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Gentileza de http://www.hernandarias.edu.ar/ceiboysur/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL
El presente artículo
es parte de la obra El misterio de Cristo como paradigma teológico. XIX Semana
Argentina de Teología en los 30 años de la SAT; Forte, Karlic, Scannone,
Galli, Rivas, González y otros y es publicado con la autorización de su
editor, Editorial San Benito ©2001.
“Dar
razón de nuestra esperanza”
(1Pe 3, 15)
Fernando
ALBISTUR – Ariel ALVAREZ VALDEZ – Norberto ARROYO – Jorge BLUNDA G. –
Tomás CASTELLARÍN – Marcelo CISNEROS – José L. D’AMICO – Felipe DOLDÁN
– Ramón DUS – José L. GERGOLET – Enzo GIUSTOZZI – Luis F. LENZI –
José A. MACÍN – Claudia MENDOZA – Damián NANNINI – Octavio PEVERARO –
Luis H. RIVAS – Ricardo ROMÁN
– Sergio RUBIOLO – Delio RUIZ – Eleuterio RUIZ – Gerardo SÖDING – Raúl
E. VERA
Introducción:
“Conocer la
esperanza” (Ef 1, 18)
I – LA ESPERANZA EN
EL ANTIGUO TESTAMENTO:
YHWH ES NUESTRA
ESPERANZA
Vocabulario
y campo semántico
La
esperanza en los libros proféticos
La
esperanza en los Salmos
La
esperanza de los pobres en los Salmos
Libro
de las Lamentaciones
La
crisis de Job
Los déutero-canónicos
La
esperanza en la apocalíptica
La
esperanza en el Pentateuco
II – LA ESPERANZA
EN EL NUEVO TESTAMENTO:
JESUCRISTO NUESTRA
ESPERANZA
Vocabulario
y campo semántico
La
esperanza en la obra de Lucas
La esperanza
en los escritos de san Pablo
La
esperanza en las cartas de la tradición paulina
a)
Efesios – Colosenses
b)
Las cartas pastorales
La
esperanza en la Primera carta de Pedro
La
Segunda Carta de Pedro
El
Apocalipsis
“Dar
razón de nuestra esperanza” (1Pe 3, 15)
Introducción:
“Conocer la
esperanza” (Ef 1, 18)
1-
Filósofos y sociólogos diversos interpretan desde hace ya algunos años
los tiempos actuales como la crisis de la Modernidad o incluso como su fin. Se
ha acuñado así el hoy ya conocido neologismo de “Posmodernidad”. Entre
otras, una de las características que se le suelen atribuir a esta nueva era de
la historia humana, es justamente una profunda crisis de la esperanza que exige
a las claras su reformulación y resignificación. En efecto, mientras la
Modernidad – como proyecto surgido del Iluminismo y reforzado por el
Positivismo – venía surcado por una robusta esperanza en las potencialidades
del hombre para promover un progreso constante de todas las dimensiones de la
humanidad, bienestar, salud, sabiduría, participación social y política,
etc., la Postmodernidad está profundamente marcada por el desencanto provocado
por el fracaso de semejante proyecto. Corriendo
el riesgo de simplificar tal vez demasiado el panorama, podría no obstante
afirmarse que, mientras la Modernidad fue un tiempo atravesado por un gran
impulso de esperanza, la Postmodernidad en cambio es un tiempo que, por su
carencia de esperanza en cuanto actitud, se halla en peligro de sucumbir en la
tiranía del instante presente. Es cierto que el objeto de la esperanza de la
Modernidad no era Dios ni la trascendencia, sino el ideal del progreso
indefinido de la humanidad, por lo que reinaba una esperanza humana, no
teologal. Hoy, en cambio, no hay ni objeto ni esperanza.
2-
El comienzo del tercer milenio impresiona como si estuviera signado por
la pérdida de la esperanza. Los hombres de esta época parecen repetir las
palabras que el profeta pone en boca del pueblo de Judá durante la gran catástrofe
de la destrucción del Reino y la cautividad babilónica: “Se han secado
nuestros huesos y se ha desvanecido nuestra esperanza. ¡Estamos perdidos!” (Ezq
37, 11), o lo que los discípulos que retornaban apesadumbrados a Emaús dijeron
al Señor resucitado sin saber con quién estaban hablando: “Nosotros esperábamos
que fuera Él quien librara a Israel...” (Lc 24, 21).
3-
En
ambos casos se trata de personas que han fijado su esperanza en planes humanos y
se sienten defraudados porque la realidad no responde a lo que ellos habían
planeado. Tanto el pueblo de Judá en el destierro, como los discípulos en el
camino hacia Emaús necesitaron una Palabra que les mostrara que la fidelidad de
Dios permanecía inalterable y que había razones para seguir esperando. Pero
para poder entenderlo era necesario hablar de otra clase de esperanza, no la que
se apoya en los planes de los seres humanos sino en la Palabra de Dios que no
claudica. Los teólogos dirán que una es la esperanza mundana, y otra la
esperanza teologal.[1]
4-
Nos
enfrentamos entonces con una cuestión pastoral específica y urgente: Según la
Palabra de Dios ¿qué nos cabe esperar? ¿qué puede esperar legítimamente la
humanidad?. Es un interrogante que tiene que ver con Dios, que es fuente,
garante y agente de esta esperanza y, en definitiva, también su objeto último
y adecuado. Pero el Dios de la esperanza cristiana es un Dios que se revela y
salva en el mundo y en la historia; de manera que la
pregunta por la esperanza cristiana tiene que ver también con este mundo
y con esta historia: ¿qué podemos esperar de este mundo y de esta historia
asumidos y redimidos por nuestro Dios? ¿qué podemos esperar de Dios creador y
salvador para este mundo y para esta historia nuestros?
5- La Biblia no
nos trae una respuesta teórica, sino que nos “narra” la historia del hombre
con Dios y nos “describe” el mundo en el que ambos se encuentran. Además
las lenguas bíblicas, como sistemas de representación de la realidad y modelos
interpretativos de la misma, difieren obviamente de los nuestros; de modo que en
el hebreo y el griego bíblicos no encontraremos una palabra que traduzca
perfectamente la palabra castellana “esperanza” y comprenda todo lo que en
nuestra lengua se expresa con el término, menos aun toda la carga semántica
que la teología de siglos ha ido poniendo en él.
6- Más bien
tendremos que atenernos a las expresiones bíblicas como tales, dentro de las
mentalidades que ellas reflejan, intentando identificar aquellas que expresan
por lo menos alguno de los elementos que nosotros comprendemos bajo la categoría
“esperanza”. Tendremos que rastrear en la Sagrada Escritura esta relación
del hombre con Dios e identificar lo que la caracteriza, sobre todo cuando hace
referencia directa al futuro, al mundo y a la historia. La finalidad de esta
tarea será no sólo saber qué es lo que dijeron los autores inspirados en su
momento, sino lo que sus palabras significan para los hombres de hoy. Entendido
de esta forma, el trabajo no queda clausurado al llegar a su última palabra,
sino que se abre al diálogo interdisciplinar con los teólogos de las otras
disciplinas.
7-
La Carta a los Efesios muestra con claridad meridiana que no solamente se
requiere una acción de Dios para tener y ejercer la virtud teologal de la
esperanza, sino que esa acción también es necesaria para poder conocer cuál
es la esperanza a la que son llamados los cristianos.
8-
Este
escrito del Nuevo Testamento, de innegable estilo litúrgico, se abre con una
“bendición”, una acción de gracias de estilo hímnico por todos los bienes
que Dios ha derramado “en Cristo” sobre los fieles originarios de Israel en
primer lugar (1, 3-12), y luego sobre los que vienen de la gentilidad (1,
13-14). Con el preciso uso de los pronombres “nosotros” y “ustedes” el
Autor va indicando a lo largo del texto los momentos en que se refiere a los
judeo-cristianos (“nosotros”) y los etno-cristianos (“ustedes”). Estos
últimos parecen ser los destinatarios de la Carta (1, 13; 2, 1. 11. 13. 19-20.
22; 3, 1; 5, 8).
9-
Sin
dejar el tono de acción de gracias, en un segundo momento pasa al de súplica
presentando una oración por los destinatarios venidos del paganismo (1, 15-23).
El Autor introduce la oración por la comunidad manifestando que en él se
suscitan incesantes acciones de gracias desde el momento que tuvo noticias de la
fe y la caridad de los destinatarios: “Por eso, habiendo oído la fe que
ustedes tienen en el Señor Jesús y el amor hacia todos los santos, no ceso de
dar gracias por ustedes, recordándolos siempre en mis oraciones” (1, 15-16).
10-
Los miembros de la comunidad son paganos que ahora “han creído” (1,
13), y por esa razón han recibido el “sello” (ibid.) que los introdujo en
el Pueblo al que están destinadas todas las bendiciones de los vv. 2-12.[2] La acción
de gracias se debe también a la noticia de que los destinatarios de la Carta
tienen “amor hacia todos los santos” (1, 15b). Es importante que aquí se
destaque que el amor se extiende a “todos” los miembros de la comunidad,
llamados “santos” (1, 1).[3]
11-
A pesar de que es
difícil la convivencia entre las dos comunidades, los destinatarios de origen
pagano tienen “amor hacia todos los santos”, es decir, no excluyen de su
amor a los que vienen del judaísmo. El Cuerpo de Cristo es el lugar de la
reconciliación de judíos y paganos (2, 16). Es indudable que el Autor tiene
fundados motivos para no cesar en su acción de gracias a Dios por el amor que
se vive en la comunidad de los destinatarios.
12-
Si la oración era
hasta aquí una acción de gracias del Autor de la Carta es por la fe y el amor
de los paganos convertidos, ahora se convierte en una oración de súplica para
pedir dones referentes al conocimiento que tiene como objeto la esperanza:
“... recordándolos en mis oraciones para que el Dios de nuestro Señor
Jesucristo, el Padre de la gloria, les conceda espíritu de sabiduría y de
revelación para que lo conozcan, ilumine los ojos del corazón de ustedes para
que conozcan cuál es la esperanza a la que han sido llamados por Él” (1,
16b-18ab). El espíritu de sabiduría y de revelación es mencionado con
frecuencia tanto en el Antiguo Testamento[4]
como en la apocalíptica del judaísmo[5]
para describir la especial acción de Dios cuando concede al hombre la facultad
de conocer sus misterios. Esta clase de conocimiento será una de las características
del Mesías (Is 11, 2). En este caso, el Autor pide que Dios intervenga con su
acción para que los destinatarios puedan tener conocimiento del mismo Dios.
