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LEYENDO LA BIBLIA

BAJO UN CIELO SIN ESTRELLAS1

 

Elsa Tamez

I Inmensidad y ausencia

Canek, el sabio maya, habló a Guy, el niño frágil y noble de la hacienda:

-- Mira el cielo; cuenta las estrellas.

-- No se pueden contar.

Canek volvió a decir:

-- Mira la tierra; cuenta los granos de arena.

-- No se pueden contar.

Canek dijo entonces:

-- Aunque no se conozca, existe el número de las estrellas y el número de los granos de arena. Pero lo que existe y no se puede contar y se siente aquí dentro exige una palabra para decirlo. Esta palabra, en este caso, sería inmensidad. Es como una palabra húmeda de misterio. Con ella no se necesita contar ni las estrellas ni los granos de arena. Hemos cambiado el conocimiento por la emoción: que es también una manera de penetrar en la verdad de las cosas.”

Esta es una cita de la novela de Ermilio Abreu Gómez, Canek. Historia y leyenda de un héroe maya.2

La sabiduría de Canek nos introduce a una nueva manera de ver las cosas, diferente a la acostumbrada.

Hay cosas que existen, tenemos certeza de ellas porque las vemos, como a las estrellas, o las tocamos, como a los granos de la arena, sin embargo no podemos contarlas. Y no dejan de existir por no aplicárseles las matemáticas. Están allí y su presencia exige una palabra para expresar, en este caso, su número. Se trata de palabras que incluyen razón y sentimiento. “Inmensidad” es una de ellas. Cuando yo pronuncio inmensidad, siento algo en el pecho, una emoción. Canek dice que son “palabras húmedas de misterio”. Son húmedas de misterio porque no solo existen y no se pueden contar, sino que se sienten “aquí adentro”. Ver un cielo desbordado de estrellas causa una profunda emoción que se siente en el pecho. Hay una relación de complicidad inexplicable entre la palabra “inmensidad” y el acto de contemplar un cielo negro estrellado. Es el cuerpo y no la cabeza quien se entera de la complicidad porque se estremece. Hay tiempos y espacios en donde no hay cabida para la aritmética, pues la cabeza se une al corazón y sabotea a la razón. Canek y Guy son de ese tipo de personas que ven más allá de las cosas, y penetran en su verdad por diferentes caminos.

Yo creo que estas “palabras húmedas de misterio” son de distinto tipo. A veces los sentimientos se colocan por encima de las palabras . “Inmensidad”, por ejemplo, es una palabra que evoca sentimientos de satisfacción y felicidad al contemplar un cielo estrellado. Ahora bien, si en el cielo no hay estrellas, la palabra “inmensidad” no nos sirve, aunque sepamos que las estrellas existen y son incontables. Esto es porque se tiene otro sentimiento, un sentimiento que hace a un lado el razonamiento de lo contable o incontable. Cuando sabemos que las cosas existen pero no están, sea que puedan contarse o no, y sentimos la carencia “aquí dentro”, la palabra “ausencia” sería esa “palabra húmeda de misterio” que expresa mejor esa realidad de las cosas. “Ausencia”, contrario a llenura o satisfacción, genera dolor.

Hoy en América Latina estamos viviendo bajo un cielo sin estrellas. “Ausencia”, - con su cortejo de sinónimos: falta, privación, omisión, alejamiento, separación, partida, abandono, retirada, huida- , me parece, es la palabra que define esa realidad. Me refiero a nivel macro, pues a nivel de lo cotidiano, o de grupos de excluidos como indígenas, negros y mujeres, se pueden distinguir luceros en la noche. Pero el cielo que cubre el continente y el Caribe llora ausencia. Ausencia de pan, de amor, de justicia, de solidaridad, de movimiento, de paz, de utopías, de Dios. La globalización económica, con sus políticas de mercado libre no solo está profundizando las divisiones sociales contra las cuales luchamos las décadas pasadas, sino, me parece, nos está robando los sentimientos que nos recuerdan nuestra humanidad: conmovernos frente al dolor de nuestro prójimo y nuestro hábitat. El nacimiento y profundización de la Ausencia viene de ese marco mundializado que insiste en desautorizar propuestas divergentes.

