QUINTO PERÍODO
EN EL NOVICIADO. LOS AÑOS OSCUROS
(septiembre de 1890-febrero de
1893)
Cta
121 A María Josefa de la Cruz1
J.M.J.T.
Jesús
+ Monasterio del Carmelo,
28
de septiembre de 1890
Querida
Hermana:
Su
carta me ha llegado muy a lo hondo, y le agradezco las oraciones que ha hecho
por mí. Yo tampoco la he olvidado a usted y he encomendado a Dios todas sus
intenciones.
Por
fin ya soy toda de Jesús. A pesar de mi indignidad, él ha querido tomarme por
esposa. Ahora tengo yo que darle pruebas de mi amor, y cuento con usted, querida
Hermana, para ayudarme a dar gracias a Nuestro Señor.
Las
dos hemos recibido grandes [vº] gracias, y espero que pronto un mismo lazo nos
una a Jesús para siempre.
He
tenido la dicha de recibir la bendición del Santo Padre para el día de mi
profesión. El religioso que me la consiguió me escribía cuán numerosos son
los enemigos de la Iglesia. En Roma, la lucha contra nuestro Santo Padre el Papa
no cesa un instante. ¡Es desolador...!
¡Qué
bueno es ser religiosas para orar y aplacar la justicia de Dios! Sí, la misión
que se nos ha confiado es muy hermosa, y la eternidad no será lo
suficientemente larga para agradecer a Nuestro Señor la porción que nos ha
asignado.
Querida
Hermana, encomiendo a sus oraciones a mi querido padre, tan probado por la cruz
y tan admirable en su resignación. Me atrevo también a encomendarme a las
oraciones de su santa comunidad.
Reciba,
querida Hermana, el religioso afecto de quien se siente extremadamente feliz de
llamarse
Su
menor hermana,
Teresa
del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 121
1
Marcelina Husé, sirvienta de los Guérin, que había entrado en las
benedictinas de Bayeux en julio de 1889.
Cta
122 A Celina
Jesús
+ 14 de octubre de 1890
Querida
Celina:
No
quiero dejar que salga la carta de María sin añadir yo unas letras para ti.
Nuestra querida Madre me da permiso para hacer la oración contigo... Celina,
¿no es eso lo que hacemos siempre juntas...?
Celina
querida, lo que tengo que decirte es siempre lo mismo: ¡oremos por los
sacerdotes1!
Cada nuevo día nos muestra cuán raros son los amigos de Jesús... Me parece
que lo que más debe de dolerle es precisamente eso: la ingratitud. [1vº] Sobre
todo el ver que las almas que se han consagrado a él dan a otros el corazón
que le pertenece a él de una manera tan absoluta...
Celina,
hagamos de nuestro corazón un pequeño jardín de delicias donde Jesús pueda
venir a descansar... No plantemos más que lirios en nuestro jardín. Sí,
lirios. Y no admitamos en él otras flores, pues éstas pueden ser cultivadas
por otros, mientras que los lirios sólo las vírgenes pueden ofrecérselos a
Jesús...
"La
virginidad es un silencio profundo de todas las preocupaciones de la
tierra". No sólo de las preocupaciones inútiles, sino de todas las
preocupaciones. Para ser virgen, no hay que pensar más que en el Esposo, que no
admite a su lado nada que no sea virgen, "pues quiso nacer de una madre
virgen, tener un precursor virgen, un tutor virgen, un amigo predilecto virgen,
[2rº] y finalmente un sepulcro virgen". Él quiere también una esposa
virgen, ¡su CELINA...!
Alguien
ha dicho también que "cada uno ama lógicamente a su tierra natal; y como
la tierra natal de Jesús es la Virgen de las vírgenes, y él nació por su
voluntad de un Lirio, le gusta encontrarse entre corazones vírgenes".
¿Y
tu viaje2?
Parece que lo olvido..., pero no, mi corazón te está siguiendo hasta allá y
comprendo todo lo que sientes... ¡lo comprendo todo...! Todo pasa: el viaje a
Roma, con sus desgarrones, ha pasado..., nuestra vida de antes ha pasado...
También la muerte pasará, y entonces gozaremos de la vida, no por siglos, sino
que millones de años serán [2vº] para nosotras como un día, y otros millones
de años les sucederán llenos de descanso y de felicidad3...
¡Celina...!
Rézale
mucho al Sagrado Corazón. Tú bien sabes que yo no veo al Sagrado Corazón como
todo el mundo4.
Yo pienso que el corazón de mi Esposo es sólo para mí, como el mío es sólo
para él, y por eso le hablo en la soledad de este delicioso corazón a
corazón, a la espera de llegar a contemplarlo un día cara a cara...
No
te olvides allí de tu Teresa. Simplemente susurra su nombre, y Jesús
comprenderá. ¡Hay tantas gracias vinculadas a ese santuario, sobre todo para
los corazones que sufren...!
Me
gustaría escribir a Leonia, pero me es imposible, ni siquiera tengo tiempo para
repasar esta carta. Dile que me acuerdo mucho de ella, etc. etc. Estoy segura
[2vºtv] de que el Corazón de Jesús va a concederle muchas gracias, etc. etc.
Dile todo eso, ¿me entiendes...?
Tu
Teresa del Niño Jesús
de
la Santa Faz,
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 122
1
Cf Cta 94, n. 4.
2
Peregrinación a Paray-le-Monial, acompañada de Leonia, con ocasión del
segundo centenario de la muerte de la beata Margarita María, el 17 de octubre
de 1890.
3
Cf Arminjon, op. cit., p. 316.
4
Cf PN 23, introducción.
Cta
123 A la señora de Guérin
15
de octubre de 1890
Jesús
+
Querida
tía:
Me
ha emocionado enormemente todo lo que me ha enviado para mi santo. No sé cómo
agradecérselo ni por dónde empezar.
En
primer lugar, querida tiíta, me mandó a su encantadora María, que me ha
felicitado mi santo en nombre de todos los que amo.
[1vº]
Los dos preciosos tiestos que me regalaron mis hermanitas queridas, Juana y
María, me han gustado mucho. Los he colocado al lado del Niño Jesús, y a
todas las horas del día imploran para mis dos hermanitas tantas gracias y
bendiciones como florecillas tiene cada planta...
Y
finalmente, querida tiíta, sus deliciosos pasteles han venido a coronar la
fiesta y a llenar el corazón de su Teresa de gratitud hacia usted que me da
todos estos mimos.
Y
me hace sentirme mucho más emocionada, querida tiíta, el saber lo mucho que
usted está sufriendo y que, a pesar de [2rº] ello, todavía se acuerda de su
Teresita. Pero si usted se acuerda de ella, también ella se acuerda mucho de
usted y no cesa de pedirle a Dios que le devuelva el céntuplo de todo lo que
hace por nosotros. También rezo mucho por mi querida Juanita: que Dios la haga
tan feliz como se puede serlo en la tierra. Le pido también que la consuele del
gran vacío que ha debido de dejarle la partida de mi hermana querida1.
