Ecoética, a la luz de Gn 1-11

Una clave para releer y comprender los procesos de la creación y de la historia

 

Gonzalo M. de la Torre Guerrero
 Misionero Claretiano

Unidad 9.

Confrontar al propio grupo. El Diluvio: Gen 5-9 

Interrogarse sobre la responsabilidad del propio grupo:

¿Es también el propio grupo responsable del mal?

Objetivos

1 Descubrir el tema de Gn 5-9 y ver su relación con una clave hermenéutica global, a partir de la ética.

2 Releer los mitos subyacentes en Gn 5-9, para comprender sus contenidos éticos.

3 Ver el matiz de egoísmo que Gn 5-9 le aporta a la crítica de nuestra ética social.

4 Llegar a descubrir el valor que aún tiene el relato del diluvio en orden a la ética social.

 

 

1. Razón de ser del relato del diluvio.

1.1 Una vocación al servicio de la vida

                        1.1.1 También Israel es responsable del mal. Génesis, en la crítica que hace a la historia vivida por Israel hasta el momento de la catástrofe del s. 6º, da un paso más. Nos presenta ahora algo ordinariamente intocable o fácilmente olvidable: el propio grupo, en cuanto también él puede tener responsabilidad en lo ocurrido.

                        1.1.2 Todo pueblo liga a la divinidad su vocación por la vida. Cuando se analiza el proceder humano en general, y se ve su actuar en la historia, se llega a la conclusión de que el ser humano no es un ser pervertido en su esencia. Conserva una radical sensibilidad frente a la vida, a la que multiplica, alimenta y defiende. Más aún:  la historia de los grupos humanos nos muestra diversos grados de vivencia y de compromiso con la justicia, que aviva su compromiso con la vida y los hace depositarios de una vocación en favor de los valores que dignifican al ser humano. Los grupos o pueblos que en la historia han explicitado este proceso, insisten en ligar a su Divinidad con el mismo. Es decir, hacen venir de su Dios la vocación y el compromiso que sienten por la vida.

                        1.1.3 Un pueblo y un Dios no sólo a favor de la vida en general, sino principalmente a favor de la vida amenazada. Israel experimentó, a lo largo de la historia, un llamado muy vivo en favor de la causa de la vida. Esto lo consideró un don y un llamado de su Dios Yahvéh. Fue este Dios, a quien sentían como el Dios de los que tenían su vida amenazada, menguada o esclavizada, quien lo encaminó por la vía de la justicia, con la misión de defender y hacer crecer la vida. Es decir, Israel se consideró elegido por Yahvéh para implantar en el mundo la causa de la vida y de la justicia.

1.2 Ser infiel a una vocación histórica

                        1.2.1 Ser infiel a la justicia es ser también infiel a la vida. Sin embargo, Israel se enfrió en su misión. No supo ser fiel a la vocación recibida en servicio de la vida. También él se dejó llevar de sus propios intereses, en contra del servicio que debía prestar a la justicia, la única que daba razón a su misma existencia como pueblo o nación. Y la infidelidad a la justicia y a la vida, tenía sus consecuencias negativas para el pueblo.

                        1.2.2 Israel debe también ser confrontado sobre su responsabilidad frente a la vida. Esta es la enseñanza que el hagiógrafo quiere dar cuando, después de la catástrofe del s. 6º, se pone a examinar los responsables de la misma, para hacer reflexionar al pueblo. El análisis histórico no sólo lo lleva a ver las causas generales del mal, comunes a todos los humanos, sino a examinar también las responsabilidades específicas de Israel en el mal que le ha ocurrido.

                        1.2.3 No sólo la descendencia de Caín (los "malos") es responsable del mal, sino también la descendencia de Set (los "buenos"). El relato del diluvio viene presentado como un castigo que Dios le da a la descendencia de Set, el hijo bueno que había reemplazado al efímero Abel. Si la descendencia de Caín era causante del mal por formar grupos fratricidas de poder, también lo era la descendencia de Set (el grupo de donde toma Israel su origen), por haber sido infiel a la justicia y a la vida. El diluvio, como lo veremos más adelante, aparece como castigo de esta infidelidad de la parte buena de la creación. La lección era clara para Israel: su infidelidad a la vocación recibida de parte de Dios en favor de la vida, debía tener una corrección. Él no podía creerse injustamente tratado por la ruina de sus estructuras nacionales. Más bien debía ponerse a pensar acerca de su propia responsabilidad frente a la desgracia ocurrida. La experiencia contradictoria de Israel (ser llamado a servir a la vida y al mismo tiempo traicionarla), tiene sus raíces en sus mismos antepasados. Si estos fueron castigados por el diluvio, Israel no debe extrañarse de que también a él le haya caído un equivalente del diluvio, como lo fue la ola de violencia devastadora que le causó el Imperio Babilónico, a partir del s. 6º.

