Poesia 21

MI CIELO

Festividad del Ssmo. Sacramento
7 de junio de 1896.

1 Para poder soportar el destierro
de este valle de lágrimas,
de mi amado Salvador necesito la mirada.
Esa mirada divina, llena de amor, me revela
sus inefables encantos, nuncios de la dicha eterna.
Y mi Jesús me sonríe cuando por él suspiro,
y entonces ya no siento la prueba de la fe.
La mirada de mi Dios y su inefable sonrisa
¡son mi cielo para mí!

2 Mi cielo es atraer sobre las almas,
sobre mi Madre la Iglesia <1> y mis hermanos,
las gracias de Jesús y sus divinas llamas
que abrasan y que alegran del hombre el corazón.
Todo puedo obtenerlo cuando, allá en lo secreto,
a mi divino Rey le hablo,
corazón a corazón.
Esta íntima oración cerquita del santuario
¡es mi cielo para mí!

3 Mi cielo está escondido en la pequeña hostia
en que Jesús, mi Esposo, se oculta por amor.
Y de este divino horno quiero sacar mi vida,
mi Salvador está en él y me escucha noche y día.
¡Oh dichosísimo instante, cuando en tu inmensa ternura
vienes a mí, Amado mío, para transformarme en ti!
Esta inefable embriaguez y esta unión de corazones
¡son mi cielo para mí!

4 Mi cielo es sentir en mí la semejanza de Dios,
que con un soplo potente <2> a su imagen me creó.
Mi cielo es permanecer en su presencia divina,
y llamarla Padre mío, y ser y sentirme su hija.
En sus divinos brazos no temo la tormenta.
¡Es toda y mi sola ley el abandono completo <3>!
Dormitar sobre su pecho, muy cerquita de su cara
¡es mi cielo para mí!

5 Mi cielo yo lo he encontrado en la santa Trinidad,
que, prisionera de amor, habita en mi corazón.
Contemplando allí a mi Dios, yo le repito, sin miedo,
que quiero amarle y servirle hasta mi postrer aliento.
Es mi cielo sonreír a ese Dios al que adoro
cuando él se quiere esconder para probar mi fe.
Sonreír mientras espero a que él mi mire otra vez
¡es mi cielo para mí!

(Pensamientos de sor san Vicente de Paul,
puestos en verso por su hermanita sor Teresa
del Niño Jesús.)

NOTAS P 21 - MI CIELO

Fecha 7 de junio de 1896. - Compuesta para: sor San vicente de Paul, a petición suya. Publicación: HA 98, tres versos corregidos. - Melodía: Himne à l'Eucharistie.

Poesía algo melancólica, pero iluminada por una sonrisa y llena de confianza, sin duda para responder a los "pensamientos" de la destinataria. La "mirada llena de amor" de Jesús, el "corazón a corazón" con él en una oración que se hace intercesión por la Iglesia, La "unión de corazones" en la Eucaristía transformante, la "semejanza" filial, el "abandono completo" en el Corazón del Padre, la inhabitación de la "santa Trinidad" en el corazón amante van siendo cantados uno tras otro en versos alejandrinos que a veces alcanzas una hermosa solidez.

Sin embargo, Teresa desliza en ellos discretamente (y con su propio nombre), al principio y al final, una evocación de su propia "prueba de la fe" (única mención en los escritos). Seguir, a pesar de todo, sonriendo al Dios que se esconde ("redoblar las ternuras", P 29,4; hacerle toda suerte de cumplidos", CA 6.7.3): ésta será su respuesta hasta el último atardecer.

<1> Primera vez que aparece esta expresión que hará famosa el Ms B 3vº y 4vº.

<2> Sólo aquí se encuentra esta bella expresión -soplo-, que para Teresa es siempre sinónimo de suavidad y frescor primaveral.

<3> Esta palabra no había vuelto a aparecer en las Poesías desde P 2 (de abril de 1894); la encontraremos luego en siete ocasiones (PN 38; P 26, 28, 34).


Poesia 22

LO QUE PRONTO VERÉ POR VEZ PRIMERA

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús
12 de junio de 1896.

1 Me encuentro en tierra extranjera
todavía, mas presiento
la futura, eterna dicha.
Quisiera dejar la tierra
para contemplar de cerca
las maravillas del cielo.
Soñando en aquella vida,
no siento de mi destierro
ni el peso ni la medida.
Pronto volaré, Dios mío,
hacia mi única patria,
¡volaré por vez primera!

2 Dame, Jesús, blancas alas
para emprender hacia ti,
rauda y alegre, mi vuelo.
Quiero verte, mi tesoro,
quiero volar a las playas
eternas de tu azul reino.
Quiero volar a los brazos
maternales de María,
y descansar en su trono,
que para mí es su regazo,
y de mi Madre querida
el dulce beso de amor
¡recibir por vez primera!

3 No tardes en descubrirme,
¡oh, mi Amado!, la dulzura
de tu primera sonrisa.
Cumple mi ardiente delirio <1>,
déjame estar escondida
en tu corazón divino.
¡Oh dichosísimo instante,
oh felicidad cumplida,
cuando escuche el dulce acento
de tu voz, y cuando pueda
de tu rostro el claro brillo
contemplar por vez primera!

