CELEBRACIÓN DE LA PRIMERA COMUNIÓN

CONSIDERACIONES PREVIAS

1 .-Antes de comenzar un catequista o monitor puede dirigirse a la asamblea, dándoles la bienvenida e invitándolos a participar activamente en la celebración. Será éste el momento de pedir el silencio y de rogar a los fotógrafos que actúen comedidamente, no suban al presbiterio y no impidan la visión de la asamblea.

2.-La procesión de entrada, donde sea costumbre, es precedida por la cruz y dos ciriales. Siempre estará formada por los niños que van a comulgar y el sacerdote que preside.

3.-EI sitio más indicado para la ubicación de los niños es el presbiterio si las circunstancias del lugar lo permiten. Si no es posible, otro lugar indicado son los primeros bancos de la asamblea.

4.-Si la primera comunión tiene lugar cuando habitualmente se celebra la misa con niños, a los niños que no hacen la primera comunión se les debe permitir un sitio que les ayude a una buena participación y la posibilidad de realizar los ministerios que normalmente desempeñan en la Eucaristía.

5.-Los cantos del propio de la misa deberían respetar las palabras bíblicas con las que así se han conservado en la liturgia de la Iglesia. Lo ideal es conservar los cantos del ordinario de la misa como son el Señor ten piedad, el Gloria, el Santo, el Padre Nuestro y el Cordero de Dios sin modificar el texto y utilizando una música con la que toda la asamblea pueda cantar. Un canto en el que la música esté especialmente pensada para los niños no implica la manipulación del texto sagrado.

6.-Durante toda la celebración los niños deben estar atentos a las palabras y a los gestos del sacerdote, que si es necesario subrayará o explicará brevemente los principales gestos y partes de la Eucaristía.

7.-Durante la celebración todo debe girar entorno a la participación de la asamblea y no centrarse en las diferentes intervenciones puntuales que los niños pueden realizar a lo largo de la misa.

CELEBRACIÓN

RITOS INICIALES

Después del saludo litúrgico, el sacerdote hace una monición presidencial poniendo de relieve ante la asamblea el sentido de lo que se va a celebrar.

En el acto penitencial el que preside la celebración invita a los fieles al arrepentimiento. Si se opta por mantener el acto penitencial, no puede reducirse a que todos y cada uno de los niños pida de manera particular perdón a Dios.

Sería conveniente sustituir el acto penitencial por la bendición y aspersión por el agua recordando el Bautismo.

LITURGIA DE LA PALABRA

La celebración de la Primera Comunión no es el mejor día para que los niños ejerzan el ministerio de lectores. Ese día los niños están para escuchar lo que Dios les dice a ellos y no para que proclamen a los demás la Palabra de Dios.

La celebración si es en domingo debe de seguir el ritmo habitual manteniendo las lecturas del día.

Si es en día ordinario se pueden utilizar las que propone el Leccionario para misas con niños, y concretamente las que tienen marcado carácter eucarístico. No se debe olvidar que también el salmo responsorial forma parte de la Palabra de Dios, y como tal se debe respetar su estructura de respuesta dialogante y el mismo texto sagrado. No se puede sustituir por un canto distinto a la letra del Salmo.

LA HOMILÍA

1.-La homilía de esta celebración corresponde, indudablemente, al sacerdote que preside la Eucaristía, y no a los niños o a los catequistas.

2.-En cualquier caso, después de su intervención, no larga, el sacerdote puede dialogar brevemente con los niños sobre el sentido de las lecturas o sobre lo que celebran ese día.

3.- El que preside la Eucaristía debe hacer uso de su sensibilidad para saber canalizar correctamente la expresión natural y espontánea de los niños.

4.-La homilía de la primera comunión no debería quedar aislada -ni por la forma, ni por el contenido- del resto de las Eucaristías que habitualmente se celebran los domingos con los niños.

5.- El criterio último de la celebración no puede ser el de entretener, bien porque haya una mayor presencia de niños, bien porque sintamos que la mayor parte de los que asisten no forma parte de nuestra comunidad parroquial habitual.

6.-Hay que eludir todo peligro de dramatización o teatralidad evitando, falsamente, el aburrimiento o provocando la emoción fácil de los asistentes.

7.- El sacerdote que preside la celebración no debe comportarse como un «niño mayor», sino como aquél que, con una buena pedagogía y sensibilidad, conduce la celebración.