Para decir “conocimiento” utiliza el término griego èpígnōsis,
un compuesto de ‘conocimiento’ (gnōsis), precedido por la
preposición èpí, que no se utiliza en el sentido de conocimiento teorético
sino ético: conocimiento de la voluntad de Dios (Col 1, 9).[6]
13-
Finalmente, un nuevo objeto de la oración es que Dios “ilumine los
ojos del corazón para que puedan conocer cuál es la esperanza a la que han
sido llamados por Él” (1, 18ab). La metáfora de los ‘ojos del corazón’
continúa en la misma línea que el pedido precedente, desde el momento que en
la antropología semítica el corazón y los ojos son órganos que se relacionan
con el conocimiento. Se sobreentiende que el corazón y los ojos están
entenebrecidos e incapacitados para entender las cosas que son de Dios (4,
17-19; ver Rom 1, 21), y es necesario que Él mismo intervenga para iluminarlos
(2Cor 1, 22; 4, 6). Se debe observar que el Autor recurre al tiempo perfecto
para expresar el participio “iluminados” (pephōtisménous), con
lo que le da una nota de duración: quiere decir que han sido y continúan
siendo iluminados.[7]
14-
Esta constante
iluminación tiene como finalidad capacitar a los destinatarios de la Carta para
que conozcan “cuál es la esperanza a la que han sido llamados por Él (lit.:
la esperanza del llamado de Él)” (1, 18a). El Autor considera necesario que
los creyentes venidos de la gentilidad tengan conocimiento de la esperanza desde
el momento que en su condición anterior de paganos estaban “sin esperanza”
(2, 12). Para clarificar “cuál es la esperanza” que ahora tienen como
cristianos, la expresa con diferentes imágenes en los dos miembros siguientes:
“cuál es la riqueza de la gloria de su herencia en los santos; cuál es la
extraordinaria grandeza de su poder que obra en nosotros, los creyentes, por la
eficacia de su fuerza poderosa” (1, 18c-19ab). Contemplando conjuntamente
estos tres miembros se advierte que los distintos términos e imágenes se
iluminan recíprocamente en su intento de describir la obra redentora. Esta
consiste ante todo en un llamado de Dios (klēsis), que tiene la
iniciativa. El título “llamados” (klētoi) pertenece ahora a los
cristianos,[8]
y la “asamblea de los llamados” es la ekklēsía. El poder, la
fuerza poderosa de Dios ha obrado en Cristo cuando lo resucitó de entre los
muertos y lo sentó en el cielo por encima de toda la creación (1, 19-20), y
actúa en los creyentes sacándolos de su condición de pecadores destinados a
la muerte para introducirlos en su gloria que está reservada como una herencia
para el pueblo de Israel (los santos) (2, 5-6).
15-
A esta gloria, a
esta herencia prometida se la denomina “esperanza”. No es una realidad que
se pueda percibir por los ojos de la carne, sino que es necesaria una acción
del Espíritu de Dios que capacite al ser humano para poder conocer qué es esta
esperanza.
16-
La esperanza,
tanto la mundana como la teologal, configuran una manera de obrar en aquellos
que la poseen. El que tiene verdadera esperanza orienta su vivir y su actuar en
orden a aquello que espera recibir. Por esta razón, los cristianos son
exhortados a “dar razón de su esperanza” (1Pe 3, 15) a aquellos que no
comprenden su forma de vivir.
17-
Los términos utilizados en este texto de la Carta a los Efesios para
describir la “esperanza” de los cristianos remiten necesariamente a toda la
tradición veterotestamentaria. Será necesario, entonces, recorrer los libros
de la Primera Alianza con la intención de llegar a captar con mayor claridad el
sentido de este término. En un segundo momento se recurrirá a las distintas
tradiciones del Nuevo Testamento para extraer los distintos enfoques con que
aparece la esperanza en los escritos del cristianismo.
I – LA ESPERANZA EN
EL ANTIGUO TESTAMENTO:
YHWH ES NUESTRA
ESPERANZA
Vocabulario
y campo semántico[9]
18
- Antes de comenzar
a tratar sobre el vocabulario y el campo semántico se debe hacer una doble
advertencia:
Ante
todo, se debe tener muy claro que la etimología no indica necesariamente el
sentido de un término, sino sólo la historia de la palabra. El sentido será
dado por el uso, y teniendo en cuenta su contexto.
En
segundo lugar, cuando un término tiene varios significados, no se puede dar por
supuesto que todos ellos o varios están presentes cada vez que aparece la
palabra. Se hace necesario examinar detenidamente el texto para concluir cuál o
cuáles significados están ahí presentes.
19-
a) En el
Testamento hebreo, las raíces que se traducen por ‘esperar – esperanza’
son:
qwh.
En participio qal, aparece en plural y siempre con el genitivo objetivo
‘YHWH’ (Is 40, 31; 49, 23; Sal 25, 3; 37, 9; 69, 7; Lam 3, 25).
El
verbo en pi’el está 47 veces, 28 de las cuales se refieren a YHWH.[10]
Los
sustantivos: tiqwah está 32 veces, y sólo 2 se refieren a YHWH; miqwah
está 5 veces, dos de ellas se refieren a YHWH y una se sobreentiende. “Si se
toma en conjunto los casos del verbo y de los dos sustantivos referidos a Yahveh,
a primera vista parecen estar distribuidos casi en la misma proporción en los
Salmos y en los Profetas [...] pero un análisis más preciso... revela que de
los 14 textos proféticos 8 pertenecen al lenguaje de los Salmos; lo mismo vale
para Lam 3, 25 y para el único texto de los libros históricos, Gen 49, 18. Así,
pues, una estadística más exacta indica que de los 33 casos referidos a Yahveh,
26 pertenecen al lenguaje de los Salmos”.[11]
“El verbo qwh se aproxima – tanto en la sinonimia como en el
sentido fundamental – a la significación de bţh+. Quiere decir
“confiar” con un aspecto semántico que se orienta hacia el futuro: confiar
la suerte a Yahvé”. “Qwh se refiere igualmente a la dimensión del
futuro y se aproxima – tanto en la sinonimia como en el sentido fundamental
– a la significación de yh+l. Qwh quiere decir aguardar,
esperar con impaciencia”.[12]
“La diferencia entre esperanza y confianza se diluye”.[13]
h+kh,
aparece 14 veces (1 vez en qal [Is 30, 18]; las demás veces en pi´el).
7 veces está referido a YHWH, 6
veces en Profetas y Salmos, y una vez en Daniel.
śbr
en pi´el aparece seis veces, 4 de ellas referido a YHWH, en Profetas y
Salmos. Las otras dos veces en Rut 1, 13 y Est 9, 1 con el sentido vulgar de
‘aguardar’. En qal tiene el sentido de ‘examinar’ y está sólo 2
veces (Neh 2, 13. 15). El sustantivo śeber (esperanza) se encuentra
sólo 2 veces (Sal 119, 116 y 146, 5).
yh)l
se encuentra en pi’el y en hiphil.[14]
Se deriva de esta raíz el sustantivo tohélet. Algunos leen también el
adjetivo yah)il en Lam 3, 26, pero otros prefieren ver allí una forma
verbal.[15]
Aparece en total 48 veces, y una tercera parte no tiene sentido teológico.
En los demás casos, es la confesión de confianza dentro de las lamentaciones
individuales.
20–
b)
Estos verbos, que por lo general se traducen por ‘esperar’, se
encuentran frecuentemente relacionados con otros términos que se deben tener en
cuenta:
`aman
que en niphal
significa ‘tener duración, durar, ser leal, fiel’, y en hiphil
‘estar seguro, confiar, tener fe, creer’.[16]
La forma nominal `amen establece un vínculo de solidaridad entre el que
la pronuncia y el que ha proclamado una ley, una sentencia, una maldición, una
oración... El sustantivo `emunah tiene muy diversos significados, y
varios de ellos discutidos por algunos autores. Se pueden indicar: ‘solidez,
fidelidad, rectitud, deber profesional permanente’,[17]
a lo que se puede añadir el de ‘honradez’. “Una forma de actuar que se
origina en la estabilidad interior, «escrupulosidad» [...] Parece enfatizar la
propia actitud interior y la conducta que ésta produce”.[18]
baţah( y sus derivados nominales, que se traducen por
‘confiar’, ‘estar seguro’.[19]
h(akah
tiene el sentido
general de ‘esperar’ y puede traducirse por ‘persistir’, ‘aguardar’.
LXX lo traduce por ménein y sus compuestos.[20]
s'apah que tiene el sentido de aguardar, vigilar.
21-
c)
Finalmente, estos verbos se encuentran referidos con frecuencia a la
relación del hombre con Dios en contextos donde aparecen los términos berith
(alianza), dabar (palabra), yeŝw´ah (salvación), naşal
(salvar), ne`eman (fiel), `emunah (fidelidad), lo-yra’
(no temer), ‘aní `etka (yo estoy contigo), `aní ‘imka (yo
estoy contigo), śelah (Roca), swr (Roca), šeba´
(juramento).
22-
De esta rápida exposición del vocabulario se puede concluir que en
hebreo el concepto de ‘esperanza’ tiene un matiz particular que no posee ni
la lengua griega ni las modernas. En griego y en las demás lenguas el concepto
‘esperanza’ incluye un cierto matiz de incertidumbre. En hebreo, en cambio,
desde el momento que se puede intercambiar con ‘estar seguro’ tiene una
clara nota de certeza. Esto se verá más claro en el examen del desarrollo de
la idea de ‘esperanza’ en los grandes bloques de la Biblia, tanto en el
Antiguo como en el Nuevo Testamento.
La
esperanza en los libros proféticos
23-
Los lectores de la Sagrada Escritura quedan sorprendidos cuando advierten
que los términos que se refieren a la esperanza, en su sentido teologal, están
minimamente presentes en los libros del Pentateuco, y nunca se utilizan para
describir la actitud de Abraham y los otros Patriarcas, o las promesas que
acompañan el acontecimiento del éxodo. Como se ha indicado más arriba, al
exponer el vocabulario, éste está representado principalmente en los textos
proféticos y en los Salmos.
24-
En un estudio riguroso del concepto de ‘esperanza’ en el Antiguo
Testamento, muchos optarán por dejar de lado los libros del Pentateuco para
limitarse a los profetas y a los Salmos, desde el momento que se afirmarán en
el principio de que el único criterio seguro para controlar rigurosamente el
sentido de los textos es el uso del vocabulario. Otros, en cambio, estarán más
de acuerdo con la observación del desarrollo de las narraciones, también las
patriarcales, para constatar que “Israel, a través del actuar y hablar de
Dios, fue arrastrado a un movimiento continuo, y que se encontró siempre, de un
modo o de otro, en el campo de tensión existente entre una promesa y su
cumplimiento. Se puede escoger un texto de la historia de los patriarcas, o del
libro de Josué, o de los libros históricos, y siempre se tropezará con que el
acontecimiento descrito se halla a la sombra de una palabra de Dios dirigida
hacia el futuro, y se refiere, por encima de sí misma, a algo que ha de
venir”.[21]
En estos casos, se dirá que aunque no aparezca el vocabulario, se está en
presencia de situaciones que permiten hablar de una esperanza teologal.
25-
En el desarrollo de este trabajo se ha optado por rastrear el sentido de
la esperanza en el Antiguo Testamento mediante el examen de los textos en que
aparece el vocabulario que expresa esta idea. No obstante, en algunos momentos
se tendrán también en cuenta aquellas situaciones en las que se presentan las
mismas tensiones hacia el futuro, con el apoyo puesto en la palabra de Dios,
para examinar los aportes que eventualmente puedan ofrecer para el desarrollo
del tema de la esperanza, aunque no se utilice el mismo vocabulario. Esto
permitirá que en algún momento se dirija la atención hacia los lugares que
tradicionalmente se citan al disertar sobre la esperanza, especialmente los
patriarcas y el éxodo.
26-
Para no prolongar indebidamente este trabajo, solamente se tomarán en
cuenta, salvo las excepciones que se crean necesarias, aquellos textos en los
que los términos han sido utilizados con sentido teológico.
