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Un posible mundo perfecto:
un análisis del argumento
antiteísta basado en el problema del mal

por John Gay

Introducción

"No creo en un Dios porque hay tanto mal y sufrimiento en el mundo." Este es un argumento que oímos frecuentemente. Se cree que la existencia del mal y del sufrimiento refuta la posibilidad de la existencia de Dios. ¿Hay una forma más sucinta de enunciar el argumento? Considere lo siguiente:

El argumento anti-teísta basado en el problema del mal reformulado:
No debe existir un Ser perfecto porque nuestro mundo es imperfecto

Tres Elementos Intrínsecos al Argumento

Al examinar el argumento, notamos algunas cosas que son verdaderas de la persona que lo presenta.

(1) La primera tiene algo que ver con el deseo. Es intrínseco a este argumento, para la persona que lo ofrece, el deseo de un mundo perfecto. Está [implícito] el deseo legítimo de parte del argumentador de un mundo libre de autos que explotan, de disparos a mansalva, terrorismo, plagas, injusticia, robos, hambre, racismo, defectos de nacimiento, desastres naturales y cosas parecidas.

(2) El segundo elemento intrínseco al argumento es éste: La persona que lo da puede imaginarse un mundo perfecto. Para el argumentador, hay un mundo imaginado que difiere de nuestro mundo real (el mundo "imperfecto" que genera la discusión). Este mundo imaginado es un mundo "perfecto" porque debe estar, por implicación del argumento, libre de todo lo que hace que este mundo sea imperfecto. Cualquier cantidad de mal y sufrimiento (aun una cantidad pequeña) podría ser usada para argumentar en contra de un Dios perfecto que es un Gobernante perfecto del universo.

En consecuencia, el argumentador debe tener alguna idea de cómo sería un mundo perfecto. ("La razón por la que sé que hay un mundo imperfecto es que puedo imaginarme un mundo perfecto.") Si él/ella no la tuviera, entonces no sería usado como argumento un mundo imperfecto. Es el concepto mental de un mundo perfecto (yuxtapuesto al mundo imperfecto en el cual vivimos) que alimenta este argumento. "Puedo imaginarme un mundo perfecto. Este no es un mundo perfecto. Por lo tanto, un Ser perfecto no existe. Porque si tal Ser realmente existiera, éste sería un mundo perfecto."

(3) Debemos darnos cuenta que el argumento (mencionado al principio) muestra que la persona (el argumentador) realmente desea y puede imaginarse un mundo perfecto. Eso no es todo, porque el argumento también muestra que, según el argumentador, es posible un mundo perfecto.

Si yo dijera, "Yo no creo en buenos directores porque todas las películas que veo son malas," demuestra obviamente que creo que las buenas películas son posibles. Si no creyera que las buenas películas son posibles, tendría que cambiar mi argumentación a, "No creo en buenos directores porque no son posibles las buenas películas." En relación al problema del mal, el argumento sería, entonces: "No creo en un Ser perfecto porque no es posible un mundo perfecto" - pero ése no es el argumento utilizado.

Si no fuera posible un mundo perfecto en la mente del argumentador, no sería presentado un mundo imperfecto como un argumento en contra de la existencia de Dios. El argumento gira alrededor de la existencia de nuestro mundo imperfecto, un contraste con un mundo más perfecto. Sería algo así como decir, "No creo en Dios porque no hay triángulos de cuatro lados." Si sólo fuera posible un mundo imperfecto, Dios estaría siendo hecho responsable de una imposibilidad. Se esperaría que lograra un mundo perfecto, un mundo que no sería posible. Obviamente, según la implicación del argumento, el argumentador cree que es posible un mundo perfecto.

Al examinar el argumento en contra de la existencia de Dios debido a nuestro mundo imperfecto, descubrimos tres creencias significativas para los que presentan el argumento y que son intrínsecas al argumento mismo:

  1. Un mundo perfecto es deseable.

  2. Un mundo perfecto es imaginable.

  3. Un mundo perfecto es posible.

¿La Posibilidad de un Mundo Perfecto?

Debemos ponernos a pensar. ¿De dónde provienen este deseo, esta imaginación y esta creencia en la posibilidad? Podemos entender el deseo y la imaginación de un mundo perfecto. Lo que es más difícil de entender, sin embargo, es por qué pensaríamos que es posible. Por ejemplo, podría desear volar como un pájaro. Hasta podría imaginarlo en mi mente. Pero ¿podría pensar que sería posible? No. ¿Deseable? Sí. ¿Imaginable? Sí. ¿Posible? No.

