SER Y QUEHACER DE LA CATEQUESIS
por Javier González Ramírez, Pbro.
(Tomado del libro del mismo nombre, CELAM, Colección Autores n.
25, 1999 págs. 91-126.)
En sintonía con la finalidad de la catequesis que hemos
descrito, es decir, con el perfil de la persona madura en la fe y con los rasgos
esenciales de la comunidad cristiana madura, nosotros consideramos que las
tareas fundamentales del ministerio catequético son:
- promover a la persona en su plenitud humana (dimensión humana),
- iniciar en el conocimiento orgánico y significativo del mensaje evangélico
(dimensión cognoscitiva de la fe),
- educar a la celebración de la fe y a la oración (dimensión
litúrgica-oracional de la fe),
- educar a los valores, actitudes y comportamientos evangélicos (dimensión
moral de la fe),
- educar a la vida comunitaria y a la corresponsabilidad eclesial (dimensión
comunitaria-eclesial de la fe),
- y educar al compromiso social liberador (dimensión social-liberadora de la
fe).
Esta propuesta de formulación toma en cuenta dos aspectos
importantes: al catequizando como persona (primera tarea) y la totalidad de las
dimensiones de la fe (las otras cinco tareas). La catequesis, de esta manera,
tiene el cometido de ayudar a los catequizandos a crecer como personas y como
creyentes, en todos los aspectos y dimensiones de la existencia
humana.
A continuación explicaremos brevemente el sentido y el alcance
de cada una de estas tareas de la catequesis.
- Promover a la persona en su plenitud humana
Hemos afirmado en la páginas anteriores que la persona madura
es aquella que time una personalidad equilibrada y armónica y que uno de los
rasgos de la comunidad madura es la "calidad humana". Consecuentemente, la
catequesis tiene la tarea de promover en cada catequizando su crecimiento humano
integral hasta llegar a la plenitud de su dimensión humana.
A través de este cometido, la acción evangelizadora ayuda a
cada hombre y a cada mujer a valorar su dignidad humana, a tomar conciencia de
sus capacidades y habilidades, a despertar y desarrollar sus valores más
humanos, y a situarse de una manera positiva, crítica y responsable ante sí
mismo, ante los demás, ante la realidad socio-cultural y ante Dios. La
catequesis, en definitiva, ayuda a "crecer en humanidad", es decir, a "ser más
persona".
Orientaciones sobre esta tarea
- Una formación humana integral y armónica. La acción catequizadora está llamada a ofrecer a los catequizandos una
formación humana integral: que abarque todas las facultades de la persona
(corporeidad, inteligencia, afectividad, voluntad y operatividad); que
contemple todas las relaciones en las que el ser humano está necesariamente
colocado ( relaciones consigo mismo, con el mundo físico o naturaleza, con los
demás y con Dios); que incluya todas las dimensiones de la formación humana
(dimensión psicológica, socio-comunitaria y trascendente); y que integre los
elementos esenciales de la personalidad humana (la aceptación de sí mismo, la
autonomía personal, el control de la vida emotiva, la fuerza de voluntad, la
integración de la sexualidad en la dinámica del amor, la relación positiva con
los demás, la eficiente percepción de la realidad, la capacidad de proponerse
metas, la vivencia de valores y la capacidad de amar y de servir). Esta
formación humana integral exige el desarrollo armónico y equilibrado de todas
las facultades del ser humano y de todos los elementos que configuran su
personalidad.
- Formar en los valores humanos. La
persona madura vive de valores. Por eso, la catequesis tiene la tarea de
educar en los valores humanos. Este cometido implica lo siguiente: una
conscientización sobre la importancia de los valores en la vida humana; una
motivación personal que lleve a un convencimiento fundado; la interiorización
y asimilación profunda de ellos; y, por último, la realización y puesta en
práctica de los valores humanos en la vida ordinaria. En nuestros días es muy
importante la educación de algunos valores humanos. Entre otros, señalamos los
siguientes: la responsabilidad, la laboriosidad, la honradez, la sinceridad,
la generosidad, el servicio, la sociabilidad y la alegría.
- La formación humana, una tarea permanente. La madurez humana no se logra completamente y de una manera perfecta
en ningún momento de la existencia humana. Por eso, hay que tener siempre en
cuenta que la formación humana es, en sí misma, una realidad dinámica, un
estar llegando sin nunca arribar, algo siempre por hacer, un camino por
recorrer, una construcción permanente y, por consiguiente, una tarea de toda
la vida.
- Conocer el mensaje cristiano
En el ámbito de la fe cristiana, la catequesis tiene la tarea
de ayudar a las personas a conocer y profundizar el mensaje evangélico. El
Directorio General para la Catequesis expresa este cometido catequético con las
siguientes palabras:
"La catequesis debe conducir... a la
"comprensión paulatina de toda la verdad del designio divino", introduciendo a
los discípulos de Jesucristo en el conocimiento de la Tradición y de la
Escritura". (n. 85).
