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Homosexualidad:
Atracciones y Comportamientos
(Family
Life Council, 2001-11-09)
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Dr.
Richard P. Fitzgibbons
Médico Psiquiatra especialista en casos de homosexualidad
¿Cuáles son las causas de los comportamientos homosexuales?
Los conflictos más comunes en las diferentes etapas de la vida
que predisponen individuos hacia atracciones y comportamiento
homosexuales son soledad y tristeza, desconfianza y miedo,
profundos sentimientos de ser inadecuado y falta de aceptación
de sí mismo, narcisismo, exceso de enfado, abuso sexual
temprano y falta de estabilidad en la vida combinada con
apabullantes sentimientos de responsabilidad.
Durante periodos de stress estas dificultades internas se
activan. En un intento por encontrar alivio o un escape a este
inconsciente dolor emocional pueden ocurrir fuertes tentaciones
y comportamiento homosexuales. Esta dinámica de sufrimiento
emocional que conduce a deseos y actividad homosexual se
manifiesta raramente durante la infancia, mientras que se revela
normalmente al principio de la adolescencia.
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Tristeza y Soledad
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Débil Identidad Masculina
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Miedo y desconfianza
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Desorden Adictivo
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Narcisismo
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Intentos de Evadirse de un
Excesivo Sentido de Responsabilidad -
Trauma Sexual en la Infancia
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Enfado
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Tristeza y Soledad
La causa más frecuentemente vista en el pasado de la tristeza
que conduce a atracciones homosexuales en chicos era el
resultado de un rechazo durante la infancia y adolescencia por
parte de sus compañeros, con motivo de sus limitadas aptitudes
atléticas. Muchos niños que tienen mala coordinación
psicomotriz no son buenos en los deportes más practicados, y
reciben duras y crueles críticas de sus compañeros.
Posteriormente aparecen poderosos sentimientos de soledad,
tristeza y aislamiento. El ansia de ser aceptados y queridos por
sus compañeros resulta en fuertes atracciones emocionales hacia
los del mismo sexo, lo cual lleva a muchos jóvenes a concluir
que son homosexuales.
Más recientemente el fracaso matrimonial y familiar, con casi
un cuarenta por ciento de niños y adolescentes que viven
separados de sus padres, ha producido serios problemas de
tristeza y soledad en nuestra juventud. En la "Carta a las
Familias" se describe la trágica suerte de estos jóvenes,
caracterizando a muchos de ellos como "huérfanos con
padres vivos." Cuando no se satisface la necesidad de cariño,
aprobación, afecto físico y ánimo de un padre, se desarrolla
un vacío interior comúnmente llamado hasta la fecha
"hambre de padre." En un intento de superar este
dolor, algunos adolescentes y jóvenes adultos buscan el confort
de ser abrazados por otro hombre.
Soledad en el hogar
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Ted creció en un hogar en el que su padre tenía
muy poco tiempo para la familia por razón de su exigente
carrera profesional. El padre de Ted se marchaba por la mañana
temprano al trabajo, volvía agotado la mayoría de las
noches, y también trabajaba los sábados. En la infancia
Ted se sintió muy solo deseando que su padre fuera más
accesible y cariñoso. En su temprana adolescencia, Ted
experimentó atracciones homosexuales hacia chicos y hombres
mayores, y luego fantasías homosexuales de ser amado por
ellos.
Mientras que muchos hombres no han recibido el ánimo y afecto físico
de sus padres, y nunca han desarrollado atracciones
homosexuales, los particularmente vulnerables son aquellos que,
a causa de limitadas actitudes atléticas, tampoco fueron
aceptados por sus compañeros. En mi experiencia clínica he
observado que mientras más temprano es el abandono paterno,
mayor es la posibilidad de que se desarrollen tentaciones
homosexuales. También, en algunos chicos especialmente
sensibles un continuado mal trato por parte de hermanos mayores
produce una soledad interior que lleva a deseos homosexuales.
La falta de cariño, afectos y ánimo de una madre también
puede producir un vacío y terrible tristeza. Algunas chicas
intentan llenar ese vacío del amor materno dulce y consolador
por medio del comportamiento homosexual. Esta "soledad sin
madre" no se observa tan a menudo como la "soledad sin
padre," porque las madres generalmente tienen mucha más
libertad a la hora de comunicar su amor y su ánimo a los hijos
de lo que lo hacen los padres.
