Cta 230 A la madre Inés de Jesús

28 de mayo de 1897

J.M.J.T.

Querida Madrecita:

Tu hijita ha vuelto a derramar hace un momento dulces lágrimas; lágrimas de arrepentimiento, pero más aún de gratitud y de amor... ¡Sí, esta noche te he demostrado mi virtud, mis TESOROS de paciencia...! ¡¡¡Yo, que predico tan bien a las demás!!! Me alegro de que hayas visto mi imperfección1. ¡Sí, cuánto bien me hace el haber sido mala...! Tú no reprendiste a tu hijita, y, sin embargo, se lo merecía; pero la niña está ya acostumbrada a eso, tu dulzura le dice mucho más que las palabras severas, tú eres para ella la imagen de la misericordia de Dios.

Sí, pero... sor San Juan Bautista es, por el contrario, ordinariamente, la imagen de la severidad de Dios. Pues bien, acabo de encontrarme con ella, y, en vez de pasar fríamente a mi lado, me ha abrazado, diciéndome (exactamente como si yo hubiese sido la criatura más linda del mundo): "¡Pobre hermanita, me has dado lástima, no quiero cansarte, he obrado mal, etc., etc." Yo, que sentía en mi corazón una contrición perfecta, no acababa de creerme que no me hiciese ningún reproche. Sé muy bien que, en el fondo, le debo de parecer imperfecta, y si me ha hablado así es porque cree que me voy a morir; pero no importa, no he oído salir de su boca más que palabras dulces y tiernas, y por eso he pensado que ella es muy buena y yo muy mala...

Al volver a mi celda, me preguntaba qué pensaría Jesús de mí, y al instante me acordé de aquellas palabras que un día dirigió a la mujer adúltera: "¿Ninguno te ha condenado?" Y yo, con lágrimas en los ojos, le contesté: "Ninguno, Señor... Ni mi Madrecita, imagen de tu ternura, ni mi hermana sor San Juan B., imagen de tu justicia, y sé muy bien que puedo irme en paz ¡porque tú tampoco me condenarás...!"

Madrecita, ¿por qué será Jesús tan bueno conmigo? ¿Por qué no me riñe nunca...? ¡Sí, verdaderamente es como para morir de gratitud y de amor...!

[vº] Estoy mucho más contenta de haber sido imperfecta que si, sostenida por la gracia, hubiese sido un modelo de bondad... ¡Me hace tanto bien ver que Jesús es siempre tan dulce y tan tierno conmigo...! Sí, desde ahora lo reconozco: sí, todas mis esperanzas se verán colmadas; sí, el Señor hará en nosotras maravillas que rebasarán infinitamente nuestros inmensos deseos...

Madrecita, Jesús hace bien en esconderse, en no hablarme más que de tarde en tarde, y esto "a través de las rejas" (Cant. de los Cant.), pues siento claramente que no podría soportar más, que mi corazón estallaría, incapaz de contener tanta felicidad... Tú, dulce eco de mi alma, tú comprenderás que esta noche el vaso de la misericordia divina se ha desbordado sobre mí..., tú comprenderás que has sido y serás siempre el ángel encargado de guiarme y de anunciarme las misericordias del Señor...

Tu insignificante hija,

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 230

1 La madre Inés presenta así los hechos: "Un día (estaba ya enferma de continuo), vino una hermana a pedirle su ayuda inmediata para un trabajo de pintura. Yo estaba presente, y por más que objeté que estaba con fiebre y extremadamente cansada, la hermana insistía. Entonces en el rostro de Teresa apareció su tensión interior. Por la noche me escribió estas líneas".

Cta 231 A la madre Inés de Jesús

30 de mayo de 1897

J.M.J.T.

No sufras, Madrecita querida, porque parezca que tu hijita te haya ocultado algo. Y digo parezca, porque tú sabes muy bien que si te ha ocultado una esquinita del sobre1, jamás te ocultó una sola línea de la carta, pues ¿quién conoce mejor que tú esta cartita que tanto amas? A las demás se les puede perfectamente enseñar el sobre por todos los lados, pues no pueden ver más que eso, ¡¡¡pero a ti...!!!

Ahora ya sabes, Madrecita, que fue el Viernes Santo2 cuando Jesús empezó a rasgar un poco el sobre de tu cartita. ¿¡No estás contenta de que él se disponga a leer esta carta que tú estás escribiendo desde hace 24 años!? Si supieses qué bien sabrá ella decirle tu amor por toda la eternidad3...

NOTAS Cta 231

1 Sor María del Sagrado Corazón anota: "Había ocultado a la madre Inés de Jesús, que ya no era priora en esa época, el vómito de sangre que había tenido".

2 El 3 de abril de 1896.

3 Mientras Teresa escribía el billete que acabamos de leer, la madre Inés trazaba estas líneas: "Mi pobre angelito querido: Seguro que te he hecho sufrir. Y sin embargo, te aseguro que considero una gracia de Dios para mí el saber lo que te ocurrió, pues, si me hubiese enterado de esos detalles después de tu muerte, creo que nunca me habría consolado. Tengo un temperamento tan extraño, que siempre habría pensado que, debido a mis luchas, tú te habías escondido de mí y, por tanto, habría creído ya para siempre que nuestra intimidad, tan dulce y tan ENTERA a mis ojos durante tu vida, no lo era tanto como yo suponía. ¿Qué quieres que haga?, yo no soy dueña de estas impresiones dolorosas, es éste el punto débil de mi carácter. Por eso, ¡cuántas gracias le doy a Dios por la recreación de esta noche! Sí, comprendo que me ama y que tiene compasión de mi pobre corazón. No me importa sufrir las luchas que sean durante tu vida, pero después todos los recuerdos que tenga de ti tienen que ser agradables y no tengo que enterarme de nada nuevo. No me parece mal que no me digan las cosas en el momento, pero ten compasión de mi debilidad maternal y, otra vez, pide que me lo digan todo. La verdad, angelito mío, es que tienes una extraña Madrecita... Fíjate, durante Completas su corazón se parecía a un auténtico abismo de amargura, y de un género del todo especial, de un género que yo nunca había experimentado todavía. ¡Qué lástima me da de Dios cuando las almas no tienen confianza en él! Este es mayor ultraje que se puede hacer a la ternura de un padre. En tu caso, ángel querido, tus razones eran TOTALMENTE DE TERNURA. Sí, no lo dudo. Y termino este billetito diciéndole una vez más a Jesús: ¡Gracias!, has tenido compasión de mi debilidad; no, no hubiese podido soportar una cosa así después de la muerte de mi angelito, me habría muerto de dolor...

