Cta
230 A la madre Inés de Jesús
28
de mayo de 1897
J.M.J.T.
Querida
Madrecita:
Tu
hijita ha vuelto a derramar hace un momento dulces lágrimas; lágrimas de
arrepentimiento, pero más aún de gratitud y de amor... ¡Sí, esta noche te he
demostrado mi virtud, mis TESOROS de paciencia...! ¡¡¡Yo, que predico tan
bien a las demás!!! Me alegro de que hayas visto mi imperfección1.
¡Sí, cuánto bien me hace el haber sido mala...! Tú no reprendiste a tu
hijita, y, sin embargo, se lo merecía; pero la niña está ya acostumbrada a
eso, tu dulzura le dice mucho más que las palabras severas, tú eres para ella
la imagen de la misericordia de Dios.
Sí,
pero... sor San Juan Bautista es, por el contrario, ordinariamente, la imagen de
la severidad de Dios. Pues bien, acabo de encontrarme con ella, y, en vez de
pasar fríamente a mi lado, me ha abrazado, diciéndome (exactamente como si yo
hubiese sido la criatura más linda del mundo): "¡Pobre hermanita, me has
dado lástima, no quiero cansarte, he obrado mal, etc., etc." Yo, que
sentía en mi corazón una contrición perfecta, no acababa de creerme que no me
hiciese ningún reproche. Sé muy bien que, en el fondo, le debo de parecer
imperfecta, y si me ha hablado así es porque cree que me voy a morir; pero no
importa, no he oído salir de su boca más que palabras dulces y tiernas, y por
eso he pensado que ella es muy buena y yo muy mala...
Al
volver a mi celda, me preguntaba qué pensaría Jesús de mí, y al instante me
acordé de aquellas palabras que un día dirigió a la mujer adúltera:
"¿Ninguno te ha condenado?" Y yo, con lágrimas en los ojos, le
contesté: "Ninguno, Señor... Ni mi Madrecita, imagen de tu ternura, ni mi
hermana sor San Juan B., imagen de tu justicia, y sé muy bien que puedo irme en
paz ¡porque tú tampoco me condenarás...!"
Madrecita,
¿por qué será Jesús tan bueno conmigo? ¿Por qué no me riñe nunca...?
¡Sí, verdaderamente es como para morir de gratitud y de amor...!
[vº]
Estoy mucho más contenta de haber sido imperfecta que si, sostenida por la
gracia, hubiese sido un modelo de bondad... ¡Me hace tanto bien ver que Jesús
es siempre tan dulce y tan tierno conmigo...! Sí, desde ahora lo reconozco:
sí, todas mis esperanzas se verán colmadas; sí, el Señor hará en nosotras
maravillas que rebasarán infinitamente nuestros inmensos deseos...
Madrecita,
Jesús hace bien en esconderse, en no hablarme más que de tarde en tarde, y
esto "a través de las rejas" (Cant. de los Cant.), pues siento
claramente que no podría soportar más, que mi corazón estallaría, incapaz de
contener tanta felicidad... Tú, dulce eco de mi alma, tú comprenderás que
esta noche el vaso de la misericordia divina se ha desbordado sobre mí..., tú
comprenderás que has sido y serás siempre el ángel encargado de guiarme y de
anunciarme las misericordias del Señor...
Tu
insignificante hija,
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 230
1
La madre Inés presenta así los hechos: "Un día (estaba ya enferma de
continuo), vino una hermana a pedirle su ayuda inmediata para un trabajo de
pintura. Yo estaba presente, y por más que objeté que estaba con fiebre y
extremadamente cansada, la hermana insistía. Entonces en el rostro de Teresa
apareció su tensión interior. Por la noche me escribió estas líneas".
Cta
231 A la madre Inés de Jesús
30
de mayo de 1897
J.M.J.T.
No
sufras, Madrecita querida, porque parezca que tu hijita te haya ocultado algo. Y
digo parezca, porque tú sabes muy bien que si te ha ocultado una esquinita del
sobre1,
jamás te ocultó una sola línea de la carta, pues ¿quién conoce mejor que
tú esta cartita que tanto amas? A las demás se les puede perfectamente
enseñar el sobre por todos los lados, pues no pueden ver más que eso,
¡¡¡pero a ti...!!!
Ahora
ya sabes, Madrecita, que fue el Viernes Santo2
cuando Jesús empezó a rasgar un poco el sobre de tu cartita. ¿¡No estás
contenta de que él se disponga a leer esta carta que tú estás escribiendo
desde hace 24 años!? Si supieses qué bien sabrá ella decirle tu amor por toda
la eternidad3...
NOTAS
Cta 231
1
Sor María del Sagrado Corazón anota: "Había ocultado a la madre Inés de
Jesús, que ya no era priora en esa época, el vómito de sangre que había
tenido".
2
El 3 de abril de 1896.
3
Mientras Teresa escribía el billete que acabamos de leer, la madre Inés
trazaba estas líneas: "Mi pobre angelito querido: Seguro que te he hecho
sufrir. Y sin embargo, te aseguro que considero una gracia de Dios para mí el
saber lo que te ocurrió, pues, si me hubiese enterado de esos detalles después
de tu muerte, creo que nunca me habría consolado. Tengo un temperamento tan
extraño, que siempre habría pensado que, debido a mis luchas, tú te habías
escondido de mí y, por tanto, habría creído ya para siempre que nuestra
intimidad, tan dulce y tan ENTERA a mis ojos durante tu vida, no lo era tanto
como yo suponía. ¿Qué quieres que haga?, yo no soy dueña de estas
impresiones dolorosas, es éste el punto débil de mi carácter. Por eso,
¡cuántas gracias le doy a Dios por la recreación de esta noche! Sí,
comprendo que me ama y que tiene compasión de mi pobre corazón. No me importa
sufrir las luchas que sean durante tu vida, pero después todos los recuerdos
que tenga de ti tienen que ser agradables y no tengo que enterarme de nada
nuevo. No me parece mal que no me digan las cosas en el momento, pero ten
compasión de mi debilidad maternal y, otra vez, pide que me lo digan todo. La
verdad, angelito mío, es que tienes una extraña Madrecita... Fíjate, durante
Completas su corazón se parecía a un auténtico abismo de amargura, y de un
género del todo especial, de un género que yo nunca había experimentado
todavía. ¡Qué lástima me da de Dios cuando las almas no tienen confianza en
él! Este es mayor ultraje que se puede hacer a la ternura de un padre. En tu
caso, ángel querido, tus razones eran TOTALMENTE DE TERNURA. Sí, no lo dudo. Y
termino este billetito diciéndole una vez más a Jesús: ¡Gracias!, has tenido
compasión de mi debilidad; no, no hubiese podido soportar una cosa así
después de la muerte de mi angelito, me habría muerto de dolor...
