Cta
146 A la señora de Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 10 de agosto de 1893
Querida
tía:
He
visto gustosa cómo usted supo leer en el corazón de su hijita. No quiero, sin
embargo, que mi hermosa letra pierda el honor de ser admirada en el castillo de
La Musse... Por eso me he sentido muy feliz cuando nuestra Madrecita me confió
la dulce misión de contestar a su carta.
Querida
tía, todas y cada una de las líneas que nos ha escrito me revelan su corazón,
que es el [1vº] de la más tierna de las madres. Pero también el de su
Teresita es un corazón de hija, lleno de amor y de gratitud...
Pido
a Dios que cure a mi querido tío1.
Y la verdad es que me parece que esta súplica no puede dejar de ser escuchada,
puesto que Nuestro Señor mismo está interesado en esa curación. ¿No trabaja,
acaso, el brazo de mi tío, escribiendo incansablemente páginas admirables,
destinadas a salvar almas y a hacer temblar a los demonios2?
Creo
que Dios nos está escuchando ya, y espero que disfruten en paz de los últimos
días que les [2rº] quedan por pasar en su hermoso castillo3.
¡Qué feliz debe de sentirse Juana al poder gozar a sus anchas de la presencia
de Francis, al que tiene tan poco a su lado en Caen4!
He rezado mucho para que desaparezca por completo ese dichoso esguince, pues
tiene que ser un negro nubarrón en el azul del cielo de mi Juana.
Me
acuerdo también de mi hermanita María. Me parece que desde que plantó su
morada en las copas de los árboles5,
yo le debo de parecer muy pequeña y despreciable. Cuando uno se acerca al
cielo, descubre maravillas que no existen en [2vº] los humildes valles. Me
llamará mala, pero eso no me impedirá ofrecer la sagrada comunión por Su
Alteza el día de su santo...
No
acierto a expresarle, querida tía, lo feliz que me siento cuando pienso que mi
querido papaíto está con ustedes, rodeado de cariño y de cuidados. Dios ha
hecho con él lo mismo que con su servidor Job: después de haberlo humillado lo
colma de favores, y todos esos bienes y ese cariño le llegan por medio de
ustedes.
Querida
tiíta, tengo todavía muchas cosas que decirle, pero no me queda espacio, y no
es respetuoso terminar así [2vºtv] una carta escribiendo de través.
Perdóneme, querida tía, y ojalá sepa intuir todo lo que quisiera escribirle,
lo mismo que al resto de la familia.
La
madre María de Gonzaga y nuestra Madre les mandan muchos y muy cariñosos
saludos. Se sienten encantadas de saber que os va a ser presentada la señora de
Virville6.
Un
abrazo con todo el corazón, querida tía, y siempre seré
Su
respetuosa hijita,
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 146
1
El señor Guérin sufría de reumatismo en un brazo.
2
Desde octubre de 1891, el señor Guérin sostenía con su pluma y con su fortuna
el periódico conservador Le Normand.
3
El regreso de La Musse a Lisieux estaba fijado para el 18 de agosto.
4
El ejercicio de su profesión obligaba al Dr. La Néele a frecuentes ausencias.
5
María Guérin le había tomado un cariño especial a uno de los robles del
parque.
6
Cuñada de la madre María de Gonzaga.
Cta
147 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 13 de agosto de 1893
Querida
Celinita:
Sentimos
mucho todos esos problemas que tienes con la sirvienta1.
Nuestra
Madre no pensaba escribirte antes de que volvieras, pero es tan buena y quiere
tanto a su Celinito, que, al saber que estaba triste, ha querido darle un
pequeño consuelo permitiendo a tu Teresa escribirte unas letras.
No
sabemos lo que debes hacer con la casa2.
Deberías preguntarle a nuestro tío, nosotras daremos por bueno lo que él
decida; de todas formas, ya hablaremos de ello de viva voz.
Tu
pobre sirvienta es bien desgraciada con tener ese vicio tan feo, y sobre todo de
ser mentirosa; ¿no podrías convertirla, como a su marido3?
No hay pecado sin perdón, y Dios es [1vº] poderoso para dar conciencia aun a
las personas que no la tienen. Voy a rezar mucho por ella. Tal vez, en su lugar,
yo fuese todavía peor que ella, y tal vez también ella sería ya una gran
santa si hubiese recibido la mitad de las gracias de que Dios me ha colmado a
mí.
Creo
que Jesús es muy bueno al permitir que mis pobres cartitas te sirvan de ayuda.
Pero te aseguro que no caigo en el error de pensar que tengo en ello el menor
mérito. "Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los
albañiles". Los más bellos discursos de los más grandes santos no
lograrían hacer brotar un solo acto de amor de un corazón si Jesús no
estuviese adueñado de él. Sólo él sabe servirse de su lira, nadie más puede
hacer vibrar sus notas armoniosas. Pero Jesús se sirve de todos los medios,
todas las criaturas [2rº] están a su servicio y a él le gusta utilizarlas
durante la noche de la vida para ocultar su presencia adorable. Mas no se oculta
tanto que no se deje adivinar. En efecto, veo que muchas veces me da luces, no
para mí, sino para su Palomita desterrada, para su esposa querida. Esto es muy
cierto, y en la misma naturaleza encuentro un ejemplo de ello.
Imagínate
un hermoso melocotón4
rosado y tan dulce, que todos los confiteros juntos no lograrían imaginar un
sabor tan dulce como el suyo. Dime, Celina, ¿acaso creó Dios para el
melocotón ese precioso color rosa tan aterciopelado y tan agradable a la vista
y al tacto? ¿Gastó por él tanto azúcar...? La verdad que no. Fue para
nosotras y no para él. Pero lo más propio suyo, lo que forma la esencia de su
vida es el hueso; podemos quitarle toda su belleza, sin [2vº] quitarle su ser.
De
la misma manera, Jesús se complace en prodigar sus dones a algunas de sus
criaturas, pero muchas veces es para atraer hacia sí a otros corazones; y
luego, cuando ha logrado su objetivo, hace desaparecer esos dones exteriores y
despoja completamente a las almas que le son más queridas. Al verse en tan gran
pobreza, esas pobres almas tienen miedo, les parece que no sirven para nada,
puesto que lo reciben todo de los demás y ellas no pueden dar nada. Pero no es
así: la esencia de su ser trabaja en secreto. Jesús va formando en ellas ese
germen que ha de desarrollarse allá arriba en los jardines del cielo. Se
complace en hacerles ver su nada y su propio poder. Para llegar a ellas, se
sirve de los instrumentos más viles, demostrándoles así que es él solo quien
trabaja. Se da prisa en perfeccionar su obra para el día en que, desvanecidas
las sombras, no se comunicará ya a través de intermediarios, sino en un cara a
cara eterno...
(Nuestra
Madre agradece a María5
su cartita, lo mismo que la madre María de Gonzaga; les ha encantado.)
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 147
1
María, la esposa de Désiré, se daba a veces a la bebida.
2
La casa de la calle Labbey, alquilada por Celina en 1892, tras el regreso del
señor Martin a Lisieux.