4 Lo sabes bien, mi martirio,
mi único y solo martirio,
¡oh Corazón de Jesús!,
es tu amor, y si suspiro
por verte pronto en el cielo,
es para amarte, que amarte
más y más cada vez quiero.
En el cielo, emborrachada
dulcemente de ternura,
yo te amaré sin medida,
Jesús, te amaré sin ley.
Y esta mi felicidad
constante y eternamente
me parecerá tan nueva
¡como la primera vez!

La hermanita del Niño Jesús.

NOTAS P 22 - MI ESPERANZA

Fecha: 12 de junio de 1896. - Compuesta para: sor María del Sagrado Corazón, a petición suya para su cumpleaños. - Publicación: HA 98 (bajo el título "Mi esperanza"), seis versos corregidos. - Melodía: ninguna indicación.

"Pronto, volar, ver, amar": éste es el deseo apasionado de Teresa en junio de 1896, lo que exige su amor, lo que ella "quiere". Hace un mes, la Venerable madre Ana de Jesús, que la visitó en sueños, le dijo: "Sí, pronto, pronto, te lo prometo".

Este sueño -"rayo de gracia en medio de la más oscura tormenta"- encuentra un eco en esta poesía, llena de fervor, movida, orientada hacia el más allá, y con un cierto grado de angustia o de melancolía subyacente. El "pronto, pronto" que Teresa repite con verdadera alegría aviva el deseo de rasgar los velos. "Pronto" no son alas de paloma lo que ella pide, como el salmista, para "volar y descansar", sino "las propias alas del Aguila divina" (Ms B 5vº). Y "pronto" podrá ver.

La "sonrisa", el "corazón" el "rostro" del Amado: es un amor a la vez humano y sobrenatural el que aquí se expresa. Un amor que es fuente de "martirio", y hay que darle toda su fuerza a esta palabra que brota de manera espontánea (estr. 4). Teresa, cual esposa impaciente, sufre un verdadero martirio por causa de su amor a Jesús que aún no puede abrirse en plenitud en su presencia. Y ya sólo suspira ardientemente por ese cielo en donde podrá "amar sin medida y sin ley" (nótese la fuerza de la expresión).

<1> Palabra rara en Teresa, que confirma el tono apasionado de esta estrofa.

<2> Reproche afectuoso a Jesús por dejarla tanto tiempo "en tierra extrajera", su "único martirio", pues, en su comparación, los sufrimientos de aquí abajo nada cuentan para Teresa: no es el deseo de verse liberada de ellos lo que la hace "suspirar" por el cielo.


Poesia 23

ARROJAR FLORES

1 Jesús, Amado mío,
al pie de tu calvario
quiero, todas las tardes,
arrojarte mis flores,
deshojarte mi rosa
-mi rosa primavera <1>-
y enjugar con sus pétalos
tu llanto <2>, mi Señor.

E. 1 ¡Arrojarte mis flores,
ofrecerte en primicia
sacrificios pequeños,
mis suspiros más leves,
mis dolores más hondos,
y mi dicha y mis penas...,
arrojarte mis flores <3>
y mi rosa, Señor!

2 De tu inmensa belleza
se ha prendado mi alma <4>.
Yo quiero prodigarte
mis flores y perfumes,
por tu amor arrojarlos
sobre el ala del viento
e inflamar corazones
para ti, mi Señor.

E. 2 Y cuando sufro y lucho <5>
por salvar pecadores,
arrojarte mis flores.
Mis flores son el arma
que me da la victoria.
Te desarmo y te venzo
con mis flores, Señor.

3 Mis flores con sus pétalos
acarician tu rostro
y te dicen que es tuyo
todo mi corazón.
De mi rosa en deshoje
tú entiendes el lenguaje,
miras y le sonríes
a mi amor tú, Señor.

E. 3 ¡Arrojarte mis flores,
repetir mi alabanza
es mi única alegría,
es todo mi placer
en este oscuro valle
de sombras y de lágrimas!
Al cielo pronto iré,
con los pequeños ángeles
iré a arrojarte flores
¡mis flores, oh Señor!

NOTAS P 23 - ARROJAR FLORES

Fecha: 28 de junio de 1896. - Compuesta para: la madre Inés de Jesús para su santo (Paulina). - Publicación: HA 98, tres versos corregidos. - Melodía: Oui, je le crois, elle est immaculée.

Todas las noches del mes de junio de 1896, Teresa y las cinco jóvenes novicias se reúnen alrededor de la cruz de granito del patio. Recogen los pétalos que han caído de una veintena de rosales y los arrojan al Crucifijo. Este rito simbólico acaba gustándole a la madre Inés de Jesús.

A pesar de algunos aciertos, el texto no tiene mayores pretensiones poéticas. Su gracia virgiliana, la ternura de la expresión, el encanto de las imágenes pueden llamar un poco a engaño acerca de la fuerza real del símbolo, tan rico de por sí en el caso presente. Tal vez se sienta también excitada la sensibilidad del lector a causa de los estereotipos asociados a esa imagen de Teresa ("arrojar flores", "rosa deshojada" "angelitos"), para la que este poema es uno de los lugares privilegiados. Sería una pena que esto nos llevase a despreciar una poesía que es esencial en el repertorio teresiano, tanto más cuanto que ese símbolo de arrojar flores hunde sus raíces en la infancia de Teresa (Ms A 17rº).

