ABORTO - TEXTOS

 

1. J. MARÍAS

La espinosa cuestión del aborto voluntario se puede plantear de maneras muy diversas. Entre los que consideran la inconveniencia o ilicitud del aborto, el planteamiento más frecuente es el religioso. Pero se suele responder que no se puede imponer a una sociedad entera una moral "particular". Hay otro planteamiento que pretende tener validez universal, y es el científico. Las razones biológicas, concretamente genéticas, se consideran demostrables, concluyentes para cualquiera.

Pero sus pruebas no son accesibles a la inmensa mayoría de los hombres y mujeres, que las admiten "por fe"; se entiende, por fe en la ciencia. Creo que hace falta un planteamiento elemental, accesible a cualquiera, independiente de conocimientos científicos o teológicos, que pocos poseen, de una cuestión tan importante, que afecta a millones de personas y a la posibilidad de vida de millones de niños que nacerán o dejarán de nacer.

Esta visión ha de fundarse en la distinción entre "cosa" y "persona", tal como aparece en el uso de la lengua. Todo el mundo distingue, sin la menor posibilidad de confusión, entre "qué" y "quién", "algo" y "alguien", "nada" y "nadie". Si se oye un gran ruido extraño, me alarmaré y preguntaré: "¿qué pasa?" o "¿qué es eso?". Pero si oigo unos nudillos que llaman a la puerta, nunca preguntaré "¿qué es?" sino "¿quién es?".

Se preguntará qué tiene esto que ver con el aborto. Lo que aquí me interesa es ver en qué consiste, cuál es su realidad. El nacimiento de un niño es una radical "innovación de realidad": la aparición de una realidad "nueva". Se dirá que se deriva o viene de sus padres. Sí, de sus padres, de sus abuelos y de todos sus antepasados; y también del oxígeno, el nitrógeno, el hidrógeno, el carbono, el calcio, el fósforo y todos los demás elementos que intervienen en la composición de su organismo. El cuerpo, lo psíquico, hasta el carácter, viene de ahí y no es rigurosamente nuevo.

Diremos que "lo que", el hijo es se deriva de todo eso que he enumerado, es "reductible" a ello. Es una "cosa", ciertamente animada y no inerte, en muchos sentidos "única", pero al fin una cosa. Su destrucción es irreparable, como cuando se rompe una pieza que es ejemplar único. Pero todavía no es esto lo importante. "Lo que" es el hijo puede reducirse a sus padres y al mundo; pero "el hijo", no es "lo que" es. Es "alguien". No un «qué» sino un "quién" a quien se dice "tú", que dirá en su momento «yo». Y es "irreductible a todo y a todos", desde los elementos químicos hasta sus padres, y a Dios mismo, si pensamos en él. Al decir "yo" se enfrenta con todo el universo. Es un "tercero" absolutamente nuevo, que se añade al padre y a la madre.

Cuando se dice que el feto es "parte" del cuerpo de la madre, se dice una insigne falsedad, porque no es parte: está "alojado" en ella, implantado en ella (en ella, y no meramente en su cuerpo). Una mujer dirá: "estoy embarazada", nunca "mi cuerpo está embarazado". Es un asunto personal por parte de la madre. Una mujer dice: "voy a tener un niño"; no dice "tengo un tumor".

El niño no nacido aún es una realidad «viniente», que llegará si no lo paramos, si no lo matamos en el camino. Y si se dice que el feto no es un quién porque no tiene una vida personal, habría que decir lo mismo del niño ya nacido durante muchos meses (y del hombre durante el sueño profundo, la anestesia, la arteriosclerosis avanzada, la extrema senilidad, el coma).

A veces se usa una expresión de refinada hipocresía para denominar el aborto provocado: se dice que es la "interrupción del embarazo". Los partidarios de la pena de muerte tienen resueltas sus dificultades. La horca o el garrote pueden llamarse "interrupción de la respiración", y con un par de minutos basta. Cuando se provoca el aborto o se ahorca, se mata a alguien. Y es una hipocresía más considerar que hay diferencia según en qué lugar del camino se encuentre el niño que viene, a que distancia de semanas o meses del nacimiento va a ser sorprendido por la muerte.