"Y sobre todo, no te atormentes, pues lo he adivinado todo" (LC 180, 30/5/1897).

Cta 232 A la madre Inés de Jesús

30 de mayo de 1897

(2º billete) J.M.J.T.

Deposité mi primer billetito en manos de sor Genoveva1 a la vez que ella me daba el tuyo. Ahora lamento2 haber echado mi misiva al "correo", pues voy a tener que pagar portes dobles para decirte que comprendo tu pena. Yo deseaba seguramente más que tú no ocultarte nada, pero me pareció que era mejor esperar. Si he obrado mal, perdóname, y créeme que nunca dejé de tener confianza en ti. ¡Te quiero demasiado para eso...!

Me alegro mucho de que lo hayas adivinado tú sola. No recuerdo haber ocultado ninguna otra cosa del sobre a mi Madrecita, y le suplico que después de mi muerte no crea lo que puedan decirle.

Sí, Madrecita, la carta es tuya, y te pido por favor que sigas escribiéndola hasta el día en que Jesús rasgue totalmente el sobrecito que tantos pesares te ha causado desde que fue formado3.

NOTAS Cta 232

1 El billete 231 que sor Genoveva le había pasado en su calidad de enfermera.

2 [En el original francés: "gai raigrette", N. del T.] en lugar de "Je regrette": transcripción fonética que hace alusión a la pronunciación del P. Baillon, confesor extraordinario de la comunidad, que decía a sus penitentes: "Raigrettez-vous" [en vez de "Regrettez-vous". N. del T.].

3 Nuevo desentendimiento: mientras Teresa escribe su "2º billete", la madre Inés está escribiendo a su vez el suyo: "Aún sigo temiendo, angelito mío, haberte apenado con mi desafortunado billetito. El tuyo, por el contrario, ¡es tan tierno! Pídele a Jesús que me haga como tú.

"Pronto te escaparás lejos de la tierra, y mi corazón en el fondo se estremece con una alegría sobrenatural; mientras mis ojos derraman lágrimas, interiormente me siento transportada por un sentimiento indecible de felicidad. ¡Oh, blanca paloma, ya ha llegado la hora de que el Dueño del palomar te vuelva a poner en el sitio que te corresponde! Ya es hora de que los angelitos no se vean privados por más tiempo de tu compañía. Ya es hora de que Dios reciba nueva gloria con tu entrada en la patria celestial. Después de eso, yo quiero sufrir en la tierra todo lo que Dios quiera, quiero gemir yo también como una tórtola lastimera desterrada en los valles de esta tierra, quiero para mí las lágrimas. Sí, soy MUY FELIZ, por fin mi angelito va a volver a su país, va a prepararle un sitio a su Madrecita, y la hará santa, y le enseñará desde allá arriba a dominar sus tensiones tan desoladoras, y le proporcionará toda clase de bienes, al vivir ella ya para siempre en tan gran abundancia...

"Jesús mío, ¡te amo! También yo iré pronto a verte; mientras tanto, te envío TODO LO QUE AMO" (LC 181, 30/5/1897).

Cta 233 A la madre Inés de Jesús

1 de junio de 1897

J.M.J.T.

¡Es demasiado emocionante, demasiado melodioso...! ¡Prefiero callarme a tratar en vano de cantar lo que está ocurriendo en mi alma...! ¡Gracias, Madrecita1...!

NOTAS Cta 233

1 Con esas pocas palabras, Teresa respondía a un billete de la madre Inés, del que transcribimos aquí una parte: "Esta noche he rezado todo el rosario de rodillas ante la Santísima Virgen del mes de María, y me parece que, al terminarlo, la Virgen tenía una sonrisa muy especial. Angelito mío, creo que, si rezas por mí, voy a empezar realmente una vida nueva, creo que he recibido una gracia muy grande. No quiero tampoco entristecerme si nuestra Madre te rechaza, la Santísima Virgen me ha hecho comprender que las más hermosas vidas de los santos no valen lo que un acto de obediencia y de renuncia. Incluso aunque nuestra Madre, después de tu muerte, rasgase tu vida, me parece que, si estoy como esta noche, no sentiría nada más que una atracción más fuerte hacia el cielo. Volaría más alto, eso es todo: Mas allá de las nubes, el cielo es siempre azul. Pisamos las riberas en las que reina Dios...

"No sufras por mí, nuestra unión nunca ha sido más íntima, no, lo sé. Esta noche, junto a la Santísima Virgen, había una velita muy luminosa que se estaba consumiendo, y la cera formaba, a un lado, la auténtica figura de un corderito suplicante. Y pensé que tú eras la luz y que ese corderito era yo, que, apoyándome en tu claridad y volviendo mis ojos hacia María, alcanzaría su compasión. No sé lo que te estoy diciendo, ángel querido. Mi corazón y mi alma, toda mi persona es un mundo esta noche. Espero que me comprendas y que, después de tu partida de este valle de lágrimas, vuelvas muchas veces a embellecer este mundo nuestro, a pasearte por él con los angelitos, y a convertirlo, con un soplo luminoso, en un pequeño sol..." (LC 182, 31/5/1897).

Cta 234 A sor María de la Eucaristía

J.M.J.T.

2 de junio de 1897

A mi hermanita querida1, recuerdo del hermoso día en que el Esposo de su alma se dignó poner su señal en la frente2 que se dispone a coronar un día ante todos los elegidos...

En otra ocasión, el cielo se reunió el 2 de junio para contemplar este misterio de amor: Jesús, el dulce Jesús de la Eucaristía, entregándose por primera vez a María3. Hoy está de nuevo ahí ese hermoso cielo, compuesto de ángeles y de santos, está ahí contemplando, extasiado, cómo María se entrega a Jesús ante el mundo, extrañado ante un sacrificio que no entiende. ¡Ah!, si hubiese comprendido la mirada que Jesús posó sobre María el día de su primera visita, comprendería también la señal misteriosa que ella quiere recibir hoy de quien la hirió de amor...