La última etapa de toda su vida de amor la cantará nuestra carmelita en Una rosa deshojada (P 33). El anuncio floreado de su misión póstuma, "una lluvia de rosas" (CA 9.6.3) desvela -o, mejor, no debería velar- la única pretensión de Teresa para el cielo y en la tierra: amar a Jesús y hacerlo amar.

<1> Teresa cita estos cuatro versos en CA 14.9.1. La "rosa primavera" es entonces ya ella misma, a quince días de la muerte.

<2> Un deseo muy antiguo en Teresa (cf Cta 74, 95, 115, 134), un gesto que se asemeja al de la Verónica (cf Cta 98).

<3> Cf Ms B 4rº/vº y CA 6.8.8.

<4> Es ésta la primera de las once veces que se menciona la lucha en las Poesías en las Recreaciones Piadosas hasta marzo de 1897; cf Poésies, II, p. 260. Casi todas ellas tienen miras apostólicas. Este vocabulario guerrero es un débil eco de la obra teatral de índole muy combativa El triunfo de la humildad (RP 7), que había sido representada unos días antes (21/6/1896).


Poesia 24

SÓLO JESÚS

1 Mi corazón ardiente quiere darse sin tregua,
siente necesidad de mostrar su ternura.
Mas ¿quién comprenderá
mi amor, qué corazón
querrá corresponderme?
En vano espero y pido
que nadie pague con amor mi amor.
Sólo tú, mi Jesús,
eres capaz de contentar mi alma.
Nada puede encantarme aquí en la tierra,
no se halla aquí la verdadera dicha.

¡Mi única paz, mi amor, mi sola dicha
eres tú, mi Señor!

2 Tú supiste crear un corazón de madre,
por eso encuentro en ti
al más tierno y amable de los padres.
¡Oh, Jesús, mi único amor, Verbo eterno!,
tu corazón es para mí más dulce
que el corazón más dulce de una madre.
A cada instante y paso
me sigues en mis pasos y me guardas.
Cuando te llamo, acudes prontamente.
Y si, tal vez, parece que te escondes,
tú mismo vienes en mi ayuda luego
para poder buscarte.

3 En ti solo, Jesús, mi afición pongo,
corro a tus brazos, a esconderme en ellos.
Como un niño pequeño quiero amarte,
como un bravo soldado luchar quiero.
Como un niño, te colmo de caricias,
y de mi apostolado en la palestra
como un guerrero a combatir me lanzo...

4 Tu corazón divino,
que guarda y que devuelve la inocencia,
no es capaz de frustrar mis esperanzas.
En ti, Señor, reposan mis deseos:
después de este destierro,
al cielo a verte iré.
Cuando la tempestad se alza en mi alma,
levanto a ti mis ojos,
y en tu tierna mirada compasiva
yo leo tu respuesta:
"¡Hija mía, por ti creé los cielos!"
5 Yo sé que mis suspiros y mis lágrimas
ante ti están y te encantan, mi Señor.
Los serafines forman en el cielo
tu corte, y sin embargo
tú vienes a buscar mi pobre amor...
Quieres mi corazón, aquí lo tienes,
te entrego enteros todos mis deseos.
Y por ti, ¡oh mi Rey y Esposo mío!,
a los que amo seguiré yo amando.

NOTAS P 24 - SÓLO JESÚS

Fecha: 15 de agosto de 1896. - Compuesta para: sor María de la Eucaristía, a petición suya, para su cumpleaños y para el primer aniversario de su entrada en el Carmelo. - Publicación: HA 98, dos versos corregidos. - Melodía: Près d'un berceau.

Teresa descuella por su capacidad de ponerse en el lugar de los demás, sin dejar de ser, cuando habla, plenamente ella misma. En Sólo Jesús es fácil, ciertamente, reconocer a la gran enamorada de Jesús en ese verano de 1896; pero se puede leer también ahí, con la misma facilidad, una biografía espiritual de María de la Eucaristía.

En esa época, Teresa está viviendo unas semanas de un extraordinaria densidad espiritual. Su "noche", sin ser tan oscura como llegará a serlo en 1897, la lanza con mayor fuerza que nunca hacia la persona de Jesús. El 6 de agosto, se había consagrado a la Santa Faz (junto con dos novicias) en una plegaria totalmente impregnada de amor (Or 12). Combatiente con el P. Roulland, que acaba de partir para China, descubre en Isaías, con nuevas tonalidades, los hermosos textos de la infancia espiritual (cf Cta 196). Aspira cada vez más a "amar como un niñito". En su interior bulle un número incalculable de deseos vehementes y bien probados que logra integrar en la sencillez de una única vocación (cf Ms B).

