Ecoética, a la luz de Gn 1-11


Una clave para releer y comprender los procesos de la creación y de la historia



Gonzalo M. de la Torre Guerrero

 Misionero Claretiano


Unidad 5.

Confrontar al Creador y a su Obra: Dios y la bondad de su Creación: Gen 1

Interrogarse críticamente sobre el actuar de Dios: ¿Es Dios responsable del mal presente en la historia? ¿Qué clase de mundo le entregó Dios al Ser Humano?

Objetivos

  1. Descubrir y analizar la pregunta fundamental que sobre Dios se hacía el israelita del s. 6º aec., frente a su derrota y humillación.

  2. Descubrir el valor de determinados elementos literarios para comunicar contenidos éticos.

  3. Descubrir el valor de determinados mitos para comunicar valores éticos y para llegar a comprender los valores propios que Israel quiere transmitir en sus relatos.

  4. Ver el matiz de bondad fundamental de la creación con el que Gn 1 enriquece nuestra ética social.

  5. Descubrir la "bondad" esencial (o valores éticos fundamentales) de la creación, en el género literario mítico-simbólico empleado en Gn 1-2.

1. Interrogarse sobre el actuar de Dios en la Historia

1.1 Someter a Dios a examen

La primera y obvia dificultad que se planteaba el pueblo fracasado era preguntarse por la responsabilidad de Dios en la catástrofe del pueblo. Si Israel lo había aceptado como su Dios, ¿qué había ocurrido que "su" pueblo estaba sumido en un fracaso tan hondo? Sin duda alguna que una de las tareas más delicadas de los teólogos del pueblo fue la de saber dar una respuesta adecuada a este interrogante. Serle fiel a Dios, valorar positivamente su realidad sólo cuando las cosas iban bien, era una mala señal. Lo menos que esto podía significar era la vivencia de una religión interesada y, por lo mismo, falsa.

Dios no había puesto al ser humano en el mundo para hacerle las cosas, para decirle qué debía hacer en cada momento. Esta posición era indigna para Dios y para el ser humano. Del primero hacía un déspota y del segundo un muñeco o un eterno niño. El ser humano, por definición, debe estar caracterizado por la libertad. Y esto implica responsabilidad, aún con el riesgo de la equivocación. Al pueblo no se le debía decir una verdad diferente, así le doliera. Esto fue lo que hicieron, como punto de partida, los que reestructuraron el libro sagrado.

1.2 ¿Era justo echarle la culpa a Dios?

Era falso decir que las cosas habían terminado mal, porque el mundo en el que Dios había puesto al ser humano estaba mal hecho, o estaba dominado por el mal, como punto de partida. La reacción contra esta falsa posición fue la que hizo que los redactores emplearan la tradición "P" (pensamiento o tradición Sacerdotal), recreando un conocido mito de creación, haciéndole todas las transformaciones necesarias, hasta convertirlo no sólo en obra literaria exquisita, sino en lección teológica sobre la bondad del mundo.

Esto era lo que más le interesaba en ese momento: que el pueblo recordara que el mundo había salido "bueno" de las manos de Dios y que Dios se lo había entregado así, para que él lo transformara y perfeccionara, cultivándolo. Por eso, a lo largo de los seis días de creación, repite con insistencia -seis veces- que "Dios constató que la creación realmente era algo bueno". La última vez que lo dice, recalca que "realmente era algo muy bueno" (Gn 1,4.10.12.18.21.31).

2. El género poético, lo mejor para resaltar la bondad del mundo

2.1 En qué consiste la poesía de Gn 1

No hay duda de que la poesía es un medio extraordinario para indicar la belleza o bondad de algo. Por eso creemos que no es inútil que Gn 1 esté redactado en forma de poema. Muy posiblemente el mito de Gn 1 estuvo escrito como poema -forma septenaria- aún en su redacción original. Sin embargo, la tradición "P" supo conservar, adaptar y enriquecer este género poético. Así lo prueban todas las técnicas usadas en el relato:

a) La forma septenaria que le sirve de columna vertebral al mito.

b) La simetría o "quiasmo", es decir, forma de "equis" en los contenidos del relato.

c) El uso repetitivo de algunos elementos claves, usando en la repetición números perfectos, como el tres, el cinco y el diez.

