Historia de la Iglesia
Siglo XIX - Edad Contemporánea
INTRODUCCIÓN
Entramos en la edad contemporánea. En el plano social y económico es el siglo
de la revolución industrial, el siglo de la expansión de los imperialismos y
del capitalismo, de los movimientos obreros, del marxismo. Es el siglo del
romanticismo y del realismo, en el plano cultural. Es el siglo del
liberalismo. Es el siglo del despertar de la conciencia social en la iglesia.
Es el siglo de la formación de las nacionalidades en Iberoamérica. Es el siglo
de la restauración. Un siglo muy movido que preparará el siglo XX.
El siglo XIX comenzó con la era napoleónica. En 1799 Napoleón Bonaparte da un
golpe de estado y derriba el directorio. En 1800 establece el consulado, en
1802 se nombra cónsul perpetuo y en 1804 se declara emperador. Ejerce un poder
absoluto y reorganiza centralizadamente la política y la administración.
Establece una rígida censura y una todopoderosa policía.
Era una vuelta al orden y a la tranquilidad social –apoyo burgués-. Su
imperialismo era agresivo y le proporcionó la adhesión de todo el pueblo
francés. Se extendió por toda Europa: Prusia, Italia, España, Austria,
Rusia...toda las grandes potencias van cayendo ante su avance arrollador. Sólo
Inglaterra resiste –Trafalgar-. Sin embargo, la ambición del emperador era
excesiva; la retirada de Rusia y la batalla de Leipzig de 1814 constituyen su
primera derrota, después de la cual es recluido en Elba. La caída definitiva
de su imperio será Waterloo (1815) en la que sería derrotado por un ejército
aliado al mando de Wellington.
Su obra, en cierta medida, aún perdura. El código napoleónico es todavía la
base del derecho en gran parte de Europa. Los concordatos con la Santa Sede,
las instituciones de enseñanza estatales... todo fue ideado y llevado a la
práctica por él y en cierta medida marcó el posterior desarrollo europeo.
Mientras hasta entonces había habido una unión estrecha altar-trono, desde la
revolución francesa prevaleció la distinción entre el orden político y el
espiritual, entre el civil y el religioso, entre el temporal y el
sobrenatural. Esta separación se acució en el siglo XIX. Durante la
restauración, la iglesia quedó marginada del mundo moderno, y al Papa no se le
quiso reconocer el papel de árbitro internacional. Las grandes potencias no
querían que les propusieran criterios extraños a sus intereses basados sobre
la fuerza. ¿Qué criterios eran ? Los criterios morales. ¿A cambio de qué
criterios? Lógicamente, los liberales.
I.SUCESOS
Era napoleónica
Napoleón se convirtió en el primer cónsul. El emperador era un hombre no de
fe, pero sí de orden, y el orden en lo religioso era la iglesia católica. Él
necesita unir a Francia y para eso precisa de la iglesia; necesita pactar
con ella: dar y recibir. ¡Pura conveniencia e interés político! Se llegó a
un concordato el 15 de julio de 1801. Dicho concordato trajo la paz
religiosa, restableciendo los vínculos con Roma. Las cláusulas del
concordato son éstas:
·La religión católica, apostólica y romana, no es la oficial, pero sí la de
la mayoría. Se ejercerá libremente en Francia; su culto será público,
conformándose con los reglamentos de policía que el gobierno juzgue
necesarios para la tranquilidad pública.
·La Santa Sede, de acuerdo con el gobierno, hará una nueva circunscripción
de las diócesis francesas.
·Todos los obispos de 1789 dimitirán y el gobierno tendrá la facultad de
nombrarlos. Napoleón designaría a dichos obispos y el papa los erigiría
canónicamente.
·El clero juraría fidelidad al régimen. Los curas casados se reducirán al
laicado.
·La Santa Sede renunciaría a recobrar los bienes eclesiásticos.
·De manera subrepticia, Napoleón incluyó otros puntos, los llamados
Artículos Orgánicos: la censura a los documentos pontificios, a los
sínodos, a la enseñanza en los seminarios, a los catecismos y sermones.
Sujetó a sueldo estatal al clero. El galicanismo exacerbado quedó aprobado
como ley.
¿Qué herencia revolucionaria nos dejó el imperio de Napoleón?
·Los bienes de la iglesia habían pasado a manos laicas.
·Libertad de culto en la legislación.
·Creación del estado civil, y la iglesia perdió el dominio de la enseñanza.
·La fe de la iglesia salió purificada de la prueba, pues la iglesia tenía
que volver a su misión esencial.
·Clero digno y fuertemente jerarquizado; obispos, pastores únicos de sus
diócesis.
·Adhesión al Papa, que se designó como “ultramontanismo”.
Restauración europea
¿Cómo fue la restauración política?
Tras la revolución francesa vino la restauración. Con este término se quiso
indicar el retorno de los Borbones al trono de Francia y más tarde se aplicó
también al restablecimiento de los regímenes pasados y de las antiguas
condiciones políticas.
Fue Metternich, ministro austriaco, el artífice de este movimiento político.
Después de la caída del imperio napoleónico, las grandes potencias se reúnen
en Viena para delimitar el mapa europeo y las zonas de influencia. Es el
comité de los cinco: Prusia, Rusia, Inglaterra, Austria y Francia.
Era no sólo la caída de un imperio, sino la reacción de una sociedad
campesina, conservadora, aristocrática, católica contra las ideas
disolventes que venían de Francia. A esta reunión se la llama Congreso de
Viena (1814-1815) dirigido por Francisco I de Austria, Alejandro I de Rusia
, Federico Guillermo III de Prusia y Jorge III de Inglaterra en 1814, con
objeto de lograr que las monarquías organizaran nuevamente en Europa su
predominio, tras la caída del emperador francés.
Reaccionaron contra el liberalismo y el republicanismo que cundía, y
decidieron firmemente restaurar el sistema monárquico. Reconocieron la
existencia de los Estados Pontificios y dividieron Italia en cinco partes:
Reino de Nápoles y Sicilia, Reino de Cerdeña y Piamonte, Ducado de Parma,
Ducado de Módena y Ducado de Toscana.