"Y
sobre todo, no te atormentes, pues lo he adivinado todo" (LC 180,
30/5/1897).
Cta
232 A la madre Inés de Jesús
30
de mayo de 1897
(2º
billete) J.M.J.T.
Deposité
mi primer billetito en manos de sor Genoveva1
a la vez que ella me daba el tuyo. Ahora lamento2
haber echado mi misiva al "correo", pues voy a tener que pagar portes
dobles para decirte que comprendo tu pena. Yo deseaba seguramente más que tú
no ocultarte nada, pero me pareció que era mejor esperar. Si he obrado mal,
perdóname, y créeme que nunca dejé de tener confianza en ti. ¡Te quiero
demasiado para eso...!
Me
alegro mucho de que lo hayas adivinado tú sola. No recuerdo haber ocultado
ninguna otra cosa del sobre a mi Madrecita, y le suplico que después de mi
muerte no crea lo que puedan decirle.
Sí,
Madrecita, la carta es tuya, y te pido por favor que sigas escribiéndola hasta
el día en que Jesús rasgue totalmente el sobrecito que tantos pesares te ha
causado desde que fue formado3.
NOTAS
Cta 232
1
El billete 231 que sor Genoveva le había pasado en su calidad de enfermera.
2
[En el original francés: "gai raigrette", N. del T.] en lugar de
"Je regrette": transcripción fonética que hace alusión a la
pronunciación del P. Baillon, confesor extraordinario de la comunidad, que
decía a sus penitentes: "Raigrettez-vous" [en vez de "Regrettez-vous".
N. del T.].
3
Nuevo desentendimiento: mientras Teresa escribe su "2º billete", la
madre Inés está escribiendo a su vez el suyo: "Aún sigo temiendo,
angelito mío, haberte apenado con mi desafortunado billetito. El tuyo, por el
contrario, ¡es tan tierno! Pídele a Jesús que me haga como tú.
"Pronto
te escaparás lejos de la tierra, y mi corazón en el fondo se estremece con una
alegría sobrenatural; mientras mis ojos derraman lágrimas, interiormente me
siento transportada por un sentimiento indecible de felicidad. ¡Oh, blanca
paloma, ya ha llegado la hora de que el Dueño del palomar te vuelva a poner en
el sitio que te corresponde! Ya es hora de que los angelitos no se vean privados
por más tiempo de tu compañía. Ya es hora de que Dios reciba nueva gloria con
tu entrada en la patria celestial. Después de eso, yo quiero sufrir en la
tierra todo lo que Dios quiera, quiero gemir yo también como una tórtola
lastimera desterrada en los valles de esta tierra, quiero para mí las
lágrimas. Sí, soy MUY FELIZ, por fin mi angelito va a volver a su país, va a
prepararle un sitio a su Madrecita, y la hará santa, y le enseñará desde
allá arriba a dominar sus tensiones tan desoladoras, y le proporcionará toda
clase de bienes, al vivir ella ya para siempre en tan gran abundancia...
"Jesús
mío, ¡te amo! También yo iré pronto a verte; mientras tanto, te envío TODO
LO QUE AMO" (LC 181, 30/5/1897).
Cta
233 A la madre Inés de Jesús
1
de junio de 1897
J.M.J.T.
¡Es
demasiado emocionante, demasiado melodioso...! ¡Prefiero callarme a tratar en
vano de cantar lo que está ocurriendo en mi alma...! ¡Gracias, Madrecita1...!
NOTAS
Cta 233
1
Con esas pocas palabras, Teresa respondía a un billete de la madre Inés, del
que transcribimos aquí una parte: "Esta noche he rezado todo el rosario de
rodillas ante la Santísima Virgen del mes de María, y me parece que, al
terminarlo, la Virgen tenía una sonrisa muy especial. Angelito mío, creo que,
si rezas por mí, voy a empezar realmente una vida nueva, creo que he recibido
una gracia muy grande. No quiero tampoco entristecerme si nuestra Madre te
rechaza, la Santísima Virgen me ha hecho comprender que las más hermosas vidas
de los santos no valen lo que un acto de obediencia y de renuncia. Incluso
aunque nuestra Madre, después de tu muerte, rasgase tu vida, me parece que, si
estoy como esta noche, no sentiría nada más que una atracción más fuerte
hacia el cielo. Volaría más alto, eso es todo: Mas allá de las nubes, el
cielo es siempre azul. Pisamos las riberas en las que reina Dios...
"No
sufras por mí, nuestra unión nunca ha sido más íntima, no, lo sé. Esta
noche, junto a la Santísima Virgen, había una velita muy luminosa que se
estaba consumiendo, y la cera formaba, a un lado, la auténtica figura de un
corderito suplicante. Y pensé que tú eras la luz y que ese corderito era yo,
que, apoyándome en tu claridad y volviendo mis ojos hacia María, alcanzaría
su compasión. No sé lo que te estoy diciendo, ángel querido. Mi corazón y mi
alma, toda mi persona es un mundo esta noche. Espero que me comprendas y que,
después de tu partida de este valle de lágrimas, vuelvas muchas veces a
embellecer este mundo nuestro, a pasearte por él con los angelitos, y a
convertirlo, con un soplo luminoso, en un pequeño sol..." (LC 182,
31/5/1897).
Cta
234 A sor María de la Eucaristía
J.M.J.T.
2
de junio de 1897
A
mi hermanita querida1,
recuerdo del hermoso día en que el Esposo de su alma se dignó poner su señal
en la frente2
que se dispone a coronar un día ante todos los elegidos...
En
otra ocasión, el cielo se reunió el 2 de junio para contemplar este misterio
de amor: Jesús, el dulce Jesús de la Eucaristía, entregándose por primera
vez a María3.
Hoy está de nuevo ahí ese hermoso cielo, compuesto de ángeles y de santos,
está ahí contemplando, extasiado, cómo María se entrega a Jesús ante el
mundo, extrañado ante un sacrificio que no entiende. ¡Ah!, si hubiese
comprendido la mirada que Jesús posó sobre María el día de su primera
visita, comprendería también la señal misteriosa que ella quiere recibir hoy
de quien la hirió de amor...