Ya no es el velo vaporoso de pliegues nevados el que envolverá a María de la Eucaristía; es un velo oscuro, que recuerda a la esposa de Jesús que está desterrada y que su Esposo no es un Esposo que la va a llevar a fiestas, sino a la montaña del Calvario. De ahora en adelante, María ya no debe mirar nada aquí abajo, nada más que al Dios misericordioso, al Jesús de la EUCARISTIA...

La pequeña

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 234

1 En su imposición de velo.

2 Alusión a uno de los responsorios de la ceremonia, tomado del oficio litúrgico de santa Inés.

3 María Guérin había hecho la primera comunión el 2 de junio de 1881.

Cta 235 A sor María de la Eucaristía1

2 de junio de 1897

Recuerdo del hermoso día de la imposición de velo a mi hermanita querida: 2 de junio de 1897.

Que el Niño Jesús de Teresa acaricie siempre a María de la Eucaristía.

NOTAS Cta 235

1 Estampa adjunta al billete anterior.

Cta 236 A sor María de la Trinidad

2 de junio de 1897

Dios quiere que soportes sola tu prueba1, y lo demuestra de muchas maneras... Pero, querida m.2, ¡¡¡yo sufro contigo...!!! y te quiero mucho...

[vº] No te preocupes, mañana por la mañana iré a verte unos minutos, y al día siguiente del lavado iré contigo a las hostias3.

NOTAS Cta 236

1 Sor María de la Trinidad no dejó ninguna aclaración al respecto.

2 Abreviatura de "muñeca"; cf Cta 249; CA 22.9.4.

3 A la oficina donde se hacían las hostias.

Cta 237 A la madre Inés de Jesús

2 de junio de 1897

No, la palomita no quiere dejar a su Madrecita1. Quiere seguir volando y descansando en el mundo fascinante [vº] de su corazón.

Mañana le daré las gracias a mi Madrecita, no le digo nada esta noche para no hacerle estallar el corazón y porque es demasiado tarde. El bebé2 se va a dormir.

NOTAS Cta 237

1 La madre Inés acababa de escribirle: "¡Angelito mío! Ya no tengo palabras para expresarte mi cariño. No te enfades conmigo, mira qué tristes se pusieron los apóstoles cuando Jesús les dijo que iba a dejarlos pronto... Sí, pero... una vez que pasó el golpe, volvieron llenos de alegría... Así ocurrirá con la Madrecita. (...) Levántate, paloma querida, el invierno ya ha pasado para ti, la fuente de tus lágrimas se ha secado, vete a gustar los hechizos de la primavera del amor.

"Y sobre todo, no me contestes, eso me rompería el corazón" (LC 183, 2(?)/6/1897).

2 Sobre esta expresión cf UC pp. 374-376. Volverá a aparecer en Cta 254, 255, 257.

Cta 238 A Leonia 1

3 de junio de 1897

Querida hermanita, ¡qué hermoso es pensar que un día seguiremos juntas al Cordero durante toda la eternidad...!

Recuerdo del 3 de junio de 1897

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 238

1 Dedicatoria al dorso de una estampa.

Cta 239 A la madre Inés de Jesús1

3 de junio (?) de 1897

Tengo que caminar hasta mi último momento, - que marcará el final de mi tormento, -como el pobre judío errante2.

NOTAS Cta 239

1 Teresa responde a estas líneas de la madre Inés: "No puedo decirte todo lo que ocurre en mi alma respecto a ti. ¡Es inefable! ¿Podré hablarte durante un cuarto de hora, a pesar de tus paseos vagabundos?" (LC 184, 3(?)/6/1897).

2 Endecha del Judío Errante, estrofa 22; cf Cta 217, nota 5.

Cta 240 A sor María de la Trinidad

3 (?) de junio de 1897

J.M.J.T.

Florecita querida de Jesús, lo he comprendido todo muy bien. No hace falta que me digas nada más. El ojito que hay en tu cáliz me está indicando lo que debo pensar de esa florecita que eres tú1... Estoy muy contenta y muy reconfortada, pero ya no hay que tener ganas de comer de la tierra. Lo que tiene que hacer la miosotis es abrir, o, mejor, elevar su corola para que el Pan de los ángeles venga, como un rocío divino, a fortalecerla y a darle todo lo que le falta2.

Buenas noches, pobre florecilla, ¡y créeme que te quiero mucho más de lo que tú te puedes imaginar...!

NOTAS Cta 240

1 Este billete desarrolla el simbolismo de la miosotis, que tanto le gustaba a sor María de la Trinidad (cf Cta 187). Se comprende aquí que la sola mirada de la novicia ya le decía a Teresa en qué estado de ánimo se encontraba aquélla.

2 Sor María de la Trinidad quería privarse de la comunión en castigo por una falta.

Cta 241 A sor Marta de Jesús

Junio de 1897 (?)

J.M.J.T.

Querida hermanita, sí, lo he comprendido todo... Pido a Jesús que haga lucir sobre tu alma el sol de su gracia. No, no temas decirle que le amas, aun cuando no le sientas. Ese es el modo de obligar a Jesús a socorrerte y a que te lleve como a un niñito que es demasiado débil para caminar.

Es una prueba muy grande verlo todo negro. Pero eso no depende en absoluto de ti. Tú haz lo que puedas. Despega tu corazón de las preocupaciones de la tierra, y sobre todo de las criaturas; y luego ten la seguridad de que Jesús hará lo demás. El no permitirá que caigas en el temido lodazal... Consuélate, hermanita querida, que en el cielo ya no lo verás todo negro, sino todo blanco... Sí, todo estará revestido de la blancura divina de nuestro Esposo, el Lirio de los valles. Juntas le seguiremos adondequiera que vaya... Aprovechémonos del breve instante de la vida..., agrademos juntas a Jesús, salvémosle almas con nuestros sacrificios... Y sobre todo, seamos pequeñas, tan pequeñas que todo el mundo pueda pisarnos con sus pies1, sin siquiera aparentar que lo notamos y que sufrimos por ello...

Hasta pronto, hermanita querida, me alegro de verte...