A través de esta tarea, la catequesis ayuda a los catequizandos
a conocer las verdades nucleares del mensaje evangélico; a formular una síntesis
de la fe; a crear un marco doctrinal coherente, al cual puedan ellos referir su
existencia humana; y, lo más importante, a dar razones de su fe y
esperanza.
Orientaciones sobre esta tarea
- Una síntesis elemental de la fe cristiana. La catequesis, en la realización de esta tarea, ofrece a los
catequizandos los contenidos básicos de la fe. Se trata, por consiguiente, de
un conocimiento sintético más que analítico o extensivo.
- Un conocimiento orgánico y significativo. Orgánico porque ofrece una síntesis coherente del mensaje evangélico,
articulado en torno al núcleo central de la fe, que es Jesucristo.
Significativo porque dicho mensaje ilumina, orienta y da sentido a la vida de
las personas.
- El contenido del mensaje evangélico se inspira en la
Escritura y en la Tradición. La fuente de donde la
catequesis toma su mensaje es la Palabra de Dios, transmitida mediante la
Tradición y la Escritura. Por lo tanto, la acción catequizadora tiene la tarea
de iniciar en el conocimiento y la lectura eclesial de la Sagrada Escritura;
para ello ha de iniciar en el conocimiento de las grandes etapas de la
Historia de la Salvación (el Antiguo Testamento, la vida de Jesucristo y la
historia de la Iglesia) y ha de capacitar para la lectura, interpretación y
actualización de las páginas fundamentales de la Biblia. La catequesis también
ha de iniciar en el conocimiento de la Tradición viva de la Iglesia: enseñanza
de los Padres de la Iglesia, enseñanza del Magisterio oficial, reflexiones de
los teólogos, liturgia de la Iglesia, testimonio de los santos,
etc..
- Jesús es el centro de la vida y del mensaje
cristiano. En el centro de la enseñanza cristiana está
la persona de Jesucristo y su obra salvadora. Cristo es el centro de la
historia de la salvación y de la humanidad entera. Él es el eje central del
mensaje cristiano. En él comprendemos el misterio trinitario de Dios, así como
el misterio del hombre, del mundo y de la historia.
- Conocer y profundizar el "Credo" o "Símbolo de la
Fe". El "Credo" es la expresión viva de la fe de la
Iglesia y, a la vez, la síntesis de la Escritura y de los contenidos
fundamentales del mensaje revelado. La catequesis tiene el cometido de
explicar y dar razón de los acontecimientos y verdades esenciales que se
expresan en el Símbolo apostólico.
- El Catecismo de la Iglesia Católica, instrumento
referencial para la presentación del mensaje evangélico. Es una referencia doctrinal indispensable para presentar una síntesis
orgánica de los contenidos esenciales de la fe cristiana. Esa es su finalidad
y su naturaleza o carácter propio. El Catecismo de la Iglesia Católica se
convierte, por lo tanto, en un instrumento valioso para el ministerio
catequético por el servicio que ofrece: ayudar a que el anuncio del Evangelio
y la enseñanza de la fe se realicen con total autenticidad.
- Integrar la dimensión cognoscitiva de la fe en el proceso
total de maduración cristiana. Aunque la catequesis no
se reduce a una enseñanza doctrinal, sin embargo no hay que subestimar la
dimensión cognoscitiva de la fe, la cual adquiere hoy vital importancia por
las siguientes situaciones: la acentuada ignorancia religiosa en la mayoría de
los católicos; la confusión y dudas provocadas por las sectas protestantes y
los nuevos movimientos religiosos; la ausencia tanto de un cuadro doctrinal
referencial como de una síntesis de fe y de una jerarquía de verdades en los
fieles cristianos. Por otra parte, aunque sea importante y no podamos
prescindir de esta dimensión de la fe cristiana, hay que subrayar también que
"el conocimiento de la fe no es un objetivo en sí mismo, sino que cobra
sentido si está en función de una maduración de la actitud de la fe".
Por eso, es necesario saber integrar esta dimensión noética "en el proceso
educativo de la maduración de actitudes de fe, con el fin de afianzar
convicciones, reforzar motivaciones, y dar repuestas a los interrogantes y
problemas de la vida".
3. Educar a la celebración de la fe y a la oración
Juan Pablo II señala atinadamente que "la catequesis se
intelectualiza si no cobra vida en la práctica sacramental" (CT 23). Por eso, en
íntima conexión con la formación doctrinal está la formación en la experiencia
cristiana, a través de la celebración y de la oración.