Ya
no es el velo vaporoso de pliegues nevados el que envolverá a María de la
Eucaristía; es un velo oscuro, que recuerda a la esposa de Jesús que está
desterrada y que su Esposo no es un Esposo que la va a llevar a fiestas, sino a
la montaña del Calvario. De ahora en adelante, María ya no debe mirar nada
aquí abajo, nada más que al Dios misericordioso, al Jesús de la EUCARISTIA...
La
pequeña
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 234
1
En su imposición de velo.
2
Alusión a uno de los responsorios de la ceremonia, tomado del oficio litúrgico
de santa Inés.
3
María Guérin había hecho la primera comunión el 2 de junio de 1881.
Cta
235 A sor María de la Eucaristía1
2
de junio de 1897
Recuerdo
del hermoso día de la imposición de velo a mi hermanita querida: 2 de junio de
1897.
Que
el Niño Jesús de Teresa acaricie siempre a María de la Eucaristía.
NOTAS
Cta 235
1
Estampa adjunta al billete anterior.
Cta
236 A sor María de la Trinidad
2
de junio de 1897
Dios
quiere que soportes sola tu prueba1,
y lo demuestra de muchas maneras... Pero, querida m.2,
¡¡¡yo sufro contigo...!!! y te quiero mucho...
[vº]
No te preocupes, mañana por la mañana iré a verte unos minutos, y al día
siguiente del lavado iré contigo a las hostias3.
NOTAS
Cta 236
1
Sor María de la Trinidad no dejó ninguna aclaración al respecto.
2
Abreviatura de "muñeca"; cf Cta 249; CA 22.9.4.
3
A la oficina donde se hacían las hostias.
Cta
237 A la madre Inés de Jesús
2
de junio de 1897
No,
la palomita no quiere dejar a su Madrecita1.
Quiere seguir volando y descansando en el mundo fascinante [vº] de su corazón.
Mañana
le daré las gracias a mi Madrecita, no le digo nada esta noche para no hacerle
estallar el corazón y porque es demasiado tarde. El bebé2
se va a dormir.
NOTAS
Cta 237
1
La madre Inés acababa de escribirle: "¡Angelito mío! Ya no tengo
palabras para expresarte mi cariño. No te enfades conmigo, mira qué tristes se
pusieron los apóstoles cuando Jesús les dijo que iba a dejarlos pronto... Sí,
pero... una vez que pasó el golpe, volvieron llenos de alegría... Así
ocurrirá con la Madrecita. (...) Levántate, paloma querida, el invierno ya ha
pasado para ti, la fuente de tus lágrimas se ha secado, vete a gustar los
hechizos de la primavera del amor.
"Y
sobre todo, no me contestes, eso me rompería el corazón" (LC 183,
2(?)/6/1897).
2
Sobre esta expresión cf UC pp. 374-376. Volverá a aparecer en Cta 254, 255,
257.
Cta
238 A Leonia 1
3
de junio de 1897
Querida
hermanita, ¡qué hermoso es pensar que un día seguiremos juntas al Cordero
durante toda la eternidad...!
Recuerdo
del 3 de junio de 1897
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 238
1
Dedicatoria al dorso de una estampa.
Cta
239 A la madre Inés de Jesús1
3
de junio (?) de 1897
Tengo
que caminar hasta mi último momento, - que marcará el final de mi tormento,
-como el pobre judío errante2.
NOTAS
Cta 239
1
Teresa responde a estas líneas de la madre Inés: "No puedo decirte todo
lo que ocurre en mi alma respecto a ti. ¡Es inefable! ¿Podré hablarte durante
un cuarto de hora, a pesar de tus paseos vagabundos?" (LC 184,
3(?)/6/1897).
2
Endecha del Judío Errante, estrofa 22; cf Cta 217, nota 5.
Cta
240 A sor María de la Trinidad
3
(?) de junio de 1897
J.M.J.T.
Florecita
querida de Jesús, lo he comprendido todo muy bien. No hace falta que me digas
nada más. El ojito que hay en tu cáliz me está indicando lo que debo pensar
de esa florecita que eres tú1...
Estoy muy contenta y muy reconfortada, pero ya no hay que tener ganas de comer
de la tierra. Lo que tiene que hacer la miosotis es abrir, o, mejor, elevar su
corola para que el Pan de los ángeles venga, como un rocío divino, a
fortalecerla y a darle todo lo que le falta2.
Buenas
noches, pobre florecilla, ¡y créeme que te quiero mucho más de lo que tú te
puedes imaginar...!
NOTAS
Cta 240
1
Este billete desarrolla el simbolismo de la miosotis, que tanto le gustaba a sor
María de la Trinidad (cf Cta 187). Se comprende aquí que la sola mirada de la
novicia ya le decía a Teresa en qué estado de ánimo se encontraba aquélla.
2
Sor María de la Trinidad quería privarse de la comunión en castigo por una
falta.
Cta
241 A sor Marta de Jesús
Junio
de 1897 (?)
J.M.J.T.
Querida
hermanita, sí, lo he comprendido todo... Pido a Jesús que haga lucir sobre tu
alma el sol de su gracia. No, no temas decirle que le amas, aun cuando no le
sientas. Ese es el modo de obligar a Jesús a socorrerte y a que te lleve como a
un niñito que es demasiado débil para caminar.
Es
una prueba muy grande verlo todo negro. Pero eso no depende en absoluto de ti.
Tú haz lo que puedas. Despega tu corazón de las preocupaciones de la tierra, y
sobre todo de las criaturas; y luego ten la seguridad de que Jesús hará lo
demás. El no permitirá que caigas en el temido lodazal... Consuélate,
hermanita querida, que en el cielo ya no lo verás todo negro, sino todo
blanco... Sí, todo estará revestido de la blancura divina de nuestro Esposo,
el Lirio de los valles. Juntas le seguiremos adondequiera que vaya...
Aprovechémonos del breve instante de la vida..., agrademos juntas a Jesús,
salvémosle almas con nuestros sacrificios... Y sobre todo, seamos pequeñas,
tan pequeñas que todo el mundo pueda pisarnos con sus pies1,
sin siquiera aparentar que lo notamos y que sufrimos por ello...
Hasta
pronto, hermanita querida, me alegro de verte...
NOTAS
Cta 241
1
Cf Im III,13,3 y Or 20 del 16/7/1897.
Cta
242 A sor María de la Trinidad
J.M.J.T.
