RELACIONES
ESPIRITUALES
DIRIGIDAS POR SANTA TERESA DE JESÚS A SUS CONFESORES
INTRODUCCIÓN
La
serie de escritos reunidos bajo el epígrafe de "Relaciones y
Mercedes" no constituye un libro con unidad interna, sino un florilegio de
piezas heterogéneas: relatos autobiográficos de vivencias interiores,
consultas espirituales selladas de secreto, apuntes sueltos a modo de
instantáneas para uso estrictamente personal, formulación y motivaciones del
voto de obediencia al directos espiritual, avisos proféticos a los frailes
carmelitas descalzos...
Destacan
en la serie las seis piezas primeras, que en la edición crítica del P.
Silverio llevan por título Relaciones. Las 61 restantes, de forma menor y
redacción menos cuidada, fueron tituladas por el mismo autor Mercedes.
Contenido.
- Los 67 fragmentos tienen una fibra común: el dato místico, matizado unas
veces en sentido autobiográfico, y otras concentrado en un intenso esfuerzo por
describir y ordenar las propias experiencias. Hay relatos interesados
únicamente en destacar el origen místico de un hecho interior. Algunas
mercedes, brevísimas, intentan sólo fijar sobre el papel la
"palabra" de Dios que constituyó el núcleo de la experiencia. A
veces al dato místico, sencillísimo, se añade un sobrio marco de reflexión
personal. En este sentido constituye una excepción la Relación 5, con un
trazado de los grados de oración: escrita en fecha poco anterior a las Moradas,
es un guión esquemático, que servirá de armazón a la escala graduatoria del
Castillo interior.
Datación.
- La composición de este florilegio místico alcanza una dimensión de 21
años, que cubren casi todo el periodo literario de la Santa: la relación
primera data de 1560; la sexta, última que escribió, de 1581. A pesar de
ignorar la fecha exacta de gran parte de los sucesos místicos relatados, y la
data redaccional de varias mercedes, podemos ordenarlas cronológicamente en
cuatro grupos:
1º.
Años de la fundación de San José de Avila, 1560-1563, en que escribe las tres
primeras Relaciones, emparentadas con el libro de la Vida, y dirigidas a los
primeros confesores dominicos, Pedro Ibáñez y García de Toledo.
2º.
Años de ingreso en las moradas séptimas; supremas gracias místicas; en gran
parte bajo la dirección espiritual de San Juan de la Cruz: 1569-1573. Mercedes
7-36. (La serie de la Encarnación comienza con la merced 25).
3º.
Años de crisis y conflictos: acusaciones a la Inquisición (en Sevilla, ella y
su comunidad; en Madrid, el libro de su Vida); la Santa pasa a la dirección
espiritual del padre Gracián: 1575-1577. Se destacan tres grupos: voto de
obediencia a Gracián, mercedes 39-40; dos relaciones destinadas al P. Rodrigo
Alvarez, motivadas -al menos la primera de ellas- por la intervención de la
Inquisición de Sevilla: Relaciones cuarta y quinta; mercedes referentes a la
persona de Gracián y nuevas gracias místicas: 42-46.
4º.
Años finales: 1579-1581. Dos piezas de primera calidad: cuatro avisos a
"estos padres descalzos", que contienen el mensaje definitivo de la
Santa a los responsables de su Reforma (merced 67); y última presentación de
su alma al director Alonso Velázquez, 1581: Relación 6.
Pese
a la inseguridad de ciertas dataciones, ese orden cronológico permite seguir el
crescendo de la vida interior de la Autora, desde la experiencia de su propia
alma iluminada por la gracia, hasta la inmersión en el misterio trinitario.
El
texto. - Por desgracia nos quedan pocos autógrafos de estos 67 escritos
teresianos. Ni siquiera poseemos una edición crítica medianamente atendible
del conjunto. Sin embargo, hecha exclusión de una merced -la 38-, el lector
puede tener la seguridad de poseer textos sustancialmente genuinos.
Los
principales autógrafos llegados hasta nosotros son los siguientes:
Relación
4: al P. Rodrigo, conservada en doble autógrafo: uno completo en los carmelitas
de Caprarola (Italia), y otro incompleto en la iglesia del Oratorio (padres
filipenses) de San Miguel de Allende, Méjico.
Relación
6: dos fragmentos del texto enviado el Dr. Velázquez, conservados en las
carmelitas de Santa Ana de Madrid.
Merced
7: cifra de su muerte, conservada en las carmelitas descalzas de Medina del
Campo.
Merced
8: Fragmento conservado en los carmelitas descalzos de Lucena.
Merced
15: dos fragmentos que refieren el éxtasis de Salamanca, conservados en las
carmelitas descalzas de Locarno (Suiza).
Merced
39: esbozo del voto de obediencia a Gracián: carmelitas descalzos de Puebla
(Méjico).
Merced
40: doble autógrafo del voto de obediencia a Gracián; se conserva un ejemplar
en las carmelitas descalzas de Consuegra (España), y el otro en las carmelitas
descalzas de Chichester (Inglaterra).
Merced
67: avisos a estos padres descalzos, autógrafos en el códice de las
Fundaciones (Biblioteca de El Escorial), folio 96v.
Para
las restantes piezas, a falta de autógrafos, poseemos fuentes de calidad: a) el
códice de las carmelitas descalzas de Avila; b) códice de las carmelitas
descalzas de Toledo; c) copia de Teresita, sobrina de la Santa, en las
carmelitas descalzas de Salamanca; d) copia del padre Francisco de Ribera, en la
Biblioteca de la Real Academia de la Historia (11/5/132); e) fragmentos selectos
publicados por fray Luis de León en la edición príncipe de las obras de la
Santa (Salamanca 1588), t. I, pp. 545-560; f) fragmentos selectos incluidos por
Francisco de Ribera en su biografía de la Madre Teresa (Salamanca 1591); g)
varias trascripciones de las mercedes alusivas al padre Gracián.
En
nota al pie de cada Relación o Merced indicamos la fuente de que hemos tomado
el texto. En la elección seguimos estos criterios: preferencia absoluta por los
textos autógrafos de la Santa; en las mercedes referentes a Gracián (no
autógrafas), seguimos la copia notarial de Juan Vázquez del Mármol (PP.
Carmelitas Descalzos de Avila); damos la preferencia al texto editado por
Ribera, cuando él mismo asegura tomarlo del autógrafo teresiano. En los
restantes casos seguimos el texto del códice de Avila, cotejado con el de
Toledo y la copia de Ribera.
LAS
"RELACIONES"
1* Jhs
1.