                        1.2.4 Juzgar al propio grupo formó la conciencia de Israel. Con este nuevo análisis, se nos abre un panorama más extenso sobre las causas del mal en la historia. En muchos textos podemos descubrir al mismo Israel como responsable de la injusticia. Era un autoanálisis honesto, lleno de sinceridad, que trató de formar la conciencia de los israelitas en relación a su propia responsabilidad en la historia. Nos tocará a nosotros saberlo descubrir en el texto y sacar nuestras propias consecuencias.

2. La causa del Diluvio y los mitos que la expresan

2.1 “La tierra estaba corrompida... y se llenó de violencias”...

                        2.1.1 “Me pesa haberlos hecho”... La causa del diluvio está claramente expresada en el texto bíblico: “Viendo Yahvéh que la maldad del ser humano cundía en la tierra y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo, le pesó a Yahvéh haber hecho a los humanos en la tierra, y se indignó en su corazón. Y dijo:... ¡Me pesa haberlos hecho!” (6,5.7). Un poco más adelante, el mismo texto explicita lo siguiente: “La tierra estaba corrompida en la presencia de Dios: la tierra se llenó de violencias. Dios miró a la tierra, y he aquí que estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta viciosa sobre la tierra” (6,11-12). No nos olvidemos que está hablando del grupo elegido, de la descendencia de Set. Y que es dentro de esta descendencia donde Yahvéh no encontrará justos, excepto a Noé y su familia.

2.1.2 De nuevo el lenguaje de los mitos. La corrupción de la descendencia “bendita” -de donde saldrán los “semitas” y el mismo Israel- es presentada por el texto sagrado en forma de mitos. Con esto volvemos al valor del lenguaje simbólico, único capaz de expresarnos las experiencias profundas, secretas, íntimas e inenarrables de las personas y los grupos. El lenguaje mítico no es cronología, ni se define desde la verdad histórica. Es interpretación de la historia y se define desde la verdad simbólica. El mito no es un lenguaje engañoso o mentiroso, ni es un relato de lo no existente. Es un relato de los significados escondidos de las cosas y de los hechos y, por lo mismo, es un lenguaje con otra clave de interpretación, distinta a la del lenguaje común. Veamos, pues, cómo nos hablan los mitos de la corrupción e injusticia en la que cayeron y pueden seguir cayendo los humanos, aún los mejores.

2.2 El mito de “Los Padres longevos”: sus componentes y su significado

 2.2.1 La duración de la vida de los Patriarcas. Israel, por seguir sus apetitos, perdió calidad de vida. Esto es lo que quiere decir el    mito de los patriarcas prediluvianos y postdiluvianos, narrado en fracciones en Gn 5,1-32; 9,29; 11,10-26 cuya edad va descendiendo en años (con la clásica excepción de todo regla). Así empieza con   930 con Adán, desciende a 910 con Quenán, pasa a 905 con Enósh, a 895 con Mahalalel, a 777 con Lámek,   a 600 con Sem, a 438 con Arpaksad, a 239 con Reú, a 230 con Serug, a 205 con Téraj, a 148 con Najor, a 120 con los Humanos Diluvianos y a 80 con los Humanos del Sal 90,10.

2.2.2 La duración de los años = calidad de vida. La intencionalidad de ligar calidad de vida con cantidad de años (los años rebajan en cantidad, a medida rebaja la calidad de la vida), está expresamente señalado en Gn 6,3. La excepción notoria que se da en dos patriarcas (Yéred con 962 años, y Matusalén con 969) se explicaría por lo contrario: su calidad de vida sube, pues ambos están ligados con Henoc, un patriarca “que anduvo con Dios y desapareció, pues Dios se lo llevó” (5,24): Yéred es padre de Henoc y Matusalén hijo de éste. Una vez más se cumple la regla: cantidad de años es aquí símbolo de calidad de vida.

