Durante la infancia los niños “descubren” la existencia de los sexos: saben que hay niños y niñas y que son diferentes. En esta edad es muy importante que los padres digan a sus hijos lo felices que se sintieron cuando supieron que era “él o ella” en el momento de nacer o en una ecografía. El niño está desarrollando las bases de su seguridad personal y de su propia personalidad y necesita mucho el saberse querido y aceptado como es, por aquellos que más ama: sus padres. Es también muy importante que los niños observen una clara distinción en los papeles de papá y mamá. En el vestir, en las actitudes empleadas, etc. Esto no significa educar en la idea de que el hombre fuera de casa y la mujer en la cocina, es bueno que los niños vean a papá ayudando en casa y mamá que puede trabajar fuera, pero saber que hay ciertas “tareas” que cada uno de ellos hace por los demás miembros de la familia. El niño pequeño es egoísta por naturaleza, en su mundo aún no hay más personas que él mimo, mamá y papá, los cuales viven para él. Por este motivo, es importante en estos años ir educando en la generosidad y también en la comprensión de que el amor implica sacrificio y abnegación por los demás. El testimonio de los sacrificios que los padres hacen por sus hijos, que mamá hace por papá y viceversa, es mejor que mil palabras. Otro elemento muy importante en esta edad es el desarrollo de una relación de confianza con los padres. El niño debe sentirse siempre seguro de que sus palabras son escuchadas, creídas y aceptadas; obviamente esto implica estar atentos a las pequeñas mentiras o fantasías normales y ayudarle al niño a reconocer entre la realidad y sus sueños y a asimilar que es mejor siempre decir la verdad aunque duela. Esto facilitará que más adelante sea a sus padres a los que consulte sus dudas respecto a su sexualidad, y disminuirá el riesgo de ser objeto de abuso. Un niño bien atendido, que confía en sus padres y está advertido de los extraños, es una presa difícil para quienes abusan de menores. En estas edades se pueden dar las bases para una verdadera y profunda educación en la fe. Comenzar a formar la voluntad, la conciencia recta y el deseo de hacer en todo momento la Voluntad de Dios. Serán elementos indispensables luego para integrar y vivir su sexualidad correctamente en una sociedad llena de estímulos. Objetivos en la educación sexual a esta edad:
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Segunda Infancia (7 a 9 años) Esta es una edad relativamente tranquila en la que el niño madura intelectual y moralmente. Acostumbra a ser llamada la edad de la obediencia porque los niños suelen ser dóciles a las indicaciones de los mayores. En esta edad la sexualidad se expresa en un vivo sentido del pudor, los niños ya no desean que sus madres les ayuden a bañarse ni que los acompañen al baño. Es tal vez señal del inicio del sentido de expresión de la propia dignidad. Inicialmente niños y niñas se mezclan fácilmente, pero poco a poco comienzan una progresiva separación de sexos, dejando de jugar juntos. Demuestran interés por el papel y características sexuales de ambos sexos. Hay mayor curiosidad por el embarazo y el papel del padre en la procreación. Ya a los nueve, comienzan a buscar material informativo: dibujos, explicaciones, preguntan a los amigos y si alguno del grupo adquiere información con facilidad la dará a sus compañeros, aunque no sea de la mejor forma posible. Es una época serena, pero la curiosidad sexual sigue existiendo y actualmente hay muchas formas en que un niño puede acceder a información sin necesidad de consultar a sus padres. No hay que temer adelantarse, se puede ir tanteando terreno con comentarios y preguntas en momentos de conversación tranquila y sin interrupciones para ver qué tanto saben, qué intereses o curiosidades tienen. En general el niño o la niña harán preguntas, si no las hacen es mejor adelantarse y plantear el tema. Su interés es intelectual, curiosidad sana por comprender algo que pertenece a la vida cotidiana. Siempre es mejor que reciba la información de sus padres, antes que de un amigo o de una revista o