EL PROYECTO DE JESÚS
1. J/PROYECTO:J/RD:
¿Qué quería? El proyecto de Jesús
DESCRIPCIÓN
Para describir lo que quería Jesús hay que apoyarse a la vez en sus
palabras y en sus actitudes, en aquello por lo que optó y en lo que
rechazó. En este punto, más que en los demás, las primeras
comunidades han retenido, subrayado y coloreado según sus
necesidades, lo que ellas captaban del proyecto de Jesús: tendremos
que mantenernos atentos a esta observación.
-Reunir a todos los hombres en el movimiento del Reino
Jesús toma los medios más adecuados para reunir al mayor número
posible de personas en el movimiento del Reino: proclama por todas
partes la Buena Noticia 1, se dirige a las multitudes y no a un grupo de
iniciados 2, quiere incidir en todas las categorías de su época; nadie
queda excluido de su llamada a reunirse; más aún, El mismo se
desplaza para llegar hasta los más maltratados, los que sufren bajo el
peso de la vida o de sus pecados 3 y para lograr que también ellos
entren en la reunión; dirige su invitación a los individuos que encuentra,
pero también a las ciudades y pueblos tomados en conjunto y se
extraña de su respuesta negativa 4. Manifiesta, sin embargo, una
paciencia a toda prueba y alienta a sus discípulos para que hagan lo
mismo cuando les cuenta, por ejemplo la parábola del trigo y la cizaña 5
o la de la higuera estéril 6: antes de pronunciar un juicio definitivo hay
que tener una enorme paciencia.
Siempre con un mismo anhelo: expresarse de manera que todos
puedan comprender; por eso las parábolas están sacadas, todas ellas,
de la vida cotidiana. Habla también por sus actos: curaciones y perdón
hacen libre a la gente para que puedan unirse al Reino. La invitación
está lanzada a todos los vientos, no se pueden diferir las decisiones
para mañana: palabras incisivas, actos provocadores, todo incita a
tomar partido ahora mismo. Esperando no se sabe a qué, en vez de
decidirse, se corre el peligro de quedar fuera de la gran asamblea,
fuera de la vida nueva ofrecida a todos.
Por lo demás, este Reino es algo hecho de antemano: no es un lugar
en el que estar, ni una recompensa que se puede ganar. Jesús rehúsa
ser rey a la manera de los hombres 7; desconfía cuando se pretende
dar al Reino contornos demasiado precisos en el espacio y en el tiempo
8: su Reino no es de este mundo 9. Jesús subraya la idea de que el
Reino es una realidad que hay que acoger; y a partir de ese momento
un nuevo universo podrá construirse, pero habrá que romper con
muchos egoísmos y superar muchos obstáculos para realizarlo. Por eso
Jesús tiene conciencia de que su mensaje de unidad no traerá
necesariamente la paz 10.
-Iniciar los últimos tiempos de la humanidad J/ULTIMOS-TIEMPOS Al
incitar a reunirse en el Reino, Jesús declara que con El se inaugura un
período nuevo de la humanidad: «los últimos tiempos». Los testigos
entendieron estas palabras como el anuncio de un final muy cercano:
esperaban el advenimiento del mundo nuevo en aquella misma
generación o en la siguiente 11, pero de hecho no sucedió como lo
esperaban. ¿Que pasaba?
Aparte de algunas alusiones poco claras durante la vida de Jesús,
los Evangelios colocan estos anuncios en los últimos días de la vida de
Jesús, en la época de sus más vivas discusiones con sus enemigos; se
presentan, pues, como palabras de esperanza dirigidas a los discípulos
12. Evocan un cataclismo que afectará a todo el universo y que traerá
consigo el establecimiento definitivo del Reino y la «vuelta» de Cristo
triunfante entre los suyos. Estos «anuncios» requieren en el lector un
particular esfuerzo de comprensión: tras las palabras hay un mensaje
más profundo 13 que hay que descubrir. MUNDO/FIN:FIN-MUNDO El
sol y la luna se oscurecerán, las estrellas caerán, terremotos, guerras,
hambres desolarán la tierra: es una manera habitual de expresarse en
el pueblo judío de aquella época para manifestar su convencimiento de
que Dios interviene en el mundo y que Dios es tan grande que su
intervención provoca necesariamente un trastorno universal. Muchos
libros intentan describirlo. Jesús no hace más que usar las imágenes
usuales entre las gentes cuando quieren decir que Dios les va a visitar
y a traer la renovación total; y que esto sucederá con toda certeza.
