Amor y matrimonio

 
Victòria Cardona
Educadora familiar

 

Introducción

Iniciamos la ampliación del tema "Educación para el amor". Se desarrolla en tres artículos:

  1. Amor y matrimonio

  2. El amor y las obras

  3. Fidelidad, felicidad

Amor y matrimonio

Se habla mucho de amor, incluso a veces se tiene la sensación de que se hace de una manera confusa, reduciéndolo a sentimiento o a placer. Reducir a placer es inhumano, puesto que la persona es cuerpo y alma; vivir como sí se fuera un animal no es fácil cuando se es persona; ir contra la naturaleza es un pasaporte para las neurosis, frustraciones, pasotismo... Reducir a sentimiento, dependiendo del estado de ánimo, de las emociones, "ya no siento nada, por lo tanto se ha acabado", cuando realmente el amor tiene dimensiones más trascendentes donde la voluntad de amar es la base. Para demostrar el amor se debe entregar el corazón, cabeza y cuerpo con toda la fuerza y el sentimiento. También hay una gran diferencia entre el enamoramiento, que todo lo idealiza y fácilmente se cae del pedestal, y el amor auténtico que se va reforzando con los años, mediante la comprensión hacia el otro, la comunicación, el proyecto de vida en común, saber afrontar dificultades juntos... El amor se hace más fuerte con el tiempo, y la felicidad se encuentra en lo que los esposos hayan querido construir cada día.

Nunca como hoy se ha atacado tanto a la grandeza del matrimonio: el cine, los comentarios irónicos en los medios de comunicación, el ridiculizar las relaciones matrimoniales o la fidelidad, equiparar otras relaciones a las matrimoniales, como cuando se habla del "amor homosexual" o de "hacer el amor". Haciendo referencia al cine todavía tienen vigencia películas como "Casablanca", "Que bello es vivir", "La vida se bella", etc..., pero muchas otras han ido dando unos mensajes, que no se han caracterizado precisamente por el respeto a la dignidad de la persona. Es por esto, que tiene mucha importancia la formación prematrimonial, porque los novios puedan actuar con libertad y conocimiento, y también comunicarse y hablar con sinceridad, sobre todo lo que piensan llevar a término en la vida en común, antes de contraer este Sacramento.

 

Dice Teresa de Calcuta que "amar es no parar." La felicidad aparece con más fuerza cuando se va a dar y no a buscar. En el matrimonio el amor es entrega y donación generosa a la persona que se ama: el olvido personal, pasar por alto pequeñas limitaciones del cónyuge, perdonar, ponerse el amor propio en el bolsillo, etc. ayudan a vivir un matrimonio con paz y serenidad, con alegría y buen humor. Ya Aristóteles afirmaba que "amar es querer el bien del otro", de aquí se desprende que la base del amor estará en actos de donación personal, y la entrega llena y total a la persona libremente escogida para compartir la vida. La felicidad no se puede confundir con el placer inmediato, sino que se consigue con la voluntad de amar y disfrutar de la existencia de la persona amada.

La familia, que es el núcleo de la sociedad, empieza con tres elementos: hombre, mujer y un amor seguro. Los que escogen el camino del matrimonio, bendecido por Dios, encuentran un motivo de perfección humana y de vivir con plenitud su vocación cristiana. Pablo VI, en uno de los apartados de la "Humanae vitae" enumera las condiciones del amor conyugal:

  1. Amor plenamente humano, es decir, sensible y espiritual al mismo tiempo.

  2. Amor total, que lleva los esposos a compartirlo todo, sin reservas indebidas o cálculos egoístas.

  3. Amor fiel y exclusivo: en la enfermedad o en la salud, hasta que la muerte los separe.

  4. Amor fecundo, que se prolonga en el hijo, fruto y corona del matrimonio.

Seguramente, si profundizamos en los elementos enumerados, encontraremos la autenticidad del amor y nos esforzaremos por concretar en cosas cotidianas la vida matrimonial y la convivencia mutua por saber dar y también recibir, por compartirlo todo. La paz y la serenidad de nuestro matrimonio será la consecuencia de nuestra actitud positiva y de la mejora personal por hacer feliz al otro.

No es mi intención ser negativa en este artículo, pero sí que desde mi experiencia, he visto algunos matrimonios que se han roto por ideas que los han hecho iniciar su vida en común con conceptos equivocados, como por ejemplo: "no queremos tener hijos, porque primero queremos disfrutar de la vida"..., "los hijos nos sacarán tiempo para nuestra intimidad", etc.., no han fundamentado su matrimonio en el amor y podríamos decir que el suyo ha estado el de dos egoísmos compartidos y esto les ha provocado la ruptura del que han iniciado, aparte de otras actitudes equivocadas. El hijo siempre es un don, una participación del poder creador de Dios, nunca una carga, si bien su venida ha de estar regida por la responsabilidad, fruto de la plegaria, sopesando las circunstancias concretas a la luz de la voluntad de Dios. La generosidad deberá impregnar las decisiones que se tomen y la confianza en la providencia de Dios Padre "que tiene contados todos los cabellos de nuestro cabeza"..., será la que iluminará el entendimiento para entender la llegada al mundo de cada vida.

En el próximo capítulo enumeraremos actos en que se puede basar el verdadero amor por conseguir un matrimonio feliz.