La manera de proceder en la oración que ahora tengo, es la presente; pocas
veces son las que estando en oración puedo tener discurso de entendimiento,
porque luego comienza a recogerse el alma y estar en quietud o arrobamiento, de
tal manera que ninguna cosa puedo usar de los sentidos, tanto que, si no es oír
y eso no para entender, otra cosa no aprovecha.
2.
Acaéceme muchas veces (sin querer pensar en cosas de Dios, sino tratando de
otras cosas, y pareciéndome que, aunque mucho procurase tener oración, no lo
podría hacer por estar con gran sequedad, ayudando a esto los dolores
corporales) darme tan de presto este recogimiento y levantamiento de espíritu,
que no me puedo valer, y en un punto dejarse con los efectos y aprovechamientos
que después trae. Y esto sin haber tenido visión, ni entendido cosa, ni
sabiendo dónde estoy, sino que, pareciéndome se pierde el alma, la veo con
ganancias, que aunque en un año quisiera ganarlas yo, me parece no fuera
posible según quedo con ganancias.
3.
Otras veces me dan unos ímpetus muy grandes, con un deshacimiento por Dios que
no me puedo valer. Parece se me va a acabar la vida y así me hace dar voces y
llamar a Dios, y esto con gran furor me da. Algunas veces no puedo estar sentada
según me dan las bascas, y esta pena me viene sin procurarla, y es tal, que el
alma nunca querría salir de ella mientras viviese, y son las ansias que tengo
por no vivir y parecer que se vive, sin poderse remediar, pues el remedio para
ver a Dios es la muerte, y ésta no puedo tomarla. Y con esto parece a mi alma
que todos están consoladísimos sino ella, y que todos hallan remedio para sus
trabajos sino ella. Es tanto lo que aprieta esto, que si el Señor no lo
remediase con algún arrobamiento, donde todo se aplaca y el alma queda con gran
quietud y satisfecha algunas veces con ver algo de lo que desea, otras con
entender otras cosas, sin nada de esto era imposible salir de aquella pena.
4.
Otras veces me vienen unos deseos de servir a Dios con unos ímpetus tan
grandes, que no lo sé encarecer, y con una pena de ver de cuán poco provecho
soy. Paréceme entonces que ningún trabajo ni cosa se me pondría delante, ni
muerte ni martirio, que no los pasase con facilidad. Esto es también sin
consideración, sino en un punto, que me revuelve toda, y no sé [de] dónde me
viene tanto esfuerzo. Paréceme que querría dar voces y dar a entender a todos
lo que les va en no se contentar con cosas pocas y cuánto bien hay que nos
dará Dios en disponiéndonos nosotros. Digo que son estos deseos de manera que
me deshago entre mí; que quiero lo que no puedo. Paréceme me tiene atada este
cuerpo, por no ser para servir a Dios en nada, y el estado; porque a no le
tener, haría cosas muy señaladas en lo que mis fuerzas pueden; así, de verme
sin ningún poder para servir a Dios, siento de manera esta pena, que no lo
puedo encarecer. Acabo con regalo y recogimiento y consuelos de Dios.
5.
Otras veces me ha acaecido, cuando me dan estas ansias por servirle, querer
hacer penitencias; mas no puedo. Esto me aliviaría mucho y alivia y alegra,
aunque no son casi nada, por flaqueza de mi cuerpo; aunque si me dejase con
estos deseos, creo haría demasiado.
6.
Algunas veces me da gran pena haber de tratar con nadie, y me aflige tanto, que
me hace llorar harto, porque toda mi ansia es por estar sola, y aunque algunas
veces no rezo ni leo, me consuela la soledad; y la conversación, especial de
parientes y deudos, me parece pesada y que estoy como vendida, salvo con los que
trato cosas de oración y de alma, que con éstos me consuelo y alegro, aunque
algunas veces éstos me hartan y no querría verlos, sino irme adonde estuviese
sola, aunque esto pocas veces; especialmente con los que trato mi conciencia,
siempre me consuelan.
7.
Otras veces me da gran pena haber de comer y dormir, y ver que yo, más que
nadie, no lo puedo dejar; hágolo por servir a Dios, y así se lo ofrezco. Todo
el tiempo me parece breve y que me falta para rezar, porque de estar sola nunca
me cansaría. Siempre tengo deseo de tener tiempo para leer, porque a esto he
sido muy aficionada. Leo muy poco, porque en tomando el libro me recojo en
contentándome, y así se va la lección en oración, y es poco, porque tengo
muchas ocupaciones, y aunque buenas, no me dan el contento que me daría esto y
así ando siempre deseando tiempo, y esto me hace serme todo desabrido, según
creo, ver que no se hace lo que quiero y deseo.
8.
Todos estos deseos y más de virtud, me ha dado nuestro Señor después que me
dio esta oración quieta con estos arrobamientos, y hállome tan mejorada, que
me parece era antes una perdición. Déjanme estos arrobamientos y visiones con
las ganancias que aquí diré, y digo que si algún bien tengo de aquí me ha
venido.
9.
Hame venido una determinación muy grande de no ofender a Dios ni venialmente,
que antes moriría mil muertes que tal hiciese, entendiendo que lo hago.
Determinación de que ninguna cosa que yo pensase ser más perfección y que
haría más servicio a nuestro Señor, diciéndolo quien de mí tiene cuidado y
me rige, que no hiciese, sintiese cualquiera cosa, que por ningún tesoro lo
dejaría de hacer. Y si lo contrario hiciese, me parece no tendría cara para
pedir nada a Dios nuestro Señor, ni para tener oración, aunque en todo esto
hago muchas faltas e imperfecciones.
Obediencia
a quien me confiesa, aunque con imperfección; pero entendiendo yo que quiere
una cosa o me la manda, según entiendo, no la dejaría de hacer, y si la dejase
pensaría andaba muy engañada.
Deseo
de pobreza, aunque con imperfección; mas paréceme que aunque tuviese muchos
tesoros, no tendría renta particular, ni dineros para mí sola, ni se me da
nada; sólo querría tener lo necesario. Con todo, siento tengo harta falta en
esta virtud; porque aunque para mí no lo deseo, querríalo tener para dar,
aunque no deseo renta ni cosa para mí.
10.
Casi con todas las visiones que he tenido me he quedado con aprovechamiento, si
no es engaño del demonio. En esto remítome a mis confesores.
11.
Cuando veo alguna cosa hermosa, rica, como agua, campos, flores, olores,
músicas, etc., paréceme no lo querría ver ni oír; tanta es la diferencia de
ello a lo que yo suelo ver; y así se me quita la gana de ellas. Y de aquí he
venido a dárseme tan poco por estas cosas, que si no es primer movimiento, otra
cosa no me ha quedado de ello, y esto me parece basura.
