LA ROCA DEL CALVARIO Y EL GÓLGOTA

 

P. Miguel PICCIRILLO

Traducido por Teodoro López

 

(Tomado de la Revista TIERRA SANTA [Abril-Mayo, 1979] 93-97)

 

"Tomaron, pues, a Jesús - escribe Juan - que cargando él mismo con la cruz, salió hacia el lugar llamado de la Calavera, que en hebreo se dice Gólgota. Allí lo crucificaron; y otros dos con él, uno a cada lado y Jesús en medio. Pilato escribió también un letrero y lo puso encima de la cruz. En él estaba escrito: JESUS EL NAZARENO, EL REY DE LOS JUDIOS". (Jn 19, 17-19).

 

Los historiadores han intentado iluminar el pasaje evangélico que trata del proceso y de la crucifixión de Jesús, tanto desde el plano jurídico como de la práctica de una ejecución brutal que horrorizaba incluso a los antiguos, por más que estuviesen habituados a semejantes espectáculos de sangre. "Lo que la sola palabra cruz significa - escribía Cicerón - debe quedar a distancia no sólo del cuerpo de los ciudadanos romanos, sino incluso de sus pensamientos, de sus ojos y de sus oídos".

Los arqueólogos, hasta ahora, han podido añadir relativamente poco de interés a cuanto se conocía por las fuentes escritas. Un documento excepcional son los huesos del crucificado descubiertos en 1968 por los arqueólogos israelíes en un osario de una tumba del primer siglo, al norte de Jerusalén.

Sólo con suposiciones e hipótesis, más o menos verosímiles, se había imaginado cómo seria el Gólgota-Calvario en tiempos de Jesús, fuera de las murallas de la ciudad, y antes de que los arquitectos de Adriano y después los de Constantino lo englobasen en un conjunto de edificios monumentales, en el segundo y cuarto siglos. Acción profanadora la primera, de culto y de honor, la segunda, que han tenido el mérito histórico de habernos conservado al menos la exacta ubicación del lugar.

Esbozo de la topografía del Gólgota:
1. sepulcro; 2. calvario; 3. cantera-cisterna del hallazgo de la cruz

El muro representa las murallas de la ciudad. La zona comprendida entre el 1 y el 3 se encuentra hoy día encerrada en el área de la basílica del Santo Sepulcro

Por los escritores de los primeros siglos hemos podido saber que, juntamente con otros santuarios cristianos y judíos, también el área del sepulcro de Jesús y del antiguo Calvario entraron dentro de los planes de Adriano de terminar con cualquier vestigio de culto "judío" en favor de la religión del estado. Sobre la zona, debidamente nivelada, se levantó el foro de COLONIA AELIA CAPITOLINA, la nueva ciudad construida por el emperador sobre las ruinas de Jerusalén. Y la roca del Calvario resultó el mejor pedestal natural para la estatua de la Tykhe-Estarté de la ciudad, como se puede ver en el reverso de las monedas de la época acuñadas en la misma ciudad.

El testimonio de los cristianos de la ciudad, que conservaba vivo el recuerdo de la crucifixión de Jesús vinculado a aquella roca, a pesar de la transformación, se fue transmitiendo a través de la literatura apócrifa contemporánea, rica en detalles teológicos y valiosa por la relación que establecía entre esta literatura de la salvación y los lugares que habían sido el escenario de la misma.

De hecho, gracias a las indicaciones de los cristianos de la ciudad, como escribe el historiador Eusebio, contemporáneo a los hechos., los arquitectos de Constantino pisaban sobre seguro cuando llegaron a Jerusalén para construir aquí, por orden del emperador, una basílica digna de Dios sobre el sepulcro de Jesús y sobre el Calvario.