Ampliemos estos conceptos.

2.2 La forma poética septenaria de Gn 1

Escribir poemas en forma septenaria era una costumbre antiquísima de las culturas orientales. Consistía en relatar el desarrollo de una acción en siete días. La acción Ejemplos de esto lo encontramos en el Poema Babilónico de Guilgamesh que narra el final del diluvio y el envío de la paloma en forma septenaria:

"Por el monte Nisir llega la nave // El monte Nisir detuvo la nave, no la dejó moverse; // un día, un segundo día... // El monte Nisir detuvo la nave no la dejó moverse; // un tercer día, un cuarto día... // El monte Nisir detuvo la nave, no la dejó moverse; // un quinto día, un sexto día... // El monte Nisir detuvo la nave, no la dejó moverse. // Cuando llegó el séptimo día // hice salir la paloma, la dejé andar"...(Poema de Guilgamesh, Tabla XI, líneas 141-147).

Escuchemos otro breve poema de la literatura cananea, también en forma septenaria:

"He aquí un día y un segundo día // el fuego devora en la casa, la llama en el palacio; // un tercero, un cuarto día; // el fuego devora en la casa, la llama en el palacio; // un quinto día, un sexto día; // el fuego devora la casa, la llama en el palacio. // Pero, en el séptimo día, salió el fuego de la casa, la llama del palacio" (Ugarit, texto 51:VI 20-34).

Esta simple forma septenaria, podía ser también ampliada:

Danel va a su casa// Danel va a su palacio. // Entran en su casa las Kotaroth, // las hijas de clamor, las golondrinas. // Entonces Danel, el hombre de Raphá, // enseguida el héroe, el hombre de Harnami, // mata un buey para las Kotaroth, // él alimenta a las Kotaroth, // da de beber a las hijas del clamor, las golondrinas. // He aquí un día y un segundo día: // él alimenta las Kotaroth, // da de beber a las hijas del clamor, las golondrinas. // Un tercero y un cuarto día: // él alimenta a las Kotaroth, da beber a las hijas del clamor, las golondrinas. // Un quinto y un sexto día: // él alimenta a las Kotaroth, da de beber a las hijas del clamor, las golondrinas. // He aquí un séptimo día: // entonces parten de la casa las Kotaroth, // las hijas del clamor, las golondrinas"... (Ugarit, 2 Aqahat II: 24-42).

Aunque no lo podemos probar, sin embargo, no cuesta pensar que la forma septenaria del relato original de la creación bien pudo ser ampliada y retocada, hasta convertirla en el largo y bello poema que tenemos hoy en nuestras Biblias. Una primera e inmediata consecuencia de esto podía ser el tomar el número siete como elemento literario y no histórico. Esto nos debe servir para preguntarnos, una vez más, qué vamos a hacer con nuestras viejas catequesis que siguen tomando al pie de la letra los siete días de la creación.

2.3 El quiasmo, otro elemento poético artificial

Otro elemento poético, de mucho artificio literario, es el empleo de la simetría o quiasmo. Este consiste en que los elementos que constituyen un relato se van presentando en forma de equis, haciendo que lo primero tenga correspondencia con lo último, y que los elementos centrales tengan también correspondencia entre sí. En este sentido, Gn 1,1-2,4a, no es una prosa común, sino una prosa artística, muy elaborada, propia de un trabajo sapiencial de un autor o autores que, por pertenecer a la clase sacerdotal, especialista en la palabra, estaban preparados para trabajos de esta clase.

El quiasmo de Gn 1,1-2,4a consiste en la simetría que guardan sus elementos. Esta simetría se basa en dos cosas: primero, en la "repetición" de determinado número de elementos y segundo, en la repetición "armoniosa" de los mismos.

1’) Repetición de elementos.