12.
Si hablo o trato con algunas personas profanas porque no puede ser menos, y
aunque sea de cosas de oración, si mucho lo trato, aunque sea por pasatiempo si
no es necesaria, me estoy forzando, porque me da gran pena. Cosas de regocijo,
de que solía ser amiga, y de cosas del mundo, todo me da en rostro y no lo
puedo ver.
13.
Estos deseos de amar y servir a Dios y verle, que he dicho que tengo, no son
ayudados con consideración, como tenía antes cuando me parecía que estaba muy
devota y con muchas lágrimas; mas con una inflamación y hervor tan excesivo,
que torno a decir que si Dios no me remediase con algún arrobamiento, donde me
parece queda el alma satisfecha, me parece sería para acabar presto la vida.
14.
A los que veo más aprovechados y con estas determinaciones, y desasidos y
animosos, los amo mucho, y con tales querría yo tratar, y parece que me ayudan.
Las personas que veo tímidas, que me parece a mí van atentando en las cosas
que conforme a razón acá se pueden hacer, parece que me congojan y me hacen
llamar a Dios y a los santos que estas tales cosas, que ahora nos espantan,
acometieron; no porque yo sea para nada, pero porque me parece que ayuda Dios a
los que por El se ponen a mucho, y que nunca falta a quien en El solo confía, y
querría hallar quien me ayudase a creerlo así, y no tener cuidado de lo que he
de comer y vestir, sino dejarlo a Dios. No se entiende que este dejar a Dios lo
que he menester, es de manera que no lo procure, mas no con cuidado que me dé
cuidado, digo (1). Y después que me ha dado esta libertad, vame bien con esto y
procuro olvidarme de mi cuanto puedo. Esto no me parece habrá un año que me lo
ha dado nuestro Señor.
15.
Vanagloria, gloria a Dios, que yo entienda, no hay por qué la tener; porque veo
claro en estas cosas que Dios da, no poner nada de mí, antes me da Dios a
sentir mis miserias, que con cuanto yo pudiera pensar, no pudiera ver tantas
verdades como en un rato conozco.
16.
Cuando hablo de estas cosas, de pocos días acá, paréceme son como de otra
persona. Antes me parecía algunas veces era afrenta que las supiesen de mí,
mas ahora paréceme que no soy por esto mejor, sino más ruin, pues tan poco me
aprovecho con tantas mercedes. Y, cierto, por todas partes me parece no ha
habido otra peor en el mundo que yo, y así las virtudes de los otros me parecen
de harto más merecimiento, y que yo no hago sino recibir mercedes, y que a los
otros les ha de dar Dios por junto lo que aquí me quiere dar a mí, y
suplícole no me quiera pagar en esta vida, y así creo que de flaca y ruin me
ha llevado Dios por este camino.
17.
Estando en oración y aun casi siempre que yo pueda considerar un poco, aunque
yo lo procurase, no puedo pedir descansos, ni desearlos de Dios, porque veo que
no vivió El sino con trabajos, y éstos le suplico me dé dándome primero
gracia para sufrirlos.
18.
Todas las cosas de esta suerte y de muy subida perfección parece se me imprimen
en la oración, tanto, que me espanto de ver tantas verdades y tan claras, que
me parecen desatino las cosas del mundo, y así he menester cuidado para pensar
cómo me había antes en las cosas del mundo, que me parece que sentir las
muertes y trabajos de él es desatino, a lo menos que dure mucho el dolor o el
amor de los parientes, amigos, etc.; digo que ando con cuidado considerándome
la que era y lo que solía sentir.
19.
Si veo en algunas personas algunas cosas que a la clara parecen pecados, no me
puedo determinar que aquéllos hayan ofendido a Dios, y si algo me detengo en
ello que es poco o nada, nunca me determinaba, aunque lo veía claro; y
parecíame que el cuidado que yo traigo de servir a Dios, traen todos. Y en esto
me ha hecho gran merced, que nunca me detengo en cosa mala, que se me acuerde
después, y si se me acuerda, siempre veo otra virtud en la tal persona; así
que nunca me fatigan estas cosas, si no es lo común, y las herejías, que
muchas veces me afligen, y casi siempre que pienso en ellas me parece que sólo
este trabajo es de sentir. Y también siento si veo algunos que trataban en
oración y tornan atrás; esto me da pena, mas no mucha, porque procuro no
detenerme.
20.
También me hallo mejorada en curiosidades que solía tener, aunque no del todo,
que no me veo estar en esto siempre mortificada, aunque algunas veces sí.
21.
Esto todo que he dicho es lo ordinario que pasa en mi alma, según puedo
entender, y muy continuo tener el pensamiento en Dios, y aunque trate de otras
cosas, sin querer yo como digo no entiendo quién me despierta, y esto no
siempre, sino cuando trato algunas cosas de importancia; y esto, gloria a Dios,
es a ratos el pensarlo, y no me ocupa siempre.
22.
Viéneme algunos días aunque no son muchas veces, y dura como tres o cuatro o
cinco días, que me parece que todas las cosas buenas y hervores y visiones se
me quitan, y aun de la memoria, que aunque quiera no sé que cosa buena haya
habido en mí; todo me parece sueño, a lo menos no me puedo acordar de nada.
Apriétanme los males corporales en junto; túrbaseme el entendimiento, que
ninguna cosa de Dios puedo pensar, ni sé en qué ley vivo. Si leo, no lo
entiendo; paréceme estoy llena de faltas, sin ningún ánimo para la virtud, y
el grande ánimo que suelo tener queda en esto, que me parece a la menor
tentación y murmuración del mundo no podría resistir. Ofréceseme entonces
que no soy para nada, que quién me mete en más de en lo común; tengo
tristeza; paréceme tengo engañados a todos los que tienen algún crédito de
mí; querríame esconder donde nadie me viese, no deseo entonces soledad para
virtud, sino de pusilanimidad; paréceme, querría reñir con todos los que me
contradijesen. Traigo esta batería, salvo que me hace Dios esta merced que no
le ofendo más que suelo ni le pido me quite esto, mas que si es su voluntad que
esté así siempre, que me tenga de su mano para que no le ofenda, y confórmome
con El de todo corazón, y creo que el no me tener siempre así es merced
grandísima que me hace.
23.