Toda la historia de los hombres puede entenderse a esta luz. Cuando
todo quede transformado se verá claramente quién es la fuente de tal
renovación: Cristo volverá habiendo reunido todo en torno a sí.
Por extrañas que hoy nos puedan parecer estas «predicciones»,
esclarecen diversos aspectos de lo que pretendía Cristo. En primer
lugar, aparece claro que Jesús no propone a cada hombre como final
un «cielo» como un lugar que cada uno alcanza individualmente tras su
muerte. Su perspectiva es distinta: es, en primera instancia, colectiva,
orientada a la construcción del universo nuevo de Dios en el que todos
podrán, por fin, alcanzar su desarrollo integral, los unos mediante los
otros. Existe ya la posibilidad de trabajar en esa dirección porque el
Espíritu de Dios ha penetrado el mundo de los hombres. Desde ahora
se puede y se debe adoptar los nuevos modos de vivir propios del
Reino.
RD/IDENTIFICACION: En ese trabajo, el Reino está como en germen
y jamás se le puede identificar con una determinada realización
humana: está más allá de nuestros más bellos proyectos: aun éstos
tienen siempre necesidad de salvación. Y la historia nos lo demuestra
hasta la evidencia: ¡cuántos crímenes cometidos en nombre de los más
bellos ideales!
Finalmente, estos textos nos dicen que la victoria de toda la
humanidad es segura, tanto a nivel de cada hombre como a nivel del
universo en su conjunto. La muerte puede inducir a pensar
momentáneamente que la victoria es del mal; pero de hecho, si se la
vive como lo hizo Jesús, es la ocasión de manifestar la plena confianza
en el Padre que es fiel y que conoce los caminos que nos llevarán a
todos a una vida nueva.
J/VENIDA/PARUSIA PARUSIA/VENIDA-J: Los primeros testigos
captaron esta perspectiva con una mentalidad fixista: para ellos las
realidades del mundo eran inmutables. Para que se diera una
transformación era necesario que se produjera un cataclismo radical
que hiciera explotar a todo el conjunto: y así lo describen. La
destrucción de Jerusalén el año 70, tras la insurrección de los judíos,
fue para algunos la señal de que aquello estaba ya próximo, para otros
la señal fue la persecución que empezaron a sufrir los cristianos.
Hoy tenemos otra mentalidad: y necesariamente el proyecto de Cristo
se nos presenta de un modo diferente. Hoy, y cada vez más, sabemos
que los hombres pueden construir su destino; sabemos que todo tiene
una causa y que podemos actuar sobre esas causas. Certezas
científicas y técnicas nos dan la seguridad de que podemos transformar
este mundo. La «vuelta» de Cristo no se nos presenta como algo que
hay que esperar pasivamente, sino como la meta a la que se orienta el
trabajo por la construcción de una humanidad nueva. Construiremos el
Cuerpo de Cristo, anhelaremos su retorno trabajando cada día en el
alumbramiento del universo nuevo de Dios.
-Organizar el nuevo pueblo de Dios RD/I:I/RD:
Jesús quiso desde el comienzo organizar en una comunidad viva a
quienes se quisieran poner al servicio de este gran proyecto: no se
conformó simplemente con que éste o aquél le siguieran
individualmente; él mismo eligió discípulos y les invitó a seguirle. Lucas
cuenta cómo les lanzó esta llamada tras una pesca sobreabundante 14:
Jesús les había facilitado aquella pesca extraordinaria y les propuso
seguir aquel trabajo, pero con hombres y no con peces: reunir a los
hombres en el movimiento del Reino será una «pesca» mucho más
interesante y abundante. Entonces empieza a formarles para la acción,
confiándoles tareas muy concretas: proclamar la Buena Noticia en otros
pueblos y ciudades, curar y hacer retroceder al espíritu del mal 15; en
una palabra: extender su propia acción 16. Al comienzo Jesús les envía
nada más a los judíos 7, pero después de la resurrección les abre la
perspectiva de una misión universal: «id, enseñad a todas las
naciones...» 18.