3
Désiré había vuelto a la práctica religiosa después de una novena de Celina
a San José, en marzo de 1893.
4
Una de las frutas preferidas de Teresa; cf CA 24.7.1.
5
María Guérin, que deseaba entrar en el Carmelo.
Cta
148 A Leonia
Jesús
+ El Carmelo, 13 de agosto de 1893
Querida
Leonia:
¿Piensas,
tal vez, que tu Teresa te tiene olvidada? ¡En absoluto! Tú conoces demasiado
bien su corazón para pensar eso. Me habría gustado escribirte al mismo tiempo
que nuestra Madre y que sor María del Sagrado Corazón, pero hubo un
malentendido y su carta salió antes de lo que yo pensaba. Hoy voy a desquitarme
pasando un rato contigo.
¡Si
supieras, querida hermanita, las acciones de gracias que elevo al cielo por el
don que Dios te ha concedido! [1vº] Por fin tus deseos se han realizado. Como
la paloma que salió del arca, tampoco tú podías hallar sobre la tierra del
mundo un lugar donde posar el pie, y volaste durante mucho tiempo tratando de
entrar en la mansión bendita donde tu corazón había fijado para siempre su
morada. Jesús se hizo esperar, pero al fin los gemidos de su paloma lo
conmovieron, extendió su mano divina y, tomando a su prometida, la colocó
sobre su corazón, en el tabernáculo de su amor.
Se
ha realizado así ya la predicción de nuestra santa tía1.
La hija de la beata Margarita María2
está en la Visitación y será ya para siempre la esposa de Nuestro Señor.
Claro,
que mi alegría es completamente espiritual, pues ya no volveré a ver aquí en
la tierra a mi querida Leonia, ya no volveré a escuchar su voz ni a desahogar
mi corazón en el suyo... Pero sé que la tierra es el [2rº] lugar de nuestro
destierro, somos viajeras que caminamos hacia la patria. ¿Qué importa la ruta
que seguimos no sea la misma, si nuestra meta común es el cielo? Allí nos
reuniremos para no separarnos jamás. Allí saborearemos eternamente las
alegrías de la familia, volveremos a encontrar a nuestro padre querido,
aureolado de gloria y honor por su fidelidad a toda prueba y sobre todo por las
humillaciones en las que fue abrevado; veremos a nuestra madre, que se alegrará
de las tribulaciones que fueron nuestra heredad durante del destierro de la
vida, gozaremos de su dicha al contemplar a sus cinco hijas religiosas, y con
los cuatro angelitos que nos esperan allá arriba formaremos una corona que
ceñirá para siempre la frente de nuestros padres queridos.
Querida
hermanita, ya ves que también yo participo de tu alegría, que sé [2vº] que
es muy grande, pero que sé también que los sacrificios no dejan de
acompañarla. ¿Sería meritoria, sin ellos, la vida religiosa? No, ¿verdad que
no? Por el contrario, las pequeñas cruces son las que constituyen toda nuestra
alegría. Esas pequeñas cruces no son más corrientes que las grandes, y
preparan nuestro corazón para recibir éstas cuando así lo quiera nuestro
Maestro.
Te
ruego, querida Leonia, que des mis respetuosos saludos a tu Reverenda Madre,
hacia la que conservo un afecto muy filial desde el día que tuve el honor de
conocerla3.
¿No pertenezco yo ya también un poco a su familia, al ser tú su hija y yo tu
indigna hermanita...?
Nuestra
Madre, la madre María de Gonzaga y sor María del Sagrado Corazón presentan
también sus respetuosos saludos a la Madre superiora, y envían a su querida
Leonia sus mejores deseos de felicidad.
No
olvides en tus oraciones, querida hermana, a la más pequeña de las carmelitas,
que tan unida está contigo en el corazón de la Santísima Virgen.
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 148
1
Sor María Dositea Guérin, salesa en Le Mans, escribía el 28 de abril de 1869:
"En cuanto a la pequeña Leonia, no puedo menos de pensar que será
salesa".
2
Alusión a la curación de Leonia, cuando era niña, después de una novena que
sor María Dositea hizo a la beata Margarita María, en marzo de 1865.
3
La madre María de Sales Lefrançois, a quien Celina y Teresa habían conocido
con ocasión de una visita que hicieron a Leonia durante su primera estancia en
la Visitación (julio de 1887-enero de 1888).
Cta
149 A Celina
20
(?) de octubre de 1893
J.M.J.T.
Jesús
+
Celina
querida:
He
encargado a Jesús que felicite en mi nombre a mi hermanita sor María de la
Santa Faz1...
Sólo Jesús debe ser el vínculo divino que nos una. Sólo él tiene derecho a
penetrar en el santuario de su esposa... Sí, él, y sólo él, escucha cuando
nada nos responde2...
Sólo él dispone los acontecimientos de nuestra vida de destierro. Él es quien
a veces nos ofrece el cáliz amargo. Pero nosotras no le vemos, él se esconde,
oculta su mano divina, y no logramos ver más que a las criaturas. Entonces
sufrimos, porque la voz de nuestro Amado no se deja oír y la de las criaturas
parece despreciarnos...
Sí,
el sufrimiento más amargo es el de no ser comprendidas... Pero nunca será ése
el sufrimiento de Celina y de Teresa. Nunca, pues sus miradas están puestas
más allá de la tierra y se elevan por encima de lo creado. Cuanto más se
esconde Jesús, tanto más sienten ellas que Jesús está cerca. En su
delicadeza exquisita, él marcha por delante, apartando las piedras del camino y
alejando a los reptiles. Pero no es nada todavía: él hace resonar en nuestros
oídos voces amigas, y esas voces nos advierten que no caminemos demasiado
seguras... ¿Y por qué? ¿No es acaso el mismo Jesús quien ha trazado nuestra
ruta? ¿No es él quien nos alumbra y se revela a nuestras almas...? Todo nos
lleva a él, las flores que crecen al borde del camino no cautivan [1vº]
nuestros corazones3.
Las miramos, las amamos, porque nos hablan de Jesús, de su poder, de su amor,
pero nuestras almas permanecen libres. ¿Por qué turbar, pues, nuestra dulce
paz? ¿Por qué temer la tormenta cuando el cielo está sereno...?
¡Celina,
querida Celina...! No son los precipicios lo que hay que evitar. Estamos en
brazos de Jesús; y si voces amigas nos aconsejan temer, es nuestro Amado en
persona quien así lo quiere. ¿Y por qué...? Porque, en su amor, ha escogido
para sus esposas el mismo camino que escogió para sí. Quiere que las alegrías
más puras se cambien en sufrimientos, a fin de que nuestro corazón, no
teniendo, por así decirlo, ni siquiera tiempo para respirar a gusto, se vuelva
hacia él, que es nuestro único sol y nuestra única alegría...
Las
flores del camino son los placeres puros de la vida. No hay mal alguno en
disfrutar de ellos. Pero Jesús está celoso de nuestras almas, y desea que para
nosotras todos los placeres estén mezclados con amargura... Y aunque las flores
del camino conducen al Amado, son, sin embargo, un camino indirecto; son la
placa o el espejo que reflejan al sol, pero no son el sol...