¿Cómo fue la restauración y la reconstrucción religiosa en Francia?
La experiencia napoleónica había dejado una lacerante sensación en la
iglesia, aunque hubo también casos de mártires que dieron a la iglesia un
respeto inmenso. Urgía reforzar la fe y la autoridad. Defensor acérrimo del
principio de autoridad en lo religioso y en lo político fue Joseph de
Maistre.
El trono y el altar debían seguir apoyándose mutuamente. Los miembros del
gobierno y los nobles que vuelven del destierro van a misa y forman parte de
las procesiones. El catolicismo vuelve a ser religión del estado. Casi todos
los obispos son elegidos entre la nobleza y aumentan los presupuestos para
el culto. Se mantuvo la libertad de cultos, y se suprimió el divorcio.
La iglesia se propuso recristianizar las masas populares cuya práctica
religiosa había quedado muy quebrantada por los años de la revolución. Se
puso mucha atención en la selección del clero, reorganizando los seminarios
mayores y multiplicando los menores, que quedan libres de la tutela del
Estado. Las ordenaciones anuales de sacerdotes, que no habían superado las
500 durante el imperio, alcanzan en 1829 la cifra récord de 2.357. Por
tanto, pueden multiplicarse las parroquias, sobre todo en el mundo rural. En
medio siglo se añadieron 5.000 parroquias nuevas a las 27.000 de 1825. De
este tiempo, es el cura de Ars, Jean Marie Vianney.
Pero, desgraciadamente, la unión altar-trono no podía continuar. Desde la
revolución francesa prevaleció la distinción entre el orden político y el
espiritual, entre el civil y el religioso, entre el temporal y el
sobrenatural. Todo esto llevó a una separación neta iglesia-estado, de tal
modo que ambos procedieron por caminos paralelos que no se encontraron
jamás.
¿Qué significó la Revolución industrial?
En este siglo se desarrolla la así llamada revolución industrial
, hasta 1870, es decir, el tránsito de la sociedad agraria a la urbana
en la que el poder económico pasa de la tierra al capital. El progreso fue
enorme y el impacto social, terrible. El obrero, emigrado del campo, se veía
sometido indefenso a los abusos de la patronal y a las oscilaciones del
mercado, y vivía en condiciones de vida infrahumana. Diversas corrientes de
pensamiento político, filosófico y económico intentarán plantear una
transformación radical de la sociedad –el siglo XIX es el siglo de las
revoluciones-.
Esta revolución industrial nace en Inglaterra, pero durante el siglo XIX se
extenderá a diversos países de Europa (Francia, Alemania) y Norteamérica.
Esta revolución será el paso al mundo contemporáneo, al desarrollo económico
y al bienestar de los pueblos...pero llevará en sí el germen de la
revolución. Al acumular capital para invertir en nuevas técnicas el patrono
tiende a bajar el salario –la mano de obra es mucha, desorganizada e
indefinida-. Los sufrimientos de la clase obrera serán terribles, “el nuevo
esclavo de la época moderna”, según Marx. El trabajo de niños de hasta siete
años, los sueldos de hambre, el hacinamiento y la falta de toda legislación
laboral serán la nota característica de los países industrializados.
La revolución industrial tuvo en el último tercio del siglo XIX una segunda
fase, que irrumpe con el ferrocarril entre 1850 y 1900. Este ferrocarril
pasa a ser casi un símbolo de esta segunda fase, pues es capaz de
transportar grandes cantidades de materias primas, noticias y correos a bajo
costo; altera totalmente el concepto de distancia y velocidad; moviliza
capitales y pone en marcha a la industria pesada.
¿Qué consecuencias trajo, pues, la revolución industrial?
·Se fortalece el comercio y se crean relaciones de auténtica
dependencia económica (colonialismo económico).
·Se eleva el nivel de vida en esos países: grandes urbanizaciones,
servicios, mayores salarios, avances de la medicina, técnica.
·Numerosos inventos: locomotra por Stevenson, turbina eléctrica de
Berges (1869), la dinamo eléctrica de Gramme (1871), el primer automóvil a
vapor de A. De Bollée (1875), el motor de explosión de Otto (1876) y el de
Forest (1888) los primeros coches eléctricos (1881), los primeros
automóviles (1891), el tren transiberiano (1891). Fleming descubrió los
cromosomas en 1875, Pasteur las vacunas en 1879, la vacuna contra el
carbunco en 1881 y la antirrábica en 1885. La vacuna contra el cólera se
debe a Feran en 1885. Yersin descubrió el bacilo de la peste en 1894. El uso
del suero antidiftérico proviene de Roux en 1894. Bell inventó el teléfono
en 1876. Edison el micrófono y el telégrafo en 1877. Junto con Swan hizo
funcionar la lámpara incandescente en 1878. Roentgen inició el uso de los
rayos X. Marconi empezó la telegrafía sin hilos en 1896. Los esposos Curie
descubrieron el radio en 1898. Los Lumiére exhibieron las primeras películas
en 1895. Hertz descubrió las ondas electromagnéticas en 1896. El ser humano
estaba cumpliendo el mandato divino que ordenaba someter la tierra, arrancar
los secretos a la naturaleza y usarlos para propiciar el bienestar de los
habitantes del planeta.
·Pero, también, desgraciadamente vendrá la explotación colonial
política y económica, por parte de esas potencias occidentales. A esto se
llama imperialismo, que aunque se disfrazó de interés cultural y
civilizador, el móvil fundamental fue la explotación económica de extensas
zonas a muy bajo precio. Las potencias imperialistas en este siglo fueron:
Inglaterra , Francia , Alemania , Rusia , Japón , Estados Unidos .
La terrible plaga del liberalismo, ¿quién la parará?
Es el siglo donde el liberalismo, comenzado con la revolución
francesa y con la independencia de los Estados Unidos, se fraguó
profundamente en este siglo y cuyas consecuencias sufrimos todavía hoy, en
pleno siglo XXI.
¿Qué es, pues, el liberalismo?