No obstante, es ahí donde nos encontramos. Sea que las personas se den cuenta o no, cualquier argumento en contra de la existencia de Dios que use a nuestro mundo imperfecto como prueba sugiere que el argumentador piensa que un mundo perfecto es posible. Dios no sería cuestionado por una imposibilidad. En efecto, los argumentadores están diciendo, volviendo atrás al ejemplo anterior, "Un buen director [Dios] no debe existir porque no hay buenas películas [vivimos en un mundo imperfecto] - y porque creo en la posibilidad de buenas películas [la posibilidad de un mundo perfecto]."

La Gran Ironía

A menudo, las personas que usan el problema del mal como argumento anti-teísta son también personas que creen que Dios es simplemente un invento de la mente humana. (Dios como invento es el punto de vista de la psicología moderna y de gran parte de la filosofía.) Pero he aquí el truco: Sea que estas personas se den cuenta o no, están argumentando que es posible un mundo perfecto (está implícito en su argumentación, como se demuestra más arriba). Si un Ser perfecto es un invento de la mente humana, entonces ¿no lo sería también un mundo perfecto? Si es así, entonces el argumento anti-teísta queda destrozado, se ha vuelto inerme, porque una premisa necesaria de la discusión - que un mundo perfecto es posible - es simplemente un invento humano.

En un mundo puramente materialista, uno donde no se necesita de un Dios, uno en que todo es causado por el azar fortuito más el tiempo, ¿por qué pensaría alguien que un mundo perfecto es posible? Y, sin embargo, eso es lo que piensa la gente. Eso es lo que piensan los ateos que usan el problema del mal como un argumento anti-teísta. Como hemos visto, el argumento gira alrededor de la posibilidad de un mundo perfecto. Sin ese posible mundo perfecto, estamos pidiéndole a Dios que sea responsable por una imposibilidad. ("No creo en Dios porque no hay triángulos de cuatro lados.")

Pero ¿acaso no es un mundo perfecto una aseveración igual de grandiosa como un Ser perfecto? Podríamos dar un paso más: ¿Acaso no es la aseveración del ateo (sea que se dé cuenta o no) que un mundo perfecto es posible todavía más escandalosa que la aseveración del teísta de que un Ser perfecto es posible? ¿Por qué, si todo es azar fortuito más tiempo, creería alguien alguna vez que los volcanes, los huracanes y los otros desastres naturales, junto con los males causados por la humanidad, habrían de cesar alguna vez, ya que el universo es simplemente caótico? No obstante, el ateo que usa el problema del mal como un argumento anti-teísta está diciendo justamente eso: Un mundo no-caótico, no-malo es posible. Y, porque ese mundo es posible, el hecho que nuestro mundo no sea así ahora es prueba de que no hay Dios. En esencia, lo que se está diciendo es lo siguiente, "Yo no creo que los buenos directores de película existan, pero creo en la existencia de buenas películas." Esperaríamos encontrar que un mundo perfecto sea parte de un paradigma teísta, pero no de un paradigma no-teísta. Y, sin embargo, para aquellos que usan el argumento anti-teísta mencionado más arriba, lo es.

¿Traerá la Evolución un Mundo Perfecto?

Alguien podría argumentar que el mundo se está convirtiendo en una "buena película" sin la necesidad de un "buen director" - que el mundo se volverá un mundo perfecto por su cuenta. Pero si uno mira las estadísticas, uno notará que nuestro mundo actual se está volviendo más caótico, no menos. No se está dirigiendo hacia la perfección, sino más bien se está alejando. El universo está en un estado de descomposición, no de auto-reparación. Y entre la humanidad hay más guerras, más hambre, más crímenes - a pesar del crecimiento del conocimiento y de la tecnología.

La naturaleza ha demostrado ser mucho más poderosa que la humanidad. Cuando ocurren los desastres naturales, nuestra tecnología no los puede impedir. Estamos teniendo más éxito en registrarlos y en predecirlos, pero no en inhibirlos. ¿Alguna vez tendremos suficiente conocimiento y tecnología como para detener un tifón? ¿Podrá la humanidad alguna vez controlar los vientos? ¿Y qué de la naturaleza humana? A pesar de la tecnología y el conocimiento crecientes, la humanidad sigue siendo tan malvada como siempre. Somos tan codiciosos y egoístas como siempre. La tecnología simplemente nos da más herramientas para serlo. No nos impide ser así. En cambio, nos da una capacidad mayor para ser destructivos.

Es una esperanza ciega creer que evolucionaremos hacia un mundo perfecto. Para lograrlo, nuestro mundo tendría que lograr un dominio total sobre los desastres naturales y una erradicación total de todos los males de la naturaleza humana. Requiere fe creer en un Ser perfecto, pero ¿no requiere la misma cantidad de fe, o más, creer en un mundo perfecto generado humanamente, o en un mundo perfecto que nace del azar fortuito más tiempo?