[2vº] Tampoco me olvido de mi querido tío, y le pido que le dé un abrazo muy
fuerte de mi parte.
La
dejo, querida tiíta; o, mejor, dejo la pluma, que tan mal sabe cumplir la
misión que mi corazón le confía. Este no se aleja de usted ni un solo
instante.
Su
hijita
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 123
1
Tras su casamiento con el Dr La Néele, el 1 de octubre, Juana Guérin vive en
Caen, a unos cincuenta kilómetros de Lisieux.
Cta
124 A Celina
20
de octubre de 1890
Jesús
+
Querida
Celina:
Tu
Teresa quiere felicitarte tu santo... Hace ya mucho tiempo que está pensando en
él, así que este año no va a ser la última en hacerlo.
Celina,
quizás ésta sea la última vez que se festeje tu santo en la tierra1...
¡Quizás...! ¡Qué esperanza tan dulce...! Tal vez el año que viene la
humilde [1vº] flor Celina, desconocida en la tierra, esté ya colocada sobre el
corazón del Cordero divino; y entonces los ojos extasiados de los ángeles
contemplarán, en vez de una pobre florecilla sin belleza, un lirio de una
blancura deslumbrante...
Celina,
¡qué misteriosa es la vida!, no sabemos nada... no vemos nada... Y sin
embargo, Jesús ha revelado ya a nuestras almas lo que el ojo del hombre no
vio... Sí, nuestro corazón intuye lo que el corazón no puede comprender, pues
a veces carecemos de pensamientos para expresar un no sé qué que sentimos
dentro de nuestra alma...
[2rº]
Celina, te mando dos Celinas2
para tu santo. Tú sabrás comprender su lenguaje... Un mismo tallo las
sostiene, un mismo sol las ha hecho crecer juntas, el mismo rayo hizo que se
abrieran, y sin duda alguna ¡un mismo día las verá morir...!
Los
ojos de las criaturas no se dignan fijarse en una humilde flor Celina, y sin
embargo su blanca corola está llena de misterio: en su corazón lleva encerrado
un gran número de otras flores, los hijos de su alma (las almas), y además su
cáliz blanco es rojo por dentro, ¡cual si estuviese empurpurado por su propia
sangre...!
[2vº]
Celina, el sol y la lluvia pueden caer sobre esa florecilla ignorada, sin
ajarla. Nadie se preocupa por cogerla... Pero ¿acaso no es virgen también
ella...? Sí, porque sólo Jesús la ha mirado, porque él la ha creado sólo
para él... ¡Por eso es más feliz que la rosa brillante, que no es sólo para
Jesús...!
Celina,
te estoy felicitando tu santo de una manera poco común, se puede decir. Pero
sé que comprenderás las palabras incoherentes de tu Teresa...
Celina,
me parece que Dios no tiene necesidad de muchos años para realizar su obra de
amor en un alma. Un rayo de su corazón puede, en un instante3,
hacer que su flor se abra para la eternidad...
Tu
Teresa del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 124
1
Celina tiene problemas cardíacos. Cf Cta 104.
2
Dos flores de áster común (cf Cta 98) sostenidas por un mismo tallo. Aun se
conservan prendidas encima de la palabra "Jesús" en el encabezamiento
del autógrafo.
3
Cf Cta 114; Or 6; Cta 224.
Cta
125 A la señora de Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 17 de noviembre de 1890
Querida
tía:
¡Con
cuánta ilusión vengo a felicitarle su santo! Hace ya mucho tiempo que pienso
en este hermoso día, y me alegro de poder acercarme a mi tiíta querida para
decirle cuánto la quiere la última y la más pequeña de sus hijas. Ella
quiere ser en todo la última y la más pequeña, pero en el afecto y en la
ternura nunca se [1vº] dejará ganar por sus hermanas mayores... Además, ¿no
tiene derecho el benjamín a amar más que los otros...?
¡Cuántos
recuerdos me trae esa fecha del 19! Mucho tiempo antes de que llegara, ya me
llenaba yo de alegría: primero, porque ese día era la fiesta de mi tía
querida; y luego también por las ricas golosinas de que ese día me llenaban.
Ahora aquellos años ya han pasado, los pajarillos han crecido, después
abrieron sus alas y volaron de aquel nido tan dulce de su niñez. Pero, querida
tiíta, al crecer, el corazón de su hijita ha crecido también en cariño hacia
usted, y ahora sobre todo es [2rº] cuando comprende todo lo que le debe... Para
pagar mi deuda, no tengo más que un medio: al ser muy pobre y al tener por
esposo a un Rey poderoso y sumamente rico, le encargo a él que derrame
profusamente los tesoros de su amor sobre mi tía querida y le devuelva así
todas las delicadezas maternales de que supo rodear ni niñez.
Querida
tía, no le digo adiós, pues cuento con pasar todo el día a su lado y espero
que usted sepa adivinar el corazón de su hijita,
Teresa
del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
Cta
126 A Celina
Jesús
+ 3 de abril de 1891
Querida
Celinita:
Esta
tarde hemos visto a Margarita M.1.
No tengo tiempo para hablarte detalladamente de esta visita, pero no puedo
decirte el bien que ha hecho a mi alma... ¡Felices nosotras que hemos sido
escogidas por el esposo de las vírgenes...! Marg. nos ha confiado secretos
íntimos que no cuenta a nadie. Tenemos que rezar [1vº] mucho por ella, pues se
halla muy expuesta... Dice que ningún libro la ayuda. He pensado que los
"Misterios de la vida futura"1
podrían tal vez ayudarla y afianzar su fe que está en mucho peligro... Nos
dijo que puede leer libros sin que lo sepa su marido.
Sería
bueno que le dieses ese libro, diciéndole que hemos pensado que podría
interesarle; pero que lo comience por el capítulo tercero, donde hay una
estampita, pues los tres primeros no creo que tengan interés para ella. Creo
que sería mejor [2rº] que hicieses como si no conocieras este libro y que
simplemente cumples nuestro encargo, pues se molestaría si supiese que hemos
dicho una sola palabra de sus confidencias. Preferiríamos que ni la señora
Maudelonde ni nuestra tía supiesen que prestamos este libro a Marg. En fin,
hazlo lo mejor que puedas, y dile que lo tenga todo el tiempo que quiera... Si
no puedes dárselo sin ser vista, tal vez sería mejor no hacer nada. En fin,
procura al menos hablarle de él. Yo, por mi parte, tengo unos deseos [enormes]
[2vº] de que lea algún libro en el que pueda encontrar respuesta a muchas de
sus dudas... Creo que ésta podría ser una obra muy agradable a Dios. Él me ha
dado a mí la idea, pero ya sabes que Teresa nada puede sin Celina, se necesitan
las dos para hacer un trabajo completo. Por eso, ¡ahora le toca a Celina acabar
lo que Teresa ha comenzado...! Celina, ¡si supieras cuánto te quiero, y cuán
puro es el amor que te tengo...!
Celina
querida, tu Teresita está siempre contigo, porque tú estás en su corazón y
eres la mitad de su corazón...
