La
afectividad femenina |
INTRODUCCIÓN: LA ESTRUCTURA DE LA PERSONALIDAD:
Fondo
vital o nivel físico u orgánico:
Son las funciones orgánicas que nuestro cuerpo realiza involuntariamente:
nutrición, digestión, circulación de la sangre, respiración. El que
nuestra sangre circule o no, que el corazón lata o deje de latir, no
depende de nuestra voluntad o deseo; sabemos que ciertas acciones e incluso
pensamientos pueden alterarlo, pero no podemos influir en ellos
directamente. Por ejemplo, una persona que padece claustrofobia sentirá que
el ritmo cardíaco se acelera sólo con pensar en subir a un ascensor; pero
no ha actuado directamente sino creando una emoción (temor y ansiedad) que
influye sobre su cuerpo.
Fondo
endotímico o emocional-afectivo:
Integrado por los estados de ánimo, sentimientos, emociones, afectos,
instintos y tendencias. El que surjan o no, no es controlable por el yo
consciente. Es lo que sucede en el ejemplo anterior, la persona podría
desear no sentir temor, luchar contra él, pero generalmente se ve
“atacado” por el miedo sin poderlo controlar, al inicio.
Estructura superior: constituida por el pensamiento y la voluntad. Por medio de ellos el yo consciente puede ordenar las sensaciones del fondo endotímico y decidir en qué medida deben influir en el comportamiento. Esto es lo que logra el tratamiento médico y psicológico en una persona con claustrofobia: se le muestra y enseña cómo su mente y voluntad pueden ordenar esos sentimientos y emociones para vivir mejor.
Otro ejemplo: sentir hambre. Es una sensación que no
puede ser controlado y que nace de la necesidad del organismo de satisfacer sus
necesidades vitales. Pero la persona puede decidir cuándo y cómo saciar esa
sensación o, incluso, llegar a negar esa satisfacción como hacen las personas
que se declaran en huelga de hambre. También puede darse que la falta de
dominio le lleve a abusar de los alimentos por sobre las necesidades y le cause
un problema de sobrepeso no condicionado por una alteración metabólica sino
por una falta de voluntad y decisión o por ignorancia del peligro que implica.
Observar las estructuras de la personalidad nos ayudan a conocer que existen
muchos factores que inciden en el comportamiento humano. Es decir, el
comportamiento no es una simple consecuencia de instintos o impulsos. Es mucho más.
Se puede asegurar que todas y cada una de las acciones que una persona realiza
responden a diversos factores.
Así cuando un objeto nos pincha o quema nos apartamos rápidamente, llegando a
la conclusión de que en este caso se trata de un simple movimiento reflejo.
Ahora bien, es posible que, dicho reflejo provoque en nosotros recuerdos e
incluso reacciones afectivas que vienen a complicar la simplicidad del acto
reflejo. Esto significa que la conducta humana – aún en los actos más
simples – resulta siempre mucho más compleja que la de los seres inferiores,
y eso tanto cuantitativa como cualitativamente.
La razón está en la estructura de la personalidad, en la interrelación
estrecha que existe entre los tres niveles o componentes de la personalidad, ya
que en todo acto, en toda conducta interviene la totalidad del ser. Es decir,
junto a los movimientos del fondo endotímico – emociones, sentimientos,
instintos, tendencias – muchas veces intervienen también los procesos del
pensamiento y de la voluntad.
Es la voluntad la que decide, o debiera decidir, guiada por la razón, la medida
en la que influirán las vivencias endotímicas en nuestro pensamiento y actuar.
El factor racional es así un actor decisivo en la dirección y modelación de
la conducta, porque es el que nos permite saber qué es lo más conveniente y
puede aprender del pasado e intentar prever el porvenir, guiando los dictados de
los instintos y tendencias.
Existen muchos actos en la vida diaria que realizamos dirigidos únicamente por
el fondo endotímico, es decir, surgen del inconsciente. También existen otros
actos de nuestra conducta que a fuerza de repetirlos, llegamos a realizarlos de
un modo automático. Todo esto es bueno porque deja los estratos superiores más
libres posibilitando la proyección de nuestras facultades superiores
(inteligencia y voluntad) a cuestiones de mayor importancia, lo que nos permite
enriquecernos cada vez más. En el animal esto no ocurre, ellos repiten monótonamente
su conducta y no pueden progresar.
Analicemos un ejemplo: Conducir un coche. Cuando estamos aprendiendo, debemos
concentrarnos totalmente y cada movimiento es pensado y calculado, especialmente
cuando debemos pasar algún cambio o marcha. Apretar el embrague, soltar el
acelerador, mover la palanca de las marchas y, al mismo tiempo, soltar el
embrague y acelerar paulatinamente para evitar que el coche comience a dar
saltos. Decididamente es imposible si no se piensa muy bien cada movimiento.
Pero después de gastar tiempo en practicar, nuestra atención, ya no está en
ello y podemos mantener una buena conversación sin preocuparnos por los
cambios. Y, junto con el elemento mecánico o de movimientos, se produce un
cambio en la emotividad; si inicialmente nos poníamos “nerviosos”, sudábamos
y empalidecíamos cada vez que se acercaba el momento de pasar de segunda a
tercera o de arrancar el coche; poco a poco deja de ser fuente de emociones y sólo
aparecen cuando algo se sale de lo normal.
La afectividad es un componente importante de la persona humana. Los componentes
afectivos “matizan” las vivencias intelectuales y objetivas de cada persona
y las hacen únicas e irrepetibles, incluso para sí mismo.
En la mujer, más que en el hombre, es posible observar la influencia de la
afectividad en sus comportamientos y sus vivencias. Muchas veces escuchamos o
decimos expresiones como: “estoy triste o alegre, o... y no sé por qué”.
En la experiencia verificamos la mayor influencia de las emociones, los afectos
y los sentimientos en la vida de las mujeres. Por esto la importancia de
comprenderlos y aprender a dirigirlos y encauzarlos adecuadamente. No se trata
de vivir al vaivén de ellos ni de eliminarlos por completo al estilo del sr.
Spock de la serie de televisión,“Viaje a las Estrellas”, sino de aprender a
aprovecharlos para que nuestra vida esté “más llena de colorido”.
Eliminar los afectos, emociones o sentimientos es un error. Con ello empobreceríamos
la vida propia y la de los demás; le estaríamos diciendo NO a nuestra
naturaleza humana. La afectividad y la emotividad son elementos propios del ser
humano, querer eliminarlos es mutilarnos a nosotros mismos. Pero tampoco se
trata de convertirnos en sus esclavos. Es importante saber manejarlos y
encauzarlos, y no ser manejados por ellos. Son una enorme riqueza, una fuerza
que puede llevarnos a hacer grandes cosas porque nos da toda la energía que
necesitemos. Pero puede destruirnos si no los sabemos integrar.