NOTAS Cta 241

1 Cf Im III,13,3 y Or 20 del 16/7/1897.

Cta 242 A sor María de la Trinidad

J.M.J.T.

Jesús + 6 de junio de 1897

Querida hermanita:

Tu hermosa cartita me alegró el alma. Ya veo que no me he equivocado al pensar que Dios te llama a ser una gran santa, aún siendo pequeña y siéndolo cada día más.

Comprendo muy bien que sientas no poder hablarme, pero puedes estar segura de que también yo sufro por no poder hacerlo, y que nunca como ahora he comprendido que tú ocupas un lugar inmenso en mi corazón...

Algo que me alegra mucho es comprobar que la tristeza no te quita el buen humor: no he podido [vº] por menos de reírme al leer el final de tu carta: ¿de modo que así te burlas de mí? ¿Quién te ha hablado de mis escritos1? ¿A qué infolios te refieres? Ya veo que sueltas una mentira para sacar la verdad. Bueno, algún día la sabrás, si no es en la tierra, será en el cielo; pero seguro que no te preocupará demasiado, pues entonces tendremos otras cosas en que pensar...

¿Quieres saber si estoy contenta de ir al paraíso? Lo estaría enormemente si fuese a ir, pero... para ello no cuento con la enfermedad, es una conductora muy lenta. Sólo cuento ya con el amor. Pídele a Jesús que todas las oraciones que se hacen por mí sirvan para aumentar el fuego que ha de consumirme...

[vºtv] Me parece que no vas a poder leerme, lo siento2, pero sólo disponía de unos minutos.

NOTAS Cta 242

1 La reanudación de la biografía de Teresa (Ms C). La madre Inés había obtenido para ello el consentimiento de la madre María de Gonzaga en la noche del 2 al 3 de junio.

2 Cf Cta 232, nota 2.

Cta 243 A sor Genoveva1

J.M.J.T.

7 de junio de 1897

Queridísima hermanita, no busquemos nunca lo que parece grande a los ojos de las criaturas. Salomón, el rey más sabio que hubo jamás en la tierra, después de observar todos los afanes que ocupan a los hombres bajo el sol, la pintura, la escultura y todas las demás artes, comprendió que todas esas cosas estaban carcomidas por la envidia recíproca, y exclamó que no eran más que vanidad y aflicción de espíritu...

La sola cosa que nadie envidia es el último lugar. Este último lugar es, pues lo único que no es vanidad y aflicción de espíritu...

[vº] Sin embargo, "el hombre no es dueño de su camino", y a veces comprobamos con sorpresa que estamos deseando lo que brilla. Entonces, coloquémonos humildemente entre los imperfectos, considerémonos almas pequeñas a las que Dios tiene que sostener a cada instante. Cuando él nos ve profundamente convencidas de nuestra nada, nos tiende la mano; pero si seguimos tratando de hacer algo grande, aunque sea so pretexto de celo, Jesús nos deja solas. "Cuando parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me sostiene" (Salmo XCIII). Sí, basta con humillarse, con soportar serenamente las propias imperfecciones. ¡He ahí la verdadera santidad2!

Cojámonos de la mano, hermanita querida, y corramos al último lugar... Nadie vendrá a disputárnoslo...

NOTAS Cta 243

1 Sor Genoveva fotografió a su hermana en este 7 de junio, lunes de Pentecostés. A pesar de su agotamiento, Teresa tuvo que posar durante mucho tiempo para satisfacer las exigencias de Celina. Esta (según una tradición oral) se impacientó. Este billete parece ser una respuesta a las quejas que le había expresado la novicia.

2 Cf Ms C 2vº, escrito en estos mismos días. Sor María de la Trinidad comenta así esta frase de la Cta 243: "¿Qué santo canonizado ha hablado nunca así? "Nosotras, me decía, no somos santos que lloremos nuestros pecados; nosotras nos alegramos de que nuestros pecados sirvan para glorificar la misericordia de Dios" (Billete a la madre Inés, 8/3/1925).

Cta 244 Al abate Bellière1

J.M.J.T.

9 de junio de 1897

Querido hermanito:

Esta mañana recibí su carta2, y aprovecho un momento en que la enfermera está ausente para escribirle unas últimas palabras de adiós; cuando las reciba, ya habré dejado el destierro... Su hermanita estará unida a su Jesús para siempre; entonces podrá alcanzarle gracias y volar con usted a las lejanas misiones.

¡Qué contenta estoy de morir, querido hermanito...! Sí, estoy contenta, no porque vaya a verme libre de los sufrimientos de aquí abajo (al contrario, el sufrimiento es la única cosa que me parece deseable en este valle de lágrimas), sino porque veo muy claro que ésa es la voluntad de Dios.

Nuestra Madre querría retenerme en la tierra. En este momento se está diciendo por mí un novenario de misas a Nuestra Señora de las Victorias3, que ya me curó una vez en mi niñez4; pero creo que el milagro que ahora haga no va ser otro que [vº] el de consolar a nuestra Madre, que me ama tan tiernamente.

Querido hermanito, en el momento de comparecer delante de Dios, comprendo mejor que nunca que sólo una cosa es necesaria: trabajar únicamente por él y no hacer nada por uno mismo ni por las criaturas.

Jesús quiere adueñarse por entero de su corazón, quiere que sea usted un gran santo. Para ello tendrá que sufrir mucho, pero también ¡qué alegría inundará su alma cuando llegue al momento feliz de su entrada en la vida eterna...!

Hermano mío, pronto iré a ofrecer su amor a todos sus amigos del cielo y a pedirles que le protejan. Quisiera decirle, querido hermanito, un montón de cosas que comprendo ahora que estoy a las puertas de la eternidad. Pero no muero: entro en la vida, y todo lo que no puedo decirle aquí abajo se lo haré entender desde lo alto de los cielos...

Hasta Dios, hermanito, rece por su hermanita que le dice: Hasta pronto, ¡hasta vernos en el cielo...!

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind

NOTAS Cta 244

1 Este billete no fue enviado, debido sin duda a una mejoría pasajera. Teresa desarrollará algunas de esas ideas en Cta 253.