Jesús
+ 6 de junio de 1897
Querida
hermanita:
Tu
hermosa cartita me alegró el alma. Ya veo que no me he equivocado al pensar que
Dios te llama a ser una gran santa, aún siendo pequeña y siéndolo cada día
más.
Comprendo
muy bien que sientas no poder hablarme, pero puedes estar segura de que también
yo sufro por no poder hacerlo, y que nunca como ahora he comprendido que tú
ocupas un lugar inmenso en mi corazón...
Algo
que me alegra mucho es comprobar que la tristeza no te quita el buen humor: no
he podido [vº] por menos de reírme al leer el final de tu carta: ¿de modo que
así te burlas de mí? ¿Quién te ha hablado de mis escritos1?
¿A qué infolios te refieres? Ya veo que sueltas una mentira para sacar la
verdad. Bueno, algún día la sabrás, si no es en la tierra, será en el cielo;
pero seguro que no te preocupará demasiado, pues entonces tendremos otras cosas
en que pensar...
¿Quieres
saber si estoy contenta de ir al paraíso? Lo estaría enormemente si fuese a
ir, pero... para ello no cuento con la enfermedad, es una conductora muy lenta.
Sólo cuento ya con el amor. Pídele a Jesús que todas las oraciones que se
hacen por mí sirvan para aumentar el fuego que ha de consumirme...
[vºtv]
Me parece que no vas a poder leerme, lo siento2,
pero sólo disponía de unos minutos.
NOTAS
Cta 242
1
La reanudación de la biografía de Teresa (Ms C). La madre Inés había
obtenido para ello el consentimiento de la madre María de Gonzaga en la noche
del 2 al 3 de junio.
2
Cf Cta 232, nota 2.
Cta
243 A sor Genoveva1
J.M.J.T.
7
de junio de 1897
Queridísima
hermanita, no busquemos nunca lo que parece grande a los ojos de las criaturas.
Salomón, el rey más sabio que hubo jamás en la tierra, después de observar
todos los afanes que ocupan a los hombres bajo el sol, la pintura, la escultura
y todas las demás artes, comprendió que todas esas cosas estaban carcomidas
por la envidia recíproca, y exclamó que no eran más que vanidad y aflicción
de espíritu...
La
sola cosa que nadie envidia es el último lugar. Este último lugar es, pues lo
único que no es vanidad y aflicción de espíritu...
[vº]
Sin embargo, "el hombre no es dueño de su camino", y a veces
comprobamos con sorpresa que estamos deseando lo que brilla. Entonces,
coloquémonos humildemente entre los imperfectos, considerémonos almas
pequeñas a las que Dios tiene que sostener a cada instante. Cuando él nos ve
profundamente convencidas de nuestra nada, nos tiende la mano; pero si seguimos
tratando de hacer algo grande, aunque sea so pretexto de celo, Jesús nos deja
solas. "Cuando parece que voy a tropezar, tu misericordia, Señor, me
sostiene" (Salmo XCIII). Sí, basta con humillarse, con soportar
serenamente las propias imperfecciones. ¡He ahí la verdadera santidad2!
Cojámonos
de la mano, hermanita querida, y corramos al último lugar... Nadie vendrá a
disputárnoslo...
NOTAS
Cta 243
1
Sor Genoveva fotografió a su hermana en este 7 de junio, lunes de Pentecostés.
A pesar de su agotamiento, Teresa tuvo que posar durante mucho tiempo para
satisfacer las exigencias de Celina. Esta (según una tradición oral) se
impacientó. Este billete parece ser una respuesta a las quejas que le había
expresado la novicia.
2
Cf Ms C 2vº, escrito en estos mismos días. Sor María de la Trinidad comenta
así esta frase de la Cta 243: "¿Qué santo canonizado ha hablado nunca
así? "Nosotras, me decía, no somos santos que lloremos nuestros pecados;
nosotras nos alegramos de que nuestros pecados sirvan para glorificar la
misericordia de Dios" (Billete a la madre Inés, 8/3/1925).
Cta
244 Al abate Bellière1
J.M.J.T.
9
de junio de 1897
Querido
hermanito:
Esta
mañana recibí su carta2,
y aprovecho un momento en que la enfermera está ausente para escribirle unas
últimas palabras de adiós; cuando las reciba, ya habré dejado el destierro...
Su hermanita estará unida a su Jesús para siempre; entonces podrá alcanzarle
gracias y volar con usted a las lejanas misiones.
¡Qué
contenta estoy de morir, querido hermanito...! Sí, estoy contenta, no porque
vaya a verme libre de los sufrimientos de aquí abajo (al contrario, el
sufrimiento es la única cosa que me parece deseable en este valle de
lágrimas), sino porque veo muy claro que ésa es la voluntad de Dios.
Nuestra
Madre querría retenerme en la tierra. En este momento se está diciendo por mí
un novenario de misas a Nuestra Señora de las Victorias3,
que ya me curó una vez en mi niñez4;
pero creo que el milagro que ahora haga no va ser otro que [vº] el de consolar
a nuestra Madre, que me ama tan tiernamente.
Querido
hermanito, en el momento de comparecer delante de Dios, comprendo mejor que
nunca que sólo una cosa es necesaria: trabajar únicamente por él y no hacer
nada por uno mismo ni por las criaturas.
Jesús
quiere adueñarse por entero de su corazón, quiere que sea usted un gran santo.
Para ello tendrá que sufrir mucho, pero también ¡qué alegría inundará su
alma cuando llegue al momento feliz de su entrada en la vida eterna...!
Hermano
mío, pronto iré a ofrecer su amor a todos sus amigos del cielo y a pedirles
que le protejan. Quisiera decirle, querido hermanito, un montón de cosas que
comprendo ahora que estoy a las puertas de la eternidad. Pero no muero: entro en
la vida, y todo lo que no puedo decirle aquí abajo se lo haré entender desde
lo alto de los cielos...
Hasta
Dios, hermanito, rece por su hermanita que le dice: Hasta pronto, ¡hasta vernos
en el cielo...!
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind
NOTAS
Cta 244
1
Este billete no fue enviado, debido sin duda a una mejoría pasajera. Teresa
desarrollará algunas de esas ideas en Cta 253.
2
Cf Cta 247, nota 1.
3
Santuario de París, muy querido por los Martin y los Guérin; cf Ms C 8rº y UC
p. 608s.