Una cosa me espanta, que estando de esta suerte, una sola palabra de las que
suelo entender, o una visión, o un poco de recogimiento, que dure un Avemaría,
o en llegándome a comulgar, queda el alma y el cuerpo tan quieto, tan sano y
tan claro el entendimiento, con toda la fortaleza y deseos que suelo. Y tengo
experiencia de esto, que son muchas veces, a lo menos cuando comulgo, ha más de
medio año que notablemente siento clara salud corporal, y con los arrobamientos
algunas veces, y dúrame más de tres horas algunas veces y otras todo el día
estoy con gran mejoría, y a mi parecer no es antojo, porque lo he echado de ver
y he tenido cuenta de ello. Así que, cuando tengo este recogimiento, no tengo
miedo a ninguna enfermedad. Verdad es que cuando tengo la oración como solía
antes, no tengo esta mejoría.
24.
Todas estas cosas que he dicho me hacen a mí creer que estas cosas son de Dios;
porque como conozco quién yo era, que llevaba camino de perderme, y en poco
tiempo con estas cosas, es cierto que mi alma se espantaba, sin entender por
dónde me venían estas virtudes; no me conocía, y veía ser cosa dada y no
ganada por trabajo. Entiendo con toda verdad y claridad, y sé que no me
engaño, que no sólo ha sido medio para traerme Dios a su servicio, pero para
sacarme del infierno, lo cual saben mis confesores a quien me he confesado
generalmente.
25.
También cuando veo alguna persona que sabe alguna cosa de mí, le querría dar
a entender mi vida; porque me parece ser honra mía que nuestro Señor sea
alabado, y ninguna cosa se me da por lo demás. Esto sabe El bien, o yo estoy
muy ciega, que ni honra, ni vida, ni gloria, ni bien ninguno en cuerpo ni alma
hay que me detenga ni quiera ni desee mi provecho, sino su gloria. No puedo yo
creer que el demonio ha buscado tantos bienes para ganar mi alma por después
perderla, que no le tengo por tan necio; ni puedo creer de Dios que, ya que por
mis pecados mereciese andar engañada, haya dejado tantas oraciones de tan
buenos como dos años ha se hacen que yo no hago otra cosa sino rogarlo a
todos para que el Señor me dé a conocer si es esto su gloria, o me lleve por
otro camino. No creo permitiera su divina Majestad que siempre fuesen adelante
estas cosas si no fueran suyas.
26.
Estas cosas y razones de tantos santos me esfuerzan cuando traigo estos temores
de si no es Dios, siendo yo tan ruin. Mas cuando estoy en oración, y los días
que ando quieta y el pensamiento en Dios, aunque se junten cuantos letrados y
santos hay en el mundo y me diesen todos los tormentos imaginables y yo quisiese
creerlo, no me podrían hacer creer que esto es demonio, porque no puedo. Y
cuando me quisieron poner en que lo creyese, temía viendo quién lo decía, y
pensaba que ellos debían de decir verdad, y que yo, siendo la que era, debía
de estar engañada; mas a la primera palabra o recogimiento o visión era
deshecho todo lo que me habían dicho; yo no podía más y creía que era Dios.
27.
Aunque puedo pensar que podría mezclarse alguna vez demonio y esto es así,
como lo he dicho y visto, mas trae diferentes efectos, y quien tiene
experiencia no le engañará, a mi parecer. Con todo esto digo, que aunque creo
que es Dios ciertamente, yo no haría cosa alguna, si no le pareciese a quien
tiene cargo de mí que es más servicio de nuestro Señor, por ninguna cosa; y
nunca he entendido sino que obedezca y que no calle nada, que esto me conviene.
28.
Soy muy ordinario reprendida de mis faltas y de manera que llega a las
entrañas, y avisos cuando hay o puede haber algún peligro en cosa que trato,
que me han hecho harto provecho, trayéndome los pecados pasados a la memoria
muchas veces, que me lastima harto.
29.
Mucho me he alargado, mas es así, cierto, que en los bienes que me veo cuando
salgo de oración, me parece quedo corta; después, con muchas imperfecciones y
sin provecho y harto ruin. Y por ventura las cosas buenas no las entiendo, mas
que me engaño; empero la diferencia de mi vida es notoria, y me lo hace pensar.
En todo lo dicho digo lo que me parece que es verdad haber sentido.
Estas
son las perfecciones que siento haber el Señor obrado en mí tan ruin e
imperfecta. Todo lo remito al juicio de vuestra merced, pues sabe toda mi alma
(2).
NOTAS
*
Fecha probable, 1560 en Avila, siendo aún monja en la Encarnación.
Destinatario, el P. Pedro Ibáñez, dominico. Esta Relación y las dos
siguientes, escritas en el trienio 1560-63, aunque en diferentes fechas, fueron
reunidas por la Santa en una especie de tratadillo único, no muy disímil de la
primera redacción del Libro de la Vida. Destinada la primera de ellas al P.
Ibáñez, él mismo la trascribió literalmente para enviarla a otros teólogos
y confesores de la Autora (cf. Rel. 3, n. 13), remitiéndola luego a ésta, que
se limitó a añadir una anotación marginal (n. 13) y luego escribir la segunda
y tercera Relación. Al final de ésta agregó, a modo de epílogo, una nota
conclusiva, cuyo tenor da a entender fue escrita después de muerto el P.
Ibáñez; por tanto hacia el último tercio de 1565: era el período en que la
Santa revisaba y redactaba nuevamente el Libro de la Vida. - El texto de estas
tres Relaciones, lo tomo del P. Ribera (vida de la Santa, edición príncipe,
Salamanca 1590, pp. 493-511).
1
El texto en cursiva fue añadido por la Santa a la copia hecha por su confesor y
usada por Ribera, que anota: "aquí estaban añadidas de letra de la Madre
estas palabras" (p. 498).
2
Entre esta Relación y la siguiente, Ribera advierte: "Esta Relación
estaba escrita de mano ajena, aunque después, como veremos, la misma Madre dice
que está como ella la escribió. Lo que se sigue todo estaba de su misma mano,
y dice así" (p. 504).
2
(3)
1.
Paréceme ha más de un año que escribí esto que aquí está. Hame tenido Dios
de su mano en todo él, que no he andado peor, antes veo mucha mejoría en lo
que diré. Sea alabado por todo.
2.
Las visiones y revelaciones no han cesado, mas son más subidas mucho. Hame
enseñado el Señor un modo de oración, que me hallo en él más aprovechada, y
con muy mayor desasimiento en las cosas de esta vida, y con más ánimo y
libertad. Los arrobamientos han crecido, porque a veces es con un ímpetu y de
suerte que, sin poderme valer exteriormente, se conoce, y aun estando en
compañía, porque es de manera que no se puede disimular, si no es con dar a
entender como soy enferma del corazón que es algún desmayo. Aunque traigo
gran cuidado de resistir al principio, algunas veces no puedo.
3.