27-
En los profetas pre-exílicos, dadas las circunstancias políticas del
momento, se acentúa el contraste entre la esperanza en YHWH y la confianza en
otros reinos, como Asiria y Egipto. Entre los más antiguos, el difícil capítulo
12 de Oseas relee las tradiciones de los patriarcas para
mostrar que los beneficios que YHWH otorgó a Jacob, a pesar de ser un
“corrupto” desde el seno materno, demuestran
que se debe acudir a YHWH, y no a Asiria ni a Egipto. En otro momento el
profeta ha reprendido a Israel por confiar (baţah()
en sus carros y soldados (10, 13), así como Amós se ha lamentado por los que
se sienten seguros en Sión y confían (baţah() en la montaña de
Samaría (Am 6, 1). Por
eso Oseas culmina con los imperativos: “Conviértete a tu Dios – Observa el
amor y el derecho – Espera (qwh) siempre en tu Dios” (Os 12, 7). Las
tres acciones aparecen relacionadas: la esperanza se ve como la expresión de la
conversión. El amor y el derecho miran al prójimo, la esperanza mira a Dios.
Como en otros casos, la esperanza tiene implicancias éticas. En las promesas
para el futuro del capítulo 2 se dice que YHWH convertirá el valle de Acor en
puerta de esperanza (tiqwah). El nombre que antes tenía lúgubres
resonancias de desgracia (´akar = desgracia: Jos 7, 25-27) se cambia por
otro que indica el ingreso a una tierra llena de felices promesas para el
futuro.
28-
Los profetas han
intervenido de distintas maneras condenando la confianza que Israel depositaba
en el Faraón de Egipto, en vez de ponerla en YHWH. Los asirios podían
preguntar al rey de Jerusalén: “¿Qué es esa confianza (biţah(on)
en la que confías (baţah(ta)? [...] ¿En quién confías (baţah(ta),
que te has rebelado contra mí? Has confiado (baţah(ta) en ese apoyo
de una caña quebrada, en Egipto, que hiere y traspasa la mano de cualquiera que
se apoya en él. Esto es el Faraón, el rey de Egipto, para todos los que confían
(boţh(im) en él. Si me dices «Nosotros confiamos (baţah(nw)
en YHWH nuestro Dios» [...] ¡Tú confías (tibţah() en Egipto para
tener carros y caballos!” (Is 36, 4-9). Israel ponía su confianza en las
potencias extranjeras porque ellas podían ofrecerle el apoyo de las fuerzas
militares para poder defender su territorio. Pero esta clase de confianza se
oponía a la esperanza en YHWH. También en el libro de Jeremías, con
referencia a acontecimientos posteriores, se anuncia el castigo para el Faraón
y para todos los que confían (baţah() en él (46, 25). La esperanza
configura una actitud ante los acontecimientos políticos y militares.
29-
En otro texto, el
profeta Isaías opone la confianza en los nigromantes y adivinos a la confianza
en YHWH. En un momento de angustia y confusión para el pueblo, él se dirige a
los que recurren a esta clase de medios para conocer el futuro, y les dice:
“Yo aguardaré (h(ikyti) a YHWH, el que oculta su rostro a la casa de
Jacob. Yo esperaré (qiweyti) en Él” (Is 8, 17). Aunque YHWH se
oculte, siempre se puede seguir esperando. El recurso a los adivinos implica una
pérdida de la esperanza en Él. Los únicos que no tienen motivos para esperar
(śbr) son los que ya están en el sepulcro (Is 38, 18).
30-
Es digno de
tenerse en cuenta que Isaías, dando muestras de gran audacia, habla de la
“esperanza de Dios”. En el canto de la viña, dice que el labrador plantó
la viña, la rodeó de cuidados “y esperaba (qwh) que diera uvas, pero
dio frutos agrios” (Is 5, 2. 4). En la explicación del canto, vuelve sobre lo
mismo cuando dice: “La viña de YHWH de los ejércitos es la casa de Israel y
los hombres de Judá son su plantación predilecta. ¡Él esperó (qwh)
de ellos equidad, y hay efusión de sangre; esperó (qwh) justicia y hay
gritos de angustia!” (v. 7).
31-
Con gran variedad
de vocabulario el profeta Miqueas exhorta a no poner la confianza en seguridades
humanas, y esperar sólo en YHWH: “No se fíen (`mn) de un compañero,
no tengan confianza (baţah) en un amigo; cuídate de abrir la boca
delante de la que se recuesta en tu pecho... pero yo aguardo (`as'apeh) a
YHWH, espero (`ohylah) en el Dios de mi salvación ¡Dios me escuchará!”
(Miq 7, 5. 7).
32-
El profeta Jeremías
recrimina a los que confían (baţah() en palabras engañosas (7, 4.
8). Pero estas palabras no son las promesas de los grandes imperios, sino las de
los falsos profetas que llevan al pueblo a poner su confianza en el templo (v.
4. 14) para alcanzar la salvación: “... y dicen «Estamos salvados» (yŝ´)”
(v. 10). Jeremías pronuncia su bendición sobre los que confían sólo en YHWH:
“Bendito el hombre que confía (baţah)) en YHWH... y YHWH es su
confianza (mibţah))” (17, 7).
33-
Se debe confianza en YHWH porque Él puede dar la salvación; lo
contrario es confiar en “lo inútil”, en lo que no puede dar nada. En el
mencionado texto de Jeremías, el oráculo contra el templo, se reprende a los
que confían (baţah)) en palabras engañosas que no sirven para nada
(bilti ho’yl) (v. 8). El engaño está en que piensan que podrán ser
salvados por estas cosas que no sirven. Este verbo ‘aprovechar, ser útil,
servir’ (ya´l),[22]
precedido de una negación, es frecuente en la polémica profética contra las
falsas esperanzas. Se opone YHWH, que puede salvar, a otros sujetos de los que
no cabe esperar nada. YHWH, hablando por boca de Jeremías, señala el pecado de
su pueblo: “Cambió mi gloria por un inútil” (blo` yo’yl) (Jer 2,
11). Isaías se dirige al pueblo que no consulta a YHWH y busca fuerza y apoyo
en el Faraón. Egipto es “un pueblo que no sirve para nada” (lo` yo’ylw)
(Is 30, 2-5). También Habacuc polemiza contra los ídolos que no sirven (ya’al),
y en los que no se puede confiar (baţah)) (Hab 2, 18).
34-
En
el capítulo sobre la gran sequía, Jeremías llama a YHWH “Esperanza (miqweh)
de Israel” (14, 8; ver 17, 13). YHWH lleva ese nombre porque es el “Salvador
en tiempo de angustia” (ibid.). Pasando más allá de la esperanza en los
bienes que aporta YHWH, el mismo Señor es la esperanza del pueblo. La
esperanza, como en el oráculo contra el templo, queda ligada a la idea de
salvación. Llamar a YHWH miqweh es significativo en este contexto de la
sequía, porque esta palabra también tiene el sentido de “depósito de
agua” (ver Gen 1,10; Ex 7, 19; Is 22, 11; 33, 21).
35-
La
actitud de confianza y espera tiene su apoyo en el vínculo que existe entre el
pueblo y YHWH y en la seguridad de que YHWH “está con ellos”. El señor no
es un forastero ni alguien que está de paso, no puede comportarse como alguien
que mira atontado o como un guerrero incapaz de salvar (14, 8-9). Todo lo
contrario: “tú estás entre nosotros, por tu nombre se nos llama” (14,9).
YHWH habita en medio de Israel, y el pueblo es llamado con su mismo nombre. La
identidad del pueblo está ligada a esta esperanza: es el pueblo de YHWH (“por
tu nombre se nos llama”).
36-
En
otro texto que tiene puntos de contacto con el precedente, Jeremías vuelve a
llamar a YHWH “Esperanza (miqweh) de Israel” y “Manantial de aguas
vivas” (17, 13). Se trata de una reflexión sapiencial, semejante al Salmo 1.
El texto contiene una amenaza contra los que abandonan a YHWH: “los que te
abandonan serán avergonzados, los que se apartan de ti serán escritos en la
tierra”.[23]
37-
En
la carta a los deportados se contiene el anuncio del retorno de Babilonia una
vez que hayan pasado 70 años (Jer 29, 10). YHWH explica ese anuncio porque Él
tiene “pensamientos de paz: quiere darles un porvenir y una esperanza (ah)arit
we-tiqwah)” (v. 11). Promete esperanza, es decir, la esperanza misma es un
bien que Dios promete dar, la esperanza se hace contenido de la promesa.[24]
No es posibilidad sino certeza, seguridad, de volver a la tierra, de encontrar a
Dios que se deja encontrar (v. 13-14a). YHWH los desterró, YHWH los hará
volver (v. 14b). Los falsos profetas no involucran a YHWH en estos proyectos (v.
15ss).
38-
Los
mismos términos aparecen en el “Libro de la consolación”, cuando se
responde al llanto de Raquel diciendo: “Reprime la voz de tu llanto [...]
volverán de tierra hostil, y hay esperanza para tu futuro (yeš tiqwah
weah)ariteka)” (31, 17). Tu futuro tiene esperanza. Si antes se dijo a
Raquel “tus hijos no existen” (31,15), ahora se le anuncia: ¡Los hijos que
ya no existen volverán! El contraste es muy fuerte. El regreso al territorio es
promesa de YHWH y esperanza del pueblo. Estos textos, semejantes a otros de los
profetas en los que la esperanza es lo que se recibe de YHWH, abren perspectivas
hacia un futuro insospechado. Los dones que el pueblo espera recibir no agotan
lo que YHWH tiene preparado para él: el Señor da nuevas esperanzas y Él mismo
es la esperanza de su pueblo (ver Jer 17, 7; Sal 71, 5).
39-
Se ha dicho más
arriba que el verbo qwh se utiliza preferentemente con referencia a YHWH,
y que pertenece al vocabulario de profetas y salmos. El participio qal se
encuentra seis veces en la Biblia hebrea (Is 40, 31; 49, 23; Sal 25, 3; 37, 9;
69, 7 y Lam 3, 25), y tiene siempre como complemento el nombre de YHWH o un
pronombre que lo suple: “los que esperan en YHWH”. Un texto del Trito-Isaías
(64, 3), pero en este caso con el participio del verbo hakah,
tiene el mismo sentido. Con toda probabilidad todos estos textos deben ser
datados a partir del exilio. En todos los casos se trata de la seguridad de que
gozan los que ponen su confianza en YHWH. Tanto para decir que recibirán la
salvación como para afirmar que no quedarán avergonzados, “los que esperan
en YHWH” configuran un grupo que goza de seguridad, y la garantía de esa
seguridad es el mismo YHWH. “Los que esperan en YHWH” es un nuevo nombre que
tienen los justos.
40-
Dentro de los
textos del Déutero-Isaías, se aplica a YHWH el título “Roca” (tswr)
cuando se alude a la esperanza en lo que Él realizará en el futuro (Is 44, 8).
Este título ya había aparecido en el Proto-Isaías (17, 10).
41-
Aparte de los
textos citados, salvo en muy pocos casos se encuentran en el Déutero-Isaías
las palabras que se traducen por “esperar – esperanza”. Sin embargo es
recurrente el vocabulario asociado a esos términos, como son las invitaciones a
no temer (“No temas”: 40, 9; 41, 10. 13. 14; 43, 1. 5; 44, 2; 54, 4;
“Estoy contigo”: 41, 10; 43, 5; “Te tengo de la mano”: 41, 10. 13;
etc.). Estas expresiones se encuentran dentro del gran contexto en el que se
proclama el poder de YHWH frente a los ídolos y los que no son dioses que no
pueden salvar. La salvación que realiza el Señor es la liberación del pueblo
con perspectivas de futuro que exceden lo terrenal. Los que la recibirán son
“los que esperan en YHWH” (Is 40, 31: 49, 23).