Con frecuencia se afirma la licitud del aborto cuando se juzga que probablemente el que va a nacer (el que iba a nacer) sería anormal, física o psíquicamente. Pero esto implica que el que es anormal "no debe vivir", ya que esa condición no es probable, sino segura. Y habría que extender la misma norma al que llega a ser anormal por accidente, enfermedad o vejez. Y si se tiene esa convicción, hay que mantenerla con todas su consecuencias; otra cosa es actuar como Hamlet en el drama de Shakespeare, que hiere a Polonio con su espada cuando está oculto detrás de la cortina. Hay quienes no se atreven a herir al niño más que cuando está oculto -se pensaría que protegido- en el seno materno.

Y es curioso cómo se prescinde enteramente del padre. Se atribuye la decisión exclusiva a la madre (más adecuado sería hablar de "la hembra embarazada", sin que el padre tenga nada que decir sobre si se debe matar o no a su hijo. Esto, por supuesto, no se dice, se pasa por alto. Se habla de la "mujer objeto" y ahora se piensa en el "niño tumor" que se puede extirpar como un crecimiento enojoso. Se trata de destruir el carácter personal de lo humano. Por ello se habla del derecho a disponer del propio cuerpo. Pero, aparte de que el niño no es parte del cuerpo de su madre, sino "alguien corporal implantado en la realidad corporal de su madre", ese supuesto derecho no existe.

A nadie se le permite la mutilación; los demás, y a última hora el poder público, lo impiden.

Y si me quiero tirar desde una ventana, acuden la policía y los bomberos y por la fuerza me lo impiden.

El núcleo de la cuestión es la negación del carácter personal del hombre. Por eso se olvida la paternidad y se reduce la maternidad a soportar un crecimiento intruso, que se puede eliminar. Se descarta todo uso del "quién", de los pronombres tú y yo. Tan pronto como aparecen, toda la construcción elevada para justificar el aborto se desploma como una monstruosidad.

¿No se tratará de esto precisamente? ¿No estará en curso un proceso de "despersonalización", es decir, de "deshominizacion" del hombre y de la mujer, las dos formas irreductibles, mutuamente necesarias, en que se realiza la vida humana? Si las relaciones de maternidad y paternidad quedan abolidas, si la relación entre los padres queda reducida a una mera función biológica sin perduración más allá del acto de generación, sin ninguna significación personal entre las tres personas implicadas, ¿qué queda de humano en todo ello? Y si esto se impone y generaliza, si a fines del siglo XX la Humanidad vive de acuerdo con esos principios, ¿no habrá comprometido, quién sabe hasta cuándo esa misma condición humana? Por esto me parece que la aceptación social del aborto es, sin excepción, lo más grave que ha acontecido en este siglo que se va acercando a su final.

(JULIÁN MARIAS ABC/DIARIO.10-SEPTIEMBRE-1992)
........................................................................

2.V/TEREC
La vida es una oportunidad, aprovéchala.
La vida es belleza. admírala.
La vida es un sueño, hazlo realidad.
La vida es un reto, afróntalo.
La vida es un deber, cúmplelo.
La vida es un juego, juégalo.
La vida es preciosa, cuídala.
La vida es riqueza, consérvala.
La vida es amor, gózalo.
La vida es un misterio, desvélalo.
La vida es tristeza, supérala.
La vida es un himno, cántalo.
La vida es un combate, acéptalo.
La vida es una tragedia, domínala.
La vida es una aventura, arrástrala.
La vida es felicidad, merécela.
La vida es la vida, defiéndela.
(·TEREC:Madre Teresa de Calcuta)


Diez mandamientos del Dios de la Vida

1º Recibirás la vida como DON y TAREA.
2º Creerás en la vida, a pesar de la muerte.
3º No maldecirás ni atentarás jamás contra la vida.
4º Defenderás la vida donde esté amenazada.
5º No matarás de ningún modo la vida.
6º Amarás y gozarás la vida con verdadera generosidad.
7º No te apropiarás de tu vida ni explotarás la vida ajena.
8º Compartirás la vida con tu pueblo, haciendo causa común con los más débiles.
9º Arriesgarás tu vida para la Vida.
10º Entregarás la vida para dar vida, como testigo del Dios de la Vida.