No
estoy diciendo a mi Celina querida lo que quisiera decirle, me explico tan
mal... Tal vez ella me entienda con medias palabras, ¡se las arregla tan bien
Jesús para cumplir los encargos de su pobre Teresa...!
Hay
en el Cantar de los Cantares un pasaje que le cuadra a la perfección a la pobre
Celinita desterrada. Es éste: "¿Qué veis en la esposa sino coros
musicales en un campo de batalla?" ¡Sí, la vida de mi Celina es realmente
un campo de batalla...! Como pobre palomita, gime junto a los canales de
Babilonia, ¿y cómo podrá cantar los cánticos del Señor [2rº] en tierra
extranjera...? Y sin embargo, tiene que cantar, su vida tiene que ser una
melodía (un coro musical). Es Jesús quien la retiene cautiva, pero él está a
su lado... Celina es la humilde lira de Jesús4...
¿Es completo un concierto cuando nadie canta...? Si Jesús toca, ¿no tiene
Celina que cantar...? Cuando el aire sea triste, ella cantará el cántico del
destierro, y cuando el aire sea jubiloso, su voz dejará oír los acentos de la
patria... Todo lo que pueda suceder, todos los acontecimientos de la vida no
serán más que ruidos lejanos que no harán vibrar a la pequeña lira, sólo
Jesús tiene derecho a posar en ellas sus dedos divinos. Las criaturas son
peldaños, instrumentos, pero es la mano de Jesús la que lo dirige todo. En
todo hay que verlo sólo a él...
No
puedo pensar sin extasiarme en mi querida santa Cecilia. ¡Qué modelo para la
humilde lira de Jesús...! En medio del mundo, metida entre toda clase de
peligros, en el momento de unirse a un joven pagano que no respira más que amor
profano, me parece que Cecilia hubiese debido temblar y llorar... Pero no: al
oír el sonido de los instrumentos que festejaban sus bodas, Cecilia cantaba en
su corazón5...
¡Qué abandono...! Escuchaba, sin duda, unas melodías que no eran de la
tierra; su esposo divino cantaba también; los ángeles hacían resonar en el
corazón de Cecilia el sonido de sus conciertos celestiales... Cantaban como
[2vº] en otro tiempo junto al pesebre de Jesús: "Gloria a Dios en el
cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama".
¡La
gloria de Dios! Cecilia adivinaba que su esposo divino tenía sed de almas y
anhelaba ya la del joven romano que sólo soñaba en la gloria de la tierra;
pronto hará de él un mártir, y las multitudes marcharán en pos de sus
huellas... Cecilia no teme, porque los ángeles cantaron: "Paz a las almas
que el Señor ama"; ella sabe que Jesús está obligado a guardarla, a
proteger su virginidad. Por eso, ¡qué recompensa...!
Sí,
es preciosa la casta generación de las almas vírgenes, canta frecuentemente la
Iglesia, y esta palabra sigue siendo hoy tan verdadera como en los tiempos de la
virgen Cecilia...
Celina
querida, ¡qué contento está Jesús con su pequeña lira! ¡Tiene tan pocas en
el mundo! Déjale descansar a tu lado, no te canses de cantar, pues Jesús no se
cansa nunca de tocar... Un día, allá arriba en la patria, verás los frutos de
tus trabajos... Después de haber sonreído a Jesús en medio de las lágrimas,
gozarás de los rayos de su Faz divina y él seguirá tocando en su pequeña
lira. ¡Tocará durante toda la eternidad aires nuevos que nadie, excepto
Celina, podrá cantar...!
NOTAS
Cta 149
1
A propósito de este nombre, cf Cta 98, n. 1.
2
San Agustín.
3
Cf CE 3,5.
4
Teresa se siente a gusto con este instrumento "melodioso", cuyo
simbolismo le es familiar: cf Cta 102, 140, 142, 147, 161; PN 3(3f); PN 5,14; PN
17,14; PN 18,40; PN 20,4; PN 47,1; PN 48,5; RP 1,19vº; RP 2(4 f.); RP 3,13rº;
RP 5, estr. 5;
RP 7,5vº; Or 4.
5
Oficio litúrgico de santa Cecilia; cf Cta 54, n. 2.
Cta
150 A la señora de la Néele
Jesús
+ El Carmelo, 22 de octubre de 1893
Querida
Juana:
Ahora
me toca a mí pedirte disculpas, pues he tardado mucho en agradecerte todas esas
golosinas1.
Pero tenía una cierta esperanza de expresarte mi gratitud de palabra, y por
esta razón he tardado en escribirte.
No,
no he tenido el mal pensamiento de que mi hermanita me tuviese olvidada, sino
que me parecía de lo más natural que se contentase con rezar una oración por
su Teresita. [1vº] Por eso, me emocioné mucho más de lo que sé decirte al
recibir tu amorosa carta. También la felicitación de mi querido primo me
emocionó mucho. Y por último, los tarros de mermelada vinieron a colmar todas
tus delicadezas para conmigo...
Nuestra
Madre santa Teresa era tan agradecida, que decía graciosamente "que le
ganaban el corazón con una sardina"2.
¿Qué habría dicho si hubiese conocido a Francis y a Juana...? Pero el cielo
no está tan lejos de la tierra que ella no pueda verlos y bendecirlos. Tengo
incluso la seguridad de que le tiene un cariño espe[2rº]cial a mi querida
Juana. Nuestra santa Madre tenía también una hermana que se llamaba Juana, y,
al leer su vida, me conmovió mucho ver con qué ternura velaba por sus
sobrinitos. Por eso, sin dejar a un lado a santa Ana3,
me dirijo a santa Teresa para alcanzar por su intercesión la gracia de ser tía
también yo4.
No dudo de que me escuchará enviando a mi querida Juana una familia bendita,
que dará a la Iglesia grandes santos y grandes santas5.
El
retraso no me desanima, pues sé que en la curia de Roma se necesita mucho
[2vº] tiempo para hacer santos, y no puedo enfadarme con Dios porque ponga todo
su cuidado y todo su amor en la preparación de esas almas infantiles que un
día confiará a mi Juana.
Te
pido, hermanita, que invoques a santa Teresa; estoy segura de que santa Ana
estará contenta de que lo hagas. La unión hace la fuerza, y las dos, juntas,
nos alcanzarán la gracia que pedimos.
Querida
Juana, te ruego que seas mi intérprete ante Francis, dándole las gracias por
su felicitación. Un abrazo cordial, con todo el cariño de esta hermanita,
Teresa
del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
[2vºtv]
Nuestra Madre y sor María del Sagrado Corazón te envían todo su cariño y no
cesan de rezar para que los deseos de su querida Juanita se vean plenamente
escuchados.
NOTAS
Cta 150
1
Con ocasión del santo de Teresa, el 15 de octubre.
2
Carta a María de San José, septiembre de 1578.
3
Cf Cta 136, n. 3.
4
Tía al estilo de la Bretaña...
5
Cf Cta 152, n. 2.