4
El 13 de mayo de 1883; cf Ms A 30rº,
Cta
245 A la madre Inés de Jesús, sor María del Sgdo. Corazón y sor Genoveva1
Junio
(?) de 1897
Al
verso
arriba:
No lloréis por mí, pues estoy en el cielo con el Cordero y las vírgenes
santas...2.
abajo:
Veo lo que creí.
Poseo
lo que esperé.
Estoy
unida a Aquel a quien amé
con
toda mi capacidad de amar3.
A
ambos lados: Un poquito de este puro amor más provecho hace a la Iglesia que
todas esas otras obras juntas4.
Por eso es gran negocio para el alma ejercitar en esta vida los actos de amor,
porque, consumándose en breve, no se detengan mucho acá o allá sin ver a Dios5
(San Juan de la Cruz).
Al
dorso
Nada
encuentro en la tierra que me haga feliz; mi corazón es demasiado grande, nada
de lo que en este mundo se llama felicidad puede llenarlo. Mi pensamiento vuela
hacia la eternidad, ¡el tiempo va a terminarse...! Mi corazón está sosegado,
como un lago tranquilo o un cielo sereno. No añoro la vida de este mundo, mi
corazón tiene sed de las aguas de la vida eterna... Un poco más, y mi alma
dejará la tierra, concluirá su destierro, terminará su lucha... ¡Subo al
cielo... llego a la patria..., consigo la victoria...! Voy a entrar en la morada
de los elegidos, voy a ver bellezas que el ojo del hombre nunca vio, a escuchar
armonías que el oído nunca escuchó, a gozar de alegrías que el corazón
nunca gustó... ¡He llegado a esta hora que todas nosotras tanto hemos
deseado...! Es gran verdad que el Señor escoge a los pequeños para confundir a
los grandes de este mundo... No me apoyo en mis propias fuerzas, sino en las
fuerzas de Aquel que en la cruz venció el poder del infierno. Soy una flor
primaveral que el dueño del jardín corta para recrearse... Todas nosotras
somos flores plantadas en esta tierra y que Dios corta a su tiempo, un poco
antes o un poco después... ¡Yo, pequeño efémero, me voy la primera! Un día,
nos encontraremos en el paraíso y gozaremos de la verdadera felicidad...!
(Teresa
del Niño Jesús copió los pensamientos del angelical mártir Teófano Vénard)6.
NOTAS
Cta 245
1
Textos escritos por Teresa en una estampa, como recuerdo de despedida.
2
Adaptación de la tercera lectura de Maitines de la segunda fiesta de santa
Inés (28 de enero).
3
Antífona del cántico Benedictus de ese mismo oficio.
4
SAN JUAN DE LA CRUZ, cf Cta 221, nota 2; Ms B 4vº; Or 12 rº.
5
ID, Ll 2,34. Esta frase cierra el tercer pasaje que Teresa había señalado con
una cruz en el ejemplar que guardaba como libro de cabecera durante su
enfermedad. Cf
UC pp. 149-422; Prières, p. 121).
6
Copiado de la correspondencia que escribió el mártir durante su
encarcelamiento, entre el arresto (30/11/1860) y la decapitación (2/2/1861).
Teresa había copiado éstos y otros pasajes en su libreta de apuntes. Al
transcribirlos para sus hermanas, introdujo algunas mínimas variantes,
apropiadas a su propio caso.
Cta
246 A sor María de la Trinidad
13
de junio de 1897
Que
el divino Niño Jesús encuentre en tu alma una morada totalmente perfumada por
las rosas del amor; que encuentre también en ella la lámpara ardiente de la
caridad fraterna1,
que hará entrar en calor a sus miembrecitos helados y que alegrará su
corazoncito haciéndole olvidar la ingratitud de las almas que no le aman lo
suficiente.
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
r.c.i.
(13
de junio de 1897)2
NOTAS
Cta 246
1
Cf Ms C 11vº y s., palabras escritas alrededor del 12-15 de junio;
especialmente 12rº.
2
Domingo de la Santísima Trinidad, onomástico de sor María de la Trinidad.
Este texto estaba escrito al dorso de una estampa.
Cta
247 Al abate Belliére
J.M.J.T.
Carmelo
de Lisieux
21
de junio de 1897
Jesús
+
Querido
hermanito:
He
dado gracias a Nuestro Señor con usted por la gracia tan señalada que se
dignó concederle el día de Pentecostés1.
En esa misma hermosa fiesta (hace 10 años) obtuve yo, no de mi director sino de
mi padre, el permiso para hacerme apóstol en el Carmelo2.
Un motivo más de parecido entre nuestras almas.
Por
favor, querido hermanito, ni se le ocurra nunca pensar que "me aburre o me
distrae" hablándome mucho de usted. ¿Cómo iba a ser posible que una
hermana no tuviese interés por todo lo que se refiere a su hermano? Y en cuanto
a distraerme, no tiene nada que temer: sus cartas, por el contrario, me unen
más a Dios al hacerme [1vº] contemplar de cerca las maravillas de su
misericordia y de su amor.
A
veces Jesús quiere "revelar sus secretos a los más pequeños".
Prueba de ello es que, después de haber leído su primera carta del 15 de oct.
del 95, yo pensé lo mismo que su director: usted no puede ser un santo a
medias, tendrá que serlo del todo o no serlo en absoluto. Comprendí que usted
debía de tener un alma valiente, y por eso me sentí feliz de ser su hermana.
No
crea que me asusta al hablarme de "sus años más hermosos
desperdiciados". Agradezco a Jesús que lo haya mirado con una mirada de
amor como en otro tiempo miró al joven del Evangelio. Usted, más afortunado
que él, ha respondido fielmente a la llamada del Maestro y lo ha dejado todo
para seguirlo, y en la edad más hermosa de la vida, a los 18 años...
Usted,
hermano, igual que yo, puede cantar las misericordias del Señor3,
que brillan en usted en todo su esplendor... Usted ama a san Agustín y santa
María Magdalena, esas almas a las que "se les han perdonado muchos pecados
[2rº] porque amaron mucho". También yo les amo, amo su arrepentimiento, y
sobre todo... ¡su amorosa audacia4!
Cuando veo a Magdalena adelantarse, en presencia de los numerosos invitados, y
regar con sus lágrimas los pies de su Maestro adorado, a quien toca por primera
vez, siento que su corazón ha comprendido los abismos de amor y de misericordia
del corazón de Jesús y que, por más pecadora que sea, ese corazón de amor
está dispuesto, no sólo a perdonarla, sino incluso a prodigarle los favores de
su intimidad divina y a elevarla hasta las cumbres más altas de la
contemplación.
