Autodominio Cristiano

Autor: Sophia Institute Press


Capítulo 5: Controla tus pensamientos


Una de las características más sorprendentes de todas las formas de vida orgánica es el poder de adaptación que muestra a circunstancias cambiantes. Y a pesar de todas estas adaptaciones, conserva su identidad.

El hombre posee esta característica en tal vez mayor grado que cualquier otra forma de vida. Ej. Pasar de vivir en trópico a un lugar o viceversa.

Con los cambios externos se dan cambios correspondientes en la persona, sin duda en el interior y el exterior, pero no afectan su identidad. A pesar de los cambios, el hombre es el mismo.

Este poder de adaptación es a la vez la esperanza y la desesperanza de aquellos que buscan hacer el bien al hombre.
Es la esperanza porque saben que, a pesar de lo profundo que se haya hundido un hombre, si lucha por salir, puede encontrar su hogar y su felicidad en cosas mejores. Es su desesperanza porque saben que, por lo alto que haya subido un hombre, es capaz, si cae, de sentirse en casa en su degradación y pecado.

El hombre tiene estas necesidades y otra vida además de su naturaleza física. Puede tener todo y ser miserable o bien, vivir en la pobreza, sufrimiento y soledad y ser feliz.

Nunca podemos juzgar a una persona únicamente por su entorno físico. Un cuerpo sano y la posesión de las cosas buenas de este mundo no son necesariamente indicadores de una vida feliz .

La vida del hombre es sobre todo una vida mental. Nunca pueda desembarazarse de los compañeros de su mente. No es una mera creatura de sus circunstancias externas. Hay cosas más íntimas y cercana que lo externo. Las cosas tocan la superficie de su ser; sus pensamientos entran al santuario de su alma.

Puedes conocer a un hombre por sus amigos, pero no hay amigos más íntimos que sus pensamientos. Si conocer a los compañeros de su mente, sabrás que clase de hombre es.

No son los sufrimientos o emociones de la vida que directamente afectan el carácter, sino los pensamientos que el hombre tiene de los mismos cuando suceden. Ninguna cosa externa puede en sí misma afectar la visa interior del alma. El hombre es material; el alma espiritual.


Escoge qué pensamientos escuchar

Las mismas cosas dañan a algunos y benefician a otros (Ej: sufrimiento, pobreza) El valor de estas cosas se deriva de los pensamientos que el alma invita cuando se topa con ellas.

El alma debe escoger a cuales pensamientos escuchará y cuales rechazará, y por esa elección levantarse o caer. Una persona elige pensamientos que lo curan, motivan y fortalecen; otros aquellos que le amargan y hacen que se revele. La moral recae no en la cosa sino en la persona.

El contraste ente la ocasión y la elección interna es frecuentemente sorprendente: aquellas cosas a las que tendemos a atribuir resultados benéficos producen muchas veces lo opuesto, y las cosas que consideramos males son a veces fuente de grandes bendiciones morales. A dos personas les afecta el mismo mal: destruye la fe de uno y es el comienzo del camino en la vida del otro y ocasión de volver la vista a Dios.

Nunca podemos predecir el efecto moral que una combinación de circunstancias y eventos producirá en alguien, ni siquiera en quienes creemos conocer mejor. De hecho, no podemos anticipar el efecto de las circunstancias en nosotros mismos.

Las cosas en si mismas so en si mismas amorales – ni buenas ni malas – y que el efecto moral ha de remitirse a los pensamientos que sugieren y son ocasión de nuestra elección.

El alma escoge, y lo que elige probablemente eligirá una y otra vez, hasta que ese pensamiento escogido gana el derecho de entrada, cierra la puerta a los demás, y se convierte en constante compañero del alma. Y en cada evento, grande o pequeño, entra y toma su lugar instruyendo al alumno sobre su significado, lo interpreta y explica o lo explica erróneamente y gradualmente se convierte en el señor de toda su vida, en el escultor del carácter.

Sin duda, estos secretos e invisibles compañeros del alma, intangible y volátiles, afectan nuestra visión del hombre y lo que nos rodea. Todos van a donde va el alma y son más cercanos de lo que cualquier cosa material jamás podrá ser. La mente es la que ve no el ojo.