Entre todos ellos distingue a los Doce: serán los cimientos del nuevo
pueblo de Dios 19: su papel será el de conducirle como lo hacía El
mismo, es decir, siendo los servidores de todos 20. Jesús dedica
tiempo a darles explicaciones; vive comunitariamente con ellos y se
sirve de los pequeños acontecimientos cotidianos para formarles en
ese espíritu de servicio. Cambia a Simón el nombre y le da el papel de
«roca» 21: deberá ser cimiento sólido y firme para sus hermanos 22,
será la piedra sobre la que se asiente su «Iglesia» que reunirá a
quienes respondan a la invitación misionera del Reino.
En la última cena que tomaron juntos, después de darles a compartir
el pan y el vino, su Cuerpo y su Sangre, les manda hacer aquello en
memoria suya 23. Ciertamente quería que renovaran aquellos gestos y
aquellas palabras, pero sobre todo que renovaran lo que significaban:
dad también vosotros vuestro cuerpo, verted vuestra sangre, no
escatiméis vuestro sufrimiento por la vida del mundo 24.
Con todos sus gestos, con todas sus palabras, Jesús pone los
fundamentos de un pueblo nuevo, con elementos de organización y
señales de identificación. Pero aquella comunidad no tomó verdadera
consistencia hasta el día en que los discípulos experimentaron que el
Espíritu de Jesús habitaba en ellos: habían recibido el aliento, la fuerza
y el fuego de los que vivía Jesús. Sumergidos en este Espíritu,
renovados desde el interior, fueron entrando cada vez más a fondo en
el proyecto de Jesús: y consagraron toda su existencia a comunicar y
llevar a todos la buena Noticia. Sabían que todo había quedado en sus
manos. Todavía hoy este impulso hacia el Reino es lo único que puede
sostener a la Iglesia.
PARA SEGUIR REFLEXIONANDO
Jesús fue juzgado y condenado a muerte: durante su proceso se le
acusó de muchas cosas: ¿quería ser el Mesías, el rey de los judíos?
Fue el motivo de la condena de Pilato, que mandó se pusiera en la
cruz: «Jesús de Nazaret, el rey de los judíos» 25. ¿Quería Jesús
presentarse como el Hijo de Dios? La respuesta que El mismo dio a
esta pregunta encolerizó al tribunal judío y le encaminó a la muerte 26.
¿Quería destruir el templo como manifestaron algunos testigos poco
dignos de crédito? 27. Vamos a intentar responder a estas cuestiones y
así podremos conocer mejor el proyecto de Jesús.
-¿El salvador supremo?
¿Quería que le reconocieran como el Mesías, como el rey de los
judíos? Es decir, ¿quería identificarse con la esperanza de un
Mesías-Rey que venciera a los romanos invasores y formara un reino
judío? 28; en el mejor de los casos los demás pueblos serían invitados
a integrarse en él, si adoptaban las prácticas judías.
Cuando anuncia la absoluta proximidad del Reino de Dios, Jesús se
expone al peligro de que se le entienda en esa clave: ajusta su paso a
la esperanza inquieta de todo el pueblo. Pero lo hace de un modo
extraño: en primer lugar, no se afirma claramente como el Mesías:
cuando alguien lo proclama ante El, le exige silencio 29; jamás da alas
al nacionalismo judío; trata, por el contrario, con gentes sospechosas
como los samaritanos 30; reclama amor para los enemigos 31. Además,
en vez de apoyarse en las fuerzas sanas de la nación, en los que han
dado pruebas de su fidelidad a la causa de Dios como los fariseos, los
zelotas y otros grupos fervorosos, va en busca de los ignorantes, de los
pecadores32, de gentes en connivencia con los ocupadores 33;
¡curiosos métodos, en verdad, para instaurar el Reino puro y exigente
en que se soñaba!