Cta
151 A Leonia
Jesús
+ El Carmelo, 5 de noviembre de 1893
Querida
Leonia:
Me
siento enormemente feliz con tu felicidad. Tus cartas son para mí una verdadera
alegría. Veo, sin ningún género de duda, que estás verdaderamente donde te
quiere el Señor.
¡Qué
bueno ha sido el Señor con nuestra familia! No ha permitido que ningún mortal
se convirtiera en esposo de ninguna de nosotras.
Acabamos
de hacer unos hermosos ejercicios espirituales como preparación para la [1vº]
fiesta de nuestra Santa Madre. El Padre1
nos ha hablado, sobre todo, de la unión con Jesús y de la belleza de nuestra
vocación. Nos ha hecho ver todas las ventajas de la vida religiosa, y en
especial de la vida contemplativa. Nos ha puesto una comparación que me ha
encantado. "Mirad -nos decía- los robles de nuestros campos, cómo crecen
a lo ancho: echan ramas a derecha e izquierda, nada los contiene, por eso no
alcanzan nunca gran altura. Por el contrario, mirad los robles de los bosques
que están presionados por todos los lados: no reciben luz más que desde
arriba, por eso su tronco está desprovisto de todas esas ramas disformes [2rº]
que les roban la savia que necesitan para elevarse hasta lo alto. No ven más
que el cielo, y, así, toda su fuerza se dirige hacia allá y pronto alcanzan
una altura asombrosa. En la vida religiosa, el alma, al igual que el joven
roble, se encuentra presionada por todos los lados por la regla, y todos sus
movimientos se ven cohibidos, obstaculizados por los árboles del bosque...;
pero ve luz cuando mira al CIELO, sólo allí puede descansar su mirada, nunca
debe tener miedo de elevarse demasiado hacia allá".
Querida
hermanita, creo que te gustará que te hable de estas cosas. Nuestra felicidad
está en hablar de los asuntos del alma, en sumergir nuestros [2vº] corazones
en el infinito...
Te
pido perdón por enviarte unas cartas tan mal escritas; pero, hermanita querida,
prefiero dejar correr la pluma a impulsos del corazón a redondear las frases y
escribirte una página literaria.
Te
ruego que saludes respetuosamente de mi parte a la Madre superiora.
No
me olvides en tus oraciones, acuérdate de mí junto a Jesús tanto como yo me
acuerdo de ti.
Te
dejo, querida Leonia, quedando muy unida a ti en el corazón de nuestro divino
Esposo.
Tu
indigna hermanita,
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 151
1
El P. Armando Lemonnier, de los Misioneros de la Liberación (Calvados).
Volverá a predicar en 1894 y 1895, y revisará el Acto de Ofrenda (Or 6).
Cta
152 A la señora de Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 17 de noviembre de 1893
Querida
tía:
¡Qué
delicia para su Teresita, poder felicitarla cada año en el día de su santo!
Sin embargo, no tengo nada nuevo que decirle, pues hace ya mucho tiempo que sabe
cuánto la quiero.
Querida
tiíta, no tengo miedo de aburrirla repitiéndoselo una vez más, y ésta es la
razón que me hace pensar así: cuando estoy junto al sagrario, yo no sé
decirle a Nuestro Señor más que una cosa: "Dios mío, tú [1vº] sabes
que te quiero". Y siento que mi oración no le cansa a Jesús. Como conoce
la impotencia de su pobre esposa, se conforma con su buena voluntad. Yo sé
también que Dios ha derramado en el corazón de las madres algo del amor del
que desborda su propio corazón... Y la madre a quien me dirijo ha recibido el
amor maternal en tan larga medida, que no puedo tener miedo a verme
incomprendida...
Por
lo demás, mi impotencia no durará eternamente: en la patria celestial podré
decirle a mi querida tiíta muchas cosas que no pueden expresarse con palabras
humanas.
Mientras
tanto, pido a Nuestro Señor que deje mucho mucho tiempo en la tierra a quien
[2rº] sabe trabajar tan bien por su gloria, y le deseo que pueda ver "a
los hijos de sus nietos"1.
Tal vez mi hermanita Juana sonreiría si leyese estas líneas, pero yo tengo
mucha más confianza que ella y sigo esperando "al gran santo y al gran
pontífice"2,
seguido de un gran número de otros angelitos.
Querida
tía, mañana ofreceré la sagrada comunión por usted y por la señora Fournet;
me acuerdo mucho de ella y pido a Nuestro Señor que se la conserve todavía
mucho tiempo3.
Le
ruego, querida tía, que dé un abrazo de mi parte a mi tío, y a él y a mis
hermanitas les encargo que la colmen a usted de mi parte de las más tiernas
caricias.
Su
benjamín, que está orgullosa de su título,
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 152
1
Salmo incorporado, en aquella época, a la liturgia del matrimonio.
2
Alusión a un sueño que había tenido Juana, poco después de su peregrinación
a Auray. Soñó que sus oraciones eran escuchadas y que una voz misteriosa le
hacía escuchar estas palabras: "Será un gran santo y un gran
pontífice". Cf PN 38, 6.
3
La señora Fournet se estaba reponiendo de una crisis cardíaca.
Cta
153 Al señor Guérin
Diciembre
(?) de 1893
J.M.J.T.
Querido
tío:
Nuestra
Madre está mucho mejor1,
pero se encuentra muy débil, aunque ella diga lo contrario.
Gracias,
gracias por todos los cuidados que usted le dispensa. Espero que sea muy
obediente, pues estaría muy mal no obedecer a un tío tan paternal...
A
la madre María de Gonzaga le han conmovido mucho sus atenciones; le da las
gracias prodigando toda serie de atenciones a su querida priora.
[vº]
Perdóneme, querido tío, voy tan de prisa que no sé lo que le digo, pero
espero que usted sabrá adivinar nuestro agradecimiento. Rezamos mucho por la
señora Fournet.
Un
abrazo a usted y a mi tía en nombre de sus tres carmelitas,
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 153
1
La madre Inés de Jesús.
Cta
154 A Leonia
Jesús
+ El Carmelo, 27 de diciembre de 1893
Querida
Leonia:
Me
alegro mucho de poder enviarte mi felicitación para el año 94. La súplica que
hago junto a la cuna de Jesús es la de verte pronto revestida con la santa
librea de la Visitación. Digo verte, pero sé que sólo tendré esta dicha en
el cielo. ¡Qué alegría entonces de volvernos a encontrar tras el exilio de la
vida...! ¡Cuántas cosas tendremos para decirnos! Aquí abajo la palabra es
impotente, pero allá arriba bastará una sola mirada para entendernos, y creo
que nuestra felicidad será todavía mayor que si no nos hubiéramos separado.
Tu
cartita me ha gustado mucho, veo que eres realmente [vº] feliz y no dudo de que
Dios te concederá la gracia de quedarte para siempre en el arca santa. Estamos
leyendo en el refectorio la vida de santa Chantal; para mí es un verdadero
placer escucharla, pues eso me acerca todavía más a la Visitación, a la que
quiero tanto. Además, veo la íntima unión que siempre existió entre ella y
el Carmelo, y eso me hace bendecir a Dios por haber escogido a estas dos Ordenes
para nuestra familia. La Santísima Virgen es verdaderamente nuestra Madre, ya
que nuestros monasterios están especialmente dedicados a ella.