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 126
1
Margarita María Maudelonde, sobrina de la señora de Guérin, casada con René
Tostain, un magistrado ateo, cf CA 2.9.7.
2
La obra de Arminjon.
Cta
127 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 26 de abril de 1891
Querida
Celina:
Por
cuarta vez tu Teresa te felicita el cumpleaños desde la soledad del Carmelo...
¡Y qué poco se parecen estas felicitaciones a las del mundo...! Lo que Teresa
le desea a su Celina no es la salud, la felicidad, la fortuna, la gloria, etc.
¡No, no es nada de eso...!
Nuestro
pensamiento no está puesto en la tierra del destierro, nuestro corazón está
donde está nuestro tesoro, y nuestro tesoro está allá arriba, en la patria,
donde Jesús nos prepara un sitio junto a él. Y digo un sitio, y no unos
sitios, porque no me cabe la menor duda de que, a quienes en la tierra no han
sido más que un alma, les está reservado un mismo trono en el cielo... Juntas
crecimos, juntas nos instruyó Jesús en sus secretos, en esos secretos sublimes
que oculta a los poderosos y revela a los humildes, juntas también sufrimos en
Roma; nuestros corazones estaban entonces estrechamente unidos, y la vida
hubiera sido en la tierra el ideal de la felicidad si Jesús no hubiera venido
de nuevo a estrechar más aún nuestros lazos. Sí, al separarnos, él nos unió
de una manera que hasta entonces mi alma no conocía, pues desde aquel momento
no puedo desear nada para mí sola sino todo para las dos...
¡Ay,
Celina...!, hace tres años nuestras almas no habían sido rotas todavía, aún
era posible para nosotras la felicidad en la tierra. Pero Jesús nos dirigió
una mirada [vº] de amor, una mirada velada por las lágrimas, y esa mirada se
convirtió para nosotras en un océano de sufrimiento, pero también en un
océano de gracias y de amor. Nos arrebató a aquel a quien amábamos con tanta
ternura, de una manera aún más dolorosa que cuando nos llevó a nuestra madre
querida en la primavera de nuestra vida. ¿Pero no fue para que pudiéramos
decir con verdad: "Padre nuestro, que estás en el cielo"? ¡Qué
consoladoras son estas palabras! ¡Y qué horizontes infinitos abren ante
nuestros ojos...!
Celina,
la tierra extranjera no tiene para nosotras más que plantas silvestres y
espinas, ¿pero no es eso mismo lo que ofreció a nuestro divino Esposo? Por
eso, ¡qué hermosa es también para nosotras la parte que nos ha tocado! ¿Y
quién podrá decirnos lo nos reserva la eternidad...?
Celina
querida, tú que me hacías tantas preguntas cuando éramos pequeñas, me
pregunto cómo es posible que nunca me hayas hecho ésta: "¿Y por qué
Dios no me ha creado ángel?" Celina, voy a decirte lo que pienso: si
Jesús no te ha creado ángel del cielo, es que quiere que seas un ángel en la
tierra. ¡Sí, Jesús quiere tener su corte celestial aquí en la tierra, como
la tiene allá en el cielo! Quiere tener ángeles-mártires, quiere tener
ángeles-apóstoles, y con esa misma intención ha creado también una florecita
que se llama Celina. Quiere que su florecita le salve almas, y para eso no
quiere más que una cosa: que su flor le mire mientras sufre su martirio... Y
ese misterioso intercambio de miradas entre Jesús y su florecita hará
maravillas y dará a Jesús una multitud de otras flores (sobre todo un cierto
Lirio marchito y ajado1,
que habrá que cambiar en rosa de amor y de arrepentimiento...)
[rºtv]
Celina querida, no te enfades porque te haya dicho que allá arriba en el cielo
ocuparemos un mismo sitio las dos, pues, ¿sabes una cosa?, pienso que una pobre
margarita puede brotar en la misma tierra que un lirio resplandeciente de
blancura, y que una perlecita puede ser engastada al lado de un diamante y
pedirle prestado su brillo...
¡Celina,
amemos a Jesús hasta el infinito, y de nuestros dos corazones hagamos uno solo
para que sea más grande en amor...!
Celina,
contigo no terminaría nunca. ¡Ojalá comprendas todo lo que quisiera decirte
para tus 22 años...!
Tu
hermanita, que no es más que una sola cosa contigo...
(¿Sabes
que, entre las dos, tenemos ahora 40 años? No es extraño que tengamos ya
experiencia de tantas cosas, ¿no te parece?)
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
nov.
carm. ind.2
NOTAS
Cta 127
1
El P. Jacinto Loyson. Cf Cta 129.
2
Teresa firma, por distracción, "novicia" en vez de religiosa.
Cta
128 A sor María del Sdo. Corazón1
5
de julio de 1891
Recuerdo
ofrecido a mi hermana querida en la fiesta
de
la Preciosísima Sangre, para su salida del noviciado.
Sor
Teresa del Niño Jesús
de
la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 128
1
Dedicatoria al dorso de una estampa. María deja a Teresa, con la que acaba de
pasar más de tres años en el noviciado.
Cta
129 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 23 de julio de 1891
Querida
Celina:
Tus
letras dijeron muchas cosas a mi alma; fueron para mí como un eco fiel que
repitiera todos mis pensamientos...
Nuestra
querida Madre está todavía sufriendo mucho. Es muy triste ver sufrir así a
los que se ama. Sin embargo, no te preocupes demasiado, que aunque Jesús tenga
muchas ganas de gozar en el cielo de la presencia de nuestra Madre querida, no
podrá negarse a dejarnos aún en la tierra a aquella cuya mano maternal sabe
guiarnos tan bien y consolarnos en el destierro de la vida...
¡Y
qué triste destierro es el destierro de este mundo, sobre todo en esas horas en
que todo parece faltarnos...! Pero entonces precisamente es cuando ese destierro
es precioso, entonces es cuando brillan los días de la salvación. Sí, Celina
querida, sólo el sufrimiento puede engendrar almas para Jesús... ¿Qué tiene
de extraño que nademos en sufrimientos, nosotras, cuyo único deseo es salvar
un alma que parece perdida para siempre1...?
Los
detalles me interesaron mucho, aunque hicieron latir muy fuertemente mi
corazón... Pero voy a darte yo también algunos otros que no son más
consoladores. El desdichado pródigo ha ido a Coutances, donde [vº] ha repetido
las conferencias de Caen. Parece que tiene idea de recorrer así toda Francia...
Celina... Además dicen también que es fácil observar que los remordimientos
lo roen por dentro: recorre las iglesias con un gran crucifijo y parece hacer
grandes gestos de adoración... Su mujer le sigue a todas partes.
Celina
querida, él es muy culpable, más culpable tal vez de lo que lo ha sido nunca
un pecador que se haya convertido; ¿pero no puede hacer Jesús lo que todavía
no ha hecho nunca? Y si no desease hacerlo, ¿habría puesto en el corazón de
sus pobres esposas un deseo que no pudiese convertir en realidad...? No, una
cosa es cierta: que él desea todavía más que nosotras volver al redil a esta
pobre oveja descarriada. Llegará un día en que Jesús le abrirá los ojos, y
entonces ¡quién sabe si no recorrerá toda Francia con un fin completamente
distinto del que hoy se propone! No nos cansemos de orar. La confianza hace
milagros, y Jesús dijo a la beata Margarita María: "Un alma justa tiene
tanto poder sobre mi corazón, que puede alcanzar de él el perdón para miles
de criminales"2.