RD/QUE-ES: Jesús muestra con claridad que se trata de otra cosa:
reducir su Reino a la dimensión política, a un pueblo, a una categoría
de personas, es lo contrario de lo que El quiere. Quiere un mundo en el
que Dios con toda su potencia de vida y amor, pueda hacerse cercano
a todos; pretende que una sangre nueva riegue toda la realidad entera
para darla nueva vida 34. El Reino de Dios es Dios hecho vida de los
hombres; es el punto final a un mundo insensato: los oprimidos
liberados 35, los pecadores perdonados 36, el sufrimiento eliminado
37, se acabó la muerte 38, ya sólo queda una permanente
resurrección, nuevas relaciones entre los hombres, se acabaron los
primeros y los últimos 39, los amos y los esclavos 40, sólo compartir,
hacer fiesta, tener una alegría exultante 41. Jesús quiere lograr que
todos estén disponibles para acoger esta novedad del Reino 42. El
Reino de Dios, lejos de ser dimisión de la necesidad de crear un pueblo
humano, dejándolo todo en manos de un Mesias-Rey, justo y bueno del
que se pueda esperar todo, es una llamada a construirle, llamada
dirigida a cada persona, a cada grupo humano, a cada ciudad. Que
ante el amor del Padre que se muestra tan cercano, cada cual invente
un «sí» portador de un amor que le renueve por completo, a él y al
mundo del que cada uno es responsable.
-¿Hijo de Dios? J/HIJO-DE-D ¿Quería que se le reconociera como
Hijo de Dios? Muchos en aquella época pretendían que este título
correspondiera sólo al Emperador de Roma. La mayor parte de las
veces consistía nada más en que el tal emperador imponía su voluntad
sin explicaciones, exigía señales de respeto, de veneración y adoración
verdaderamente humillantes. A eso se añadían, por supuesto, buenas
ofrendas y regalos de todo tipo, plata, oro. La llegada de este «Hijo de
Dios» señalaba, se decía, el comienzo de una edad de oro, cosa que
era muy verdadera sobre todo para él, claro está.
Estos modos de proceder eran insoportables para la mentalidad
judía: para ellos Dios era el Totalmente-Otro: nadie podía arrogarse su
representación 43. Jesús, perdonando los pecados 44, estableciendo
reglas distintas a las de la Ley de Moisés 45, se mete en el terreno
reservado a Dios. Sin embargo, no se vislumbra en El señal alguna de
explotación y de dominio 46: reconocer que Jesús es Dios no consiste
en curvarse bajo la ley, sino en acoger el poder divino para renovar,
para ponerse en pie y vivir en plenitud 47. En Jesús muere la imagen
de un Dios cuyo poder consistiría en aplastar al hombre. Jesús nos da
a conocer a un Dios, amigo de los hombres, que goza viendo liberarse
a la humanidad 48 y que pone a disposición de todos su Espíritu para
que puedan desarrollarse plenamente y puedan convertirse, también
ellos, en hijos de Dios. Dios no necesita esclavos que estén de rodillas
ante El, Dios quiere encontrar ante El personas con las que pueda
entablar un diálogo de amor. Para Jesús ser Hijo de Dios no es cubrirse
de privilegios, sino trabajar por animar a todos a convertirse, con El, en
hijos de Dios.
-¿Destruir o construir?
¿Quería, en fin, destruir el templo 49 y todo lo que significaba?
Algunos testigos levantaron su voz en el proceso de Jesús, para
manifestar esta acusación: sabiendo lo que representaba el templo
como poder económico, político y religioso, no nos puede extrañar que
la gente espigara cuidadosamente las palabras y actitudes de Jesús
referentes al tema.
Cuando Jesús arrojó a los mercaderes del templo proclamó que se
convertiría en casa de oración para todas las naciones, dijo algunas
palabras ambiguas: El podía reconstruir en tres días aquel templo, y
daba con ello argumentos a sus adversarios. Pero la cuestión era otra
bien distinta: para El destruir o reformar el orden antiguo no significaba
nada. El venía a crear novedad 50.