Querida
hermanita, no dejes de rezar por mí durante el mes del Niño Jesús. Pídele
que yo sea siempre pequeña, ¡muy pequeña...! Yo le haré para ti la misma
súplica, pues conozco tus deseos y sé que tu virtud preferida es la humildad.
Querida
Leonia, no olvides presentar mis respetuosos saludos a la venerada Madre, y
recibe el sincero cariño de la última y más pequeña de tus hermanas,
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz.
rel.
carm. ind.
Cta
155 A los señores Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 29 de diciembre de 1893
Queridos
tíos:
Sólo
tengo unos minutos para enviarles mi felicitación de Año Nuevo. Nuestra Madre
acaba de decirme que su carta la van a llevar mañana por la mañana. Pero no
necesito mucho tiempo para expresar a mis queridos parientes los votos que
formula mi corazón por su felicidad. Quisiera, si fuese posible, que el nuevo
año no les reservase más que alegrías. Pero a Dios, que sabe [1vº] la
recompensa que tiene reservada para sus amigos, suele gustarle hacerles ganar
sus tesoros a través de sacrificios. Nuestra santa Madre Teresa decía,
bromeando, estas palabras tan verdaderas a Nuestro Señor: "Dios mío, no
me extraña que tengas tan pocos amigos, ¡los tratas tan mal...!"1.
Sin
embargo, aun en medio de las pruebas que envía, Dios está lleno de
delicadezas. La enfermedad de mi querido papaíto es para mí una prueba
evidente de ello. Esta cruz es la más grande que yo hubiera podido imaginar;
pero después de habernos hecho probar su amargura, Nuestro Señor quiso
endulzar, por la mano de nuestros queridos [2rº] parientes, el cáliz de dolor
que nos había presentado y que yo esperaba beber hasta las heces...
¡Si
supiesen, queridos tíos, qué amoroso y agradecido es el corazón de su
Teresita...! No acierto a decirles todo lo que querría, y es ya hora de
Maitines. Perdonen lo deslavazado de mi carta y mi letra de gato1...,
miren sólo el corazón de su hija,
Teresa
del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
Les
ruego que den a la señora Fournet la más sincera felicitación de parte de su
hijita.
NOTAS
Cta 155
1
Cf Histoire de sainte Thérèse par les Carmélites de Caen, d'après les
Bollandistes, t. II, p. 366. Cf Cta 178. [Santa Teresa, en carta del 10/11 de
marzo de 1578 al P. Gracián, escribía, hablando de san Juan de la Cruz:
"De fray Juan tengo harta pena no lleven alguna culpa más contra él.
Terriblemente trata Dios a sus amigos; a la verdad no les hace agravio, pues se
hubo así con su Hijo" (SANTA TERESA, Cartas, 3ª ed., Burgos, Monte
Carmelo, 1983, p. 304) . Es también conocida la leyenda popular que resume así
el P. Otilio: "Dícese que en cierta ocasión en que la Santa se quejaba a
Dios nuestro Señor porque deseando ella servirle, todo fuesen contradicciones y
dificultades, nuestro Señor se le apareció y le dijo: -¡Hija, así trato yo a
mis amigos! -¡Por eso tenéis tan pocos!, dicen que le respondió la
Santa" (OTILIO RODRIGUEZ, Leyenda áurea teresiana, Madrid, Espiritualidad,
1970, p. 39ss, donde habla también de las diversas versiones de dicha leyenda).
N. del T.]
2
Ultima carta que escribe Teresa con la letra ladeada. La madre Inés de Jesús
le permitió, por fin, la escritura derecha.
Cta
156 A la madre Inés de Jesús
21
de enero de 1894
J.M.J.T.
El
sueño del Niño Jesús1.
Mientras
juega con las flores que su esposa querida le ha llevado a la cuna, Jesús
piensa qué podrá hacer para agradecérselo... Allá arriba, en los jardines
del cielo, los ángeles, servidores del divino Niño, trenzan ya las coronas que
su corazón tiene reservadas para su amada.
Mientras
tanto, ha llegado la noche. La luna envía su resplandor de plata, y el Niño
Jesús se duerme... Su manita no suelta las flores con que se ha divertido a lo
largo del día su corazón continúa soñando con la felicidad de su esposa
querida.
Muy
pronto, allá en la lejanía, divisa unos objetos extraños que no tienen
ningún parecido con las flores primaverales. ¡Una cruz...! ¡Una lanza...!
¡Una corona de espinas! Y sin embargo, el divino Niño no tiembla. ¡Eso es lo
que él escoge para demostrar a su esposa cuánto la ama...! Pero esto no basta
todavía. Su rostro infantil y tan hermoso, lo ve desfigurado, ¡sangrante...!,
¡irreconocible...! Jesús sabe muy bien que su esposa siempre lo reconocerá, y
que cuando todos lo abandonen ella seguirá a su lado. Por el eso el divino
Niño sonríe ante esa imagen sangrante, y sonríe también ante el cáliz lleno
del vino que hace germinar a las vírgenes. Sabe que en la eucaristía los
ingratos lo van a abandonar, pero Jesús piensa en el amor de su esposa y en sus
delicadezas. Ve cómo las flores de sus virtudes perfuman el santuario, y Jesús
niño sigue durmiendo dulcemente... Espera a que las sombras declinen..., a que
la noche de la vida sea reemplazada por el día radiante de la eternidad...
En
ese día Jesús devolverá a su amada esposa las flores que ella le dio, para
consolarlo, en la tierra... En ese día inclinará hacia ella su Faz divina,
toda radiante de gloria, ¡¡¡y hará gustar eternamente a su esposa la dulzura
inefable de su beso divino...!
[vº]
Madre mía querida, acabas de leer el sueño que tu hija quería reproducir para
el día de tu santo. ¡Pero sólo tu pincel de artista podría pintar tan dulce
misterio...! Espero que sólo mires a la buena voluntad de quien se sentiría
dichosa de haberte agradado.
Eres
tú, Madre mía, son tus virtudes lo que he querido representar en las
florecitas que Jesús aprieta contra su corazón. Las flores son todas sólo
para Jesús. Sí, las virtudes de mi Madre querida permanecerán siempre
escondidas con el Niñito del pesebre. Sin embargo, y a pesar de la humildad que
quisiera ocultarlas, el perfume misterioso que se desprende de esas flores me
hace ya presentir las maravillas que un día veré en la patria eterna, cuando
me sea dado contemplar los tesoros de ternura que ahora prodigas a Jesús2.
Tú
lo sabes, Madre mía. Nunca podré expresarte toda mi gratitud por haberme
guiado como un ángel del cielo3
por entre los senderos de la vida. Tú fuiste quien me enseñó a conocer a
Jesús y a amarlo. Ahora que eres doblemente mi Madre, sigue conduciéndome
hacia el Amado, enséñame a practicar la virtud, para que en el cielo no me vea
colocada demasiado lejos de ti y puedas reconocerme por hija y por hermanita
tuya.