42-
En los caps. 24-27
del libro de Isaías,[25]
que se deben datar posiblemente en el siglo V, se vuelve en dos momentos sobre
el tema de la esperanza. En el primer caso (25, 9) se canta a YHWH en la visión
del banquete escatológico porque “esperamos (qwh) en Él y nos ha
salvado. Este es YHWH, esperamos en Él”. La salvación consiste en la
definitiva liberación de la muerte (v. 8). Si en la época pre-exílica se
esperaba la salvación de las calamidades (la sequía, por ejemplo), o de las
potencias enemigas, ahora en el post-exilio se piensa en una salvación total:
la liberación de la muerte. En un poema incluido en el Trito-Isaías ya se dice
que la salvación que se espera de YHWH supera todas las expectativas humanas:
“Hiciste cosas admirables que no se esperaban (neqaweh), que nunca se
escuchó, no se oyó, ni ojo vio a un Dios, sino a ti, que las hiciese para el
que espera (meh'akah) en él [...] estamos para siempre en tus caminos y
nos salvaremos” (Is 64, 2-4).
43-
En el segundo caso
(Is 26,8), en un texto en el que se entrecruzan lamentos de angustia y anuncios
de salvación, el Autor canta su esperanza en YHWH: “La senda del justo es
recta. La senda recta del justo Tú allanas. En el sendero de tus juicios (mišpaţeka)
te esperamos (qwh), YHWH”. En este caso se introduce un nuevo elemento:
la salvación vendrá para aquellos que guardan la justicia y el derecho:
“Abran las puertas para que entre una nación justa (s'adiq) que guarda
la fidelidad, de ánimo firme y que Tú conservas en paz, porque ella confía (baţah')
en Ti. ¡Confíen (biţh'w) en YHWH para siempre, porque YHWH es una
Roca eterna!” (Is 26, 2-4). Por esa razón en este texto aparecen los juicios
como el lugar en el que se coloca el Autor para esperar en YHWH. La espera tiene
exigencias de carácter ético.
44-
En este mismo
texto de Is 26, 4 aparece “la Roca” (şwr) como título de YHWH.
La idea de “afirmarse” que se expresa con el verbo baţah',
encuentra como imagen correspondiente la roca firme, que es muy frecuente en el
lenguaje de los Salmos.
45-
Hay momentos de crisis
en que parece que se ha derrumbado toda la seguridad que se había depositado en
YHWH. Todo parece indicar que las promesas no se han cumplido. Este es el caso
del pueblo en el destierro de Babilonia. En la pavorosa visión de los huesos
secos del profeta Ezequiel se repiten las palabras de Judá: “Ellos andan
diciendo: Se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza (tiqwah),
todo se ha acabado para nosotros” (Ezq 37, 11).[26]
46-
La respuesta de
YHWH es el anuncio de la resurrección del pueblo y el retorno a la tierra (vv.
13-14). Allí vivirán seguros (baţah': 28, 26; 34, 25. 27-28; 38,
8. 11. 14; 39, 26). Como en Isaías 26, 19, la restauración de Israel se
presenta bajo la imagen de una resurrección.
47-
La crisis ha sido
benéfica, porque Egipto había sido la “seguridad” (bţh') de
Israel (29, 16). Y de allí se seguían otras falsas seguridades: el reino, la
posesión de la tierra, su propia fuerza. Con otro lenguaje, en el simbolismo de
la historia de Jerusalén, Ezequiel recrimina a la ciudad porque “ha confiado
(baţah') en su belleza” (16, 15). En otro momento el profeta se
refiere a la confianza que no puede salvar, cuando se refiere a la situación
del justo que más tarde se corrompe. No se puede confiar en la propia justicia,
porque ésta es incapaz de salvar: “La justicia del justo no lo salvará (ns'l)
en el día en que se corrompa... y si él confía (baţah') en su
justicia y peca... morirá” (33, 12-13).
48-
De una u otra
forma, todos los profetas han proclamado que no se debe poner la seguridad ni la
esperanza en algo que no sea YHWH. Esto ha aparecido ante todo en la polémica
contra el culto a los ídolos, porque esto significaba poner la esperanza en lo
que no ofrecía ninguna seguridad. Y también cuando se depositaba la seguridad
en el templo o en la propia justicia, asimilando de esta manera a
YHWH con los ídolos, desde el momento que se pensaba que había medios
para ‘manejarlo’ o ‘gobernarlo’ para que Él hiciera la voluntad de los
hombres. Los profetas han proclamado que sólo YHWH es la roca en la que se
pueden apoyar (Is 17, 10; 26, 4; 44, 8; Hab 1, 12). Contra el concepto de
esperanza que se encuentra en los autores griegos, para los cuales ésta siempre
es incierta,[27]
la esperanza a la que se refieren los autores de los textos bíblicos es siempre
segura porque se apoya en las promesas que YHWH ha hecho a su pueblo.
49-
Se debe destacar
un elemento que ha aparecido constantemente en los escritos bíblicos: la
esperanza no consiste en una actitud pasiva, sino que siempre se ha
caracterizado por manifestarse a través de actitudes éticas. El pueblo y el
individuo actúan de una manera determinada cuando tiene esperanza. Cuando no la
tiene, su comportamiento es otro.
50-
Ezequiel ha mostrado el momento de la crisis: Cuando los apoyos fallan y
el pueblo cree que se han perdido todas las esperanzas (37, 11), es el momento
propicio para que YHWH le muestre que todavía hay una esperanza, y que ésta
consiste en apoyarse solamente en Él y esperar el futuro que Él le ha fijado.
Este futuro es la salvación, que en los primeros tiempos se reducía a
situaciones puntuales intra-históricas, pero que en los últimos textos parece
tener contornos trascendentes.
51-
Al momento de pruebas conmovedoras como el fin de la nación monárquica
y el exilio, Israel descubre con los profetas su culpabilidad pero también la
posibilidad de rehacerse con el perdón salvador de Dios (Jer 14, 20-21; Is 54,
4-10), que es “la esperanza de Israel” según se apuntó más arriba (Jer
14, 8; 17, 7.13). El objeto de la esperanza diseñado por los profetas sigue en
una dimensión temporal, pero también se interioriza y de a momentos apunta
hacia lo trascendente. No abandona el marco colectivo aunque acentúa la
realización individual (Ez 18; Jr 31, 29).
La
esperanza en los Salmos
52-
Sin duda, en la plegaria es donde más frecuentemente aparece la
terminología de la esperanza: en el Salterio se concentra la mayor cantidad de
expresiones referidas a la esperanza, utilizando todos los términos que provee
el vocabulario hebreo.
53-
A nivel filológico, los verbos que expresan esperanza tienen también,
como en castellano, la posibilidad de ser utilizados con un sentido de espera
temporal (lo que en castellano diríamos inequívocamente “aguardar”[28]).
De entre los verbos más utilizados, el verbo qwh merece especial mención,
porque su misma raíz conlleva la idea de la firmeza, de solidez, de lo que está
claramente delimitado y en cierto modo de lo que tiene consistencia por estar
relacionado con el Señor[29].
54-
Visto desde el estudio de las formas, se evidencia que la gran mayoría
de los textos con vocabulario de esperanza se encuentran en Salmos de lamentación:
en las situaciones límite es donde se hace más necesario explicitar en dónde
está puesta la esperanza.
55-
Tratar
de mostrar el desarrollo del tema de la esperanza en el libro de los Salmos
tropieza con la dificultad de no poder fijar con exactitud la datación de la
mayoría de ellos. Por otra parte, el material es tan abundante que se correría
el peligro de extender indefinidamente la longitud de este trabajo. Por estas
razones sólo se hará una selección, sin pretender establecer una cronología.
56-
En
el libro de los Salmos se intercambian los distintos términos que expresan la
esperanza, con mayor predilección por los verbos bţh) y h)kh.
En algunos lugares aparece en paralelo con qwh: “Nuestra alma espera (h)iktah)
en YHWH... en su santo nombre confiamos (baţh)enw)” (Sal 33,
20-21). Otras veces aparece en paralelo con h)śh “refugiarse”
(Sal 118, 8-9).
57-
La
oración es el lugar privilegiado en que se expresa la desesperanza del pueblo o
del individuo. En la relación directa con Dios el creyente manifiesta su
crisis. Y también en medio de la prueba recuerda los beneficios de Dios y allí
encuentra motivos para seguir esperando. Así el salmista que ruega en medio de
una tremenda aflicción en el Sal 22 (“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?”), a pesar de sentirse abandonado, repite por tres veces que sus
padres confiaron y obtuvieron la liberación, sin tener que arrepentirse (“En
Ti confiaron (baţh)w) nuestros padres, confiaron (baţh)w)
y Tú los liberaste, a Ti clamaron y fueron liberados, en Ti confiaron (baţh)w)
y no se avergonzaron” (vv. 5-6). Esta experiencia de las intervenciones
pasadas de YHWH le da la suficiente seguridad como para seguir creyendo que YHWH
sigue siendo “su” Dios (vv. 2. 11). Esta certeza lleva al Salmista a
concluir su canto con una acción de gracias.
58-
Una
experiencia semejante es la del salmista del Sal 13, que pregunta a YHWH por qué
lo olvida para siempre (v. 2), al mismo tiempo que afirma que él confía en el
amor del Señor y se goza en su salvación (v. 6). Este Autor ha encontrado en
el amor de YHWH el punto de apoyo para su confianza y el motivo para seguir
esperando (baţah)ti) a pesar de que la prueba se prolonga hasta el
punto de parecer que Dios ya no se acuerda más de él. Sin embargo, con la
certeza de que el amor de YHWH permanece inmutable, el Salmista, como el autor
del Salmo 22, concluye con una acción de gracias.
59-
El
Autor del Salmo 31 también ha pasado por la experiencia de pensar que ha sido
abandonado por Dios: “En mi turbación llegué a decir: «He sido arrojado de
tu presencia», pero Tú escuchaste la voz de mi súplica cuando yo te
invocaba” (v. 23). Sin embargo, confió (baţah)ti) en YHWH y
reconoció que Él es “su” Dios (v. 15). Por eso lo invoca como “su
Roca” (v. 3-4; ver Sal 18, 3/2Sam 22, 2) y le pide “no quedar avergonzado”
(vv. 2. 18). El autor confía (baţah)ti) en YHWH y se distancia de
los que rinden culto a los ídolos (v. 7). El objeto de su súplica es la
salvación de su vida (vv. 6. 8-9. 14). Como en los otros casos, también éste
termina con una acción de gracias, a la que agrega una exhortación: “Tengan
valor y mantengan firme el corazón” (v. 25), dirigida a “todos los que
esperan (meyahelim) en YHWH”. Este participio (“los que esperan (meyah)elim)
en YHWH”) se encuentra también en los Salmos 33, 18 y 147, 11.
60-
El
levita desterrado que llora lejos del Templo de Jerusalén (Sal 42-43), siente
que Dios lo ha olvidado (42, 10). Sin embargo, invoca a Dios como su “Roca”
(ibid.) e invita a su alma, en un estribillo, a seguir esperando porque tiene la
seguridad de que volverá al Santuario: “¿Por qué te deprimes, alma mía,
por qué te inquietas? Espera (hoh)yli) en Dios, y yo volveré a darle
gracias...” (42, 6. 12; 43, 5). También él, en medio de la prueba, sabe que
YHWH sigue siendo “su” Dios: “Él es mi salvador y mi Dios” (ibid.).