El poema habla el lenguaje del amor humano, al estilo del Cantar de los Cantares. Por uno de esos cambios bruscos de dirección, tan propios de Teresa, la última estrofa incita a una actitud completamente distinta a la del punto de partida. Al comienzo, la criatura proponía su amor como para la galería: "¿Quién comprenderá?", "¿Qué corazón querrá?". Ahora descubre un corazón de una ternura mucho más desbordante aún que el suyo: un amor que se hace pobre, pedigüeño, que "mendiga" los suspiros y las lágrimas de su criatura. A un amor así no se puede resistir, hay que entregarse por entero.

El amor a "Jesús solo" es el programa que Teresa propone a la generosidad de María de la Eucaristía, a medio camino entre el "descanso" del primer cántico que compone para su prima (P 13) y el violento "combate" del de su profesión (P 32). La antítesis "niño-guerrero" queda por la grafía cursiva que Teresa reserva para las palabras importantes. El vocabulario es el del Ms B 2vº y el de Cta 194.


NOTAS P 25 - LAS SACRISTANAS DEL CARMELO

Fecha: principios de noviembre de 1896. - Compuesta para: sor María Filomena de Jesús, a petición suya, y las demás sacristanas. - Publicación: HA 98, cinco versos corregidos. - Melodía: ninguna indicación.

Evocaríamos aquí gustosos algo parecido a la escala de Jacob, para expresar ese intercambio misterioso entre el cielo y la tierra, cuyos agentes incansables son las sacristanas, y que viene expresado en unas estrofas llenas de ternura.

Ternura callada de la "mujer de su casa", por así decirlo: esposa "más feliz que una reina", cuyo corazón está siempre atento a su esposo, mientras sus manos trabajan diligentemente por él. Ternura callada también la de la carmelita, asociada al apóstol desde el lugar que a ella le corresponde, el de acompañante escondida. En uno y otro caso, compañera que se ha hecho semejante al hombre a quien ayuda.

A estas señas responde perfectamente la primera destinataria de la poesía, sor María Filomena, que ha pedido a su antigua compañera de noviciado que le componga unas coplillas para cantarlas en la soledad.

En un tono sumamente sencillo, la segunda parte (estr. 7-10) ofrece una respuesta al aparente desafío del Manuscrito B. Allí Teresa proclamaba, entre otros ardientes anhelos, su deseo de ser sacerdote, deseo irrealizable debido a las circunstancias. Aquí canta su forma concreta de tomar parte sin demora en la "sublime misión del sacerdote". "Transformada" en Jesús por la eucaristía, "convertida" en él, ¿no acaba siendo "otro Cristo", como entonces les gustaba definir al sacerdote? Y va describiendo la parte que ella tiene en la misión, en la penitencia, en la eucaristía.

Por lo tanto, ningún complejo de inferioridad frente a los "hombres", frente a los sacerdotes. Pero tampoco la más mínima presunción: para Teresa, quien actúa es Jesús, con la colaboración de los hombres... Y de las mujeres.

Una bella imagen para concluir este hermoso poema: el copón se dilata hasta alcanzar las dimensiones infinitas del cielo, que no solamente está "poblado" de elegidos (p 15,16, sino incluso "lleno". No hay "sitios vacíos" (cta 135). Teresa va a "luchar por ello sin tregua ni descanso" (p 29,6). Ni siquiera en el cielo habrá reposo hasta que esté "completo el número de los elegidos" (CA 17.7).


Poesia 26

AL NIÑO JESÚS

1. Tú, Jesús, me conoces,
tú mi nombre conoces, y me llamas
con la dulce mirada de tus ojos…
Ellos me comunican tu palabra:
"Simple abandono, conducir yo quiero,
mi amada, tu barquilla".

2. Y con tu voz de niño, ¡oh maravilla!,
sólo con tu voz débil,
calmas el mar rugiente,
pones paz en el viento.

3. Si mientras brama la tormenta, ¡oh Niño!,
tú te quieres dormir,
posa tu linda cabecita blonda
sobre mi corazón.

4. ¡Qué encantador sonríes cuando duermes!
Con mi canto más dulce
yo meceré tu cuna tiernamente,
¡Oh hermoso Niño mío!

NOTAS P 26 - AL NIÑO JESÚS

Fecha: diciembre de 1896. - Compuesta para: sor María de San José, a petición suya. - Publicación: HA 98 (con el título de "Al Niño Jesús"), tres versos corregidos. - Melodía: Où vas-tu quand tout est noir?

Una vez más, una poesía hecha por encargo, en la que Teresa juega al equilibrio entre el "niño" y la "tormenta", y luego Jesús que calma la tempestad... El niño que duerme (o, mejor, que no duerme...) durante la tormenta forma parte de los arquetipos de la infancia. Mientras tanto, Jesús quiere dormir, como más tarde en la barca... Un juego sutil.

Este dulce encantamiento es especialmente apropiado para la destinataria, una compañera de carácter tormentoso que Teresa se ha propuesto domesticar. Pues esta mujer tan dura es a la vez como la manteca, y unas pocas palabras infantiles logran desarmarla mejor que mil razonamientos. Y unas coplillas como éstas podían transformar un mar tempestuoso... en madre mimosa que meza "tiernamente" la "cabecita rubia" del Niño que se entrega a ella para llevarla a entregarse a él.