2 Cf Cta 247, nota 1.

3 Santuario de París, muy querido por los Martin y los Guérin; cf Ms C 8rº y UC p. 608s.

4 El 13 de mayo de 1883; cf Ms A 30rº,

Cta 245 A la madre Inés de Jesús, sor María del Sgdo. Corazón y sor Genoveva1

Junio (?) de 1897

Al verso

arriba: No lloréis por mí, pues estoy en el cielo con el Cordero y las vírgenes santas...2.

abajo: Veo lo que creí.

Poseo lo que esperé.

Estoy unida a Aquel a quien amé

con toda mi capacidad de amar3.

A ambos lados: Un poquito de este puro amor más provecho hace a la Iglesia que todas esas otras obras juntas4. Por eso es gran negocio para el alma ejercitar en esta vida los actos de amor, porque, consumándose en breve, no se detengan mucho acá o allá sin ver a Dios5 (San Juan de la Cruz).

Al dorso

Nada encuentro en la tierra que me haga feliz; mi corazón es demasiado grande, nada de lo que en este mundo se llama felicidad puede llenarlo. Mi pensamiento vuela hacia la eternidad, ¡el tiempo va a terminarse...! Mi corazón está sosegado, como un lago tranquilo o un cielo sereno. No añoro la vida de este mundo, mi corazón tiene sed de las aguas de la vida eterna... Un poco más, y mi alma dejará la tierra, concluirá su destierro, terminará su lucha... ¡Subo al cielo... llego a la patria..., consigo la victoria...! Voy a entrar en la morada de los elegidos, voy a ver bellezas que el ojo del hombre nunca vio, a escuchar armonías que el oído nunca escuchó, a gozar de alegrías que el corazón nunca gustó... ¡He llegado a esta hora que todas nosotras tanto hemos deseado...! Es gran verdad que el Señor escoge a los pequeños para confundir a los grandes de este mundo... No me apoyo en mis propias fuerzas, sino en las fuerzas de Aquel que en la cruz venció el poder del infierno. Soy una flor primaveral que el dueño del jardín corta para recrearse... Todas nosotras somos flores plantadas en esta tierra y que Dios corta a su tiempo, un poco antes o un poco después... ¡Yo, pequeño efémero, me voy la primera! Un día, nos encontraremos en el paraíso y gozaremos de la verdadera felicidad...!

(Teresa del Niño Jesús copió los pensamientos del angelical mártir Teófano Vénard)6.

NOTAS Cta 245

1 Textos escritos por Teresa en una estampa, como recuerdo de despedida.

2 Adaptación de la tercera lectura de Maitines de la segunda fiesta de santa Inés (28 de enero).

3 Antífona del cántico Benedictus de ese mismo oficio.

4 SAN JUAN DE LA CRUZ, cf Cta 221, nota 2; Ms B 4vº; Or 12 rº.

5 ID, Ll 2,34. Esta frase cierra el tercer pasaje que Teresa había señalado con una cruz en el ejemplar que guardaba como libro de cabecera durante su enfermedad. Cf UC pp. 149-422; Prières, p. 121).

6 Copiado de la correspondencia que escribió el mártir durante su encarcelamiento, entre el arresto (30/11/1860) y la decapitación (2/2/1861). Teresa había copiado éstos y otros pasajes en su libreta de apuntes. Al transcribirlos para sus hermanas, introdujo algunas mínimas variantes, apropiadas a su propio caso.

Cta 246 A sor María de la Trinidad

13 de junio de 1897

Que el divino Niño Jesús encuentre en tu alma una morada totalmente perfumada por las rosas del amor; que encuentre también en ella la lámpara ardiente de la caridad fraterna1, que hará entrar en calor a sus miembrecitos helados y que alegrará su corazoncito haciéndole olvidar la ingratitud de las almas que no le aman lo suficiente.

Sor Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

r.c.i.

(13 de junio de 1897)2

NOTAS Cta 246

1 Cf Ms C 11vº y s., palabras escritas alrededor del 12-15 de junio; especialmente 12rº.

2 Domingo de la Santísima Trinidad, onomástico de sor María de la Trinidad. Este texto estaba escrito al dorso de una estampa.

Cta 247 Al abate Belliére

J.M.J.T.

Carmelo de Lisieux

21 de junio de 1897

Jesús +

Querido hermanito:

He dado gracias a Nuestro Señor con usted por la gracia tan señalada que se dignó concederle el día de Pentecostés1. En esa misma hermosa fiesta (hace 10 años) obtuve yo, no de mi director sino de mi padre, el permiso para hacerme apóstol en el Carmelo2. Un motivo más de parecido entre nuestras almas.

Por favor, querido hermanito, ni se le ocurra nunca pensar que "me aburre o me distrae" hablándome mucho de usted. ¿Cómo iba a ser posible que una hermana no tuviese interés por todo lo que se refiere a su hermano? Y en cuanto a distraerme, no tiene nada que temer: sus cartas, por el contrario, me unen más a Dios al hacerme [1vº] contemplar de cerca las maravillas de su misericordia y de su amor.

A veces Jesús quiere "revelar sus secretos a los más pequeños". Prueba de ello es que, después de haber leído su primera carta del 15 de oct. del 95, yo pensé lo mismo que su director: usted no puede ser un santo a medias, tendrá que serlo del todo o no serlo en absoluto. Comprendí que usted debía de tener un alma valiente, y por eso me sentí feliz de ser su hermana.

No crea que me asusta al hablarme de "sus años más hermosos desperdiciados". Agradezco a Jesús que lo haya mirado con una mirada de amor como en otro tiempo miró al joven del Evangelio. Usted, más afortunado que él, ha respondido fielmente a la llamada del Maestro y lo ha dejado todo para seguirlo, y en la edad más hermosa de la vida, a los 18 años...

Usted, hermano, igual que yo, puede cantar las misericordias del Señor3, que brillan en usted en todo su esplendor... Usted ama a san Agustín y santa María Magdalena, esas almas a las que "se les han perdonado muchos pecados [2rº] porque amaron mucho". También yo les amo, amo su arrepentimiento, y sobre todo... ¡su amorosa audacia4! Cuando veo a Magdalena adelantarse, en presencia de los numerosos invitados, y regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por primera vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de amor y de misericordia del corazón de Jesús y que, por más pecadora que sea, ese corazón de amor está dispuesto, no sólo a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la contemplación.