61-
En
el Salmo 69 queda de manifiesto que la esperanza en estos momentos en que se
siente la lejanía de YHWH está muy lejos de ser una tranquila pasividad. El
salmista dice: “Estoy exhausto de tanto gritar, y mi garganta se ha
enronquecido, se me ha nublado la vista de tanto esperar (yah)el) a mi
Dios” (v. 4). “En la necesidad del paciente se esconde un dolor profundo, el
de la espera y clamor tensos, sin descanso, para que Yahvé tenga a bien
intervenir. «Aguardar» significa en los salmos no cesar, no cansarse, no
abandonarse a poder del sufrimiento, perseverar en la espera. Pero todo esto
sucede por unos motivos y apuntando hacia una meta”.[30]
62-
En
el Salmo 33 se precisa el motivo de la espera: “Los ojos de YHWH están...
sobre los que esperan en su amor” (v. 18), porque de Él se espera la liberación
de la muerte y el mantenimiento de la vida en tiempos de angustia (v. 19). En el
Salmo 147 se vuelve sobre los que esperan en el amor de YHWH, pero en este caso
para decir que el Señor se complace en ellos (v. 11).
63-
El anciano que suplica en el Salmo 71, como otros Autores del Salterio,
también pide no quedar avergonzado (v. 2) e invoca a YHWH como a su Roca (v.
3). No solamente confiesa que seguirá esperando (‘ayah)el) siempre,
sino que además clama a Dios diciéndole “Tú eres mi esperanza (tiqwatí),
mi confianza (mibţah)í)...” (v. 5), y concluye con una acción de
gracias.
64-
El
perseguido que se lamenta en el Salmo 62 tiene plena seguridad en Dios: “Sólo
en Dios descansa mi alma, de Él me viene la salvación. Sólo Él es mi Roca
salvadora, Él es mi baluarte: nunca vacilaré” (vv. 2-3 y 6-7. ver v. 8). En
el v. 6 introduce una variante, diciendo que de Dios viene su esperanza (tiqwatí).
En lugar de la acción de gracias que se encuentran en otros Salmos, en éste se
termina con una exhortación al pueblo para que confíen (baţh)w) en
Dios (v. 9), y no en la violencia ni en las riquezas (v. 11).
65-
En el Salmo 130 se reiteran las profesiones de esperanza: “Yo espero (qiwytí)
en YHWH, mi alma espera (qiwtah) en su Palabra, mi alma espera (hwh)altí)
en el Señor más que el centinela la aurora. Que Israel espere (yah)el)
en YHWH” (5-7a). Es importante atender en este Salmo a las razones que tiene
el Salmista para esperar y en lo que espera de YHWH: “Porque junto a YHWH está
el amor, y la redención en abundancia. Él redimirá a Israel de todos sus
pecados” (vv. 7b-8).
66-
La espera en la Palabra de YHWH, que apareció en el Sal 130, 5, es un
tema recurrente en el Salmo 119. El salmista pone su esperanza en una Palabra
pronunciada por YHWH (Sal 119, 42. 49. 74. 81. 114. 116). Esta es una Palabra
que se refiere a la salvación (vv. 41-42. 81), a la vida (v. 25. 37); a la
seguridad (v. 114).
67-
El orante del Salmo 25 reflexiona al mismo tiempo que pide a Dios que le
instruya para que conozca “sus caminos” (vv. 4-5). Confiesa que confía (baţah)ti)
(v. 2) y espera (qiwytí) todo el día en YHWH (v. 5), y por eso no tendrá
que avergonzarse, como no tendrá que avergonzarse ninguno de los que esperan (qwh)
en YHWH (vv. 2-3; ver v. 20). La
vergüenza se produce cuando el objeto esperado no llega, cuando la salvación
no se produce, y los fieles de YHWH quedan en ridículo delante de sus
adversarios. Lo que el salmista espera ansiosamente es el perdón de todos sus
pecados y la instrucción para vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, y para
eso confía en la bondad de YHWH (vv. 4-11; ver v. 18).
68-
El orante que da gracias en el Salmo 40 se presenta como pobre y
desdichado (v. 18), y sin embargo fue escuchado. Dice que él ha esperado (qwh)
en YHWH (v. 2), y experimentó la salvación. Hace pública su acción de
gracias porque así muchos aprenderán a poner su confianza (bţh))
en YHWH (vv. 4-5). De esta forma pone en paralelo “esperar” y “confiar”.
Con una referencia a los ídolos, a los que llama “mentiras” (v. 5)
introduce una nota polémica. El Sal 115 pone más de manifiesto esta polémica,
porque después de ensalzar el poder de Dios, describe en forma sarcástica a
los ídolos que no pueden salvar (v. 4-8), y en una fórmula litúrgica invita
al pueblo de Israel, a los sacerdotes y a los “temerosos de YHWH” a confiar
(baţah)) en el Señor (vv. 9-11) porque es el único que puede
ayudar.
69-
Igualmente el salmista del Salmo 86 es un pobre (v. 1) que confía (bţh))
en YHWH (v. 2). El orante da gracias porque ha sido librado de la muerte (v.
13). Esta salvación tiene repercusiones ecuménicas porque “todas las
naciones vendrán a postrarse” ante YHWH
y a glorificarlo por sus obras grandiosas (v. 9-10).
70-
El salmista del Salmo 146 declara dichoso al que tiene su esperanza en
Dios. Para expresarlo, utiliza el sustantivo śeber en paralelo con
“tener en su ayuda” (v.5).[31]
En tono polémico, opone esta esperanza a la confianza (bţh)) que se
deposita en los príncipes, que no son sino seres mortales incapaces de salvar (vv.
3-4). Los motivos que propone para esperar en Dios son de diversa índole: el
poder manifestado en la creación del universo (v. 6), y la fidelidad expresada
en sus diversas intervenciones a favor de los pobres y necesitados (vv. 7-9). En
un tono menos polémico, el Salmo 118 proclama que es mejor confiar en YHWH que
en los hombres o en los príncipes (vv. 8-9).
71-
La reflexión sapiencial del Salmo 49 no habla explícitamente de la
confianza o de la esperanza en Dios, pero se refiere a los que confían (bţh))
en las riquezas (v. 7). Éstos morirán definitivamente: “Sus tumbas son sus
casas eternas, sus moradas de edad en edad” (v. 12), “no volverán a ver la
luz” (v. 20). El salmista, en cambio, tiene seguridad de que Dios rescatará
su vida del Seol (v. 16). No se explica cómo será esta esperanza del orante,
pero es evidente que espera una salvación definitiva.
72-
El Salmo 73, que también es una reflexión sapiencial, propone una
comparación entre dos cuadros. En el primero se describe la aparente
prosperidad de los malvados (vv. 3-12), que finalmente encuentran su lugar en la
perdición definitiva (vv. 18-20. 27). En el segundo se canta la felicidad del
que permanece tomado de la mano de Dios (v. 23). Mientras que los infieles serán
aniquilados (v. 27b), el salmista está junto a Dios y ha puesto su refugio en
YHWH (v. 28). La pregunta del salmista: “¿A quién sino a Ti tengo yo en el
cielo? Si estoy contigo, no deseo nada en la tierra” (v. 25), expresa la fe y
la esperanza con palabras diferentes de las acostumbradas. Pero en las palabras
que vienen a continuación introduce el nombre “Roca”, referido a Dios, que
es frecuente en los textos en los que se habla de la confianza en YHWH:
“Aunque mi corazón y mi carne se consuman, Dios es mi herencia para siempre y
la Roca de mi corazón” (v. 26). Esta herencia perpetua se debe entender
dentro de los límites de la vida humana, como es la idea más común que se
manifiesta en los escritos del Antiguo Testamento. Pero cuando el Autor dice que
YHWH lo recibirá “con gloria” (`ah)ar kabod tiqah)eni, v. 24), esta
extraña expresión deja la impresión de que, como en el Salmo 49, también aquí
se espera una salvación definitiva.[32]
73-
El Salmo 52, que es una invectiva contra los que abusan del poder,
establece un paralelo entre el malvado que confía (ybaţah)) en las
riquezas y el que pone su confianza (baţah)ti) en Dios (vv. 9-10),
para mostrar el distinto fin que espera a cada uno: la destrucción total de los
malvados (vv. 7) y la vida confiada del que espera (qwh) siempre en el
Nombre de Dios.
74-
El Salmo 78, una meditación sobre la historia de Israel, describe la
rebeldía del pueblo cuando dudó que YHWH pudiera alimentarlos en el desierto
(v. 19-20). El Autor pone en paralelo la fe y la esperanza de los israelitas:
“no creyeron (he`emynw) en Dios, no confiaron (baţh)w) en
su auxilio” (v. 22). La desconfianza en el poder del Señor es lo mismo que
falta de fe en Él.
75-
Finalmente se debe prestar atención a la exclamación “¡Israel, confía
(bţah&) en YHWH!” (Sal 115, 9. 10. 11; ver 4, 6;
37, 3. 5; 62, 9), o “Que Israel espere (yah&el) en YHWH”
(Sal 130, 7; 131, 3). Tiene el aspecto de ser una exclamación litúrgica, que
ubica la invitación a la esperanza en el ámbito del culto del Templo. La
celebración de la memoria de las intervenciones de YHWH en el pasado es el
marco en el que se exhorta a las nuevas generaciones para que sigan esperando en
el Señor.
76-
Los ejemplos propuestos han mostrado que los Autores de los Salmos se han
referido a la esperanza en YHWH de muy diversas maneras. Está la inquieta y
ansiosa actitud del que aguarda la intervención de Dios en los momentos de gran
angustia, cuando espera ser salvado de un peligro, de una amenaza o de una
persecución. En estos casos se refieren con frecuencia a la salvación y
conservación de la vida.
77-
La nota sobresaliente es que la esperanza siempre es firme. De ahí que
en los Salmos, como en los profetas (Is 26, 4; 44, 8), sea frecuente el título
“Roca” que se le da al Señor en varios de los Salmos (18, 3. 32.
47; 19, 15; 28, 1; 31, 3-4; 42, 10; 62,
3. 7-8;
71, 3; 73, 26; 78, 35; 92, 16; 94, 22; 95, 1; 144, 1; Dt 32, 4. 15. 18. 30-31.
37; ver 1Sam 2, 2; 2Sam 22, 3. 32. 47; 23, 3).
78-
En otros momentos aparece el tema de la esperanza en contextos polémicos,
cuando se habla de no poner la confianza en los príncipes, en los ídolos, en
la fuerza física o en las riquezas. Los que esperan en YHWH tendrán la vida,
mientras que los que ponen su esperanza en otros correrán a la ruina y se
perderán para siempre. Sólo se puede esperar en YHWH, porque toda otra
esperanza es sólo aparente y mentirosa.
79-
En algunos casos se podría suponer que hay un progreso sobre los
ejemplos anteriores, sobre todo cuando se ve que lo que se espera es el perdón
de los pecados y la posibilidad de llevar una vida de fidelidad a Dios.
Igualmente, en aquellos casos en los que parece que no se espera sólo la
salvación de la vida dentro de los límites históricos, sino que se deja
entrever una posibilidad de una vida para siempre y una participación en la
gloria de Dios.
80-
Los motivos que se invocan para la esperanza pueden ser el amor de YHWH y
su fidelidad para con sus fieles. De ahí que la falta de esperanza o de
confianza se identifique con el alejamiento de YHWH, lo que sería pérdida de
la fe.
81-
Desde esta mirada sobre los Salmos en los que aparece el vocabulario que
indica la esperanza se puede ampliar el horizonte hacia todo el Salterio, para
ver cuál es la salvación que espera Israel cuando aguarda la intervención de
Dios. En los Salmos en los que no se utiliza aquel vocabulario se manifiesta la
certeza de que habrá una intervención futura de Dios. Los salmistas ruegan
para que Dios intervenga y los salve de males inmediatos, pero también tienen
en vista una salvación definitiva. Esta salvación encuentra su forma concreta
en el reinado de YHWH que traerá la justicia para Israel, pero de la que no
estarán excluidas las naciones.
