NUEVOS ESTUDIOS SOBRE EL SANTO SEPULCRO

Estanislao LOFFREDA

(Tomado de la Revista TIERRA SANTA [1983] 66-71)

 

 

El P. Virgilio Corbo, del Estudio Bíblico Franciscano de Jerusalén, ha publicada últimamente una obra en tres volúmenes bajo el título: II Santo Sepolcro di Gerusalemme. Aspetti archeologici dalle origini al periodo crociato (SBF, Collectio maior, n. 29, Jerusalem, 1981-1982.

Como indica el título, el autor estudia, sobre todo, los datos arqueológicos que han ido apareciendo durante estos 20 últimos años, precisamente desde 1960, cuando las tres principales comunidades cristianas (latina, griega y armenia) llegaron a un acuerdo para la restauración del vetusto santuario.

Dada la gran cantidad de datas acumulados por el autor, éste ha creído oportuno dedicar el primer volumen al texto (235 páginas), el segundo a las láminas (un total de 68) y el tercero a la documentación fotográfica (208 fotografías). Tanto las láminas como las fotografías están acompañadas de sus respectivas leyendas en italiano y en inglés.

La importancia de la obra no proviene de eruditas citas de estudios precedentes y, menos aún, de hipótesis más o menos subjetivas de reconstrucción, sino de un examen "duro, descarnado y muchos veces anguloso" (pág. 15) de innumerables detalles que solo en estos últimos 20 años han aparecido y que, por vez primera, permiten retejer la larga historia de este santuario hacia el cual se ha polarizado la mirada de la comunidad cristiana.

El P. Corbo nos ofrece una documentación arqueológica de primera mano. Además de haber dirigido él mismo algunas excavaciones en el área latina de la basílica del Santo Sepulcro, ha podido seguir todos los trabajos en las áreas comunes a las tres comunidades cristianas y, finalmente, ha obtenido el raro permiso de poder visitar las áreas estrictamente reservadas a las comunidades no latinas. "Durante 13 años hemos bajado, mañana y tarde sin interrupción, a examinar el material que venía a luz" (pág. 21). Planos, secciones, perspectivas, documentos, fotografías hoy ya irrepetibles, relieves en escala llevados a cabo par el oficio técnico, notas diarias sobre el trabajo en curso, todo ha pasado por sus manos y recogido "con intuito de amor hacia Aquél que es figura triunfante de este monumento" (pag. 15), para preparar la presente obra.

Sin este personal y apasionado interés del autor, un inmenso y rico material habría terminado en los archivos, mientras los estudiosos habrían continuado a copiar reconstrucciones de otros tiempos, sin sospechar que en estos últimos años se ha abierto un nuevo capítulo en la historia del lugar más sagrado de la Cristiandad.

Independientemente de las interpretaciones del autor, muy personales en muchos puntos, la obra se impone como una mina de datos que los estudiosos podrán valorar o interpretar diversamente, pero no ignorar.

Para darse cuenta de la originalidad del material acumulado, baste recordar que solamente a partir de 1960 ha sido posible investigar en el subsuelo de la basílica, sea a través de excavaciones regulares, sea a través de sondeos, zanjas y canalizaciones que respondían a fines inmediatos y no siempre de naturaleza arqueológica.

Hay más. Las tres comunidades cristianas, en vista a la restauración y consolidación de las seculares estructuras de la basílica, han procedido a la sistemática remoción de todos los revoques y superestructuras postizas que impedían un examen directo de las antiguas estructuras. Esto ha permitido descubrir las partes originales del edificio de Constantino y todos los palimpsestos, añadiduras y modificaciones sufridos por el edificio en el curso de los siglos.

El resultado de esta investigación se presenta en cuatro capítulos:

  1. El sitio del Calvario-Gólgota antes de Constantino el Grande (pp.27-38).

  2. Los edificios constantinianos (pp. 39-138).

  3. La grande restauración de Constantino Monómaco en el siglo XI (pp. 139-182).

  4. La transformación cruzada (pp. 183-210).

Ante la imposibilidad de presentar una síntesis completa de la obra, nos limitaremos a subrayar algunos puntos de particular interés.

¿ Cómo se presentaba el Gólgota al tiempo de la crucifixión?

De las recientes excavaciones hechas, tanto en el subsuelo de la basílica como en el área del Muristán, al Sur de la misma, resulta que desde el siglo VII a.C., al menos, esta zona fue usada como cantera, lo que ocasionó profundas hoyas en el terreno. Otro dato arqueológico importante es el que nos indica que en los primeros años del cristianismo, una parte de esta cantera fue transformada en huerto y usada como lugar de sepultura. A partir del siglo II d. C., con la nueva planimetría de Aelia Capitolina, las hoyas fueron niveladas por un imponente terraplén.

Estos son los datos objetivos, reconocidos por todos los arqueólogos, los cuales han llegado a la conclusión que el hecho de hacer depender la autenticidad del santuario de la posición del famoso segundo muro de defensa de la ciudad, es embocar en un callejón sin salida, ya que de este muro no existe ni una sola piedra (!).

Lo menos que se puede decir es que al tiempo de la crucifixión, el lugar tradicional del Gólgota estaba "en una zona deshabitada, conjeturalmente fuera de la ciudad y, parlo tanto puede ser auténtica". Esta es la conclusión a la que ha llegado la arqueólogo protestante Miss. Kenyon.

Sabíamos ya parlas fuentes escritas que el emperador Adriano había erigido estructuras paganas sobre el lugar de la crucifixión y sobre la tumba del Salvador, las cuales fueron demolidas por Constantino el Grande. Algunos creían que ésta era una "pia fraus", inventada par los escritores cristianos.