2.3 El mito de “Los Hijos de Dios y las Hijas de los Hombres”: sus componentes y su significado

2.3.1 Los "Hijos de Dios" (=Israel), y la tentación de la codicia. La pérdida de calidad de vida por la práctica de la injusticia, viene expresada también bajo el relato mítico de “los hijos de Dios que pecan con las hijas de los hombres”. Los primeros, olvidándose de su identidad, atraparon todas   las hijas de los hombres que pudieron. Es decir, se entregaron a la codicia. En la adaptación del mito, los “Hijos de Dios” representan a los israelitas, mientras “las Hijas de los Hombres” representan todo lo codiciable y atrapable. Con esto, el mito quiere decir cómo Israel cayó también bajo la codicia, causa de toda injusticia.

2.3.2 Las "Hijas de los Hombres" (= lo codiciable) y el Pueblo de Israel.  La mitología semita, en general, habla de dioses que engendran hijos, por ejemplo, Baal y Not son hijos del dios El; y en Babilonia el dios lunar Sin es hijo de Amu.  Se habla también, en todo el Oriente, que un dios o uno de sus hijos se relaciona con una mujer hija de los hombres, y así es como nace un rey.   Este referente sexual directo aplicado a un ser divino que se relaciona con una mujer, varía en Gn 6:  Israel es ese ser divino (es el hijo de Dios) que históricamente atrapa codicias (representadas por lo femenino).

2.3.3 La mujer, expresión simbólica "machista" de lo deseable. Llamamos la atención sobre los personajes del mito, para que entendamos que no se trata de considerar a la mujer como seducción y pecado y, por lo mismo, causante del mal.  La Biblia se sirve de un mito en el que la mujer, por su patente realidad cósmica corporal, tiene mayor capacidad de representar la concupiscencia cósmica de la creación.  Su cuerpo y su ser es la expresión simbólica de un gran polo de atracción que despierta aquello que la Biblia quiere subrayar en los primeros capítulos: la concupiscencia del hombre, su deseo de atrapar desmedidamente, lo cual,   desde luego, convierte en víctima a la mujer y a la creación en general. Esto no nos impide ver la presencia femenina en este mito, lo mismo que en otros, como una expresión simbólica de la sociedad machista israelita. Como la de todos los pueblos, la conciencia de Israel está llamada a evolucionar en su machismo. La Biblia va poniendo, a lo largo de su historia, los diferentes esfuerzos que su conciencia hace para mejorar en este punto.

2.3.4 No separar este mito del resto de la narración del diluvio. En nuestra lectura ordinaria de la Biblia separamos este relato de las "Los Hijos de Dios y las Hijas de los Hombres", de origen mítico (6, 1-4) de la narración del diluvio. Esto no es correcto, ya que aquí se dan las causas del mismo diluvio, continuadas en seguida, en los vv. 5-7.  Aunque el texto es difícil y causa incomodidad, por su fuerte sabor mitológico, hay que afrontarlo con serenidad.

2.3.5 ¿Trata este mito de la aparición de los "ángeles caídos"? La interpretación rabínica y algunos comentaristas del libro del Génesis, sostienen que esta narración está puesta para explicar la aparición de los Diablos y Demonios en la historia humana. Así lo interpretaron los rabinos del s. 3º aec. La razón que tuvieron para ello fue la fuerte presión de la apocalíptica en este tiempo, que llevaba a darle razón a la misma y a explicarse la existencia de Diablos y Demonios –muchos de ellos tomados de la literatura parsista- que dominaban la historia presente, bajo el poder de las fuerzas malignas que pervierten la historia, llamadas el Viejo Eón. Pero es obvio que dicha interpretación, orientada por la apocalíptica judía, no es la interpretación más correcta.