Son siete los elementos que se repiten: 1- Introducción ("Y dijo Dios"; 2- Mandato ("Hágase..."); 3- Ejecución ("Y así se hizo"); 4- Descripción (se hace la descripción del hecho); 5- Nombre o bendición ("Y llamó Dios...", "Y los bendijo..."); 6- Declaración de la bondad de Dios ("Y vio Dios que era bueno"); 7- Conclusión ("Y hubo tarde y hubo mañana...").

2’) Repetición armoniosa de los elementos.

El hecho de repetir algo rítmicamente ahonda el sentido del mismo. La repetición armoniosa de esos siete elementos se da en la siguiente forma: si ponemos en una columna las cuatro primeras obras de la creación (luz, firmamento, tierra y hierbas) y en otra columna paralela las cuatro últimas (astros, aves-peces, animales terrestres y ser humano), encontramos que a cada una de las cuatro primeras obras responde, con lógica, otra de las cuatro últimas. Por ejemplo, a la luz le corresponden los astros; al firmamento, las aves-peces; a la tierra, los animales terrestres y a las hierbas, el ser humano. Esta correspondencia permite ver la forma "quiástica" (forma de equis) que configuran determinados elementos en la narración. Veámoslo gráficamente:

Obras primeras: Número de elementos: Obras últimas:

Luz 7 6 Astros


Firmamento 6 6 Aves- peces


Tierra 5 5 Animales terrestres

Hierbas 6 7 Ser Humano

Como lo podemos constatar a simple vista, aquí no hay interés en resaltar el orden histórico como aparecieron las cosas creadas, sino en demostrar la bondad de un mundo en el que cada cosa tiene su oficio, su servicio y su utilidad para toda la creación.

2.4 El uso de los números perfectos

El uso de los números perfectos puede ser juzgado también como elemento artístico.

2.4.1 El número tres. El número que más se destaca es el tres, no tanto entendido como número en sí, sino entendido como las ternas en torno a las cuales el hagiógrafo agrupa todos los elementos de la creación. Por ejemplo, están constituidos en ternas los elementos del universo caótico (Gn 1,2), los elementos de confusión (1,2), las obras de distinción (1,4.6.9), las clases de plantas (1,12.29.30), las clases de astros (1,16), la finalidad de éstos (1,17-18), las cosas que éstos presiden (1,14), los animales del mar (1,21), los animales de la tierra (1,25), los animales del universo (1,28), las bendiciones que Dios da (1,22.28; 2,3), los elementos de la bendición (1,22), las veces que habla Dios refiriéndose al ser humano (1,26.28.29), el uso del verbo bará’ (crear) para el hombre (1,27), y finalmente el día séptimo (2,2-3). El número tres, lo triangular, suele encerrar la totalidad del ser y, en este sentido es perfecto. Tomar como dato histórico cada una de estas ternas es darle otro sentido a la simple armonía, perfección y bondad que el autor quería darle a cada uno de los grandes elementos de la creación.

2.4.2 El número cinco. También hay que notar la presencia del número cinco y del número diez, números perfectos para ciertos grupos antiguos, en cuanto corresponden a los dedos de la mano. Para la idea de crear, el hagiógrafo usó tanto el verbo ‘asah (hacer), como el verbo bara’ (crear). Y, tomando como punto de referencia la creación del hombre, tenemos que estos dos verbos (hacer-crear) se usan cinco veces antes de la creación (1,7.7.16.21.25); cinco veces en la creación (1,26.27.27.27.31) y cinco después de la creación (2,2.2.3.3.4).

2.4.3 El número diez. Dios aparece hablando diez veces, o mejor, aparece diez veces creando por la fuerza de su palabra: (1,3.6.9.11.14.20.24.26.28.29).

2.4.4 El número siete. Ya hablamos también del número siete, los días de la semana de la creación, otro número perfecto, en cuanto es la unidad básica resultante del mes lunar de 28 días (o cuatro semanas), ciclo lunar vital para las culturas campesinas y nómadas.

