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RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS MAS FRECUENTES

 

Lo que nunca se debe hacer

Sea cual sea el fenómeno que sufra o crea estar sufriendo lo que nunca, jamás, se debe hacer es ir a un brujo para acabar con cualquiera de estos fenómenos (sea posesión, mal de ojo, etc, etc). Y cuando digo brujo me refiero también a videntes, curanderos, santones, etc. Sólo se debe ir a sacerdotes o a grupos de oración de la renovación carismática. Ir a un brujo no sólo no solucionará nada, sino que puedo poner una influencia maligna donde no la hubiera.

No se debe uno fiar de los brujos porque tengan en su casa imágenes de la Virgen o de Jesús. Jamás por ese camino vendrá la solución sino el empeoramiento de su problema. Todo poder en esta materia fue entregado a los Apóstoles y quien busque la solución por una via torcida comprobará que este mundo de poderes invisibles es real y que nunca debió sumergirse en él a experimentar a su propia costa.


 

La posesión
 

En caso de que una persona crea estar posesa debe ponerse en contacto con el obispado de su diócesis, puedo hacerlo por teléfono. Allí le concertarán una cita con el sacerdote especialista en este tipo de casos. Si en la diócesis no hubiera nadie especializado en esta materia, le indicarán cual es la diócesis más cercana que cuenta con alquien experto en esta especialidad. Como signos de posesión podemos decir que está el entrar en trance con los ojos en blanco, la aversión repentina e irracional (por su intensidad) a todo lo sagrado: crucifijos, misa, etc. Aunque este signo no se da en todos los posesos, lo que sí que se da siempre es la pérdida de conciencia mientras emerge una segunda personalidad maligna. Si todo esto sucede tras haber realizado algún acto esotérico, entonces hay razón suficiente para ir a ver al sacerdote encargado de discernir estos casos.

 
Apéndice para sacerdotes
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Dado el carácter pastoral de la respuesta de arriba, no se puede pretender abordar un tema tan complejo como el de la posesión diabólica. La respuesta de arriba pretende ofrecer una idea al que hace una pregunta sobre el asunto. Pero si hay un fenómeno complejo es el de la posesión, por ello no conviene que el sacerdote haga un discernimiento por su cuenta y riesgo, y derive los supuestos casos al especialista.
 
A pesar de lo dicho más arriba, creer que sólo hay posesión cuando el agua bendita quema, o la persona no puede entrar a una iglesia o se hablan lenguas desconocidas, es un error. Lo más característico de la posesión es que tras participar en un rito esotérico la persona sufra trances en los que emerge una segunda personalidad maligna.

Son muchos los sacerdotes que piensan que la posesión es sólo lo que aparece en algunas películas, y aunque hay casos espectaculares, lo normal es que la posesión no muestre otros signos que los que aparecen descritos en el Evangelio.

 


 

La infestación de una casa


La infestación es el fenómeno por el que un demonio posee un lugar. La infestación de la casa puede ocurrir cuando en esa casa se ha practicado de forma continuada espiritismo, ritos satánicos, santería o cualquier otra forma de esoterismo.
El demonio al poseer un lugar puede mover cosas a voluntad o provocar ruidos u olores. La infestación nunca provoca la posesión de ninguna de las personas que viven en ese lugar.
En esos casos el sacerdote puede orar una vez en la casa y después animar a la familia a que cada día se reuna cada día para orar todos juntos. Pueden rezar el rosario, leer la Biblia unidos, echar una vez al día agua bendita por las habitaciones, reunirse ante una imagen sagrada y suplicar su protección, etc.
En los casos de infestación, las familias piden al sacerdote que lo haga todo, pero el sacerdote debe hacer entender a sus inquilinos que ellos mismos pueden hacer lo que le piden a él. La oración unida de una familia puede perfectamente quebrantar el poder del demonio sobre ese lugar si perseveran orando juntos durante semanas o meses. Si después de ese tiempo los fenómenos persisten, entonces hay que hablar con el sacerdote.