Querido
hermanito, desde que se me ha concedido a mí también comprender el amor del
corazón de Jesús, le confieso que él ha desterrado todo temor de mi corazón.
El recuerdo de mis faltas me humilla y me lleva a no apoyarme nunca en mi propia
fuerza, que no es más que debilidad; pero sobre todo, ese recuerdo me habla de
misericordia y de amor. Cuando uno arroja sus faltas, con una confianza
enteramente filial, en la hoguera devoradora del Amor, [2vº], ¿cómo no van a
ser consumidas para siempre5?
Sé
que ha habido santos que pasaron su vida practicando asombrosas mortificaciones
para expiar sus pecados. Pero, ¿qué quiere?, "en la casa del Padre
celestial hay muchas estancias". Lo dijo Jesús, y por eso yo sigo el
camino que él me traza. Procuro no preocuparme ya de mí misma en nada y dejar
en sus manos lo que él quiera obrar en mi alma, pues no he elegido una vida de
austeridad para expiar mis faltas sino las de los demás.
Acabo
de releer estas líneas, y me pregunto si usted me entenderá, porque me he
explicado muy mal. No crea que censuro el arrepentimiento que usted tiene de sus
faltas y sus deseos de expiarlas. En absoluto, ¡estoy muy lejos de hacerlo!
Pero mire, ahora que somos dos, el trabajo se hará más rápidamente (y a mí,
a mi estilo, me cundirá más el trabajo que a usted); por eso espero que algún
día Jesús lo hará caminar por el mismo camino que a mí6.
Perdón,
querido hermanito, no sé lo que me pasa hoy, pues realmente digo lo que no
quisiera decir. No me queda ya sitio para contestar a su [2vºtv] carta. Lo
haré en otra ocasión. Gracias por las fechas. Ya he festejado sus 23 años7.
Ruego por sus queridos padres, a los que Dios se llevó ya de este mundo, y no
olvido a la madre a la que tanto ama8.
Su
indigna hermanita,
T.
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 247
1
El 7 de junio, lunes de Pentecostés, el abate Bellière escribía a Teresa:
"Ayer, mi muy querida hermana, a la misma hora en que el Espíritu Santo
descendía sobre los apóstoles con su luz y con su fuerza, recibía yo sus
órdenes de labios de mi Director. Dicho de otra manera, recibía una
confirmación casi decisiva de mi vocación y escuchaba esto: Usted tiene una
vocación seria, en la que yo creo firmemente y en la cual Dios manifiesta de
manera singular su Providencia. Por mil ocasiones de perderse, Dios le ha
concedido diez mil de salvarse. Es más, él quiere que sea misionero. El camino
está abierto, vaya.
"Y
voy a partir, querida hermanita. Pasaré estas vacaciones con mi familia, y el 1
de octubre llegaré a Argel para hacer el noviciado en Maison-Carrée con los
Padres Blancos. (...) Si más tarde me ocurre sentir desmayo o desaliento, (...)
sabré, hermana, que usted está cerca de mí con su caridad fraternal, y no
será ése el menor sostén de mi pobre alma. Usted me ha prometido que, incluso
después del destierro, estará a mi lado, y no tengo miedo.
"Adoremos
a Dios, hermana mía, ayúdeme a darle gracias. Yo menos que nadie, créame,
merecía este honor, en el que no puedo pensar si no es temblando, y este amor
de Dios me asusta un poco. Sin embargo, quiero que venza la confianza y
entregarme sin reservas, que, por otra parte, es lo que me han pedido. El Padre
me ha dicho: Tiene que entregarse enteramente a Dios, que se lo pide todo. Usted
no puede estar a su servicio sólo a medias; o es un buen sacerdote, o no es
nada. Estos son también mis sentimientos y quiero darme sin cálculos (...)
"Usted
me decía no hace mucho: "Siento que nuestras almas fueron hechas para
comprenderse". También a mí me lo parece, y, como soy un poco
supersticioso respecto a la Providencia, no puedo dejar de establecer algunas
semejanzas (pero también ¡cuántas diferencias!).
"Permítame
transmitirle algunas con toda sencillez. Unos mismos deseos: almas,
apostolado... -usted es ante todo un apóstol, creo yo-. Esa necesidad de
entrega a una causa santa. (...)
"Siendo
aún muy joven, usted, querida hermanita, se vio privada de las caricias de una
madre. Pues ya ve, yo no llegué a conocer a la mía; es más, ella murió por
causa mía. Hasta los 10 ó los 11 años yo ignoraba esta desgracia, pues estaba
recibiendo de una tía el afecto y las caricias que yo creía eran caricias de
una madre, tan dulces y bienhechoras eran para mí. Por eso siempre llamé
"madre" a esta hermana de mi madre, y mi corazón sufrirá [al
separarme de ella] tanto como hubiese sufrido si me despidiese de mi madre para
ir al lejano apostolado. (...)
"No
me sorprendería que tuviésemos también las mismas devociones. A mí me ha
convertido el Sagrado Corazón, después de muchas necedades y cobardías. Los
años más hermosos de la vida, los que más ama Jesús, yo los he
despilfarrado, sacrificando al mundo y a sus locuras los "talentos"
que Dios me había prestado. Pero la Santísima Virgen, Nuestra Señora de la
Liberación, a la que usted seguramente conoce, me ha ayudado también mucho.
San José me ha recibido en su guardia de honor. Y espero mucho de la amistad de
los santos Pablo, Agustín, Mauricio, Luis Gonzaga, Francisco Javier, y de las
santas Juana de Arco, Celina e Inés (a quienes usted ha cantado), Genoveva, que
era una valiente y cuya fiesta está enmarcada entre su nacimiento de usted y su
bautismo (3 de enero), Teresa, sobre todo desde que sé que es la santa patrona
de mi querida hermanita, María Magdalena, la pecadora a la que Jesús llegó a
amar tanto. (...)
"¡Cómo
debo de aburrirla y distraerla, mi valiente y querida hermanita, con toda esta
palabrería en la que me parece que hablo de mí más de la cuenta! Perdóneme.
La verdad, se lo aseguro, es que soy un miserable, y gracias a que usted está
ahí Dios me sigue amando todavía. Estoy seguro de que se lo recompensará, y
así se lo pido ardientemente.
"Mi
muy querida y genial hermanita, yo seré para siempre su agradecido, aunque
indigno hermano,
M.