Estos diez mandamientos se encierran en dos:
-Amarás tu vida y la vida del pueblo como la vida de Dios.
-Y confesarás con esperanza que la gloria de Dios está en que el hombre viva; en que los hombres vivan y vivan en plenitud como hijos de Dios.
........................................................................

3. ABORTO/Beethoven

Beethoven se interrogaba sobre el misterio de su nacimiento. Su pregunta es famosa. "Dado el caso de una familia cuyo padre es sifilítico, el primer niño ciego, el segundo cojo, el tercero tuberculoso, el cuarto disminuido mental... ¿hay que suprimir al quinto que se anuncia? Sin duda alguna, responde el médico. Entonces, habríais suprimido a Ludwig van Beethoven".

....................................

4. ABORTO/ATROCIDAD

Carta del Arzobispo Una atrocidad normal

Hay algo peor que el pecado y es lo que llamó Pío XII la pérdida del sentido del pecado. Hay algo peor que el aborto y es, como lo ha hecho notar lúcidamente el maestro Julián Marías, la aceptación social del mismo como algo normal y corriente. Normal es lo que ordena, autoriza o permite la norma o adquiere, por su frecuencia, un estatuto consuetudinario. En esas estamos.

Pero, cómo considerar cosa normal el sacrificio en el mundo de unos cuarenta millones de vidas humanas por año, con el trágico agravante de que las víctimas son las criaturas más indefensos y más débiles, protegidas paradójicamente por la naturaleza en el nido entrañable del claustro materno? Cómo puede dejarnos tan campantes su trágica expulsión de este mundo, antes de que se asomen a él, privarlos de la luz antes de su alumbramiento?

Hasta hace muy poco tiempo y desde fecha inmemorial, los pueblos de la tierra, y muy marcadamente los que fueron accediendo progresivamente a la civilización, han considerado el aborto provocado como una acción inhumana, como un delito condenable, como un trauma violento. En las tres religiones del Libro, judíos, cristianos y musulmanes, como un pecado muy grave contra el mandamiento divino de "No matarás". Los códigos penales de la generalidad de los países han plasmado esos imperativos éticos en sanciones proporcionadas a la gravedad del delito, asumiendo siempre también los eximentes que acarrea a menudo el drama humano del aborto. Sorprende por ello que las campañas proabortivas y las leyes despenalizadoras hayan estallado con furor en la segunda mitad del siglo XX y hayan ido extendiéndose sobre el planeta como una mancha, no de balsámico aceite, sino -extremece decirlo- de sangre inocente de nuestros semejantes más tiernos y entrañables. Qué desdicha!

Me resisto, no obstante, a sumarme a los lapidantes de la adúltera o a pedirle al Señor, como los Zebedeos hijos del Trueno, fuego del cielo contra los que promueven, practican, legalizan esta acción, para nosotros escalofriante. Resuenan en mí con fuerza otras palabras del Maestro: "Perdónalos, porque no saben lo que hacen". No lo decía tan solo, pienso, por su corazón misericordioso, que lo era en grado infinito, ni por no juzgar conciencias, ya que leía en los corazones, sino porque, en efecto, no lo sabían, La víspera de su muerte , les había dicho a los apóstoles en la Cena de despedida: "Tiempos vendrán en los que el que os mate estará convencido de que con ello presta un servicio a Dios". Misterios de Dios, misterios del hombre.