En décadas pasadas había ausencia también: de pan, de trabajo, de paz, pero el cielo estaba completamente iluminado. No había ni se sentía la Ausencia con mayúscula. Ausencia de utopías o de Dios. El sentimiento de Inmensidad” se vivía en nuestros corazones, y daba fuerza para la lucha contra las injusticias. Hoy se vive Ausencia pero con mayúscula. La oscuridad del cielo sin estrellas nos dispersa y nos obliga al repliegue individual. Como si estuviéramos bajo el mandato de un toque de queda, nos quedamos metidos en la casa. Estamos en crisis de paradigmas, se nos dice, y el paradigma del capitalismo se fortalece cada vez más. Hablar de revolución, organización y concientización es anacronismo, se nos dice, y los muertos en Colombia por la guerra, y en los demás países por la pobreza, sigue aumentando. Hablar de sujeto histórico es obsoleto, y los indígenas y los negros y las mujeres organizadas, que ahora se postulan como sujetos se sienten traicionadas. Hay que ser realistas, no hay alternativas sino dentro de la política neoliberal actual, se nos dice; y los horizontes se van cerrando bajo un cielo sin estrellas, y los niños de la calle siguen aumentado y los desempleados siguen creciendo, y el número de mujeres golpeadas y asesinadas sigue subiendo y las enfermedades erradicadas desde hace años, y nuevas enfermedades extrañas, siguen apareciendo. Estamos en un proceso de involución donde la razón pierde terreno frente a la irracionalidad. Los discursos de políticos y filósofos van por un lado y las realidades por otro. Y la gente en tumultos, apiñada, corre en busca de la mejor oferta religiosa que por lo menos le llegue al alma y le ayude a soportar la miseria.

Definitivamente los 90s. son una época muy diferente a los 80s. A pesar de la realidad que sobrepasa la miseria de las décadas pasadas, la fuerza del espíritu de lucha, la certeza de la posibilidad de un cambio de sociedad, se han ausentado. Por eso las miradas de muchos se vuelcan a la lucha de las mujeres, de los indígenas y los negros, quienes, paradójicamente, gracias al silencio de sindicatos y organizaciones políticas de izquierda, se han tomado la voz, su voz, y con tonalidades y matices nuevos ayudan a recomponer el pensamiento profético latinoamericano.

Este es el contexto donde interpretamos la Biblia en América Latina. La sola ciencia bíblica no es suficiente para dar razón de la inmensidad o de la ausencia que experimentamos. En nuestra hermenéutica hay Pasión y Compasión; dos dimensiones humanas marginadas por la academia, pero que también son maneras de penetrar en la verdad de las cosas. Son de esas palabras “húmedas de misterio” que por arte de magia calientan los corazones -y la cabeza-, y dan ánimo en la lucha por la vida digna para todos y todas.

II Lámpara es a mis pies tu Palabra, y una lumbrera en mi camino (Salmo 119.105)

Creo que una de las tareas más importantes y difíciles de los cristianos y de aquellos que quieran tener una palabra relevante para nuestra realidad, es seguir buscando estrellas en los cuatro puntos cardinales. Buscarlas en la casa, en la calle, en instituciones y organizaciones; en uno mismo y en el otro; tienen que haber. Buscarlas hasta en lo imposible: en la profundidad del cielo negro o en lo recóndito del océano, o tal vez escarbando hondo en la tierra aparezcan los luceros Necesitamos más luz y mucha sabiduría para contrarrestar la Ausencia Grande.

Pero para buscar luces en la noche oscura necesitamos de una linterna que ilumine los pies y los caminos. Para los cristianos, una de esas lámparas es la Biblia.

¿Qué es la Biblia? Para muchos de nosotros en América Latina la Biblia es un libro misterioso. Bueno y cruel a la vez. Puede promover la paz tanto como la violencia. En ella encontramos inmensidad y ausencia, como en nuestras realidades. Y no puede ser de otro modo. Pues la Biblia narra diversos mundos con sus tiempos, realidades como las nuestras, aunque complejas a nuestro entender y antiguas. En esos mundos bíblicos encontramos bellas utopías, así como textos de horror y nos topamos con un Dios misericordioso y justo, y aveces no tanto. Y eso es lo fascinante de la Biblia. Que la vida nuestra, igual de compleja y ambigua, se vea reflejada en ese libro.