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 156
1
Teresa comenta aquí el cuadro que había pintado para la primera celebración
del santo de la madre Inés de Jesús como priora.
2
Alusión a los choques que se habían producido ya entre la antigua y la nueva
priora, que exigen de ésta mucha humildad.
3
Cf PN 22, introducción.
Cta
157 A Celina
Marzo
o mayo de 1894
J.M.J.T.
Los
"codfiches"1
le han gustado mucho a nuestra Madre, y querría escribir unas letras para darle
las gracias a su Celino querido, pero no puede hacerlo. Está también muy
contenta por la carta de María2.
Que
la pequeña desterrada esté triste sin estar triste, pues si no se centran en
ella las caricias de las criaturas, la ternura de Jesús sí que está CENTRADA
toda en ella. Ahora que Celina está sin albergue3,
él, Jesús, está bien alojado, y está contento de ver errante a su esposa
querida, ¡eso le gusta! ¿Y por qué...? Yo no lo sé... Es un secreto de
Jesús. Pero creo que está preparando muchas cosas hermosas en su casita...
Tiene que trabajar tanto, que parece olvidar a su pobre Celina... Pero no, sin
que ella lo vea, él la mira por la ventana... Le gusta verla en el desierto,
sin otro oficio que el de amar4,
sufriendo ¡sin siquiera sentir que ama...! Jesús sabe muy bien que la vida es
sólo un sueño, y por eso se alegra de ver a su esposa llorando junto a los
canales de Babilonia. Pronto llegará el día en que Jesús tomará a su Celina
de la mano y la hará entrar en su casita, que se habrá convertido en un [vº]
palacio eterno... Y entonces dirá: "¡Ahora me toca a mí...!" Tú me
diste en la tierra el único albergue al que ningún corazón humano quiere
renunciar -es decir te me diste a ti misma-, y ahora yo te doy por morada mi
sustancia eterna5,
es decir, "a mí mismo". Esta será tu mansión por toda la eternidad.
Durante la noche de la vida tú anduviste errante y solitaria, ahora tendrás un
compañero: yo, Jesús, tu esposo, tu amigo, a quien se lo sacrificaste todo,
¡un compañero que te colmará de alegría por los siglos de los siglos...!
NOTAS
Cta 157
1
De la palabra inglesa cod-fish (bacalao), que se usaba impropiamente en la
Normandía para designar las conchas de Santiago.
2
María Guérin.
3
El señor Guérin proyectaba llevarse a su casa a su sobrina y a su cuñado, que
no estaban seguros en la calle Labbey. El traslado estaba previsto para junio.
4
Cf SAN JUAN DE LA CRUZ, CE canc. 28.
5
Cf Arminjon, op. cit., p. 290; pasaje copiado por Teresa el 4 de junio de 1887.
Cta
158 A Leonia
Marzo
(?) de 1894
J.M.J.T.
Querida
Leonia:
¡No
puedo expresar la alegría que sentí al saber que has sido aprobada para la
toma de hábito...! Comprendo lo feliz que debes de sentirte y comparto
enormemente tu alegría.
Querida
hermanita, ¡qué bien ha sabido Dios recompensar tus esfuerzos! Me acuerdo de
lo que me decías en el locutorio antes de tu entrada en el arca santa. No te
importaba ser siempre la última, tomar el hábito sin solemnidad... No buscabas
más que a Jesús, y por él renunciabas a todo consuelo. Pero, como nos
repetía a menudo nuestro padre querido: "Dios nunca se deja ganar [1vº]
en generosidad". Por eso no ha querido que te vieras privada de la dicha de
convertirte públicamente en su prometida, en espera de que seas su esposa. Creo
que los años de destierro que has pasado en el mundo han servido para adornar
tu alma con una vestidura preciosa para el día de tus esponsales. A los tristes
días del invierno han seguido para ti los días radiantes de la primavera, y
Jesús te dice, como a la esposa del Cantar de los Cantares: "Ya ha pasado
el invierno, han cesado las lluvias y se han ido. Levántate, amada mía, paloma
mía, y ven... Estoy a la puerta, ábreme, hermana mía, amada mía, que tengo
la cabeza cubierta de rocío, mis rizos del relente de la noche". Hacía
mucho tiempo que suspirabas por la visita de Jesús y le decías, como la
esposa: "¿Quién me dará, amado mío, poderte encontrar a solas allá
afuera?. Te podría besar sin que ya nunca [2rº] me criticara la gente..."
Al
fin llegó ese día tan deseado... Tú, hermanita querida, aún no habías
encontrado a Jesús ante los ojos del mundo; pero después de haberlo buscado
con mil desvelos, he aquí que él mismo viene hacia ti... Tú te conformabas
con encontrarle fuera a solas, pero él desea besarte delante de todo el mundo,
para que ya nadie ignore "que él ha puesto su sello sobre tu frente y que
nunca tendrás otro amador que él"1...
Querida
Leonia, me olvidaba de darte las gracias por tu carta. Debería haber empezado
por ahí, pero ¿verdad que entiendes que la alegría que siento por tu inmensa
felicidad es lo que me ha hecho cometer este olvido?
Espero
que tus deseos se vean pronto cumplidos y que vuestro capellán se cure
rápidamente. [2vº] Te ruego, querida hermanita, que des mis respetuosos
saludos a tu buena y venerada Madre2.
Me alegro, como tú, de que sea ella quien te dé el santo hábito.
Te
dejo, pero siguiendo unida a ti en el divino Corazón de Jesús.
Tu
indigna hermanita,
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 158
1
Cf Oficio litúrgico de santa Inés, antífona 3ª de Maitines; y PN 26.
2
Madre María de Sales; cf Cta 148, n. 3.
Cta
159 A Celina Maudelonde
El
Carmelo, 29 de marzo de 1894
Querida
Celina:
Hubiera
querido contestar antes a tu carta, que me causó mucha alegría. La cuaresma me
lo impidió; pero ya estamos en el tiempo de Pascua y puedo decirle a mi querida
primita1
que comparto su felicidad2.
La
gran paz que experimentas es para mí una señal manifiesta de la voluntad de
Dios, pues sólo él puede derramarla en tu alma, y la dicha que gustas bajo su
mirada divina no puede venir más que de él.
[1vº]
Querida Celina, no puede manifestarte mi cariño como lo haría si estuviese
aún en el mundo. Sin embargo, no por eso es menos intenso; al contrario, pienso
que te seré más útil en la soledad que si tuviera el consuelo de estar cerca
de ti. Las rejas del Carmelo no están hechas para separar corazones que sólo
se aman en Jesús; antes bien, sirven para hacer más fuertes los lazos que los
unen.
Mientras
tú sigues el sendero que Dios te ha trazado, yo rezaré por mi Celina, mi
compañera de la niñez. Pediré para ella que todas sus alegrías sean tan
puras, que pueda saborearlas bajo la mirada de Dios. [2rº] Pediré, sobre todo,
que pueda saborear la alegría incomparable de encaminar a un alma hacia Nuestro
Señor, y que esta alma sea la que pronto formará una sola con la suya. No dudo
de que Dios te concederá pronto esta gracia, y me sentiría muy dichosa si mis
pobres oraciones contribuyesen algo a ello.
