YOBEL: LA PEREGRINACION DEL JUBILEO
a las 4 Basílicas Mayores y a las Catacumbas


 

 

PEREGRINO: ¿POR QUE?

La peregrinación
es un viaje por motivos religiosos.

Las peregrinaciones forman parte de la experiencia religiosa de todas las religiones. Se trata siempre de un ir hacia un lugar sagrado.
 

La peregrinación
es un signo que une

La peregrinación evoca

El santuario es un signo de la presencia de Dios en la historia.

ITINERARIO A ROMA
a través de las Basílicas Mayores y las Catacumbas


SAN JUAN EN LETRAN

Tiempo de espera y preparación


Nota histórico-arqueológica

La Basílica de San Juan en Letrán es la catedral de la Diócesis de Roma. Se la ha denominado madre y cabeza de todas las Iglesias de Roma y del mundo. Con su palacio contiguo fue la morada del Papa, Obispo de Roma, hasta el exilio (siglo XIV). La primera construcción, que se remonta al siglo IV y estaba dedicada a Cristo salvador, fue construida sobre un predio que Nerón confiscara a los habitantes de Letrán. La Basílica sufrió reiteradas y continuas remodelaciones. Se remonta al siglo XVIII su fachada, que amén de la estatua de Cristo, presenta en el centro también las de los santos Juan el Bautista y Juan el Evangelista.

El recuerdo

LA BASILICA DE SAN JUAN evoca

LA PUERTA SANTA DE ESTA BASILICA hace memoria del paso

 

 

SANTA MARIA MAYOR

Tiempo de escucha y acogida

Nota histórico-arqueológica

La construcción de la Basílica se remonta al siglo V, en seguida después de la proclamación en el Concilio de Efeso (431) de la Virgen como Madre de Dios. Según la leyenda, al Papa Liberio se le apareció la Virgen indicándole, con el milagro de una nevada el 5 de agosto del año 356, el lugar en el que debía erigirse la Iglesia. Por estos motivos la Basílica es llamada también Liberiana o Santa María ad Nives.

LA BASILICA DE SANTA MARIA MAYOR evoca:

El amor poseído engendra otro amor.

SU PUERTA SANTA hace memoria del paso

 

 

LA BASILICA DE SAN PEDRO

Tiempo de empeño y fidelidad

Nota histórico-arqueológica

La presencia de la tumba del Apóstol Pedro determinó muy probablemente la gran evolución de los lugares donde surgían los jardines de Domiciano y Agripina y el Circo Neroniano. Varias construcciones se han alternado en el mismo lugar: la actual configuración se remonta a los grandes trabajos llevados a cabo en los siglos XVI y XVII. Desde el siglo XIV es la sede del obispo de Roma, el papa.

LA BASILICA DE SAN PEDRO evoca:

LA PUERTA SANTA DE ESTA BASILICA hace memoria

 


 

LA BASILICA DE SAN PABLO

Tiempo de testimonio

Nota histórico-arqueológica

La Basílica originaria se levantaba a 2 km más allá de los Muros Aurelianos (fuera de los muros), sobre el lugar donde se pensaba que estaba el sepulcro del Apóstol Pablo. La primera gran construcción fue terminada a fines del siglo IV, pero un gran incendio la destruyó casi totalmente en julio de 1823. Fue reconstruida sobre la base de la documentación anterior.

 

 

 

La memoria

LA BASILICA DE SAN PABLO evoca

LA PUERTA SANTA DE ESTA BASILICA hace memoria

 

 

 


 

LAS CATACUMBAS CRISTIANAS

Memoria de fe y martirio

Nota histórico-arqueológica

La catacumbas cristianas de Roma surgieron a fines del siglo II como cementerios de la Iglesia. Se desarrollaron en el siglo IV después de las persecuciones y desde el siglo V al VIII se volvieron los santuarios de los mártires y fueron meta constante de peregrinaciones. Siguieron siglos de abandono. Su redescubrimiento sobre todo en el siglo XVIII las valorizó como lugares privilegiados de conversión y renovación de la vida cristiana.

La memoria de las catacumbas

La catacumbas son la memoria histórica de la vida de las primeras generaciones cristianas. Evocan el martirio de la Iglesia de los orígenes. Las inscripciones, los frescos, los símbolos son expresión y mensaje de fe.
Fueron por siglos meta ininterrumpida de peregrinaciones y hoy están incluidas entre las metas oficiales del Jubileo.

El valor de los mártires

La Iglesia del primer milenio nació de la sangre de los mártires: "Sanguis mártyrum, semen christianorum" (Tertuliano). Al término del segundo milenio, la Iglesia se ha vuelto nuevamente Iglesia de mártires. Es un testimonio que no debe olvidarse (Tertio Millennio Adveniente, n. 37).
"Un signo perenne, pero hoy particularmente elocuente, de la verdad del amor cristiano es la memoria de los mártires. El mártir, sobre todo en nuestros días, es signo del amor más grande que compendia todo otro valor" (Bula de indicción del Jubileo del Año 2000, n. 13).