La fe es verdadera cuando se conoce, se expresa en la
celebración y se manifiesta en el testimonio de vida. De ahí que la catequesis,
además de iniciar al conocimiento vivo y significativo del misterio de Cristo,
tenga también la tarea de ayudar a los catequizandos a celebrar y contemplar
dicho misterio. El antiguo Directorio Catequístico expresaba así este cometido
catequético:
"La catequesis debe ayudar a una participación activa,
consciente y genuina en la liturgia de la Iglesia. Debe también educar a los
fieles para la meditación de la Palabra de Dios y para orar en privado"(DGC
25).
A través de esta tarea, la catequesis proporciona una
comprensión y vivencia más profunda de la liturgia y de los sacramentos, educa a
una participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas, y
educa a una actitud orante y contemplativa.
Orientaciones sobre esta tarea
- Formación para la liturgia. La
catequesis, en primer lugar, está llamada a ayudar a los catequizandos a
comprender la naturaleza de la liturgia y su importancia en la vida de la
Iglesia. Para ello, ha de insistir en que la liturgia no se identifica con el
culto, las ceremonias y los ritos religiosos, ya que es, sobre todo, la
celebración y expresión de la acción salvadora de Jesucristo en el "hoy" de la
comunidad cristiana. La liturgia, por consiguiente, no es tanto el culto
que el hombre tributa a Dios, sino la manifestación y realización de la acción
salvadora de Cristo en la Iglesia. Por otra parte, también se ha de subrayar
la importancia de la liturgia, recordando las pautas orientadoras del Concilio
Vaticano II, el cual afirma, por un lado, que "la sagrada liturgia no agota
toda la actividad de la Iglesia" (SC 9), y, por el otro lado, que "es la
cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y al mimo tiempo la fuente
de donde mana toda su fuerza" (SC 10).
- Formación para la celebración litúrgica. En las celebraciones litúrgicas se hace presente y se actualiza la
acción salvadora de Jesús. La catequesis tiene el cometido de iniciar en el
conocimiento, participación y vivencia de estas celebraciones, especialmente
en la celebración eucarística. Esta tarea, entre otras cosas, incluye lo
siguiente: comprender bien el sentido de las celebraciones (qué se celebra,
por qué y para qué se celebra, cómo se estructura la celebración y qué
elementos intervienen, por qué y para qué se realizan tales gestos simbólicos,
etc.); capacitar para la participación plena, consciente y activa; y educar en
las actitudes básicas que exigen dichas celebraciones (la capacidad de
reunirse y celebrar juntos, la actitud de fiesta, la escucha atenta de la
Palabra, el silencio meditativo, la alabanza y acción de gracias, la
sensibilidad a los símbolos y signos, la expresión gestual y
corpórea...).
- Educar a la categoría del "tiempo litúrgico" y "tiempo
sagrado". La catequesis ha de ayudar a los
catequizandos a comprender el sentido del domingo como día del Señor, día de
Cristo resucitado, día de la comunidad eclesial, día de descanso y solidaridad
y "día de los días". También ha de ayudar a los fieles a comprender y vivir
intensamente el año litúrgico, que es la forma concreta como la Iglesia
profundiza y vive los misterios de Cristo en el correr del tiempo, mediante
celebraciones periódicas repetidas con regularidad. Dentro del año litúrgico
se ha de enfatizar la Pascua como la "fiesta de las fiestas" del cristianismo
y la cúspide de la vida cristiana.
- Conocer y profundizar los sacramentos de la vida
cristiana. Entre los diversos signos litúrgicos de la
Iglesia, sobresalen los sacramentos, que constituyen la máxima expresión de la
visibilidad de la gracia y actuación salvadora de Jesucristo, y el punto
culminante de la vida de la Iglesia. La catequesis está llamada a dar a
conocer el significado de los sacramentos como acciones eclesiales que
celebran la acción de Dios en la historia, como lugares donde se realiza el
encuentro con Cristo y como anticipaciones proféticas de la utopía del Reino.
De manera especial, la catequesis ha de resaltar el sacramento de la
Eucaristía, por ser el centro de comunión con Dios y con los hermanos, la
máxima realización de la Iglesia y el polo hacia el cual convergen los demás
sacramentos.
- Educar a la oración individual, comunitaria y litúrgica.
"La oración interioriza y asimila la liturgia durante
su celebración y después de la misma" (CEC 2655). Ella es, sin duda alguna, un
momento insustituible en la vida de fe. Por eso, la catequesis tiene la tarea
de desarrollar la dimensión contemplativa de la experiencia cristiana. Este
cometido implica lo siguiente: educar a la oración individual, comunitaria y
litúrgica; iniciar a las distintas formas de oración (alabanza, acción de
gracias, ofrenda, petición, intercesión y perdón); capacitar para las diversas
expresiones de ella (oración vocal, meditación y contemplación); privilegiar
la oración comunitaria basada en la Palabra de Dios (por ejemplo, la lectio
divina) y la oración litúrgica (la liturgia de las horas); capacitar para
la oración diaria en y desde la vida.