La variedad de mundos que proponen los diversos textos, y su polisemia -por supuesto-, invitan a múltiples entradas para buscar aquella lámpara que nos iluminará algo de la caminada que nos toca emprender hoy. Porque no toda la Biblia es lámpara ni toda la Biblia es oscuridad.. Ni las lámparas se mantienen siempre como lámparas y la oscuridad como oscuridad. A veces, para determinados contextos un texto-lámpara deja de serlo, y un texto-oscuridad se convierte en luz.. Todo depende del contexto desde donde se lee. Intencionalmente se entra al texto en busca de las luces que sirvan de criterio para iluminar nuestro pensamiento, actitud y práctica. Es por eso que la hermenéutica bíblica latinoamericana, en última instancia, no es otra cosa que el rastreo intencional de esperanza en los textos, para los pobres y excluidos: una palabra de aliento, de dignidad, de solidaridad, de coraje.

En la Biblia hay textos que siempre permanecen como lámparas, como por ejemplo Dios es amor, Dios defiende al pobre, y hay textos, los de horror, que difícilmente podrán alumbrar algo. ¿Qué hacemos con estos?, es la pregunta que a menudo surge por parte de cristianos que reconocemos a la Biblia como canon de palabra escrita. A veces no se hace nada. Se dejan allí como testimonio de la negatividad. Porque no puede ser “voluntad de Dios” que se maten a mujeres y se desate la violencia entre las tribus, como en Jueces (19-21) , ni pueden ser voluntad de Dios los genocidios, debido a la resistencia del otro a someterse al Dios abanderado por los conquistadores.

Otras veces –con más frecuencia hoy día- trabajamos esos textos con todos los métodos posibles a mano que ayuden a explicarlos; y si es imposible encontrar luz para las prácticas de hoy, los dejamos en segundo plano.

Selectividad intencional es una de las características de la hermenéutica bíblica contextual, justamente porque se parte del contexto, y el contexto orienta al exégeta o lector común a escoger aquellos textos que sean lámpara a los pies y una lumbrera en el camino. ¿Manipulación? ¿Acientificidad? No. Desesperación seria por aferrarnos a un lucero para una situación particular.

III La vida: un manto de estrellas

Aunque las estrellas están a miles de años luz -según los especialistas-, y las nubes se tragan su fulgor, las sentimos “aquí dentro”. Porque si nuestra gente y comunidades diversas han resistido por tantos años la miseria, el dolor y la represión es por la luz que llevamos dentro. A veces vigorosa, a veces escuálida, pero inextinguible. No por algún don particular de los habitantes de América Latina, sino porque es una cualidad inherente del ser humano: vivir feliz, luchar por la vida y defenderla.

Por muchos años y a través de ellos, a punta de espadas primero y balas después; y de discursos religiosos y políticos enajenantes, se ha querido imponer la resignación, pero ha sido imposible. La luz de la vida, asumida como don de Dios y derecho humano no ha permitido tal esfuerzo. Hoy se quiere imponer la resignación por decreto de las leyes del mercado. Pero será imposible. Podremos vivir bajo un cielo sin estrellas, pero no sin nuestras estrellas que brillan en el diario trajinar. Porque cuando las estrellas se apagan dentro de nosotros, se acaba la vida. Nuestras estrellas son como el Espíritu Santo, dan testimonio de que el cielo estrellado, que evoca inmensidad, existe, a pesar de que las nubes se empecinan en proyectar la Ausencia. Nelson Mandela, en su discurso de instalación como presidente de Africa del Sur, dijo: “Nacimos para manifestar la gloria de Dios que está n nosotros. No está solamente en algunos electos: está en cada uno de nosotros y, a medida que permitimos que brille nuestra propia luz, sin saberlo, permitimos que los otros hagan lo mismo”. (1994)

Cual es la ausencia en concreto, dirían algunos. Y aquí podría enumerar las estadísticas del informe de las Naciones Unidas sobre la situación económica de los países pobres, menos pobres y ricos. De cúantos niños mueren de hambre o adultos no llegan a los cuarenta años, como es el promedio en Haiti, y de cuanto ascienden las muertes en Colombia. Pero los datos, generalmente oficiales, muestran poco, apenas algo de esa realidad y sentimiento de Ausencia. En realidad la situación de miseria y muerte no se puede contar, como no se pueden contar las estrellas del cielo ni los granos de la tierra. El porcentaje de desempleados, o de muertes por la guerra, no muestra más que un número, detrás de cada número hay una tragedia conocida solamente por el desempleado o muerto, su familia y los vecinos.