2.4 El mito de “Los Nefilim o Gigantes de la Tierra”

            2.4.1 Los Nefilím, expresión de codicia y poder. El fruto de la unión entre esos Hijos de Dios y esas Hijas de los hombres, según el mito bíblico, fueron unos gigantes, apellidados Nefilím, o Héroes famosos. Es obvio que el ser humano codicioso se convierta en poderoso. Y es obvio también que el codicioso y poderoso no entre en la bendición o en los planos de Dios. Es decir, la vida del codicioso pierde calidad.

            2.4.2 Los Héroes o Nefilím, considerados "hijos" de los Hijos de Dios. Estos "gigantes", o Nefilim, o Héroes de la antigüedad" tienen paralelos en hombres semidioses como Guilgamésh, protagonista del Diluvio mesopotámico. En general, los reyes de Babilonia, Asiria, Arabia y Egipto, eran considerados hijos de un Dios. Todas las veces que algún poderoso es considerado por la relligión como "Hijo de Dios", el fruto que se obtiene es el de reforzar su poder y, por lo mismo, aumentar el sufrimiento y la muerte de los oprimidos.

            2.4.3 El poder convierte a los Nefilím en casi inmortales. Esta ha sido la historia de esta rara amalgama entre religión (Hijos de Dios) y codicia humana (Hijas de los Hombres): el resultado son los monstruos de gobernantes o dirigentes que nacen (los Nefilím). La caída de los hombres poderosos era considerada como algo muy difícil, como si el poder les diera algo de divino que los hiciera casi inmortales.   Hacia este significado se desplaza en Israel la realidad de los monstruos Nefilim.

3. El Diluvio y el mito que lo representa.

3.1 El mito original

                        3.1.1 La Epopeya de Guilgamésh. La narración del diluvio no es de origen israelita. Anterior a la existencia de Israel eran conocidas varias narraciones de diluvios en el mundo mesopotámico, de las cuales dan testimonio la literatura sumeria, acadia y asiria. El diluvio bíblico parece estar inspirado en  la Epopeya de Guilgamésh, mito asirio,  el cual a su vez se inspira en la versión babilónica, llamada leyenda de Atra-Hasis (2000-1800 aec.). La Epopeya de Guilgamésh es un largo poema del cual el Diluvio es apenas una mínima parte.

3.1.2 El Diluvio de Utnapishtím. Lo que narra dicha epopeya son las sucesivas aventuras de un rey tirano, llamado Guilgamésh, que se transforma gracias a la amistad de otro hombre llamado Enkidu, a su vez transformado y civilizado por los amores de una ramera. Los dos destruyen al perverso gigante Humbaba, por lo cual la diosa Ishtar se enamora de Guilgamésh. La diosa, al no ser correspondida, trata de vengarse, enviándole un monstruo llamado Toro del Cielo. El monstruo es destruido por el par de amigos. Ishtar se venga de Guilgamésh, provocándole la muerte a su amigo Enkidu. Guilgamésh entonces se obsesiona con poseer la inmortalidad y recurre donde Utnapishtim en busca de ella. Utnapishtim le cuenta entonces a Guilgamésh cómo la adquirió. Aquí viene propiamente el relato del diluvio. Utnapisshtim le narra a Guilgamésh cómo un día los dioses determinaron acabar con la humanidad, por medio de un diluvio y cómo el dios Ea se lo advirtió y le mandó construir un barco para que él y todo ser viviente se salvaran. Después del diluvio, los dioses le concedieron a Utnapishtim la inmortalidad.

                        3.1.3 Guigamésh o la búsqueda de la inmortalidad.  Terminada la narración del diluvio, el mito cuenta las peripecias de Guilgamésh frente a la inmortalidad. Utnapishtim le pone una prueba que no supera. Sin embargo le da el nombre de una planta que con dificultad encuentra Guilgamésh. Pero, mientras se baña, una serpiente se la lleva. Guilgamésh vuelve vacío a su ciudad. Más tarde muere, como cualquiera de los otros mortales.

3.2 Semejanzas y diferencias del mito original con el mito bíblico

                        3.2.1 Algunas semejanzas. Las semejanzas entre ambas piezas literarias son patentes: El aviso del diluvio, la construcción del arca, la realización del diluvio, la muerte de los que están fuera del arca, el reposo del arca sobre una montaña, las aves enviadas, el sacrificio final...