2.4.5 Consecuencia. No hay, pues, ninguna razón para darle valor histórico a las diez veces que habla Dios o a las quince veces que actúa -creando o haciendo- en forma de 3 ciclos de a cinco acciones cada uno. En cambio, vale la pena prestarle atención al diferente uso de los verbos bara’ (crear) y ‘asah (hacer). ¿Por qué cuando se trata de la creación del hombre se usa el verbo bara’? ¿No significa ésto que el hagiógrafo piensa que el ser humano es fruto de una acción especial de Dios?

3. El empleo de los mitos de creación.

 

3.1 Por qué el hagiógrafo se decidió por el uso del mito

Para evitar confusión, recordemos algunas ideas que, en torno al mito, venimos sosteniendo.

  1. Necesidad de saber ubicar a Dios en la Historia. La idea principal que los sabios de Israel tenían en mente, cuando la crisis por la destrucción del Reino del Sur, era hacerle ver al pueblo de Israel, que cuestionaba la acción de Dios en la historia, que dicha crítica no era correcta.

  2. Necesidad de saber ubicar al Ser Humano en la Historia. Y no lo era por esta simple razón: porque el mundo que Dios le había entregado al ser humano era un mundo esencialmente bueno. Era el ser humano, con su egoísmo, quien lo había dañado.

  3. Necesidad de que los seres humanos se interesen por el mundo. Por lo mismo, la responsabilidad de la presencia del mal en el mundo y del mal que le había acaecido a Israel no recaía sobre Dios, sino sobre el egoísmo de los seres humanos, incluido el egoísmo del mismo Israel.

  4. Necesidad de que el ser humano sienta su responsabilidad frente al mundo. Para probar estas ideas, los sabios escogen unos relatos míticos que tratan de la creación, pero con la intencionalidad de probar no tanto el modo de la creación, como la responsabilidad del ser humano de haber dañado el mundo bueno que Dios le entregó.

  5. Necesidad de colocar tanto a Dios como al Hombre frente al mundo. Por consiguiente, el énfasis principal del relato de Gn 1,1-2,4a está en resaltar la bondad del mundo que Dios entrega y la responsabilidad del ser humano frente al mismo.

  6. El Hagiógrafo presupone la fe. Como es obvio, todo esto presupone que el pueblo creía y daba por probado que su Dios era el creador del universo y de todo lo que éste contiene.

  7. Un mito puede enriquecer la fe. Nada impedía, por lo tanto, que los redactores del Pentateuco se sirvieran de mitos ya conocidos que ciertamente hablaban de la creación, pero que ellos podían utilizar no tanto para probar el acto o los actos creadores de Dios, sino el resultado bondadoso de todos esos actos, cuyo hondo significado, por ser imposible de conocer y expresar, era mejor manifestarlo en forma de símbolo o mito.

  8. El mito lleva a profundizar la realidad... Entrar en el mito significaba poder asir el significado hondo de cada criatura más que la cronología o el orden de creación de los mismos. Lo cronológico es cuantitativo y, por lo mismo, de menos valor que lo cualitativo que acerca a la esencia misma de las cosas. La ciencia actual supera al mito, al acercarnos con mayor precisión al dato cronológico del primer momento de la existencia del mundo. Sin embargo el mito sigue superando a las ciencias exactas en la explicación del sentido hondo de cada criatura en el mundo. Esto pertenece a esa ciencia de la vida que no es medible en años ni encerrable en fechas, pero que coloca le permite al ser humano darle sentido a su vida frente a la creación

  9. Creer en el mito no es tomar al pie de la letra sus imágenes. Es leer y comprender las verdades subyacentes a las mismas, y apoyarse en ellas para darle sentido a la propia vida. Es precisamente por ésto que Israel no tiene inconveniente en tomar mitos de otras culturas, adaptarlos a su fe, y desde aquí darles toda la dimensión de sentidos en amplitud, altura y hondura humanas.