Tampoco podríamos enumerar en estadísticas las reacciones a la Ausencia por parte de diferentes movimientos. Aunque en esta década mayor es la oscuridad, vemos luz cuando escuchamos las protestas en Perú, cuando los indígenas, las mujeres, los negros, se reúnen, denuncian y contribuyen a aclarar los horizontes haciendo nuevas propuestas de luz.

En la hermenéutica bíblica latinoamericana, la vida concreta, corporal y sensual, vivida en los diferentes contextos particulares, es el punto de partida para el análisis bíblico. Y aquí descubrimos también luces, lámparas que nos llevan a la Biblia e iluminan textos que a la vez se convierten en lámparas. Ocurre una iluminación mutua. La vida-luz alumbra y enciende la luz del texto, y este a su vez ilumina la vida, mostrándole sentidos útiles, ya sea para resistir, entender o transformar las realidades dolorosas.

IV Desde la exclusión

La parcialidad consciente es característica de la hermenéutica latinoamericana. Cuando se buscan luces para iluminar un presente miserable, la objetividad es imposible. Porque en las fronteras de la historia humana, imperfecta y conflictiva, siempre hay quienes resultan víctimas de un sistema que tiende a ordenar los hechos de acuerdo a quienes tienen el poder. Se trata de una cuestión propia de todo sistema. América Latina es un continente pobre que gira alrededor de la civilización occidental y por lo tanto las relaciones de poder globalizadas aparecen en este continente. Las rancheras mexicanas, las cumbias colombianas, la samba brasileña y las flautas de los Andes lo distinguirá de los demás continentes, pero su logos, que es “prestado” y las relaciones de poder serán los mismas. Los beneficiados del sistema son los ricos, los blancos y los varones, con sus respectivos bemoles, y los más perjudicados son especialmente los pobres, los de piel negra y oscura, indígenas y negros, y las mujeres. Y otra serie de excluidos que no encajan con los patrones de la sociedad capitalista y patriarcal, como los homosexuales, las personas con limitaciones físicas o ancianas y los niños y niñas.

Definitivamente, la parcialidad por los excluidos en la hermenéutica de América latina es inevitable si se quiere ser justo y creíble. La academia tendrá que ponerse al servicio de la vida de todos y todas, y no hay otra manera que desde el locus de los excluidos, “racializados” –de raza-, y generizados, -de género. De allí que el horizonte de la interpretación bíblica explícita o implícitamente, sea el de una sociedad donde quepan todas y todos. Esta sería una gran luz en el horizonte, un principio organizador de esperanza.3

V Nuevas luces en la noche oscura

Hemos hablado de Ausencia, con mayúscula, como aquella palabra “húmeda de misterio” que refleja la no-presencia de nuestros anhelos a nivel macro. Las estadísticas aterradoras de violencia y muerte, desnutrición y analfabetismo, miseria y desempleo alumbran la Ausencia, ocultada a veces por la fascinación del crecimiento económico y los avances tecnológicos en las comunicaciones. Sin embargo, encontramos aquí y allá, aún bajo el gran cielo sin lumbreras, “constelaciones” de estrellas con rostros de mujer, de indígenas o de negros. Y estas constelaciones están irradiando a la Biblia y a la vida con nuevas luces. Luces de distintos colores y formas desconocidas hasta ahora. Aquí se entrelazan raza, género y clase. Cuando los sujetos son mujeres, indígenas o negros, la Biblia, libro leído con los mismos ojos por tantos años, esta sufre un sacudón. Al aplicársele otras hermenéuticas, salen a la luz cosas insospechadas, buenas y desafiantes. Y es que estas nuevas luces están encendiendo luces de la Biblia que antes estaban ocultas.

La hermenéutica feminista se consolida cada vez más. Se trata de una hermenéutica feminista que enfrenta la Biblia como texto patriarcal y desautoriza las interpretaciones que perjudican a las mujeres. Entre sus tareas explora nuevos métodos para iluminar los silencios obligados a que fueron sometidas las mujeres del tiempo bíblico por sus autores, productores de un texto androcéntrico. Esta hermenéutica feminista latinoamericana se alía a otras exégetas feministas de otros continentes, comparte sus métodos, pero sin dejar del lado la situación de la gran Ausencia, que interpela y juzga por la vida de todos y todas.