Poesia 27

LA PAJARERA DEL NIÑO JESÚS

1 Para los desterrados de la tierra
Dios creó los graciosos pajarillos.
Ellos van gorjeando su plegaria
por bosques, valles, montes y laderas.

2 Los traviesos y alegres rapazuelos,
tras de escoger algunos preferidos,
los cazan y aprisionan
en lindas jaulas de doradas rejas.

3 ¡Oh Jesús, hermanito!,
tú abandonaste el cielo por nosotros,
pero sabes muy bien que es el Carmelo
Niño divino, tu bella pajarera.

4 Amamos nuestra jaula,
sin ser ella dorada.
Nunca de su prisión escaparemos
ni a la llanura azul ni al bosque oscuro.

5 Jesús, los bosques de este mundo
no pueden contentarnos.
En la profunda soledad queremos
cantar para ti solo.

6 Es tu blanca manita
la que orienta y atrae nuestro vuelo.
¡Qué bellos son, oh Niño, tus encantos!
En tu sonrisa quedan,
cautivos de su luz, los pajarillos.

7 Aquí el alma sencilla, pura y cándida
halla el motivo exacto de su amor.
Aquí la blanca y tímida paloma
no teme ya el ataque del buitre carnicero <1>.

8 En alas de una cálida plegaria
el corazón se eleva como alondra ligera,
como alondra que sube cantando
y sube altísima.

9 Se escucha aquí el gorjeo
del reyezuelo y del pinzón alegre.
Niño Jesús, tus pajarillos cantan,
en su jaula, tu santo y dulce nombre.

10 Vive siempre cantando el pajarillo,
su pan no le preocupa,
ni siembra ni recoge,
y un granito de mijo le contenta.

11 Y como al pajarillo,
en nuestra pajarera
todo, Divino Niño, nos viene de tu mano.
Sólo una cosa es necesaria, una,
y esta cosa es amarte.

12 Por eso, con los puros espíritus del cielo
contamos noche y día tus glorias y alabanzas.
Y sabemos con cuánto amor los ángeles <2>
nos miran a nosotras,
tus pobres pajarillos del Carmelo.

13 Para enjugar las lágrimas
que te hacen derramar los pecadores,
tus pajarillos cantarán tus gracias,
y el dulce canto de tus avecillas
te atraerá corazones.

14 Un día, lejos de la triste tierra,
al escuchar tu voz y tu llamada,
desde tu pajarera
tus pajarillos volarán al cielo.

15 Y allí, con las falanges
de pequeños y alegres querubines,
eternamente, Niño,
cantaremos tus glorias.

NOTAS P 27 - LA PAJARERA DEL NIÑO JESÚS

Fecha: Navidad de 1896. - Compuesta espontáneamente para la comunidad en la noche de Navidad. Publicación: HA 98, cuatro versos corregidos. - Melodía: Au Rossignol.

Una hermosa imagen es el punto de partida de esta "Navidad de los pájaros" que estira un poco demasiado la comparación entre la pajarera y el Carmelo. Pero para la recreación de un fiesta como Navidad, bien puede permitirse algún exceso... Cada pájaro canta aquí en su propio registro: la paloma, la alondra, el reyezuelo, el pinzón. Al igual que los pájaros del Evangelio, "que no siembran ni siegan", la carmelita lo recibe "todo de la mano" de Jesús; de ahí su alegría y su abandono y su consagración a "la única cosa necesaria, amar". Al final, todos los pájaros, ya libres, "volarán al cielo", en donde continuarán su canto de alabanza.

Diez años antes, una pajarera adornaba la "pobre buhardilla" de Teresa (Ms A 42vº); en el Carmelo, los pájaros seguirán poblando sus sueños (Ms A 79rº); en el verano de 1896, con el Ms B, el valor simbólico del pájaro adquiere una nueva dimensión: será la señal por excelencia de la unidad dinámica, y aun cuando "no esté en su poder el volar", como el pájaro es canto tanto como vuelo, ni siquiera en el mismo corazón de la tormenta -las pruebas del cuerpo y del alma- Teresa renunciará a cantar (estr. 10; cf 34,15 y Ms B 5vº).

<1> Cf Ms B 5vº y P 2,53-54.

<2> Cf Ms B 5rº/vº.


Poesia 28

A MIS HERMANITOS DEL CIELO

"El que sea pequeñito
que venga a mí" (Proverbios)

1 Venturosos pequeñines, ¡con qué amor, con qué ternura,
en otro tiempo Jesús, el Rey del cielo, os bendijo,
y de caricias y besos vuestras frentes jubilosas
él colmó!
De todos los inocentes erais vosotros figura,
y adivino las riquezas y los gozos que en el cielo,
sin medida, a manos llenas,
os dará vuestro Jesús,
Rey de reyes.

2 Contemplasteis los encantos y las bellezas del cielo,
inmensas e innumerables,
antes de haber conocido las tristezas y amarguras
del destierro,
¡lirios blancos
pequeñitos!
¡Oh capullos perfumados,
en la virgen luz del alba <1> cortados por el Señor...!
El dulce sol del amor que vuestras tiernas corolas
un día hizo estallar <2>
¡fue, sin duda, su divino
corazón!