La humanidad parece tener más que una conciencia de Dios. También tenemos una conciencia de un mundo perfecto. El uso generalizado del argumento anti-teísta para el problema del mal lo confirma. En general, la humanidad desea, puede imaginar y cree en la posibilidad de un mundo perfecto. Si la evolución y la humanidad no pueden conducirnos a ese mundo perfecto, nos quedamos sin llegar ahí, o llegamos mediante el poder de un Ser perfecto.

Creenias del Corazón vs. Creencias de la Mente

¿Es posible que el ateísmo, el agnosticismo y aun el panteísmo no comiencen con la filosofía humana? ¿Sino más bien con la elección humana? En otras palabras, nuestras creencias acerca de Dios comienzan en nuestra voluntad, no en nuestro intelecto.

Cuando Pablo (en su carta a los Romanos) hablaba del evangelio cristiano, decía que debía ser creído en el corazón. Es interesante que omitió mencionar la mente en relación con el evangelio. En el pensamiento bíblico, el corazón es el asiento no sólo de las emociones sino de la voluntad. ¿Podría haber querido decir Pablo que creer en nuestros "corazones" es de alguna forma diferente de creer en nuestras mentes?

Es posible que todos los humanos nazcan como teístas. Llegamos al mundo creyendo naturalmente en la existencia de Dios. Para muchos, sin embargo, eso cambia cuando crecemos. ¿Por qué ese cambio?

Cuando somos niños, tenemos un sistema de creencias algo desprejuiciado. Al crecer, esas creencias cambian mediante el prejuicio. Lo que comenzó (cuando éramos jóvenes) como una creencia natural en nuestras mentes "pasa" por nuestros corazones y vuelve de nuevo a nuestras mentes. Es en nuestros corazones (el asiento de la voluntad) donde podemos escoger creer en algo o no. Aun si hemos creído en Dios en nuestras mentes y corazones cuando éramos niños, mediante nuestra propia elección podemos decidir descreer en Dios más adelante. Esta creencia de corazón entonces afecta nuestro intelecto y se vuelve una creencia intelectual. Este ciclo de descreimiento - que comienza en el corazón y que luego se dirige hacia la mente - creo que se encuentra en gran medida en relación a la existencia de Dios. Las personas escogen no creer en Dios. En otras palabras, el rechazo de Dios es inicialmente volitivo y luego se vuelve intelectual.

¿Por Qué las Personas Escogen No Creer en Dios?

Hay numerosas razones intelectuales para no creer en una versión teísta de Dios: el naturalismo, el panteísmo, el deísmo, el problema del mal y otros. Estas, diría yo, sin embargo, son razones secundarias. Debido a que nuestras creencias acerca de Dios (como adultos) comienzan en nuestros corazones y luego influyen en nuestras mentes, las razones mencionadas anteriormente para no creer son secundarias ya que vienen después de otra creencia. La creencia primera es una que nace en el corazón. Es una elección de no creer.

¿Cuál es la principal razón para esta falta de fe? Yo creo que la respuesta es la deidad humana. Queremos ser Dios/dioses. Reconocer al Dios, sin embargo, significa una usurpación de nuestra propia "deidad." Subconscientemente, lo sabemos. Subconscientemente, entendemos que una relación con el Dios verdadero resultará en sujeción, y no queremos ser súbditos, sólo queremos ser reyes. Así que, en vez de tener una relación con el verdadero Rey y convertirnos por lo tanto en súbditos, escogemos permanecer como reyes nosotros. Esta elección es, inicialmente, una traición a nuestras creencias intelectuales (comenzamos con la creencia en Dios); sin embargo, después que se ha hecho la elección de corazón, nuestras creencias intelectuales comienzan a cambiar. Asumimos nuevas creencias intelectuales para corroborar la elección de nuestros corazones de rechazar a Dios.

Aun la teología de obras (la idea de que podemos ganarnos la salvación por medio de las obras) es un intento de la deidad humana. En esencia, es aseverar que estamos al nivel de Dios. Nos merecemos el cielo porque somos lo suficientemente buenos para tenerlo. Dios no podría ni siquiera pensar en dejarnos fuera. Somos demasiado esenciales. Somos Sus pares. Somos Dios/dioses. Pertenecemos ahí. La reencarnación, también, es una forma de teología de obras. La creencia es que, dada la suficiente cantidad de vidas, lograremos con el tiempo la salvación. Con el tiempo, seremos lo suficientemente buenos como para el paraíso. Dios había dejado en claro, sin embargo, que podemos ser lo suficientemente buenos para Él sólo mediante Él (Cristo/la Cruz), no sin Él.