8.-La adaptación principal de la celebración corresponde al que preside. Este debe procurar que especialmente durante la homilía los niños estén atentos a sus palabras. Por tanto, el sacerdote debe ser un gran comunicador que sabe hacerse entender por los niños y les permite vivir cada una de las partes de la Eucaristía y de los gestos y ritos que allí se realizan.

9.-La homilía debe ser de marcado carácter eucarístico. El sacerdote sabrá desvelar el sentido de sacrificio, de comunión y de acción de gracias que tiene cualquier celebración de la Eucaristía.

10.-En la celebración debería existir un tiempo para el silencio sagrado, como momento de profundización y de interiorización de lo que se está celebrando, especialmente después de la homilía.

LA PROFESION DE FE

Si es posible y el espacio del templo lo permite, las renuncias y la renovación de las promesas del Bautismo pueden hacerla los niños de pie y junto a sus padres, que son invitados a encender una vela en el Cirio Pascual (como un día hicieran en el Bautismo de sus hijos), para posteriormente entregarla a sus hijos para la profesión de Fe. Es entonces cuando se expresa simbólicamente cómo se transmite la fe dentro de la Iglesia.

LA ORACIÓN DE LOS PIELES

Uno o varios de los niños pueden leer las peticiones, el pueblo puede unirse con algún canto apropiado. El esquema tradicional de intenciones por la Iglesia, el Mundo, los Gobernantes, los que sufren y la Comunidad allí reunida no debería faltar. Es bueno también recoger la expresión espontánea de los niños en unas peticiones donde se formulen sus preocupaciones personales.

LA PROFESIÓN DE OFRENDAS

Junto al pan y al vino que ese día pueden llevarlo los niños que hacen la Primera Comunión, se pueden incluir otros dones como flores o cirios para el altar. No se deben presentar cosas que después no se ofrecen realmente y que sólo tienen una función simbólica, pero que después no se incorporan al sacrificio eucarístico.

LA PLEGARIA EUCARÍSTICA

El día de la Primera Comunión es uno de los más indicados para utilizar cualquiera de las tres Plegarias Eucarísticas de las Misas con niños. Las aclamaciones breves como respuestas cantadas posibilitan una buena participación de la asamblea a lo largo de la oración más importante de toda la Misa.

EL PADRE NUESTRO

Una monición al Padre Nuestro debería explicar el sentido que tiene ese día la oración del Padre Nuestro para los niños que hacen la Primera Comunión, después de haber expresado su deseo de vivir según el Evangelio y de haber confesado la fe de la Iglesia. Se puede recitar con las manos alzadas en oración, o con las manos cogidas en señal de fraternidad

Si se canta la música debe respetar el texto literal de la oración dominical y nunca adaptarlo, aunque el sentido sea el mismo. Rezamos con las mismas palabras que Jesús nos enseñó.

EL RITO DE LA PAZ

Este gesto no puede convertirse en un saludo de todos a todos, sino en un gesto eucarístico expresivo antes de la Comunión. Se comparte la paz de Cristo Resucitado. Lo correcto es que los niños reciban la paz del Sacerdote y la intercambien entre ellos.

LA COMUNIÓN

La solemnidad del día invita a que los niños que comulgan por primera vez lo hagan bajo las dos especies. Si sólo lo hacen con el pan, previamente se habrá hecho la preparación oportuna para recibirlo en la mano o en la boca. Pero siempre todos los niños de igual manera.

LA ACCIÓN DE GRACIAS Y POSCOMUNION

Acabada la comunión de toda la asamblea, el celebrante puede invitar a uno de los niños, para que en nombre de todos, haga públicamente una acción de gracias. Se concluye con la oración poscomunión que recita el sacerdote. Antes de la bendición final, puede tener lugar un canto mariano de todos los niños que han hecho la Primera Comunión.

MONICIÓN ANTES DE COMENZAR LA CELEBRACIÓN (Un monitor o catequista)

Dentro de unos momentos va a comenzar la celebración de la Eucaristía. Esta de hoy es especial para todos. Lo es para vuestro hijos, que se acercan por primera vez a hacer la comunión. Lo es para vosotros, padres, que les distéis la vida y la fe y que hoy los veis dar un paso muy importante en su vida. Y lo es para nosotros, los catequistas, que los hemos ayudado a conocer y seguir a Jesús. También lo es para toda la comunidad aquí reunida, que se alegra de acogerlos, integrarlos y compartir con ellos el Pan de Vida.

