LA PASTORAL JUVENIL, AUTÉNTICO LUGAR CATEQUÍSTICO

Hernando Sebá López

I N T R O D U C C I Ó N

Me ha parecido útil y conveniente reunir en un escrito algunos conceptos básicos sobre Pastoral ya que en los ambientes educativos se suele emplear el vocablo y no siempre con la significación adecuada.

En una Primera Parte se definen diversas acepciones de Pastoral, se aclara el importante papel de la Enseñanza Religiosa Escolar en la Escuela Católica y se enfatiza la necesidad de desarrollar un Proyecto Educativo Evangelizador. Se finaliza haciendo hincapié en la conformación de Grupos Juveniles, verdaderos lugares catequísticos.

En la Segunda Parte se analiza la naturaleza, características y exigencias de los Grupos Juveniles Comunitarios. Se presentan, también, las líneas fundamentales de la espiritualidad juvenil y por último la figura del Asesor de la Pastoral Juvenil, auténtico ministerio en la Iglesia.

 

PRIMERA PARTE : APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE PASTORAL

1.- CONCEPTO DE TEOLOGIA PASTORAL:

La teología pastoral no es una mera práctica derivada de un derecho eclesiástico ni deducida de unos contendidos teológicos, sino que es teología práctica, es decir, una teoría cristiana de la praxis de la Iglesia y de los cristianos y una praxis de la teología.

La teología práctica es la reflexión teológica de la acción eclesial, entendida como actualización de la praxis de Jesús por la Iglesia de cara a la implantación del reino de Dios en la sociedad, mediante la constitución del Pueblo de Dios en estado de comunidad cristiana. Dicho de otro modo: es el esfuerzo reflexivo o teórico que hace la Iglesia a través de sus comunidades, con la ayuda imprescindible de los teólogos, para entender y promover la vida comunitaria cristiana en un mundo más justo y solidario.

 

2.- EL CONCEPTO DE PASTORAL:

La "pastoral" es una palabra eminentemente bíblica. A un pueblo de pastores Dios se presenta como pastor. Cuando Jesús quiere dar una definición de sí mismo, lo hace bajo la imagen del Buen Pastor. Pastoral es lo que hace un pastor con sus ovejas: cuidarlas, alimentarlas, sacrificarse por ellas hasta dar la vida. Un actitud pastoral se diferencia radicalmente de una actitud jurídica. No porque niegue las leyes, sino porque afirma la salvación del hombre en primer lugar, y porque pone la ley al servicio del hombre. Pastoral, más que una doctrina, es una actitud de vida ante los hombres. Pastoral es alimentar, sacrificarse por los otros, ayudar a salvar.

"Para poder entender correctamente lo que significa la pastoral es necesario tener siempre presente que la misión fundamental de la Iglesia consiste en la evangelización, con todas las implicaciones que tiene en el campo de la promoción humana y de la liberación integral, a través de la cual ofrece a la humanidad el mensaje de salvación.

Esta misión se resume en:
* predicar la conversión,
* liberar al hombre e
* impulsarlo hacia el misterio de comunión con la Trinidad y
de comunión con todos los hermanos,
transformándolo en agente y cooperador del designio de Dios.

La verdadera evangelización exige, por consiguiente, una referencia permanente a lo vital-existencial, a lo concreto e histórico. El Evangelio, ciertamente, tiene que ser anunciado de tal modo que llegue al corazón del hombre, para que su contenido central - Jesucristo encarnado, muerto y resucitado, salvador de todos los hombres - constituya una interpelación constante en la vida concreta, personal y social del ser humano (EN 29).

La pastoral, entonces, consiste en el servicio salvífico de la Iglesia, que no es otra cosa que la continuación de la obra pascual y escatológica de Cristo a través de la cual logra la salvación de todo el hombre y de todos los hombres y que se prolonga a través de los siglos por la fuerza del Espíritu Santo. Así pues, la pastoral, en términos generales, es la participación en la acción de Dios en favor de los hombres y que por voluntad del Padre se realiza por mediación de la Iglesia; en otras palabras, la encarnación del Verbo continúa renovándose en la historia de la humanidad por obra del Espíritu Santo a través de la sacramentalidad de la Iglesia.