3 ¡Oh que inefables cuidados y qué exquisitas ternuras,
cuánto amor,
oh niños recién nacidos,
os prodiga aquí en la tierra
la Iglesia, que es nuestra Madre!
En sus brazos maternales fuisteis a Dios ofrecidos
como cándidas primicias.
Eternamente seréis del hermoso y azul cielo
las delicias.

4 Componéis vosotros, niños,
el cortejo virginal que sigue al dulce Cordero,
y podéis cantar también
-¡asombroso privilegio!-
el cántico de las vírgenes
canto nuevo.
Sin combatir ni luchar como los conquistadores,
su misma gloria alcanzasteis:
el Salvador os ganó la victoria y la corona,
¡oh graciosos
vencedores!

5 No luce en vuestras cabezas luz de brillantes preciosos,
sólo el reflejo dorado de vuestros sedosos bucles,
que a los bienaventurados
embelesa...
¡Todo es vuestro <3>, los tesoros de todos los elegidos,
sus palmas y sus coronas!
En el cielo, sus rodillas <4> son vuestros más ricos tronos,
¡niños santos!

6 Junto a los angelitos jugáis al pie del altar,
vuestros cantos infantiles, ¡oh encantadoras ras falanges!,
son el encanto del cielo,
¡dulce encanto!
Dios os cuenta cómo hizo los pájaros y los vientos <5>
y las rosas.
Ningún genio hay en la tierra que sepa lo que vosotros,
pequeñines.

7 Alzando del firmamento el velo azul, misterioso,
cogéis en vuestras manitas <6> las estrellas de mil luces.
Cuando cruzáis el espacio, a vuestro paso dejáis
una hermosísima estela
argentada.
Cuando miro por la noche la brillante Vía Láctea,
me parece en ella veros
a vosotros.

8 A los brazos de María corréis tras de vuestros juegos,
y escondiendo vuestras rubias cabecitas infantiles
bajo su velo estrellado,
os dormís...
Gusta el inmenso Señor,
¡oh pequeños traviesillos!, de vuestra infantil audacia:
¡os atrevéis a llenar de besos y caricias <7>
su augusta, adorable faz!,
¡qué favor!

9 El Señor me dio en vosotros, dulces santos inocentes,
un acabado modelo.
Yo quiero en la tierra ser
vuestra imagen,
niños míos
pequeñitos.
Ayudadme a conseguir las virtudes de la infancia:
me encanta vuestro candor,
vuestro abandono perfecto y vuestra amable inocencia
cautivan mi corazón.

10 ¡Oh, mi Señor, tú conoces estos ardientes deseos
de mi alma desterrada!
Lirio hermoso de los valles,
para ti segar quisiera lirios henchidos de luz...
Busco y quiero para ti capullos de primavera,
el agua de tu bautismo <8> vierte sobre ellos, Señor,
¡y luego ven a cortarlos!

11 Quiero aumentar la falange de los santos inocentes,
mi alegría y mis dolores cambio por almas de niños.
¡Oh Rey de los elegidos!,
quiero <9> entre esos inocentes tener también yo mi
puesto:
como ellos quiero besar tu dulce rostro, Jesús,
en el cielo.

NOTAS P 28 - A MIS HERMANITOS DEL CIELO

Fecha: 28 de diciembre de 1896. - Compuesta: espontáneamente para ella misma. - Publicación: HA 98 (con el título de "A mis hermanitos del cielo, los Santos Inocentes"), cuatro versos retocados, - Melodía: La rose mousse, o bien Le fil de la Vierge.

Desde el verano de 1896, en que descubre los textos más bellos sobre la infancia, Teresa piensa mucho en los Inocentes. Durante sus ejercicios espirituales del mes de septiembre, pinta, en dos ejemplares, una estampa-recuerdo de sus cuatro hermanitos y hermanitas muertos de niños. Al dorso, escribe unos versículos de la Sagrada Escritura sumamente significativos (cf Est 5 y 6). A la luz de estos versículos, las estrofas de esta poesía proclaman la misericordia gratuita, incluso escandalosa, que Dios ha desplegado en favor de unos niños que nunca llegaron al uso de razón y para los que "el Salvador", y sólo él, "ganó la victoria". Diez años antes, sus "hermanitos del cielo" habían liberado a Teresa del tormento de los escrúpulos (Ms A 44rº); hoy su ejemplo la salva de la angustia de las "manos vacías" (CA 23.6).

En un exceso de amor (Ms A 4vº), Teresa llegará incluso a "desear la muerte" a muchos niños bautizados; pero no, en primer lugar, "para que vayan al cielo", sino para ofrecer a Jesús esas "frescas flores abiertas" que son las que él prefiere....

Nótese que Teresa no se deja engañar por su imaginería,un poco exagerada (cf Ca 21/26.5.9); esas flores, esos niños y ese mundo estelar pretenden trasladarnos a un mundo espiritual, radiante de frescor, de luz y de alegría.

<1> El tema de esta poesía no es el de unos niños mártires: es Jesús, y no el perseguidor, quien corta sus lirios. La referencia de HA 98 a los Santos Inocentes es, pues, inexacta.