Nuestra parroquia se viste de fiesta al acompañar a nuestros niños en su Primera Comunión. Fiesta importante, porque la Eucaristía ve aumentar el número de sus participantes.

MONICIÓN FINAL ANTES DE LA BENDICIÓN DEL SACERDOTE

(Un catequista)

Nuestra celebración de la Eucaristía ha concluido. Sin embargo la fiesta continúa. La paz y la alegría de Jesús, la que Él nos ha comunicado, se va a extender a vuestras casas, a vuestra familia y a vuestros amigos. Estará allí donde estéis prolongando la celebración de esta fiesta eucarística.

(Un padre)

Para nosotros, padres, recordar este encuentro con Jesús, que hemos vivido juntos, es continuar dando ejemplo de vida cristiana a nuestros hijos, para que nuestra presencia hoy, aquí, no haya sido un compromiso social o que se olvida al terminar esta celebración entrañable.

(Un niño/a)

Recordar esta Primera Comunión es para todos nosotros mantener la necesidad y el compromiso de recibir a Jesús, para ser mejores en la vida y mejorar el mundo.

 

LA PRIMERA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO DE LA PENITENCIA

ORIENTACIONES PREVIAS

1.- La celebración de la Penitencia, debe situarse al final de la catequesis sobre el Sacramento de la Penitencia (antes de comenzar la catequesis sobre la Eucaristía).

2.- Es importante qué el niño valore el Sacramento de la Penitencia, por sí mismo, sin vincularlo necesariamente al Sacramento de la Eucaristía.

3.- La celebración del Sacramento de la Penitencia (en su forma B), semanas antes de la primera Comunión, es compatible con la celebración del Sacramento de la penitencia (en su forma A), si el niño lo deseara, en vísperas de la Primera Comunión.

4.- El sacerdote que preside, puede oír la confesión de todos los niños, si no son muchos, aunque puede ser conveniente la asistencia de otros sacerdotes.

5.- El sacerdote que preside, y los otros sacerdotes si los hay, deben estar revestidos con alba y estola morada.

6.-Debe procurarse crear un clima de confianza y de serenidad, que aleje el nerviosismo y el miedo; clima de confianza, compatible con la dignidad, el ritmo y la belleza de la celebración. El niño tiene que percibir desde el primer momento el Misterio (Sacramento) en el que participa y debe facilitársele la vivencia de lo que celebra.

7.-Téngase en cuenta que de la grata impresión que reciba el niño, dependerá en gran medida, no solo que el niño vuelva con gusto a celebrar este Sacramento, sino el desarrollo armónico de su vida de fe.

CELEBRACIÓN

MONICIÓN INTRODUCTORIA

Aunque puede hacerla un catequista antes de que comience la celebración, es preferible que la haga el sacerdote que preside, después del saludo ritual. El sacerdote puede acompañar a los niños en su entrada procesional.

La monición puede ser espontánea, o en dialogo con los niños.

LITURGIA DE LA PALABRA

El lector (catequista, padre o madre de alguno de los niños) lleve el Leccionario al ambón. Evítese la lectura en el ritual o en otros libros; pedagógicamente es importante que el niño vea el Leccionario, que contiene la Palabra de Dios.

HOMILIA

La homilía debe hacerse muy ceñida al texto bíblico, actualizándolo al momento, entablando un diálogo con los niños.

EXAMEN DE CONCIENCIA

No es conveniente leer a los niños largos cuestionarios de examen; es recomendable dejar breves instantes de silencio. En su caso basta con apuntar algunos puntos de reflexión.

El esquema de preces apropiado para niños en el Ritual de la penitencia, n• 357, es al mismo tiempo plegaria y examen de conciencia.

RITO DE LA RECONCILIACIÓN

PRECES-PADRE NUESTRO

Las preces terminan con la oración del Padre Nuestro. Es preferible cantarlo, así sería el cántico más importante de la celebración. La oración se debe hacer pausadamente.

YO CONFIESO

Es el acto comunitario de confesión general y de petición de perdón, que recitan todos juntos.

LA CONFESIÓN SACRAMENTAL

El niño debe sentirse personalmente acogido y valorado por el sacerdote. No es aconsejable interrogar mucho al niño; es pedagógico dejarle que se exprese sin apremiarle. No es conveniente amonestar, reconvenir, instruir... Después de la confesión oral, se impone la satisfacción penitencial.