Querido hermanito, desde que se me ha concedido a mí también comprender el amor del corazón de Jesús, le confieso que él ha desterrado todo temor de mi corazón. El recuerdo de mis faltas me humilla y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia fuerza, que no es más que debilidad; pero sobre todo, ese recuerdo me habla de misericordia y de amor. Cuando uno arroja sus faltas, con una confianza enteramente filial, en la hoguera devoradora del Amor, [2vº], ¿cómo no van a ser consumidas para siempre5?

Sé que ha habido santos que pasaron su vida practicando asombrosas mortificaciones para expiar sus pecados. Pero, ¿qué quiere?, "en la casa del Padre celestial hay muchas estancias". Lo dijo Jesús, y por eso yo sigo el camino que él me traza. Procuro no preocuparme ya de mí misma en nada y dejar en sus manos lo que él quiera obrar en mi alma, pues no he elegido una vida de austeridad para expiar mis faltas sino las de los demás.

Acabo de releer estas líneas, y me pregunto si usted me entenderá, porque me he explicado muy mal. No crea que censuro el arrepentimiento que usted tiene de sus faltas y sus deseos de expiarlas. En absoluto, ¡estoy muy lejos de hacerlo! Pero mire, ahora que somos dos, el trabajo se hará más rápidamente (y a mí, a mi estilo, me cundirá más el trabajo que a usted); por eso espero que algún día Jesús lo hará caminar por el mismo camino que a mí6.

Perdón, querido hermanito, no sé lo que me pasa hoy, pues realmente digo lo que no quisiera decir. No me queda ya sitio para contestar a su [2vºtv] carta. Lo haré en otra ocasión. Gracias por las fechas. Ya he festejado sus 23 años7. Ruego por sus queridos padres, a los que Dios se llevó ya de este mundo, y no olvido a la madre a la que tanto ama8.

Su indigna hermanita,

T. del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 247

1 El 7 de junio, lunes de Pentecostés, el abate Bellière escribía a Teresa: "Ayer, mi muy querida hermana, a la misma hora en que el Espíritu Santo descendía sobre los apóstoles con su luz y con su fuerza, recibía yo sus órdenes de labios de mi Director. Dicho de otra manera, recibía una confirmación casi decisiva de mi vocación y escuchaba esto: Usted tiene una vocación seria, en la que yo creo firmemente y en la cual Dios manifiesta de manera singular su Providencia. Por mil ocasiones de perderse, Dios le ha concedido diez mil de salvarse. Es más, él quiere que sea misionero. El camino está abierto, vaya.

"Y voy a partir, querida hermanita. Pasaré estas vacaciones con mi familia, y el 1 de octubre llegaré a Argel para hacer el noviciado en Maison-Carrée con los Padres Blancos. (...) Si más tarde me ocurre sentir desmayo o desaliento, (...) sabré, hermana, que usted está cerca de mí con su caridad fraternal, y no será ése el menor sostén de mi pobre alma. Usted me ha prometido que, incluso después del destierro, estará a mi lado, y no tengo miedo.

"Adoremos a Dios, hermana mía, ayúdeme a darle gracias. Yo menos que nadie, créame, merecía este honor, en el que no puedo pensar si no es temblando, y este amor de Dios me asusta un poco. Sin embargo, quiero que venza la confianza y entregarme sin reservas, que, por otra parte, es lo que me han pedido. El Padre me ha dicho: Tiene que entregarse enteramente a Dios, que se lo pide todo. Usted no puede estar a su servicio sólo a medias; o es un buen sacerdote, o no es nada. Estos son también mis sentimientos y quiero darme sin cálculos (...)

"Usted me decía no hace mucho: "Siento que nuestras almas fueron hechas para comprenderse". También a mí me lo parece, y, como soy un poco supersticioso respecto a la Providencia, no puedo dejar de establecer algunas semejanzas (pero también ¡cuántas diferencias!).

"Permítame transmitirle algunas con toda sencillez. Unos mismos deseos: almas, apostolado... -usted es ante todo un apóstol, creo yo-. Esa necesidad de entrega a una causa santa. (...)

"Siendo aún muy joven, usted, querida hermanita, se vio privada de las caricias de una madre. Pues ya ve, yo no llegué a conocer a la mía; es más, ella murió por causa mía. Hasta los 10 ó los 11 años yo ignoraba esta desgracia, pues estaba recibiendo de una tía el afecto y las caricias que yo creía eran caricias de una madre, tan dulces y bienhechoras eran para mí. Por eso siempre llamé "madre" a esta hermana de mi madre, y mi corazón sufrirá [al separarme de ella] tanto como hubiese sufrido si me despidiese de mi madre para ir al lejano apostolado. (...)

"No me sorprendería que tuviésemos también las mismas devociones. A mí me ha convertido el Sagrado Corazón, después de muchas necedades y cobardías. Los años más hermosos de la vida, los que más ama Jesús, yo los he despilfarrado, sacrificando al mundo y a sus locuras los "talentos" que Dios me había prestado. Pero la Santísima Virgen, Nuestra Señora de la Liberación, a la que usted seguramente conoce, me ha ayudado también mucho. San José me ha recibido en su guardia de honor. Y espero mucho de la amistad de los santos Pablo, Agustín, Mauricio, Luis Gonzaga, Francisco Javier, y de las santas Juana de Arco, Celina e Inés (a quienes usted ha cantado), Genoveva, que era una valiente y cuya fiesta está enmarcada entre su nacimiento de usted y su bautismo (3 de enero), Teresa, sobre todo desde que sé que es la santa patrona de mi querida hermanita, María Magdalena, la pecadora a la que Jesús llegó a amar tanto. (...)

"¡Cómo debo de aburrirla y distraerla, mi valiente y querida hermanita, con toda esta palabrería en la que me parece que hablo de mí más de la cuenta! Perdóneme. La verdad, se lo aseguro, es que soy un miserable, y gracias a que usted está ahí Dios me sigue amando todavía. Estoy seguro de que se lo recompensará, y así se lo pido ardientemente.