Si bien puede decirse que el liberalismo es la exaltación de la libertad
individual, a la que convierte en el atributo más importante del hombre, lo
cierto es que el uso o el significado que el liberalismo da a la palabra
libertad es tan ambiguo y variopinto, que uno nunca termina de sentirse
seguro de haber incluido todas las posibilidades.
Puede afirmarse que el liberalismo moderno, si bien echa sus raíces en el
nominalismo filosófico de los siglos XIII y XIV, en el humanismo y en la
revolución fundamentalmente protestante del siglo XVI, constituye la
aplicación práctica de las ideas de la ilustración, de la que ya hemos
hablado, que, con su fe ciega en la razón y la ciencia, instaura un
antropocentrismo radical, basado en la autonomía completa del individuo.
Al hacer aplicación de esas ideas y confirmando su raíz nominalista, el
liberalismo dejó de lado al hombre y se inventó un sujeto –el individuo-,
haciendo de éste la realidad más importante, el principio y fin de la vida
política y social. Para el liberalismo la sociedad humana no es la síntesis
superadora de las diferencias individuales, a partir de la común naturaleza
de los hombres que la componen, sino un mero agregado numérico o mecánico de
individuos, que son como átomos cerrados totalmente sobre sí y se vinculan
unos con otros en base a relaciones puramente extrínsecas, como son los
pactos o contratos sociales.
¿Cuáles son los dogmas del liberalismo?
El primero de dichos dogmas o postulados es la hipervaloración de la
libertad individual, una libertad que se entiende como el valor más
grande que tiene el hombre, a punto tal que carece de vínculos constitutivos
con la verdad o el bien. En otras palabras, más importante que obrar bien o
con acierto, es obrar libremente. Y la tarea principal de la autoridad
consiste en garantizar todo lo posible el ejercicio de la libertad
individual, interviniendo sólo para evitar que las acciones de uno
comprometan la libertad del otro.
El segundo dogma del liberalismo proclama la absoluta autonomía de la
razón individual. En consecuencia, ningún conocimiento, ninguna
verdad, tendrán valor si no pueden ser demostradas de cabo a cabo con la
razón.
El tercer postulado liberal declara la soberanía absoluta de la
naturaleza y la consecuente imposibilidad de relacionar al individuo
con cualquier realidad sobrenatural. El hombre queda encerrado en los
estrechos límites del mundo material o visible, que se considera la única
realidad o, al menos, la única accesible al conocimiento humano. Negada,
pues, toda posibilidad de trascendencia, Dios no tendrá ninguna relación
actual con el mundo o con el hombre .
De estos dogmas, se derivan varias consecuencias que servirán para
configuración de la sociedad y el estado liberales. La más importante es la
soberanía absoluta de la razón individual sobre la propia conducta. Cada
ciudadano se convierte en autor de la ley para sí mismo y en juez de sus
actos, por lo que el hombre se convence de que no hay autoridad alguna por
encima de la suya.
Como lógico corolario de semejante creencia, el poder político no será otra
cosa que el que provenga de la muchedumbre constituida por cada una de esas
razones individuales. El mismo estado liberal será un estado que no estará
sujeto a la verdad, el bien o la moral, sino única y exclusivamente a lo que
quiera la mayoría de los individuos que lo componen. De aquí brotará la
famosa soberanía del pueblo, el pueblo soberano: será bueno si viene de la
voluntad popular.
Como puede advertirse, la libertad del liberalismo se propone desligar al
hombre de todo vínculo que lo condiciona. Para el liberalismo las cadenas
que asfixian al hombre son la moral, la verdad y la religión. Se quiere un
hombre sin deberes, un hombre omnipotente.
En lo político, este liberalismo, en el fondo, busca
garantizar la libertad individual –jurídica, de religión e imprenta-, la
división de los poderes en el gobierno y la participación activa en la vida
política. Este liberalismo en el orden político fue bautizado como
democracia. Esto no significa que la democracia haya sido inventada por el
liberalismo; sino que éste se apropió de ese nombre para designar al sistema
político de su invención. Esta no es la democracia que nos transmitieron los
griegos; la democracia liberal es una democracia exasperada y fuera de sí,
diría Ortega y Gassett, democracia morbosa , con sus virus de relativismo,
indiferentismo y libertinaje.
En lo económico, este liberalismo está atacando al
mercantilismo y sostendrá que la búsqueda del interés privado sostiene la
producción, y que estos productos se combinan “naturalmente” en la oferta y
la demanda. La riqueza de los pueblos está, pues, en el trabajo individual y
es necesario que las legislaciones otorguen la plena libertad de comercio y
de trabajo a los particulares. En el desarrollo del liberalismo hay dos
tendencias que con el tiempo cada vez se irán enfrentando más: el “doctrinalismo”,
propio de la alta burguesía, que busca conciliar sus exigencias con los
poderes tradicionales, y otra radical, “democrática”, que defiende a como dé
lugar los derechos de la mayoría y la libertad individual. En el orden
económico, el liberalismo democrático se estima dueño eminente de todos los
bienes que hay en la nación; despoja cuando le place de su propiedad a la
Iglesia, a las comunidades y corporaciones, a las universidades, se declara
heredero de todos los ciudadanos y partícipe de todas las herencias; se
atribuye autoridad para imponer a los pueblos cuantos tributos quiere.
En lo cultural: este liberalismo engendró la corriente
cultural llamada romanticismo, que es el gusto de la burguesía y está muy
ligado a los nacionalismos del siglo XIX. Pero el sueño del romanticismo no
duró mucho. En este mismo siglo esa libertad romántica se vio amenazada por
la revolución obrera y por una corriente crítica de la moral burguesa y de
la miseria y pobreza de la sociedad. Este nueva corriente crítica se llama
naturalismo y realismo, teñida de fuerte anticlericalismo, pues considera a
la iglesia amoldada al orden burgués. Nace también el antropologismo ateo,
en torno a Feuerbach y Nietzsche; y el materialismo histórico con Marx y
Engells a la cabeza, que concibe la historia con una estructura básica
(economía y sociedad) y unas superestructuras (religión, arte y política).
El choque de las clases sociales es lo que hace evolucionar la sociedad
–dicen ellos.