La
esperanza de los pobres en los Salmos
82-
En varios Salmos se oye la voz de los pobres (34, 7; 69, 30; 40, 18; 70,
6; 86, 1; etc).[33]
Son los que se llaman a sí mismos “pobre y necesitado (‘ānî - ‘ānāw
we-‘ebyôn)”, son
los desamparados y carecientes de medios que invocan a YHWH como único juez que
los puede defender de los malvados y de los poderosos. “El ‘ānî
está a merced de enemigos poderosos y de fuerzas que actúan en la sociedad. Se
vuelve hacia su Dios, expone su situación desesperada, apela a Dios por la
venganza, confía en la intervención judicial de Dios y se alegra por su
liberación”.[34]
Los pobres tienen su única esperanza puesta en YHWH; ellos saben que serán
escuchados porque YHWH es “padre de huérfanos y protector de viudas” (Sal
68, 6) y no se olvida de los pobres (Sal 10, 12). Esta seguridad de ser
escuchados es lo que explica que en la mayoría de los casos las súplicas
concluyen en una acción de gracias.
83-
El estudio de las menciones de los “siervos” (de YHWH) en los Salmos
y su comparación con la última parte del libro de Isaías permiten postular la
existencia de un grupo de personas llamados los “siervos de YHWH”, que habrían
intervenido en una etapa bastante avanzada de la redacción del Salterio, aportándole
su teología propia[35].
Ubicados cronológicamente en el temprano post-exilio, se entienden a sí mismos
como sucesores del reinado davídico y de sus promesas, que cayera en desgracia
definitivamente a partir de los acontecimientos del exilio (cf. Sal 89). Ellos
propician una piedad confiada, propia del pobre y oprimido que sólo encuentra
en el Señor su auxilio. Esperan la restauración de Sión, donde puedan habitar
las nuevas generaciones post-exílicas (cf. Sal 102). Frente a la situación difícil
que les toca vivir, encuentran en la Torá (cf. Sal 1; 119) y en la recitación
de las alabanzas divinas (especialmente los Salmos) un sustento para su fe.
84- Esta obra,
nacida en los días de la dolorosa experiencia de la destrucción de Jerusalén
y el exilio, nos ofreced el testimonio de la
posibilidad de la esperanza en un contexto de desastre, desilusión y crisis
religiosa.[36]
85-
En la
tercera y la quinta Lamentación reaparece claramente la esperanza basada en la
posibilidad de que YHWH vuelva a intervenir a favor de su Pueblo (3, 21-26.
31-33; 5, 19-21). Puesto que nos situamos todavía dentro de la clásica
doctrina de la retribución, cabe advertir que el hecho de atribuir a Dios los
males recibidos recuerda la posibilidad de que Dios intervenga en la historia, y
eso mismo abre las puertas de la esperanza. Si intervino para nuestra caída,
también puede intervenir para volvernos a levantar y hacernos el bien (3,
37-38).
86-
Sin embargo, hay que decir también que de una manera casi imperceptible
comienza a mitigarse en estas Lamentaciones la doctrina tradicional de la
retribución, y se fortalece una convicción del amor de Dios que es fiel a sí
mismo (3, 23; 5, 19), y que por una ternura inagotable (3, 22) no puede mantener
por mucho tiempo al Pueblo de su Alianza en una situación de angustia (3,
31-32; 5, 20.22). Sin embargo, esta convicción sobre el amor gratuito y fiel de
YHWH no excluye toda cooperación humana para abrir el camino a la restauración.
En primer lugar se requiere dejar renacer la esperanza (3, 26), la súplica que
expresa la confianza (3, 41; 5, 21) y un cambio de vida (3, 40).
La
crisis de Job
87-
Dentro de la literatura sapiencial tiene un especial lugar el libro de
Job cuando se trata del tema de la esperanza. Después de las experiencias históricas
por las que ha pasado Israel, los sabios se preguntan si todavía queda alguna
esperanza.
88-
En
esta obra aparece el término “esperar – esperanza” (qwh) tanto en
boca de Job como en la de sus amigos. Pero con una notable diferencia: los
amigos de Job insisten en que hay esperanza para los justos, y que ésta sólo
le es negada a los malvados. (5, 16; 8, 13-14; 11, 18. 20; etc.). Estos amigos
serán descalificados por YHWH (42, 7). Job, en cambio, desde su amargura,
afirma que no hay ninguna esperanza: “El árbol tiene una esperanza, si es
cortado puede volver a brotar... Pero el hombre que muere queda inerte, cuando
el ser humano expira ¿dónde está?... Tú aniquilas la esperanza del hombre”
(14, 7. 10. 19; 27, 8; 17, 15; 19, 10; etc.).
En su autodefensa, Job afirma que nunca puso su esperanza en las riquezas
(31, 24-25), pero en su angustia espera que YHWH le dé la muerte (6, 8-9; 7,
15).
89-
En su discurso, YHWH les muestra a Job y a sus amigos todo su poder. El
sentido podría ser que aún queda una esperanza, porque el hombre no puede
prever ni calcular lo que Dios puede realizar. Por eso Job dirá al final: “Sé
que lo puedes todo y que ningún proyecto es irrealizable para ti. Yo hablaba
sin entender, de maravillas que me sobrepasan y que ignoro” (42, 2-3). Prueba
de ella es la rehabilitación de la situación de Job (42, 10ss).
90-
En el libro de la Sabiduría se expresa la idea de esperar con el verbo èlpízo,
que en LXX traduce en la gran mayoría de los casos el verbo baţah*.
El término correspondiente “esperanza” se expresa con el sustantivo èlpis,
que en LXX por lo general traduce el término hebreo tiqwah y el verbo baţah*.
Los significados de estos dos términos, esperar y confiar, se funden en un solo
término griego.
91-
El libro de la Sabiduría afirma con claridad que la esperanza tiene como
objeto la inmortalidad. Mientras que para los perversos no hay ninguna esperanza
(3, 11. 18; 5, 14), la vida llevada en santidad tiene una gran esperanza (2, 22)
que está “colmada de inmortalidad” (3, 4). Los griegos afirmaban que la
inmortalidad era inherente a la condición del alma humana, el libro de la
Sabiduría, en cambio, dice que el hombre fue creado para la inmortalidad, pero
perdió esa condición “por envidia del diablo” y todos los que pertenecen a
éste experimentan la muerte (2, 23-24). Los malvados mueren definitivamente (4,
19). Sólo se puede llegar a ser inmortal gracias a la sabiduría (8, 13. 17), y
la sabiduría no es el fruto del esfuerzo intelectual de los hombres, sino un
don de Dios que no se puede obtener si Dios no la concede (8, 21). De esta forma
los justos llegan a vivir para siempre gozando de la recompensa junto al Señor
(5, 5. 15), mientras que la esperanza de los impíos es como una paja llevada
por el viento (5, 14).
92-
En un solo caso el libro de la Sabiduría utiliza el verbo prosdokaō,
que en el Nuevo Testamento será muy frecuente para ‘esperar’. En este caso,
se dice que los justos esperan misericordia en el día del juicio (12, 22),
porque Dios les ha dado “la buena esperanza” (èuelpís) de que para
los pecadores hay posibilidad de arrepentimiento (12, 19). Este término èuelpís
aparece sólo dos veces en los libros canónicos de LXX. Además de este lugar
de Sabiduría, se encuentra en Prov 19, 18 para traducir tiqwah. Es típico
del ambiente helenista, donde las esperanzas, siendo inciertas, pueden ser
buenas o malas.
93-
En
este libro, escrito en ambiente pagano, se encuentra también la polémica
contra los que ponen su esperanza en los ídolos (13, 10; 15, 6. 10), que son
“cosas muertas” (13, 10), imágenes sin vida (15, 5). El que los hace,
siendo mortal, con sus manos impías sólo puede producir una obra muerta (15,
17). Es inútil poner la esperanza en los ídolos que no pueden conceder la
inmortalidad.
94-
Los que tienen la
esperanza de la inmortalidad llevan una vida que para los impíos es necedad (5,
4). Sin embargo, los que viven de esta manera serán contados entre los hijos de
Dios (5, 5), tienen recompensa (5, 15) y gozarán de la protección de Dios (5,
16). Los impíos, por otra parte, “llaman a la muerte con gestos y palabras”
(1, 16), y como no tienen ninguna esperanza (2, 1-5) “no esperan retribución
por la santidad” (2, 22), optan por una vida disoluta y pecaminosa (2, 6-20).
95-
En
el libro del Eclesiástico, en paralelo con èlpis y èlpízo
aparecen también los verbos ànaménein, èmménein (perseverar)
y èmpisteuein (creer): En LXX, ànaménein traducen el verbo
hebreo qwh; èmménein traduce normalmente el verbo qwm con
el sentido de “suceder, acontecer”. Èmpisteuein, salvo una excepción,
traduce siempre el verbo hebreo `aman en hiphil, con el
significado de “afirmarse, creer”. Este uso de los verbos amplía
considerablemente el campo semántico.
96-
Ben-Sirá,
cuando habla de las pruebas por las que debe pasar el que se decide a servir al
Señor (2, 1), dice que a pesar de ellas se deben esperar (èlpizein) en
Él (v. 6). Lo que se debe esperar (ànameinein) es la misericordia
divina (v. 7), sus beneficios, el gozo duradero y la misericordia (v. 9). Los
motivos para esperar están en la memoria de lo que Dios ha hecho en el pasado:
los que confiaron (èmpisteuein) no quedaron confundidos, los que
perseveraron (èmmeinein) no fueron abandonados, los que invocaron
siempre fueron escuchados (v. 10). La razón última de todo esto está en que
Dios es misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de angustia (v.
11). En cambio los que no tienen confianza (èmpisteuein) no serán
protegidos (v. 13).[37]
97-
En
otro momento, partiendo de la memoria de su experiencia personal (34, 12),
presenta la salvación de la muerte como objeto de esperanza (v. 13). Los que
tienen esperanza en Dios no temen ni se intimidan. Finaliza diciendo que Dios
“es su esperanza (èlpis)” (v. 14).
98-
A
los verdaderos creyentes, que ponen su esperanza en Dios, Ben-Sirá opone los
que ponen su esperanza (èlpis) en los sueños. Éstos se extravían y
caen (34, 1. 7).
99-
Ben-Sirá marca claramente el esquema de los tres tiempos: memoria del
pasado – situación presente – esperanza de bienes futuros. El recuerdo de
la actuación de la misericordia de Dios en el pasado funda la esperanza de su
intervención futura.
100-
En el Segundo libro de los Macabeos aparece dos veces el verbo èlpízein.
En los dos casos tiene sentido teológico: el primero (2, 18) se refiere a la
esperanza en Dios de la restauración de Israel; el segundo caso (7, 11) es la esperanza de la resurrección de los muertos. En el mismo
capítulo se usa dos veces el sustantivo èlpís, referido también a la
resurrección de los muertos (vv. 14. 20). En 15, 7 se trata de la esperanza en
el auxilio divino en medio de la batalla, haciendo mención de la ayuda que había
recibido en otros casos (v. 9).
101-
Job reflejaba la crisis que provocaba la esperada retribución personal.
Como paso ulterior parecen entonces surgir los sabios que, tras el análisis de
los textos, se ubican en un nivel que supera la crisis de Job.