película, es mejor adelantarse un poco que llegar tarde. Cuando se entable la conversación, hay que evitar que sea un simple informar y en realidad sea una formación en el amor. No es necesario decirlo todo de una vez, se pueden dar algunas informaciones básicas dejando la puerta abierta para próximas “charlas”. Terminar, por ejemplo, con un “cuando tengas otra duda me dices y continuamos”, “hay otros elementos del mismo tema, pero creo que por hoy es suficiente, así tenemos tema de conversación para la próxima”. Y no tener miedo de decir al niño que es mejor que todo esto lo sepa por sus padres o formadores que por amigos o extraños, porque ellos no siempre tendrán toda la información y pueden equivocarse. Caso: Una niña de nueve años recibió esta información de una amiguita de clases de la misma edad: “Papá y mamá se acuestan desnudos, papá encima de mamá y así se engendran los niños”. Al comentarlo con su hermana menor, ésta decidió inteligentemente decirlo a la madre de ambas que las reunió para tener una charla “de mujer a mujer”. Les explicó someramente las relaciones sexuales en un matrimonio, dentro de lo que podían comprender y aprovechó para informarlas acerca de las menstruaciones. El tema volvió a salir varias veces en los años siguientes, y en algunas ocasiones el papá estaba presente. Cuando ambas niñas tuvieron su menarquia algunos años después, no se sorprendieron ni angustiaron. Respecto a las relaciones sexuales la mamá optó por ser clara (dado lo que ya habían escuchado de su compañera), pero especificó que ocurre en el matrimonio y por amor; y no se extendió demasiado en el tema. Es muy importante en esta edad continuar formando integralmente a los niños, en la fe y los valores morales, en el ejercicio de la voluntad, en la docilidad a la propia conciencia. A esta edad comienzan a ser capaces de entender porqué ciertas acciones no se hacen, porqué sus padres les prohíben algunas compañías o ir a ciertos lugares; pero para entender necesitan saber, los padres deben dialogar con sus hijos, llevarlos a interiorizar e ir haciendo suyos normas y principios de conducta. Algunos elementos prácticos que pueden ayudar:
Pre-adolescencia (aproximadamente desde los 9 a los 11 años) En esta edad los niños gustan de la camaradería con otros de su mismo sexo y tienen una enorme energía y capacidad de actividad, que resulta agotador para los adultos. Existe además, un antagonismo entre los sexos que alcanza su punto máximo alrededor de los diez años. Los niños “desprecian” y se ríen de las niñas y ellas los consideran “salvajes” e “incivilizados”. En general a esta edad se mantienen separados por propia iniciativa y les desagradarán las actividades en que los junten, especialmente a los niños, que poseen ya mucha más fuerza física y tienden a realizar juegos más bruscos y que se sienten oprimidos cuando se les pide más suavidad porque “hay niñas también”. Algunos niños y principalmente algunas niñas, pueden llegar a la pubertad a los 11 años o antes. Es bueno que ya sepan lo que esto significa aunque sin sobredimensionarlo. En esta edad los niños ya tienen conciencia clara de lo que está mal, aunque a veces creen que son faltas graves cosas que ni remotamente lo son. Los padres y educadores deben continuar trabajando en la formación de la conciencia y voluntad de los niños, en la generosidad y preocupación por los demás. Además es una excelente edad para interesar a los niños en deportes y actividades que los lleven a utilizar la enorme energía que tienen, siendo además un medio muy bueno para colaborar en la formación de la voluntad y de la capacidad de sacrificio: si deseas ser bueno en los deportes debes entrenar y sacrificarte. En esta edad suelen presentarse períodos de ambivalencia. Los niños pasan de la mayor obediencia y docilidad a la rebelión absoluta. Está comenzando a autoafirmarse y formar su propio carácter. La conciencia empieza a construir un sistema de valores más personal. Es muy importante la compañía, la proximidad y el testimonio de los adultos alrededor de los niños. Si no hay coherencia o las palabras no se corresponden con las