El ser humano es una unidad de cuerpo y espíritu y los rasgos de su
personalidad y emotividad le han sido dados por su naturaleza humana. Si quiere
llegar a su realización debe aceptar y construir sobre esta realidad. La
educación puede modificar o influir la naturaleza mejorándola, pero nunca debe
buscar destruirla o negarla.
Conocer las bases de la afectividad, sus mecanismos, el origen de las emociones
y algunas tácticas para encauzarlas y manejarlas, nos hará más dueñas de
nosotras, más capaces de aprovechar positivamente la influencia y la energía
que nos ofrecen nuestros estados de ánimo y seremos, en definitiva, personas más
maduras. Creceremos interiormente porque serán los elementos superiores de
nuestra personalidad: voluntad e inteligencia, los que guiarán y conducirán
nuestras decisiones y actos. Esto tiene dos grandes ventajas: una mayor
facilidad para la armonía de la vida social y una mayor independencia para
poder pensar con serenidad y de forma más racional.
En la mujer, como ya hemos dicho, la afectividad y las emociones forman un
aspecto fundamental en su vida. Esto se relaciona con la fisiología femenina:
las hormonas. La característica cíclica de la actividad hormonal tiene gran
influencia sobre los estados de ánimo, condicionando la expresión de
diferentes emociones según el momento del ciclo hormonal en el que se
encuentre. En algunas mujeres se expresa con más fuerza, en otras con menos,
pero todas experimentamos la presencia de las emociones y los sentimientos en
nuestras vidas.
Además, en la mayoría de las mujeres suele darse lo que llamamos reacción en
cadena: surge una emoción, le sigue otra y luego otra y otra; muchas veces no
se identifica cómo se originó, cuál fue la razón, etc. Esto es bastante
generalizado en el género femenino (y una eterna intriga para los varones). Lo
que sí difiere mucho de una mujer a otra es la fuerza de las emociones y
afectos y la forma de reaccionar de cada mujer frente a ellos. Algunas las
perciben, las entienden y las aprovechan. Otras no. Unas se sirven de ellas para
crecer y enriquecer su personalidad, y en otras, las emociones son fuente de
depresión, tensión y hasta neurosis.
Sentir las emociones nunca es, ni será, un problema para una persona. Menos aún
para la mujer. Por su naturaleza ella está dotada de una extraordinaria
sensibilidad en función de la misión trascendente que posee dentro de la
sociedad como humanizadora de la misma y transmisora de vida. El punto clave es
“ser dueña de sí misma y de las propias emociones”. O en otras palabras,
no ser su esclava. Porque las emociones por sí mismas son esclavizantes: nunca
sabremos qué pedirán, hacia dónde se dirigen, qué consecuencias traerán. Y
cuando no se encuentran iluminadas y guiadas por la inteligencia y la voluntad
son CIEGAS, incapaces de ver las consecuencias de sus actos casi reflejos,
imposibilitadas para ser “objetivas” y actuar proporcionadamente a aquello
que las motiva.
Un caso extremo citado en un periódico. Un matrimonio con algunas dificultades
se encuentra discutiendo sobre lo que verán en televisión un domingo por la
tarde, él desea ver el partido de fútbol, ella un programa de entrevistas.
Cuando el esposo se sienta ante el televisor y decididamente se instala a ver el
juego, ella sube a su cuarto y minutos después baja gritando que está harta de
esos partidos y le dispara a su esposo. ¿Qué pasó? Simplemente que sus
emociones decidieron actuar por su cuenta y su inteligencia y voluntad quedaron
eliminadas de su actuar. Fue una reacción irracional y emocional (un crimen
pasional, aunque en esta ocasión, providencialmente, el esposo no murió).
Es esclava de sus emociones, la mujer que las pone como norma última de su
vida, sometiendo todo a ellas: sus intereses, sus acciones, sus decisiones, sus
pensamientos, incluso la verdad. Al final perderá el control sobre sí misma y
se desalentará. Es dueña de sí misma, por el contrario, aquélla que las usa
para enriquecer su vida psíquica y su personalidad, poniéndolas al servicio de
la inteligencia y de la voluntad; de esta forma las convierte en fuente de
liberación y enriquecimiento.
ACTIVIDAD INICIAL
¿Qué
emociones experimentó Inés mientras preparaba la cena?
¿Cuál
fue el origen de esas emociones?
¿Había
un fundamento objetivo para llegar a experimentar aquello?
¿Cuál hubiese sido el mejor medio de dominar las emociones y encauzarlas?
DESARROLLO
DEL TEMA: UNA
CAJA DE SORPRESAS:
Si no puedes responder a todo, inténtalo después de
finalizar el seminario.
El
fondo afectivo
La afectividad constituye uno de los capítulos más importantes de la
psicología y de la psiquiatría. En general clasificamos a las personas
en 2 tipos: cerebrales o no emotivas (que vulgarmente llamamos frías) y
afectivas o emotivas (lo que común y erradamente llamamos sensibles).
Entre ambos existe una gama de estilos y patrones de conducta. Piense en
aquellos protagonistas del cine de hace veinte o treinta años: fríos,
seguros de sí en todo momento, racionalistas, parecía que nada les
afectaba. Contemple los que ahora surgen: sensibles, emotivos, capaces de
llorar ante una tragedia o de conmoverse con un niño...
Afectividad significa impresión interior producida por algo. Es un
conjunto de fenómenos subjetivos (no es igual a irreal, sino que son
propios del sujeto que los está viviendo y no son objetívales) que
acompañan a una vivencia objetiva. En otras palabras: es el contenido
subjetivo de la vivencia objetiva. Se caracterizan porque no son puro
conocimiento, son difíciles de verbalizar y provocan un cambio interior.
Cada vivencia posee dos componentes, uno intelectual y otro afectivo.
Desde el punto de vista intelectual la vivencia es, por esencia, objetiva.
Pero esta vivencia cognoscitiva va acompañada de otras cualidades, lleva
consigo un componente valorativo que es sentido por el individuo de modo
inmediato y profundo y que es fruto de la afectividad.