102-
En la sección aramea y más primitiva del libro de Daniel, el
protagonista es presentado como un sabio comparado con los sabios de Babilonia
(2, 14). Daniel es asistido por un
espíritu extraordinario y dedicado al servicio constante de Dios (6, 4.17), rehúsa
dirigirse al rey como un dios y pasa exitosamente la prueba de los leones. Ello
se debe a que en su inocencia ante el cielo y el rey, “confió en su
Dios (heymin be’laheh, vv. 23-24)”. Igualmente en 3, 28 (95), el rey
Nabucodonosor explica que Dios “ha librado (sheyzib)”[38]
a los tres jóvenes que “confiaron en Él (hitrehtsu 'alohi)”, de tal
modo que desafiaron la orden real y estuvieron dispuestos a morir. En palabras
anteriores de los jóvenes al rey se trataba de una confianza que, al respetar
la desconocida decisión de la libertad divina, quedaba realzada aún más en su
valor (vv. 17-18). El sabio Daniel está también equipado y en control de la
situación para descifrar el sueño de la revelación divina al rey (c. 2), pues
su interpretación es confiable (meheyman pishreh) con la misma
confiabilidad de Dios, vv. 45.47.
103-
Del texto arameo vemos que Daniel se destaca sobre los sabios (hakkîmîn
2, 14. 48)[39]
de Babilonia, porque por la unión con su Dios, sobrepasa a todos en sabiduría
y entendimiento de los misterios de la acción divina en el mundo. Esta parece
ser la fuente de su atrevida y serena confianza que demuestra en pruebas a
riesgo de su propia vida. No se habla de temor en Daniel ni se le exhorta a no
temer, pero se siente turbado por no poseer la verdad de los misterios que
contempla (7, 15-16), y aún después de su revelación queda aterrorizado por
su contenido (v. 28). No se encuentra aquí la angustia inquisitiva de Job por
el presente y el porvenir, sino que se encara el peligro de la hora con absoluta
confianza en Dios, arrostrando incluso la muerte si es necesario. No se presta
atención particular, como se hará en la sección hebrea, al destino del
individuo creyente, que queda absorbido en la representación colectiva y en la
victoria final del Hijo del Hombre (v. 13-14; 22-27).[40]
104-
La sección hebrea enmarca al sabio Daniel en un panorama apocalíptico
que ya había despuntado en el capítulo 7. Ya no es el sabio al servicio de los
reyes, a los que gana con el despliegue de su sabiduría logrando una pacífica
convivencia. Ahora es el vidente que, en el marco de los acontecimientos
conocidos desde la dominación caldea hasta la griega, contempla los poderes
celestiales en lucha final contra la personificación de la impiedad.[41]
105-
No se mencionan aquí los términos “esperar” o “esperanza”. Sólo
en 12, 12 el ángel declara dichoso al que aguarda pacientemente (’ashrey
hamehakkeh) el desenlace apocalíptico, lo que se entiende con la
esperanza del que en el momento presente confía en Dios.[42]
106-
A este género se entra entonces con la confianza presente y cierta de la
victoria final. El individuo creyente, incluido como miembro del pueblo de los
santos, no participa sino contempla la lucha entre los poderes divinos y la
impiedad para terminar gozando de la victoria final. Como miembro del grupo de
los santos también resucitará para la vida eterna (lehayyey
‘olam 12,2), recibiendo así una respuesta a la crisis planteada por Job.
107-
Una de las preocupaciones de Daniel es que el pueblo esté preparado por
la confesión de su pecado y el perdón divino que restaura la alianza (9,
4-19). La otra es el desasosiego que las revelaciones le acarrean por falta de
entendimiento. Así los “No temas” del ángel vienen a traer la comprensión
que el sabio busca y necesita (10, 12-14.19).
108-
De los pasajes en griego de la LXX tenemos dos partes.
La
oración de Azarías (3, 24-90) expone un estado de abandono que podría
corresponder a la época macabea. Esta situación es puesta en relación con el
reconocimiento del pecado del pueblo, por el que se pide perdón con corazón
contrito y espíritu humilde. Este acto de confiada obediencia sin reserva es el
mejor sacrificio, “porque no quedan confundidos los que confían (pepoithósin)
en ti” v 40. Nuevamente entonces, en esta literatura que tiene aspectos
sapienciales, interesa el momento presente de confiada sumisión al Señor.
109-
En la historia de Susana (c. 13), ante el testimonio condenatorio por la
imposición de manos de los dos ancianos,[43]
“su corazón en cambio confió (epepoíthei) en el Señor su
Dios” (v 35). Esta confianza le alienta a declarar su inocencia en oración a
Dios que, conociendo todo antes de que suceda, escucha favorablemente su petición
(v 35a). La versión de Teodoción, tanto en 3, 40 como en 13, 35 y 42.43,
coincide en contenido con la LXX, pero en el v 60 añade que la asamblea
“...bendecía a Dios que salva (sózonti) a los que esperan (elpízontas)
en Él”. Esto tiene gran importancia, porque para la lectura de Daniel, en la
Iglesia Católica ha sido siempre preferida la versión de Teodoción.[44]
110-
De este
examen del texto se tiene la impresión que en Daniel la firmeza del creyente
ante la prueba, en el presente, se expresa con el vocabulario de confianza. Con
el Hijo del Hombre y la resurrección, el futuro no parece incierto desde el
momento que la fe ha avanzado con respuestas que esclarecen el fin de la
comunidad y también del individuo. Se logra así superar la crisis “jobiana”,
como lo hace por su lado la Sabiduría.[45]
111-
Antes de cerrar esta parte dedicada a los libros del Primer Testamento es
conveniente detenerse un momento en los libros del Pentateuco, considerando que
es común presentar a Abraham y la salida de Egipto como ejemplos destacados de
esperanza.
112-
El verbo “esperar” (qwh) se encuentra solamente en una
exclamación de tono litúrgico (ver
Sal 119, 166) en medio del poema de las bendiciones de Jacob, y sin gran relación
con el contexto: “¡En tu salvación espero, YHWH!” (49, 18). El sustantivo
“esperanza” no aparece en el Pentateuco.
113-
La raíz h*kh está totalmente ausente. El verbo yah*al
aparece en 8, 12 sin sentido teológico (Noé espera el descenso del agua). Baţah*
se encuentra varias veces, pero también sin sentido teológico, para decir que
se está seguro en algún lugar (Gen 34, 25; Lev 25, 18-19; 26, 5;
Dt 12, 10; 28, 52; 33, 12. 28).
114-
La perícopa de la promesa de YHWH a Abraham es el típico lugar que se
presenta como ejemplo de esperanza en el Pentateuco. En el primer texto YHWH
ordena a Abraham que abandone su tierra, y añade una promesa: “De ti haré
una gran nación y te bendeciré” (Gen 12, 2). Ninguna palabra indica que
Abraham haya creído o esperado en la palabra divina. Pero se dice
inmediatamente que “Abram partió como lo había dicho YHWH” (v. 4). El
gesto de obediencia inmediata expresa más que las palabras.[46]
115-
YHWH vuelve a hablar al
patriarca: “YHWH le dijo... «Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las
estrellas». Y añadió: «Así será tu descendencia». Creyó (`mn) en
YHWH, y YHWH se lo tuvo en cuenta para su justificación” (Gen 15, 4-6). El
texto no habla aquí de esperanza sino de fe: he`emin (v. 6). En su
sentido propio, el verbo `mn significa “estar firme”; utilizado en la
forma hiphil es “apoyarse, afirmarse”, y se traduce normalmente por
“confiar, creer”.[47]
En este caso se trata de una confianza, de una fe en algo que se refiere
al futuro. De ahí que se pueda entender también como “esperanza”. Ya se ha
indicado en su momento que el texto griego de Ben-Sirá coloca un derivado del
verbo ‘creer’ en paralelo con el verbo ‘esperar’.
116-
Expresiones que frecuentemente se encuentran en el contexto de la
esperanza en los profetas y en los Salmos, cuando se trata de anuncios de bienes
que se otorgarán en el futuro, aparecen también en el Pentateuco en los
relatos de los anuncios hechos a los patriarcas. En el mismo texto del capítulo
15 del Génesis, las palabras con las que YHWH presenta su promesa a Abraham
tienen como introducción: “No temas” (15, 1). Del mismo modo YHWH dice a
Isaac: “No temas, porque yo estoy contigo, te bendeciré, multiplicaré tu
descendencia” (26, 24). A Jacob se le dice en el sueño: “La tierra sobre la
que estás acostado te la doy a ti y a tu descendencia. Tu descendencia será
como el polvo de la tierra [...] Yo estoy contigo, te cuidaré en todos los
lugares por donde vayas y te haré volver a esta tierra, porque no te abandonaré
hasta que haga todo lo que te he dicho” (28, 13-15; ver 46, 3).
117-
En el libro del Deuteronomio aparecen estas mismas expresiones en el
contexto de la conducción hacia la Tierra prometida. Pero en estos textos no
aparecen los verbos que indican ‘esperar’ sino el verbo `man (creer).
Moisés le dice al pueblo: “YHWH, su Dios, pone esta Tierra delante de
ustedes. Sube a tomar posesión de ella, como te ha dicho YHWH, el Dios de tus
padres. ¡No temas ni te acobardes!” (Dt 1, 21). La expresión se repite
cuando el pueblo manifiesta su temor ante los habitantes de Canaán: “¡No se
acobarden! ¡No teman! YHWH su Dios, que camina delante de ustedes, combatirá
por ustedes [...] Pero ustedes no creyeron en YHWH, su Dios” (Dt 1, 29-30. 32;
ver 9, 23). La seguridad de la posesión de la tierra se funda en que YHWH ha
hecho un juramento a los padres (1, 35; ver Gen 26, 3-4; 50, 24). YHWH es el
“Dios fiel, que a lo largo de mil generaciones mantiene su alianza y su
amor” (7, 9).
118-
La promesa de la descendencia
y de la tierra, hecha a los patriarcas y reiterada al pueblo, ha recibido de éstos
una respuesta de fe y esperanza, como también claudicaciones y fracasos. Las
distintas tradiciones recogen el recuerdo de las murmuraciones en el desierto,
cuando el pueblo no ponía su esperanza en obtener la tierra que YHWH le prometía,
sino que añoraba las ollas de carne en la esclavitud de Egipto (Ex 14, 11-12;
16, 2-3; 17, 3; Num 11, 4-6; 14, 1-4; 20, 2-6; 21, 4-5).
119-
Las tradiciones del Pentateuco
han relatado las historias de los Padres y del pueblo como un peregrinar en el
que Dios conducía al pueblo, a pesar de sus frecuentes resistencias, hacia la
consecución de sus promesas, y sólo en contadas excepciones los autores han
recurrido al vocabulario preciso que acuñaron los profetas para hablar de la fe
y la esperanza. Pero algunos términos deslizados al narrar los incidentes de
esa peregrinación orientan al lector para que pueda percibir que los textos están
relatando la gran gesta de la esperanza de Israel.
_____________________
[1] Ver, p. e., Ch. Schütz, en: Mysterium Salutis (J. Feiner – M. Löhrer, dirs.), Cristiandad – Madrid – 1984; V, 654.