No empaña lo antedicho ningún deje de paternalismo ni de desprecio sutil, ni de falta de respeto contra nadie. Al menos, así lo quisiera yo. No valen ya -si es que valieron alguna vez- las guerras religiosas para acabar con estos males. Yerran quienes ven, por ejemplo, en las intervenciones públicas de los obispos resabios fundamentalistas de imponer por la fuerza lo que no se alcance por las urnas o por mayorías parlamentarias. No estamos con esto defendidendo, entre comillas, los intereses de Dios, quien, por otra parte, ya sabe valerse por sí mismo. Apoyamos sí, sin reservas ni equívocos, la causa del hombre, su dignidad sagrada, su derecho a la vida, fuente y raiz de todos los derechos humanos. Otra cosa es que Dios, el primero, haya hecho suya la causa del hombre.

Existe, no obstante, ahora y aquí, a qué disimularlo?, una clara oposición de posturas, una confrontación de planteamientos, de actitudes y de actuaciones en torno del hecho abortivo. A su discernimiento ético, a su tratamiento legislativo, a su aceptación médica y ciudadana. El martes próximo se someterá al Parlamento la aprobación de un cuarto supuesto para la práctica legal del aborto. Hasta ahora están ya en vigor los tres ya conocidos: violación, malformaciones del feto, enfermedad física (o psíquica) de la madre. La elasticidad de este aditamento psíquico ha hecho, según leo, que el 98 % de los cerca de cincuenta mil abortos del último año se hayan legitimado así. Si no se llama a eso un coladero, ayúdenme a decirlo mejor.

Se apunta ahora a un cuarto supuesto, que deja la sentencia condenatoria del niño a la decisión de la madre por los motivos que ella juzgue; o permiten cualquier aborto durante los tres primeros meses de gestación; que cierran el paso, en todo caso, a la objeción de conciencia de los médicos. Se entra así, por la puerta grande, en el aborto libre, que debe rechazar, como muerte de un inocente, toda conciencia recta, sea creyente o no lo sea; que incurre en pecado muy grave contra el mandamiento de Dios, "no matarás"; que pone en tela de juicio la vigencia total de los derechos humanos y, por sentencia de jueces y dictamen de expertos, puede lesionar los constitucionales.

Nada de esto es baladí, y eso explica la claridad, la firmeza, la emoción, que inspira todas las líneas de la Declaración leída el pasado domingo por Monseños Yanes en la Plaza del Pilar de Zaragoza, suscrita por el Comité Ejecutivo y respaldada luego unánimemente por todos los miembros de la Conferencia episcopal. Quienes la lean con los sanos sentimientos de apuesta por la vida y humanismo solidario con los que está redactada, le otorgarán, espero, como ya está sucediendo, no ya el beneficio de la duda, sino el del respeto personal y democrático, y ojalá que también la adhesión.

Es aquí donde quiero retomar la actitud elevada de Jesús ante los acusadores de la adúltera, ante sus propios verdugos, ante quienes, en la historia secular de la Iglesia, se condujeron en contra de sus enseñanzas e incluso en hostilidad contra sus personas. No me cabe en la cabeza que personas a las que veo conducirse en otros campo con altura de miras y con honestidad de talante, ya sea como intelectuales, como políticos o como ciudadanos laicos, puedan justificar como un medio para otros fines, en principio altruistas, el trámite brutal de la muerte del feto.

Pero eso no aminora mi voluntad de analizar esos fines o razones. Se habla siempre de la madre: ella es dueña de su cuerpo y titular de cualquier decisión sobre el mismo. Su propio cuerpo, como el de cualquiera, lo ha recibido, no lo ha creado, no lo ha comprado ella. Tiene que alimentarlo, cuidarlo, defenderlo, honrarlo, no mancharlo con vicios ni bajezas, no mutilarlo. Pero es que el cuerpo, o mejor, la persona del fruto de sus entrañas, ya no es suyo. Sería un abuso de autoridad, que no se reconoce posteriormente a ningún padre. No dispone de él, y menos para eliminarlo. Incluso en el orden genealógico el hijo también tiene padre. Es que se trata, dicen algunos, de un agresor extraño o injusto. Barbaridades a pares. Sus progenitores, o por simple diversión erótica o por voluntad clara de engendrarlo, han sido los autores y responsables de esa vida. No arreglemos el asunto mintiendo a boca llena; existen otros caminos.