En el campo filosófico: Kant enseñó que el conocimiento humano
es incapaz de conocer las cosas en sí mismas pues únicamente conoce los
fenómenos mediante la experiencia. Así, la razón no podía demostrar la
existencia de Dios ni tampoco era aceptable la revelación. De su pensamiento
derivará el protestantismo liberal y el modernismo católico. Hegel consideró
a la humanidad como la manifestación del espíritu divino y exaltó al estado.
El racionalismo negaba las verdades sobrenaturales. El ontologismo de
Rosmini decía que Dios es el objeto primero de la inteligencia y por tanto
el ser más inteligible; en el cual y por el cual es posible conocer los
demás seres; rechazó la opinión de Kant. El positivismo de Comte negaba todo
conocimiento que estuviera más allá de los sentidos y la experiencia
sensible. Darwin escribió el Origen de las Especies: los seres vivos se
derivan unos de otros y sostienen una terrible lucha por sobrevivir,
pereciendo los más débiles y perdurando los fuertes; y éstos, siguen
evolucionando. Marx, con su Manifiesto Comunista y el Capital, opina que
Dios no es más que una idea formada en la imaginación de los seres humanos,
por el juego de la sublimación de las fuerzas exteriores que los dominan
(naturaleza, mercado, Estado); estableció la teoría de la lucha de clases .Nietzsche
atacó la moral tradicional para crear el superhombre, exento de trabas
religiosas y morales, dispuesto a sobreponerse por la fuerza y la audacia,
para situarse más allá del bien y del mal. Con ello fundamentó las teorías
racistas de los nazis.
En el campo religioso: el liberalismo, al proponer una
libertad sin deberes, se confunde con una independencia y autonomía absoluta
del individuo, y da al hombre una sensación de omnipotencia que, en su
ejercicio, constituye la tentación más antigua y, sin embargo, siempre
renovada. Nada halaga más al hombre, en efecto, que se le haga creer que
todo lo puede, que nada debe oponerse a sus deseos. Nada atrae más al
hombre, en suma, que hacerse dios. El “seréis como dioses”, pronunciado por
la serpiente en el paraíso, continúa seduciendo al hombre moderno. Por
tanto, en el campo religioso, el liberalismo no depende de Dios, ni de los
principios de la moral. Se basta a sí mismo. De este siglo son los mormones,
fundados por José Smith (1805-1844), que se instalaron en el estado de Utah,
Estados Unidos; y cuyos errores son bastante evidentes y frutos de este
liberalismo religioso: cada uno puede llegar a ser dios por su propio
esfuerzo, pues no se necesita gracia de Dios para perfeccionarse sino el
propio esfuerzo; los mormones, además, permiten la poligamia, como
manifestación de esa libertad omnímoda, y al mismo tiempo, dan curso sin
control a los placeres sexuales, pues “los ángeles del cielo” le habían
dicho a su fundador que podía tener todas las mujeres que deseara .
Guillermo Booth fundó en Londres el Ejército de Salvación en 1865, especie
de metodismo organizado militarmente para conquistar a la fe a las clases
populares. En USA se inició el movimiento de los científicos Christian
Science, impulsado por miss Eddy; por medio de la autosugestión trataban de
obtener la curación del cuerpo. Durante este siglo XIX se propagó el
espiritismo o creencia en la posibilidad de comunicación con los difuntos.
Oleadas revolucionarias se abalanzan contra nuestro mundo
Desde 1820 una primera oleada revolucionaria sacude Europa.
Son revoluciones y pronunciamientos inspirados en los principios del
liberalismo, y como una reacción ante el Congreso de Viena y la
restauración. Sus escenarios principales se encuentran en España, Portugal,
Rusia, Piamonte, Nápoles...La acción de sociedades masónicas
que ya habían ejercido influencia durante el siglo pasado se revelaba como
el principal hilo conductor de todas ellas. Sin embargo, la pronta
intervención de la Santa Alianza las sofocó casi totalmente. No obstante, la
revolución obtuvo sus triunfos en América, cuyas juntas de defensa ya no
aceptaron la autoridad del monarca español. Ante una posible intervención de
la Santa Alianza los Estados Unidos sentaron la doctrina Monroe: “América
para los americanos”. También en Portugal y en Grecia, que se independizó
del imperio turco. Esta última independencia contribuyó a debilitar el ánimo
de la Santa Alianza –un país cristiano buscaba su independencia del
musulmán; no se podía intervenir en su contra-.
Una segunda oleada llega a Europa diez años después. Le tocó
el turno a Francia. El rey Carlos X, por su exagerado absolutismo, es
derrocado y las fuerzas moderadas ponen a la casa de Orleáns en el trono.
Tendrá graves repercusiones en toda Europa, pero su consecuencia más
importante será la división de Europa en dos bloques. El nuevo monarca
francés es fiel a los principios del doctrinarismo y marca una nueva pauta
del dominio burgués y de los movimientos constitucionalistas. Francia pasa
así con Inglaterra a liderar el bloque liberal en Europa; Austria y Rusia,
el conservador. La revolución industrial había afianzado a la burguesía en
Occidente, no así en Oriente.
En 1848 tiene lugar la tercera de las grandes oleadas: No es
sólo burguesa. Las reivindicaciones de carácter social –crisis económica y
baja condición del proletariado- y nacionalistas juegan también un gran
papel. En medio de la violencia, el rey de Francia huye de París a
Inglaterra...antes de un año se sucede la reacción conservadora y Luis
Napoleón es elegido presidente de la república; luego se proclamará, como su
antepasado, emperador. La consecuencia más importante de esta revolución
será el inicio del desarrollo de los movimientos obreros, de manera
independiente y hostil a la burguesía. La burguesía comienza a formar parte
de los estamentos conservadores. En 1848 se publica El manifiesto comunista.