[2] En la Primera Alianza, se pertenecía a este pueblo cuando se llevaba el sello de la circuncisión (Rom 4, 11). Algunos textos rabínicos muestran que los judíos llamaban “sello” a la circuncisión, pero es difícil establecer con certeza la datación de estos escritos: “El que pronuncia la bendición dice: ‘Que santificó al amado desde el vientre; puso la ley en su carne y selló a sus descendientes con el signo del santo pacto...’” (TB Ber 137b). En el tiempo del cumplimiento de las promesas ese sello ya no está hecho en la carne (ver Col 2, 11), sino que es el Espíritu Santo (Ef 4, 30). Los paganos que han creído están ahora “en Cristo” y forman un solo cuerpo con los que vienen del judaísmo (2, 16-17). El Autor no puede menos que dar gracias a Dios porque los destinatarios han sido “sellados”, y por lo tanto son también herederos de todas estas bendiciones.
[3] En el himno introductorio el Autor se ha contado entre los santos de Israel: “Dios nos eligió... para que seamos santos e irreprochables en su presencia” (1, 4). La predestinación a ser “santos” es una de las bendiciones otorgadas al pueblo judío, pero los venidos del paganismo ahora son “conciudadanos de los santos” (2, 19), dejando una antigua situación pecadora (2, 1-2. 11-12) a la que no deben volver (4, 17-19). Las características de la nueva vida que deben llevar los que antes fueron paganos se describe largamente en la última parte de la carta, donde se destaca un texto en imperativo: “Sean imitadores de Dios como hijos amados, y caminen en el amor, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como ofrenda y sacrificio a Dios en suave perfume” (5, 1-2). En la misma línea que el Sermón de la montaña, se dice que el amor cristiano tiene como modelo el amor de Dios (Cf. Mt 5, 43-48/Lc 6, 27-36). A esto el Autor añade el ejemplo de Jesucristo en su acto de entrega como ofrenda y sacrificio.
[4] Ex 31, 3; 35, 3; Dt 34, 9; Dn 13, 45; Sab 7, 7; 9, 17; Sir 39, 6.
[5] 1Hen 49, 3; 61, 11; 4Es 5, 21-22; ver también: Test Lev 2, 3; 18, 7.
[6] W. Hackenberg, s.v. èpígnosis, en: Exegetical Dictionary of the New Testament (H. Balz – G. Schneider, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1990; II, 25.
[7] Se podría pensar que aquí hay una referencia al bautismo, que en algunos textos neo-testamentarios, patrísticos y de la antigüedad cristiana es llamado ‘iluminación’ (Heb 6, 4; 10, 32; San Justino, Apol I, 61, 12; 65, 1; OdSal 10, 1; 11, 14; 21, 3.6; etc.
[8] Ver Rom 1, 6. 7; 8, 28; 1Cor 1, 2. 24; Ju 1, 1; Apc 17, 14.
[9] Para toda esta parte, C. Westermann, s.v. qwh – Esperar, en: Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento (E. Jenni – C. Westermann, edit.), Cristiandad – Madrid – 1985; II, 781-793.
[10] En Sal 56, 7 y 119, 95 tiene el sentido de ‘acechar’ con intenciones hostiles. No se puede traducir por ‘esperar’.
[11] C. Westermann, o. c., 782.
[12] H-J. Kraus, Teología de los Salmos, Sígueme – Salamanca – 1985; 93.
[13] R. Bultmann, s.v. èlpís, en: Theological Dictionary of the New Testament (G. Kittel, edit.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1964; II, 523.
[14] “Los casos en nifal en Gn 8, 12 y Ez 14, 5 son inseguros” (C. Westermann, o. c., I, 1001).
[15] Ver C. Barth, s.v. yh?l, en: Theological Dictionary of the Old Testament (G.J. Botterweck – H. Ringgren, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1990; VI, 49.
[16] H. Wildberger, s.v. `mn, en: Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento (E. Jenni – C. Westermann, edit.), Cristiandad – Madrid – 1978; I, 276-320. A. Jepsen, s.v. ‘aman, en: Theological Dictionary of the Old Testament (G.J. Botterweck – H. Ringgren, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1977; I, 292-323.
[17] H. Wildeberger, o. c., 300, citando el Lexicon de Baumgartner.
[18] A. Jepsen, o. c., 317.
[19] E. Gerstenberger, s.v. bth?, en: Diccionario Teológico Manual del Antiguo Testamento (E. Jenni – C. Westermann, edit.), Cristiandad – Madrid – 1978; I, 439-446.
[20] Ver C. Barth, s.v. h?akah, en: Theological Dictionary of the Old Testament (G.J. Botterweck – H. Ringgren, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1980; IV, 359-363.
[21] G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento, Sígueme – Salamanca – 1990; II, 479-480.
[22] H. D. Preuss, s.v. y´l, en: Theological Dictionary of the Old Testament (G.J. Botterweck – H. Ringgren, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1977; VI, 144-147.
[23]
Se puede preguntar qué significa “ser escrito en la tierra”. El
paralelismo con “avergonzados” exige que se trate de una amenaza. ¿Que
se borra fácilmente o todo lo contrario? Pero el TM no dice que se escribe
en el polvo (`aphar), sino en la tierra (`erets), es decir en
el país. La imagen contrasta con la de 17,1: el pecado escrito con buril de
hierro, con punta de diamante en el corazón y en un lugar sagrado.
[24] El término ‘promesa’ que se usa en la traducción responde al hebreo ‘mi palabra buena, mi palabra de bien’. En hebreo no hay ningún término que responda exactamente a la palabra ‘promesa’. ‘Palabra buena, palabra de bien’ (dibri haţob), como la forma verbal (dibber haţob) implica una resolución de Dios, semejante a las fórmulas ‘dijo el mal’, ‘dijo la paz’. Ver: W.H. Schmidt, s.v. dbr, en: Theological Dictionary of the Old Testament (G.J. Botterweck – H. Ringgren, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1977; III, 101.
[25] Esta parte del libro es llamada “Apocalipsis de Isaías” (por ejemplo, Biblia de Jerusalén; Libro del Pueblo de Dios, etc.).
[26] Ezequiel usa la misma expresión (“se ha desvanecido la esperanza (tiqwah) de ella”) en el contexto de la lamentación sobre los príncipes de Israel (19, 5), pero sin sentido teológico. La palabra “esperanza” (tiqwah) aparece en el libro de Ezequiel sólo en 19, 5 y 37, 11.
[27] R. Bultmann, s.v. `elpís, en: Theological Dictionary of the New Testament (G. Kittel, edit.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 1964; II, 517-521.
[28] Es por este matiz temporal que se pueden distinguir de los verbos que expresan confianza (como bth, o hśh).
[29] Cf. P.A.H. de Boer, “Étude sur le sens de la racine qwh” Outestamentische Studiën X (Leiden 1954) 225-246.
[30] H.-J. Kraus, Teología de los Salmos, Sígueme – Salamanca – 1985; 212.
[31] La otra ocurrencia es en 119, 116: “no defraudes mi esperanza”. El verbo śbr se usa referido a los hombres (Sal 145, 15) y animales (Sal 104, 27) que esperan que Dios les dé la comida. Una vez se refiere a la esperanza de la salvación (Sal 119, 166),
[32] G. F. Ravasi, La speranza della salvezza definitiva nei salmi 49 e 73, Parola, Spirito e Vita, quaderni di lettura biblica: 9 – Cristo nostra speranza. Gennaio – giugno 1984-1; 82-95.
[33] E. Gerstenberger, s. v. ‘ān?, etc., en: Theological Dictionary of the Old Testament (G.J. Botterweck – H. Ringgren, edits.), Eerdmans – Grand Rapids, Mi. – 2001; XI, 245ss.
[34] E. Gerstenberger, a.c., 246.
[35] A esto habría que agregar una redacción de la época macabea, atribuida a los “h?asidîm”, que se evidencia p.ej. en el Sal 149.
[36] Víctor Manuel Fernández, Lamentaciones; en: Comentario Bíblico Internacional (William R. Farmer, dir.), Verbo Divino – Estella (Navarra) – 1999; 947-952.
[37] Con excepción de dos referencias a la confianza en la Sabiduría (4, 16. 17), los demás ejemplos que se encuentran en Ben-Sirá no tienen sentido teológico. Un caso especial se encuentra en 50, 24 donde el sujeto es la misericordia de Dios, y se dice que “se confíe con nosotros”, con el sentido de “permanezca fielmente con nosotros” (“Libro del Pueblo de Dios”).
[38] En paralelo con natsal (cf. 6, 28), indica como se dijo más arriba una de las acciones divinas en relación con la esperanza y la confianza, en cuanto la liberación o salvación de Dios actúa libremente sobre la confianza del creyente.
[39] En la porción hebrea, en cambio, Daniel es referido (1, 4) o sin duda aludido (11, 33.35; 12, 3) entre los maskîlîm, traducido como “doctos” por la Biblia de Jerusalén, como “hombres prudentes” por el Libro del Pueblo de Dios, o como “sabios” por la New American Bible.
[40] El Anciano permanece en la escena y se identifica con el Altísimo, pero la figura del Hijo del Hombre da paso a su contenido colectivo, “los santos”, e.d. el conjunto de los miembros de la nación, llamados así en razón de su elección y pensados en oposición a los imperios paganos (cf. M. Delcor, Le Livre de Daniel. Paris: Gabalda, 1971; 157).
[41] Es decir: Antioco IV, referido desde ahora constantemente en 7, 8.21.25; 8, 9-12; 9, 26.27 (un príncipe que vendrá…el desolador); 11, 21-45, así como también sus impías acciones.
[42] Cf. cómo con el mismo verbo se expresa esperanza en Dios en Is 30, 18. Cf. M. Delcor, o. c., p 259.
[43] Cf. Lv 24, 14
[44]
Las traducciones modernas siguen la tradición cristiana que prefirió la
versión de Daniel según Teodoción, como se aprecia en la misma Vulgata.
Ya San Jerónimo decía que las iglesias no leían Daniel según la LXX:
“Danielem prophetam juxta Septuaginta Interpretes Domini Salvatoris
Ecclesiae non legunt utentes Theodotionis editione, et hoc cur acciderit,
nescio” (Praef. in
librum Danielis,
PL 25, 1291). Y en otro
pasaje, afirma que las autoridades de la Iglesia rechazaron la versión de
Daniel en la LXX, mientras en público se leía Teodoción que coincide con
el hebreo y otros traductores “Unde judicio magistrorum Ecclesiae, editio
eorum [LXX] in hoc volumine repudiata est; et Theodotionis vulgo legitur,
quae et Hebraeo, et caeteris translatoribus congruit. Unde et Origenes in nono Stromatum volumine
asserit se quae sequuntur ab hoc loco in propheta Daniele, non juxta
Septuaginta interpretes, qui multum ab Hebraica veritate discordant, sed
juxta Theodotionis editionem disserere” (Comm. in Dan. IV, 2; PL
25, 514). Cf. L. H. Hartman-A. A. Di
Lella, The Book of Daniel, AB, Doubleday – New York; 79,
citando a san Jerónimo.
El Concilio de Trento adopta la misma tradición cristiana al ordenar que se acepten los libros de la Escritura “…prout in Ecclesia catholica legi consueverunt et in veteri vulgata latina editione habentur…” (D(H) 1505-1506).
[45] Cf. Lo dicho más arriba al tratar los déutero-canónicos.
[46] S. Virgulin, La esperanza della terra e della numerosa discendenza nel libro della Genesi, Parola, Spirito e Vita, quaderni di lettura biblica: 9 – Cristo nostra speranza. Gennaio – giugno 1984-1; 21.
[47]
L.
Koehler – W. Baumgartner,
Lexicon in Veteris Testamenti libros, Leiden – Brill – 1958;
60-61; W. Gesenius, Hebrew-Chaldee Lexicon to the Old Testament, Baker
Books – Grand Rapids, Mi. – 1997; 58-59.