ACTUALIDAD DE LOS PADRES DEL DESIERTO

 

 

Sinceramente hay que alegrarse y alabar a Dios al ver que en nuestros días, paralelamente al resugimiento de los estudios de los Padres, crece también el interés por los estudios ascéticos y monasticos.

 

     El desierto no solamente fue la universidad de los estudios teológicos, sino también el laboratorio en que miles de almas recibieron el sabio amaestramiento que les convirtió en el móvil de su vida. Y este conocimiento, adquirido al vivir en el desierto, fue una fuerza vital inmensa que empapó todo el mundo de entonces.

 

     En nuestra época, después de siglos de desorientación antropológica, empieza de nuevo la bús-queda de la calidad de vida perdida. Si para muchos esta búsqueda es de tipo horizontal, no faltan algunos privilegiados que prefieren la vida celestial. Muchos eligen o, mejor dicho, son elegidos por Dios `para el desierto. El dardo espiritual que penetra de nuevo, a través de la oración, es el misterio de la Palabra encarnada y, como una endoscopia en los abismos de la conciencia. Hay que esperar ahora que broten de dichas obras las riquezas que ayudaran al hombre a encontrar una calidad de vida solo aparentemente perdida.

 

     Por todo esto se alegra el creyente moderno y alaba al Señor cuando se da cuenta del despertar monástico y ascético.

 

     Este pequeño libro después de muchas e importantes publicaciones, puede hacernos comprender lo que nos ha de proporcionar este despertar; es una breve presentación de las sentencias de los antiguos Padres sobre dos pecados muy similares entre si y también muy difundidos: la maledicencia y la critica

 

     Antes de ponernos a la escucha devota, como estudiantes voluntariosos, de la sabiduría de los grandes Padres del Desierto, que han aprendido y sufrido las cosas divinas, son necesarias algunas explicaciones

 

     Vivimos en una época en que la crítica es una realidad cotidiana y aparece no solo como algo útil, sino incluso necesario. Nuestra misma vida esta orientada hacia el juicio y la crítica: en el ámbito artístico es indispensable la presencia de los críticos, la administración de la justicia se basa en el juicio; cualquier tipo de examen requiere un criterio de valoración, y todas las relaciones interpersonales exigen juicio y atención

 

     Se podía objetar que el argumento de este libro no es adecuado para la época en que vivimos o que la problemática que deriva de el puede desorientar al creyente y hacerle incapaz de comunicarse con el prójimo y privarle del amor hacia lo nuevo. Privado de la critica, seria incapaz de testimoniar al mundo y de ayudar a la sociedad

 

     Afirmar que el juicio es un acto útil y necesario para la sociedad contemporánea no significa, sin embargo, justificar cada una de sus formas.

 

     La Patología del juicio es muy compleja: la meticulosidad, la maledicencia, la mentira, el falso testimonio, la calumnia, son algunos de los síntomas clínicos. Y estos síntomas pueden multiplicarse sin ninguna dificultad. La consecuencia directa es que el juicio no es un acto independiente de la psicología de la persona, y hablar de él no es algo que pueda desorientar al creyente.

 

     Pero el análisis que hacen los Padres y se presentan en este libro no se refieren a las cosas de este mundo, sino a la verdadera vida del hombre, a su relación con Dios.

 

     En el caso de que un monje lleve el peso de alguna responsabilidad (por ejemplo que sea un abad ) se le reconoce entonces el derecho de expresar juicios y de tomar decisiones, pero este derecho no atañe a su persona, sino a su función. Macario de Egipto ( + 300 aprox ) aconseja:

"Aprended a ser dignos de la función de abad, si la revestís: ordenad y aconsejad a las diaconias (los servicios. N del T) castigad cuando haga falta, controlad cuando sea necesario, consolad, como los apóstoles, cuando sea provechoso. Hágase todo esto para que no suceda que vuestra bondad o humildad sean causa de perdición en la relación entre el abad y los monjes en los monasterios, donde reinaría enseguida la confusión mas total. Dentro de vosotros, sin embargo, consideraos los humildes servidores de vuestros hermanos. Así pues, como buenos pedagogos a los que ricos señores encargan la educación de sus hijos, cuidaos amorosamente de instruir a cada hermano en las buenas obras. Por toda esta fatiga vuestra, Dios ha prometido una gran recompensa que no os será quitada jamás".