Por eso desde el comienzo establece las bases de una nueva
manera de reunirse; cuando escoge a sus discípulos, no asume nada
de la antigua estructura religiosa: entre los Doce no hay sacerdotes,
todos son gente común y corriente 51. No son hombres del culto, sino
enviados en misión y llamados a dar su vida 52. Son los cimientos de
una comunidad fundada sobre la llamada permanente de Dios y sobre
la libre respuesta de cada uno. Ni ellos ni la comunidad nueva tienen
privilegios que reclamar: ellos y ella están al servicio del Reino, como
Cristo que lava los pies a los suyos como un esclavo 53. Su papel será
el de preparar a toda la humanidad para que sea capaz de recibir la
renovación. Se pasaba de una comunidad formada por la pertenencia
social, y vuelta sobre su pasado, «los hijos de Abrahán», a una
comunidad abierta, de libre elección y vuelta hacia el mundo entero y
hacia el futuro del Reino 54.
Revelar a Alguien J/REVELADOR-DE-D ¿Qué resultados quería
obtener Jesús? No es fácil responder, pues Jesús no se expresó
claramente sobre esta cuestión. Pero eso mismo nos da ya una pista.
Jesús no vino a darnos un catálogo de respuestas prefabricadas. Al
contrario: en la narración de las tentaciones vemos que rechaza la
imagen de un Dios que dispensa al hombre de buscar, de crear y de
vivir. Todo en El es llamada a la responsabilidad, a la creatividad
colectiva y a la liberación.
Jesús quiere que los hombres vivan con mayor plenitud; quiere que
el mundo sea más humano. Para ello nos sitúa ante su Padre; nos
enseña que el secreto de este mundo está en una Persona, en un
Amor 55. Toda esta masa de átomos, estas constelaciones
innumerables, estas especies infinitas de animales y de plantas, estos
miles de millones de rostros humanos que ya vivieron o vivirán, todo
esto no tiene más que una explicación: el Amor; quien se adhiera libre y
voluntariamente a ese Amor encontrará la alegría perfecta 56. El
proyecto de Cristo es poner a cada hombre, a cada grupo humano, a
cada generación, en presencia de este «Padre» de forma que juntos
puedan inventar un Mundo Nuevo. Cuando los hombres colectiva y
libremente, digan sí a este Amor, la creación entera estallará de alegría
57. Para acelerar esta reconciliación que transformará las gentes y las
cosas, Jesús anuncia el Reino y simultáneamente funda la comunidad
de los convocados: tal es el sentido de la palabra «Iglesia»:
convocados y enviados en misión de reconciliación universal 58.
Con las palabras y a través de las realidades de su tiempo, Jesús
levanta el velo del plan de Dios. Las primeras comunidades fueron
profundizando su mensaje: encontramos las huellas en los Evangelios.
Sobre todo Pablo y sus compañeros se esforzaron en comprender el
proyecto que Jesús quiso revelarnos: sus cartas testimonian sus
profundas reflexiones al respecto. También hoy los hombres estamos
invitados a profundizar en el plan de Dios en función de las realidades
actuales invitados a crear colectivamente las condiciones precisas para
su realización, invitados a vivir, ya ahora, de la esperanza de su éxito.
ALGUNOS PUNTOS CONCRETOS
Socialismo y Evangelio EV/SOCIALISMO SOCIALISMO/EV:
Los trabajadores se enfrentan hoy con nuevas cuestiones; la clase
obrera ha ido forjando poco a poco su concepción de la sociedad; la
denomina socialismo, nombre que engloba datos comunes y diferentes
según las diversas corrientes del movimiento obrero. Supuesto esto, los
creyentes se preguntan con todo derecho, si existen lazos de unión
entre ese proyecto de sociedad y la esperanza admirable del Reino.