Se habla siempre, y con razón, de la madre gestante. Esta mujer se encuentra a menudo en situaciones dramáticas, en soledad terrible o en malas compañías. No seré yo quien le arroje la primera piedra. Nadie debe escatimarle ayudas en tan delicado trance. La primera es aclararle la verdad, en los términos que acabo de decir, porque la verdad, dicha con amor, siempre es sanante. Nada vale esgrimir argumentos de un feminismo libertario, que descalifica la maternidad o la presenta con tintes lúgubres. España está llena hoy -más por suerte que por desgracia a este respecto- de madres solteras, que han encontrado en el hijo aceptado la fuerza y la razón de su vida. Y si se trata de casados y madres, que miren a los ojos de sus otros niños.

Se dan, lo sé, casos tremendos, de necesidad, de opresión, de inmadurez, en los que no se vislumbra un futuro para el hijo en gestación a cargo de su madre biológica. Que nada ni nadie, ni la ley, ni la falsa compasión, ni la falta de escrúpulos, le facilite el trámite homicida del aborto. Piensen estos en una frase certera y cortante de mi maestro don Jesús Iribarren: "Los abortistas lo son, porque sus padres no lo fueron". Y también en el gesto valiente y magnífico de la Madre Teresa ante el Presidente Clinton, impulsor de leyes abortivas (cosa harto más grave que las que ahora le afligen): Señor Presidente, no deje matar a los niños, démelos a mí". Hay, me dicen, listas infinitas de familias dispuestas a adoptarlos tambien. Entonces... ANTONIO MONTERO _IGLESIA-EN-CAMINO Semanario "Iglesia en camino" Archidiócesis de Mérida-Badajoz Número 267.20 de septiembre de 1998

................................

5. ABORTO/PILDORA

El "aborto con píldora" es también un crimen

Declaración de la Comisión permanente de la Conferencia Episcopal

La Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ha hecho pública, en su última reunión celebrada la pasada semana en Madrid, una declaración titulada El aborto con píldora también es un crimen. El objetivo principal de esta declaración es reflexionar sobre la utilización de fármacos abortivos en España y señalar los nuevos problemas éticos que traen consigo. También está presente el intento de introducir en la legislación el cuarto supuesto de la despenalización del aborto.

La declaración recuerda, con palabras del Vaticano II, que la práctica del aborto es "un crimen abominable". En cambio "algunos han llagado hoy a pensar que abortar es un derecho". Los prelados entienden que es "muy preocupante esta confusión del bien y del mal". Por eso, "no quieren dejar de alzar su voz para desenmascarar el mal y para defender los verdaderos derechos del hombre, en particular el derecho a la vida".

La RU-460, píldora abortiva

En este sentido, los obispos denuncian la aprobación, por parte de la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados, de una Proposición no de Ley que insta al Gobierno a facilitar en determinadas condiciones la utilización del fármaco RU-486. "Resulta incomprensible, afirman, que una Comisión de Sanidad haga propuestas gravemente lesivas de la vida humana", ya que la finalidad de esta píldora "es eliminar vidas humanas inocentes en las primeras semanas de su existencia. Es un fármaco abortivo". Así, esperan que el Gobierno "no tome ninguna medida que contribuya todavía más al deterioro del aprecio y respeto a la vida humana que ya padece nuestra sociedad". Regular el uso de la RU-486 sería dar otro paso en la abdicación de la gravísima obligación que incumbe al Estado de proteger el derecho fundamental de la vida frente a quienes violan la ley natural y divina que prohíbe matar".