En lo de la pobreza, me parece me ha hecho Dios mucha merced, porque aun lo
necesario no querría tener, si no fuese de limosna, y así deseo en extremo
estar donde no se coma de otra cosa.
Paréceme
a mí que estar donde estoy cierta que no me ha de faltar de comer y de vestir,
que no se cumple con tanta perfección el voto ni el consejo de Cristo como
donde no hay renta, que alguna vez faltará, y los bienes que con la verdadera
pobreza se ganan parécenme muchos y no los quisiera perder. Hállome con una fe
tan grande muchas veces en parecerme no puede faltar Dios a quien le sirve, y no
teniendo ninguna duda que hay ni ha de haber ningún tiempo en que falten sus
palabras, que no puedo persuadirme a otra cosa, ni puedo temer, y así siento
mucho cuando me aconsejan tenga renta, y tórnome a Dios.
4.
Paréceme tengo mucha más piedad de los pobres, que solía. Entiendo yo una
lástima grande y deseo de remediarlos, que, si mirase a mi voluntad, les daría
lo que traigo vestido. Ningún asco tengo de ellos, aunque los trate y llegue a
las manos. Y esto veo es ahora don dado de Dios, que aunque por amor de El
hacía limosna, piedad natural no la tenía. Bien conocida mejoría siento en
esto.
5.
En cosas que dicen de mí de murmuración, que son hartas y en mi perjuicio, y
hartos, también me siento mejorada; no parece, me hace casi impresión más que
a un bobo, y paréceme algunas veces tienen razón, y casi siempre. Siéntolo
tan poco que aun no me parece tengo que ofrecer a Dios, como tengo experiencia
que gana mi alma mucho, antes me parece me hacen bien, y así ninguna enemistad
me queda con ellos en llegándome la primera vez a la oración; que luego que lo
oigo, un poco de contradicción me hace, no con inquietud ni alteración; antes,
como veo algunas veces otras personas me han lástima, es así que entre mí me
río, porque parecen todos los agravios de tan poco tomo, los de esta vida, que
no hay que sentir; porque me figuro andar en un sueño, y veo que en despertando
no será todo nada.
6.
Dame Dios más vivos deseos, más gana de soledad, muy mayor desasimiento como
he dicho con visiones, que se me ha hecho entender lo que es todo, aunque deje
cuantos amigos y amigas y deudos, que esto es lo de menos, antes me cansan mucho
parientes; como sea por un tantito de servir más a Dios, los dejo con toda
libertad y contento, y así en cada parte hallo paz.
7.
Algunas cosas que en oración he sido aconsejada, me han salido muy verdaderas;
así que de parte de hacerme Dios merced, hállome muy más mejorada; de
servirle yo de mi parte, harto más ruin; porque el regalo he tenido más que
se ha ofrecido, aunque hartas veces me da harta pena; la penitencia, poca; la
honra que me hacen, mucha, bien contra mi voluntad hartas veces (4).
NOTAS
3
Fue escrita en 1562. Es dudoso el lugar. Quizá en la Encarnación de Avila
(julio-agosto de 1562). Pero es mucho más probable que lo hiciese en Toledo, en
el palacio de doña Luisa de la Cerda. Por eso la Relación (n. 3) recoge los
últimos ecos de la polémica sobre la pobreza (abril-mayo de 1562), y puede
lamentarse: "la honra que me hacen es mucha..." (n. 7). - Está
dirigida, probablemente, al P. Ibáñez.
4
Ribera observa: "Aquí estaba echada una raya como ésta [línea horizontal
a todo lo ancho de la página], y luego dice" (p. 507). Sigue la Relación
3ª.
3
(5)
1.
Esto que está aquí de mi letra, ha nueve meses, poco más o menos, que lo
escribí. Después acá, no tornando atrás de las mercedes que Dios me ha
hecho, me parece he recibido de nuevo, a lo que entiendo, mucha mayor libertad.
Hasta ahora parecíame había menester a otros y tenía más confianza en ayudas
del mundo; ahora entiendo claro ser todos unos palillos de romero seco, y que
asiéndose a ellos no hay seguridad, que en habiendo algún peso de
contradicciones o murmuraciones se quiebran. Y así tengo experiencia que el
verdadero remedio para no caer es asirnos a la cruz y confiar en el que en ella
se puso. Hállole amigo verdadero, y hállome con esto con un señorío que me
parece podría resistir a todo el mundo que fuese contra mí, con no me faltar
Dios.
2.
Entendiendo esta verdad tan clara, solía ser muy amiga de que me quisiesen
bien; ya no se me da nada, antes me parece en parte me cansa, salvo con los que
trato mi alma o yo pienso aprovechar, que los unos porque me sufran y los otros
porque con más afición crean lo que les digo de la vanidad que es todo,
querría me la tuviesen.
3.
En muy grandes trabajos y persecuciones y contradicciones que he tenido estos
meses hame dado Dios gran ánimo; (6) y cuando mayores mayor, sin cansarme en
padecer, y con las personas que decían mal de mí, no sólo no estaba mal con
ellas, sino que me parece las cobraba amor de nuevo. No sé cómo era esto, bien
dado de la mano del Señor.
4.
De mi natural suelo, cuando deseo una cosa, ser impetuosa en desearla. Ahora van
mis deseos con tanta quietud, que cuando los veo cumplidos, aun no entiendo si
me huelgo. Que pesar y placer, si no es en cosas de oración, todo va templado,
que parezco boba y como tal ando algunos días.
5.
Los ímpetus que me dan algunas veces y han dado de hacer penitencia, son
grandes, y si alguna hago, siéntola tan poco con aquel gran deseo, que alguna
vez me parece y siempre casi que es regalo particular, aunque hago poca, por
ser muy enferma.
6.
Es grandísima [pena] para mí muchas veces, y ahora más excesiva, el haber de
comer, en especial si estoy en oración. Debe ser grande, porque me hace llorar
mucho y decir palabras de aflicción casi sin sentirme, lo que yo no suelo
hacer. Por grandísimos trabajos que yo he tenido en esta vida, no me acuerdo
haberlas dicho, que no soy nada mujer en estas cosas, que tengo recio corazón.
7.
Deseo grandísimo, más que suelo, siento en mí, que tenga Dios personas que
con todo desasimiento le sirvan y que en nada de lo de acá se detengan como
veo es todo burla, en especial letrados; que, como veo las grandes necesidades
de la Iglesia, que éstas me afligen tanto, que me parece cosa de burla tener
por otra cosa pena, y así no hago sino encomendarlos a Dios; porque veo yo que
haría más provecho una persona del todo perfecta, con hervor verdadero de amor
de Dios, que muchas con tibieza.
8.
