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Delincuencia Juvenil, Dolor De Cabeza De Los Padres

Por Amimundo Inc.

"Sociabilizar a un niño es enseñarlo a obedecer; no obligarlo a obedecer"

 


El placer que se recibe por la carga afectiva de lograr aceptación, simpatía, valoración, el aplauso de los demás, es tan grande que el dolor que impone el sacrificio de dejar de ejecutar actos, rotulados como "malos" y que también lo provocan, pasa desapercibido, no se siente, en el climax de la recepción de afecto, por la ejecución de actos buenos.


El hombre busca la aceptación, la valoración, el aplauso de los demás por la gran carga de afectos que recibe.


La costumbre es la forma de actuar y de reaccionar, de una comunidad determinada
, ante una situación o estímulo. Es la tradición de los pueblos. Actuar, de acuerdo a esas tradiciones, da los parámetros de lo que es "normal", de lo que es bueno, de lo que es malo. Es la moral de esa comunidad. Toda actividad individual, contraria a esas normas, es rechazada. Sólo se acepta y se aplaude lo tradicional, lo establecido.

Cuando rechazamos un acto inmoral, sin la debida carga de afectos, compensatoria del dolor que estamos ocasionando, (comprensión, explicación del problema, medidas alternas, etc.) estaremos formando para la delincuencia.


Suprimir el placer causa dolor
. Los niños y adolescentes no están formados. Nacen sin criterios morales. Las costumbres, las tradiciones, es decir, la moral de los pueblos, las "fabrica" el hombre. No viene en el "programa" que nos da la naturaleza cuando nacemos. Tenemos que enseñar, con amor, el beneficio de respetar los criterios morales, los imperativos sociales. Si no es así, estaremos formando para la delincuencia.

Los jóvenes que se dedican , sin ningún reparo a delinquir
(robos, drogas, prostitución, atracos, violaciones, etc.) tienen, más o menos, la misma estructura afectiva que los demás de su edad. La diferencia está en que, a unos se les inyectan criterios morales y a otros no. Son "analfabetos funcionales", en muchos casos.

Los padres que no tienen ninguna formación
no enseñan a sus hijos los beneficios de desarrollar los valores humanos que, definitivamente, son necesarios para elevar la autoestima. Estos jóvenes sienten que no valen nada. Se creen basura. Por proyección, no valoran a los seres humanos que les rodean.


Los principios morales, el respeto a las costumbres y tradiciones, inculcadas, desde la niñez con amor y dedicación, marcan la diferencia entre uno y otro.

El sentido del honor, el amor al trabajo, la confianza y seguridad en uno mismo, la preparación personal para desempeñar un papel en la comunidad, la interacción afectiva con hermanos, amigos y compañeros con buena orientación; en fin, el desarrollo basado en ejercitar, con supervisión, los valores humanos, es fundamental para encauzar, por caminos diferentes, a estos jóvenes que sufren y que son una "bomba de tiempo" para la sociedad que los tiene insertos en su seno y
que los rechaza.

Estudios serios demuestran que el 40% de nuestros niños, niñas y jóvenes son proclives a la delincuencia.¡Son cifras alarmantes!.

Necesitamos fomentar grupos, asociaciones de jóvenes que practiquen el servicio a los demás y que, sobre todo, estén dirigidas (las asociaciones) por personas adultas, de probada capacidad para ejercer este trabajo tan delicado.
Nuestros niños, niñas y jóvenes deben ser embridados por el amor; pero con firmeza, con la fuerza de la moral, las costumbres de las comunidades en donde viven.

No pretendamos resolver el problema. Intentemos bajar los índices de proclividad a la delincuencia y a los vicios.

Nadie confía en un delincuente.
Nadie confía en un adicto. Nadie cree en su sinceridad. Nadie le da trabajo en su negocio o fabrica. Son falaces.
Mienten porque temen a la sociedad que los rechaza. Se acorazan. Se defienden de todo y de todos y dan, sincero afecto, únicamente, a sus compañeros de actividad delictiva. Pueden conversar con ellos, de todo, sin temor a que los denuncien. Pueden dialogar entre sí, libremente, del "pequeño mundo" que les rodea, del pequeño mundo que se han construido a su alrededor. "El atraco...,el ácido nuevo que usa fulano que deja ciega a la víctima"... "voy a cortar a mengano"... la vida en la cárcel, la corrupción policial, el dinero que hay que buscar para sacar a un compañero de prisión, el tumbe que le dieron al amigo,etc., son de las más socorridas frases que se escuchan en ese ambiente endiablado.

Este mundo se hace tan normal que, los padres de estos jóvenes, aún sin estar de acuerdo con la actividad delincuencial de sus hijos,
copian su lenguaje y hablan de estas cosas, con la mayor naturalidad.

Ese es uno de los grandes peligros y dificultades que se tiene para el rescate de los niños y adolescentes, insertados en este ambiente malsano.

Marginémoles de ese entorno dañino.
Mostrémosles los pláceres de una vida diferente. Que frecuenten otros lugares, personas e instituciones divorciadas de esa cotidianidad excecrable y abominable.

Proscribamos ese mundo con
amor, con buenos ejemplos y lo lograremos!!

Inmensa satisfacción nos ha dado el haber liberado, ya, a unos cuantos de esos muchachos, de esas cadenas antisociales.
Sabemos que es una tarea harto difícil; pero no imposible!
. Ellos quieren salir del "hoyo", en el que han caído; no saben como o son abúlicos. Es lo único que saben hacer. No quieren abandonar su "modus vivendi" porque sienten placer al escuchar los halagos de sus compañeros cunao cometen actos delictivos. Eso los margina del verdadero placer, engañados por los alegrones que proporcionan las deformaciones que han sufrido en su sistema afectivo.

Todos somos responsables de este problema: padres, madres, familiares, maestros, vecinos y, sobre todo, el ESTADO que no tiene políticas apropiadas para enfrentar esta anomia.
No hay voluntad política para resolver el conflicto porque se desconoce la magnitud del mismo o porque no hay interés en acabar con el mal.

En sociedades como la nuestra, que padecen una inversión de valores tan grande, ha surgido una casta muy poderosa: "los delincuentes de cuello blanco".
Mejoremos eso. Mejoremos la calidad de nuestras familias. asesorémoslas. Es la salida.

"La paz de un hogar se fundamenta en la profundidad de la interdependencia afectiva entre padres, madres e hijos"
Amimundo Inc,.