La hermenéutica indígena, que agarró fuerza después de la memoria de los 500 años, (atropellada ahora por documentos oficiales del control eclesiástico4) se muestra como una constelación que comparte luces con otras constelaciones no-cristianas. La interpretación de la biblia desde este ángulo cultural, está generando la producción de nuevos sentidos, lo cual ha ayudado a iluminar la lectura popular de la Biblia.

Su novedad sincrética provoca, por supuesto, la reacción de quienes han sido formados en la ortodoxia cristiana. Pero los retos que plantea y las preguntas que genera ayudarán a enriquecer las propuestas del cristianismo mismo. Ojalá que no se cierren los oídos a este nuevo grito de una cultura que exige su lugar, con su espiritualidad ancestral, en un continente que la margina.

La hermenéutica negra, es la luz desafiante que interpela a todas las hermenéuticas y las alerta contra el racismo presente en todos los grupos de la sociedad. Su luz ilumina el racismo oculto que muchas veces de manera inconciente aparece camuflado o se pasa por alto. De esta hermenéutica aprendemos a rescatar la memoria subversiva de los negros de un pasado esclavista, y su resistencia a pesar de los sufrimientos y humillaciones de las que fueron víctimas. Aun más, la hermenéutica negra logró reapropiarse del mensaje liberador de las Escrituras judeo-cristianas, siendo estas utilizadas con frecuencia para legitimar su esclavitud.

Estas nuevas constelaciones, son nuevas luces que alumbran la vida cotidiana y social, bajo un cielo sin estrellas. Ellas nos recuerdan que las estrellas están allí, en la profundidad del universo pero no las vemos, por ahora…

VI Niveles en la búsqueda de estrellas

Cuando en América Latina. hablamos de hermenéutica bíblica, tenemos que distinguir los niveles. Pues la Biblia es uno de los libros más estudiados en los últimos 20 años en las iglesias católica y protestantes. Los niveles son importantes porque en la investigación bíblica se presta oídos a la producción de sentido que hacen las comunidades populares. Y aunque sus aportes son a nivel de intuición, los biblistas tenemos que aceptar que de allí viene la creatividad que nosotros acogemos y llevamos al estudio riguroso del texto bíblico.

Distinguimos tres niveles. El nivel académico, el nivel medio y el nivel de base. El nivel científico o académico es de los profesionales biblistas, en este nivel se utilizan los métodos exegéticos, el estudio del contexto a nivel cultural, social, político y económico de la época en que se dio la producción del texto. En este nivel la producción generalmente es escrita.

El nivel medio es el de los agentes de pastoral que se preparan en talleres de formación bíblica, con cierto rigor académico, y que tienen la finalidad de difundir el estudio de la Biblia a una escala bastante amplia en los sectores de base, su producción puede ser también escrita, en un estilo más sencillo, puede ser discursiva, poética, muy creativa.

El nivel de base corresponde a las mismas comunidades que por sí solas, y con la guía de un asesor biblista o agente de pastoral, redescubre los sentidos. Tal vez aquí, no se puede hablar de investigación bíblica en sentido estricto, sin embargo, hay producción de sentido a nivel de intuición. La producción en estos niveles generalmente es oral, narrativa, poética o cantada.

La interrelación de los niveles es constante, pues la mayoría de los biblistas profesionales que conozco, tienen trabajo de base, y la mayoría tiene la habilidad de moverse en los distintos niveles, sea a nivel oral o escrito. La creatividad poética puede aparecer en todos los niveles, no solo en el popular. La producción de estos niveles puede verse en la base de datos bibliográficos que se produce aquí en Brasil.5 En ocasiones hay tensiones entre los niveles, unos son criticados de academicistas y otros de basistas, sin embargo hay un consenso de la necesidad de articulación entre los niveles, porque la finalidad última de la investigación bíblica es dar sentido y dignidad a las vida de las personas y las comunidades.

De manera que, siguiendo con la metáfora de la luz, en los niveles de interpretación bíblica contamos con un concierto de luciérenagas, que juntas, desde sus tareas específicas iluminan y encienden el texto en la búsqueda de sentidos liberadores.