- El Padrenuestro, "modelo de toda oración cristiana"
(DGC 85). La catequesis ha de educar a orar con Jesús,
es decir, con los mismos sentimientos con que él se dirigía al Padre. Estos
sentimientos quedan reflejados, de una manera muy especial, en la "oración
dominical" ("oración del Señor"), que es considerada como el resumen del
Evangelio, el corazón de las Sagradas Escrituras, la oración por excelencia de
la Iglesia y el modelo de toda oración cristiana.
4. Educar a los valores, actitudes y comportamientos
evangélicos
La moral cristiana, como la liturgia, es una dimensión y
expresión de la fe. De ahí que la catequesis tenga también como tarea
fundamental el educar a los catequizandos a un comportamiento humano
responsable, inspirado en los valores evangélicos.
Esta educación moral consiste básicamente en asumir el estilo
de vida de Cristo. Dicho con otras palabras: se trata de vivir "hoy y aquí"
las actitudes evangélicas que se desprenden de la práctica liberadora de
Jesús, de sus opciones fundamentales, de sus enseñanzas y ejemplo de vida. El
Directorio General para la Catequesis expresa esta tarea en los siguientes
términos:
"La catequesis debe... inculcar en los discípulos las actitudes
propias del Maestro. Los discípulos emprenden, así, un camino de transformación
interior en el que, participando del misterio pascual del Señor, 'pasan del
hombre viejo al hombre nuevo en Cristo" (n. 85).
A través de esta tarea, la acción catequizadora ofrece unos
principios del actuar evangélico, proporciona un marco referencial moral,
capacita para el discernimiento ético, educa a la asimilación de valores y a la
puesta en práctica de las actitudes y comportamientos específicamente
cristianos.
Orientaciones sobre esta tarea
- Conocer y vivir: conocimiento y vivencia moral.
La iniciación en la vida evangélica no es una
formación intelectual orientada al simple conocimiento de los valores
evangélicos, ya que lo que realmente pretende es la encarnación y vivencia
profunda de esos valores en la vida ordinaria. Consecuentemente, la educación
moral consiste en conocer, asimilar, interiorizar y vivir los valores y las
exigencias que se desprenden del Evangelio.
- Jesucristo: fundamento, referencia y norma de la moral.
Cristo es el fundamento y centro de referencia de la
vida moral. Él es quien revela la voluntad del Padre, la vocación integral del
hombre, el camino y las exigencias que conducen a la "vida nueva". Cristo es
también la norma absoluta y definitiva de lo humano y, por lo tanto, la norma
concreta y plena de toda actividad moral. Por todo ello, la catequesis ha de
acentuar fuertemente que toda vida y exigencia moral se centra en Jesús y que
la vida cristiana no consiste en el cumplimiento formal de unas normas y
leyes, ya que es, sobre todo, vocación al seguimiento de Jesús, participación
y comunión en "la vida de Cristo".
• Ofrecer un marco moral como referencia
permanente del obrar humano. La acción catequística está
llamada a presentar un marco teórico y unos presupuestos básicos de la moral que
sirvan a los fieles como puntos de referencia para sus actitudes y
comportamientos. Entre otros, este marco moral implica los siguientes elementos:
la persona y su dimensión ética (antropología moral); la moral cristiana
entendida como práctica de la fe, siguiendo a Cristo en el servicio al Reino
(cristología moral); la responsabilidad humana, expresada en la opción
fundamental, las actitudes y los actos; los valores y las normas (aspecto
objetivo de la moralidad); la conciencia moral y el discernimiento ético
(aspecto subjetivo de la moralidad); el pecado, la conversión y la
reconciliación.
- Una moral inspirada en las bienaventuranzas y en el amor.
El "Sermón de la Montaña" representa la enseñanza
ética más importante de Jesús y es, por consiguiente, "una referencia
indispensable en esta formación moral" (DGC 85) que ofrece la catequesis. En
el centro del "Sermón del Monte" están las bienaventuranzas, que expresan los
valores más genuinamente cristianos y constituyen el criterio decisivo desde
el cual el catequizando debe realizar sus opciones y decisiones. En el mismo
"Sermón del Señor" se presenta el amor al prójimo como compendio de toda la
ley, síntesis de la vida evangélica, contenido nuclear de la ética moral,
"carta magna de la vida cristiana" (DGC 115) y exigencia moral máxima. De ahí
la fuerte convicción de que la moral cristiana se resume en la práctica del
amor. Las bienaventuranzas y el mandamiento del amor son, pues, la
plenificación del contenido y del espíritu del Decálogo. Por eso, la
catequesis ha de presentar el mensaje moral inspirado y centrado en
ellos.
