QUÉ SIGNIFICA SER PADRE HOY
El 'buen padre', imagen
ampliamente difundida por las sociedades de consumo, es la de 'proveedor': aquél
que satisface todas las necesidades materiales del hogar. Para "que no les
falte nada a los hijos" trabaja jornadas dobles y aún los fines de semana.
El padre no logra satisfacer las necesidades presentes, cuando ya le han sido
creadas otras. Así se desgasta febrilmente, sin darse un respiro para disfrutar
lo importante: la experiencia única de ver crecer a los hijos.
Los padres que han logrado vencer
las tradiciones atávicas de ser meros proveedores, comparten el gozo en la
crianza de los hijos y hablan de "una nueva dimensión en la convivencia
familiar".
A pesar de los iracundos reproches de quienes
pretenden perpetuar el tabú inmemorial de que cuando el padre se involucra
emocionalmente con el hijo se torna 'suave como una segunda madre', y que si
participa en el cuidado y atención del hijo se convierte en simple 'mandilón',
cada día son más los padres presentes en el quirófano en el momento del
nacimiento de sus hijos, en los cursos prenatales y de posparto para capacitarse
en el cuidado del bebé.
Se necesitan dos para engendrar un hijo. También
se necesitan dos para su desarrollo. La intuición femenina permite a la madre
establecer una comunicación vital con el hijo desde el momento mismo de su
nacimiento. Interpreta las señales de temor en el infante y con mimos lo
tranquiliza y conduce suavemente.
La voz del padre es de importancia suma: da
seguridad, confianza en el porvenir, establece los límites de la conducta
infantil, y cierra el círculo del amor que debe rodear al niño. El padre
proporciona un elemento único y esencial en la crianza del hijo y su influencia
es poderosa en la salud emocional. La madre le dice: "con cuidado", y
el padre le dice "uno más", al estimular al pequeño a subir otro
peldaño para que llegue a la cima. Juntos, tomados de la mano, padre y madre guían
al retoño en el camino de la vida.
El padre de hoy se abre a las necesidades más
sutiles del hijo: las emocionales y las psíquicas. Trasciende la preocupación
de sí mismo y sus ocupaciones, y logra ver al hijo en sus propios términos.
Propicia el ambiente que le permita el desarrollo de su potencial en un marco de
libertad responsable, no de dominación.
No se detiene en la periferia, sino que conoce al hijo de cerca. Lo guía sin agresividad, con firmeza motivada y razonada, por el camino de los valores que desea heredarle. El padre de hoy se ha dado permiso para ver con ojos de amor al retoño de sus entrañas. Advierte en el hijo, más allá de las limitaciones presentes, el cúmulo de posibilidades que está por realizar. Y a su lado goza cada peldaño de su desarrollo.