SOCIEDAD-CRA/EV POLITICA/EV
Para evitar simplificaciones hemos de comenzar
afirmando que los Evangelios no pueden pronunciarse acerca de una
cosmovisión elaborada dos mil años más tarde. Es una ingenuidad
querer deducir el socialismo de lo que nos transmiten los Evangelios, o
si no, una tentativa recuperacionista. Son varios los textos de obreros
creyentes, organizados en movimientos, que toman claramente postura
acerca de este punto. «Presentar un proyecto de organización de la
sociedad como la puesta en práctica del Evangelio es un bloqueo
político-religioso que nosotros rechazamos» 59.
«La fe no nos dice nada sobre la sociedad que hemos de construir,
ni sobre el modo de llegar a ella. La fe no se puede poner al nivel de
una ideología; no existe un proyecto de sociedad cristiana» 60.
«Existe la tentación de querer poner a Dios «de nuestra parte»; la fe
va más allá de nuestros proyectos humanos» 61.
En este mismo sentido, los trabajadores cristianos no quieren
enuclear proyectos socialistas propios. En las organizaciones del
movimiento obrero elaboran con los demás trabajadores su concepción
de la sociedad y los medios que hay que poner en práctica para llegar
a ella. Cuando se reúnen como cristianos no es para reintroducir en
aquellos proyectos principios cristianos, sino para descubrir los signos
de Dios: «Nosotros no añadimos nada a lo que viven los trabajadores,
no hacemos más que leer las señales de Quien nos precede en medio
de ellos; no hacemos más que descubrir su iniciativa a la luz de la
Palabra de Dios» 62.
Liberados de las pistas falsas, pueden ya situarse ante algunas
convicciones positivas: «Dios se manifiesta en los asuntos de los
hombres, en todos ellos recordemos que es ahí donde debemos
encontrarle» 63. Esta búsqueda es un deber y una exigencia para todo
creyente; no hay que extrañarse de que «en sus esfuerzos por crear
una sociedad socialista, los hombres y la mujeres de la clase obrera
anden a tientas en su experiencia de encuentro con el Señor» 64.
«Constatamos algunas consonancias entre los esfuerzos de liberación
de la clase obrera y la Buena Noticia que Dios nos revela y a la que
damos nuestra cordial adhesión» 65.
Todos esos esfuerzos no son solamente ocasión de un
descubrimiento de Dios vivo, sino que construyen algo del Reino de
Dios: «Creemos que al interior del dinamismo liberador de la acción
obrera, los trabajadores están en marcha hacia la Iglesia y construyen
el Reino» 66. «La acción que se realiza por la participación activa de
los trabajadores, les ayuda a entrar en el plan de Salvación de Dios»
67.
«Mediante esa acción, efectivamente, los trabajadores caminan hacia
su liberación y se transforman en un pueblo» 68. A través de esa
empresa colectiva que intenta el nacimiento de una sociedad nueva,
estamos seguros de que se viven ya algunos elementos importantes
del proyecto del Reino. Porque «estamos llamados a cambiar el mundo
de forma que se haga conforme a la alianza que Dios ha propuesto a la
humanidad» 69. Cuando se trabaja por un universo nuevo, cuando no
se está satisfecho con el orden social existente, ¿no es verdad que se
está en el camino de aquella «gran reconciliación» que no podrá
lograrse sin que cambie el mundo?
Sin embargo, la propuesta de Dios no se agota con la puesta en
existencia de una sociedad socialista. En primer lugar, porque
«sabemos que los resultados que obtenemos mediante nuestra lucha
son limitados. No hay revolución, no hay sistema económico, político o
social que pueda resolver el misterio de la muerte» 70.
«La Biblia lanza un constante desafío al statu quo, porque invita a los
creyentes -aunque estén, y deben estarlo, plenamente comprometidos
en la construcción del mundo- a poner en tela de juicio cualquier tipo
de sistema... La esperanza no deja de cuestionar a nuestras
realizaciones, porque se fundamenta en una promesa que supera los
límites de nuestros proyectos humanos» 71. Cuando constatamos que
el socialismo es una construcción humana, cuando rehusamos hacer
de él una palabra mágica, no nos desolidarizamos, sino que es nuestra
ocasión de tomarlo más en serio para mejorar continuamente los
análisis de situación y sus perspectivas de realización.