Un ejemplo. Una naranja. Podemos verla, palparla, olerla; es decir, ir
adquiriendo el conocimiento intelectivo de ella a través de los sentidos,
hasta este momento es algo puramente objetivo. Pero según el hambre que
sintamos, el aspecto apetitoso o no, si podemos comerla sin problemas o
nos hace daño, etc.; damos a la naranja un juicio de valor: la declaramos
agradable o desagradable. De este modo una vivencia intelectual y objetiva
ha quedado matizada subjetivamente por un componente afectivo.
La afectividad se caracteriza por:
Ser
un estado subjetivo, interior y personal
Ser
experimentado personalmente por el sujeto que lo vive
Su
contenido es esencialmente una vivencia, un estado de ánimo que se
manifiesta mediante: emoción, sentimiento, pasión o motivación.
(son las cuatro experiencias afectivas más importantes.)
Como toda vivencia, deja huella
La afectividad se clasifica de diversos modos, una
primera gran distinción que suele hacerse es entre sentimientos y
emociones:
sentimientos:
estados afectivos de mayor intensidad, pero de menor duración y que
tiene exteriorizaciones físicas.
emoción: suele tener menos intensidad pero mayor duración.
La
fuerza de las emociones
La emoción es una agitación interior consecuencia de percepciones,
recuerdos, imágenes, pensamientos o juicios, y que produce una vivencia
con manifestaciones fisiológicas (corporales), conductuales y cognitivas.
Suelen surgir de forma brusca y es difícil de expresar.
Toda emoción es respuesta a un hecho o acontecimiento interior, el
motivo. La intensidad y duración de la reacción que provoca la vivencia
son proporcionales a la importancia personal de quien la está viviendo.
En el interior las vivencias producen una modificación afectiva intensa
que son subjetivas y oscilan entre dimensiones bipolares:
placer-displacer; excitación-tranquilidad; tensión-relajación; etc.
Las emociones tienen mucha fuerza, no sólo en la vida de quien las
experimenta, sino también en quienes rodean a esa persona. Son
contagiosas. ¿Quiere un ejemplo?
“Al comienzo de la guerra de Vietnam, un pelotón norteamericano se
hallaba agazapado en un arrozal luchando con el Vietcong cuando, de
repente, una fila de seis monjes comenzó a caminar por el sendero elevado
que separaba un arrozal de otro. Completamente serenos y ecuánimes, los
monjes se dirigían directamente hacia la línea de fuego.
‘Caminaban perfectamente en línea recta – recuerda David Bush, uno de
los soldados integrantes de aquel pelotón – sin desviarse a la derecha
ni a la izquierda. Fue muy extraño pero nadie les disparó un solo tiro
y, después de que hubieran atravesado el sendero, la lucha concluyó.
Nadie pareció querer seguir combatiendo, al menos no aquél día. Y lo
mismo debió de haber ocurrido en el bando contrario porque todos dejamos
de disparar, simplemente dejamos de disparar’”.
Clasificación
de las emociones:
Vamos a mencionar una de las múltiples clasificaciones utilizadas aunque
no logra agotar el tema, porque mucho queda por decir. Pero nos puede
servir para aproximarnos al mismo. Él propone ocho emociones consideradas
primarias y una serie de miembros para sus respectivas familias.
Ira:
rabia, enojo, resentimiento, furia, exasperación, indignación,
acritud, animosidad, irritabilidad, hostilidad y, en caso extremo,
odio y violencia.
Tristeza:
aflicción, pena, desconsuelo, pesimismo, melancolía, autocompasión,
soledad, desaliento, desesperación y, en caso patológico, depresión
grave.
Miedo:
ansiedad, aprensión, temor, preocupación, consternación, inquietud,
desasosiego, incertidumbre, nerviosismo, angustia, susto, terror y, en
el caso de que sea psicopatológico, fobia y pánico.
Alegría:
felicidad, gozo, tranquilidad, contento, beatitud, deleite, diversión,
dignidad, placer sensual, estremecimiento, rapto, gratificación,
satisfacción, euforia, capricho, éxtasis y, en caso extremo, manía.
Amor:
aceptación, cordialidad, confianza, amabilidad, afinidad, adoración,
devoción, enamoramiento, y ágape.
·
Sorpresa:
sobresalto, asombro, desconcierto, admiración.
Aversión:
desprecio, desdén, displicencia, asco, antipatía, disgusto y
repugnancia.
Vergüenza: culpa, perplejidad, desazón, remordimiento, humillación, pesar y aflicción.
Como el listado nos permite ver, hay emociones que
llamaríamos positivas y otras negativas. Pero también es cierto que una
emoción que a primera vista nos parece negativa, puede ser positiva según
el objeto hacia el que se dirija. Por ejemplo el odio. Cualquiera diría
que es una emoción netamente negativa, que no podría considerarse
positiva... pero ¿si se refiere a odio a la injusticia y nos moviera a
esforzarnos por construir un mundo más justo? En este caso debemos
aceptar que es un odio “bueno”, porque su objeto es incorrecto y la
conducta que motiva es adecuada.
¿CÓMO
INGRESAN LAS EMOCIONES EN UNA PERSONA?
La
falta de certezas trascendentes
Todo aquello que desee mantenerse en pie por largo tiempo, debe
construirse sobre fundamentos sólidos. Si deseamos una vida emocional
estable, se requiere una estabilidad religiosa (o espiritual) suficiente
que soporte las dificultades y enigmas de la vida diaria y les dé sentido
o garantice la capacidad de encajarlos adecuadamente. El dolor, el
sufrimiento, las dificultades siempre estarán presentes en la vida de una
persona, sólo algún principio o certeza sobrenatural puede dar sentido y
responder al interrogante que generan y, al mismo tiempo, permitir
sobreponerse y continuar adelante sabiendo que volverán a surgir.
Esto es especialmente importante en la mujer, porque por su naturaleza
ella tiende a trascender más que el varón. Los éxitos y realizaciones
temporales no son para ella fuente de seguridad porque ve lo frágiles que
pueden ser. La mujer necesita una “agarradera” casi eterna. Esto lo
encuentra en convicciones y certezas trascendentes, fundamentadas en una
estabilidad religiosa serena.
Una
idea sin fundamentos
En la vida afectiva de las mujeres tienen mucho peso las ideas que ésta
se forme sobre bases objetivas o subjetivas. La mujer tiende a “darle
vueltas” a las cosas, va sacando consecuencias, imagina las reacciones
de los demás, prevé las dificultades que podrán surgir, etc. Esto es útil
cuando hay que programar y planear, pero puede llegar a ser un verdadero
problema cuando no sabemos mantenerlo dentro de límites razonables y
permitimos que esas ideas construyan “castillos en el aire” y originen
emociones no siempre adecuadas. ¿Recuerda el cuento infantil “La
lechera”? En él una lechera pobre, va al mercado a vender la leche; en
el camino va soñando que con el dinero de la leche comprará pollitos,
cuando crezcan y los venda comprará... hasta que se ve dueña de un
hermoso vestido con el que enamorará al príncipe. Y al llegar a este
punto es tanta su emoción (ha olvidado que sólo son planes) que da un
salto de alegría y el cántaro de leche se le cae y rompe: se acabaron
los sueños de la lechera.