Barthélemy Bellière
"No
tenga miedo, hermana mía, estoy demasiado celoso de la gracia de Dios que me
concede el favor de sus cartas, para que ningún profano penetre en su
secreto" (LC 186, 7/6/1897).
2
El 29 de mayo de 1887; cf Ms A 50rº.
3
Tema fundamental del Ms A, que se retoma al principio del Ms C, en curso de
redacción.
4
Cf Ms C 36vº.
5
Cf CA 11.7.6 y CG p. 1022+g.
6
El 15 de julio, el abate Bellière escribía a este respecto: "¿Sabe que
me abre horizontes nuevos? En su última carta, especialmente, encuentro una
serie de reflexiones sobre la misericordia de Jesús, sobre la familiaridad a
que él nos invita, sobre la sencillez en las relaciones del alma con nuestro
gran Dios, que hasta el presente no me habían conmovido mayormente, sin duda
porque nadie me las había presentado con esa sencillez y esa unción que su
corazón prodiga. Y pienso como usted. Pero yo sólo llego imperfectamente a esa
sencillez exquisita que me parece asombrosa, porque soy un pobre orgulloso y me
apoyo todavía demasiado en las cosas creadas.
"No,
querida hermanita, no se ha explicado mal, tiene toda la razón. He comprendido
bien sus ideas. Y como usted dice tan bien y tan acertadamente, ya que en la
práctica somos dos, me fío enteramente de Nuestro Señor y de usted, que es el
camino más seguro. Todo lo que me dice lo considero como proveniente del mismo
Jesús, tengo plena confianza en usted y me acomodo a su estilo, que quisiera
hacer mío" (LC 188, 15/7/1897).
7
El 10 de junio.
8
Su tía, la señora Barthélemy.
Cta
248 A Leonia
Finales
de junio (?) de 1897
J.M.J.T.
Mi
querida Leonia:
Me
emocionó a más no poder tu rapidez en complacerme. Te lo agradezco de todo
corazón y estoy encantada de la colcha que me has hecho. Es exactamente como yo
la quería...
Mañana
ofreceré por ti la comunión...
Te
quiero y te abrazo. Tu hermanita,
Teresa
del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
Cta
249 A sor María de la Trinidad1
(Fragmentos)
Mediados
de julio (?) de 1897
J.M.J.T.
Querida
hermanita:
No
quiero que estés triste. Sabes bien qué perfección sueño yo para tu alma,
(...)
Compadezco
tu debilidad (...), contigo hay que decir enseguida lo que se piensa.
(...)
enfermería,
debería haberte hecho comprender que te sería más difícil conseguir permiso
para venir después de Maitines
(...)
el
demonio se aleja
Ahora
no me
(...)
comprendido
tu lucha y te habría consolado bondadosamente si no lo hubieses dicho en voz
alta, sino que
(...)
Adiós,
pobre m.2,
a quien tendré que llevar muy pronto al cielo. Quiero tenerlo todo entero
NOTAS
Cta 249
1
Un día -cuenta la interesada- en que ya no podía más de pena y de luchas
porque me tenían alejada de ella (de Teresa) como si fuese una extraña, fui a
la enfermería y desahogué mis quejas delante de una de sus hermanas (...). Mi
amarga queja apenó a la Sierva de Dios, que me despidió reprochándome
severamente mi falta de virtud. ¡Por la noche, me hizo llegar este billete! (Cf
CG p. 1024).
2
"Muñeca"; cf Cta 136, nota 2.
Cta
250 A sor María de San José
Julio
(?) de 1897
J.M.J.T.
Espero
que sor Genoveva te haya consolado1.
El pensamiento de que ya no estás triste hace desaparecer mi tristeza... ¡Y
que felices seremos en el cielo! Allí participaremos de las perfecciones
divinas y podremos dar a todo el mundo sin vernos obligados a dejar sin nada a
nuestros amigos más queridos...
Dios
ha [vº] hecho bien en no darnos este poder en la tierra, pues quizás no
hubiéramos querido abandonarla. Y además, ¡nos hace tanto bien reconocer que
sólo él es perfecto, que sólo él debe bastarnos cuando quita la rama que
sostiene al pajarillo! ¡El pájaro tiene alas, está hecho para volar2!
NOTAS
Cta 250
1
Seguramente, de no poder entrar en la enfermería, ¿de la que sor Genoveva era
la "guardiana"?
2
La rama es evidentemente Teresa, y el pájaro sor María de San José. Esta
sufrirá por tener que conformarse con raras y silenciosas visitas a la
enfermería. Cf
UC p. 479.
Cta
251 A sor Marta de Jesús
Junio-julio
(?) de 1897
J.M.J.T.
La
pequeña esposa de Jesús no tiene que estar triste, pues Jesús lo estaría
también. Debe cantar siempre en su corazón el cántico del amor. Tiene que
olvidar sus pequeñas penas para consolar las grandes penas de su Esposo...
Hermanita
querida, no seas una chiquilla triste pensando ver que no te comprenden, que te
juzgan mal, que te olvidan, sino ríete de todo el mundo procurando actuar como
las demás [vº], o, mejor, tratándote a ti misma como [dices que] te tratan
las demás, es decir, olvidándote de todo lo que no es Jesús y olvidándoTE a
ti misma por su amor...
Hermanita
querida, no me digas que eso es difícil. Si te hablo así, la culpa es tuya: me
has dicho que amas mucho a Jesús, y al alma que ama nada le parece imposible1...
Puedes
estar segura de que tu billetito me ha agradado mucho2...
NOTAS
Cta 251
1
Cf Im III,5.4.
2
Cf CA 15.6.2 y 8.7.6.
Cta
252 A la madre Inés de Jesús
13
de julio de 1897
Te
quiero mucho, mamaíta, ¡pronto lo verás! ¡Sí, sí...!
Cta
253 Al abate Bellière1
J.M.J.T.
Jesús
+ 13 de julio de 1897
Querido
hermanito:
Cuando
lea estas letras, quizás yo no esté ya en la tierra, sino en el seno de las
delicias eternas. No conozco el futuro, pero puedo decirle con seguridad que el
Esposo está a la puerta. Se necesitaría un milagro para retenerme en el
destierro, y no creo que Jesús haga ese milagro inútil.