<2> Cf Cta 124.

<3> Cf Cta 182, que remita a la Oración del alma enamorada de san Juan de la Cruz.

<4> Para Teresa y Celina, habrá algo mucho mejor que las "rodillas" de los elegidos: las del propio Jesús... Cf Cta 211+, un billete contemporáneo de P 28; y P 11,54.

<5> Preciosa imagen poética para expresar la idea de que Dios concede su reino a los pequeños y no a los sabios...

<6> Estas imágenes cósmicas son tanto más fuertes cuanto que se está hablando de niños; cf RP 2,7rº.

<7> Cf Ca 5.7.3.

<8> Cf RP 2, 6vº.

<9> Teresa exige mucho en sus poesías (PN 12,8; P 10,5; 15,11; 18,4; PN 29,8; P 20,2; PN 35,4; P 24,1; PN 41,2; y aquí)...

 


Poesia 29

MI ALEGRÍA

1 Hay almas en la tierra
que van, en vano, en busca de la dicha.
No es ése el caso mío:
yo llevo la alegría dentro del corazón.
No es una flor efímera, la tengo para siempre,
cada día me manda al alma su sonrisa,
lo mismo que una rosa de eterna primavera.

2 Soy, en verdad, dichosa en demasía,
hago siempre y en todo lo que deseo y quiero.
¿Cómo podría yo no estar alegre,
cómo ocultar mi júbilo?
Amar el sufrimiento es mi alegría,
sonrío cuando lloro.
Con gratitud escojo la espina entre mis flores <1>.

3 Cuando el azul del cielo se oscurece
y parece que el cielo me abandona <2>,
mi alegría es quedarme en medio de la sombra,
escondida y pequeña.
Mi alegría es cumplir siempre
la santa voluntad de mi Jesús,
mi único y solo amor.
Así, vivo sin miedo,
amo el día y la noche <3> por igual.

4 Mi alegría es ser pequeña, permanecer pequeña <4>,
así, si alguna vez en el camino caigo,
me levanto enseguida,
y mi Jesús me coge de la mano.
Y colmándole entonces de caricias,
le digo que él es todo para mí...
Redoblo mis ternuras cuando él se hurta a mi fe.

5 Mi alegría es esconder a mis hermanas,
cuando lloro, mis lágrimas,
que tiene el sufrimiento sus encantos
cuando velar sabemos con flores su aridez.
Quiero sufrir, mas sin decir palabra,
para que mi Jesús se sienta consolado,
que mi alegría es ver cómo él sonríe
mientras en el destierro está mi corazón.

6 Mi alegría es luchar siempre, sin tregua ni descanso,
por poder engendrar multitud de elegidos.
Es decir, con ternura y muchas veces,
a mi dulce Jesús:
"Por ti, hermano divino, sufro gozosamente.
Mi alegría en la tierra, mi única alegría,
es poder alegrarte".

7 Quiero seguir viviendo largo tiempo en la tierra,
si ése es tu deseo, mi Señor.
Quiero seguirte al cielo,
si te complace a ti <5>.
El fuego de la patria,
que es el amor,
sin cesar me consume.
¿Qué me importa mi vida? ¿Qué me importa la muerte?
¡Amarte, ése es mi gozo!
¡Mi única dicha, amarte...!

NOTAS P 29 - MI ALEGRÍA

Fecha: 21 de enero de 1897. - Compuesta para: la madre Inés de Jesús por su santo. - Publicación: HA 98 ("Mi paz y mi alegría"), catorce versos corregidos. - Melodía: Où vas-tu, petit oisseau?

"Ahí está toda mi alma", dice simplemente Teresa al entregar Mi alegría a la madre Inés para su cumpleaños, en unos momentos en los que va a abordar los pasos más terribles de su prueba de la fe y pronto los de la agonía. Tras una expresión y unas imágenes aparentemente ingenuas, están en juego una actitud de fe y un combate místico, que se expresan sin refinamientos artísticos pero sí con una intensidad interior y una fuerza vital realmente sorprendentes. Cada palabra lleva una gran carga de experiencia y de madurez, y el fluir de las estrofas nos lleva realmente a penetrar en el "alma" de Teresa.

Este poema anuncia ya la famosa página de junio de 1897: "Tú, Señor, me colmas de alegría con todo lo que haces" (MS C 7rº), aun cuando en enero esta alegría sea aún un acto de fe dictado por la voluntad.

A Teresa no le basta con creer en la alegría, con aceptar el sufrimiento, con esconder las lágrimas, con sonreir a Jesús que se empeña en ocultarse: su alegría consiste en "luchar sin tregua ni descanso" para engendrar nuevos elegidos. Esta breve indicación ayuda a embellecer todo el poema: Teresa se deja escapar que todas sus paradojas y todas sus antítesis ella ha sabido "velarlas con flores" y que su alegría se cifra en una dura e incesante lucha avivada por el fuego del amor (estr. 6 y 7).

<1> En la segunda estrofa continúa el paisaje aparentemente idílico de la primera, pero el interrogante de los versos 3 y 4 muestra ya lo que esta alegría tiene, si no de forzado, sí al menos de voluntariamente querido. En los versos 5-7 el velo se desgarra (cf Ms C 4vº y Ms A 4vº).