 

Apéndice para sacerdotes
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El sacerdote no sea fácil en creer los testimonios acerca de lo que ocurre en una casa, salvo que haya testimonios concordes de al menos dos testigos. Cuando un poseso viene a ver al sacerdote se puede orar y comprobar la manifestación del demonio, pero en el caso de la infestación no ocurre nada cuando el sacerdote ora en ese sitio infestado. De forma que en todo depende de lo que le digan. Por eso no hay forma alguna de alcanzar seguridad acerca de si hay una verdadera infestación o todo es sugestión. La única forma de alcanzar alguna seguridad es que haya varios testimonios coincidentes acerca de los hechos extraordinarios que se refieren.

Sólo en los casos en que los fenómenos sean verdaderamente graves y la familia ya haya orado durante varias semanas, el sacerdote podría pedir permiso al obispo para ir a la casa y usar el rito que viene en el Apéndice I del Ritual de Exorcismos.

En general, casi todos los casos suelen de ser de sugestión. Pero decir casi todos no es lo mismo que decir todos. Pues de otra manera la Iglesia en su Ritual de Exorcismos no hubiera incluido su Apéndice II.



 

El maleficio, hechizo, mal de ojo
 
 

Mucha gente se pregunta si tiene efectividad el maleficio, es decir aquello que se hace para dañar a alguien con la intervención del demonio. Algunos inadecuadamente lo llaman mal de ojo, aunque nada tiene que ver con la mirada ni el ojo.
Lo primero que hay que decir es que el que hace un maleficio, como el que lo encarga, serán los primeros perjudicados por el demonio. Sin duda serán perjudicados o con algún tipo de influencia demoniaca o con la posesión o con enfermedades. Nunca se invoca al demonio en vano.

Después la gente se pregunta si tiene efectividad contra el que se ha hecho. Pues eso depende de la voluntad de Dios. Es decir, de esto se afirma lo mismo que de un accidente, enfermedad o desgracia. Dios permite que en nuestra existencia sobre la tierra haya bienes y males, porque la vida es una prueba antes del Juicio. Por supuesto que la persona que ora y vive en gracia de Dios está protegida por Dios. Cuanto más se ora y se lleva una vida espiritual uno está más protegido.

¿Cómo se puede saber si alguien es víctima de un maleficio? Pues no hay manera posible, ya que la acción del demonio es invisible. Sólo es seguro cuando se produce una posesión o una influencia demoniaca en la persona cuyos signos sí que son visibles al exorcista. También es posible saber que un mal es fruto de un maleficio cuando ese mal viene acompañado de hechos preternaturales malignos. Pero salvo que aparezcan cosas externas que delaten una causa demoniaca, no se podrá nunca saber si algo viene de causas naturales o no.

¿Qué hacer si uno tiene alguna sospecha de que alguien ha hecho un maleficio contra él? Como ya se ha dicho no es posible casi nunca llegar a la certeza en esta materia ni siquiera para el especialista, mucho menos para una persona particular sin grandes conocimientos sobre el tema. Pero si un maleficio ha sido practicado el único modo de destruirlo es hacer justo lo contrario: invocar a Dios.

Es decir, si una persona ha invocado al demonio para hacer el mal, se trata de que la víctima invoque a Dios para que le proteja, le ayude y le bendiga. El bien siempre es más fuerte que el mal.

A la gente que viene a mi parroquia diciendo que sufren un maleficio les digo que, salvo excepciones, es imposible comprobar la causalidad demoniaca, pero que si sufren de verdad un maleficio la única medicina y remedio es que hagan cada día lo siguiente:

-rezar un misterio del rosario
-leer cinco minutos el Evangelio
-hablar con Dios durante unos instantes

-la misa (dominical o con más frecuencia)
-colocar en la casa un cruficijo bendecido
-colocar una imagen bendecida de la Virgen María
-santiguarse con agua bendita una vez al día


Haciendo estas cosas el mal que sufren si es del demonio irá remitiendo. Pero si no remite en ninguna medida, eso sería signo de que no estaba provocado por un maleficio.