Querido
hermanito, ¡qué contenta estoy de morir! Sí, estoy contenta, no por verme
libre de los sufrimientos de aquí abajo (al contrario, el sufrimiento unido al
amor es lo único que me parece deseable en este valle de lágrimas). [1vº]
Estoy contenta de morir porque veo que ésa es la voluntad de Dios y porque
seré mucho más útil que aquí abajo a las almas que amo, y muy especialmente
a la suya.
En
su última carta a nuestra Madre me pedía que le escribiese a menudo durante
las vacaciones. Si el Señor quiere prolongar todavía algunas semanas más mi
peregrinación y nuestra Madre lo permite, podría garabatearle aún algunas
palabras como éstas. Pero lo más probable es que haga algo más que escribirle
a mi querido hermanito, incluso más que hablarle el lenguaje fastidioso de la
tierra: estaré muy cerca de él, veré todo lo que [2rº] necesita y no dejaré
en paz a Dios hasta que me conceda todo lo que quiero... Cuando mi hermanito
querido parta para Africa, yo le seguiré, y no ya con el pensamiento o con la
oración: mi alma estará siempre con él, y su fe le hará descubrir la
presencia de una hermanita que Jesús le dio, no para que le sirviera de apoyo
durante apenas dos años, sino hasta el último día de su vida.
Todas
estas promesas, hermano, tal vez puedan parecerle un tanto quiméricas; sin
embargo, debe empezar a saber que Dios siempre me ha tratado como a una niña
mimada. Es verdad que su cruz me ha acompañado desde la cuna, [2vº] pero
Jesús me ha hecho amar apasionadamente esa cruz y me ha hecho siempre desear lo
que él quería darme2.
¿Va a empezar entonces en el cielo a no colmar ya mis deseos? La verdad, no
puedo creerlo, y le digo: "Pronto, hermanito, estaré cerca de usted".
Se
lo suplico, pida mucho por mí, ¡necesito tanto las oraciones en este momento!
Pero sobre todo, pida por nuestra Madre; ella quisiera retenerme todavía mucho
tiempo aquí abajo, y para conseguirlo esta venerada Madre ha mandado decir un
novenario de Misas a Nuestra Señora de las Victorias que ya me curó en la
niñez; pero yo, sabiendo que el milagro no se realizará, he pedido y alcanzado
de la Santísima Virgen que ella consuele un poco el corazón de mi Madre, o,
mejor, que le haga consentir en que Jesús me lleve al cielo.
[2rtv]
Hasta Dios, hermanito, hasta pronto, hasta que volvamos a vernos en el hermoso
cielo.
T.
del Niño Jesús y de la Santa Faz
rel.
carm.
NOTAS
Cta 253
1
Esta carta retoma varias ideas del billete de despedida del 9 de junio (Cta
244), que no fue enviado.
2
Cf CA 13.7.15, frase idéntica a la de ese día, y Ms C 31rº; cf UC p. 400.
Cta
254 Al P. Roulland
J.M.J.T.
Carmelo
de Lisieux
14
de julio de 1897
Jesús
+
Hermano:
Me
dice en su última carta (que me ha gustado mucho): "Soy como un bebé que
está aprendiendo a hablar"1.
Pues bien, desde hace cinco o seis semanas, también yo soy como un bebé, pues
sólo vivo de leche2,
pero pronto iré a sentarme en el banquete celestial, pronto iré a apagar mi
sed en las aguas de la vida eterna. Para cuando usted reciba esta carta,
seguramente yo habré dejado ya la tierra. El Señor, en su infinita
misericordia, me habrá abierto ya su reino y podré disponer de sus tesoros
para prodigarlos a las almas que amo.
Puede
estar seguro, hermano, de que su hermanita mantendrá sus promesas, y que su
alma, libre ya del peso de su envoltura mortal, volará feliz hacia las lejanas
regiones que usted está evangelizando. Lo sé, hermano mío: le voy a ser mucho
más útil en el cielo que en la tierra; por eso vengo, feliz, a anunciarle mi
ya próxima entrada en esa bienaventurada ciudad, segura de que usted
compartirá mi alegría y dará gracias al Señor por darme los medios de
ayudarlo a usted más eficazmente en sus tareas apostólicas.
Tengo
la confianza de que no voy a estar inactiva en el cielo. Mi deseo es seguir
trabajando por la Iglesia y por las almas. Así se lo pido a Dios, y estoy
segura de que me va a escuchar. ¿No están los ángeles continuamente ocupados
de nosotros, sin dejar nunca de contemplar el rostro de Dios y de abismarse en
el océano sin orillas del amor3?
¿Por qué no me va a permitir Jesús a mí imitarlos?
Ya
ve, hermano, que si abandono el campo de batalla, no es con el deseo egoísta de
irme a descansar. El pensamiento de la felicidad eterna apenas si hace
estremecerse a mi corazón: desde hace mucho tiempo, el sufrimiento se ha
convertido en mi cielo aquí en la tierra, y realmente me cuesta entender cómo
voy a poder aclimatarme a un país en el que reina la alegría sin mezcla alguna
de tristeza. Será necesario que Jesús transforme mi alma y le dé capacidad
para gozar; de lo contrario, no podré soportar las delicias eternas.
Lo
que me atrae hacia la patria del cielo, es la llamada del Señor, es la
esperanza de poder amarle al fin tanto como he deseado, y el pensamiento de que
podré hacerle amar por una multitud de almas que lo bendecirán eternamente.
Hermano
mío, ya no va a tener tiempo para hacerme sus encargos para el cielo, pero los
adivino. Además, sólo tiene que decírmelos muy bajito, y yo le escucharé y
llevaré fielmente sus mensajes al Señor, a nuestra Madre Inmaculada, a los
ángeles y a los santos que usted ama. Yo pediré para usted la palma del
martirio y estaré cerca de usted sosteniéndole la mano para que pueda recoger
sin esfuerzo esa palma gloriosa, y luego volaremos juntos jubilosos a la patria
celestial, rodeados de todas las almas que usted ha conquistado.
Adiós,
hermano, rece mucho por su hermanita, rece por nuestra Madre, a cuyo corazón
sensible y maternal le cuesta tanto aceptar mi partida. Cuento con usted para
consolarla.
Soy,
para toda la eternidad, su hermanita
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 254
1
"Aquí estoy como un bebé, sin saber hablar y aprendiendo la lengua en una
familia cristiana", escribía el P. Roulland a Teresa (LC 178, 29/4/1897).
2
Desde la semana de Pentecostés Teresa sigue un régimen lácteo.
3 Cf ARMINJON, op. cit., p. 302 y CA 17.7.