<2> La prueba de la fe; cf P 21,6-8.

<3> Verso de una gran valentía, que Teresa rubricará con toda su conducta hasta la muerte. Tras la "noche de esta vida (PN 12,9,3; P 8,18,1), se encuentra realmente en la noche más oscura: "noche de la tierra" (P 32,4,4), "noche de la fe" (P 36,15,12 y también 36,16,2).

<4> Cf Cta 141+ y PN 11,3,5; P 8,5; 20,4; 36,6; Ms C 3rº.

<5> Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, Cántico Espiritual, explicación de las canciones 20 y 21: "En el vivir y en el morir está conforme y ajustada con la voluntad de Dios" [Cánt Esp B, 21-22, nº 11. N. del T.]; y Llama de amor viva, explicación del verso "Acaba ya si quieres" [Ll A, 1,23. N. del T.]. En las Ultimas Conversaciones hay numerosas observaciones sobre este abandono de Teresa ante la vida o la muerte, porque "me gusta lo que él hace" (CA 27.5.4).


Poesia 30

A MI ÁNGEL DE LA GUARDA

1 ¡Oh mi glorioso guardián,
guardián del cuerpo y del alma,
que en el cielo estás brillando
hecho dulce y pura llama
junto al trono del Eterno!
Por mí bajas a la tierra
y me alumbras con tu luz,
te haces mi hermano, ángel bello,
mi amigo y consolador.

2 Conociendo que soy débil,
¡gran debilidad la mía!,
tú me coges de la mano <1>,
y te veo, conmovida,
apartar de mi camino
la piedra que lo entorpece <2>.
Me invita tu dulce voz
a no mirar más que al cielo.
Y cuanto mas pequeñita
y más humilde me ves <3>,
tanto más tu clara frente
irradia de puro gozo.

3 Tú que los espacios cruzas
más rápido que el relámpago,
vuela por mí muchas veces
al lado de los que amo.
Seca el llanto de tus ojos
con la pluma de tu ala,
y cántales al oído
cuán bueno es nuestro Jesús.
¡Oh, diles que el sufrimiento
tiene también sus encantos!
Y luego, murmúrales
quedo, muy quedo, mi nombre.

4 Yo quiero en mi breve vida
salvar a los pecadores <4>,
mis hermanos.
¡Oh ángel bello de la patria!,
dame tus santos ardores,
para que en el mismo fuego
que tú te abrasas me abrase.
Fuera de mis sacrificios
y de mi austera pobreza,
nada más tengo, ángel mío.
Unelo todo a tus gracias
y ofréceselo al Dios Trino.

5 Para ti la gloria, el reino,
las riquezas del que es Rey,
Rey de los reyes del mundo.
Para mí el Pan del sagrario
y el tesoro de la cruz.
Con la cruz y con la hostia,
y con tu celeste ayuda,
espero en paz la otra vida,
la felicidad del cielo,
que nunca terminará.

(A mi querida sor Filomena,
en recuerdo de su hijita,
Teresa del Niño Jesús y de la S.F.,
rel. carm. ind.)

NOTAS P 30 - A MI ÁNGEL DE LA GUARDA

Fecha: enero de 1897. - Compuesta espontáneamente, y más tarde dedicada a sor María Filomena de Jesús. - Publicación: HA 98, tres versos corregidos. - Melodía: Par les chants les plus magnifiques.

El tono de sereno fervor de este poema es característico de la última época de su vida, menos visionaria y menos rodeada de consuelos sensibles. Son muchos los temas que se esbozan, y el centro de poema lo constituye la estrofa 3, en la que Teresa, a lo que parece, se considera ya a sí misma en otro mundo.

Tras esas primeras estrofas, marcadas por la humildad, el tono glorioso desemboca en un final casi exultante, al estilo de los salmos con esos "Para ti... Para mí... Con... Con... Con..." al comienzo del verso, y con esas palabras tan ricas: "Reino, Gloria, Riquezas", Rey de los reyes, Sagrario, Cruz", con frecuencia rimando entre ellas [en el original francés, naturalmente. N. del T.]. El final del caminito puede quedar escondido; Teresa camina hacia él en la "paz", mientras va repitiendo esta letanía gloriosa en la que se concentran en unos pocos versos una gran cantidad de bienes eternos, de alegrías y "felicidad que nunca terminará".

<1> El ángel de la guarda es el compañero de Teresa a lo largo del "caminito". Esta escena familiar nos trae inevitablemente el recuerdo la niñez de Teresa cuando su padre la llevaba de la mano (cf Ms A 18rº; P 6, estr. 6).

<2> Comparar con Ms A 38vº/39rº.

<3> La humildad adquiere en Teresa una tonalidad y unos nuevos desarrollos a partir del verano de 1896 y sobre todo en 1897 bajo el yugo de la prueba de la fe.

<4> Esta es la primera vez que Teresa designa a los "pecadores" como sus "hermanos"; preludio de la "mesa de los pecadores"del Ms C 6rº. Ver también P 36, estr. 4 y 20.