Paraíso, No Dios

Los seres humanos a menudo quieren un paraíso pero no a Dios. Trabajaremos por un lugar en Su cielo pero no queremos conocerlo a Él. Queremos el cielo, pero no queremos tener nada que ver con su principal Residente. ¿Por qué? Porque entonces nuestra propia "deidad" se vería usurpada. Cuando Dios dice, "Dejen de trata de ganarse el cielo y sólo acepten mi regalo de la salvación y lleguen a conocerme," nosotros contestamos (mediante una elección de nuestros corazones), "No quiero conocerte a Ti, pero sí quiero los beneficios de Tu hogar, así que voy a tratar de continuar tratando de ganarme Tu favor. De esa forma retendré mi propio carácter de rey y todavía seguiré recibiendo los placeres del paraíso." La historia de Adán y Eva lo confirma. Querían el paraíso pero no a Dios, y querían convertirse en Dios.

El problema del argumento anti-teísta del problema del mal es simplemente más de lo mismo. Aquellos que subconscientemente desean, pueden imaginarse y creen en la posibilidad de un mundo perfecto (el cielo) igual rechazarán a Aquél que lo ofrece y sin Quien no es posible. El problema del argumento anti-teísta del problema del mal muestra que una persona quiere el paraíso pero no a Dios. Y así, en un intento por "mantener el trono," las personas escogen descreer en Dios en sus corazones (la principal razón para la falta de fe) y reunir luego una munición mental para esta elección. Esta munición intelectual toma la forma de cualquier cantidad de razones (razones secundarias) para no creer en Dios (el argumento anti-teísta del problema del mal es sólo un ejemplo). Estas cortinas de humo son simplemente una justificación de una decisión previa de rechazar a Dios y, en consecuencia, "seguir siendo rey."

El Paraíso Encontrado

La ironía está en que el Dios de la Biblia ofrece compartir Su realeza con aquellos que se sujetan a Él. Al sujetarnos al Rey nos convertimos en co-gobernantes sobre el universo. Cuando lo rechazamos, sin embargo, si bien tal vez podamos seguir siendo reyes en cierto sentido, nuestro "universo" es muy pequeño.

Además, sólo aquellos que se sujetan al Rey obtienen el paraíso. Aquellos que quieren seguir siendo reyes, aunque puedan desear, imaginar y creer en la posibilidad de un mundo perfecto, no lo experimentarán. Dios ha dejado en claro (bíblicamente) que aquellos que lo rechacen no obtienen el paraíso - y no tendríamos que esperar que fuera distinto. ¿Por qué dejaría alguien que uno viva en Su hogar (para siempre) si Él supiera que uno lo odiaba secretamente? Él sabe que aunque uno pudiera pensar que quiera Su paraíso, no sería paraíso para uno. Todo en el paraíso le haría acordar de Él. Todo en el paraíso le recordaría de un Rey que está pugnando por su trono. En este caso no sería el cielo sino más bien una especie de infierno.

C. S. Lewis creía que al final sólo habría dos grupos en la humanidad: 1) aquellos que le dicen (o le hayan dicho) a Dios, "Tu voluntad sea hecha"; y 2) aquellos a quienes Dios les dice, "Tu voluntad sea hecha."

El evangelio de Cristo es la prueba decisiva de Dios para determinar en cuál bando caeremos. El mensaje de Cristo es que podemos ser reconciliados con Dios mediante Cristo, mediante su muerte sacrificial y mediante nuestra confianza en esa muerte sacrificial. El evangelio cristiano es altamente racional. Es una declaración que el Ser perfecto sólo es capaz de una relación perfecta. Logramos esa relación perfecta con Él mediante un apoderado, mediante la obra de otro (Cristo).

El problema surge, sin embargo, no por la base lógica de este mensaje de evangelio sino sobre el desenlace si uno cree en él. Los seres humanos saben implícitamente que la otra cara del perdón es la reconciliación con Dios; pero muchos de nosotros, tal vez la mayoría de nosotros, no queremos ser reconciliados con Dios. La reconciliación significa la usurpación de nuestro trono, así que ¿por qué tendríamos que estar interesados en el perdón de pecados? No queremos ser perdonados porque no queremos el resultado de ese perdón. No queremos paz con Dios principalmente porque no lo queremos a Dios. Por lo tanto, la cruz de Cristo pierde su significado. Tiene significado sólo para aquellos que ya han decidido renunciar a su propio carácter de reyes y a su "deidad," y que entonces son liberados para sujetarse ante Quien es el verdadero Dios y Rey.

John Gay es un graduado de Dallas Theological Seminary y de University of Texas.