Nadie sabe si es justo o pecador. Pero, Celina, a nosotras Jesús nos concede la
gracia de sentir en lo hondo del corazón que preferiríamos morir antes que
ofenderle. Y además, no son nuestros méritos, sino los de nuestro esposo, que
son nuestros, los que ofrecemos a nuestro Padre del cielo, para que nuestro
hermano, un hijo de la Santísima Virgen, vuelva, vencido, a arrojarse bajo el
manto de la más misericordiosa de todas las madres...
[vºtv]
Celina querida, tengo que terminar, adivina tú el resto, ¡hay volúmenes
enteros para adivinar...!
Salúdalos
a todos en mi nombre, y todo lo que quieras decirles de mi parte yo lo hago
mío.
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 129
1
El P. Jacinto Loyson, ex-carmelita; cf CG p. 641s.
2
Vie et Oeuvres de la Bienheureuse Marguerite-Marie Alacoque, t. I., p. 159.
Cta
130 A Celina
Jesús
+ 23 de julio de 1891
Querida
Celina:
Una
vez más soy yo la encargada de contestarte... A la madre Genoveva le emocionó
mucho tu carta y ha pedido mucho por su Celinita. ¡Qué gracia tan grande
contar con las oraciones de un alma tan santa y ser amada por ella...!
La
fiesta de ayer1
fue preciosa, fue realmente un preludio del cielo... Todos los regalos nos
gustaron mucho: el pescado, las cerezas, los pasteles. Dale muchas gracias a
nuestra tía y dile todo lo mejor que se te ocurra...
Celina
querida, tus dos cartas han hablado [1vº] muy hondo a mi alma y me han hecho
derramar lágrimas... Lo de la declaración2
me hizo reír mucho; hay que reconocer que no se quedó corto [el galán] al ir
a buscar a la prometida del rey del cielo. Sin duda que el pobre no vio "la
señal que el Esposo ha puesto sobre tu frente"3,
esa señal misteriosa que sólo Jesús puede contemplar y con él los ángeles
que forman su corte real...
Celina,
¿por qué este privilegio extraordinario? ¿Por qué...? ¡Qué gracia más
grande ser virgen, ser la esposa de Jesús! Tiene que ser algo muy bello, muy
sublime, cuando la más pura y la más inteligente de todas las criaturas
prefería permanecer virgen a ser Madre de todo un Dios... Y ésta es
precisamente la gracia que Jesús nos otorga a nosotras; [2r] quiere que seamos
sus esposas, y luego nos promete también que seremos su madre y sus hermanos.
Así lo dice en su Evangelio: "El que cumple la voluntad de mi Padre del
cielo ése es mi madre y mi hermano y mi hermana". Sí, quien ama a Jesús
es toda su familia y encuentra en ese corazón único, que no tiene IGUAL, todo
lo que desea. ¡Encuentra allí su cielo...!
Celina
querida, seamos siempre los lirios de Jesús. La gracia que yo le pido es que
los saque de este mundo antes que el viento pernicioso de la tierra haga
desprenderse uno solo de los polvillos de sus estambres, polvillo que podría
amarillear un poco el brillo y la blancura del lirio. Jesús tiene que poder
encontrar en sus lirios todo lo que [2vº] desea encontrar en ellos, la pureza
que no busca nada fuera de él y que no descansa más que en él...
¡Ay,
nada más fácil de manchar que un lirio...! Pues bien, yo digo que si Jesús
dijo a la Magdalena que a quien más se le perdona más ama, esto puede decirse
con mucha más razón cuando Jesús ha perdonado de antemano los pecados4...
¿Comprendes, Celina...? Y además, cuando las lágrimas de Jesús son la
sonrisa de un alma, ¿qué puede temer? Pienso que esas perlas misteriosas
tienen el poder de blanquear los lirios y de hacer que su brillo se conserve.
Celina querida, la apariencia de este mundo pasa, las sombras declinan, pronto
estaremos en nuestra tierra natal, pronto las alegrías de nuestra infancia, las
veladas del domingo, las charlas íntimas..., pronto todo eso nos será devuelto
para siempre y con creces. Jesús nos devolverá las alegrías de las que [2vºtv]
nos privó por un instante... ¡y entonces, de la cabeza radiante de nuestro
padre querido veremos salir oleadas de luz, y cada uno de sus blancos cabellos
será como un sol que nos colmará de alegría y de felicidad...!
¿Es,
pues, un sueño la vida5...?
¡Y pensar que con este sueño podemos salvar a las almas...! Sí, Celina, no
olvidemos a las almas, sino olvidémonos de nosotras por ellas, y un día
Jesús, mirándonos, nos dirá: "¡Qué hermosa es la casta generación de
las almas vírgenes!"
[1rºtv]
Un abrazo muy fuerte a mi Mariíta, a Leonia y a todos. En cuanto a ti, Celina,
¡ya sabes el lugar que ocupas en mi corazón...!
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 130
1
Los sesenta años de profesión religiosa de la madre Genoveva.
2
La de Enrique Maudelonde.
3
Oficio litúrgico de santa Inés, antífona 3ª de Maitines. Cf
PN 26, 7.
4
Cf Ms A 38vº.
5
SANTA TERESA DE JESÚS, Exclamaciones, 13,2.
6
Texto de oficio de Vírgenes.
Cta
131 A la señora de La Néele (Juana Guérin)
Jesús
+ El Carmelo, 17 de octubre de 1891
Querida
Juanita:
No
sé cómo agradecerte tu delicadeza.
Me
ha emocionado mucho el ver que el nombre de Francis acompañaba al de Juana para
felicitarme; por eso, os envío a los dos mi agradecimiento.
Y
le encargo a mi divino Esposo que pague él mi deuda. Puesto que [1vº] yo soy
pobre por su causa, es muy justo que él no me niegue lo que le pido para los
que amo.
Te
aseguro, mi querida Juana, que si tú no olvidas a la más pequeña de tus
hermanas, ella también se acuerda mucho de ti, y tú sabes bien que para una
carmelita acordarse, y sobre todo amar, es rezar. Mis pobres oraciones no valen,
ciertamente, gran cosa; espero, sin embargo, que Jesús las escuche, y que en
vez de mirar a quien se las dirige, pose su mirada sobre quienes son objeto de
las mismas. De esta manera, [2rº] se verá obligado a acceder a todas mis
peticiones.
Espero
que Dios os mande pronto un Isidorito tan perfecto como su papá, o una Juanita
que se parezca en todo a su mamá... También pido que pueda venderse, por fin,
la farmacia1.