En cosas de la fe me hallo, a mi parecer, con muy mayor fortaleza. Paréceme a
mí que contra todos los luteranos me pondría yo sola a hacerles entender su
yerro. Siento mucho la perdición de tantas almas. Veo muchas aprovechadas, que
conozco claro ha querido Dios que sea por mis medios, y conozco que por su
bondad va en crecimiento mi alma en amarle cada día más.
9.
Paréceme que, aunque con estudio quisiese tener vanagloria, que no podría, ni
veo cómo pudiese pensar que ninguna de estas virtudes es mía; porque ha poco
que me vi sin ninguna muchos años, y ahora de mi parte no hago más de recibir
mercedes, sin servir, sino como la cosa más sin provecho del mundo. Y es así
que considero algunas veces cómo todos aprovechan sino yo, que para ninguna
cosa valgo. Esto no es, cierto, humildad, sino verdad, y conocerme tan sin
provecho me trae con temores algunas veces de pensar no sea engañada. Así que
veo claro que de estas revelaciones y arrobamientos que yo ninguna parte soy,
ni hago para ellos más que una tabla me vienen estas ganancias. Esto me hace
asegurar y traer más sosiego, y póngome en los brazos de Dios, y fío de mis
deseos, que éstos, cierto, entiendo son morir por El y perder todo el descanso,
y venga lo que viniere.
10.
Viénenme días que me acuerdo infinitas veces de lo que dice San Pablo (7)
aunque a buen seguro que no sea así en mí, que ni me parece vivo yo, ni
hablo, ni tengo querer, sino que está en mí quien me gobierna y da fuerza, y
ando como casi fuera de mí, y así me es grandísima pena la vida. Y la mayor
cosa que yo ofrezco a Dios por gran servicio, es cómo siéndome tan penoso
estar apartada de El, por su amor quiero vivir. Esto querría yo fuese con
grandes trabajos y persecuciones; ya que yo no soy para aprovechar, querría ser
para sufrir, y cuantos hay en el mundo pasaría por un tantito de más mérito,
digo en cumplir más su voluntad.
11.
Ninguna cosa he tenido en la oración, aunque sea de hartos años antes, que no
la haya visto cumplida. Son tantas las que veo, y lo que entiendo de las
grandezas de Dios, y cómo las ha guiado, que casi ninguna vez comienzo a pensar
en ello que no me falte el entendimiento, como quien ve cosas que van muy
adelante de lo que puede entender, y quedo en recogimiento.
12.
Guárdame tanto Dios en ofenderle, que, cierto, algunas veces me espanto, que me
parece veo el gran cuidado que trae de mí, sin poner yo en ello casi nada,
siendo un piélago de pecados y de maldades antes de estas cosas, y sin
parecerme era señora de mí para dejarlas de hacer. Y para lo que yo querría
se supiesen, es para que se entienda el gran poder de Dios. Sea alabado por
siempre jamás, amén (8).
Jhs
13.
Esta relación, que no es de mi letra, que va al principio, es que la di yo a mi
confesor, y él sin quitar ni poner cosa, la sacó de la suya. Era muy
espiritual y teólogo con quien trataba todas las cosas de mi alma, y él
las trató con otros letrados, y entre ellos fue el Padre Mancio (9). Ninguna
han hallado que no sea muy conforme a la Sagrada Escritura. Esto me hace estar
ya muy sosegada, aunque entiendo he menester, mientras Dios me llevare por este
camino, no fiar de mí en nada, y así lo he hecho siempre, aunque siento mucho.
Mire
vuestra merced que todo esto va debajo de confesión, como lo supliqué a
vuestra merced.
NOTAS
5
Escrita 9 meses después de la precedente (n. 1), es decir en 1563, fue
destinada muy probablemente al P. García de Toledo.
6
Alusión a la fundación de San José de Avila.
7
Gal. 2, 20.
8
El n. que sigue hace de epílogo a las 3 Relaciones. Advierte Ribera:
"Acabado esto, comienza poniendo primero Jesús como ella lo hacía siempre
que escribía, de esta manera, J H S" (p. 510). Fecha probable: fines de
1565.
9
Mancio del Corpus Christi, dominico, famoso profesor de Alcalá y Salamanca
(1497-1566).
4
a) 10)
Jhs
1.
Esta monja ha cuarenta años que tomó el hábito y desde el primero comenzó a
pensar en la Pasión de nuestro Señor por los misterios y en sus pecados, sin
nunca pensar en cosa que fuese sobrenatural, sino en las criaturas o cosas de
que sacaba cuán presto se acaba todo, y en esto gastaba algunos ratos del día
sin pasarle por pensamiento desear más, porque se tenía por tal, que aun
pensar en Dios veía que no merecía.
2.
En esto pasó como veintidós años con grandes sequedades, leyendo también en
buenos libros. Habrá como dieciocho, cuando se comenzó a tratar del primer
monasterio que fundó en Avila de Descalzas (como tres años antes), que
comenzó a parecerle que le hablaban interiormente algunas veces y a ver algunas
visiones y tener revelaciones (11). Esto jamás vio nada ni lo ha visto con los
ojos corporales, sino una representación como un relámpago, mas quedábasele
tan imprimido y con tantos efectos, como si lo viera con los ojos corporales, y
más.
3.
Ella era temerosísima, que aun algunas veces de día no osaba estar sola; y
como aunque más hacía no podía excusar esto, andaba afligidísima, temiendo
no fuese engaño del demonio; y comenzó a tratar con personas espirituales de
la Compañía de Jesús, entre los cuales fue el Padre Araoz, que acertó a ir
allí, que era Comisario de la Compañía, y el Padre Francisco que fue duque
de Gandía- (12) trató dos veces, y a un provincial de la Compañía -que está
ahora en Roma, de los cuatro-, llamado Gil González, y aun al que ahora lo es
en Castilla, aunque a éste no tanto; a Baltasar Alvarez, que es ahora Rector de
Salamanca: la confesó seis años; al Rector de Cuenca (13), llamado Salazar, y
al de Segovia, llamado Santander, éste no tanto tiempo; al Rector de Burgos,
que llaman Ripalda, y aun estaba harto mal con ella hasta que la trató; al
doctor Pablo Hernández en Toledo, que era Consultor de la Inquisición; a otro
Ordóñez, que fue Rector en Avila. Como estaba en los lugares, así procuraba
los que de ellos eran más estimados.
4.
A fray Pedro de Alcántara trató mucho, y fue el que mucho puso por ella.