Recuerda la declaración que el recurso a un fármaco abortivo, "es tan inmoral como el recurso al aborto por medios quirúrgicos" pues el objetivo moral es, en ambos casos, "la eliminación de una vida humana inocente. El crimen no se perpetra con arma blanca, pero sí por medio de una química letal".

Problemas éticos

Los prelados señalan los nuevos problemas éticos que trae consigo la píldora RU-486, al permitir que el aborto sea ejecutado de un modo menos traumático y más discreto, lo que podría acentuar la falsa impresión de que es un "asunto privado" que concierne en exclusiva a la madre y, muy secundariamente, a las personas y facultativos que la asisten. Pero, afirman, "no se debe olvidar que también el padre, la sociedad entera y, sobre todo, el ser humano víctima del aborto, están implicados en éste. La píldora abortiva podrá camuflar el aborto, pero no despojarlo de su carácter de crimen ni de las graves implicaciones sociales y públicas que todo crimen comporta".

También recuerdan los obispos a los médicos y personal sanitario que "la objeción de conciencia seguiría siendo aquí tan necesaria como en el caso del aborto quirúrgico". Pues, aunque su intervención llegue incluso a reducirse a la firma de una receta, "seguirá tratándose de una cooperación directa a este crimen, que podría hacer incurrir a quien la prestara en pena de excomunión".

Respecto a las implicaciones legales señalan que "la regulación del uso de fármacos abortivos iría, sin duda, acompañada de un fraude de ley aún mayor del que ya se viene produciendo en la aplicación de la legislación sobre el aborto", ya que eliminaría muchos de los controles objetivos que la práctica quirúrgica del mismo lleva consigo y se tenderá a hacer caso omiso de todo supuesto legal.

Respeto a los hijos

En la última parte del texto, los obispos hacen un nuevo llamamiento a acoger y respetar a los hijos y a oponerse "sin vacilar a esta cultura mortífera". En este sentido recuerdan que la actual legislación sobre el aborto es injusta "porque deja sin la tutela necesaria la vida de los no nacidos. Si, como algunos grupos políticos pretenden, se llegara a incluir entre los supuestos de despenalización el llamado cuarto supuesto, el Estado renunciaría prácticamente por completo a su obligación de tutelar la vida de los niños no nacidos. La inmoralidad aún más radical de esta legislación sería evidente".

Aclaran los prelados que su rechazo público no va contra las mujeres tentadas a abortar ante las dificultades reales de su vida o movidas por un ambiente cada vez más insensible a lo que el aborto es en realidad. También muestran su comprensión con las que han incurrido en él. "Pero, continúan, tenemos que denunciar el crimen y, en particular, a quienes lo favorecen por medio de medidas legislativas o administrativas que dejan desprotegida la vida de los inocentes e inducen a los ciudadanos a pensar que el aborto no está tan mal o incluso que es un derecho. La injusta legislación actual debe ser modificada, pero no para hacerla aún más injusta, sino protectora de los derechos fundamentales que hoy se están violando impunemente".

Los prelados solicitan los apoyos necesarios para que las madres puedan acoger, criar y educar a sus hijos cuando tengan dificultades. También piden que se faciliten los procesos de adopción. (SIC)

Una de cada tres adolescentes aborta en España

Un reciente estudio realizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España ha revelado que la legalización del aborto en España ha contribuido a incrementar el número de estos crímenes y a colocar a nuestro país entre los que tienen menor tasa de nacimientos en el mundo.

El estudio, que recoge datos desde 1975, analiza no sólo la tasa de fecundidad, sino la de embarazos y abortos. Según la autora del estudio, Margarita Delgado, en los últimos 20 años el aborto ha aumentado progresivamente, hasta el punto que más de un tercio de todas las gestaciones de jóvenes españolas termina por estas prácticas. La investigadora reveló que desde 1987 fecha en la que se autorizó el aborto en determinados casos el número de abortos alcanzó al 7.6 % de los embarazos mientras que en 1995 esta tasa se incrementó en un 36%. Esta cifra aumenta sensiblemente en algunas comunidades autónomas como Asturias y Cataluña donde durante ese mismo periodo se produjeron más abortos que nacimientos.