  10. Es necesario conocer, siquiera sea superficialmente, algunos de los mitos de creación de las culturas vecinas a Israel, a fin de poder ver en qué y por qué Israel los retoca o cambia. Como ya lo dijimos, los relatos o mitos de creación existieron en otras culturas antes que en Israel. Israel llegó a entrar en contacto con los mitos de sus vecinos por dos posibles caminos: o a través de los grupos que, por alianzas, se fueron incorporando a su nacionalidad, o por el contacto e intercambio natural de toda cultura con las otras culturas vecinas. El intercambio cultural es un fenómeno universal que no permite que existan culturas absolutamente puras. ¿Qué decían, pues, fundamentalmente esas cosmogonías extranjeras?

4. Las diversas cosmogonías

 

4.1 La Cosmogonía Egipcia:

Existen unas aguas primordiales; de ellas procede Atum-Re, dios creador; los miembros de Atum-Re son dioses; el cielo es un dios femenino (Nwt) y la tierra es un dios masculino (Geb, marido de Nwt); estando juntos Nwt y Geb, viene el aire (Sw) y los separa; Nwt se arquea sobre la tierra, a la cual queda tocando con las puntas de los pies y de las manos; la tierra se agita y produce los montes; de la tierra y el cielo nacen el Nilo (Osiris) y el Limo (Isis) que fecunda los campos.

4.2 La cosmogonía Asiria:

Existe una masa acuosa eterna; Asur, dios supremo, procede de aquí; tiene un orden de creación como el del Génesis; la creación del ser humano es decidida en una asamblea de dioses; Asur crea la humanidad.

4.3 La Cosmogonía Babilónica:

Los dioses y el mundo proceden del mismo elemento primordial que es acuático; la divinidad original es masculina y femenina y de ellos nacen los dioses, incluso el dios que va a crear a la humanidad; Marduk, propiamente el dios creador, mata a sus padres y de sus despojos crea cielo y tierra; los astros son divinidades; la creación está acompañada de imposición del nombre; para la creación del ser humano hay consulta de los dioses y se emplea sangre de una divinidad; los dioses celebran la terminación de la creación.

4.4 Los cambios que Israel introduce para manifestar la bondad del mundo

El pueblo israelita que ciertamente bebe de estas cosmogonías, modifica sus contenidos teológicos:

4.4.1Cambios en torno a la figura de Dios

Dios es el creador del elemento primordial y es el único en escena; todo lo hace con su palabra y su espíritu; de sus manos salen creaturas y no pedazos de divinidad; los astros no son divinidades, sino luminarias servidoras del hombre; Dios y el Hombre le imponen el nombre a las cosas; Dios delibera consigo mismo para crear al hombre y lo crea a su imagen y semejanza; finalmente, reposa y santifica el día séptimo.

4.4.2 Cambio en torno a las cosas creadas

Dentro de los elementos de bondad del mundo, se destaca la finalidad que Dios le había puesto a la creación: estar al servicio del ser humano. Esta era la finalidad de los astros, que deben "lucir, presidir y dividir", y señalar "las estaciones, los días y los años", siempre en servicio del ser humano.

4.4.3 Cambio en torno al ser humano

Sin embargo, el ser humano había cambiado esta relación. Se había puesto él mismo al servicio de los astros, a los que adoró y a los que sacrificó hasta sus propios hijos. Lo mismo había ocurrido con las aves del cielo, los animales y reptiles de la tierra y los peces y monstruos marinos. El ser humano debía "dominarlos"; sin embargo, se había dejado dominar por ellos, sirviéndolos como dioses. Era el mismo ser humano quien había vuelto el mundo al revés.

Gn 1 nos insiste, en todas las formas posibles, que la culpa del mal o del fracaso existente no es de Dios, sino del ser humano que no supo, a lo largo de la historia, darle el verdadero sentido a la creación.

5. La bondad de la creación y de Dios, reveladas en el mito

 

5.1 Razones para la esperanza

En el tiempo de la gran crisis, hacían falta razones para esperar. El autor del Pentateuco, ya lo dijimos, se proponía darle al pueblo Israelita derrotado una explicación de las causas que lo habían llevado a esta situación. Y al querer darle una explicación a fondo, necesariamente tenía que comenzar por el principio, por el origen de las cosas y del hombre. Pero su interés no es darle una explicación exhaustiva y científica de como aparecieron las cosas. Esto de nada hubiera servido, porque el pueblo lo que necesitaba era razones para vivir y no razones para entender el mecanismo del universo. Por eso, lo que después de la derrota del s. 6º aec. le interesaba a Israel era ver qué razones le quedaban para vivir y recuperar la esperanza, cuando se confrontaba con Dios, con el mundo y consigo mismo.