Quisiera que no faltase nada a la plena felicidad de mi querida hermanita y a la
de mi primo. Pero en la tierra siempre habrá alguna nubecilla, ya que la vida
no puede transcurrir sin algo de eso y solamente en el cielo será perfecta la
alegría. Sin embargo, deseo que, en cuanto sea posible, Dios ahorre [2vº] a
los que amo los sufrimientos inevitables de la vida, aun a costa de tomar sobre
mí, si fuere necesario, las pruebas que a ellos les tiene reservadas.
Sor
María del Sagrado Corazón me encarga que te dé muchas gracias por lo que has
enviado para el joyero. Ha sido muy amable de tu parte, tanto más cuanto que
nuestra Madre tenía ilusión de regalarte ese trabajito. No me queda espacio
más que para decirte una vez más gracias en mi nombre y en el de mis hermanas,
y enviarte, lo mismo que a nuestro querido primo, la seguridad del cariño de la
última de tus hermanas, que no es la más pequeña en la ternura que siente por
ti...
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 131
1
La farmacia del Dr. Le Néele, en Caen.
Cta
132 A Celina
Jesús
+ El Carmelo, 20 de octubre de 1891
Querida
Celina:
Es
la cuarta vez que te felicito tu santo desde que estoy en el Carmelo... Me
parece que estos cuatro años han apretado más aún los lazos que nos unían ya
tan estrechamente. Cuanto más avanzamos en la vida, más amamos a Jesús. Y
como nos amamos en él, nuestro afecto se hace tan fuerte, que es más unidad
que unión lo que existe entre nuestras dos almas...
Celina,
¿qué puedo decirte, no lo sabes ya todo...? Sí, pero quiero decirte por qué
las Celinas han florecido antes este año. Jesús me lo hizo comprender esta
mañana con ocasión de tu santo. Sin duda te habrás dado cuenta de que el
invierno nunca había sido tan riguroso como este año pasado; por consiguiente,
todas las flores han tardado en abrirse. Era algo completamente natural, y nadie
se extrañó de ello. Pero hay una florecita misteriosa que Jesús se ha
reservado para instruir nuestras almas. Esa flor es la flor-Celina... A
diferencia de las demás, se abrió un mes antes de la época de su
floración... ¡¡¡¿Comprendes, Celina, el lenguaje de mi florecita
querida..., la flor de mi infancia..., la flor de los recuerdos...?!!! Las
escarchas y el rigor del invierno, en vez de [vº] retrasarla, la hicieron
brotar y florecer... Nadie se fijó en ello, ¡es tan pequeña esta flor, tan
poco brillante...! Tan sólo las abejas conocen los tesoros que encierra su
cáliz misterioso, compuesto de una multitud de pequeños cálices, a cuál más
rico... Al igual que las abejas, Teresa ha comprendido este misterio: el
invierno es el sufrimiento, el sufrimiento incomprendido, desconocido, tenido
como inútil a los ojos de los profanos, pero fecundo y poderoso a las miradas
de Jesús y de los ángeles que, cual abejas vigilantes, saben recoger la miel
contenida en los misteriosos y múltiples cálices que simbolizan a las almas,
o, mejor, a los hijos de la florecilla virginal...
Celina,
necesitaría volúmenes enteros para escribir todo lo que pienso acerca de esta
florecita. Para mí ¡es una imagen tan perfecta de tu alma! Sí, Jesús ha
hecho caer sobre ella las escarchas, en lugar del cálido sol de sus consuelos,
pero el efecto que él esperaba se ha producido: la humilde plantita ha crecido
y florecido casi de golpe... Celina, cuando una flor se abre, no hay más que
cortarla, ¿pero cuándo y cómo cortará Jesús su florecilla...? ¡Tal vez el
color rosado de su corola esté indicando que lo hará por el martirio...! Sí,
siento renacer mis deseos1.
Quizás Jesús quiera, después de habernos pedido, por así decirlo, amor por
amor, pedirnos también sangre por sangre y vida por vida... Mientras tanto,
tenemos que dejar que las abejas liben toda la miel de los pequeños cálices,
no guardarnos nada para nosotras, dárselo todo a Jesús, y luego decir, como la
flor, en la tarde de nuestra vida: "¡La tarde, ha llegado la tarde!"2.
Entonces, todo habrá terminado..., y a las escarchas les sucederán los dulces
[vºtv] rayos del sol, y a las lágrimas de Jesús las sonrisas eternas...
¡No,
no nos neguemos a llorar con él durante un día, pues gozaremos de su gloria
durante una eternidad...!
Querida
florecita, ¿entiendes a tu Teresa...?
NOTAS
Cta 132
1
Cf Or 2, n. 5.
2
Cita de una poesía de Celina, "La Rosée".
Cta
133 A la señora de Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 16 de noviembre de 1891
Querida
tía:
Es
un placer para la más pequeña de sus hijas ir con sus hermanas mayores a
felicitarle su santo.
Todos
los años veo con alegría la llegada de esa fecha del 19 de noviembre, que, si
está llena para mí de dulces recuerdos, es también rica en esperanzas para el
futuro...
Cuanto
más avanzo en la vida, más saboreo lo dulce que es la fiesta de una madre.
¡Desde mi infancia, Dios parecía haberme arrebatado para siempre una alegría
que nunca había gustado! [1vº] Pero desde lo alto del cielo, la madre que no
podía ya prodigarme sus caricias inspiró a un corazón maternal, al que tanto
quería, la ternura de una madre hacia su pobre hijita; y desde entonces yo
también he podido saborear las dulces alegrías que se experimentan al
felicitar a una madre querida...
Querida
tiíta, desde que está en la montaña del Carmelo, su Teresita es todavía, si
cabe, más consciente del cariño que le profesa; cuanto más aprende a amar a
Jesús, más crece también su amor hacia sus familiares queridos.
El
regalito1
que nuestra Madre ha tenido el gusto de hacer confeccionar para su santo le
dirá mejor que yo, querida tiíta, lo que yo no acierto a [2rº] decirle. Mi
corazón se llena de emoción al contemplar esos pobres cabellos, que
indudablemente no tienen otro valor que el delicado trabajo y la gracia con que
han sido colocados, pero que le eran tan queridos a aquel que Dios nos ha
arrebatado2...
Querida tiíta, ¿verdad que me comprende...? Me siento feliz al ver que esos
cabellos le han sido obsequiados a la persona a quien más quiero en esta vida
después de mi padre querido, ¡esos cabellos que a él tanto le hubiera gustado
recibir!
Querida
tiíta, esta carta no se parece en nada a una carta de felicitación, en la que
sólo se debe hablar de alegría y de felicidad. Pero yo no sé hablar más que
con el corazón, sólo él guía mi pluma y estoy completamente segura de que el
[2vº] corazón maternal al que mi dirijo sabrá entenderme e incluso adivinar
lo que yo no acierto a expresar...
Querida
tía, tengo que poner punto final a esta carta, pero antes quiero enviarle todos
mis besos y le pido que diga a sus hijitas que a ellas les encargo que se los
den por mí; estoy segura de que estarán encantadas de la misión que les
confío y de que la van a cumplir a la perfección...