Espero
que mi querida Elenita esté ya restablecida, pues habría elegido un mal
momento para estar enferma... Por favor, dale un fuerte abrazo de mi parte, y a
ella le encargo que le dé a mi querida Celina mis besos más tiernos, estoy
segura de que no puedo escoger a nadie mejor para llevar a cabo esta grata
misión...
La
madre María de Gonzaga se une a tus tres primas del Carmelo en la [2vº]
alegría por tu felicidad, y te rogamos, querida Celina, que des nuestros
respetuosos saludos al señor y la señora Maudelonde.
Te
dejo, querida Celina, quedando siempre muy unida a ti con el corazón. Tu
primita, que te querrá durante toda su vida y que no dejará de rezar por tu
felicidad,
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
P.D.
- La madre priora del Carmelo de Saigón3
nos ha enviado un gran número de objetos chinos, entre otros un mueblecito de
salón que es una monada. Nuestra Madre ha pensado hacer con ellos una rifa a
beneficio de nuestra comunidad. Las papeletas son a 0'50 francos, y estamos
ofreciéndolas a todas las personas amigas de nuestro Carmelo. Si deseas
algunas, te las enviaremos con mucho gusto.
NOTAS
Cta 159
1
Término afectuoso. No existía ningún parentesco entre las familias Martin y
Maudelonde, si bien las hijas de ambos estaban muy unidas desde la infancia; cf
Ms A 23rº.
2
Su próximo matrimonio con Gaston Pottier.
3
La madre Filomena de la Inmaculada Concepción, una de las carmelitas de
Lisieux, que había fundado en Saigón el primer Carmelo en tierras de misión
en 1861.
Cta
160 A sor María Luisa Vallée
Jesús
+ 3 de abril de 1894
Muy
querida Hermana:
Me
resulta imposible decirle cómo me ha llegado al corazón su atenta carta. Ya
fue para mí una gran alegría saber que le había gustado el cuadro del Niño
Jesús1.
Me sentía recompensada por encima de todas mis esperanzas... Querida tía2
-permítame seguir dándole este nombre-, en usted precisamente pensaba yo al
tratar de imaginarme qué podría regalar a nuestra Reverenda Madre para la
celebración de su primer santo como priora.
Sabía
que a ella le gustaría mucho enviarle a usted un pequeño recuerdo; por eso,
puse toda mi alma en la composición de "El [1vº] sueño del Niño
Jesús". Pero, ¡ay!, al no saber reproducir mi inhábil pincel lo que mi
alma había soñado, regué con mis lágrimas el vestido blanco de mi Niño
Jesús, ¡lo cual, sin embargo, no hizo bajar un rayo del cielo sobre su
carita...! Entonces, en mi pena, me prometí a mí misma no decir nada acerca de
la intención que tenía al emprender mi trabajo. Y, en efecto, sólo al ver la
indulgencia de nuestra Madre, le confié mi secreto. Ella tuvo a bien mirar el
corazón y la intención, más que el arte de su hija, y, con gran alegría de
mi parte, mi Niño Jesús ha ido, en mi lugar, a trabar conocimiento con mi
santa tía de Le Mans.
He
pintado al divino Niño de [2rº] manera que represente cómo se comporta él
conmigo... En efecto, él casi siempre está dormido... El Jesús de la pobre
Teresa no la acaricia como acariciaba a su Santísima Madre3.
Eso es completamente natural, ¡pues la hija es tan indigna de la Madre...! Sin
embargo, los ojitos cerrados de Jesús hablan mucho a mi alma, y, ya que él no
me acaricia, yo trato de agradarle. Yo sé muy bien que su corazón está
siempre en vela, y que en la patria de los cielos se dignará abrir sus divinos
ojos... Y entonces, al mirar a Jesús, tendré también la dicha de contemplar
junto a él a mis santas Madres de la Visitación. Espero que ellas querrán
reconocerme como hija. ¿No son ellas, de hecho, mis madres, las que formaron el
corazón de los dos ángeles visibles que me hicieron de [2vº] verdaderas
madres4...?
Me
acuerdo perfectamente de mi viaje a la Visitación de Le Mans a la edad de tres
años5.
Lo he revivido muchas veces con el corazón, y las rejas del Carmelo no
constituyen un obstáculo que me impida visitar a menudo a mi querida tía y a
todas esas venerables Madres que tienen a bien amar, sin conocerla, a la pobre
Teresa del Niño Jesús.
Le
ruego, querida tía, que pague la deuda de gratitud de su sobrinita, dando las
gracias en su nombre a su Reverenda Madre y a todas las Hermanas, en especial a
sor Josefa de Sales6,
cuyo afectuoso recuerdo me ha conmovido mucho.
QUERIDÍSIMA
TÍA, me gustaría seguir hablando mucho más tiempo con usted, pero estoy al
final del papel y me veo precisada a dejarla, pidiéndole perdón...
Sor
Teresa del Niño Jesús
su
indigna sobrinita
NOTAS
Cta 160
1
Cf Cta 156. La madre Inés de Jesús obsequió a su antigua profesora de la
Visitación el cuadro pintado por Teresa.
2
Paulina llamaba "tía" a su antigua profesora en recuerdo de su tía
salesa, sor María Dositea. Teresa hace otro tanto, por deseo de Paulina.
3
Cf Cta 162, n. 1.
4
María y Paulina, las dos educadoras de Teresa, conservaron una fuerte impronta
de sus años de internado en la Visitación de Le Mans.
5
El 29 de marzo de 1875; cf Ms A 7vº.
6
Luisa Gasse, compañera y amiga de Paulina en el internado.
Cta
161 A Celina
Jesús
+ 26 de abril de 1894
Querido
liriecito de Jesús:
Para
cantar tus 25 años, te mando una pequeña poesía1
que he compuesto pensando en ti...
Celina,
estoy segura de que comprenderás todo lo que mi canto quisiera decirte. Claro,
que haría falta una lengua distinta de la lengua de la tierra para expresar la
belleza del abandono de un alma en las manos de Jesús; mi corazón no ha
logrado más que balbucir apenas lo que siente...
Celina,
la historia de Cecilia (la santa del ABANDONO) ¡es también tu propia historia!
Jesús ha puesto ahí a tu lado a un ángel del cielo que te guarda siempre y
que te lleva de la mano para que tu pie no tropiece en ninguna piedra. Tú no lo
ves, y, sin embargo, es él quien desde hace 25 años ha preservado tu alma y
quien le ha conservado su blancura virginal, es él quien aleja de ti las
ocasiones de pecado... Fue él quien se te mostró en aquel sueño misterioso
que te envió cuando eras niña: veías a un ángel que llevaba una antorcha y
que caminaba delante de nuestro padre querido. Sin duda, quería darte a conocer
la misión que más tarde ibas a cumplir. ¡Ahora eres tú el ángel visible de
quien pronto irá a unirse a los ángeles de la ciudad celestial!