experiencias, el niño estará confuso y no sabrá cómo reaccionar, o simplemente creerá que todos son así y, por lo tanto, es posible decir una cosa y hacer otra; hacer una cosa un día y al siguiente distinto según me convenga o me “dé la gana”. Los padres tiene la difícil tarea de encontrar el justo equilibrio entre libertad y autoridad, evitando los excesos de abandono, dejadez, afecto y sobreprotección y autoridad. Los niños a esta edad necesitan que se les marquen límites y se les den pautas, pero también que se les permita responsabilizarse y hacer elecciones. Hay que ir poco a poco. Se puede comenzar permitiéndole escoger qué ropa desea ponerse, las primeras veces puede ser recomendable ofrecerle opciones: el pantalón azul o el marrón; luego, cuando se sienta más seguro y tenga algunos parámetros de estética podemos dejarlo escoger libremente. O tal vez sea el postre, el juego o el lugar de paseo. Y por otro lado ya es posible darle responsabilidades. Ya desde pequeños (cuatro o cinco años) los niños desean “contentar” a sus mamás con pequeños servicios, que tal vez no hagan tan bien como ellas, pero es bueno dejarlos porque así aprenden a compartir el trabajo. Al alcanzar esta edad ya pueden responsabilizarse por alguna función en casa: alimentar al perro, sacarlo a pasear, sacar la basura, secar los platos, poner la mesa el domingo, etc. Siempre adecuado a su capacidad y habilidad. Respecto a la educación sexual a esta edad, el Concilio Vaticano II dice: “Los niños y jóvenes deben ser instruidos, conforme avanza su edad, en una positiva y prudente educación sexual”2 No quedan dudas que esta es la etapa en la que más abiertamente hay que comenzar a tratar con ellos los temas relacionados con la sexualidad, la procreación, etc. El momento exacto y más adecuado deben distinguirlo los padres, pues de ellos es la responsabilidad, ya que son los que mejor pueden explicarlo a su hijo. La escuela puede colaborar, pero respetando el papel principal que la familia debe realizar. Ya desde los 10 años (incluso antes) las niñas comienzan a preocuparse con el tema de “ser mujer”, las relaciones con los varones, llegar a ser madres, la virginidad. Es muy importante que la mamá se haya convertido en su amiga y confidente, que sea ella la que le dé las informaciones, las respuestas y la ayude a formar el corazón y los sentimientos para madurar correctamente. Lamentablemente hoy, pocas mamás se consideran preparadas y creen que deben dejarlo todo en manos del colegio. A esta edad las niñas pueden comprender perfectamente todo lo relacionado con su sexualidad y sienten curiosidad porque están experimentando los cambios en su cuerpo. Tendrán compañeras o amigas o primas que ya han llegado a la pubertad, algunas que tienen novio o verán las parejas en el colegio y en los lugares de entretención. Hay que hablar con ellas, explicarles todo con un lenguaje a su alcance pero correcto, no creer que “eso ni se le ocurre”y menos aún “ya lo sabe todo”. Nunca será bastante lo que se haga para educar en el verdadero amor, en el valor de la castidad y virginidad como señal de respeto a sí misma y de amor hacia aquella persona con la que se unirá en matrimonio. A las madres y educadoras o formadoras, puede servirles para iniciar el tema, dar una charla a un grupo pequeño sobre los cambios físicos y fisiológicos que se viven en esta etapa y dejar la puerta abierta a responder dudas personales cuando lo necesiten. Siempre hay que superar lo puramente fisiológico o biológico; en toda respuesta, en toda conversación hay que llevar hacia la formación del corazón, de sus afectos y de la valoración y respeto de su cuerpo y corazón. Objetivos de la educación sexual en esta edad:
1 Madurez y sexualidad. Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 72 y ss. 2 Declaración sobre la educación cristiana. n.1 3 Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales. Una respuesta pastoral. Consejo Pontificio para las comunicaciones sociales, 9 – V – 1989, n.24. (Citado en Madurez y sexualidad. Pedro Trevijano, Ediciones Sígueme. Pág. 85) |
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