La fórmula de la absolución se debe recitar despacio y con voz clara, para que el niño pueda contestar «amén», imponiendo las manos sobre el penitente.

ACCIÓN DE GRACIAS

Se aconseja un cántico v. gr. el salmo 135 (en forma responsorial). Véase en el Ritual de la Penitencia n• 136.

RITO FINAL

DESPEDIDA

La Bendición está prevista en los números 145 ó 146 del Ritual de la Penitencia.

INTRODUCCIÓN

El espacio destinado a las celebraciones litúrgicas forma parte de nosotros mismos, como expresión de nuestra corporeidad; está impregnado de nuestra experiencia litúrgica, de tal forma que los lugares de la celebración son el «icono espacial» de nuestra fe y de la teología litúrgica.

El espacio celebrativo ha sido organizado y distribuido en cada época histórica de acuerdo con las necesidades litúrgicas y espirituales de la Iglesia.

Pero su importancia no es sólo funcional, sino que se basa también en su simbolismo, porque los espacios litúrgicos están al servicio del pueblo de Dios y favorecen la expresión de su fe y la celebración del misterio de nuestra redención y la presencia de Cristo. Por eso la Iglesia recomienda siempre el cuidado del espacio celebrativo en su construcción noble y bella con materiales auténticos, en su sobriedad y sencillez, en sus formas, y en su limpieza y decoro, que reflejan el amor de la Iglesia hacia su Señor.

ESPACIO BAUTISMAL

BAUTISTERIO

El bautisterio es el lugar donde está colocada la pila y donde brota el agua de la fuente bautismal. Puede estar situado en la entrada del templo (para simbolizar visiblemente la vinculación del Bautismo con la entrada en la Iglesia, familia de los hijos de Dios). También puede estar ubicado en alguna capilla dentro o fuera de la Iglesia, e incluso cerca del presbiterio, pero nunca en su plano alto, donde están situados el altar, la sede y el ambón. El bautisterio debe permitir y favorecer la participación de la asamblea, al menos del presidente de la celebración, de los padres y padrinos.

FUENTE BAUTISMAL

Donde sea posible, y solventadas las dificultades de su instalación, recupérese la piscina o fuente bautismal que permite el rito del bautismo por inmersión.

PILA BAUTISMAL

La pila bautismal, más extendida y utilizada en nuestra tradición latina actual, es propia de los bautismos por infusión.

Ha de ser única y fija. La Iglesia recomienda, incluso, que donde sea posible haya agua corriente, de forma que el agua brote como de un verdadero manantial. Como es la fuente de la vida, ha de cuidarse su ambientación para subrayar y resaltar el valor e importancia de este lugar, por ejemplo, con plantas, flores y la luminosidad, que ayudan a identificarlo con la vida. No conviene olvidar en la ambientación de este espacio lo importante que es colocar una imagen o cuadro del bautismo del Señor o la imagen de Juan Bautista, como testimonio visible del relato bíblico.

CIRIO PASCUAL

Debe estar presente en el bautisterio o al lado de la fuente bautismal; recuerda el misterio pascual de Cristo, vinculado al bautismo.

RECIPIENTE MOVIL

No es aconsejable, a no ser en los lugares donde no haya bautisterio o pila. Si se usa un recipiente móvil ha de ser digno, noble, de material duradero y reservado únicamente para este servicio.

ESPACIO DE LA CONFIRMACIÓN

No hay un espacio propio para este sacramento, pero sí conviene recordar la importancia que tienen los recipientes de los óleos y el santo crisma, comunmente llamados «crismeras».

Por contener una materia santa y bendecida, han de cuidarse igualmente estos recipientes, que deben ser de material noble, duradero, no frágil ni oxidable.

Pastoralmente es aconsejable que el pueblo cristiano pueda conocerlos y verlos en el espacio litúrgico del bautisterio y de la confirmación. Conviene guardarlos en un armario o alacena con una rejilla o puerta acristalada, que permiten su visión, y que podría instalarse en el bautisterio o en otro lugar digno del templo.

ESPACIO EUCARÍSTICO

En el espacio litúrgico de la eucaristía hay que distinguir el lugar reservado al presidente de la celebración y otros ministros, que es el presbiterio, y el lugar ocupado por el resto de la asamblea, el aula eucarística o nave de los fieles.