"Mi muy querida y genial hermanita, yo seré para siempre su agradecido, aunque indigno hermano,

M. Barthélemy Bellière

"No tenga miedo, hermana mía, estoy demasiado celoso de la gracia de Dios que me concede el favor de sus cartas, para que ningún profano penetre en su secreto" (LC 186, 7/6/1897).

2 El 29 de mayo de 1887; cf Ms A 50rº.

3 Tema fundamental del Ms A, que se retoma al principio del Ms C, en curso de redacción.

4 Cf Ms C 36vº.

5 Cf CA 11.7.6 y CG p. 1022+g.

6 El 15 de julio, el abate Bellière escribía a este respecto: "¿Sabe que me abre horizontes nuevos? En su última carta, especialmente, encuentro una serie de reflexiones sobre la misericordia de Jesús, sobre la familiaridad a que él nos invita, sobre la sencillez en las relaciones del alma con nuestro gran Dios, que hasta el presente no me habían conmovido mayormente, sin duda porque nadie me las había presentado con esa sencillez y esa unción que su corazón prodiga. Y pienso como usted. Pero yo sólo llego imperfectamente a esa sencillez exquisita que me parece asombrosa, porque soy un pobre orgulloso y me apoyo todavía demasiado en las cosas creadas.

"No, querida hermanita, no se ha explicado mal, tiene toda la razón. He comprendido bien sus ideas. Y como usted dice tan bien y tan acertadamente, ya que en la práctica somos dos, me fío enteramente de Nuestro Señor y de usted, que es el camino más seguro. Todo lo que me dice lo considero como proveniente del mismo Jesús, tengo plena confianza en usted y me acomodo a su estilo, que quisiera hacer mío" (LC 188, 15/7/1897).

7 El 10 de junio.

8 Su tía, la señora Barthélemy.

Cta 248 A Leonia

Finales de junio (?) de 1897

J.M.J.T.

Mi querida Leonia:

Me emocionó a más no poder tu rapidez en complacerme. Te lo agradezco de todo corazón y estoy encantada de la colcha que me has hecho. Es exactamente como yo la quería...

Mañana ofreceré por ti la comunión...

Te quiero y te abrazo. Tu hermanita,

Teresa del Niño Jesús

rel. carm. ind.

Cta 249 A sor María de la Trinidad1

(Fragmentos)

Mediados de julio (?) de 1897

J.M.J.T.

Querida hermanita:

No quiero que estés triste. Sabes bien qué perfección sueño yo para tu alma,

(...)

Compadezco tu debilidad (...), contigo hay que decir enseguida lo que se piensa.

(...)

enfermería, debería haberte hecho comprender que te sería más difícil conseguir permiso para venir después de Maitines

(...)

el demonio se aleja

Ahora no me

(...)

comprendido tu lucha y te habría consolado bondadosamente si no lo hubieses dicho en voz alta, sino que

(...)

Adiós, pobre m.2, a quien tendré que llevar muy pronto al cielo. Quiero tenerlo todo entero

NOTAS Cta 249

1 Un día -cuenta la interesada- en que ya no podía más de pena y de luchas porque me tenían alejada de ella (de Teresa) como si fuese una extraña, fui a la enfermería y desahogué mis quejas delante de una de sus hermanas (...). Mi amarga queja apenó a la Sierva de Dios, que me despidió reprochándome severamente mi falta de virtud. ¡Por la noche, me hizo llegar este billete! (Cf CG p. 1024).

2 "Muñeca"; cf Cta 136, nota 2.

Cta 250 A sor María de San José

Julio (?) de 1897

J.M.J.T.

Espero que sor Genoveva te haya consolado1. El pensamiento de que ya no estás triste hace desaparecer mi tristeza... ¡Y que felices seremos en el cielo! Allí participaremos de las perfecciones divinas y podremos dar a todo el mundo sin vernos obligados a dejar sin nada a nuestros amigos más queridos...

Dios ha [vº] hecho bien en no darnos este poder en la tierra, pues quizás no hubiéramos querido abandonarla. Y además, ¡nos hace tanto bien reconocer que sólo él es perfecto, que sólo él debe bastarnos cuando quita la rama que sostiene al pajarillo! ¡El pájaro tiene alas, está hecho para volar2!

NOTAS Cta 250

1 Seguramente, de no poder entrar en la enfermería, ¿de la que sor Genoveva era la "guardiana"?

2 La rama es evidentemente Teresa, y el pájaro sor María de San José. Esta sufrirá por tener que conformarse con raras y silenciosas visitas a la enfermería. Cf UC p. 479.

Cta 251 A sor Marta de Jesús

Junio-julio (?) de 1897

J.M.J.T.

La pequeña esposa de Jesús no tiene que estar triste, pues Jesús lo estaría también. Debe cantar siempre en su corazón el cántico del amor. Tiene que olvidar sus pequeñas penas para consolar las grandes penas de su Esposo...

Hermanita querida, no seas una chiquilla triste pensando ver que no te comprenden, que te juzgan mal, que te olvidan, sino ríete de todo el mundo procurando actuar como las demás [vº], o, mejor, tratándote a ti misma como [dices que] te tratan las demás, es decir, olvidándote de todo lo que no es Jesús y olvidándoTE a ti misma por su amor...

Hermanita querida, no me digas que eso es difícil. Si te hablo así, la culpa es tuya: me has dicho que amas mucho a Jesús, y al alma que ama nada le parece imposible1...

Puedes estar segura de que tu billetito me ha agradado mucho2...

NOTAS Cta 251

1 Cf Im III,5.4.

2 Cf CA 15.6.2 y 8.7.6.

Cta 252 A la madre Inés de Jesús

13 de julio de 1897

Te quiero mucho, mamaíta, ¡pronto lo verás! ¡Sí, sí...!

Cta 253 Al abate Bellière1

J.M.J.T.

Jesús + 13 de julio de 1897

Querido hermanito:

Cuando lea estas letras, quizás yo no esté ya en la tierra, sino en el seno de las delicias eternas. No conozco el futuro, pero puedo decirle con seguridad que el Esposo está a la puerta. Se necesitaría un milagro para retenerme en el destierro, y no creo que Jesús haga ese milagro inútil.