Sección transversal de cuanto queda de la roca del Calvario y los edificios anexos, según diseño de Katsimbinis (1976)

Sección longitudinal de la misma zona

La roca fue dejada como dramático testimonio en un ángulo del atrio de la basílica. Fue sólo más tarde, en tiempo del emperador Teodosio II (428) cuando se convirtió en el pedestal de una cruz de oro cubierta por un baldaquino y protegida por un cancel. No obstante, siempre bien visible.

Desapareció casi del todo a la vista cuando en las sucesivas reconstrucciones que siguieron a destrucciones e incendios fue englobada en los muros de las capillas que se le habían ido adosando a cada lado.

Gracias a recientes trabajos de excavación y restauración en la zona, contamos con la posibilidad - por primera vez después de siglos - de volver a ver cuanto queda de la roca del Calvario-Gólgota. Parte ha estado siempre visible en el ábside de la capilla inferior, llamada capilla de Adán, como se conocía y se podía contemplar la parte final en la capilla superior o de la crucifixión. Durante los trabajos de restauración llevados a cabo en la parte franciscana del Calvario el año 1935, el arquitecto. A. Barluzzi pudo descubrir otra parte de la roca que ha quedado visible desde entonces bajo el altar de la Dolorosa.

En el edificio del Santo Sepulcro se encuentran incorporados el Sepulcro de la Resurrección, el Calvario, el lugar del hallazgo de la Cruz y otras capillas que recuerdan devociones de inmemorial tradición.

Como consecuencia de los trabajos de reutilización del refectorio de los canónigos, adosado a la pared oriental de las capillas del Calvario, el arquitecto Christos Katsimbinis ha conseguido no sólo liberar la roca de todos los añadidos y dejarla perfectamente visible, sino, sobre todo, haber hecho posible el trazar, por primera vez, un plano de todo el conjunto.

En sección vertical, la roca se presenta como una forma sentada, de 6 metros de altura desde el pavimento de la capilla inferior, con dos cavidades, una en la pared occidental (visible en la capilla de Adán), la otra en la pared oriental en forma de pequeña gruta, cerrada en algún tiempo por una puerta de la que se aprecia el dintel, y sostenida por un pequeño muro construido. En su corte horizontal, la roca se presenta como una S, ligeramente deformada en su parte baja, de 7 metros de largo y de 3 metros en su parte más ancha.

La paciencia y la tenacidad de un arqueólogo español, el padre agustino, Florentino Díez, de León, logró abrir una estrecha zanja de 4'40 m. de profundidad por sólo 2'40 de ancho entre la roca y un muro de época romana. De esta excavación se han logrado importantes datos de naturaleza histórica. Datos que podrán iluminar el periodo de utilización pagana del Calvario, cuando se convirtió en santuario de la Astarté capitolina.

Por ahora podemos decir, viendo el resultado de las excavaciones en relación de las que en otras épocas se han llevado a cabo en otras zonas distintas de la basílica del Santo Sepulcro, que también la roca del Calvario formaba parte de la cantera de piedra blanca (mezzy) que existía fuera de las murallas de la ciudad y que no fue destruida en bloques por los canteros, por su escasa calidad, ya que tenía muchas vetas de tierra roja. La roca destacaba del fondo irregular de la cantera de 8'10 metros; así se explica la utilización como lugar de ejecuciones ejemplares en un primer momento y posteriormente como base cultual de una estatua (tiempo de Adriano) y de la cruz (tiempo de Teodosio).

Un elemento de gran interés es la pequeña gruta de la pared este que hay que poner en relación con la mitología cristiana de la ciudad que situaba aquí la tumba de Adán y la puerta del descenso de Jesús a los Infiernos, nacidas de una teología apoyada en una fe robusta.

"El agua de la vida que tú solicitas - dice Dios-Jesús a Adán en uno de tales textos no te será concedida ahora, sino el día en que sea derramada mi sangre sobre tu cabeza, sobre la tierra del Calvario, porque mi sangre vendrá a ser la verdadera agua de la vida, no sólo para ti, sino para todos tus descendientes que creerán en mi nombre; ellos conseguirán también el descanso y la vida eterna".