Un ejemplo de la vida real: Inés está recién casada, su esposo es muy
ordenado y cena siempre a las 8:00 p.m. Ese día Inés tuvo dificultades
en el trabajo y como llegó cansada decidió escuchar un poco de música
antes de preparar la cena, pero se le pasó el tiempo. Cuando se dio
cuenta se puso nerviosa y mientras cocinaba, su mente bullía en una
cadena de explicaciones, excusas y posibles reacciones de su esposo. Lo
imaginaba reclamando por su descuido y ella intentando explicarle que había
tenido un día difícil, pero entonces él no la escuchaba y enfadado se
sentaba a devorar lo que ella había preparado sin decirle ni siquiera
gracias. Para cuando su esposo llegó, ella ya estaba furiosa y esperando
una mínima palabra o gesto para “reivindicar sus derechos”, pero él
no dijo nada, la saludó tranquilamente y le preguntó cómo había sido
su día. Inés tuvo que esforzarse por comprender que éste era el mundo
real y dominar su enojo y rabia. Había sido la mente de Inés la que creó
todo y casi provoca un pleito matrimonial.
Por todo esto es importante que:
Conozcamos
la fuerza de la mente en la propia vida: tus estados de ánimo
negativo, ¿tienen fundamento real o surgen de tu mente? Tu vida, ¿se
fundamenta en hechos reales o en fantasías para huir de lo que te
duele?
Aprendamos
a dominar la mente: distinguir lo que es o no objetivo, realista.
Controlar y contrarrestar las ideas negativas y favorecer las
positivas, etc. Por ejemplo, siento que en la oficina me han pasado a
llevar a no me han considerado: ¿Tiene un fundamento objetivo? ¿Podría
dar argumentos y pruebas reales o son sólo subjetivas?
Dominemos la fantasía: en las mujeres es común preocuparse por adelantado o crear un mundo de ensueño. Hay que vivir con los pies en la tierra. Recordemos a la lechera.
¿Te
quieres a ti misma?
¿Qué opinión tienes de ti misma? Si te consideras inútil o fracasada
es que no te conoces adecuadamente. Primero porque todas las personas
tienen más de un punto positivo y al mismo tiempo, porque no existe
ninguna persona perfecta. Partiendo de ese realismo en la consideración
de nosotros mismos, podemos llegar a desarrollar un cariño correcto por
nuestra propia persona y la trataremos con delicadeza y caridad.
Además vivir con una visual negativa es correr una maratón con las
piernas atadas. Esta visión negativa nunca será correcta y elimina toda
posibilidad de superarnos: estamos convencidas de que será imposible. Con
sinceridad, ¿cuántas veces ha pensado de sí misma que es un fracaso, un
rotundo y total fracaso sin remedio?
Para aprender a querernos debemos dejar de compararnos con los demás,
somos únicos, distintos del resto y no tenemos que ser iguales, perderíamos
nuestra originalidad. Tampoco crearnos ideales inalcanzables que nos hagan
desesperar, ni mediocres que nos desalienten. Seamos realistas pero
exigentes con nosotros mismos, pongámonos un ideal, una meta y luchemos
por alcanzarla sabiendo que no se logra en un día ni sin esfuerzo, pero
que es posible con constancia y dedicación. Nos puede ayudar pensar en lo
que aconsejaríamos a una amiga que nos relata su problema, porque
generalmente somos más realistas con los demás que con nosotras mismas.
El
universo de lo somático
En la vida no todo son ideas, ni religiosidad ni autoestima. Poseemos un
cuerpo que no podemos ignorar ni convertir en una obsesión. Hay tres
elementos a tener en consideración:
la
belleza:
para la mujer es importante su aspecto físico, más aún con los
modelos que presenta el mundo actual. En algunos casos la importancia
que algunas le dan a la apariencia lo transforma en una fijación y en
la apariencia se centra toda fuente de seguridad, de éxito, de alegría,
etc. Esto es un error, es hacer depender nuestro valor como personas
de algo efímero y circunstancial. No prestemos atención a los cánones
de belleza impuestos por los medios y busquemos aprovechar nuestras
potencialidades.
Un ejemplo extremo es lo que ocurre con las adolescentes que sufren
anorexia. Generalmente son chicas inteligentes y con éxito en los
estudios, pero ponen en la apariencia física su meta y único valor
como seres humanos hasta el punto de no importarles arriesgar la
propia vida con tal de cumplir con ciertos parámetros de belleza.
las
hormonas:
un elemento muy importante para la mujer, el ciclo menstrual con todos
sus cambios hormonales tiene una fuerte influencia en el estado
emocional de una mujer. Cada una es diferente, lo importante es
conocerse a sí misma y descubrir la influencia de los diferentes
momentos del ciclo en la realidad afectiva para que no caigan de
sorpresa sino que nos encuentren preparadas.
Está comprobado que al acercarse el momento de la ovulación, el
aumento de estrógenos fomenta un estado de ánimo sereno, relajado,
positivo. Algunos estudiosos creen que es un mecanismo que ayudaría a
la mujer a aceptar un acercamiento del varón en los días en que es fértil.
No se sabe, pero sí se conoce que al acercarse el momento de la
menstruación, en el que el nivel de estrógenos es bajo, el estado de
ánimo se vuelve más irritable, lábil o susceptible.
el
cansancio y la enfermedad:
son dos condiciones físicas que influyen negativamente en el estado
anímico y además predisponen a una mayor sensibilidad y
susceptibilidad. Debemos cuidar la salud. La influencia es mutua. Un
estado de ánimo bajo, triste, deprimido lleva a problemas de salud o
incluso a menor sobrevida en casos de enfermedades terminales.
Se ha demostrado que pacientes terminales que cuentan con el apoyo de
un grupo, su familia o el equipo médico sobreviven más del doble de
aquellos que en las mismas condiciones médicas se enfrentan a la
enfermedad solos sin apoyo emocional.
Otro buen ejemplo es la experiencia personal. Todos hemos pasado por
episodios en los que un malestar más generalizado o una época de
mayor cansancio por trabajo o exámenes nos provoca estados de ánimo
depresivos o irritables. Y en esos momentos algo que antes no hubiese
causado mucha dificultad se convierte en un obstáculo insalvable o en
una agresión absoluta.