Querido hermanito, ¡qué contenta estoy de morir! Sí, estoy contenta, no por verme libre de los sufrimientos de aquí abajo (al contrario, el sufrimiento unido al amor es lo único que me parece deseable en este valle de lágrimas). [1vº] Estoy contenta de morir porque veo que ésa es la voluntad de Dios y porque seré mucho más útil que aquí abajo a las almas que amo, y muy especialmente a la suya.

En su última carta a nuestra Madre me pedía que le escribiese a menudo durante las vacaciones. Si el Señor quiere prolongar todavía algunas semanas más mi peregrinación y nuestra Madre lo permite, podría garabatearle aún algunas palabras como éstas. Pero lo más probable es que haga algo más que escribirle a mi querido hermanito, incluso más que hablarle el lenguaje fastidioso de la tierra: estaré muy cerca de él, veré todo lo que [2rº] necesita y no dejaré en paz a Dios hasta que me conceda todo lo que quiero... Cuando mi hermanito querido parta para Africa, yo le seguiré, y no ya con el pensamiento o con la oración: mi alma estará siempre con él, y su fe le hará descubrir la presencia de una hermanita que Jesús le dio, no para que le sirviera de apoyo durante apenas dos años, sino hasta el último día de su vida.

Todas estas promesas, hermano, tal vez puedan parecerle un tanto quiméricas; sin embargo, debe empezar a saber que Dios siempre me ha tratado como a una niña mimada. Es verdad que su cruz me ha acompañado desde la cuna, [2vº] pero Jesús me ha hecho amar apasionadamente esa cruz y me ha hecho siempre desear lo que él quería darme2. ¿Va a empezar entonces en el cielo a no colmar ya mis deseos? La verdad, no puedo creerlo, y le digo: "Pronto, hermanito, estaré cerca de usted".

Se lo suplico, pida mucho por mí, ¡necesito tanto las oraciones en este momento! Pero sobre todo, pida por nuestra Madre; ella quisiera retenerme todavía mucho tiempo aquí abajo, y para conseguirlo esta venerada Madre ha mandado decir un novenario de Misas a Nuestra Señora de las Victorias que ya me curó en la niñez; pero yo, sabiendo que el milagro no se realizará, he pedido y alcanzado de la Santísima Virgen que ella consuele un poco el corazón de mi Madre, o, mejor, que le haga consentir en que Jesús me lleve al cielo.

[2rtv] Hasta Dios, hermanito, hasta pronto, hasta que volvamos a vernos en el hermoso cielo.

T. del Niño Jesús y de la Santa Faz

rel. carm.

NOTAS Cta 253

1 Esta carta retoma varias ideas del billete de despedida del 9 de junio (Cta 244), que no fue enviado.

2 Cf CA 13.7.15, frase idéntica a la de ese día, y Ms C 31rº; cf UC p. 400.

Cta 254 Al P. Roulland

J.M.J.T.

Carmelo de Lisieux

14 de julio de 1897

Jesús +

Hermano:

Me dice en su última carta (que me ha gustado mucho): "Soy como un bebé que está aprendiendo a hablar"1. Pues bien, desde hace cinco o seis semanas, también yo soy como un bebé, pues sólo vivo de leche2, pero pronto iré a sentarme en el banquete celestial, pronto iré a apagar mi sed en las aguas de la vida eterna. Para cuando usted reciba esta carta, seguramente yo habré dejado ya la tierra. El Señor, en su infinita misericordia, me habrá abierto ya su reino y podré disponer de sus tesoros para prodigarlos a las almas que amo.

Puede estar seguro, hermano, de que su hermanita mantendrá sus promesas, y que su alma, libre ya del peso de su envoltura mortal, volará feliz hacia las lejanas regiones que usted está evangelizando. Lo sé, hermano mío: le voy a ser mucho más útil en el cielo que en la tierra; por eso vengo, feliz, a anunciarle mi ya próxima entrada en esa bienaventurada ciudad, segura de que usted compartirá mi alegría y dará gracias al Señor por darme los medios de ayudarlo a usted más eficazmente en sus tareas apostólicas.

Tengo la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir trabajando por la Iglesia y por las almas. Así se lo pido a Dios, y estoy segura de que me va a escuchar. ¿No están los ángeles continuamente ocupados de nosotros, sin dejar nunca de contemplar el rostro de Dios y de abismarse en el océano sin orillas del amor3? ¿Por qué no me va a permitir Jesús a mí imitarlos?

Ya ve, hermano, que si abandono el campo de batalla, no es con el deseo egoísta de irme a descansar. El pensamiento de la felicidad eterna apenas si hace estremecerse a mi corazón: desde hace mucho tiempo, el sufrimiento se ha convertido en mi cielo aquí en la tierra, y realmente me cuesta entender cómo voy a poder aclimatarme a un país en el que reina la alegría sin mezcla alguna de tristeza. Será necesario que Jesús transforme mi alma y le dé capacidad para gozar; de lo contrario, no podré soportar las delicias eternas.

Lo que me atrae hacia la patria del cielo, es la llamada del Señor, es la esperanza de poder amarle al fin tanto como he deseado, y el pensamiento de que podré hacerle amar por una multitud de almas que lo bendecirán eternamente.

Hermano mío, ya no va a tener tiempo para hacerme sus encargos para el cielo, pero los adivino. Además, sólo tiene que decírmelos muy bajito, y yo le escucharé y llevaré fielmente sus mensajes al Señor, a nuestra Madre Inmaculada, a los ángeles y a los santos que usted ama. Yo pediré para usted la palma del martirio y estaré cerca de usted sosteniéndole la mano para que pueda recoger sin esfuerzo esa palma gloriosa, y luego volaremos juntos jubilosos a la patria celestial, rodeados de todas las almas que usted ha conquistado.

Adiós, hermano, rece mucho por su hermanita, rece por nuestra Madre, a cuyo corazón sensible y maternal le cuesta tanto aceptar mi partida. Cuento con usted para consolarla.

Soy, para toda la eternidad, su hermanita

Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz

rel. carm. ind.

NOTAS Cta 254

1 "Aquí estoy como un bebé, sin saber hablar y aprendiendo la lengua en una familia cristiana", escribía el P. Roulland a Teresa (LC 178, 29/4/1897).

2 Desde la semana de Pentecostés Teresa sigue un régimen lácteo.

3 Cf ARMINJON, op. cit., p. 302 y CA 17.7.