- Una moral social-liberadora. El
Directorio General para la Catequesis señala que el "testimonio moral, al que
prepara la catequesis, ha de saber mostrar las consecuencias sociales de las
exigencias evangélicas" (n. 85). La educación moral no se queda en un nivel
personal; incluye también la dimensión social-liberadora. Por eso, la
catequesis también está llamada a educar en el conocimiento de los principios
éticos de la Doctrina Social de la Iglesia y en el discernimiento moral sobre
los problemas relacionados con la vida humana, la economía, la política, la
educación, la actividad científico-técnica, la expresión artística, los medios
de comunicación social, la ecología, la paz, etc. De manera especial, la
acción catequizadora ha de educar a los catequizandos en aquellas actitudes
éticas que son necesarias para realizar el compromiso social: la búsqueda del
bien común, la justicia, la opción preferencial por los pobres y la
solidaridad.
5. Educar a la vida comunitaria y a la corresponsabilidad
eclesial
La fe se profesa, se celebra, se expresa y se vive en
comunidad. Por eso, otra de las tareas fundamentales del ministerio
catequético es la educación para la vida comunitaria, la corresponsabilidad y el
compromiso eclesial. A través de este cometido, la acción catequizadora ayudará
a las personas a crecer en identidad, vivencia, compromiso y espíritu
eclesial.
Orientaciones sobre esta tarea
- Educar el sentido de pertenencia eclesial.
Partimos de dos hechos: por una parte, la psicología
social afirma que el "sentido de pertenencia" es un elemento psicológico
importante en cualquier grupo humano, de tal manera que quien no tiene
"conciencia de pertenencia", no tiene ni tendrá tampoco "conciencia de
compromiso". Por otra parte, en la Iglesia se constata claramente que la
mayoría de los fieles tienen un débil o nulo "sentido de pertenencia
eclesial". De ahí el compromiso de la acción catequística de ayudar a los
católicos a que tomen conciencia de que ellos forman parte de la asamblea de
creyentes en Jesucristo y, por lo tanto, son miembros vivos de la
comunidad eclesial y sujetos de derechos y deberes.
- Educar el sentido de comunidad y de participación en la
vida eclesial. A través de la vida grupal (en el grupo
de catequizandos) y de la misma vida parroquial, la catequesis está llamada a
educar el sentido y espíritu comunitario. Entre otra cosas, esto implica:
tomar conciencia de la importancia de crecer y madurar la fe comunitariamente
en el grupo (movimiento o comunidad) y en la parroquia; adquirir las actitudes
que fomentan la vida comunitaria (el espíritu de fraternidad, la capacidad de
comunicación y diálogo, la corrección fraterna, la oración en común, el perdón
mutuo); y participar frecuentemente en los momentos y actividades que
configuran la vida pastoral de la comunidad parroquial (celebraciones
litúrgicas, actividades evangelizadoras, iniciativas formativas, culturales,
recreativas, etc.).
- Educar el sentido de comunión eclesial. La Iglesia es un signo e instrumento de comunión. Para resaltar este
carácter de comunión, la acción catequizadora está llamada a suscitar y
fortalecer: la adhesión filial y el afecto cordial a la Iglesia; la comunión
firme y convencida con los pastores de la comunidad eclesia1; el aprecio a la
tradición viva eclesial; la disponibilidad para acoger las enseñanzas y
orientaciones del Magisterio; el diálogo, la comunicación y la ayuda entre las
distintas comunidades eclesiales...
.
- Educar el sentido de corresponsabilidad eclesial.
La psicología social aporta otro dato interesante:
para alcanzar plenamente el sentido de pertenencia a un grupo o institución,
es necesaria la percepción de desempeñar un rol (tarea o función) al interno
de ella. En esta perspectiva, la catequesis ha de ayudar a los catequizandos a
descubrir que ellos son miembros activos de la Iglesia y que tienen en
ella un lugar reconocido y una "tarea original, insustituible e indelegable"
(ChL 28). Para ello, es necesario: que tomen conciencia de que por su bautismo
y confirmación están llamados a ser testigos del Evangelio; que conozcan los
proyectos, planes y programas pastorales de la Iglesia y se interesen por
ellos; que de acuerdo a sus talentos y carismas, asuman, con un gran sentido
de corresponsabilidad, determinados ministerios y servicios pastorales en
orden a construir una comunidad cristiana más alegre, dinámica y comprometida
en el servicio del Reino.
- Educar para la opción vocacional y ministerial.
Unido al tema anterior, la acción catequizadora ha de
ayudar a las personas a descubrir y vivir su vocación y misión concreta en la
Iglesia y en el mundo. La catequesis, de esta manera, "adquiere el valor de
auténtica orientación vocacional para el descubrimiento y maduración de
los distintos carismas y ministerios al servicio de la comunidad".