3.2.2 Algunas diferencias. Sin embargo, también hay desemejanzas entre la versión asiria y la israelita: politeísmo vs. monoteísmo; duración diferente; dioses en desacuerdo unos con otros, dioses asustadizos y hambrientos; nombres diferente para el héroe; nombre diferente para la montaña del reposo; y, sobre todo, cambio del referente del mito. En el relato asirio, el diluvio no es lo central; pertenece más bien al anecdotario de Utnapishtim y está en orden a probar la inmortalidad que le concedieron los dioses. En cambio, en el relato bíblico, el diluvio es central y está en orden a probar que Dios castiga toda traición a la justicia y a la vida. Es decir, como en los otros mitos bíblicos extranjeros que emplea la Biblia, el hagiógrafo o escritor sagrado le cambia el referente. Y por eso, aunque hablen aparentemente el mismo lenguaje, están comunicando algo diferente.

3.3 El trabajo redaccional en el relato del Diluvio Bíblico: las tradiciones “J” y “P”

3.3.1 Presencia de la tradición “P”. El relato bíblico del Diluvio, además de estar inspirado en el mito asirio, es fruto de la combinación de las tradiciones “J” y “P”. Cada una de estas corrientes teológicas dejó estampado aquí su pensamiento. La mayor presencia es del “P”: el mito de los patriarcas longevos, redactado ahora como genealogía (5,1-28.30-32); la historia de Noé que resalta su justicia, su obediencia y su respeto a la pureza legal (6,9-22); la edad de Noé cuando el diluvio (7,6.11); la pureza e impureza de los animales (7,8-9); la entrada en el arca de las parejas de animales (7,13-16a); la duración del diluvio (7,17a); la crecida de las aguas (7,18-21.24); el final del diluvio (8,1-2a.3b-5); la edad de Noé al finalizar el diluvio (8,13a); la salida del arca (8,14-19); la bendición de Noé y su familia y la alianza (9,1-17); la edad total de Noé (9,28-29).

3.3.2 Presencia de la tradición “J”. La presencia del “J” es menor, aunque no insignificante: el nombre de Noé relacionado con Yahvéh (5,29); la causa teológica del diluvio (6,1-8); recomendación de Yahvéh a Noé, sobre los animales (7,1-5); una precisión nueva sobre el comienzo del diluvio (7,7.10); duración del diluvio (7,12); la puerta cerrada por Yahvéh (7,16b); crecida de las aguas (7,17b); exterminio decretado por Yahvéh (7,22-23); cese del diluvio (8,2b-3a); el cuervo y la paloma que suelta Noé (8,6-12); comprobación de que la tierra estaba seca (7,13b); sacrificio a Yahvéh (8,20-22); la embriaguez de Noé y la maldición de Cam (9,18-27).

4. Reflexiones finales sobre el hecho del diluvio.

4.1 La Historicidad del Diluvio: ¿Se habla o no de una inundación?

                        4.1.1 Falso planteamiento. Desde pequeños nos han enseñado a ver en el diluvio un hecho histórico. Las ilustraciones de la Historia Sagrada nos lo acentuaron y nuestros catequistas insistían en que para Dios nunca ha habido nada imposible. Darle contenido histórico a los relatos ha sido y seguirá siendo una tentación, ya que el argumento que nos han enseñado a manejar no es el de tomar posición leal frente a la intencionalidad del autor y al contexto histórico que vivió, sino el de una tradición catequética acrítica que cree que la fe mejora mientras más ciegamente acepte la existencia de milagros.

                        4.1.2 Planteamiento correcto. Una hermenéutica que parta del contexto histórico en que se redactó el texto y que tenga en cuenta el problema socio-religioso al que dicho teto responde, nunca plantearía preguntas como la que hemos hecho, ni le preguntaría a Gn 1 si el mundo realmente fue hecho en siete días, o a Gn 2 si el hombre fue formado del barro, o la mujer sacada de la costilla de Adán; o si realmente existieron Caín o Abel, o si es cierto que la tierra quedó completamente cubierta de agua. Sin embargo, aquí como en los otros capítulos de Gn 1-11 aceptamos la pregunta, para tener una oportunidad de llamar la atención sobre un vacío inmenso que tenemos los cristianos de todas las confesiones, frente a la Biblia. No somos capaces de hacer y de responder con madurez y con libertad a estas preguntas básicas: ¿Qué quiso decir el autor con tal relato? Y sabiendo qué quiso decir, ¿cómo lo dijo? Si tuviéramos en cuenta estas dos preguntas (que pertenecen al a-b-c de los géneros literarios, nos quitaríamos muchas angustias teológicas y nuestra fe ganaría en madurez.