El presbiterio aunque está destacado por su altura o configuración, ha de ser un espacio unitario con la otra parte del aula eucarística, que es la nave de los fieles. No debe haber una tal separación con la asamblea que impida la comunicación, visibilidad y audición de todos. Su distinción no se debe a privilegio y honor, sino a la significación del ministerio. En el presbiterio se sitúa el altar, la sede presidencial y el ambón.

El aula eucarística o nave de los fieles, unida al presbiterio, se concibe como un espacio unitario, en el que no se divide o separa a la asamblea en lugares apartados y diferentes. Todos los fieles asistentes a la celebración deben poderse ver cómodamente.

La reforma litúrgica del Concilio Vaticano II no recomienda el capillismo sino el espacio unitario de toda la asamblea eucarística. Pero sí recomienda una capilla diferenciada para la reserva de la eucaristía en un sagrario de material duradero, digno y bello, que permita la reserva y adoración eucarística.

La asamblea está «unida» y «reunida» en torno al:

altar, que representa a Cristo Sacerdote y expresa la misión de santificar;

ambón, que representa a Cristo Profeta y la misión de anunciar el Evangelio y la enseñanza de la fe.

sede, que representa a Cristo Pastor y la misión del servicio (diaconía) de la presidencia litúrgica y de la caridad.

ALTAR

Es el ara del sacrificio de la cruz del Señor. El ara vincula la celebración eucarística al misterio pascual del Señor; por eso la presencia de las reliquias de los mártires o santos (actualmente no obligatoria) vincula el sacrificio del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, al sacrificio de Jesucristo, su Señor.

Es mesa del Señor que invita a todo su pueblo al banquete festivo de su Pascua.

Es centro de la acción de gracias de todo el pueblo, que eleva a Dios su oración invocando la bendición y suplicando la santificación.

El altar ha de ser único y fijo; no es necesario que sea muy grande ni es obligatorio que tenga siempre la forma rectangular. Puede tener forma cuadrangular y proporcional al espacio eucarístico del presbiterio. La Iglesia recomienda que sea de piedra o de material noble y auténtico, y que se venere como verdadero símbolo de Cristo. Por eso conviene que aparezca libre de todo tipo de objetos sobre él, a no ser al mantel, las flores y las velas, signo de veneración y de celebración festiva.

No es nada recomendable que se aproveche su parte posterior para instalar estanterías, cables o grupos de megafonía, o para colocar sobre él todo tipo de utensilios o materiales que ofuscan su simbolismo e importancia. Nunca el altar debe confundirse o suplir a la credencia, que sigue siendo necesaria.

No es obligatorio que ocupe el centro geométrico del presbiterio y, por supuesto, no debe estar separado por verjas o cancelas, que distancian y separan el altar de la asamblea.

AMBÓN

No es un atril o facistol, como estamos acostumbrados a ver muchas veces. Es el lugar de la celebración de la Palabra. Ha de ser único, fijo, no un mueble móvil. Debe instalarse en un espacio amplio, que permita la proclamación de los textos sagrados y favorezca la presencia de los ministros, en caso de que haya procesión solemne para el Evangelio. Ha de estar cerca del pueblo para que permita una correcta audición y visibilidad.

Convendría que el libro de la Palabra estuviera siempre abierto durante y después de la celebración litúrgica, como recordatorio permanente de la Palabra de Dios en medio de su pueblo.

También puede estar adornado con flores o motivos que destaquen el sentido festivo y solemne de este lugar. Su mejor ornato es el material noble y la forma auténtica con la que esté construido. Junto al ambón ha de dejarse un espacio suficiente para colocar el cirio pascual como complemento necesario, pues es el icono espacial de la resurrección del Señor, ya que la gran noticia proclamada desde el ambón es la resurrección de Cristo en la Vigilia Pascual.

SEDE

No se trata solo de una siento funcional para el descanso del presidente. La sede tiene una especial significación simbólica, pues el presidente ocupa el lugar de Cristo.

Ha de ser única (no triple), fija, de cara al pueblo, que permita la visibilidad mutua entre el presidente y la asamblea. Nunca debe aparecer como un trono o lugar de privilegio, dominio u ostentación, sino como distinción de un ministerio de servicio en la guía y presidencia del pueblo de Dios. Junto a la sede no deben colocarse los asientos para los acólitos.

Como aspecto global y final habría que buscar siempre la armonía entre el altar, el ambón y la sede. Armonía en su estilo artístico, material y decoro.

ANDRÉS PARDO