- Educar al compromiso misionero. La
Iglesia es por esencia misionera. La acción catequística, por tanto, tiene la
tarea de ofrecer a las personas una formación misionera de carácter básico,
orientada a suscitar el "sentido misionero" y el "sentido de
corresponsabilidad" en la actividad misionera de la Iglesia. Entre otras
cosas, este cometido implica lo siguiente: tomar conciencia del carácter
misionero de la Iglesia; ser conscientes de la necesidad y urgencia de la
"misión ad gentes" en sus distintos ámbitos: territorial
(regiones, países y grupos humanos sin evangelizar), fenómenos sociales nuevos
(globalización, pluralismo, revolución informática...), ámbitos antropológicos
y áreas culturales (cultura urbana, migrantes, grupos marginados, el mundo de
la comunicación, la cultura y las culturas, la investigación científica, las
relaciones internacionales...); tomar conciencia de que "la actividad
misionera es un compromiso básico de todo el Pueblo de Dios" (RM 32); promover
las distintas formas de cooperación y participación misionera; promover
vocaciones misioneras; y, por último, formar "catequistas
misioneros".
- Educar al diálogo ecuménico: formar la mentalidad y el
comportamiento ecuménico. Vivimos en un mundo
caracterizado por el pluralismo cultural y religioso, en el cual la catequesis
tiene la tarea de formar creyentes seguros en su propia fe, que sean abiertos
y respetuosos con las personas que profesan otra religión. Por lo que respecta
a la relación con las otras Iglesias y Comunidades cristianas, la acción
catequizadora ha de proporcionar una formación ecuménica que
contemple los siguientes elementos: enseñanza clara y completa de la fe
cristiana, respetando la jerarquía de verdades y evitando tanto los
reduccionismos como el fácil irenismo; presentación correcta y leal de las
otras Iglesias cristianas, favoreciendo un conocimiento más auténtico y un
aprecio más justo de ellas; explicación clara de lo que nos une y de lo que
nos separa, acentuando más los elementos que tenemos en común; explicación del
movimiento ecuménico (origen histórico y significado actual, fundamentos
doctrinales de la actividad ecuménica, exigencias fundamentales, diversas
formas de unión y colaboración...); capacitación para el diálogo ecuménico y
adquisición de actitudes fraternales, cordiales y respetuosas.
- Educar al diálogo interreligioso. En el contexto multirreligioso que vivimos, la catequesis está llamada a
ofrecer una formación para la coexistencia y el diálogo con los creyentes
de otras religiones no cristianas. Este cometido implica lo siguiente:
escuchar al Espíritu que sopla donde quiere y, consecuentemente, reconocer la
Providencia salvífica de Dios en todo individuo, pueblo, cultura y religión;
conocer y valorar los componentes esenciales de las otras religiones (sus
creencias, tradiciones, ritos y expresiones); descubrir las "semillas de la
Palabra" y discernir "los elementos que entran en confrontación con el mensaje
cristiano" (DGC 200); favorecer las actitudes de comprensión, respeto y
diálogo en orden a una convivencia constructiva; promover la colaboración en
la promoción de valores y proyectos comunes para resolver los grandes desafíos
de la humanidad (paz, ecología, desarrollo, justicia social); llevar la fuerza
transformadora del Evangelio al corazón de las religiones, movidos por la
convicción de que la salvación viene de Cristo y que el diálogo no dispensa el
anuncio misionero; y, por último, profundizar la propia identidad de
bautizados y vivir la fe cristiana con fidelidad y coherencia. En relación a
los llamados nuevos movimientos religiosos, la catequesis tiene también
unas tareas específicas: conscientizar sobre la presencia y difusión de estos
nuevos cultos o sectas; ofrecer una información objetiva de ellos (su origen,
sus rasgos fundamentales, sus doctrinas y prácticas); ayudar a discernir sus
valores y contravalores; y, sobre todo, responder al desafío que presenta esta
"nueva religiosidad" con una renovada acción catequizadora.
6. Educar al compromiso social liberador
La fe cristiana tiene una dimensión y proyección social, ya que
incide directamente en las realidades temporales En otras palabras, la fe tiene
que ver con el pan, la vivienda, el trabajo, la educación, los derechos humanos,
la paz, la justicia, la democracia, la ecología, etc. Por eso, otra tarea
importante de la catequesis es, precisamente, la promoción y liberación
integral de la persona humana y la transformación, a la luz del Evangelio, de
las realidades temporales, sobre todo de las estructuras injustas en que
está basada la actual sociedad. A través de este cometido, la acción
catequizadora ayudará a las personas a formar cristianamente su conciencia
social y a estar capacitados para tener una presencia evangélica (crítica,
liberadora y transformadora) en la vida pública, De esta manera, la
formación social que ofrece la catequesis ha de llevar a la promoción
humana y a la transformación de la sociedad en sus distintas áreas y
campos (familiar, social, cultural, económico y político).