Además, la investigación también observa una alta proporción de abortos entre las jóvenes que han dejado de ser adolescentes donde el porcentaje alcanza el 20%. La situación de la fecundidad en España en relación con los países también es preocupante siendo sólo superior a Holanda e Italia y por debajo de Canadá, Alemania, Suecia, Reino Unido y Estados Unidos. (ACI)

_________________________________________________

6. ONU/NATALIDAD

El cardenal Ratziger critica algunos "proyectos anti-humanos" de la ONU

El Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, criticó con dureza los proyectos contra el hombre promovidos por la Organización de Naciones Unidas (ONU), en la introducción de un libro del sacerdote belga Michel Schooyans presentado esta semana en esta ciudad.

El P. Schooyans, un sacerdote pro-vida considerado como uno de los más informados conocedores de los proyectos controlistas de los países ricos y la ONU, presentó recientemente el libro titulado "El Evangelio ante el desorden mundial", prologado por el Cardenal Ratzinger.

En la introducción, el Cardenal Prefecto señala abiertamente que las diversas iniciativas de la ONU responden al proyecto de "un nuevo orden mundial", un "mundo nuevo" y, en el fondo, "una nueva antropología".

Según el Cardenal Ratzinger, este proyecto mundial supera en perversidad al marxismo porque "el sueño marxista era utópico", mientras que "esta filosofía por el contrario es muy realista", ya que "recomienda sin siquiera intentar justificarse, no preocuparse por quien no tiene nada que producir ni puede esperar una calidad de vida". Más bien "recomienda encontrar vías para disminuir a los convidados en la mesa de la humanidad, para que no se toque el bienestar de quien ya lo ha alcanzado".

"Ahora esta filosofía se manifiesta en una dirección especial y fue consagrada en las conferencias de El Cairo y de Pekín", dijo el Cardenal, refiriéndose en particular a la imagen de la mujer impulsada en ambos eventos. Este nuevo proyecto de mujer, según el Purpurado, responde a "la filosofía del egoísmo" basada en "un miedo a la maternidad que se apodera de gran parte de nuestros contemporáneos". "En este miedo a la maternidad -añade- hay algo profundo: el otro se convierte en la competencia que quita una parte de mi vida, una amenaza para mi ser y para mi libre desarrollo. Hoy no hay una filosofía del amor sino una filosofía del egoísmo".

Según el Cardenal, la "lúgubre lógica" promovida por la ONU "rechaza como visión idealista la posibilidad de poder enriquecerme simplemente en la entrega, de reencontrarme a partir del otro y a través de mi ser para el otro". "Justamente aquí se engaña al hombre. Se le desaconseja amar. En definitiva, se le desaconseja ser hombre", señala el Cardenal Ratzinger.

Para el Purpurado, la respuesta frente a esta filosofía del egoísmo es la propuesta católica de la Civilización del Amor: "En esta nueva perspectiva, el hombre y la mujer no albergan espacio para "el miedo y los celos del otro". Por el contrario, el otro, el prójimo, lo encontramos especialmente en "aquel que sufre, el que tiene hambre, y también aquel cuya llegada al mundo no debe dar miedo". (ACI) _________________________________________________

10. Testimonio de un "aborto fracasado"

Cuando se habla del aborto, siempre se procura hacer desde la abstracción pero se evita ver que es lo que se quiere eliminar. Quizá este testimonio ejemplifica que es lo que se mata en un aborto.

Mi nombre es Gianna Jensen. Tengo 19 años de edad. Soy originaria de California pero ahora resido en la ciudad de Franklin, en Tenesee. Soy adoptada y sufro de Palasia Cerebral. Mi madre biológica tenia 17 años y 7 meses y medio de embarazo cuando decidió abortarme por el proceso de inyección de agua con sal. Yo soy la persona que ella abortó. Viví en vez de morir.