 

     Sobre el mismo tema, Basilio el Grande  ( + 330 aprox ) en su obra titulada ¡¡ Reglas detalla-das!! Se pregunta "¿ Es grande el pecado del abad que no controla el pecado de los monjes?" y a continuación responde "Como quiera que en el abad esta puesta toda la confianza de los monjes, y habrá de responder por ellos, su deber es controlarlos. Sepa, pues, el abad que si un hermano peca sin que el superior le haya informado jamás sobre la Ley de Dios, o si este hermano persevera en el pecado sin saber como corregirse, se le pedirá entonces al abad la sangre de aquel hermano, según esta escrito en la Biblia. Y si el abad no enseña la voluntad de Dios, no por ignorancia sino por propia voluntad, no importándole los pecados de los hermanos y destruyendo el orden que reina en la vida monástica, será mucho peor, entonces, el castigo para ese superior"

 

     La responsabilidad espiritual (que admite también la critica o la condena ) regula la vida del convento, allí donde cada hermano se siente en comunión con su prójimo. He aquí lo que continua diciendo Basilio el Grande "Todo pecado se ha de declarar al abad: o por el mismo pecador o por el que haya visto cometer el pecado, como ha ordenado el Señor, cuando no se haya podido corregir al pecador. Si la maldad se silenciase, la enfermedad no se curara. De la misma manera que no llamamos bueno al medico que deja el mal en el cuerpo , sino que, con dolores e incisiones, lo saca a la luz; o el que, con el vomito vence la enfermedad; o el que con el hallazgo del origen del mal, hace que la cura sea eficaz; de la misma manera no podemos llamar buen medico al que esconde el pecado, favoreciendo de esta forma el que el enfermo se muera".

 

     Esta responsabilidad espiritual se extiende a toda la Iglesia. Véase a propósito de esto, el párrafo conclusivo "Cuando esta permitido el juicio"

 

     Es también fundamental el consejo de Basilio el Grande, que nos ayuda a distinguir el juicio que tiene como fin la responsabilidad espiritual del que solo tiene como objetivo la satisfacción personal. Algunos pensamientos del gran jerarca, confiados al obispo Patrófilo, nos muestra que el mismo evitaba el juicio cuando éste no hacia falta "Quienes son los que se han reunido, como han sido ordenados sacerdotes, de que vida precedente han llegado al poder, es algo que no me corresponde a mi. He aprendido a rezar y a no contar a otros las acciones de los hombres. Tu bus-caras y aprenderás, pero si no llegases a alcanzar, has de saber que no podrás escapar jamás de la atención del Señor"

 

     Estas pocas citas bastan para demostrar cuanto pueden iluminar las enseñanzas de los Padres del Desierto al hombre contemporáneo y contribuir a una mejora de sus relaciones interpersonales. Esto no quita que poner en practica estas enseñanzas sea difícil y requiera sufrimientos y perseverancia. La causa de esto es nuestra debilidad humana pero, sobre todo, el modo inadecuado con el que han sido propuestas.

 

     El que ha recogido el material que aquí se ofrece, asume la culpa y pide perdón, pero se encuentra también en la misma situación del lector, principiante y aprendiz de las palabras de vida de los Padres. Quizás nos aliente en este difícil camino de convicción de que los Padres, cuando estaban con vida, ayudaron con la oración y con su misma presencia a que miles de personas encontraran la vía justa; y con mucha más razón ahora, que están cercanos a Dios, sostendrán a todos aquellos que pidan su ayuda para la mas hermosa lucha que el hombre puede sostener: la recuperación de la antigua belleza espiritual.

 

     Termino esta introducción dando gracias públicamente a mi colega el profesor P. Pasko, que me ha permitido entrar en el “paraíso” de un inédito códice ascético del que está haciendo la edición critica, y a mi amigo filólogo el profesor K. Kiriakidis, que ha tenido la bondad de leer el manuscrito para velar por el lenguaje.  

                                                                             EL AUTOR