¡QUE
NADIE SE ME ACERQUE! ¡ESTOY FURIOSA! (IRA)
Definición
La ira es una emoción que como todas las demás aparece y desaparece. Según
el sentido, la orientación y la forma de encauzarla que se le dé, se
transforma en algo bueno o malo. Enfurecerse ante una situación que es
injusta y hacer lo posible por revertirla es una buena ira. Es lo que han
hecho algunas personas que hoy vemos como grandes modelos. Por ejemplo,
Craig Keilburger. Este joven canadiense a los 12 años leyó sobre el
asesinato de un chico vendido como esclavo y que denunció el trabajo
infantil. Su ira contra la esclavitud de los niños se transformó en toda
una organización que se llama Libera a los niños, que es hoy la
mayor red de niños que ayudan a otros niños.
Existe también la pasión de la ira, que va acompañada de la
maledicencia, la malicia. Lleva a perder la paciencia y es destructiva en
sus dos formas:
la
ira caliente: expresada con gritos, golpes, objetos lanzados, etc.
la ira fría: se manifiesta en sarcasmos, ironías, venganza, etc.
Un ejemplo muy común de estos dos tipos de ira son
las discusiones matrimoniales. Con frecuencia es posible observar
matrimonios en los que las críticas a la pareja, los comentarios
hirientes y sarcásticos, la mordacidad, son utilizados como demostración
de enfado. En otros matrimonios llegan a lanzarse platos u otros objetos
en las discusiones. Si vio alguna vez la película “La fierecilla
domada” con Elizabeth Taylor, recordará sus accesos de ira en los que
arrojaba a sus pretendientes jarrones, plantas, etc.
La mujer, por educación, tiende a esconder la ira bajo el hastío y la
contrariedad. Es necesario conocer estos sentimientos, identificarlos y
educarlos:
Identificar
los sentimientos de ira, hacia quien se dirigen, momentos de mayor
fuerza. Qué o quiénes hacen perder la calma. ACEPTACIÓN.
Así por ejemplo, si sabemos que ese compañero de trabajo del esposo
acostumbra hacer comentarios que causan disgusto y enfado, en lugar de
enfadarse la próxima vez, ya estará preparada y sabrá que no debe
dejarse importunar ni dar importancia a lo que él diga. Y si la reunión
es más amplia y hay posibilidades de mantener otras conversaciones
puede incluso evitar escucharlo. Lo importante es aceptar que eso va a
suceder para buscar los remedios o mecanismos adecuados. Otro ejemplo,
saber que los días previos a la menstruación provocan un cambio de
humor que lleva a responder airadamente o molestarse por nimiedades.
Aceptarlo llevará a reflexionar cuando algo nos enfade, que en
realidad la causa no lo amerita y que si nos alteramos tanto es por
“las hormonas”. Dará serenidad para objetivar todo y ponerlo en
su justo sitio.
EDUCACIÓN:
autocontrol y modo de actuar positivo: cuando llegue, pararse, razonar
que no es necesario ni provechoso dejarse llevar por ella y darle una
intención positiva.
Muchas veces habrá situaciones en los que es razonable que nos
enfademos, el punto es no permitir que el enfado nos coja y nos lleva
a perder la compostura. Esto requiere educarnos, ejercitarnos en el
dominio y en actuar de forma positiva: buscar soluciones posibles y
realistas, una conversación serena que ayude a superar las
diferencias de los puntos de vista, etc.
Causas
Son varias, pero es importante conocerlas para determinar cómo actuar
cuando surja. Las más frecuentes:
Expectativas
no logradas.
Es el caso frecuente de escolares que esperaban una alta calificación
o reconocimiento y al no obtenerlas, en lugar de aceptar que no la
merecían se convencen de que el profesor ha sido injusto y se llenan
de ira y enfado contra él.
Dificultad
en la comunicación consigo misma y con los demás. No
comprender lo que otros desean decir o comprenderlo diversamente de lo
que en realidad nos intentaron decir, etc.
Revivir
heridas y fallos y alimentar el rencor con la imaginación y la fantasía.
Recordar
eternamente esa “ofensa” que nos hicieron impedirá que la
superemos. Perdonar y olvidar es una buena solución. Y aquí no sirve
eso de “perdono pero no olvido”.
Deseo
de controlar y dominar todos los aspectos de la propia vida. Porque
deseamos sentirnos seguros y con las riendas en las manos. LA cena tan
esperada y preparada está lista y cuando llevas la pasta a la mesa,
el invitado de honor te dice que él no puede comer pasta, que si no
le puedes preparar una ensalada... y sale el cansancio y la fatiga y
los nervios, etc.
Demasiada tensión, cansancio, fatiga, enfermedad, síndrome premenstrual, exceso de deberes y responsabilidades.
Como podemos ver, estas causas las podemos resumir
en tres elementos: Falta de Realismo y Autoconocimiento; Falta de Aceptación
y Superación (de uno mismo o de los demás, de las debilidades o
limitaciones, de circunstancias que no se pueden dominar); causas somáticas.
Sugerencias
prácticas
Siempre habrá posibilidades de ser atrapadas por la ira, lo importante es
saber salir sin enredarnos en ella. Algunas cosas que pueden ayudar:
Encauzarla
hacia fines positivos:
ante un hecho o acontecimiento que ha despertado en nosotros la ira,
encauzar esa energía hacia la solución de raíz del problema, hacia
una gran obra o proyecto. Es lo que hizo Craig cuando supo del
asesinato de ese niño esclavo, buscó un medio de dar solución y no
solamente enfadarse.
Ser
realistas a la hora de marcar nuestras expectativas:
saber tomar las cosas como son. Si yo me enfadase por no llegar a la
cumbre del Everest no sería realista, no practico el alpinismo y
menos aún para un reto así. Pues muchas veces actuamos como si fuéramos
capaces de todo, algo así como súper mujer o súper hombre, y cuando
la realidad nos demuestra nuestra limitación en lugar de aceptarlo y
rectificar nuestras expectativas nos enfadamos. Es actuar como los niños
que se enfadan con su bicicleta porque no son capaces de andar sin
ayuda.