Ahora bien, las excavaciones hechas en el área de la basílica han probada la existencia de varios muros de Adriana, algunos bien visibles, una cilla subterránea, columnas de la misma época usadas después par Constantino para las cisternas y para el Anástasis. El P. Corbo ha interpretada todos estos elementos preconstantinianos, coma pertenecientes al Capitalium de Aelia, del que ha intentado hacer una reconstrucción.

Contrariamente a la opinión del P. Bagatti, el autor no atribuye un significado cultual a una pequeña gruta descubierta en la profunda pared oriental del Calvario. Pera debemos añadir que, independientemente de las interpretaciones opuestas sobre esta gruta, las fuentes escritas preconstantinianas estudiadas par el P. Bagatti conservan todo su peso probatorio respecto a la autenticidad del santuario.

Adriana, sin quererlo contribuyó a mantener vivo el recuerdo del lugar de la pasión al elegir este lugar de la ciudad para construir su Capitolium. Es sabido que en Oriente los lugares sagrados quedan como tales aun después de los cambios de poblaciones y de religión. Estrictamente hablando, el lugar del Gólgota-Calvario no fue profanado por Adriano, únicamente cambió de finalidad, aunque a los ojos de los cristianos de la época, la iniciativa de Adriano fuese considerada como impiedad.

La segunda parte, es decir, la que trata de los edificios erigidos por Constantino el Grande, es la parte central y más extensa de la obra. Esperamos que el nuevo plano de la basílica constantiniana que reproducimos en este articulo, sustituya, de una vez para siempre, los planos y reconstrucciones precedentes. Es el fruto de 20 años de investigación y reproduce en negro los elementos realmente controlados, dejando en esbozo las partes aún no excavadas o que han desaparecido completamente.

Si de una parte subrayamos la grandiosidad del complejo constantiniano, de otra hacemos notar la desviación axial de la basílica, que, esperamos, no molestará a esos arquitectas avezadas al uso de la escuadra en todo lugar y, a veces, a despecho de las restas antiguos controlables.

El autor ve en el Anástasis un plano original, concebido y realizada en bloque bajo el reinado de Constantino el Grande. En su centro estaba la tumba vacía del Señor, separada de la ladera rocosa del monte y circunscrita al exterior por una edícula octogonal, a juzgar por las ampollas de Monza. Alrededor de la edícula estaba la Rotonda can 12 columnas macizas (que antiguamente hacían parte del Capitolium de Adriano), distribuidas de tres en tres e intercaladas al Norte, al Oeste y al Sur por pilastras en parejas. La parte occidental del transepto estaba rodeada par un amplio deambulatorio con entarimado de madera, partida en tres puntos cardinales par otros tantos ábsides, mientras 15 grandes ventanales daban luz al complejo. El autor cree que encima del deambulatorio existía una galería y que, en consecuencia, ésta no es una innovación introducida por Monómaco. La residencia episcopal se encontraba al Norte del Anástasis.

Respecto a la sagrada roca del Calvario, quedaba a cielo descubierto.

 

El Martyrium tenía cinco naves y de él se conservan algunos lienzos de los ciclópeas fundamentos, así coma un resto del ábside.

Del atrio oriental no se ha descubierto algo nuevo, lo único nuevo es la interpretación del autor sobre el origen del atrio. El P. Corbo piensa que fue construido por Adriano, como parte del Capitolium, usando bloques herodianos. Esta explicaría la desviación axial de la basílica. El autor descarta la hipótesis de una cripta debajo de la basílica constantiniana.

La invasión persa del año 614 parece que no dañó substancialmente a las estructuras del complejo constantiniano, de tal manera que ya en el año 630 se había terminada la restauración, hecha par Modesta. Este cubrió la roca del Calvario par un edificio formado por 4 pilastras unidas en arco, así coma edificó abajo una capilla en memoria de Adán.

En 1009 la basílica de Constantino sufrió una ruinosa destrucción, por abra del califa el-Hakim. En 1048 se terminaban las abras de restauración, hechas por Constantino Monómaca.

Can Monómaco se abandona el Martyrium y se comienzan a centrar las ceremonias cultuales alrededor del Anástasis y en una serie de capillas que, en parte, compensaban la desaparición del Martyrium. Un interés particular tiene la capilla conseguida del área del Tripórtica constantiniano y directamente comunicada can el Anástasis. Es el primer ensayo de concentrar todo alrededor del Anástasis a menoscabo del Tripórtico.

 

Los cruzados desarrollaron en gran escala esta idea tímidamente realizada por Monómaca. Así en el área del viejo Tripórtico surge el Chorus Dominorum que comunica directamente con el Anástasis y por vez primera el Calvario viene englobado en el mismo plano. Armonizando las antiguas estructuras constantinianas del Anástasis con la nueva iglesia románica embellecida con una grandiosa fachada al Sur, surge la basílica cruzada que perdura hasta el presente.

Plan de la basílica del Santo sepulcro reconstruída por los cruzados

 

Esta obra del P. Corbo no es la primera que publica sobre los santuarios. Su nombre está vinculada a numerosas excavaciones en Tierra Santa seguidas de otras tantas publicaciones: el campo de los pastores de Belén (1951), la gruta de Getsemaní (1956), la iglesia de la Ascensión (1959), la fortaleza del Herodian (1962-1967), el Santa Sepulcro (1961-1982), Cafarnaún (1968-1982), Mágdala (1971-1977), monte Nebo (1967-1970) y Maqueronte (1978-1981).