Carencia del amor materno
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Sue era la más joven de tres hijos, y tenía
cuatro años cuando su madre los dejó. Vio a su madre
intermitentemente durante su infancia, pero nunca sintió
intimidad con ella. Sue salió con chicos varias veces en el
Instituto y sobre los veinte años se vio envuelta en
relaciones homosexuales. Entró en psicoterapia para
resolver la tristeza y el enfado con su madre. Conforme su
entendimiento del problema crecía, se dio cuenta que
ninguno de los chicos con los que había salido podía
proporcionarle el afecto que la niña pequeña en su
interior todavía ansiaba de su madre. Durante un tiempo el
afecto y amor de sus novias le consolaba. Sin embargo, estas
relaciones no la satisfacían. Sue poco a poco vio que la niña
pequeña que llevaba dentro necesitaba curarse del dolor de
esa "soledad sin madre" antes de que pudiera tener
una relación adulta de amor estable.
Algunos adultos que están muy frustrados y solos porque todavía
no han encontrado la persona correcta para casarse caen en un
comportamiento homosexual en su intento de aliviar esa soledad.
Personas casadas pueden cometer actos homosexuales como
resultado de stress y soledad en su matrimonio. También, la
tristeza y soledad que se experimentan después de un fracaso
matrimonial o una relación heterosexual seria puede resultar en
comportamiento homosexual, porque estos individuos tienen miedo
de volverse vulnerables ante alguien del sexo opuesto. En mi
trabajo he visto este modelo de conducta ocurrir más
frecuentemente en mujeres.
Puesto que la soledad es una de las experiencias más dolorosas
de la vida, enormes cantidades de energía se gastan
inconscientemente en un intento de negar la presencia de ese
dolor tan debilitador. Como consecuencia, muchos individuos ni
siquiera saben que están luchando contra esa profunda herida
emocional. Frecuentemente tienen miedo de afrontarlo, en parte
porque no creen que se pueda curar. De hecho, los que así
piensan llevan razón cuando sus intentos de curarse excluyen la
espiritualidad, porque no hay cantidad posible de amor de otros
adultos por grande que sea que pueda compensar lo que uno no
recibió de su padre, madre, hermanos, o compañeros en la
infancia y adolescencia. Lógicamente, muchos hombres y
mujeres con estas dolorosas heridas emocionales de soledad
prefieren creer que son homosexuales antes que enfrentarse con
su terrible tristeza interior.
El fracaso de cualquier relación adulta a la hora de llenar el
vacío de la soledad infantil y adolescente es la mayor causa de
la extraordinaria promiscuidad en el estilo de vida homosexual,
que algunos estudios refleja una media de sesenta compañeros/as
sexuales al año. Inconscientemente, no se busca un compromiso
estable porque se siente que ningún adulto puede satisfacer al
niño y adolescente interior. La poderosa desgracia y desazón
de estos individuos produce un comportamiento sexual altamente
peligroso, y explica las cifras del 30 al 46% de los hombres
envueltos en coito anal sin protección y anilingus. Tal
proceder compulsivo y patológico apoya la idea de que la
homosexualidad es un serio desorden emocional, mental, y de
comportamiento.
Los conflictos de soledad y tristeza se pueden manifestar de
muchas formas, aparte de un comportamiento sexual activo. Por
ejemplo, actuaciones infantiles de dependencia, una constante
necesidad de atención y afecto, una excesiva fantasía sexual,
masturbación compulsiva, atracción hacia adolescentes,
dependencia de pornografía, comportamiento narcisista,
agotamiento, y síntomas de depresión.
Débil Identidad Masculina
Otra importante causa de tentaciones homosexuales y actividad
sexual es el resultado de fuertes sentimientos de inseguridad.
La desconfianza se suscita por el rechazo de padres, compañeros,
hermanos, u otras personas significativas en las cuales se ha
puesto confianza. En un intento inconsciente de deshacer una
historia de rechazos, la persona busca reafirmarse y ser
aceptado por miembros del mismo sexo. En mi experiencia clínica
este doloroso conflicto emocional se observa mucho más
frecuentemente en hombres.