Movimientos obreros
El desarrollo económico ha potenciado a la burguesía liberal, pero el
proletariado, que ha surgido también con la industria, ha sido explotado. En
un inicio los obreros se manifiestan espontáneamente, sin un plan político
determinado. Pero después comienzan a surgir los sindicatos, dirigidos por
obreros más cultos que se dan cuenta de la necesidad de una organización
para la defensa obrera: mejoras salariales, jornada de ocho horas,
desempleo, pensiones...Surgieron en Inglaterra y 1870 ya estaban organizados
en toda Europa. Estos movimientos tuvieron varios rostros:
·Anarquismo: rechaza toda autoridad. Su modelo de sociedad es
antiautoritaria, pacifista y colectivista. Su principal ideólogo es Bakunin.
·Marxismo: sus ideólogos principales son Marx y Engells.
Escriben El Capital. El capital es el trabajo de los asalariados acumulado
por los capitalistas. Este capital ha desarrollado la industria, que conduce
inevitablemente al monopolio de las grandes empresas con crisis de
sobreproducción y, por ello, al imperialismo colonial. A pesar de ser ésta
la obra principal, más difusión tuvo El manifiesto comunista de 1848: un
panfleto de agitación de la dictadura del proletariado, en espera de una
sociedad sin clases.
·Internacional de trabajadores: estos sindicatos se logran
unir de manera internacional por el bien de la clase trabajadora
Mientras tanto, ¿qué sucedía en América?
También los aires del liberalismo llegaron hasta América. Quería ser libre,
liberarse de todos los conquistadores.
La Iglesia contaba con 41 diócesis y dirigía 23 universidades. El pueblo era
sinceramente católico. El malestar contra la colonización española había
cundido y era manifiesto . En 1808 estalló.
En 1810 el cura Hidalgo inició la independencia de la Nueva España.
Fusilado en 1811, el cura Morelos siguió el movimiento de emancipación,
conquistando importantes regiones y trabajando un plan de regeneración
social, hasta que sufrió igual pena en 1815. El clero quedó dividido a favor
o en contra de la insurgencia. Del clero diocesano, 91 miembros (2.1 % del
total) y 37 del clero regular (1.0 %) tomaron las armas para secundar a los
padres Hidalgo y Morelos. La independencia de México fue lograda totalmente
en 1821.
El arzobispo de Caracas, Coll y Prat, reconoció la independencia de
su país en 1811. Y Caracas la consumó en 1821.
El de Quito la apoyó. No así el de La Paz.
Buenos Aires desconoció al virrey Hidalgo de Cisneros.
Colombia la consiguió, gracias a Bolívar y san Martín, en 1818.
Perú, en 1824, merced a Bolívar y Sucre.
En otras partes, la iglesia sufrió diversas crisis. En Colombia, el gobierno
de Hilario López expulsó a los jesuitas, y proclamó la enseñanza laica
obligatoria. En México, Gómez Farías dictó similares medidas en 1833, pero
fueron revocadas en breve. La constitución de 1857 quitó el fuero religioso,
prohibió los votos, negó a la iglesia la capacidad de adquirir bienes y
otorgó al gobierno la facultad de intervenir en el culto y disciplina
eclesiástica. Las Leyes de Reforma nacionalizaron los bienes de la Iglesia,
suprimieron las órdenes religiosas y establecieron la libertad de cultos.
Análogos hechos ocurrieron en Guatemala (1879), Honduras (1880), El Salvador
(1894), Colombia (1845), Venezuela, Ecuador (1877), Argentina con el
dictador Rosas. En Brasil con don Pedro emperador de 1822 a 1831 y su hijo
Pedro II de 1831 a 1889; ambos mantuvieron los usos regalistas. La
Constitución de 1891 estableció la libertad de cultos.
Del 28 de mayo al 9 de julio de 1899 el Papa León XIII dirigió en Roma un
concilio latinoamericano, unificando la labor pastoral. Constó de 1.900
conclusiones. Asistieron 15 arzobispos y 38 obispos.
A fines del siglo, de 61 millones de latinoamericanos, 58 millones
profesaban la religión católica (95 %).
¿Y en América del norte?
En 1829 alcanzaron los católicos la igualdad de derechos cívicos en Canadá.
En Estados Unidos, la Constitución de 1789 había determinado la separación
de la iglesia y el estado. El número de católicos, como en Canadá, creció
con la llegada de irlandeses, alemanes, italianos, polacos, mexicanos.
Con todo, el odio religioso europeo resonaba a veces en la antigua colonia
inglesa y se producían esporádicos ataques a los católicos. Si bien en 1807
había 150 mil católicos en Estados Unidos, para 1890 llegaban casi a 10
millones. El episcopado organizó tres concilios nacionales: en 1852, 1866 y
1884. Al contrario de casi todo el mundo, la separación de la iglesia y del
estado era efectiva. Los católicos aprovecharon para construir sus iglesias,
obras benéficas y escuelas.
Volvamos al Continente europeo
Francia: Luis XVIII (1814-1824) restauró la monarquía
borbónica. Le sucedieron su hermano Carlos, hasta 1830, y Luis Felipe hasta
1848. Francia era un mezcla de anticlericalismo y de reacción católica. Luis
Felipe procuró tener relaciones cordiales con la iglesia. Fue instaurada la
Segunda República (1848-1852) dirigida por Luis Bonaparte.
España: Napoleón I ordenó la invasión de España en 1808. Forzó
la abdicación de Carlos IV, rey de España y su hijo Fernando VII a favor de
José Bonaparte. La conmoción producida en las colonias de Madrid aceleró los
movimientos de independencia. En 1812 se reunieron las Cortes de Cádiz, que
promulgaron una monarquía constitucional, abolieron la Inquisición y
legislaron en materia de órdenes y congregaciones religiosas, restringiendo
su actividad. Fernando VII tornó al poder en 1814 y restauró el absolutismo.
Riego en 1820 se levantó en armas, declaró la validez de la Constitución de
Cádiz y llevó a cabo medidas anticlericales. A Fernando VII le sucedió su
hija Isabel II, hasta 1868 en que fue instaurado el régimen republicano. Don
Carlos, hermano de Fernando VII, se sublevó contra Isabel. A los carlistas
se unieron los partidarios del absolutismo. A Isabel, los liberales. Ambos
se enfrentaron en armas. La guerra produjo diversos ataques contra el clero.
Mendizábal decretó en 1836 la desamortización de bienes eclesiásticos.
