Para mejorar la relación de pareja

Fanny Ávila E, hmsp, Revista Inquietud Nueva

A las familias que presentan dificultades de integración, y que no favorecen del todo el crecimiento integral de sus miembros, se les considera disfuncionales. En realidad, toda familia tiene algún grado de disfuncionalidad debido a que sus miembros no son perfectos y pasan por dificultades en diversas etapas de la vida. Incluso se podría decir que vivir en una familia funcional es algo ideal.

La raíz de la disfuncionalidad de muchas familias se encuentra en la inadecuada relación de pareja de los cónyuges pues cuando no llegan a conocerse, aceptarse y desenvolverse apropiadamente éstos no son capaces de favorecer el sano crecimiento de sus hijos.

Antecedentes

Los conflictos de pareja inician en el noviazgo cuando ambos miembros movidos por la emoción y el sentimiento están maravillados el uno por el otro y son incapaces de mostrarse tal cual son porque lo importante para ellos es conquistar al otro.
Estando ya recién casados se empieza a caer la venda de los ojos y –como popularmente se dice– se empieza a mostrar «el cobre», los malos hábitos no se pueden ocultar más, las tendencias del carácter se dejan ver, la emoción primera se desvanece y la pareja se ve obligada a aceptar la dolorosa realidad.

Con el nacimiento de los hijos llegan también conflictos más serios porque incrementa la responsabilidad, la presión, la idea de cómo tratar y educar a los hijos puede variar entre ellos, etc. De manera que algún cónyuge podría sentirse más involucrado que el otro en las problemáticas o bien podría querer imponer su punto de vista. Es sobre todo en esta etapa en la que se suelen dar los distanciamientos, surge la idea de ser incomprendido, se cree luchar solo por los hijos y las situaciones del hogar y nace el resentimiento.

Qué hacer para mejorar la relación de pareja, cómo erradicar el distanciamiento que genera el orgullo y cómo eliminar el rencor que se empieza a acumular, son cuestionantes que muchos se hacen. He aquí algunas sugerencias.

Alternativas

Primero será necesario que ambos miembros estén concientes de que su relación no va del todo bien y deseen encontrar alternativas para mejorarla, sabiendo de antemano que toda relación es perfectible y no perfecta.

Segundo. Es recomendable que se haga una lista de las cosas que le desagradan y molestan a cada uno. Para que la lista sea útil será necesario especificar muy bien lo que se desea que el cónyuge cambie. No es lo mismo decir: «Me molesta tu mal carácter». Que decir. «Me incomoda que te pongas serio y avientes las cosas cuando buscas algo y no lo encuentras». Una lista bien hecha dará pistas a cada integrante de la pareja sobre lo que puede modificar para agradar más al otro y mejorar la relación.

Tercero. Se sugiere ahora dia-logar sobre los puntos que apa-recieron en la lista de cada uno, pero ¡cuidado! La actitud de la pareja debe ser abierta y humilde porque se corre el riesgo de juzgar y subestimar los sentimientos del otro. Por ejemplo, si en la lista apareciera: «Me molesta que no me contestes cuando pregunto algo y estás viendo la T.V.»

El cónyuge podría inmediatamente responder: «¡Exageras! qué no ves que era la final del fútbol, tú estás mal, no te diste cuenta de que me interrumpías».

Ante situaciones como éstas ambos miembros pueden sentirse incomprendidos, uno pensará: «Él me ignora, prefiere el dichoso fútbol». El otro por su parte dirá: «Ella no me entiende, es tan inoportuna, sólo quiere fastidiarme». ¿Quién tiene la razón? La verdad es que el orgullo ha hecho pensar a cada uno que están en lo correcto y como el otro no accede a lo que se quiere entonces se sufre, cada quien toma su esquina y lo que sigue será una serie de nuevos enfrentamientos entre ellos. Para evitar eso será nece-sario escuchar con respeto y atención al cónyuge y pensar que aunque parezcan exageraciones lo que pide se cambie, ése es su sentir y habrá que respetarlo.

Cuarto. Llega la hora del compromiso, es el momento de proponerse cambiar las actitudes y hábitos que los separan y los hacen sufrir. Para ello es necesario reconocer que ambos miembros necesitan esforzarse. El esposo por ejemplo evitará tener cierta actitud que le molesta a la esposa, pero ella lo disculpará e intentará ser paciente cuando él falle, y viceversa.

Quinto. El diálogo debe ser un hábito en la relación de pareja, por eso se recomienda que se busquen tiempos para hablar de lo que les preocupa, de las cosas que tienen pendientes por hacer o pagar, de la educación de los hijos, etc. Y que establezcan por lo menos dos horas a la semana para dialogar exclusivamente de ellos, sobre su relación, su avance como pareja, sus deseos, su intimidad, etc. Muy fructífero sería que reflexionaran sobre el por qué y para qué se casaron, por qué siguen juntos, qué esperan alcanzar y que meditaran cómo debe ser el verdadero amor, revisando citas bíblicas como (Mt 19, 3-9; Rm 12, 9-18; 1Co 13, 4-8).

Sexto. Como los hábitos se vuelven virtudes se recomienda que cada miembro de la pareja escoja uno o dos días a la semana y en éstos trate de agradar con todos los detalles posibles a su pareja. Así poco a poco se aprenderá a ser generoso y se irá venciendo el egoísmo.

Séptimo. Como el esfuerzo humano no basta para mejorar la relación matrimonial es imprescindible la gracia de Dios, por ello invitamos a las parejas a que acudan a los retiros matrimoniales que se realizan en su iglesia local o consulten la última página de esta revista donde encontrarán las fechas y lugares donde se realizarán algunos. Si se participa en ellos Dios les indicará sin duda el camino que deben seguir, lo que espera de ustedes y podrán así orientar y formar mejor a sus hijos.


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Acción Católica Mexicana Diócesis de Querétaro