Aprender
a comunicarse:
a afrontar las situaciones críticas de buena manera sin domeñar la
tensión y esconderla bajo presión. Dominando el orgullo, saber
abrirse a los demás, escuchar y transmitir. En este sentido puede ser
útil una anécdota que apareció en una revista social hace años. En
una de esas fiestas de las estrellas de Hollywood, se encontraron tres
famosas (dos modelos y una actriz) luciendo el mismo vestido
supuestamente exclusivo. En lugar de enfadarse o marcharse se lo
tomaron bien y se sentaron y fotografiaron juntas. En lugar del escándalo
que podría haber salido en todas las revistas, las pusieron como
ejemplos para situaciones similares.
Lo
pasado, pasado:
No dar vueltas a antiguos rencores o discusiones. Este ejemplo nos lo
daba un consejero matrimonial, recordaba que en una discusión la
mujer luego de haber agotado los argumentos para defender su postura,
atacó a su esposo con la siguiente acusación: “hace catorce años
te olvidaste del día de mi cumpleaños”. Obviamente el esposo ya ni
lo recordaba, había pedido disculpas en su momento y para él el
asunto se había terminado.
Balancear
las necesidades personales con las de los demás, evitar el egoísmo:
Querer siempre que se hagan las cosas como a uno le gusta y apetece es
fuente de muchas tensiones y discusiones y una forma muy egoísta de
vivir. Recuerdo que en una conferencia el Dr. Lickona nos comentaba
una anécdota con su hijo. Siempre era una batalla cuando llegaba la
hora de cruzar las calles, porque su hijo quería ir sin que lo
tomaran de la mano, pero era muy peligroso y ante la negativa de sus
padres se enfadaba y hacía una rabieta. Una tarde el Dr. Lickona le
dio dos opciones: la mano izquierda o la derecha; el niño optó por
una de ellas y cruzó tranquilamente la calle sin enfadarse. El niño
deseaba hacer las cosas a su modo, cuando se le presentaron dos
opciones diversas de su gusto debiendo escoger entre ellas, lo hizo
sin problemas.
Aceptar
y asimilar que no es posible tener todo siempre bajo control y ante
las sorpresas reaccionar con serenidad.
Un ejemplo: estaba en el supermercado cuando escuché la voz de una
mujer joven que decía: “Devuelve eso a su sitio”. Le respondía
un niño pequeño que se agarraba con fuerza a la caja de cereales con
la figura del personaje de caricaturas de moda: “Yo lo quiero”. La
madre replicó dejando traslucir que comenzaba a irritarse al ver que
los observaban y al no lograr “dominar” a su hijo ni la situación:
“Devuélvelo ¡ya!”. Entonces la hermana pequeña que había
estado jugando con un envase de alimento para bebé, lo dejó caer y
éste se rompió derramando el puré de manzanas en el piso. La furia
de la mamá hizo erupción, le gritó a la niña, le arrancó de las
manos la caja de cereal al niño y cogiéndolo con fuerza se alejó
empujando el carro en el que lloraba la niña.
Tener
una buena organización para evitar acumulación de tensión.
El hijo mayor me recuerda que hoy es la presentación de teatro a la
que le prometimos asistir hace más de dos meses, mi jefa me entrega
el ingreso a la cena de beneficencia a la que prometí suplirlo esta
noche y mi esposo me llama a media tarde para preguntarme si recuerdo
que hoy era nuestra cita al cine y a cenar fuera... Resultado una
crisis de ira contra mí misma. Hubiese bastado que usase la agenda y
no me comprometiera sin antes comprobar que estaba libre.
Aprender a decir NO. Muchas veces la causa de un enfado es el no haber dicho a tiempo no. Llega esa amiga y nos pide que le ayudemos con la preparación de la fiesta de cumpleaños de su hija. Es el mismo día que debemos entregar el balance presupuestario en la oficina, pero como es una gran amiga no queremos desilusionarla y le decimos que sí. A medida que se acerca el día y nuestra amiga añade elementos para la fiesta y el presupuesto no cuadra el nivel de ira crece en nuestro interior. A veces estallará, otras provocará una úlcera; pero siempre hubiese sido suficiente un “No podré para esa fecha, me encantaría; ¿puedo hacer otra cosa?”.
¡A
NADIE LE IMPORTO! ¡NADIE ME QUIERE! ¡NO SIRVO PARA NADA! (DEPRESIÓN)
Definición
La depresión puede iniciarse de un modo imperceptible y llegar poco a
poco a un estado más profundo. Lo importante es aprender a reconocerla:
es un estado de ánimo permanente en el que hay nerviosismo, estado de
humor bajo, con deseos de llorar sin motivo, puede asociarse a problemas
para dormir (insomnio), inapetencia o disminución del apetito, cambios en
el peso, falta de ánimo e iniciativa para la acción (abulia) etc.
Causas
También son varias las causas:
Expectativas
irreales de sí misma o de los demás.
Querer mucho de la vida, de sí misma o de los demás es un camino
seguro hacia la ira y la depresión. Si nos planteamos una meta sin
realismo, obviamente no lo alcanzaremos y lo único que lograremos será
deprimirnos.
Imagen
de sí misma distorsionada,
que está generalmente asociada a expectativas exageradas de la propia
capacidad, irreales. Querer ser diferente o considerar que somos
peores de la realidad (algo muy frecuente en las mujeres), son los
pasos directos a la depresión.
La
auto conmiseración o auto compasión,
que crea, renueva y enfatiza sentimientos de disgusto, de desconfianza
y de abulia. Compadecernos a nosotras mismas es un mal consejero.
Hacerlo requiere estar constantemente centrada en los fracasos, las
dificultades, los errores, etc; que hemos vivido y en lugar de
alimentar nuestro espíritu con ideas positivas o con ideales a
conquistar nos convencemos de que es imposible o somos incapaces.
La
introspección:
analizarse continuamente, insistiendo en los aspectos negativos de la
vida siempre llevará a disgusto y hastío. Muy relacionado con el
anterior.
Una
situación no solucionada de la que nos sabemos culpables.
Creará depresión, miedo, ansiedad, desestima de sí, culpa, etc.
Somos humanos y, por lo tanto, nos equivocamos, eso es algo que todos
hemos experimentado; cuando nuestros errores han causado conflicto o
dolor a quienes queremos y no hemos logrado cerrar el caso, permanece
en nuestro interior y no nos permite vivir con serenidad. Saber decir
“lo siento” en el momento adecuado, es una gran ayuda para vivir
con paz.
Conversaciones negativas: insistir en lo negativo no ayuda a elevar el estado de ánimo.
Sugerencias
prácticas
Oposición
rotunda a lo que provoca la depresión desde el inicio.
No dejar entrar en el corazón ni en la psicología esos pensamientos
o ideas que nos arrastran. Pueden ser sentimientos de fracaso,
entonces hay que considerar todo lo que sí hemos logrado; o una
ruptura afectiva y lo que debemos hacer es no darle vueltas; etc.