La auto-estima se basa principalmente en la aceptación de un
modelo de conducta en la primera infancia, el niño el de su
padre y la niña el de su madre. Todo niño pequeño añora el
ser aceptado, el apoyo y ánimo de su padre, y de tal forma
establece un sentido positivo y un grado de bienestar consigo
mismo. Aunque el amor de una madre es esencial para los niños,
no es tan importante como el amor y la afirmación paterna a la
hora de formar una sana identidad masculina. La falta de
reacciones positivas de un padre produce una seria debilidad en
la imagen masculina y una falta de auto-aceptación. Muchos de
los que sufren atracciones homosexuales crecieron de niños
pensando que nunca podrían agradar a sus padres.
Los hermanos mayores también juegan un papel importante en la
implantación de una positiva identidad masculina en la
infancia. Rechazos en tales relaciones pueden producir serias
debilidades de auto-estima masculina.
Sin embargo, las desilusiones más comunes de la vida infantil
que producen atracciones homosexuales son el resultado de
rechazos por compañeros con motivo de una deficiente coordinación
psicomotriz y atlética. Esta es una limitación especialmente
dura de llevar en una cultura obsesionada hasta tal punto con el
éxito en actividades deportivas que se llega a considerar ese
éxito como indicador principal de la masculinidad. Los niños
que no son buenos atletas son casi siempre los últimos en ser
elegidos para un equipo, y a menudo son víctimas del rechazo y
el ridículo. Frecuentemente se les coloca apelativos femeninos,
con el uso de palabras tan penosas como "sissy, fairy,
queer," marica, hada, extraño (=marica). También se les
llega a decir que corren o actúan como una niña. Conforme el
dolor de traiciones por parte de compañeros continua año tras
año, estos chicos se sienten cada vez más inadecuados,
confusos, aislados, solos, y débiles. El maltrato de compañeros
produce en ellos una muy deficiente imagen de su propio cuerpo,
y un deficiente sentido de su propia masculinidad.
Tales chicos pueden llegar a ser chivos expiatorios de sus compañeros,
quienes les insultan en un intento de realzar su propia
auto-estima. En el colegio se les victimiza particularmente
durante la clase de gimnasia. A menudo han referido el sentirse
torturados por sus compañeros. Esta angustia puede llegar a ser
tan dañina que anule los beneficios psicológicos de una
positiva relación con el padre. Para muchos de estos chicos las
atracciones homosexuales comienzan en sexto o séptimo cursos.
La atracción siempre es hacia adolescentes fuertes y atléticos.
En los años 50 y 60, cuando todavía era posible investigar
abiertamente sobre las causas de la homosexualidad, un estudio
de 500 varones en Nueva York que se consideraban homosexuales
reveló que por encima del 90% de ellos tenían problemas de
coordinación atlética y que de pequeños fueron objeto de
varios niveles de humillación por sus compañeros. Muchos
contaron que no solamente se sentían fracasos como varones
porque o no eran buenos o no les gustaba el deporte, sino que
también sentían que desilusionaban a sus padres, los cuales
—en su opinión— esperaban que les fuera bien atléticamente.
La falta de interés por los deportes interfería en la relación
y unión íntima de padre-hijo.
La necesidad de ser aceptado por otros varones es esencial para
el desarrollo de una positiva identidad masculina, y precede al
nivel de desarrollo adolescente. Si una auto-aceptación no
ocurre o no se consigue por medio de la afirmación de otros
compañeros, raramente podrá un niño encontrarse atraído a niñas.
Los conflictos básicos de baja auto-estima se manifiestan de
diversas formas en varones con atracciones homosexuales. Estos
incluyen: una atracción obsesiva hacia hombres atléticos y
musculares; fantasías de poseer otro cuerpo; una necesidad
excesiva de actuar de manera fuerte o agresiva; una necesidad
compulsiva de incrementar su musculatura; y un profundo
sentimiento de no ser amados.
Miedo y desconfianza
Miedo de ser vulnerable en relaciones heterosexuales es otro
factor importante en el desarrollo de atracciones homosexuales.
Esta inhabilidad de sentirse seguro amando a alguien del sexo
opuesto es normalmente inconsciente y se origina la mayoría de
las veces a partir de experiencias traumáticas en la casa. En
chicos puede ser la consecuencia de haber tenido una madre que
era demasiado controladora, excesivamente necesitada o
dependiente, enfadada y crítica, poco afectiva y fría,
narcisista e insensible, muy desconfiada, adicta o enferma. En
chicas el miedo de confiar de cualquier varón en una relación
amorosa puede surgir de haber tenido un padre que era muy
enfadadizo, rechazador y distante, insensible hacia su madre,
abusivo, duro, egoísta, adicto, o falto de cualquier afecto.