Su
hijita le envía de nuevo todas sus felicitaciones y le pide, querida tiíta que
cuente con toda la ternura de su corazón de hija...
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 133
1
Un cuadro que contenía parte de los cabellos de Teresa, cortados tras su toma
de hábito.
2
El señor Martín estaba orgulloso de la cabellera de su "pequeño abejorro
rubio"; cf Cta 77.
Cta
134 A Celina
Jesús
+ 26 de abril de 1892
Celina
querida:
Este
año la pradera del Carmelo me ofrece un presente simbólico que me siento feliz
regalándote para tus 23 años... Un día, entre la hierba, que blanqueaba toda
ella de sencillas margaritas, me pareció ver una de tallo más esbelto y que
excedía en belleza a todas las demás. Acercándome, vi sorprendida que, en vez
de una margarita, había dos bien distintas. Dos tallos tan estrechamente
unidos, que me hicieron pensar enseguida en los misterios de nuestras almas... Y
comprendí que si, en el orden de la naturaleza, Jesús se complace en sembrar a
nuestros pies maravillas tan encantadoras, no es sino para ayudarnos a adivinar
los misterios, más ocultos y de un orden superior, que él opera a veces en las
almas...
Celina,
creo que ya has comprendido a tu Teresa, creo que ya tu corazón ha adivinado lo
que pasa en este otro corazón al que el tuyo está tan estrechamente unido,
¡que una misma savia es que los nutre...! Sin embargo, quiero hablarte de
algunos de esos misterios escondidos en mi florecita.
Jesús,
para alegrar nuestra vista e instruir nuestras almas, ha creado una gran
multitud de pequeñas margaritas. Y veo con asombro cómo, al amanecer, sus
corolas rosadas están vueltas hacia la aurora: esperan la salida del sol. Tan
pronto como este astro radiante envía sobre ellas uno de sus cálidos rayos,
las tímidas florecillas entreabren sus cálices y sus lindas hojas forman una
especie de corona que, dejando al descubierto sus corazoncitos amarillos, dan de
pronto a estas flores un gran parecido con el sol que las hiere con su luz.
Durante todo el día las margaritas no cesan de mirar fijamente al sol, y van
girando como él hasta la tarde; luego, cuando [vº] él desaparece, ellas
cierran enseguida sus corolas, que, de blancas, se tornan de nuevo rosadas...
Jesús
es el sol divino, y las margaritas son sus esposas, las vírgenes. Cuando Jesús
mira a un alma, le da inmediatamente su parecido divino, pero es preciso que esa
alma no deje de fijar en él solo su mirada.
Para
explicar los misterios de las margaritas, tendría que escribir todo un volumen,
pero mi Celina lo comprende todo. Pero eso, quiero hablarle ahora de los
caprichos de Jesús...
Jesús,
en su pradera, tiene muchas margaritas, pero están separadas, y cada una recibe
independientemente de las otras los rayos del sol. Un día, el esposo de las
vírgenes se asomó a la tierra y unió estrechamente dos pequeños capullos
apenas abiertos; sus tallos se fundieron en uno solo, y una sola mirada los hizo
crecer. Esas dos florecitas, hechas una sola flor, se abrieron juntas, y ahora
la doble margarita, con la mirada fija en su sol divino, cumple su misión, que
es única...
Celina,
sólo tú puedes comprender mi lenguaje. A los ojos de las criaturas, nuestra
vida parece muy diferente, muy distanciada; pero yo sé que Jesús ha unido
nuestros corazones de una manera tan maravillosa, que lo que hace latir a uno
hace también estremecerse al otro...
"Donde
está vuestro tesoro allí está vuestro corazón". Nuestro tesoro es
Jesús, y nuestros corazones no forman más que una sola cosa en él. La misma
mirada ha cautivado nuestras almas, una mirada velada de lágrimas que la doble
margarita ha decidido enjugar. Su humilde y blanca corola será el cáliz que
recogerá los diamantes preciosos, para luego verterlos sobre otras flores que,
menos privilegiadas, no habrán fijado en Jesús las primeras miradas de sus
corazones... Tal vez, al atardecer de su vida, la margarita presente al esposo
divino su corola teñida de rosa1...
Adiós,
Celina querida. La florecita que te envío es una reliquia, pues reposó entre
las manos de nuestra santa madre Genoveva2,
que bendijo a Celina y a Teresa...
Teresa
del Niño Jesús de la Santa Faz
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 134
1
Alusión a la posibilidad del martirio, cf Cta 132.
2
La madre Genoveva falleció el 5 de diciembre de 1891. El hallazgo de la
margarita data, pues, de la primavera de 1891.
Cta
135 A Celina
Jesús
+ 15 de agosto de 1892
Celina
querida:
No
puedo dejar salir la carta1
sin añadirle unas letras. Para ello, tengo que robar unos instantes a Jesús.
Pero él no se enfada por eso, pues es de él de quien hablamos juntas y sin él
ninguna conversación puede el menor atractivo para nuestros corazones2...
Celina,
las vastas soledades y los horizontes maravillosos que se abren ante ti3
deben de hablar mucho a tu alma. Yo no contemplo todo eso, pero digo con san
Juan de la Cruz:
"Mi
Amado las montañas,
los
valles solitarios, nemorosos, etc"...4.
Y
este Amado instruye a mi alma, le habla en el silencio, en las tinieblas...
Ultimamente
me ha venido [1vº] un pensamiento que necesito transmitirle a mi Celina. Un
día, mientras pensaba qué podría hacer para salvar almas, unas palabras del
Evangelio me llenaron de luz. Una vez, Jesús decía a sus discípulos,
mostrándoles los campos de mieses maduras: "Levantad los ojos y contemplad
los campos, que están ya blancos para la siega". Y un poco más tarde:
"La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al
Señor de la mies que mande trabajadores".
¡Qué
gran misterio...! ¿No es Jesús todopoderoso? ¿No son las criaturas de quien
las ha hecho? Entonces, ¿por qué dice Jesús: "Rogad al Señor de la mies
que envíe trabajadores"? ¿Por qué...? ¡Ah!, es que Jesús siente por
nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos [2rº] parte con
él en la salvación de las almas. El no quiere hacer nada sin nosotras. El
creador del universo espera la oración de una pobre alma para salvar a las
demás almas, rescatadas como ella al precio de toda su sangre.
Nuestra
vocación no consiste en ir a segar en los campos de mieses maduras. Jesús no
nos dice: "Bajad los ojos, mirad los campos e id a segar". Nuestra
misión es más sublime todavía. He aquí las palabras de nuestro Jesús:
"Levantad los ojos y mirad". Mirad cómo en mi cielo hay sitios
vacíos, a vosotras os toca llenarlos, vosotras sois mis Moisés orando en la
montaña, pedidme trabajadores y yo los enviaré, ¡no espero más que una
oración, un suspiro de vuestro corazón...!
El
apostolado de la oración ¿no es, [2vº] por así decirlo, más elevado que el
de la palabra? Nuestra misión, como carmelitas, es la de formar trabajadores
evangélicos que salven millares de almas, cuyas madres seremos nosotras...