                        4.1.3 Aplicación al diluvio.  Por lo tanto, si el autor sagrado con el relato del diluvio nos quiso hablar acerca de la responsabilidad de Israel en la catástrofe que lo golpeó en el s. 6º, es inútil preguntarle al texto sobre la veracidad de los detalles de la narración, ya que esto no está en su mente. El sólo sabe que en la historia ha habido muchos diluvios e inundaciones que han golpeado a comunidades y pueblos enteros. Y quiere poner un ejemplo aleccionador, entre los muchos que narra el pueblo, para ilustrar su tesis de que caminar contra la justicia no queda impune en la historia, así lo haga el pueblo más elegido.

            Esto nos llevará a concederle al texto un valor global histórico, como prueba de una tesis, pero sin abandonar su sentido simbólico, mítico, metafórico, que es el que cuenta y el que le permite al escritor decir cosas que de otra forma nunca podría decir, ni mucho menos hacérnoslas entender. Por eso, aunque los historiadores y arqueólogos nos prueben la existencia de mil inundaciones en la tierra, aunque oigamos que todavía siguen buscando el arca de Noé, y siguen apareciendo regiones con sedimentaciones pantanosas de muchos metros, seguiremos insistiendo en que, aunque todo esto sea cierto, es lo menos importante de los relatos bíblicos, porque la finalidad del autor sagrado no era darnos información arqueológica o histórica, sino saber interpretar la historia, desde parámetros de fe, para darnos una enseñanza de justicia.

4.2 Resumen de la enseñanza teológica de los mitos que acompañan la narración del Diluvio (Gn 5-9)

Llamaríamos la atención sobre algunos elementos simbólicos de la narración, los cuales, bien interpretados, se convierten en enseñanza teológica.   Por ejemplo, los Primeros Patriarcas, de edades astronómica hasta 969 años (Matusalén), cifras que significan calidad y cantidad de vida... Los Hijos de Dios que se enamoran de las Hijas de los Hombres, lo cual no significa uniones sexuales de dioses o ángeles son mujeres, sino el pueblo de Israel que se convierte en atrapador de codicia...  Los gigantes que significan monstruos no físicos, sino de poderío, de fuerza destructora, de manejo de codicia... El diluvio que o significa cobertura total de la tierra, sino intención de prescindir del grupo que renuncie a su vocación de vida...

4.3 No traicionar la vocación a la vida

El autor sagrado tomó, adaptó y consignó en la Biblia, por su gran contenido simbólico, un mito de otras literaturas. Dicho contenido le sirvió para relacionarlo con la conducta de aquellos que no son fieles a su vocación en favor de la vida. Israel era uno de estos. La vocación a la vida no se podía traicionar impunemente. Como en otros casos, esta teología de la vida y del fracaso de la vocación de Israel en favor de la vida, la expresa la Biblia en forma de mito. Y, lo mismo que en otros casos, se sirvió de mitos compuestos por otras literaturas, los adaptó y los puso al servicio de Israel. Esta narración es otro modelo o paradigma hermenéutico para toda la Biblia, ya que, a lo largo de la Historia, Israel como institución, se entregó muchas veces a la búsqueda de sus intereses grupales y no de los de la justicia que exigía el pueblo.  El mismo Israel es culpable del mal que padece.  La historia del AT, para el que sepa leerla, está llena también de esta triste realidad.

 

Tarea No. 9

1        ¿Qué aporte le hace Gn 5-9 a la pregunta fundamental que Israel se formula frente a la gran crisis del s. 6º?

2        ¿En qué forma Gn 5-9 se constituye en clave hermenéutica?

3        Qué contenidos éticos tienen para usted los mitos de Gn 5-9.

4        Desde su propia realidad, defina cuáles serían los equivalentes a los "hijos de Dios y las hijas de los hombres". Dé razones.

5        ¿Cómo podría usted releer el diluvio desde su propia realidad?