5.2 La bondad de la creación

a) "Y vio Dios que su obra era buena..." El Documento sacerdotal (P) habla tanto de la creación del mundo como de la del ser humano; y cuando lo hace, confronta al pueblo con Dios y le dice incansablemente que Dios todo lo hizo bueno, que el mundo salió bueno de sus manos y que, por lo mismo, Dios no es culpable del mal que aflige al Ser Humano. La frase que revela la bondad de Dios que se manifiesta en el universo ("Y vio Dios que esa obra era buena"), está repetida seis veces en Gn 1 (vv. 4.10.12.18.21.31).

b) La creación, obra del Espíritu. Pero además, ese mundo es bueno porque procede del Espíritu (rua’) de Dios (1,2) que no puede ser otra cosa que bondad, dado que, a través de toda la historia ha sido el encargado no sólo de poner en marcha la vida, sino también de conservarla, y aumentarla, lo mismo que de resucitarla y de enfrentarse contra todos aquellos que trataron de exterminarla. La materia, por ser obra de la fuerza o espíritu del creador, nunca podrá ser mala en sí misma. Quedan así desautorizados todas las tendencias filosóficas y teológicas que consideren la materialidad de la creación como algo malo o peligroso. Más bien se puede decir que la creación entera queda disponible para ser reveladora del Espíritu que la puso en marcha.

  1. La creación y la fuerza de la palabra. También es buena la creación porque es objeto de la Palabra de Dios. "Dijo Dios" es una expresión que se repite diez veces durante la narración (1,3.6.9.11.14.20.24.26.28.29). Bien sabía el pueblo que el poder de la Palabra de Dios les había hecho disfrutar los más bellos momentos de su historia. Además, si la creación era fruto de la palabra de Dios, esa misma creación se convertiría a su vez en palabra de Dios, en cuanto podía hablarle al ser humano de la presencia bondadosa de Dios en ella. La creación también podía hablarle y revelarle secretos de Dios, a quien supiera escucharla.

d) La bondad global de la creación y la realización del ser humano. Acabamos de decir que las obras de la creación "eran buenas" y que lo eran por ser fruto de la Palabra de Dios que va acompañada de su bendición. Subrayemos aquí que esa bondad no sólo reviste a cada obra en particular sino a todas ellas, a todo lo que llamamos mundo o cosmos. El cosmos es depositario de bondad (Gn 1,31). Por eso es también campo propicio para la realización del ser humano. El hombre nunca podrá realizar su proceso de humanización sin hacer referencia al mundo.

e) La creación, lugar de comunión entre Dios y el ser humano. Si quisiéramos resumir en una palabra el modo como el documento "P" presenta a Dios, diríamos que Dios se muestra como el Ser que hace al hombre y a la mujer partícipes de su proyecto. Él entra en "comunión" con el ser humano, a partir de la vida y lo compromete con la vida hasta responsabilizarlo de ella. Esto está en la intencionalidad de escritor, cuando no sólo presenta a Dios comprometiendo al ser humano en el gobierno del mundo (1,28), sino haciéndolo consciente de esta gran responsabilidad: "miren -caigan en cuenta de- lo que les he dado" (1,29).