Es entonces en los pensamientos que lo hombres eligen como su compañeros en su peregrinar por el mundo que podemos encontrar las claves a su interpretación de la vida. Diferentes hombres ven las cosas de diferente manera. Los mismos hombres con el paso de los años, modifican su propia visión de la vida.


Tus pensamientos colorean tu experiencia

A la luz de nuestros pensamientos vemos e interpretamos a las personas y cosas a nuestro alrededor. Un sentimiento de resentimiento a veces tiene el efecto de cambiar la expresión en la cara de otro; los tonos de voz; el significado de las palabras son distintas según el humor cambiante de quien las escucha.

Un hombre malo ve maldad por alguien, un hombre bueno ve al mundo radiante de bondad. La impresión es el resultado de lo que sus mentes buscaron.

Nuestros pensamientos afectan nuestro juicio del hombre y las cosas cuando afectan el juicio de nosotros mismos. Muchos podemos aparecer ante nosotros mismos como personas muy diferentes a las que somos en realidad. La compañía constante de un pensamiento que nos repliega sobre nosotros mismos ha afectado negativamente la utilidad y ha truncado el crecimiento de vidas llenas de promesa. Muchos hombres que siempre se veían bajo una luz de desprecio de sí y timidez han envuelto su talento en una servilleta sin hacer nada para el mundo o para sí, (Lc. 19, 12-26)


Tu mente es fácilmente moldeada

Podemos adaptarnos maravillosamente a nuestro entorno mental y espiritual. Hay un límite a nuestra tolerancia del calor o el frío, pero puede el hombre a la presencia constante de pensamientos que congelan toda esperanza y ambición y matan a cualquier deseo noble.

Judas en dos cortos años recorrió toda la escala de la experiencia espiritual. En pocos años , San Pablo con su desprecio por los gentiles rompió con la formación de su juventud y exclamó, “en Cristo no hay griego ni judío… bárbaro o escita, siervo o libre” (Col 3,11). En adelante, San Pablo se regocijó en ver al Dios de los judíos como Dios del mundo entero, y el Mesías, no como el salvador de un pequeño pueblo, sino como salvador de la raza humana.

Siempre hemos de recordar este casi ilimitado poder de la mente humana para adaptarse con relativa facilidad a la presencia de pensamientos que antes desconocía u odiaba. La constante presencia de un compañero incompatible con nosotros mismos, la hostilidad de alguien cuya voluntad hemos contrariado, el sentimiento de tener algo que no entristece – esas cosas son frecuentemente ocasión de pensamientos que con vertiginosa rapidez, toman posesión de la mente y dejan la huella de su presencia en el carácter.

La mente poco a poco se habitúa a pensamientos que le eran extraños hasta que le controlan. Tenemos el poder de rechazar la entrada a esos pensamientos. En esta cuestión somos libres de escoger a nuestros amigos, aún así no podemos confiarnos; muchos han caído después de que sus caracteres y hábitos habían sido formados. No somos responsables de la presencia de un pensamiento qu7e instantáneamente rechazamos. En la presión de la presencia de una multitud que entra y le, sin duda a veces un pensamientos disfrazado burla la conciencia y puede ser expulsado en el momento en que se reconozca.
Tu mente puede habilitarse a escoger ciertos pensamientos.

Con el paso del tiempo, el poder de elección va siendo menos libre. Con el paso de los años los hombres hacen pocos nuevos amigos pero cada vez se unen más a los que tienen.

Así ocurre con la mente: sus decisiones han sido tomadas hace mucho tiempo. Las demandas de los pensamientos que han sido sus compañeros durante años, ejercen presión y no cederán fácilmente a un despido. Un pensamiento que alguna vez pudo haber sido expulsado fácilmente y es desdén domina ahora el alma con presunción insolente y la negativa por encima de su asustado señor. La elasticidad y entusiasmo de la juventud han pasado; la mente no tiene ya la resistencia que antes tenía, ni el poder de echar lejos a sus viejos socios.

El carácter dependerá entonces de los pensamientos. Soy lo que pienso – más que ser lo que hago ya que es el pensamiento lo que interprete la acción. Un acto bueno en sí puede tenerse malo por el pensamiento que lo inspira: “…si no tengo caridad, nada tengo” (1 cor 13,3).