Celina,
si no fueran éstas las palabras mismas de nuestro Jesús, ¿quién se
atrevería a creerlas...? ¡Me parece tan hermoso nuestro destino!, ¿qué
tenemos que envidiar a los sacerdotes...? ¡Cómo me gustaría poder decirte
todo lo que pienso! Pero no tengo tiempo, ¡comprende tú todo lo que no puedo
decirte por escrito...!
-----------------
El
día del santo de Juana5
felicítala de nuestra parte con un ramito de flores; la Regla no nos permite a
nosotras hacerlo, pero dile que, precisamente por eso, pensaremos aún más en
ella. Da a todos un abrazo de mi parte y diles todo lo mejor que se te ocurra.
Si encuentras brezo, me encantaría.
Tu
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 135
1
Una carta de sor Inés de Jesús.
2
Cf Im II, 8, 1 y III, 34, 1.
3
Celina está de vacaciones en la Musse con los Guérin.
4
CE, canción 14. Cf PN 18, 22+.
5
La señora de Néele, cuyo santo se celebraba el 21 de agosto.
Cta
136 A María Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 16 de octubre de 1892
Mi
querida Mariíta:
Ya
que has sido tú la encargada de felicitarme para mi santo de parte de toda la
familia, creo que a ti es a quien debo confiar la misión de dar las gracias, y
ante todo a mi querida tía. En primer lugar, por su cartita y por el gran
paquete de chocolate, que ha alegrado mucho a nuestra procuradora1;
después, [1vº] por la deliciosa crema de café; y luego, y sobre todo, por la
querida y cariñosa cartita de su enfermera, que no dudo que va a devolver
rápidamente la salud a mi tiíta querida. Le pido también al doctorcito2
de la calle del Oratorio que haga presente mi agradecimiento al gran doctor y a
su querida Juanita, que, a pesar de su convalecencia, ha pensado en mi santo, lo
cual me ha llegado al alma...
La
leve recaída que, gracias a Dios, no ha tenido consecuencias para la salud de
Juana, me ha sugerido un pensamiento que quiero confiar a mi querido doctorcito.
Creo que [2rº] a la buena santa Ana le parecía que la tenían ahora un poco
olvidada3,
y por eso se apresuró a atraer sobre sí la atención... Te aseguro que desde
entonces me acompaña constantemente su recuerdo. Cuando estoy con el
pensamiento al lado de mi querida hermanita de Caen, me viene automáticamente
santa Ana a la memoria y le encomiendo a la que amo.
Veo
con agrado, mi querida Mariíta, que el aire de la ciudad de Caen no te lleva a
la melancolía. No dudo que tu alegre talante (mucho más que tu ciencia de
doctor) va a hacer que nuestras dos queridas enfermas se restablezcan muy
pronto.
[2vº]
Los bocados de reina, hechos por un pastelero tan distinguido como tú, me
parecen un plato muy delicado para unas carmelitas, ¿no podrías mostrar tu
talento haciendo pastas tan ligeras, que Juana pudiese, no sólo devorarlas con
los ojos, sino también comerlas sin que le hagan daño...?
Termino,
querido doctorcito, pidiéndote que perdones mi mala letra. Da un abrazo muy
fuerte de mi parte a toda la familia y dales las gracias por todas las golosinas
que me han enviado en tan gran abundancia que temo haberme olvidado de alguna.
Dile
a mi querida tía que le ruego deposite de mi parte un fuerte beso en tu
mejilla, y recibe el cariño de tu hermanita,
Teresa
del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 136
1
Sor Inés de Jesús. La procuradora era la encargada de las compras.
2
María Guérin. El gran doctor es Francis La Néele.
3
El Dr. y la señora La Néele habían hecho en mayo una peregrinación a Santa
Ana de Auray, para alcanzar la gracia de tener un hijo.
Cta
137 A Celina
Jesús
+ El Carmelo 19 de octubre de 1892
Querida
Celina:
Hace
años, en los días de nuestra infancia, nos alegrábamos de que llegase nuestro
santo por los regalitos que nos hacíamos una a otra. El objeto más
insignificante tenía entonces a nuestros ojos un valor inigualable... Bien
pronto la escena cambió. Al más joven de los pájaros le salieron alas y voló
lejos del dulce nido de su infancia, ¡y entonces todas las ilusiones se
desvanecieron! El verano sucedió a la primavera, y a los sueños de la juventud
la realidad de la vida...
Celina,
¿no fue en ese momento decisivo cuando se estrecharon todavía más los lazos
que encadenaban ya nuestros corazones? Sí, la separación nos unió de una
manera que las palabras no pueden expresar. Nuestro cariño infantil se trocó
en unión de sentimientos, en unidad de almas y de pensamientos. ¿Quién pudo
realizar esta maravilla...? Sólo aquél que cautivó nuestros corazones.
"El amado escogido entre millares. El solo aroma de sus perfumes basta para
atraer tras de sí". "A zaga de tu huella, / las jóvenes discurren al
camino"1
(Cant. de los Cant.)
[1vº]
Jesús nos ha atraído a las dos juntas, aunque por caminos diferentes. Juntas
nos ha elevado sobre todas las cosas quebradizas de este mundo, cuya apariencia
pasa. Él ha puesto, por así decirlo, todas las cosas bajo nuestros pies. Como
Zaqueo, nos hemos subido a un árbol para ver a Jesús... Por eso, podemos decir
con san Juan de la Cruz: "Todo es mío, todo es para mí; la tierra es
mía, los cielos son míos, Dios es mío y la Madre de mi Dios es mía"2.
A
propósito de la Santísima Virgen, quiero confiarte una de las simplezas que
tengo con ella. A veces me sorprendo diciéndole: "Querida Virgen
Santísima, me parece que yo soy más dichosa que tú, porque yo te tengo a ti
por Madre, mientras que tú no tienes una Virgen Santísima a quien amar3...
Es cierto que tú eres la Madre de Jesús, pero ese Jesús nos lo has dado por
entero a nosotros..., y él, desde la cruz, te nos ha dado a nosotros por Madre.
Por eso, nosotros somos más ricos que tú, pues poseemos a Jesús y tú eres
nuestra también. Tú, en otro tiempo, en tu humildad, deseabas ser un día la
humilde esclava de la Virgen feliz que tuviera el honor de ser Madre de Dios; y
ahora yo, pobre criaturita, soy no ya tu esclava sino tu hija. Tú eres [2rº]
la Madre de Jesús y eres mi Madre".
Seguro
que la Santísima Virgen se ríe de mi ingenuidad, y, sin embargo, lo que le
digo es una gran verdad...
Celina,
¡qué gran misterio es nuestra grandeza en Jesús! Ya ves todo lo que Jesús
nos ha enseñado al hacernos subir al árbol simbólico del que te hablaba hace
poco. Y ahora ¿qué ciencia va a enseñarnos? ¿No nos lo ha enseñado ya
todo...? Escuchemos lo que él nos dice: "Bajad enseguida, porque hoy tengo
que alojarme en vuestra casa".