Puede servirnos una experiencia de vida muy repetida. Isabel ha
terminado con su novio al darse cuenta que no logrará hacerlo cambiar
(Luis era un completo “vago”, no avanzaba en los estudios de su
carrera, no mostraba ninguna intención de buscar algún trabajo,
etc.), lo quería muchísimo y le fue muy difícil decidirse a
terminar su noviazgo. Ella recuerda que los primeros días su corazón
dominaba por completo la mente y la voluntad, los pensamientos y
recuerdos sobre Luis la invadían; pero optó por luchar y se obligó
a pensar en otras cosas. No hizo caso a su malestar interior, buscaba
distracciones, etc. Isabel descubrió que poco a poco, aunque continúa
la lucha, la presión es cada vez menor. No pasa el dolor y la pena,
pero lo ha superado por su decisión de no permitir que ideas y
recuerdos la anulasen.
Higiene
física
(buena alimentación, actividad física) y mental (pensamientos, ideas
y conversaciones positivas). Ya vimos que muchas veces las emociones y
afectos ingresan por la mente, si impedimos los pensamientos negativos
y además encauzamos la energía y nos distraemos haciendo algún
deporte, evitaremos muchos problemas. Además mantener la salud ayuda
a evitar cansancio y estrés que favorecen los pensamientos negativos.
Mantener
ideales nobles de lucha y esfuerzo.
Que nos lleve a superarnos, a mirar hacia arriba y no desalentarnos en
las dificultades. Un ideal, un deseo, una cima a conquistar nos llevará
a esforzarnos con la vista puesta en ello. Es la experiencia de los
alpinistas y de los atletas.
Estar
abierta a la confianza y al futuro.
Siempre llegan momentos mejores. Vivir con confianza y esperanza
levanta el ánimo. No se trata de ser idealista o vivir con la cabeza
en las nubes como se dice vulgarmente, sino de buscar una meta que nos
motive y estimule, que sea alta y al mismo tiempo realizable y nos
mantenga en tensión (positiva). Volviendo al ejemplo de Craig, su
meta es muy alta, su ideal es muy hermoso y altruista y eso ha sido
una de las cosas que lo ha mantenido luchando a pesar de darse cuenta
que el mundo no cambiará de un día para otro.
Realismo
en las expectativas sobre sí misma y los demás.
No esperar peras del olmo. Si no sé cantar o no tengo buena voz, no
pensar en alcanzar éxito y fama como cantante. Si las tablas de
multiplicar me resultan incomprensibles y misteriosas, no plantearme
la posibilidad de estudiar ingeniería. Realismo que no significa
estrechez de horizontes, sino calcular muy bien lo que tengo y puedo
para plantear mis planes.
Realismo
en el concepto de sí misma:
aprender a ver no sólo lo malo sino también lo bueno. Esto es algo
importantísimo para la mujer. Tenemos la costumbre de ver el punto
negro en la pared blanca respecto de nosotras mismas: somos
desorganizadas y ya nos consideramos un desastre, se nos quemó la
comida y es el fin del mundo, mi jefe me dice que hay que hacer
algunas modificaciones en le informe que le entregué y ya creo que
está buscando mi suplente. Realismo: hay cosas buenas y otras no tan
buenas en todas las personas, descubrir lo bueno que poseo y
potenciarlo. Un ejemplo: Martha Stewart. Esta mujer ocupa el lugar número
9 entre las mujeres más poderosas del mundo según una lista de
Fortune de julio de 2001. Lo ha logrado aprovechando su capacidad de
dueña de casa, enseñando y aconsejando a otras mujeres cómo tener
un hogar que realmente sea feliz.
Compadecerse
de los demás e intentar solucionar las necesidades de los otros.
Esto es algo sumamente eficaz porque nos ayuda a olvidarnos de
nosotras mismas y a prestar atención a las necesidades de los demás.
Estar atentos a lo que otros necesitan centra nuestra atención en
ellos y nos permite ver que no estamos tan mal, porque aún podemos
ayudar a otros. Es el testimonio de tantos hombres y mujeres que se
dedican a la ayuda y el trabajo voluntario. No carecen de dificultades
personales pero han aprendido a ponerlas en su justo lugar y el ayudar
a otros les da una satisfacción que les posibilita enfrentarlas con
optimismo.
Mirar
hacia adelante,
buscar construir algo mejor sin permanecer lamentando el pasado. No se
puede vivir en el pasado. El dicho popular: “Lo pasado, pasado”,
contiene mucha sabiduría. El pasado ya no se puede cambiar, si hemos
visto qué pudimos haber hecho para obtener mejores resultados ahora
se trata de quedarse con lo aprendido y no volver sobre lo que no dio
cierto.
Aprender a pedir perdón y a perdonar a los demás y a sí mismas. Eso mantiene nuestra mente serena y capaz de mirar hacia delante.
¿QUÉ
VA A PASAR? ¿QUÉ SERÁ DE MÍ? CREO QUE NO SOY CAPAZ (ANSIEDAD Y MIEDO)
Definición
La ansiedad y el miedo se han convertido en una epidemia moderna. A los
seres humanos siempre nos han preocupado mucho algunas cosas, cómo lograr
bienestar material o reconocimiento profesional, etc. Hoy a pesar de los
avances técnicos, nos sigue preocupando hondamente la salud, el
bienestar, la moda, la seguridad para el porvenir, hasta el punto de vivir
en constante ansiedad. ¿Qué pasaría si mi esposo o yo sufrimos un
accidente? ¿O enfermamos? ¿Y si fracaso en la universidad? ¿Si pierdo
el empleo? ¿Si se declara una guerra o un desastre ecológico?
Causas
En general la ansiedad nace de la falta de seguridad. Queremos tener todo
bajo control, sin sorpresas que pueden ser desagradables, sin imprevistos,
sin novedades. El problema central está en descubrir dónde estoy
poniendo mi seguridad. Si la he puesto en algo que de por sí puede
cambiar de un día para otro, entonces vivo con el temor de perder aquello
que me da seguridad. Por ejemplo: quien ha puesto su tranquilidad en tener
un buen empleo, teme el perderlo y vive ansioso por esto. Aquél que ha
puesto su seguridad en el dinero o éxito profesional, vive preocupado de
los negocios y de los resultados.
Falta
de confianza en Dios:
para quien posee una creencia religiosa, muchos temores y ansiedades
se ven disminuidos por la confianza en un Ser Superior que conoce el
destino de la humanidad y no es indiferente a lo que sucede al hombre.