Una persona amable es una cuyos pensamientos son amables; una persona amargada lo es porque sus pensamientos son amargos. Una persona que combate el primer ataque de cada pensamiento es menos proclive a ceder al pecado a la hora de la tentación, pero uno que ha permitido a su mente habituarse a dichos pensamientos caerá a la hora del asalto cuando la ciudadela de su alma sea traicionada.

El estrepitoso colapso moral de laguen reconocido y altamente estimado es el último acto de un drama claro, oculto y silencioso. No se hizo malo por realizar un acto malo, cometió el acto porque ya era malo.

Detrás del velo del silencioso mundo del pensamiento es donde las batallas más grandes de la vida han de ser liberadas y ganadas o perdidas, sin ojo humano que puede testificar, ni voces que vitoreen o animen.

¡Qué contraste existe a veces entre la calma extrema y la tormenta interior!

No importa donde se encuentre una persona, sino lo que está pensando. El edificio integro de la vida espiritual puede estar derrumbándose hasta la ruina y el enemigo entrando como una fortísima inundación mientras la persona se encuentra recitando oraciones de rodillas.

Es pues, en el interior donde la gran batalla de la vida de ser peleada; es en el interior, con nuestros propios pensamientos que debemos batallas si deseamos ver al mundo de los hombres y las cosas como en realidad es.

Nuestro carácter, por tanto, dependerá en gran parte de la práctica de esta disciplina interna por la que podremos controlar nuestros pensamientos.
Hemos de luchar por ganar el control sobre nuestros pensamientos, vigilando las entradas de la mente, para que ninguno pueda ejercer una autoridad independiente.


Controlar tus pensamientos requiere prudencia

Esta tarea no es fácil. Existe la dificultad inherente de ejercer una constante vigilancia y el hecho de que cuando empezamos a tomar en serio el trabajo frente a nosotros, la mente ya ha tomado hábitos. Existe otra dificultad aún mayor u fraguada con in peligro mayor.

Existe el peligro que surge de la excesiva delicadeza y sensibilidad de la mente misma. Una introspección a desatiempo produce una condición enferma que no pocas veces tiene peores resultados que la falta de disciplina en sí. Ha sucedido que un esfuerzo decidido de obtener el control sobre una mente deshabilitada desde antaño a la disciplina, al ser ejercitada sin el prudente cuidado y discreción, no únicamente derrota su propio objetivo, sino que acarrea una parálisis mental que impide cualquier tipo de concentración al pensar o sobrecalienta la maquinaria ala punto de poner en peligro el equilibrio mental.

Por ello, el esfuerzo para los pensamientos ha de realizarse con gran cuidado. Los resultados deseados nunca podrán ser obtenidos por intentos agotadores de alejar pensamientos que de han vuelto habituales. Los esfuerzos violentos por desaparecerlos únicamente los fortalecen.

Ej: el esfuerzo por no ser soberbio no necesariamente nos acerca ni un paso a la humildad es algo mucho más positivo y vital que la ausencia de soberbia.


Expulsa los malos pensamientos con buenos

No permitimos que el mal venza tu mente “vence el mal con el bien (Rom 12, 21). Vacía la mente del mal llenándola de bien la naturaleza odia el vacío. Se ahuyente de oscuridad encendiendo una luz. Si se desea llenar un vaso con agua, no se saca primero el aire; se saca llenando el vaso con agua.

En la vida moral, al entrar el bien forzosamente sale el mal. Por ello, el esfuerzo del alma debe ser dirigido a llenar la mente de pensamientos sanos de forma que no quepan otros – tratando de pensar no tanto en lo que es malo o no e lo que es bueno.

La pereza mental, la carencia de interés intelectual deja la mente expuesta a ser presa de cualquier pensamientos que pueda entrar, o se repliega sobre sí. Si la mente se mantiene con un sano nivel de actividad y su interés cautivo, muchos percances son evitados.

Sin Él, nada podemos hacer. Sin embargo, el auxilio de la divina gracia nunca nos dispensa del ejercicio de la prudencia y el sentido común.