Hoy, el dolor del abandono de un padre a causa del divorcio es
una de las mayores fuentes de desconfianza de chicas a chicos,
las cuales desarrollan una fobia inconsciente de ser heridas
como vieron que lo fueron sus madres. Como consecuencia, por un
periodo de tiempo, se sienten seguras sólo con el amor
consolador de otra mujer.
Miedo a ser heridos emocionalmente
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Diane era una joven arquitecta cuyo padre era un
enojado alcohólico. Ella había presenciado años de abuso
físico y psicológico de él con su madre. En su temprana
adolescencia le atraían los chicos y salió con ellos, pero
en la Universidad se encontró mucho más a gusto con otras
chicas. Acabó por darse cuenta de que tenía un poderoso
miedo de ser herida como su madre si se comprometía a un
hombre. A Diane no le satisfacían emocionalmente, físicamente
o espiritualmente sus relaciones homosexuales. En terapia
reconoció que su padre controlaba sus relaciones con chicos
y decidió actuar resueltamente para romper ese dominio
paterno sobre sus relaciones.
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La madre de Pete era una mujer muy sarcástica que
había tenido a su vez un padre alcohólico. Raramente vio
Pete a su madre mostrar algún afecto hacia su padre, y lo
normal era que fuese muy crítica con él. Pete acabó por
entender que la necesidad compulsiva de su madre de
controlar las cosas en casa venía del miedo e impotencia
que ella había experimentado en su propia familia como
resultado del caos que acompañaba a un padre bebedor. Pero
Pete encontraba el control de su madre asfixiante y, como
consecuencia, hizo lo que pudo para mantenerla a distancia.
Puesto que ella era su fundación para relacionarse con
otras chicas, Pete no se sentía emocionalmente compatible
con las chicas que encontraba atractivas. Temía que si se
volvía vulnerable acabarían por ser tan insensibles como
lo era su madre con él y con su padre. Sus tentaciones
homosexuales se desarrollaron por el miedo a confiar en un
amor de mujer y su necesidad de afecto de alguien en quien
pudiera confiar.
La desconfianza también puede desarrollarse como resultado de
vivir en una casa con frecuentes conflictos y peleas entre los
padres. Puesto que la relación de los padres es el modelo para
un niño/a de lo que es una relación amorosa heterosexual, un
matrimonio mermado por constante dolor y conflicto puede llevar
a que el hijo/a desarrolle un miedo de volverse vulnerable hacia
los del sexo opuesto. Este miedo puede llevar a algunos a caer
en una relación homosexual. Una dinámica similar se presenta a
veces después de un divorcio, cuando muchos adultos tienen
miedo de ser heridos por los del sexo opuesto y se retraen a una
relación homosexual. Debe saberse, también, que la epidemia de
divorcios en nuestra cultura está resultando en un miedo
significativo entre jóvenes adultos al compromiso en relaciones
heterosexuales.
Desconfianza y miedo de un compromiso completo a una persona,
son extremamente comunes en los que sufren atracciones
homosexuales. La promiscuidad rampante con fidelidad a nadie es
una de las manifestaciones más llamativas de tal miedo al
compromiso. Según el doctor William Foege, director de los
Centros de Control de Enfermedades (Centers for Disease
Control), la víctima media de SIDA ha tenido sesenta compañeros
sexuales en los pasados doce meses.
Desorden Adictivo
El comportamiento sexual compulsivo, altamente peligroso y
amenazador a la vida en un gran porcentaje de homosexuales puede
indicar la presencia de un desorden adictivo en estos
individuos. Mientras que la específica categoría diagnóstica
de adicción sexual no ha sido todavía oficialmente aceptada en
el campo de la salud mental, existen programas clínicos en
varios puntos del país para el tratamiento de adicciones
sexuales, y también existe una revista dedicada enteramente al
tema de adicciones sexuales. Estas adicciones se asemejan a los
desórdenes de abuso de sustancias en que los individuos que las
protagonizan son sujeto de comportamientos compulsivos y médicamente
dañinos. También, un poderoso auto-engaño se hace presente en
cuanto al serio peligro que esos comportamientos compulsivos
entrañan para la salud propia y la de otros.