Apéndice para los sacerdotes
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La efectividad de un maleficio puede producir excepticismo en muchos sacerdotes. Sin embargo, la completa y universal unanimidad de todos los exorcistas es que existen maleficios que por permisión de Dios han producido un mal. En los exorcismos esto se ha comprobado una y otra vez en todas partes y en todos los siglos. Cuando el maleficio ha ido acompañado de una posesión, en ocasiones el demonio ha dicho el lugar donde estaba (enterrado o escondido) el objeto que había producido la posesión o la enfermedad. El objeto maléfico puede ser un sapo encerrado en un bote, pelos en un muñeco de cera, etc. La materia del objeto es lo de menos, lo interesante es observar que existe una conexión entre la causa y el efecto. Entre el acto de invocar a los demonios y el perjuicio que se produce.

Yo mismo, el que escribe estas líneas, fui muy escéptico acerca de esta materia del maleficio. Pero la experiencia de años ha hecho que me tenga que rendir ante la realidad. A veces las propias teorías de como debería ser el mundo, debe reconocer que el mundo es como es.

Ahora bien, toda causa segunda sólo produce un mal si Dios lo permite. Si algo no entra dentro de los planes de Dios no sucede. De manera que la acción extraordinaria del demonio sólo es un elemento más de la permisión del mal en este mundo.

Ahora bien, cómo saber si un fiel que dice que padece un influjo del demonio tiene razón o está sugestionado. Pues no hay manera posible. La acción del demonio es invisible. Lo único que puede hacer el sacerdote es bendecirle durante unos minutos (e incluso recitar una breve fórmula exorcística en latín sin que se de cuenta el interesado) para ver si hay alguna reacción.

Si hubiera alguna reacción extraña, hay que enviarlo al sacerdote especialista en estos casos. Las influencias del demonio producen una serie de reacciones típicas que el experto sabrá discernir. Para estos casos en que no hay posesión, pero sí una influencia preternatural del demonio, están las oraciones del Apéndice II del Ritual de exorcismos.
 


 

Las influencias demoníacas

 

Lo primero que hay que decir es que así como en la posesión es posible llegar a la completa seguridad o al menos a una certeza moral de que una persona está sufriendo ese fenómeno -la posesión-, no ocurre lo mismo con las influencias demoniacas que algunas personas sufren. En el caso de las influencias todo es más etéreo, más difuso y en la mayor parte de los casos de imposible comprobación. Digo en la mayor parte de los casos, porque en otros la conexión causal entre el demonio y unos sufrimientos sí que está más que demostrado.

Es cierto que ha habido casos en que determinadas visiones, pesadillas interminables, problemas aparentemente psicológicos y otras cosas, que han probado tener una conexión con la acción del demonio.

En los casos en los que la ciencia médica después de años o meses no logre solución, se puede probar con la oración. Pero siempre teniendo en cuenta que no es posible llegar casi nunca a saber con seguridad si todo es natural o algo tiene que ver con el demonio.

Sin embargo, si la persona orando la oración que aparece más abajo se encontrara cada vez mejor y esta mejoría tuviera un caracter duradero, entonces sería signo de que aquello tenía una causa que iba más allá de la naturaleza.

Una persona que crea estar sufriendo en su cuerpo o en su mente una influencia del demonio que va más allá de lo natural puede decir cada día esta oración:

 

Señor, Dios todopoderoso, misericordioso y omnipotente,
Padre, Hijo y Espíritu Santo,
expulsa de mí toda influencia de los espíritus malignos.

Padre, en el nombre de Cristo te pido que rompas toda cadena
que los demonios tengan sobre mí.

Derrama sobre mí la preciosísima sangre de tu Hijo.
Que su sangre inmaculada y redentora quebrante
toda atadura sobre mi cuerpo y mi mente.

Todo esto te lo pido por intercesión de la Santísima Virgen María.
San Miguel arcángel, intercede, ven en mi ayuda.