Portugal: se dotó de una Constitución liberal, mientras los
reyes habían ido a vivir a Brasil (1802-1822), huyendo de la invasión
napoleónica. Juan VI volvió a Lisboa. Su hijo Pedro reinó en Brasil
(1822-1831). Al morir Juan VI los absolutistas optaron por el hijo de don
Pedro, llamado Miguel, y los liberales eligieron a la hija de don Pedro,
María. A fines de la década de los treinta, la Iglesia sufrió la supresión
de monasterios y la desamortización de sus propiedades.
Polonia: célebres son las dos heroicas sublevaciones (1831 y
1863) que el pueblo polaco realizó –sin éxito- para sacudirse del yugo
extranjero que, inútilmente, pretendió extirparle la fe católica.
Inglaterra: para Inglaterra fue muy importante el Movimiento
de Oxford. Entre los años 1833 y 1845 una corriente interna de la Iglesia
anglicana, promovida por John Henry Newman, Pusey y Keble, estudió y
revalorizó la doctrina y liturgia católicas. Newman se convirtió al
catolicismo (1845), fue ordenado sacerdote en Roma (1847) y nombrado
cardenal en 1879. Pío IX estableció la jerarquía eclesiástica al nombrar
arzobispo a Wiseman, al que sucediera Manning y Vaughan.
Alemania: Bismark quiso controlar las actividades
eclesiásticas, independizarse del Papa. Por eso censuró la predicación,
reguló la aprobación de nombramientos, y quiso hacer de los sacerdotes meros
funcionarios de su régimen. Expulsó a los jesuitas, redentoristas, paulinos.
Expidió leyes terribles. Pero hubo una vigorosa resistencia de los
católicos, llamada Kulturkamph .
II.RESPUESTA DE LA IGLESIA
El Papa Pío VII hubo de resolver el espinoso problema de la
composición del episcopado francés. Según las reformas napoleónicas,
quedarían 60 prelados de los 135 que había. Pío VII pidió la renuncia a
todos, para nombrar el nuevo cuerpo de obispos. Se opusieron 38, pues creían
conforme a derecho su nombramiento anterior. La solución a este problema
quedó temporalmente suspendida.
Por otro lado, Pío VII reconoció los matrimonios contraídos por los clérigos
durante la persecución religiosa. Por último, el Papa se vio obligado a
asistir a la coronación de Napoleón como emperador en 1804, en Notre-Dame de
París . El pueblo francés recibió de manera triunfal al pontífice. Napoleón
le exigió que invalidara el matrimonio de Jerónimo Bonaparte, su hijo. El
Papa no condescendió. El emperador, entonces, penetró diversos territorios
pontificios y se apoderó de Roma, secuestrando al Papa Pío VII.
Pío VII excomulgó a Bonaparte en 1809. Éste respondió apresando al Pontífice
(1809-1812). El emperador urgió al Papa que nombrara los obispos. Pío VII se
negó a hacerlo mientras permaneciera sin libertad. El emperador repudió a su
esposa Josefina. Queriendo contraer nupcias con la princesa austriaca María
Luisa, logró que la curia de París nulificara su boda anterior. El Papa
protestó. En represalia, Napoleón decretó que los Estados Pontificios
pertenecerían a su hijo. Napoleón insistió en el problema del nombramiento
de los obispos. Convocó un Concilio en París (1811), el cual publicó que si
el Papa no confería el orden a los candidatos en un plazo de seis meses,
podía hacerlo el metropolitano.
Los obispos afirmaron su adhesión al Papa, pero no quisieron descontentar al
emperador y aceptaron ir a convencer a Pío VII. Éste, sin embargo, no cedió.
Napoleón lo hizo trasladar a Fontainebleau, en junio de 1812. A la fuerza y
contra su voluntad, el Papa hizo algunas concesiones (concordato de
Fontainebleau), de las que muy pronto se retractó. Los desastres militares
obligaron a Napoleón a permitir que el Papa volviera a Roma, en donde entró
triunfalmente el 24 de mayo de 1814.
Santos y Congregaciones en este siglo XIX
Entre las Congregaciones sobresalen:
·Pío VII restaura la Compañía de Jesús en 1814.
·Santa Magdalena Sofía Barat funda las religiosas del Sagrado Corazón.
·San Marcelino Champagnat, fundó a los Hermanos Maristas.
·La Sociedad de Hijas del Corazón de María, creada por el padre de
Cloriviére y Adélaide de Cicé.
·Las Conferencias de san Vicente de Paúl, por Federico Ozanam.
·San Juan Bosco fundó la Congregación de los salesianos en 1861 para la
educación de la juventud, y en 1876 la Congregación de la Hijas de María
Auxiliadora.
·Lauteri, fundó a los Oblatos de la Virgen María en 1815.
·Mazenod, a los oblatos de María Inmaculada en 1816.
·San Antonio María Claret, a los claretianos en 1849
·Hecker, a los paulistas en 1858.
·Comboni a los combonianos en 1867.
·Janssen a la Sociedad del Verbo Divino en 1875.
Entre los santos más sobresalientes están: El cura de Ars, apóstol del
confesonario y modelo de párroco; santa Teresita del Niño Jesús con la
doctrina de la infancia espiritual y santa Bernardette Soubirous, a quien se
apareció la Virgen en Lourdes.
En este siglo fue difícil continuar las misiones
En este siglo cobraron un auge importante las misiones. Pero también hubo
sus dificultades.
·En la India los ingleses sofocaban la predicación católica.
·En China el avance de las conversiones fue lentísimo.
·En Corea resultó constante la persecución del cristianismo.
·Turquía publicó un edicto de tolerancia en 1856, pero en 1860 fueron
muertos cristianos en Líbano y Siria.
·En el Cairo y Beirut los jesuitas pudieron establecer colegios.
·Japón proclamó la libertad de cultos en 1884 y en 1890 León XIII erigió la
diócesis de Tokio.
·En Australia funcionó la diócesis de Sydney desde 1842.
·En África fue predicado el evangelio principalmente en Argelia, Marruecos,
Sudán, Sierra Leona.