Este compromiso social-liberador es un compromiso netamente
"cristiano". Se funda en la vida y las palabras de Jesucristo que vino a traer
la Buena Nueva a los pobres y a liberar a los oprimidos. Es, por lo tanto, un
compromiso de vivir como hermanos, de promover integralmente a las personas y a
las comunidades, de servir a los más necesitados, de luchar por la justicia y la
paz, de denunciar proféticamente y transformar evangélicamente las estructuras y
situaciones sociales deshumanizantes, de fomentar una actitud crítica que
estimule la búsqueda del bien común, de ser responsables y solidarios en la
construcción de una sociedad que sintonice con los valores del Evangelio y, en
definitiva, de trabajar por los demás y por la sociedad para que surja aquí y
ahora el Reino de Dios.
Orientaciones sobre esta tarea
- Conocimiento crítico de la realidad. La catequesis ha de ayudar a las personas a conocer y analizar
críticamente la realidad social en que viven, con sus condicionamientos
económicos, culturales y políticos. Se trata de descubrir qué es lo que
realmente está sucediendo a nuestro alrededor y por qué está sucediendo, es
decir, cuáles son sus causas, consecuencias y tendencias. Este conocimiento
serio y objetivo conlleva una actitud de sensibilización a la realidad social,
una exigencia de identificación con las situaciones que se van descubriendo y
una interpelación y cuestionamiento a nivel personal, grupal y social. Para
este trabajo de acercamiento crítico a la realidad es indispensable la ayuda
de las ciencias sociales.
Lectura creyente de la realidad. Conocer la realidad es importante, pero no hay que quedarnos ahí. Por
eso, la acción catequística tiene también el cometido de ayudar a los fieles a
leer, juzgar e interpretar los acontecimientos y situaciones sociales con los
ojos de la fe. El Directorio General para la Catequesis se refiere así a esta
tarea: "Es importante, por eso, que la catequesis sepa iniciar a los catecúmenos
y a los catequizandos en una lectura teológica de los problemas modernos" (n.
16). Se trata, en última instancia, de formar "creyentes intérpretes" o
"creyentes hermeneutas" que sepan leer la realidad desde el Evangelio y que
logren hacer la síntesis fe-vida (fe-cultura). Hay que tener en cuenta que la
lectura cristiana de la realidad: es una experiencia contemplativa que
ayuda a los creyentes a descubrir en la vida y en la historia la presencia
activa de Dios y su designio salvífico; es una lectura crítica de la
realidad que cuestiona y juzga las diversas situaciones sociales, señalando lo
que tienen de evangélico (presencia de los valores del Reino) y de
anti-evangélico (los intereses del antireino); y, por último, es también
una práctica profética que impulsa a cumplir con valentía el deber de
denunciar los aspectos deshumanizantes del orden social.
- Descubrimiento y lectura de los "signos de los
tiempos". En relación con la lectura creyente de la
realidad, la catequesis tiene una tarea importante y específica: capacitar a
las personas para que sepan descubrir los "signos de los tiempos", examinarlos
a fondo e interpretarlos adecuadamente a la luz del Evangelio. Este cometido
implica tres pasos: describir aquellos acontecimientos y hechos significativos
que caracterizan nuestra época; discernir evangélicamente estos
acontecimientos, descubriendo en ellos la presencia viva de Dios y su designio
de salvación liberadora; y, por último, dejarse interpelar por ellos y buscar
las acciones pertinentes y adecuadas para actuar pastoralmente. La lectura de
los "signos de los tiempos" nos ayuda a mirar permanentemente la realidad, a
valorar positivamente la historia como lugar de esperanza y a interrelacionar
armónicamente Evangelio con las aspiraciones humanas.
- Conocimiento, difusión y aplicación de la Doctrina social
de la Iglesia (DSI). Es el conjunto de reflexiones
doctrinales que hace la Iglesia sobre las realidades sociales, valorándolas a
la luz del Evangelio y proponiendo principios, criterios de juicio y
orientaciones para la acción. Entendida como la aplicación del mensaje
evangélico a las realidades sociales, tiene hoy una importancia fundamental
por el servicio que ofrece a la evangelización, al diálogo con el mundo, a la
relación fe-cultura, y a la interpretación cristiana de la realidad. Por eso,
la acción catequizadora tiene la tarea de darla a conocer, de transmitirla, de
difundirla y de aplicarla en todos los ámbitos de la vida social.
- Participación activa a través de opciones motivadas por la
fe y de acciones liberadoras y transformadoras.
La enseñanza y difusión de la Doctrina Social de la Iglesia no se ha de
quedar solamente en el nivel de doctrina y de principios; se ha de llegar a la
vida, a la praxis, al testimonio, a las acciones. Por eso, el ministerio
catequético está llamado a suscitar, tanto en los fieles como en las
comunidades, opciones y compromisos concretos que humanicen a las personas,
que eliminen lo que es negación o anulación de la vida y de la dignidad humana
y, sobre todo, que promuevan, inspirados en los valores del Evangelio, el
cambio social. Para ello es importante aplicar una verdadera "pedagogía del
compromiso" que vaya comprometiendo a los catequizandos de una manera gradual
y progresiva hasta llegar a verdaderos compromisos estables que brotan de la
fe. Esta gradualidad exige pasar de acciones meramente asistenciales a
acciones promocionales y liberadoras. También es importante, en esta
iniciación al "compromiso solidario", el detectar aquellos campos de acción
que necesitan una presencia cristiana transformadora y aquellos espacios
sociales en los cuales se pueda vivir la conscientización, la fraternidad y la
solidaridad (voluntariado social, educación liberadora, trabajo en barrios
marginados, colaboración con instituciones que ayudan a personas en
situaciones difíciles como la droga, el sida, etc.).