5.3 La bondad del ser humano

a) La bondad de los sexos. La mayor afirmación acerca del ser humano que se encuentra en la Biblia es esta: "Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra los creó" (1,27). Tanto el hombre como la mujer son pensados bíblicamente como hijos de Dios. Son algo que pertenece al ámbito divino, sin que su corporalidad masculina o femenina lo impida. Si en algún momento la mujer, por su sexo o por su cuerpo, ha sido rebajada de calidad, o considerada como algo impuro o como algo menos bueno, Gn 1,27 lo desautoriza y le devuelve su dignidad. Parece que el israelita del s. 6º aec. tuviera presente todas las vejaciones que ha sufrido la mujer a lo largo de la historia y quisiera levantarla, dignificarla, ponerla a la altura de su creador, como hija suya. Lo mismo que con la creación, este texto destruye toda posición negativa frente a la corporalidad masculina o femenina. Todo es bueno, porque todo ha salido de la mente y el corazón (1,26) lo mismo que de las manos del Creador (1,27; 5,1-2).

b) La bondad de la fecundidad humana. Otro elemento significativo de bondad es la bendición que Dios le da al ser humano. Primero lo bendice para que sea fecundo, se multiplique y llene la tierra (1,28). Sabemos que Israel se llenó de leyes de pureza en relación a los fenómenos sexuales y a las relaciones matrimoniales. La vida y sus fenómenos de sangre lo llenaron de temores. El texto que acabamos de citar parece que abriera una nueva visión y llenara de alegría y de bondad el amor de todas las parejas.

c) La bondad de la vida en servicio de la vida. El ser humano recibe como encargo orientar la creación ("sometan... gobiernen...") (1,28). La vida de calidad superior debe responsabilizarse del resto de vida, no para destruirla, sino para administrarla con sabiduría. Hombre y mujer lo pueden hacer, puesto que son imagen de Dios. Por otra parte, tanto el ser humano como los animales reciben una garantía, de parte de Dios, de que no les faltará el alimento; de nuevo la vida en favor de la vida, así en el fondo esté presente la mentalidad sacerdotal de no querer derramamiento de sangre en el paraíso.

5.4 La bondad del ser humano amenazada por los falsos dioses

a) Destronar a los dioses dominadores. En la cosmogonía bíblica, Dios aparece como un ser único que retoma el control de la vida y la pone a disposición del hombre. No comparte la creación en lucha con otros dioses. El es el solo Señor y así el hombre sabe con qué clase de Dios debe dialogar. Dios no lo deja bajo la incertidumbre. Los monstruos del mar, los animales y aves de la tierra y las aves del cielo, que para las culturas del Medio Oriente eran dioses, quedan convertidos en criaturas después de la narración de la creación (Gn 1-2).

b) Liberarse de los dioses opresores. El mundo reconstruido por la Biblia es precisamente todo lo contrario al mundo sacralizado de las otras cosmogonías. Éstas sacralizaban al mundo, porque habían convertido todos sus elementos en divinidades. Ya dijimos que eran divinidades los astros del cielo y las aves que los habitaban; lo eran también la tierra y los animales que vivían en ella y también eran divinos los monstruos de los abismos. El mundo estaba cargado de sacralidad opresora. Aquí sacralizar al mundo significaba poner al hombre al servicio de estas criaturas sacralizadas que van a exigirle al ser humano ponerse totalmente a su servicio. En cambio la Biblia hace todo lo contrario: considera a todos los seres de la creación elementos que deben ponerse al servicio del hombre. Es éste quien debe señalarles la razón de su existencia y no al contrario. Con esta revolución que hace la Biblia del mundo le quita al ser humano todos los temores que le agobian frente a una creación mal entendida. El hombre comienza a ser plenamente hombre, porque recupera en gran parte, su libertad frente al mundo. A partir de aquí el hombre se hace más responsable del mundo y de lo que suceda en él, porque está en sus manos darle al mundo un nuevo sentido, su verdadero sentido.

 

Tarea No. 5

  1. Describa con sus propias palabras la crisis ética en que Israel quedó con la destrucción sufrida en el s. 6º. ¿Por qué y en qué forma queda Dios implicado en la gran crisis ética de Israel del s.6º?

  2. Explique los elementos poéticos que existen en Gn 1,1-2,4 y los valores éticos que ellos conllevan.

  3. ¿Por qué llamaría usted "mito de creación" a Gn 1,1-2,4?

  4. Explique en qué forma Gn 1,1-2,4, al describir la bondad de la creación, le da a Israel valores éticos.