El que desee superar algún hábito de malos pensamientos ha de hacerlo de manera indirecta, tratando no tanto de consentir el enojo sino de llenar la mente con pensamientos amables y caritativos, enfrentando lo que nos cuesta regocijándose en la voluntad de Dios, el replegarse sobre sí en la presencia de Dios – poniendo el pensamiento lo más pronto posible en algo que aborda su pensamientos totalmente cuando sea conciente de la presencia o aproximación del mal.

Esto, y el constante esfuerzo por mantener el alma interesada y ocupada en cuestiones sanas de las que pueda disfrutar sin agotamiento o preocupación logrará mucho en el esfuerzo por librarle de los malos efectos de la faltad e disciplina. Es muy importante saben cómo relajarla sin ser laxo, y a partir de sus estudios y recreo, prepararle para la oración y para trabajos más demandantes. La mente que se alimenta sanamente huirá del veneno sin importar su primorosa presentación.

No hay que olvidar que la naturaleza opera mejor si no se le contempla a cada momento. Tiene sus propias reglas en las que no debemos interferir demasiado, Es una experiencia no desconocida que escrúpulos torturantes pueden llegar a tomar el lugar de la laxitud de conciencia y puede aparecer una introspección incesante que es el enemigo de toda frescura y naturalidad. Debemos entonces tener cuidado para que al combatir un mal no caigamos en otro peor. Hay que confiar en el poder de la mente para rectificar si se le alimenta y ejercita correctamente.

Si pusiéramos nuestros pensamientos bajo control y los disciplinásemos orientándoles al mejor objetivo, pronto encontraríamos que no tenemos que lidiar únicamente en nuestros pensamientos. Los pensamientos son el producto de la mente, así como los actos son productos del cuerpo. Del estado en que se encuentra la mente, se derivará el estado de los pensamientos. Cualquier defecto en la mente se manifiesta de inmediato en los pensamientos. Una mente vigorosa producirá pensamientos sanos, una mente enferma pensamientos no sanos. Muchas veces no puede hacerse lo que se quiere con la mente hasta que se supere o mejore la falta de salud o la falta de formación.


Armoniza tu conocimiento y amor

En el plan original de Dios, la mente del hombre era una unidad, con todos sus poderes operando para el bienestar de la persona y guiando y auxiliando a la voluntad en su elección de Dios.

Pero a parte del pecado original, por nuestra naturaleza caída, la razón y el corazón tienden a prepararse. El intelecto se separa de los afectos, la especulación de la práctica, la razón pura de la vida espiritual. La razón actúa solo como si fuera autosuficiente. En amor fuera de control y sin guía de la razón , actúa como un impulso ciego, como un arrebato pasional. Pierde brillo y su fuego queda como cenizas encendidas en los sentidos, consumiendo la naturaleza entera.

Necesitamos entonces, a partir de la disciplina constante, unir estos dos arroyos que se han salido de cauce y mezclar sus aguas. No hay que contentarse con saber la verdad; hay que llevar al corazón a amarle. No hay que contentarse con un amor a la belleza de la verdad que se a poco inteligente; conócela, estúdiala, piénsala,

“Amarás al Señor Tu Dios con todo tu corazón (…) y con toda tu mente (Mt 22, 37)

Es algo terrible permitir que el corazón viva su vida separado del intelecto y más aún viva de aquello que el intelecto condena. Tal divorcio entre las dos potencias, que deban cooperar y ampliarse naturalmente, lleva al fin a una doble vida de falsedad e insinceridad en la que cada una toma su camino, y el poco caritativo y frío intelecto y el corazón apasionado y poco razonable crea un desastre en la vida interior.

Si una de estas dos potencias se encuentra desarrollada en forma desproporcionada a la otra, la mente sufrirá en consecuencia, y fracasará en consecuencia, y fracasará en la obtención del pleno conocimiento de la unidad. El corazón es necesario para la adquisición del conocimiento. Hay secretos que no pueden ser revelados salvo sobre la premisa del amor.