En efecto, para esto existe la Iglesia: para ser "en Cristo como un sacramento o señal e instrumento de la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano" (LG 1), señalando al mismo tiempo que en ella se está cumpliendo y desarrollando la plenitud de los tiempos y que, consecuentemente, el hombre y el mundo no pueden perder de vista su horizonte escatológico (cf LG 48).

La pastoral, en cuanto compendio de la acción específica de la Iglesia, está configurada, por lo tanto, por el "ieri, hodie et in saeculum". Ahora bien, de acuerdo con lo que señala el Concilio Vaticano II, en donde la pastoral se entiende como el compromiso de la Iglesia entera en relación con el mundo y los hombres de hoy, es necesario anotar entonces que el sujeto de la pastoral no se limita únicamente a los pastores - de donde originalmente viene su nombre - sino que comprende la acción de todos los fieles en el servicio de la fe, dentro de una ordenación determinada por la vocación cristiana general y por el ministerio y los carismas, estructurada, por consiguiente, jerárquicamente de acuerdo con los diversos cometidos. Esto comporta consecuentemente una diversidad de tareas en las que se realiza constantemente el esfuerzo por hacer operativa la acción salvífica de Dios en todo contexto histórico, es decir, en el "aquí y ahora" de la existencia humana" (Diccionario de Teología Fundamental, Paulinas, p. 1464).

2.1 - La Encarnación como criterio de acción pastoral:

La Encarnación ha sido el "método pastoral" usado por Dios para realizar su plan de salvación de los hombres. Dios ha querido salvar al hombre desde dentro de él mismo, asumiendo la condición humana para transformarla, salvándola de la esclavitud del pecado y de la muerte. En Jesús de Nazaret, la experiencia humana y la experiencia cristiana coinciden. La fe cristiana no puede ser, por tanto, alienante del hombre, sino humanizante.

El método de la Encarnación se condensa en Jesús. Su persona, su doctrina y toda su vida entregada hasta la muerte son una propuesta de sentido y de esperanza para los hombres que lo rodean. En Jesús Dios se hizo cercano al hombre para salvarlo respetando su libertad...

Nuestra acción pastoral hoy deberá realizar el mismo proceso: Provocar y sostener el encuentro con el Dios que salva, haciendo experimentar cercana la presencia amorosa de Dios, que en Jesucristo se ha inclinado sobre el hombre; ayudar a descubrir la salvación como un don que se injerta en la existencia cotidiana y la hace nueva. El mensaje cristiano debe integrarse como levadura en la vida humana; y los valores humanos deben ser asumidos como realizaciones de salvación

2.2 - La triple misión de la Iglesia:

"La misión de la Iglesia es, pues, evangelizar (cf EN 14). Pero en su realización podemos distinguir tres vertientes de expresión: profética, santificadora y caritativa.
Por la misión profética la Iglesia debe anunciar explícitamente a todos los hombres el Evangelio de Jesucristo.
Por la misión santificadora la Iglesia busca la santificación de sus miembros mediante la participación en la celebración de los sacramentos.
Por la misión caritativa la Iglesia busca la construcción del orden temporal de acuerdo con el Plan de Dios.

La Iglesia tiene que ser fiel a la orden recibida de su divino Fundador: "Id, pues, y haced discípulos míos a todos los pueblos, bautizándolos...y enseñándoles a guardar todo cuanto yo os he mandado" (Mt 28, 18-20). Por eso busca caminos y se procura los medios para llegar con su mensaje a cada hombre en la situación, estado, lugar o actividad en que éste se encuentre. Esta es la razón para que existan "sectores especializados" en la pastoral" (Directorio Nacional de Pastoral Educativa, XXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Colombia, p.77)

Podríamos sintetizar todo lo anterior así:

"La pastoral es la acción multiforme de la comunidad eclesial, animada por el Espíritu Santo,

para la realización en el tiempo del proyecto de salvación de Dios sobre el hombre y sobre su historia,

en relación a las situaciones concretas de vida" (Tonelli).

 

3.- LA PASTORAL EDUCATIVA:

"Noción: La Pastoral Educativa es el conjunto de esfuerzos que hace la Iglesia por reflexionar y llevar a la práctica el mensaje del Evangelio y sus exigencias en el sector de la educación en todas sus formas. La Pastoral Educativa acompaña al hombre tal como él es, como ser apto para educarse, desde la niñez hasta la edad adulta avanzada.