En el nombre de Jesús ordeno a todo demonio que pueda tener alguna influencia sobre mí,
que salga para siempre.
Por su flagelación, por su corona de espinas, por su cruz, por su sangre, por su resurrección, ordeno a todo espíritu maligno que salga.

Por el Dios verdadero,
por el Dios santo,
por el Dios que todo lo puede,
te ordeno demonio inmundo que salgas en el nombre de Jesús, mi Salvador y Señor.

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Esta oración debe ser repetida cada día, una vez o varias. Más que el número de veces que se reze lo que importa es el fervor y la fe con que se haga. Para ello hay que concentrarse en la oración y pedir humildemente a Dios y ordenar al demonio que salga. En esta oración a Dios se le pide con humildad y amor, al demonio sin embargo se le ordena, sin ira, sólo con fe.

Por supuesto esta oración debe ir acompañada de una conversión en la vida de la persona. Es decir, de nada sirve pedir que se arranque de nosotros una influencia del demonio si seguimos viviendo en el pecado mortal.

La persona que quiera romper con el demonio debe confesarse, ir a misa los domingos y cumplir los diez Mandamientos.


 
Los fantasmas



Ha sido experiencia universal de todos los exorcistas que se han dedicado a esta materia, observar que una vez que se distingue bien entre posesión e infestación, aparece de vez en cuando aparecía un tercer fenómeno distinto de los otros dos: los fantasmas. Los fantasmas son apariciones de personas que están en el purgatorio. Las características de estas apariciones son siempre las mismas y muy distintas de la infestación:

-el alma se aparece con forma humana
-no dice nada
-se aparece con carácter amenazante y terrorífico

Nunca mueve objetos, ni produce ruidos. Cuando se aparece se queda mirando, con cara de pocos amigos, y después desaparece sin más. Sabemos que no es un demonio porque además de que el fenómeno nunca va a más, desaparece si se dicen misas y oraciones por su alma. Esas apariciones son un modo de llamar la atención para que se rece por ella.


 

¿Puede el demonio provocar mala suerte?
 
 

Aunque usted esté completamente convencido de que el demonio o fuerzas ocultas están provocando continuas desgracias en su vida, ha de saber que el mal que le ha sucedido forma parte de la prueba que es la vida. Somos peregrinos en este mundo y todo mal que nos sucede forma parte de esta prueba.


Apéndice para los sacerdotes
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Esta es una de las consultas que con más frecuencia hacen a los sacerdotes la gente que en algún momento de su vida cree sufrir los efectos de algún tipo de magia. Lo primero de todo que habría que contestar es que desde una perspectiva cristiana hablar de buena o mala suerte es un modo superficial de considerar las cosas. Digo superficial, aunque habría que precisar que, aunque como modus loquendi es admisible, teológicamente es incorrecto. Lo que externamente aparece como mala suerte ha de ser considerado como una prueba. Lo que externamente aparece como buena suerte ha de ser considerado como bendición.

En ese sentido Dios permite el mal a través de todo tipo de causas segundas; entre las cuales está el demonio incluido. Ahora bien, ¿cómo saber si el demonio está involucrado en una racha de malos sucesos que acaecen en nuestra vida? No hay manera posible, puesto que se trata de una causa que aunque real es invisible. Sólo cuando los hechos son completamente inexplicables, bien por el modo en que han sucedido, bien porque no es razonable de manera alguna tal concatenación de hechos, sería admisible pensar que hay detrás una causalidad demoniaca.

Así que el sacerdote debe contestar que no hay forma alguna de saber si detrás de esos hechos que se le han referido, está o no el demonio. Pero que si el influjo del demonio está detrás de esos sucesos, el modo de contrarrestar ese influjo es la oración. La oración, hay que decirle, es lo que atraerá la bendición divina y alejará a ese ser maligno. En seguida la gente pregunta que cuánta oración hay que hacer y cuáles y de qué modo. La contestación que les doy es: cuanta más oración haga más atraerá la bendición divina sobre usted y los suyos.

La gente busca modos complicados, casi mágicos, de volver a la paz. Hay que explicarles que Dios es un Dios de simplicidad.