La opinión clínica de que el comportamiento homosexual tiene
mucho de adictivo en su naturaleza la apoyan numerosos estudios
de las prácticas homosexuales y las mejores estimaciones
recientes de que la mitad de todos los homosexuales varones en
la Ciudad de Nueva York portan el virus del SIDA. A pesar del
peligro de contraer esa enfermedad, enormes cantidades de
hombres no se protegen sexualmente. Reportajes de este
comportamiento altamente peligroso incluyen un estudio de 1991
sobre homosexuales en dieciséis ciudades, que reveló que el
31% de los entrevistados había participado en coito anal sin
protección en los dos meses anteriores a su entrevista. El
Instituto Nacional de la Salud ha estimado que con las presentes
tasas de crecimiento infeccioso la mayoría de jóvenes gay o
bisexuales de veinte años en todo el país contraerán con el
tiempo el virus del SIDA. Un estudio de 425 hombres bisexuales o
homosexuales de edades entre diecisiete y veintidós años en
San Francisco y Berkeley reveló que aproximadamente un tercio
admitió haber participado en coito anal no protegido en los
seis meses anteriores. Una encuesta nacional de hombres gay
mostró que el 41% han practicado anilingus, y un 46% algunas
veces ha practicado sexo en condiciones de riesgo consideradas más
elevadas de lo que deberían. También, el artículo de Michael
Warner en el ejemplar del 31 de enero, 1995, de "the
Village Voice," "Why Gay Men Are Having Risky
Sex," (Por qué los hombres gay practican sexo arriesgado),
describe un comportamiento homosexual similarmente compulsivo,
auto-destructivo e irresponsable sin protección. La naturaleza
adictiva del comportamiento homosexual explica por qué las
infecciones del virus del SIDA se han cuadriplicado en San
Francisco desde el 1987.
Estos estudios apoyan la opinión clínica de que la
homosexualidad es un desorden de características extremadamente
compulsivas, altamente peligrosas y auto-destructivas.
Muchos terapistas consideran esta adicción, al igual que otras,
producida por numerosos conflictos emocionales. En muchos
individuos su comportamiento homosexual es frecuentemente
precedido del uso del alcohol y de drogas.
Narcisismo
El narcisismo o egoísmo es otro factor principal que influye en
la atracción a un estilo de vida homosexual. Hay varios
aspectos atrayentes, como el no tener que comprometerse a una
persona y no tener que darse completamente como padre. Existe un
deseo de permanecer infantilmente con obligaciones mínimas en
relaciones y con pocas limitaciones en la búsqueda de placer.
El hedonismo está asociado a muchos de aquellos envueltos en un
comportamiento homosexual.
Otra seria manifestación del narcisismo de un estilo de vida
homosexual es la de albergar pensamientos de grandeza. Tales
razonamientos llevan a pensar que uno es muy superior a los demás,
y que es tan especial y excepcional que incluso es inmune al
virus del SIDA. Ilusiones de grandeza e irresponsabilidad
extrema influyen en gran parte en las prácticas sexuales
arriesgadas de un buen número de homosexuales en la actualidad.
No solamente dejan de protegerse de manera frecuente, sino que
en su egocentrismo también dejan de advertir a sus compañeros
sexuales sobre si portan o no el virus VIH.
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Anthony era un joven extremadamente egoísta, y en
eso se parecía mucho a su madre. En su niñez se sintió
privado emocional y materialmente, porque su madre gastaba
la mayoría de los modestos ingresos familiares en ella
misma. Recordaba por ejemplo sentirse siempre avergonzado de
las ropas que llevaba de pequeño. Como reacción a esas
privaciones pensaba que la vida le debía mucho. Su mundo
llegó a estar completamente centrado en sí mismo. Anthony
creía poder usar a la gente para satisfacer constantemente
su impulso por el placer, y no albergaba ningún serio
conflicto moral por el hecho de juntarse con una media de
sesenta a cien compañeros sexuales al año.