Amor
que se transforma en ansiedad:
cuando amamos a alguien nos preocupamos por él, el problema surge
cuando esa normal preocupación se transforma en ansiedad y en una
tiranía. Es lo que sucede con las madres que viven sólo para sus
hijos, pendientes de todo y deseosas de evitar cualquier problema o
dificultad. Se transforman en tiranas de sus hijos o a sus hijos en
sus tiranos.
Deseo
inmoderado de control sobre sí mismo y los demás,
como medio para sentirse seguro de que sucederá lo “justo” o
“correcto”. Es posible observarlo entre padres e hijos o esposos.
Es una forma de influenciar sobre los demás.
Por
desconfianza:
dirigida a Dios, a los demás o a sí mismo: le pedí y no me cumplió,
mi amiga me traicionó, no fui capaz de cumplir este propósito, etc.
Forma
constitucional de pensar y de ser:
son personas que por temperamento se preocupan por todo y viven
ansiosas. Sólo lograrán una úlcera si no aprenden a dominarlo y ser
dueños de sí mismos. En Inteligencia Emocional se relata el
siguiente caso: Una mujer estaba siendo tratada de ansiedad
generalizada y respondió de la siguiente manera a la petición de
expresar durante un minuto sus preocupaciones y pensamientos: Podría
no hacerlo bien. Sonaría tan artificial que no nos permitiría
hacernos una idea correcta de la realidad de mi problema y lo que
necesitamos es comprender esa realidad... Porque si no vemos la
realidad jamás me pondré bien y, si no me pongo bien, jamás podré
llegar a ser feliz.
Miedos o fobias: a la muerte, al futuro, a la oscuridad, etc. Limitan la vida de quien los sufre.
Sugerencias
prácticas
Desarrollar
la fe y la confianza en Dios.
Aprender
a vivir un amor maduro:
que quiere lo mejor para el otro y está dispuesto a darse; pero sabe
dejar al otro su libertad e independencia para vivir sus propias
experiencias (muy importante en la relación con los hijos)
Buscar
aceptar la vida y la realidad
con todo lo bueno y lo no tan bueno que traen. El dolor y el
sufrimiento siempre estarán presentes, no querer eliminarlos.
Ocuparnos,
no preocuparnos:
ante una dificultad preguntarse: ¿puedo hacer algo objetivamente? Si
la respuesta es no, dejarlo de lado, si la respuesta es sí, hacerlo y
ya. No estar dando vueltas en la mente a situaciones que no podemos
cambiar o no dependen de nosotros. Esto nos lleva a gastar inútilmente
energías y a centrarnos en aspectos negativos.
Vivir con alegría y gozo las pequeñas cosas buenas que la vida nos da y no querer lo imposible, porque por mucho preocuparme o angustiarme, no añadiré ni un centímetro a mi estatura. Gozar los detalles y pequeñeces almacena en el espíritu recuerdos positivos que nos ayudarán en los momentos de mayor necesidad.
REFLEXIÓN
PERSONAL: SUGERENCIAS
PARA LAS ACCIONES
Un buen consejo práctico en todo el campo de la
afectividad, es intentar siempre mantener el equilibrio. No dejarme arrebatar
por un sentimiento o una emoción, pero tampoco convertirme en una estatua de mármol
a la que nada le afecta.
Nos puede servir el caso de un paciente del doctor A.J.Cronin, que él relata en
su libro “Aventura en dos mundos”: Willie Craig era famoso en su pueblo por
su serenidad y sangre fría. Así el día que consultó al Dr. Cronin por una
molestia en la lengua, éste no se limitó a pedir un examen sino que le dijo
claramente que temía fuera un cáncer. Willie pasó los 3 peores días de su
vida, aunque nadie podía sospecharlo; lo imaginó todo: un tratamiento radical
que lo dejaría mudo, una muerte lenta y dolorosa; lo peor pasó por su mente,
hasta que al ir a recoger los resultados de la biopsia y al decirle el médico
que no había rastro de malignidad, pudo desahogar todo su temor.
Ni por falta ni por exceso. Un medio práctico que puede ayudar, aunque requiere
mucho ejercicio, constancia y tenacidad, es intentar salir de la situación,
mirarla como si no fuera uno el protagonista sino un testigo del mismo. Ya lo
dice el refrán: “Los árboles no permiten ver el bosque”. Y entonces, desde
la distancia, ofrecernos el consejo que le daríamos al otro.
AUTOCONOCIMIENTO:
(es una pauta, se pueden utilizar otras)
¿Tiendo
a la alegría o la tristeza? ¿Al optimismo o al pesimismo?
¿Cómo
es mi estado de ánimo habitual?
Mi
estado de ánimo, ¿es más bien constante y permanente o muy voluble y
cambiante?
¿Hay
algo que me preocupe fuertemente? ¿Qué me causa temor o ansiedad?
¿En
qué tengo puesta mi seguridad?
¿Cuál
es la puerta de entrada más frecuente en mí de sentimientos y
emociones?
¿Mantengo
el realismo y objetividad en la forma como me veo a mí misma?
Si alguien me hace un comentario negativo, ¿sé mantenerme objetiva o me invento toda una tragedia?
ACEPTACIÓN
PERSONAL:
Hacer
una lista de las cualidades personales.
Enlistar
las capacidades o aquellas cosas para las que “soy buena”.
Describirme a mí misma enfatizando lo positivo.
MECANISMOS
DE AYUDA:
Escoger
cuatro o cinco aspectos de mi persona que no me agradan, pero que puedo
trabajar y mejorar (no escoger aspectos imposibles de modificar, como la
estatura, la capacidad artística, etc) y elegir para cada uno algunos
medios prácticos y concretos para mejorar. Ejemplo: “soy muy
desorganizada”, para superarlo, voy a acostumbrarme a llevar una
agenda, además cuidaré muy bien el orden siguiendo el refrán: “un
lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar y a la primera”.
Sabiendo
cuál es la puerta de entrada de mis emociones y sentimientos, buscar
medios que me ayuden a permitir la entrada de positivos y evitar el
ingreso de los negativos. Por ejemplo: Higiene mental. “Cuando me
asalten pensamientos negativos, como que soy un desastre o que nada me
sale bien, los cortaré de inmediato y los cambiaré por otros
positivos”.
Buscaré en las conversaciones con mi familia escuchar y no sacar ideas ni conclusiones precipitadas. Cuando piense que están intentando hacerme una crítica que considero injusta, preguntar realmente qué es lo que desean decirme, no sacar conclusiones sin fundamento.