Labor de algunos de los papas del siglo XIX
León XII (1823-1829): La Iglesia, con más derechos que nunca,
en esta época de restauración y del Congreso de Viena, se reafirma en las
monarquías. Puso vallas a las sociedades secretas, al galicanismo y al
liberalismo. Lágrimas de sangre derramó ante la sangrienta persecución
religiosa que Inglaterra desencadenó contra la católica Irlanda, que luego
de bochornosas torturas fue anexada a Inglaterra.
En este tiempo surge “el gran profeta”, Lamennais, que quiso instaurar una
forma de liberalismo cristiano y católico. Se convirtió al catolicismo para
profesar primeramente un ultramontanismo sospechoso y después un liberalismo
que dearrolló en el diario “L´Avenir”, por él fundado, en el que lucha por
la libertad de la iglesia, la libertad de enseñanza, prensa, asociación,
sufragio, y por el principio de la descentralización. Lammenais justifica la
idea de progreso histórico por la de la Providencia divina que rige la
historia hacia los fines que sólo ella conoce. Para Lammenais el progreso de
la historia se realiza no por una mayor adquisición de bondar moral, de
acercamiento hacia Dios a través del bien y de la virtud, sino por la
adquisición de grados de mayor libertad, la que hace que los pueblos crezcan
en mayoría de edad.
El Papa Gregorio XVI con el documento “Mirari vos” condena los errores del
liberalismo y contiene a Lamennais –luego saldrá de la Iglesia, como un
nuevo Tertuliano-. Desde entonces, todo el siglo XIX conoció dentro del seno
de la Iglesia una lucha tremenda entre liberales y no liberales.
Gregorio XVI: decididamente era antiliberal. Se asustó ante
todo lo que se le venía encima. Vigiló la doctrina, reformó órdenes
religiosas y negoció con los Estados.
Pío IX y la exaltación del Papado
Gobernó la iglesia desde 1846 al 1878; por tanto, su pontificado ha sido
hasta ahora el más largo de la iglesia, después de san Pedro.
Al inicio mostró talante liberal, por las reformas que hizo. Fue entonces
cuando nació el mito de Pío IX, considerado el Papa promotor del movimiento
unitario, destinado a expulsar a los austriacos y a renovar la nación .
Incluso los partidos revolucionarios se asociaron a este clima generalizado
y contribuyeron a alimentar de forma exagerada los deseos de las masas
porque Pío IX suscitó un movimiento de esperanza en la conciliación entre el
papado y las aspiraciones nacionales. Es más, se corría la voz de que este
Papa quería reconciliar el cristianismo y la libertad, con lo cual se
manifestaba una abierta hostilidad hacia Gregorio XVI, que había
desilusionado por completo a los fautores de las libertades modernas.
Sin embargo, el Papa Pío IX nunca se apropió el sistema liberal de los
güelfos, pues no era conciliable con su misión espiritual universal. Por
eso, al ver los acontecimientos del liberalismo que quiso derribar incluso
el papado, como lo logró efímeramente en el año 1848 , y más tarde, en 1870,
con la pérdida de los Estados Pontificios. En su alocución del 29 de abril
de 1848 Pío IX declaró que no podía, como padre de todos los fieles,
participar en una guerra contra un pueblo católico como era el austríaco.
Fue en ese año 1848, al estallar en Roma los primeros tumultos, cuando el
Papa, disfrazado de simple cura, huyó a Gaeta, bajo la protección de los
Borbones. En Roma se proclamó la República, que tuvo vida muy breve.
Franceses, austriacos y Borbones la reconquistaron y devolvieron al papa sus
Estados Pontificios. ¿Cuánto tiempo durarían estos Estados Pontificios?
Los fautores de la unificación de Italia querían anexionarse los Estados
Pontificios y hacer de Roma la nueva capital de la nación. La guerra
franco-prusiana de 1870, y la caída de Napoleón III, permitió al gobierno
italiano, bajo el Rey Víctor Manuel II, con un millar de hombres armados,
atacar Roma por la Puerta Pía, incautar la ciudad y los edificios papales
(20.IX.1870). El puñado de soldados pontificios bajó la guardia, por orden
de Pío IX.. La batalla duró cinco horas, con 51 muertos, 19 soldados
pontificios y 32 italianos.
Un plebiscito determinó la incorporación de la ciudad al Reino de Italia. El
papa no reconoció este hecho y se declaró prisionero en el Vaticano,
rehuyendo cualquier contacto con el nuevo reino de Italia, y vivió en una
condición de aislamiento. Comenzó también a imprimir a la Iglesia una fuerte
espiritualidad. En efecto, creó la Jerarquía eclesiástica en Inglaterra
(1850), en Holanda (1853); proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción
(1854) y canonizó a los primeros mártires japoneses (1862). Dio fuerte y
decidido apoyo a Juan Bosco.
Había terminado el poder temporal de los papas. Fue un golpe de gracia dado
por la Divina Providencia, pues así la iglesia se desprendía del poder
temporal, que en nada le favorecía. Con la pérdida del poder temporal y de
la soberanía territorial las iniciativas del Papa y, sobre todo, su
magisterio tuvieron un valor cada vez más espiritual e independiente.
Documentos famosos del Papa Pío IX son éstos:
·Escribió “Inefabilis Deus”, donde proclamó el dogma de la
Inmaculada Concepción de María (8 de diciembre de 1854).
·Escribió la encíclica “Quanta Cura” el 8 de diciembre de
1864, y su anexo, el Syllabus o catálogo de 80 proposiciones,
donde condena los errores del mundo moderno liberal (panteísmo, naturalismo,
racionalismo absurdo, indiferentismo, socialismo, comunismo, sociedades
secretas, liberalismo). Es el documento más discutido de Pío IX, pues
condenaba la libertad de culto y de conciencia, entendidas como una
consecuencia de la autonomía absoluta del hombre , libre de toda ley
superior, y el indiferentismo. Es importante también saber que un tercio del
episcopado consultado en 1962 se declaró contrario a la condenación de los
errores modernos tal como había sido formulada, esencialmente porque era
poco clara e inoportuna, posible fuente de equívocos y de interminables
discusiones, como de hecho ocurrió. Los efectos tanto del Syllabus como de
la encíclica Quanta cura no fueron positivos en su conjunto. La encíclica
desilusionó a muchos ya que no estaba al nivel de otros actos del magisterio
pontificio que los historiadores consideran como auténticas obras maestras.
·Convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870): donde asistieron
unos 740 obispos; 50 eran orientales. Ahí se reafirmó la fe católica en
contra de los errores; y se proclamó el dogma de la infalibilidad del Papa
cuando habla “ex cáthedra” sobre cuestiones de fe y de moral. Además de la
infalibilidad, se aprobó la jurisdicción del Papa sobre toda la iglesia,
dogma que enterraba para siempre el galicanismo según el cual el concilio
estaba por encima de la autoridad del Papa.
Urgía este concilio por muchas causas: el secularismo siempre creciente, la
difusión de sistemas filosóficos en neto contraste con la fe católica, por
el persistente jurisdiccionalismo de muchos Estados, difundido a menudo con
el nombre de “separación iglesia-estado”, por el final de hecho de la
cristiandad, por el duro ataque a los religiosos, por la proclamación de la
libertad de conciencia y de la igualdad de todos los cultos ante la ley, en
abierto contraste con las afirmaciones solemnes de muchos concordatos, que
reconocían al catolicismo como la única religión del estado, atribuyéndole
implícitamente privilegios especiales.
Si el concilio de Trento fue la respuesta de la iglesia al protestantismo,
el concilio Vaticano I fue la respuesta al racionalismo y al galicanismo.
Pero los acontecimientos políticos impidieron continuar los trabajos del
concilio y el Vaticano I se limitó a examinar las relaciones entre fe y
razón, y la naturaleza de la Iglesia, y sobre este tema surgió
inmediatamente la cuestión del primado del Papa. Fueron dos las
constituciones que dio al mundo este concilio: “Dei Filius” y “Pastor
aeternus”.
El significado teológico e histórico del Vaticano I estriba en que acrecentó
la autoridad del papado en la iglesia, lo cual le permitió afrontar
eficazmente situaciones particularmente difíciles en los años posteriores.
A lo largo de estos últimos siglos, no ha habido en la historia de la
iglesia ruptura sino continuidad en el progreso y en la siempre mayor
clarificación, en la siempre mayor acentuación de la naturaleza espiritual
de la Iglesia y de su misión.
León XIII: (1878-1903): Es un Papa que ha marcado un hito en
la historia de la iglesia. Le tocó vivir todos los estragos de la revolución
industrial, cuyo único fin era el lucro; cuya única ley era la oferta y la
demanda, y donde el hombre quedaba solo y desmantelado ante la fuerza de la
máquina y la potencia del capitalismo. Pero el Papa no se acobardó. Al
contrario, impulsó la reflexión sobre los principios éticos de la vida
económico-social, que hoy llamamos doctrinal social cristiana. Esta
doctrina, a pesar de que el mundo obrero era bastante hostil a la iglesia a
finales del siglo XIX, ha ayudado mucho a poner en claro la dignidad del
trabajador y sus derechos. Otros documentos importantes de este pontífice
fueron:
·Inescrutabili: sobre los atropellos civiles contra la iglesia
y matrimonio civil.
·Quod apostolici: contra los socialistas, comunistas,
nihilistas, liberales, indiferentes, sociedades secretas.
·Aeterni Patris: vuelta al tomismo, es decir, a santo Tomás de
Aquino.
·Diuturnum Illud: origen del poder civil.
·Humanum genus: contra los francmasones.
·Inmortale Dei: sobre la constitución cristiana de los
estados.
·Providentisimus Deus: estudios bíblicos. Abrió los archivos
vaticanos pronunciando una frase que se ha hecho célebre: “A la verdad no le
tememos”.
·Apostolicae curae: invalidez de las ordenaciones anglicanas.
·Y la más importante: “Rerum Novarum”, sobre los derechos de
los obreros, contra el liberalismo extremo, a favor de la justicia, de la
persona, del amor entre los hombres. Esta carta magna del mundo obrero era
resumen y síntesis de más de medio siglo de intensos y a veces silenciosos
trabajos de la iglesia.
Me detengo en la cuestión social, defendida por este Papa León XIII.
El Papa León XIII habló con precisión sobre el tema en la encíclica
“Rerum Novarum”, que rechazaba por principio la dialéctica de la
lucha de clases y pedía a patronos y obreros una armónica colaboración para
el desarrollo de la nueva sociedad. El Papa proclamaba el carácter social
tanto de la propiedad como del salario justo y exhortaba al estado a
abandonar la postura de mero espectador y a controlar las relaciones
económicas sin caer en el dirigismo socialista. La “Rerum Novarum” propone
la creación de asociaciones obreras o sindicatos de inspiración cristiana.
Por tanto, León XIII alentaba la presencia de los católicos en la vida
pública. El Papa, por otra parte, en la encíclica Immortale Dei
(1885) había declarado la disposición de la iglesia a mantener buenas
relaciones con cualquier régimen político que defendiera la libertad.
El magisterio desarrollado por León XIII a través de sus grandes encíclicas
había sido de extraordinaria importancia. Pero la presencia activa de los
católicos en la vida político-social tenía también sus riesgos y en el
interior de la iglesia se incubaba, además, una crisis doctrinal que no
tardaría en declararse abiertamente, como veremos en el siglo XX.
CONCLUSIÓN
Gran siglo en todos los sentidos. León XIII abrió los brazos a los nuevos
tiempos. En su gobierno ya funcionaba el canal de Suez, se hablaba por
teléfono, se oía el fonógrafo, se encendía la lámpara eléctrica, nacían la
cinematografía y la radiografía, funcionaban los motores, a explosión al
principio y luego con la variante del ingeniero Diesel. Pasteur había
triunfado en la microbiología. Marconi descubrió la telegrafía sin hilos y
la puso en marcha.
A los noventa y tres años de edad, fallecía León XIII, mientras la
iglesia decía: “¿Quién puede suplir a León XIII? ¿Qué depararía la
Providencia divina para el siglo XX? Lo veremos.