Constatamos que los Evangelios nos invitan a la iniciativa: este
dinamismo, aunque no entre en concurrencia con el compromiso en la
realidad humana, ha de tener sus propias manifestaciones. «Los
motivos humanos que impulsan a los jóvenes trabajadores
comprometidos en la lucha, adquieren una riqueza suplementaria
cuando esos jóvenes saben que el amor al prójimo que comparten en
la lucha se identifica con el amor de Dios» 72. Hacer posible que los
jóvenes trabajadores descubran al Dios vivo, para que su vida quede
iluminada por El, requiere inventiva y trabajo de búsqueda». ¿Nos sería
lícito guardar para nosotros solos la gran noticia del amor de Dios y de
la Salvación en Jesucristo? 73.
«Estoy seguro de encontrar a Dios en el fondo de las
reivindicaciones de justicia absoluta, aun cuando se crean materialistas
y ateas. Los verdaderos creyentes son los obreros que quieren abolir
la explotación del hombre por el hombre, y además el odio de unos
hombres a otros, de una raza a otra, de una nación a otra, todos los
odios, y quieren crear una sociedad que todavía no existe... Algo saldrá
de esta pasión de la humanidad, que será más grande que la misma
humanidad y en la ardiente nube de la humanidad relampagueará la luz
divina 74.
1. Mc 1,36-39; 3,7-8.
30. Jn 4,1-42.
2. Mc 2,7-10; 3,21.
31. Mt 5,44-45.
3. Mt 11,28-30.
32. Lc 19,1-10.
4. Lc 10,13-16; Mt 23,37-39.
33. Mt 9,9-13.
5. Mt 13,24-30.
34. Mt 26,28.
6. Lc 13,6-9.
35. Lc 4,18-19.
7. Jn 6,15.
36. Jn 81-10.
8. Lc 17,22-37.
37. Jn 5,9.
9. Jn 18,36.
38. Mc 5,39-42.
10. Lc 12,51.
39. Lc 13,30; Lc 14,7-11
11. Mc 13,30-31.
40. Mt 23,8.
12. Mc 13; Lc 21; Mt 24,141.
41. Mt 22,2.
13. Mc 13,14.
42. Lc 13,10-17.
14. Lc 5,1-11.
43. Jn 5,18.
15. Mc 6,12-13.
44. Mc 2,7.
16. Lc 9,14.
45. Mt 5,21.
17. Mt 10,5-6.
46. Jn 13,13.
18. Mt 28,18-20.
47. Jn 10,10.
19. Mc 3,16.
48. Lc 10,17-22.
20. Mc 10,42.
49. Jn 2,18-22.
21. Mt 16,18.
50. Mc 2,20-22.
22. Lc 22,32.
51. Hech 4,13-14.
23. Lc 22,19.
52. Jn 15,16-20.
24. Jn 1315.
53. Jn 13,15.
25. Jn 1819.
54. Mt 8,10-12.
26. Mt 26,63-64.
55. Jn 17,1.
27. Mt 26,61-62.
56. Jn 15,15-17.
28. Le 24,21; Mt 20,21; Hech 1,6.
57. Jn 16,20-23.
29. Mc 3,11-12.
58. Colosenses 1,20-21.
...................
.......................
59. Testimonio ACO, n. 251, nov. 1976.
60. Orientaciones del 52 Congreso Nacional Joc-nov. 1976.
61. Orientaciones del 47 Consejo Nacional Joc-julio 1972.
62. Orientaciones ACO, mayo 1974.
63. Orientación Moral ACO-mayo 1974.
64. Ibidem.
65. Orientaciones ACO, mayo 1974.
66. Orientaciones Jocf, julio 1972.
67. Chercheurs de Dieu, p. 38.
68. Ibidem, pg. 96.
69. Orientaciones ACO, mayo 1974.
70. Orientaciones Joc-noviembre 1976.
71. Ibidem.
72. Ibidem.
73. Chercheurs de Dieu, p. 77.
ALAIN
PATIN
LA AVENTURA DE JESUS DE NAZARET
COLECCION ALCANCE, 7. SAL TERRAE
SANTANDER-1979 .Págs. 109-125