El amor abre la vida a lo que la razón, sino su auxilio no podrá ver o entender. Nadie puede conocer a quien no ama. Si el intelecto está más desarrollado que el corazón el intelecto encontrará cerrados varios campos del conocimiento para los que el corazón tiene la llave. Uno que ha vivido la vida de los afectos descuidando el intelecto nunca disfrutará plenamente de los afectos. Existe el amor intelectual que surge de y se mezcla con el conocimiento; tal es el amor que Dios quiere que le tengamos cuando dice “amarás al Señor tu Dios con toda tu mente”
Cultivemos inteligencia y amor para llegar a la verdad.


Deja que la memoria y la imaginación te guíen

El alma se encuentra entre el pasado y el futuro. El pasado ya fue y el futuro no es y la luz del presente brilla momentáneamente sobre ella. Así, parecerá que el alma está rodeada de oscuridad.

Sin embargo, un hombre debe ver hacia atrás y hacia delante. No puede vivir en el presente que se escapa. Del pasado vienen experiencias, advertencias y lecciones han de guiarle, y si no puede ver un poco hacia el futuro, se detendá temblando en la luz del presente, lleno de miedo y timidez, sin poder seguir, debe ver hacia atrás y hacia delante para ver el mejor uso del momento presente. Las corrientes del pasado han de arrojarlo hacia delante; la anticipación del futuro ha de atraerle.

Dios le ha dado dos grandes facultades: memoria e imaginación. Sin la memoria, no acumulará experiencia ni adquirirá conocimiento. Con ella encendemos la lámpara de la mente hacia el pasado y se ahuyente la oscuridad y se pueda ver el pasado aunque en la tenue luz del recuerdo. Por la memoria podemos acumular la sabiduría y experiencia del pasado y llevar nuestras mentes con conocimientos incrementando sus tesoros cada día. Las voces del pasado nos traerán de la memoria palabras de advertencia, motivación e instrucción, urgiéndose a ir hacia delante, deteniéndonos y mostrándonos el camino.

En la imaginación podemos asomarnos hacia el futuro. Podemos ver el adjetivo al que tendremos, el descanso por el que luchamos. Lo que no vemos puede entonces parecer real, anticipan eventos y ver de golpe lo que tomará años realizar. Sin la imaginación nuestros pies se hacen de plomo, las manos caen pesadamente a los costados y la mente avanza a tientas en la oscuridad tropezando a cada paso.

Así, podemos ver al pasado y hacia delante y en la sabiduría del pasado y la anticipación del futuro, caminar con la cabeza en alto y la visión clara del camino por recorrer.


No abuses de la memoria y la imaginación

Estas dos facultades pueden ser, sin embargo, causa de estancamiento y fracaso. Hay que recordar siempre que son medios, no fines y que no puedan usarse indiscriminadamente.

Algunas no encuentran en la memoria estímulo a la acción. Viven en el pasado, no el presente ni el futuro. Viven en él no para aprender sino para acercarse con recuerdos que como narcóticos, los inutilizan para el trabajo de la vida.

¿Quién que haya pasado la mitad de su vida no conoce el peligro de convertir el recinto de la memoria en un lugar se sueños lúgubres, de recriminaciones vanas y nostalgias desgastantes donde el lo que pudo haber hecho y lo que se hizo surge del pasado con ojos acusadores enfermando al corazón con desesperación?

La imaginación puede también ser acusada y construirse en fuente de consentimiento fútil y un obstáculo a la vida. Es la más grande facultad – la creativa – por la que las cosas son vistas primero y después hechas realidad. Llena como un mago el aire con visiones y sonidos que mueven al hombre al pensamiento y sus manos a la acción.

Si extraemos algo del tesoro de la sabiduría de la memoria del pasado, la imaginación nos urge a ir siempre adelante.

Es en este gran poder que transforma la vida y crea nuevos mundos puede se, y lo es por muchos, prostituido para convertirse en fuente de esparcimiento ocioso y de indulgencia. Existen también quienes los emplean para evadirse de las realidades de la vida o pasa refugiarse de las exigencias de la vida en un mundo irreal y de sueños. El poder que ha actuado como uno de los grandes estímulos para el hombre es utilizado por personas así como una droga bajo cuyo influjo se contentan con soñar su propia existencia.

Es labor de la disciplina mental recuperar los poderes de la mente para el trabajo que les fue dado y restaurado a su unidad y equilibrio propios para el servicio de Dios.