5
Estuvieron más de seis años en este tiempo haciendo hartas pruebas, y ella con
hartas lágrimas y aflicción, y mientras más pruebas se hacían, más tenía,
y suspensiones hartas veces en la oración y aun fuera de ella (14). Hacíanse
hartas oraciones y decíanse misas porque Dios la llevase por otro camino,
porque su temor era grandísimo cuando no estaba en la oración, aunque en todas
las cosas que tocaban al servicio de Dios se entendía clara mejoría y ninguna
vanagloria ni soberbia, antes se corría de los que lo sabían, y sentía más
tratarlo que si fueran pecados, porque le parecía que se reirían de ella y que
eran cosas de mujercillas.
6.
Habrá como trece años, poco más o menos, que fue allí el Obispo de
Salamanca, que era Inquisidor creo en Toledo, y lo había sido aquí; ella
procuró de hablarle para asegurarse más y diole cuenta de todo (15). El le
dijo que todo esto no era cosa que tocaba a su oficio, porque todo lo que veía
y entendía siempre la afirmaba más en la fe católica, que ella siempre estuvo
y está firme y con grandísimos deseos de la honra de Dios y bien de las almas,
que por una se dejara matar muchas veces. Díjole, como la vio tan fatigada, que
escribiese al Maestro Avila, que era vivo, una larga relación de todo, que era
hombre que entendía mucho de oración, y que con lo que la escribiese, se
sosegase. Ella lo hizo así; y él la escribió asegurándola mucho (16). Fue de
suerte esta relación, que todos los letrados que la han visto que eran sus
confesores, decían era de gran provecho para aviso de cosas espirituales, y
mandáronla que lo trasladase e hiciese otro librillo para sus hijas, que era
priora, adonde las diese algunos avisos.
7.
Con todo esto, a tiempos no le faltaban temores, y parecióle que a gente
espiritual también podían estar engañados como ella, que quería tratar con
grandes letrados, aunque no fuesen muy dados a oración, porque ella no quería
sino saber si eran conforme a la Sagrada Escritura todo lo que tenía. Y algunas
veces se consolaba pareciéndole que, aunque por sus pecados mereciese ser
engañada, que a tantos buenos como deseaban darle luz, que no permitiría Dios
se engañasen.
8.
Con este intento comenzó a tratar con padres de Santo Domingo en estas cosas,
que antes que las tuviese muchas veces se confesaba con ellos. Son éstos los
que ha tratado: fray Vicente Barrón la confesó un año y medio en Toledo,
yendo a fundar allí, que era consultor de la Inquisición y gran letrado; éste
la aseguró mucho. Y todos le decían que como no ofendiese a Dios y se
conociese por ruin, que de qué temía. Con el Maestro fray Domingo Bañes (17)
, -que es consultor del Santo Oficio ahora en Valladolid me confesé seis
años, y siempre trata con él por cartas, cuando algo de nuevo se le ha
ofrecido. Con el Maestro Chaves. Con el segundo fue fray Pedro Ibáñez, que era
entonces lector en Avila y grandísimo letrado, y con otro dominico que llaman
fray García de Toledo. Con el P. Maestro fray Bartolomé de Medina,
catedrático de Salamanca, y sabía que estaba muy mal con ella, porque había
oído de estas cosas; y parecióle que éste la diría mejor si iba engañada,
que ninguno (esto ha poco más de dos años), y procuróse confesar con él, y
diole larga relación de todo, lo que allí estuvo, y procuró que viese lo que
había escrito para que entendiese mejor su vida. El la aseguró tanto y más
que todos, y quedó muy su amigo. También se confesó algún tiempo con el
Padre Maestro Fray Felipe de (18) Meneses que estuvo en Valladolid a fundar, y
era el Prior o Rector de aquel Colegio de San Gregorio, y habiendo oído estas
cosas, la había ido a hablar en Avila con harta caridad, queriendo saber si
estaba engañada, y que si no era razón no la murmurasen tanto; y se satisfizo
mucho. También trató particularmente con un Provincial de Santo Domingo,
llamado Salinas, hombre muy espiritual y gran siervo de Dios; y con otro lector
que es ahora en Segovia, llamado fray Diego de Yanguas, harto de agudo ingenio.
9.
Otros algunos, que en tantos años y con temor ha habido lugar para ello, en
especial como andaba en tantas partes a fundar, hanse hecho hartas pruebas,
porque todos deseaban acertar a darla luz, por donde la han asegurado y se han
asegurado.
10.
Siempre jamás estaba sujeta y lo está a todo lo que tiene la santa fe
católica, y toda su oración y de las casas que ha fundado, es porque vaya en
aumento. Decía ella, que cuando alguna cosa de éstas la induciera contra lo
que es fe católica y la ley de Dios, que no hubiera menester andar a buscar
pruebas, que luego viera era demonio.
11.
Jamás hizo cosa por lo que entendía en la oración, antes si le decían sus
confesores al contrario, lo hacía luego, y siempre daba parte de todo. Nunca
creyó tan determinadamente que era Dios con cuanto le decían que sí, que
lo jurara, aunque por los efectos y las grandes mercedes que le ha hecho en
algunas cosas, le parecía buen espíritu; mas siempre deseaba virtudes, y en
esto ha puesto a sus monjas, diciendo que la más humilde y mortificada sería
la más espiritual.
12.
Esto que ha escrito (19) dio al Padre Maestro fray Domingo Bañes, que está en
Valladolid, que es con quien más ha tratado y trata. Piensa que los habrá
presentado al Santo Oficio en Madrid (20). En todo ello se sujeta a la
corrección de la fe católica y de la Iglesia. Ninguno la ha puesto culpa,
porque son éstas cosas que no están en mano de nadie, y nuestro Señor no pide
lo imposible.
13.
Como se ha dado cuenta a tantos por el gran temor que traía, hanse divulgado
mucho estas cosas, que ha sido para ella harto grandísimo tormento y cruz; dice
ella que no por humildad, sino porque siempre aborrecía estas cosas que decían
de mujeres. Tenía extremo a no se sujetar a quien le parecía que creía era
todo de Dios, porque luego temía los había de engañar a entrambos el demonio.
Como quien veía temeroso, trataba su alma de mejor gana; aunque también le
daba pena con los que del todo despreciaban estas cosas era por probarla
(21), porque le parecían algunas muy de Dios, y no quisiera, que pues no veían
causa las condenaran determinadamente, tampoco como que creyeran que todo era de
Dios, porque entendía ella muy bien que podía haber engaño, y por esto jamás
le pareció asegurarse del todo en lo que podía haber peligro. Procuraba lo
más que podía en ninguna cosa ofender a Dios y siempre obedecer; y con estas
dos cosas se pensaba librar, aunque fuese demonio.
14.