Intentos de Evadirse de un Excesivo Sentido de
Responsabilidad
Algunos intentan escaparse de excesivas presiones y cargas
participando en actividades homosexuales en las que no hay
compromiso, obligación o responsabilidad. Hombres casados a
veces luchan contra una intensa inseguridad después de
experimentar el stress de un jefe negativo, una falta de éxito
profesional, o una ansiedad arrolladora por preocupaciones
financieras. Entonces pueden empezar a ver a sus esposas e hijos
como cargas y dificultades más que como regalos de Dios. Se
involucran en comportamiento homosexual en un intento de
evadirse del stress y de sentirse más queridos y especiales.
Una vida desiquilibrada junto con pensamientos perfeccionistas
llevan a sentir responsabilidad excesiva.
Evasión y estrés
-
Jim era un agradable hombre casado y con dos hijos.
Disfrutaba de su trabajo; sin embargo, éste era
extremadamente exigente y lleno de presiones. Su esposa,
Jean, también tenía una carrera ocupada y llena de stress.
Por las tardes, además de atender a sus hijos, los dos
ocupaban tiempo en sus respectivas carreras, con el
resultado de que estaban poco tiempo juntos. Bajo tal stress
Jim empezó a visitar librerías de adultos cerca de su
trabajo, y allí a involucrarse en actos homosexuales anónimos.
A estas acciones seguía una culpabilidad tormentosa porque
sentía que había traicionado a su esposa y sus hijos, y
también a su conciencia.
Cuando un marido está emocionalmente distante o ausente de una
familia, la esposa puede sentir una soledad intensa y, como
consecuencia, depender emocionalmente de un hijo. A menudo
hablará con él cosas y preocupaciones que normalmente
compartiría con su esposo. Mientras que la mayoría de los jóvenes
en tal situación familiar disfrutan de la relación con sus
madres, inconscientemente empiezan a preocuparse excesivamente y
a sentirse demasiado responsables por ella. Posteriormente se
puede desarrollar de forma inconsciente una visión del amor
femenino como cargante y agotador.
Concepción errónea de la relación con la mujer
-
Ralph era el mayor de tres hijos y creció en un hogar en
el que su padre tenía gran dificultad en comunicar su amor.
La necesidad de su padre de distanciarse de otros era a su
vez el resultado del alcoholismo de ambos sus padres. Las
heridas en la infancia de este hombre le incapacitaban a
darse porque no se sentía seguro y relajado en relaciones
amorosas. Como consecuencia, la madre de Ralph era
extremadamente infeliz en su matrimonio y se divorció
cuando Ralph tenía doce años. Recordaba el sentimiento de
que, como resultado del divorcio, él se había convertido
en el hombrecito de la casa y que debía hacerse responsable
de su madre y de sus hermanos pequeños. Cuando Ralph tenía
trece años, le gustó mucho una niña de su clase. Pero le
confundía el que no sentía atracción física hacia ella,
ni excitación sexual alguna. Continuó confuso por estos
deseos tan limitados, y aunque no quería sentirse atraído
a hombres, experimentó sus primeros deseos homosexuales
cuando tenía quince años. Ralph entró en terapia cuando
tenía alrededor de veinticinco. Nunca se había involucrado
en comportamiento homosexual y esperaba ser capaz de superar
sus tentaciones homosexuales y casarse algún día. Al
principio de su tratamiento, Ralph se dio cuenta de que se
había sentido excesivamente responsable por la felicidad de
su madre durante muchos años, y que esto le había supuesto
una gran carga. Esa presión le había causado un miedo
inconsciente de intimidad con chicas. Bajo la tensión de
estos conflictos, las relaciones homosexuales parecen
atrayentes por estar libres de excesiva responsabilidad y de
la necesidad de rendir cuentas. Su mayor conocimiento de los
miedos a un compromiso de amor femenino le liberaron y le
llenaron de esperanza para el futuro.
Trauma Sexual en la Infancia
Un buen número de varones que fueron violados o abusados
sexualmente en su infancia desarrollan una confusión sobre su
identidad masculina. Al igual que con otras víctimas de
violaciones, piensan que su comportamiento debe haber causado de
algún modo el abuso. Durante la adolescencia, su relación con
chicas está normalmente mermada por la vergüenza y por la
creencia que ninguna chica podría amarles en absoluto si
conociera sus experiencias sexuales.