Celina,
no temas las tormentas de la tierra... Tu ángel de la guarda te cubre con sus
alas, y en tu corazón reposa Jesús, pureza de las vírgenes. Tú no ves tus
tesoros. Jesús duerme y el ángel permanece en su misterioso silencio. Sin
embargo, están ahí, con María, que te esconde, también ella, bajo su
manto...
No
temas, Celina querida. Mientras tu lira no deje de cantar para Jesús, nunca se
romperá... Es frágil, sin duda alguna, más frágil [vº] que el cristal; si
se la dejases a un músico inexperto, pronto se rompería; pero es Jesús quien
hace vibrar la lira de tu corazón... El se goza de que sientas tu debilidad: es
él quien imprime en tu alma los sentimientos de desconfianza en sí misma.
Celina
querida, dale gracias a Jesús. El te colma de sus gracias de elección. Si eres
siempre fiel en agradarle en las cosas pequeñas, él se verá OBLIGADO a
ayudarte en las GRANDES...
Los
apóstoles, sin Nuestro Señor, trabajaron toda la noche y no cogieron ni un
solo pez; pero su trabajo era grato a Jesús. Él quería demostrarles que sólo
él puede darnos algo. Quería que los apóstoles se humillasen...
"Muchachos -les dice-, ¿tenéis algo que comer?" "Señor
-respondió san Pedro-, nos hemos pasado toda la noche bregando y no hemos
cogido nada" Tal vez si hubiese cogido algunos pececillos, Jesús no
hubiese hecho el milagro; pero no tenía nada; por eso Jesús le llenó
enseguida la red, de suerte que casi se rompía.
Así
es Jesús2:
da como Dios, pero exige la humildad del corazón...
El
mundo entero es ante él como un granito de arena que apenas si hace inclinarse
a la balanza, o como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra (Sb, cap.
11).
(Celina
querida, si logras leerme será un milagro, pero no tengo tiempo para volver a
leer lo que he escrito...)
El
tiempo pasa como una sombra, pronto nos reuniremos allá arriba. ¿No dijo
Jesús durante la Pasión: "Y pronto veréis al Hijo del hombre sentado a
la diestra del Todopoderoso y que viene entre las nubes del cielo"...?
¡Nosotras
estaremos allí...!
Teresa
del Niño Jesús
NOTAS
Cta 161
1
Santa Cecilia, cf PN 3 y el fascículo Mes Armes (Cerf-DDB, 1975).
2
Cf CR p. 93.
Cta
162 A Celina1
26
de abril de 1894
Jesús,
¿quien te ha hecho tan pequeño? El amor2.
(Texto
del sobre)
Estampita
pintada por Teresita para los 25 años de Celinita con el permiso de la
Madrecita priora
NOTAS
Cta 162
1
Para los 25 años de Celina, Teresa adjunta a la carta precedente una estampa a
color, de formato muy reducido: una viñeta que representaba a santa Teresa de
Avila acariciada por el Niño Jesús.
2
San Bernardo.
Cta
163 A sor Teresa Dositea (Leonia)
Jesús
+ Domingo, 20 de mayo de 1894
Querida
hermanita Teresa:
¡Qué
alegría me ha dado tu carta...! Nunca daré suficientes gracias a Dios por
todos dones de que te colma.
Celina
nos ha contado hasta los menores detalles de la hermosa fiesta del 6 de abril1.
¡Cómo se habrá alegrado ese día nuestra mamaíta del cielo...! ¡Y con qué
amor habrá posado en ti su mirada nuestra tía de Le Mans2!
Me
alegro mucho de que mi santa Madre Teresa se haya convertido también en la
tuya. Me parece que ése es un lazo que nos va a unir más estrechamente
todavía.
No
puedo decirte, querida hermanita, todas las cosas que quisiera. Mi corazón no
puede expresar sus sentimientos íntimos en [vº] el frío lenguaje de la
tierra... Pero un día, en el cielo, en nuestra hermosa patria, te miraré, y en
mi mirada podrás ver todo lo que querré decirte, porque el silencio es el
lenguaje de los bienaventurados habitantes del cielo3...
Mientras
tanto, hay que ganar esa patria de los cielos... Hay que sufrir, hay que
luchar... Por favor, pide por tu Teresita, para que se aproveche del destierro
de la tierra y de los medios tan abundantes que tiene para merecer el cielo.
Celina
nos ha comunicado el resultado de vuestras elecciones. He sufrido al ver que
perdías una Madre a quien amabas, pero me consolé pensando que la que la
reemplaza es verdaderamente digna de su santa predecesora4,
y estoy absolutamente segura de que ahora tienes, para guiarte hacia Jesús, a
dos madres realmente merecedoras de ese dulce nombre.
Te
dejo, querida hermanita, pero sin alejarme nunca de ti con el corazón. Te ruego
que des mis respetuosos saludos a tus dos Madres.
Sor
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 163
1
La toma de hábito de Leonia.
2
Sor María Dositea, de la que la novicia ha tomado en parte el nombre.
3
"¡El silencio es el lenguaje de los ángeles!": sentencia pintada por
la madre Inés a la entrada del claustro donde duerme Teresa.
4
La madre María de Sales, superiora desde hace seis años, ha sido reemplazada
por la madre Juana Francisca, ex-maestra de novicias.
Cta
164 A sor Teresa Dositea (Leonia)
Jesús
+ 22 de mayo de 1894
Querida
hermanita:
Mis
letras del domingo te llegarán al mismo tiempo que éstas, y por ellas verás
que ya entonces me alegraba de tu felicidad... Gracias por tu cartita, que me ha
gustado mucho, mucho...
Tienes
mucha suerte, querida hermanita, [vº] de que Jesús esté tan celoso de tu
corazón. A ti te dice, como a la esposa del Cantar de los Cantares: "Me
has robado el corazón, hermana mía, esposa mía, me has robado el corazón con
una sola mirada de tus ojos, con uno solo de los cabellos que vuelan sobre tu
cuello".
Jesús
está muy contento de ti, lo sé. Si aún te deja ver algunas infidelidades en
tu corazón, estoy segura de que son todavía más numerosos los actos de amor
que cosecha.
¿Cuál
de las dos Teresas será más fervorosa...? La que sea más humilde, la que
esté más unida a Jesús, la que sea más fiel en hacerlo todo por amor...
[2rº] Recemos la una por la otra para que seamos igual de fieles las dos...
Robémosle a Jesús el corazón con una mirada de nuestros ojos y con uno de
nuestros cabellos, es decir, con la cosa más grande y con la más pequeña. No
le neguemos el más pequeño sacrificio, ¡es tan grande todo en la
religión...! Recoger un alfiler por amor puede convertir a un alma. ¡Qué gran
misterio...! Sólo Jesús puede dar un valor tan grande a nuestras acciones.
Amémosle, pues, con todas nuestras fuerzas...
[2vºtv]
Tu hermanita que te quiere,
Teresa
del Niño Jesús
rel. carm. ind.