Desde que tuvo cosas sobrenaturales, siempre se inclinaba su espíritu a buscar
lo más perfecto, y casi ordinario traía grandes deseos de padecer; y en las
persecuciones que tuvo hartas, se hallaba consolada y con amor particular a
quien la perseguía. Gran deseo de pobreza y soledad, y de salir de este
destierro por ver a Dios. Por estos efectos y otros semejantes se comenzó a
sosegar, pareciéndole que espíritu que la dejaba con estas virtudes no sería
malo, y así se lo decían con los que lo trataba, aunque para dejar de temer
no, sino para no andar tan fatigada. Jamás su espíritu la persuadía a que
encubriese nada, sino a que obedeciese siempre.
15.
Nunca con los ojos del cuerpo (22) vio nada, como está dicho, sino con una
delicadez y cosa tan intelectual, que algunas veces pensaba a los principios se
le había antojado, otras no lo podía pensar. Tampoco oyó jamás con los
oídos corporales, si no fueron dos veces, y éstas no entendió cosa de las que
decían, ni sabía quién.
16.
Estas cosas no eran continuas, sino en alguna necesidad algunas veces, como fue
una que había estado algunos días con unos tormentos interiores incomportables
y un desasosiego interior de temor si la traía engañada el demonio, como más
largamente está en aquella Relación (23), y también están sus pecados, que
así han sido públicos, como estotras cosas, porque el miedo que traía le ha
hecho olvidar su crédito; y estando así con aflicción que no se puede decir,
con sólo entender esta palabra en lo interior; Yo soy, no tengas miedo, quedaba
el alma tan quieta y animosa y confiada, que no podía entender de dónde le
había venido tan gran bien; pues no había bastado confesor, ni bastaran muchos
letrados con muchas palabras para ponerle aquella paz y quietud que con una se
le había puesto, y así otras veces que con alguna visión quedaba fortalecida;
porque a no ser esto, no pudiera haber pasado tan grandes trabajos y
contradicciones y enfermedades -que han sido sin cuento, y pasa, que jamás
anda sin algún género de padecer. Hay más y menos, mas lo ordinario es
siempre dolores con otras hartas enfermedades, aunque después que es monja la
han apretado más.
17.
Si en algo sirve al Señor y las mercedes que le hace, pasa de presto por su
memoria, aunque de las mercedes muchas veces se acuerda, mas no puede detenerse
allí mucho, como en los pecados, que siempre están atormentándola como un
cieno de mal olor. El haber tenido tantos pecados y servido a Dios tan poco,
debe ser causa de no ser tentada de vanagloria.
18.
Jamás con cosa de su espíritu tuvo persuasión, ni cosa sino de toda limpieza
y castidad, y sobre todo un gran temor de no ofender a Dios nuestro Señor y de
hacer en todo su voluntad. Esto le suplica siempre, y a su parecer está tan
determinada a no salir de ella, que no la dirían cosa en que pensase servir
más a Dios los que la tratan confesores y prelados que la dejase de poner
por obra, confiada en que el Señor ayuda a los que se determinan por su
servicio y gloria.
19.
No se acuerda más de sí, ni de su provecho en comparación de esto, que si
no fuese, a cuanto ella puede entender de sí y entienden sus confesores. Es
todo gran verdad lo que va en este papel, y lo puede probar con ellos vuestra
merced, si quiere, y con todas las personas que la han tratado de veinte años a
esta parte. Muy ordinario la mueve su espíritu a alabanzas de Dios, y querría
que todo el mundo entendiese en esto, aunque a ella le costase muy mucho. De
aquí le viene el deseo del bien de las almas; y de ver cuán basuras son las
cosas exteriores de este mundo y cuán preciosas las interiores que no tienen
comparación, ha venido a tener en poco las cosas de él.
20.
La manera de visión que vuestra merced me preguntó es que no se ve cosa ni
interior ni exteriormente, porque no es imaginaria; mas sin verse nada, entiende
el alma quién es, y hacia dónde se le representa, más claramente que si lo
viese, salvo que no se le representa cosa particular, sino como si una persona
sintiese que está otra cabe ella, y porque estuviese a oscuras no la ve, más
cierto entiende que está allí, salvo que no es comparación ésta bastante;
porque el que está a oscuras, por alguna vía, u oyendo ruido, o habiendo visto
antes la persona, entiende que está allí o la conoce de antes. Acá no hay
nada de eso, sino que sin palabra exterior ni interior entiende el alma
clarísimamente quién es, y hacia qué parte está, y a las veces lo que quiere
significar. Por dónde o cómo, no lo sabe; mas ello pasa así, y lo que dura no
puede ignorarlo; y cuando se quita, aunque más quiere imaginarlo como antes, no
aprovecha, porque se ve que es imaginación y no presencia, que ésta no está
en su mano; y así son todas las cosas sobrenaturales. Y de aquí viene no
tenerse en nada a quien Dios hace esta merced, porque ve que es cosa dada y que
ella allí ni puede quitar ni poner; y esto hace quedar con mucha más humildad
y amor de servir siempre a este Señor tan poderoso, que puede hacer lo que acá
no podemos aun entender; como aunque más letras tengan, hay cosas que no se
alcanzan.
Sea
bendito el que lo da, amén, para siempre jamás.
NOTAS
10
En Sevilla a fines de 1575 (cf. Ribera IV, c. 7, p. 368), o quizá a principios
de 1576. El plano de arriba contiene el texto de Caprarola (autógrafo). El de
abajo el texto de Ribera (IV, c. 7, pp. 369-375) y ms. de Avila y Toledo.
11
Escribe entre 1575 y 1576. "Ha 40 años que tomó el hábito":
1535-1536. - "Pasó como 22 años con grandes sequedades": 1535-1556.
- "Habrá como 18, cuando se comenzó a tratar del primer monasterio...,
como 3 años antes...": 1557-1560.
12
De Buendía, escribió primero la Santa.
13
De Sigüenza, escribió primero.
14
Las palabras en cursiva, fueron añadidas entre líneas por la Autora.
15
Francisco de Soto y Salazar (cf. Vida 40, 16).
16
Alusión a la Vida y a las cartas del B. Avila de abril y septiembre de 1568 (cf.
B.M.C., t. II, páginas 207-210).
17
Por Domingo Báñez: error evidente en que incurren Ribera (p. 371) y los
amanuenses de Toledo y Avila.
18
Lo subrayado, escrito entre líneas por la Santa.
19
El libro de la Vida.
20
Efectivamente, el libro estaba ya en poder del Santo Oficio de Madrid. Báñez
había firmado su censura a 7/7/1575.
21
Añadió entre líneas.
22
Del espíritu, había escrito, y lo borró.
23
En la Vida.