VII Caminos en busca de luceros

Para encontrar luceros en la Biblia los biblistas en América Latina toman distintos caminos. No hay un método único privilegiado para la exégesis. La atención mayor y la contribución propia del acercamiento bíblico latinamericano está en la hermenéutica contextual y liberadora, y no en la exégesis en sí. Pero sin una buena exégesis, la hermenéutica será pobre, por eso se intenta trabajar los textos con rigurosidad, utilizando aquellos métodos que el texto mismo pide, para exhibir mejor sus sentidos solidarios con los excluidos. Los métodos exegéticos varían, dependiendo de los biblistas mismos y su formación. Se privilegia la exégesis sociológica, la histórico económica, la estructuralista genética. Los métodos de la alta crítica se utilizan en la medida que la información sea útil para la hermenéutica en la producción de los sentidos y no como un requisito académico que sale sobrando en su conjunto. Se aprecian mucho las investigaciones de la ciencia bíblica del primer mundo, especialmente de aquellos que ayudan a entender el contexto socio-económico, cultural y teológico de la producción del texto.6

VIII La caminada hasta ahora

Leer la biblia bajo “un cielo sin estrellas” muestra la dificultad por la que pasamos frente a la “Ausencia grande”. Sin embargo, no por ello nos ubicamos del lado del pesimismo. Al contrario. Al hablar de la lectura de la biblia en ese contexto, nos lanzamos en la búsqueda de luz, con la fe decidida de encontrarla en la Palabra que según el Salmista es lámpara y lumbrera. La Ausencia es la presencia de lo ausente que se anhela (vida digna para todos y todas),7 y por lo tanto, se proyecta como juicio al presente e interpelación a la movilización.

Como la hermenéutica bíblica contextual es interpelada por esa Ausencia, en América Latina podemos hablar de un movimiento bíblico, bien organizado a lo largo del continente. De hecho la investigación bíblica en América Latina ha sido una de las áreas más estimulantes y fascinantes en los últimos 20 años. En términos concretos está la red de lectura popular de la biblia, establecida ya algunos años atrás, el curso intensivo de biblia, CIB, que se realiza en varios países y consiste en 6 meses de preparación intensiva para agentes de pastoral, en los cuales los biblistas más reconocidos participan como asesores,8 y los encuentros anuales de biblistas latinoamericanos que se reúnen para preparar la revista RIBLA es uno de los espacios más estimulantes. Además, en los últimos dos años se ha formado el grupo de mujeres biblistas con la intención de aportar a los estudios bíblicos desde la perspectiva de género. La diversidad de temas abordados, siempre a partir de los desafíos de la realidad y de la vida concreta, y la pluralidad de métodos utilizados hace que la producción de sentidos del texto sea rica y pertinente.

Inmensidad en la Ausencia

El sabio maya Canek aplica la emoción en el conteo de las estrellas, como una manera válida de conocer la verdad de las cosas. “Inmensidad”, dice, es la palabra exigida frente a la imposibilidad de contar las estrellas en una noche cubierta por ellas. Hoy día, cuando buscamos luceros para alumbrar caminos bajo un cielo sin estrellas, que evoca Ausencia, y los encontramos, y los compartimos y cuando vemos la red del movimiento bíblico y los biblistas aportando de sus luces, es imposible contar las luciérnagas que participan en la búsqueda de las estrellas. Entonces, como Canek tenemos que pronunciar esa “palabra húmeda de misterio” que causa satisfacción aquí dentro. “Inmensidad”. Con ello, termino diciendo que, aunque parezca paradójico, es posible hablar de “inmensidad” en medio de la Ausencia.
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1Este artículo fue dedicado a Franz Hinkelammert en sus 70 años, y pronunciado en la Universidad de Berna el 30 de noviembre del 2000.

2Edición 33 de 1977, México; Ed. Oasis, pp. 53-54.

3Términos utilizados en el Congreso de CETELA, en Colombia, 1997.

4El documento del Cardenal Rátzinguer “Dominus Iesus” es un ataque frontal a esta hermenéutica.

5Cp. Bibliografía Bíblica Latinoamericana. Brasil: UMESP, Vozes

6Entre ellos: Horsley, Fiorenza, Gottwald, Theissen, Malina, Meeks, Croissemann, Maier, Elioth, S. Freyne y muchos otros nuevos.

7El tema de la Ausencia como la presencia de lo ausente es un tema actual discutido en el DEI, en el último seminario de investigadores invitados, Agosto-Noviembre del 2000.

8Entre ellos, Milton Shwantes, Carlos Mesters, Severino Croato, Pablo Richard, Jorge Pixley, Tania Mara Sampaio, Nancy Cardoso, Irene Foulkes, Néstor Míguez, Silvia Regina, mi persona y otros…