Afortunadamente para mi, el abortista no estaba en la clínica al yo nacer a las 6:00 AM del 6 de Abril de 1977. Me apresuré; no esperaban mi aborto hasta las 9 AM, cuando el abortista llegaba a su oficina. Estoy segura de que de si el hubiera estado allí, yo no estaría aquí hoy, ya que su trabajo es terminar la vida, no sostenerla. Hay quién dice que soy un "aborto fracasado", el resultado de un trabajo mal hecho.

Hubo varios testigos de mi entrada a este mundo. Mi madre biológica y otras muchachas jóvenes que también esperaban en la clínica su turno para abortar fueron las primeras en saludarme. Me dicen que este fue un momento lleno de histeria. Luego hubo una enfermera que aparentemente llamó al servicio médico de emergencia. Estos me llevaron al hospital; donde permanecí casi tres meses.

No había mucha esperanza para mi al principio: pesaba solamente 3 libras (1.5 KG) . Hoy día niños aún mas pequeños han sobrevivido. Un doctor dijo que yo tenía un gran deseo de vivir y que luchaba por mi vida.

Eventualmente pude salir del hospital y fui colocada bajo el cuidado de familias adoptivas. Me diagnosticaron la palasia cerebral como resultado del aborto. Le dijeron a mi madre adoptiva que era muy dudable que yo alguna vez siquiera pudiera gatear o caminar. No me podía sentar por mi misma. A través de la oración y dedicación de mi madre adoptiva, y mas tarde de mucha otra gente, eventualmente aprendí a sentarme, a gatear y a pararme. Con la ayuda de soportes en las piernas logré caminar un poco antes de cumplir los 4 años.

Diana De Paul, la hija de mi madre adoptiva, me adoptó legalmente unos mese mas tarde; el departamento de servicios sociales no lo permitió antes. He continuado con terapia, y después de 4 cirugías ahora puedo caminar sin ayuda.

No es siempre fácil; a veces me caigo, pero he aprendido a hacerlo con gracia después de 19 años.

Estoy contenta de estar viva. Casi morí. Cada día le doy gracias a Dios por la vida. No me considero un producto secundario de la fecundación. un montón de células, o ninguno de los títulos dados a los niños antes de nacer. No creo que ninguna persona concebida es ninguna de esas cosas.

He conocido a otros sobrevivientes de aborto y todos están agradecidos por la vida. Hace solo unos meses conocí a otra sobreviviente de un aborto por inyección salina. Su nombre es Sara y tiene dos años. Ella también sufre de palsia cerebral, pero su diagnóstico no es bueno. El abortista, además de inyectar a la madre, también inyecta al bebé. Sara recibió la inyección en la cabeza; yo vi el lugar donde la inyectaron. Al hablar lo hago no solo por mi, sino también por otros que, como Sara, aún no pueden hacerlo y por los sobrevivientes.

Hoy día un niño es un niño solo cuando es conveniente. Es otra cosa cuando el momento no es el adecuado. Un niño sigue siendo un niño si la madre sufre un accidente a los dos, tres o cuatro meses. Cuando es abortado, es llamado un montón de células. ¿Qué es eso? Yo no veo diferencia alguna. ¿Que ven ustedes?

Muchos cierran sus ojos.... Lo mejor que tengo para enseñarles a defender la vida es mi propia vida. Ha sigo un gran regalo. La matanza no es la solución a ninguna duda o situación. ¡Muéstrenme como puede serlo!

Hay una frase grabada en el techo de uno de nuestros edificios que dice: "Lo que es malo en lo moral, lo es también el lo político". Estamos derramando la sangre del inocente. América está destruyendo su futuro. Toda vida es valiosa.

Debemos recibir con gozo y cuidar los regalos que recibimos. Debemos honrar el derecho a la vida.