestiona la figura tradicional del "maestro" en la vida social y en la transmisión eclesial. Cristo, la Iglesia, el Paulino/a como "maestros" deben confrontarse en la comunicación actual con el "testimonio", con la "centralidad del usuario de la comunicación" y con "la interactividad". El contenido del término "maestro" entendido de manera estática, ya definido, está en ruptura con una sociedad y una comunicación que experimentan una idea dinámica, participativa y creativa. Una cristología "estática" y de pura "transfusión de contenidos" deberá ser revisada como "dinamismo" y "creación" bajo el influjo del Espíritu Santo. La cristología "docente" calcada sobre la figura del "pedagogo clásico" debe integrarse en una pneumatología que tiende a la "verdad entera".

El trinomio cristológico "camino-verdad-vida" concebido como dogma-moral-culto para el hombre mente-voluntad-corazón deberá revisarse teniendo en cuenta las disciplinas eclesiásticas y "laicas" y el contexto comunicativo actual. Desde el punto de vista comunicativo, la "verdad" no puede ponerse en línea con una certeza metafísica, sino más bien como pluralidad, punto de vista posible, colaboración, confrontación pública, búsqueda siempre abierta, integración de la realidad, verosímil, reconstrucción artificial, imaginaria, simulación de mundos posibles. Las posibilidades ofrecidas por las autopistas de la información, la riqueza comunicativa, el computer graphic o la realidad virtual no niegan la "verdad", pero le atribuyen una identidad diferente de la ofrecida por el ontologismo y por realismo. La verdad en la comunicación es un "testimonio", no un postulado indiscutible. La verdad de la fe cristiana, en este contexto, es seguridad del propio punto de vista, pero nunca podrá ser evidencia constrictiva o certeza impuesta.

El "camino", entendido como "modelo" a imitar, tiene una amplia gama de aplicaciones en la comunicación. La representación de los "valores" en la comunicación pone ante los ojos de todos una abundancia de "modelos" entendidos como "trazado" coherente que lleva a alguna parte. La costumbre de una comunicación "hipertextual" va sustituyendo paulatinamente a la lectura lineal y monomedial. El recorrido realizado por la conexión a la red mediante la interactividad permite trazar caminos siempre nuevos y, dentro de ciertos límites, imprevisibles. La fe que ofrece "Cristo, camino único hacia el Padre" se encuentra con la "creatividad" del recorrido comunicativo. La alteridad de Dios en relación con el hombre deja entrever que es posible pensar en ir al Padre también con un esquema mental que integre a fondo la libertad humana. Más que de dos carriles paralelos o dos rectas que se superponen, el "camino" de Cristo y la libertad humana pueden convertirse en una búsqueda continua más que en la repetición obsesiva de un único recorrido.

La "vida" en la cultura de la comunicación es la elección de un proyecto que haga fructificar la pluralidad de la verdad y de la libertad del camino. Disponer de tantos puntos de vista y poder libremente adoptar un recorrido reclama la necesidad de una finalidad que hay que conseguir. La vida en la comunicación multimedial encuentra la totalidad de los sentidos, la totalidad de los intereses y de las finalidades. El conjunto de lenguajes mediales permiten al mismo tiempo la "recepción" y "la expresión". La inmersión en toda la comunicación puede guiar hacia "un grado más de vida" que supera la realidad física gracias a la "mediación" para cada tipo de relación. Lo inmaterial se abre como posible experiencia de la vida comunicativa. Cristo "vida", agua y pan que sacian, no es extraño al universo de vida comunicativo que impulsa hacia una totalidad de "experiencias" que incluye también la desmaterialización.

Estos esbozos no tienen ninguna pretensión, son intuiciones que quieren animar a un estudio más detallado. Si pueden parecer elucubraciones atrevidas, no olvidemos que el Primer Maestro animaba nuestro estudio con propósitos parecidos. Basta leer la homilía que pronunció el 26 de febrero de 1961 a las Pías Discípulas sobre la transfiguración de Jesús. Hasta en los tres discípulos ve él su trinomio favorito: Pedro=verdad, Santiago=camino, Juan=vida. ¡Llega al colmo cuando destaca que, cuando dice el Padre "Escuchadlo" en relación con Jesucristo, "le concedía el doctorado de Maestro, de Maestro universal"! (regrese al sumario)

9. Conclusión

El proyecto de inculturación de "Cristo Maestro camino-verdad-vida" es el proyecto de evangelización de la Familia Paulina para el 2000. La asimilación y la predicación del Cristo integral del Vaticano II se centra especialmente en la Palabra de Dios, en la catequesis, en la liturgia y en la pastoral. La Familia Paulina se une así a la Iglesia entera para promover una "espiritualidad" cristiana, "integral". Nuestra vida personal y comunitaria, como nuestra misión, será también fuente de vocaciones en la medida que hagamos percibir la experiencia del Cristo total y abandonemos cualquier fraccionamiento, por más gratificante que resulte.

La mentalidad que inspira nuestra actividad "docente" es el testimonio que rechaza toda forma de poder. Ese testimonio repercute en los "productos mediales y multimediales" que para ser elegidos en el pluralismo de verdades, en la libertad de caminos y en los proyectos de vida comunicativa necesitan "calidad". La intensidad de la cristificación debería encontrar una expresión adecuada en la calidad de los contenidos y de los lenguajes usados. En la "cultura" de la comunicación se consolida y profundiza nuevamente la relación indispensable entre nuestra fe personal y comunitaria y la actividad apostólica.

Puesto que la espiritualidad de "Jesús Maestro camino-verdad-vida" entendida según los documentos del Vaticano II coincide justamente con la de un cristianismo renovado para anunciar a Cristo en la comunicación, deberá convertirse también en mentalidad y método apostólico para todos los que en la Iglesia pretenden ser "misioneros de la comunicación". Los laicos que forman parte de la Familia Paulina y los laicos que quieran evangelizar en la cultura de la comunicación, deberían encontrar en los contenidos del Cristo integral en cuanto camino-verdad-vida expresado así un método apostólico adecuado. Y no sólo una comprensión renovada del título cristológico permite a la Familia Paulina entrar con una espiritualidad adecuada en la comunicación del 2000, pues también la misión de la "nueva evangelización" en la cultura de la comunicación puede dar con la verdad, el camino y la vida que se conforman con el pluralismo, la libertad y la proyección vividas en la multimedialidad y en la interactividad. El título cristológico del Primer Maestro puede convertirse así en proyecto-piloto de eclesiología que asume en pleno al Vaticano II y se impregna de la cultura de la comunicación. (regrese al sumario)

Regrese al Sumario

 

 Jesús Maestro ayer, hoy y siempre   Excursus histórico-carismático

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