Enfado
El tipo de enfado más significativo que induce el desarrollo de
atracciones homosexuales en la infancia es el enfado consigo
mismo. Como resultado de un continuado rechazo por parte de
compañeros, muchos niños adquieren un disgusto intenso por sus
propios cuerpos y una visión de éstos como débiles, poco
atractivos y poco masculinos. Se encuentran tan incómodos con
su físico que no es extraño que pasen muchísimo tiempo
fantaseando sobre el escapar de sus cuerpos y entrar en el
cuerpo de otro. Esta ilusión enfermiza puede empezar cuando son
jóvenes y llevar a una fuerte atracción física hacia otros
del mismo sexo.
La experiencia de ser sostenido y abrazado por alguien del mismo
sexo puede disminuir el auto-rechazo por algún periodo de
tiempo. Sin embargo, la incomodidad o el disgusto por el propio
cuerpo perdura a pesar de una afirmación, afecto, o actividad
de tipo homosexual. Esto ocurre porque el amor en una
adolescencia tardía o más allá no puede deshacer el odio de sí
mismo experimentado en la infancia y temprana adolescencia. En
muchos homosexuales, el comportamiento de alto riesgo,
promiscuo, auto-destructivo, adictivo y sadomasoquista nace de
un intenso disgusto por sí mismos. También, el enfado consigo
mismo como varón puede llevar a disfrazarse de mujer.
Finalmente, el colmo del auto-odio y aversión por el propio
cuerpo se puede observar en aquellos que se someten a cirugía
para cambiar de sexo.
Disgusto por el propio cuerpo
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Paul era sensible y dolorosamente tímido en cuanto
a su pequeña estatura. Aunque no se sentía directamente
rechazado por sus compañeros, se sentía débil e
inadecuado. Puesto que no era fuerte físicamente pensaba
que no podía competir en ningún deporte. A medida que crecía
en él un sentido de aislamiento de sus compañeros, también
crecía un disgusto por su propio cuerpo. Le preocupaba
mucho su apariencia y, de hecho, nunca estaba cómodo quitándose
la camisa en el vestuario de la escuela, o en la piscina en
verano. Antes de su adolescencia, Paul empezó a
obsesionarse con los cuerpos bien formados y musculares de
sus amigos. A este pensamiento obsesivo le siguieron fuertes
sentimientos de atracción hacia estos chicos, y más tarde
deseos sexuales. Cuando empezó a actuar homosexualmente en
la Universidad, normalmente imaginaba asumir el cuerpo de
sus compañeros homosexuales y despertar con un físico
diferente. Sus primeros encuentros sexuales le dieron un muy
superficial sentido de ser especial y de ser amado. Aunque
su comportamiento sexual producía breves subidas
emocionales, no le daban una mayor auto-aceptación. De
hecho, a medida que se deslizaba hacia la promiscuidad
sexual se sentía cada vez más incómodo consigo mismo, y
entonces entró en terapia.
En un grupo reducido de gente la homosexualidad se origina a
partir de una desmedida necesidad de rebelarse contra los
padres, los compañeros, la propia educación, la unidad
familiar, o contra Dios. Al igual que a mucha otra gente
enfadada, les produce cierto placer este comportamiento de
rebelión. La conducta homosexual llevada por el enfado se
observa en aquellos cuyos padres del sexo opuesto eran
extremadamente controladores, emocionalmente insensibles, físicamente
abusivos, o profundamente narcisistas. A algunos de ellos les
encanta que sus madres sepan cómo su estilo de vida es el
rechazo extremo de un amor femenino, mientras que ellas
disfrutan cuando sus padres comprueban que no sienten necesidad
alguna de una relación amorosa con un hombre.
Finalmente, el enfado excesivo se observa en otra serie de
aspectos del estilo de vida homosexual. El más notable es el
enfado agresivo-pasivo, que consiste en un silencioso desahogo
de hostilidad mientras se pretende no estar enfadado, y se
manifiesta en la falta de informar a un compañero sexual de que
se porta el virus VIH. Estos hombres y mujeres a menudo sienten
que, puesto que ellos tienen que sufrir, otros también deben
hacerlo. También se observa un intenso enfado en homosexuales
dentro de los medios de información, o en los campos de educación,
política, tutoría y de salud mental, cuando intentan forzar
nuestra cultura para que cambie su opinión sobre la
homosexualidad. Sus métodos consisten a menudo en asaltos
directos contra la moral Judeo-Cristiana, la estructura
familiar, y las diferencias básicas entre hombres y mujeres.
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