- Educación de actitudes sociales. Las actitudes son las que generan y orientan las opciones y las
acciones. De ahí que la catequesis se empeñe en suscitar aquellas actitudes
que son fundamentales para el compromiso social. Entre otras, señalamos las
siguientes: el sentido crítico ante la realidad social que posibilita el
análisis, el discernimiento y la acción liberadora; el sentido de realismo que
orienta las opciones concretas; el respeto por la dignidad y el valor de la
persona; la búsqueda del bien común; el compromiso por la justicia y la
solidaridad; el amor preferencial por los pobres...
COMENTARIOS CONCLUSIVOS SOBRE LA FINALIDAD Y LAS TAREAS DE LA
CATEQUESIS
Como conclusión de este segundo capítulo, brevemente ofrecemos
algunas consideraciones sobre la finalidad y las tareas fundamentales de la
catequesis:
- La finalidad última de la catequesis no se logra de manera
completa y definitiva en ningún momento determinado de la vida.
La plena madurez de la fe es, por consiguiente, un
cometido que estará presente a lo largo de toda la existencia humana. De ahí
se deduce que la catequesis no tiene un carácter temporal sino
permanente.
- Unidad de la meta última en la multiplicidad de tareas.
La finalidad de la acción catequística es
profundamente unitaria (la madurez de la fe) y se realiza por medio de la
interacción dinámica y orgánica de tareas diferentes y
complementarias.
- Cada una de las tareas contribuye a la realización del fin
último de la catequesis. Las distintas tareas, desde
su carácter propio y cada una a su manera, colaboran a la madurez de la fe de
las personas y de las comunidades.
- Todas las tareas son necesarias. Para llegar a la madurez de la vida cristiana es necesario educar las
seis dimensiones que hemos señalado (la humana y la totalidad de las
dimensiones de la fe: la cognoscitiva, la litúrgica-oracional, la moral, la
comunitaria-eclesial y la social-liberadora). Si faltara alguna de ellas, la
educación en la fe estaría incompleta.
- Las tareas exigen aprendizajes y entrenamientos distintos.
Por ser tareas diferentes, cada una de ellas necesita
conocimientos y experiencias distintas.
- Las tareas se implican mutuamente y se desarrollan
conjuntamente. Por una parte, estas tareas
fundamentales de la catequesis no son aspectos fragmentados de la fe cristiana
ni compartimentos estancos e incomunicados. A1 contrario: una tarea llama a la
otra, potenciándose mutuamente. Por otra parte, todas las tareas se integran
armónicamente en el conjunto dinámico del crecimiento de la fe. Es necesario,
por lo tanto, que exista una "pedagogía unitaria" que integre los distintos
aspectos y dimensiones de la vida cristiana.
- Las diferentes tareas, cada una a su modo, han de lograr
la interacción fe-vida. Cada una de las tareas
catequéticas se ha de relacionar con la experiencia humana: han de partir de
la vida concreta de las personas y han de incidir profundamente en la vida y
en la historia humana.
- Todas las tareas han de estar presentes a lo largo de los
procesos catequísticos que siguen un itinerario de
educación integral de la fe. Sin embargo, en las diversas etapas del proceso
educativo cristiano, no estarán todas las tareas al mismo tiempo ni con la
misma intensidad. La mayor o menor acentuación de una determinada tarea
depende de varios factores: las necesidades y aspiraciones concretas de los
catequizandos, el contexto socio-cultural en que se vive, la situación real de
fe del grupo, los objetivos a conseguir, los contenidos que se han
privilegiado, la etapa concreta que se está viviendo en el itinerario de fe,
etc.
ABREVIATURAS
AG – Ad gentes
CA – Centesimus annus
CAL – La catequesis en América Latina DECAT-CELAM,
1999.
CT – Catechesi tradendae
CEC - Catecismo de la Iglesia Católica
ChL – Christifideles laici
DCG – Directorio Catequístico General, 1971
DGC – Directorio General para la Catequesis, 1997
GS – Gaudium et spes.
IA – Ecclesia in America
EN - Evangelii nuntiandi
MPD – Mensaje al Pueblo de Dios, Sínodo sobre la Catequesis,
1977
PDV – Pastores dabo vobis
RM – Redemptoris missio
SC – Sacrosanctum concilium
SRS – Sollicitudo rei socialis