¿Pero
cómo...? Jesús nos dice que bajemos... ¿Adónde tenemos que bajar? Celina,
tú lo sabes mejor que yo; sin embargo, déjame que te diga hasta dónde debemos
ahora seguir a Jesús. Una vez, los judíos le preguntaron a nuestro divino
Salvador: "Maestro, ¿dónde vives?", y él les respondió: "Las
zorras tienen madrigueras y los pájaros del cielo nidos, yo no tengo donde
reclinar la cabeza". He ahí hasta dónde tenemos que bajar nosotras para
poder servir de morada a Jesús: hacernos tan pobres, que no tengamos donde
reposar la cabeza.
Ya
ves, querida Celina, lo que Jesús ha obrado en mi alma durante estos
ejercicios... Ya entiendes que se trata del interior. Por lo demás, el exterior
¿no ha sido [2vº] ya reducido a la nada con la dolorosísima prueba de
Caen...? En nuestro padre querido, Jesús nos ha golpeado en la parte externa
más sensible de nuestro corazón. Ahora dejémosle obrar, él sabrá llevar a
feliz término su obra en nuestras almas...
Lo
que Jesús desea es que lo recibamos en nuestros corazones. Estos, qué duda
cabe, están ya vacíos de criaturas, pero yo siento que lamentablemente el mío
no está totalmente vacío de mí misma, y por eso Jesús me manda bajar... Él,
el Rey de reyes, se humilló de tal suerte, que su rostro estaba escondido y
nadie lo reconocía... Pues yo también quiero esconder mi rostro, quiero que
sólo mi amado pueda verlo, que sólo él pueda contar mis lágrimas..., que al
menos en mi corazón sí que pueda reposar su cabeza querida y sentir que allí
sí es conocido y comprendido...
Celina,
no puedo decirte todo lo que quisiera, mi alma es incapaz de ello... ¡Ay, si
pudiera...! Mas no, no está en mi poder... ¿Pero por qué desconsolarme? ¿No
piensas tú siempre lo mismo que yo...? Por eso, adivinas todo lo que no te
digo. Jesús se lo hace sentir a tu corazón. Además, ¿no ha establecido en
él su morada para consolarse de los crímenes de los pecadores? Sí, allí, en
el retiro íntimo del alma, es donde nos instruye a las dos juntas, y un día
nos mostrará el [1rºtv] día que ya no tendrá ocaso...
¡Feliz
día de tu santo! ¡Qué feliz será un día tu Teresa cuando lo celebre en el
cielo...!
NOTAS
Cta 137
1
SAN JUAN DE LA CRUZ, ce canción 25; cf Ms A 47vº/48rº.
2
Oración del alma enamorada.
3
Cf CA 11.8.4.
Cta
138 A la señora de Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 17 de noviembre de 1892
Querida
tía:
La
más pequeña de sus hijas se siente incapaz de expresarle su ternura y todos
los votos que formula por usted. Pero el corazón de una madre adivina
fácilmente lo que ocurre en alma de su hija. Por eso, querida tiíta, no voy a
tratar de expresar unos sentimientos que usted conoce ya desde hace mucho
tiempo.
[1vº]
Este año, Dios ha hecho rebosar de una alegría muy dulce mi corazón al llamar
del destierro a mi querido papaíto1.
Al repasar en mi espíritu los años dolorosos que acaban de transcurrir, mi
alma desborda de gratitud. No puedo quejarme de esos sufrimientos, que han
pasado ya, y que han rematado y embellecido la corona que Dios se dispone a
colocar pronto en la frente venerable de quien lo ha amado tanto y lo ha servido
con tanta fidelidad...
Y
además, esos sufrimientos me han enseñado a conocer mejor los tesoros de
ternura escondidos en el corazón de los familiares tan queridos que Dios me
dio... [2rº] "La obra maestra más hermosa del corazón de Dios es el
corazón de una madre"2.
Yo sé bien qué gran verdad se encierra en esa frase, y doy gracias al Señor
de habérmelo hecho conocer por experiencia.
Querida
tiíta, le aseguro que si usted tiene un corazón maternal para nosotras, su
hijita tiene uno que es enormemente filial, y por eso le pide a Jesús que la
colme de todas las gracias que un corazón de hija puede soñar para su madre
querida. Muchas veces, sólo el silencio es capaz de expresar mi oración, pero
el huésped divino del sagrario lo comprende todo, incluso el silencio del alma
de una hija [2vº] que está llena de gratitud...
Si
no puedo estar presente el día del santo de mi querida tía, mi corazón
estará muy cerca de ella, y nadie la colmará más que yo de ternura.
Le
ruego, querida tía, que dé un abrazo de mi parte a mi tío y a mis hermanitas
queridas.
La
dejo, querida tía, quedando muy unida a usted, como una hija a su madre.
Su
hija que la quiere
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 138
1
El señor Martin fue traído de vuelta a Lisieux el 10 de mayo de 1892.
2
Mons. Dupanloup, Conférences aux femmes chrétiennes.
Cta
139 A los señores Guérin
Jesús
+ El Carmelo, 30 de diciembre de 1892
Queridos
tíos:
Es
un verdadero placer para su benjamín ir a ofrecerles sus felicitaciones para el
nuevo año que va a empezar.
No
quiero intentar decir aquí todos los deseos que formulo para mis familiares
queridos. Sería demasiado largo, y además con frecuencia el corazón encierra
aspiraciones que la palabra es incapaz de expresar. Hay [1vº] deseos que sólo
Dios puede comprender, o, mejor dicho, adivinar. A él, pues, quiero confiarle
los votos que eleva mi corazón por mis seres queridos.
Muchas
veces, cuando estoy a los pies de Nuestro Señor, siento que mi alma desborda de
gratitud pensando en la gracia que él me hecho al darme unos familiares como
los que tengo la dicha de tener.
No
me olvido de que el dos de enero será el cumpleaños [1rº] de mi querido tío.
Me siento orgullosa de haber nacido el mismo día que él, y espero que no se
olvide de rezar por su Teresita, que pronto va a ser una viejecita de veinte
años. ¡Cómo pasa el tiempo...! Me parece que fue ayer cuando mi tío me
hacía saltar sobre sus rodillas cantándome la romanza de Barba Azul con
aquellos ojos terribles que casi me hacían morir de miedo1...
La tonadilla de Mirlitir me gustaba mucho más... El solo recuerdo de esta
canción todavía hoy me hace reír.
[2vº]
Ya ven, queridos tíos, que el peso de los años no le ha quitado todavía a su
hijita la memoria; al contrario, se encuentra en una edad en que los recuerdos
de la infancia tienen un encanto del todo especial...
Les
ruego, queridos familiares, que feliciten de mi parte a los que amo. No nombro a
nadie porque el papel que me queda no me bastaría, pero en mi corazón están
escritos todos los nombres y ocupan en él un espacio muy grande.
Su
VIEJA sobrina, que les quiere con todo el corazón,
Sor
Teresa del Niño Jesús
rel.
carm. ind.
NOTAS
Cta 139
1 Cf Ms A 18rº.