Finalidad: La finalidad de toda Pastoral Educativa en la Iglesia es, en último término, lograr que la comunidad educativa haga la síntesis entre fe y cultura (Cf EC 39ss) y entre fe y vida (Cf EC 44 ss) y por su medio se llegue a la renovación de la sociedad.

Condiciones: Sólo puede hablarse de Pastoral Educativa allí donde esté presente la Buena Nueva (Cf EN 19), es decir, donde se "anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios" (EN 22) y se eduque, por medio de una enseñanza orgánica y sistemática, la fe que suscitan "la gracia de Dios...junto al auxilio del Espíritu Santo (DV 5) en la vida de los que aceptan vivamente este anuncio (Cf CT 18).

En la Pastoral Educativa se ha de tener en cuenta no sólo la relación del hombre con Dios, sino también su relación con sus semejantes (Cf Puebla 322). Por tanto, la Pastoral Educativa exige también la educación del hombre para la vida en comunidad.

Finalmente tiene la Pastoral Educativa que ver específicamente con el proceso de la enseñanza, el aprendizaje y la transmisión sistemática y crítica de la cultura universal y local (Cf EC 26)" (Directorio Nacional de Pastoral Educativa, XXXVI Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, 343-347).

 

4.- LA PASTORAL ESCOLAR:

El marco de la Pastoral Escolar es la ESCUELA, en el pleno sentido de la palabra, es decir, no sólo como "lugar de aprendizaje", sino como ámbito de vida. Tiende a convertirse en "escuela de tiempo completo" (EC 24), a fin de conseguir su finalidad que es la educación integral de la persona.

Según esta concepción no se puede seguir llamando "extraescolares" aquellas actividades que se hacen fuera del horario de clase, pues son de hecho plenamente escolares y corresponden al Proyecto Educativo de la institución Escolar.
Además, la Pastoral de la Escuela Católica se proyecta más allá del marco escolar, en verdaderas "acciones extraescolares", colaborando con la parroquia, la diócesis o con otras instituciones y organizaciones que promueven acciones evangelizadoras, sociales y culturales.

Podemos definir la escuela como: "el conjunto orgánico de estructuras educativas necesarias para llevar a la práctica un Proyecto Educativo Integral en determinados niveles evolutivos de la persona". Cuando este Proyecto Educativo asume una intención global claramente evangelizadora y desde una perspectiva eclesial, entonces hablamos de una Escuela Católica.

"La Escuela Católica es, pues, lugar privilegiado de la Pastoral Educativa: La escuela católica se inscribe en la línea de la misión salvífica de la Iglesia y, más concretamente, en la exigencia de la educación de la fe. La escuela se define y se caracteriza como católica por su concepción cristiana de la realidad y por su referencia explícita al Evangelio de Jesucristo, con la intención de arraigarlo en la conciencia y en la vida de los educandos (Cf EC 9, 33)". (Directorio Nacional de Pastoral Educativa, XXXVI Asamblea Plenaria del Episcopado colombiano, 351).

4.1 - La comunidad cristiana escolar, centro vital de la Escuela Católica:

En la Escuela Católica ya no se puede seguir identificando comunidad educativa con comunidad cristiana. Ya no vivimos como en tiempos pasados dentro del marco de una pastoral de cristiandad donde se suponía que todas las personas aceptaban y vivían los principios religiosos de la Iglesia. Vivimos ahora en un contexto de pastoral misionera en el que los creyentes se identifican mediante un evidente compromiso cristiano del resto de los bautizados que están alejados de la Iglesia o son indiferentes a los valores del Evangelio.

Ahora bien, un Proyecto Educativo Evangelizador sólo se sostiene si está apoyado y dinamizado por una Comunidad Cristiana Escolar. La pequeña comunidad cristiana actúa al interior de la Comunidad Educativa como levadura que fermenta la masa; la Comunidad Cristiana se convierte en el grupo humano que mantiene la intencionalidad del Proyecto Educativo; y es la auténtica causante y también la garante del proceso de fe que se realiza en la escuela. Por tanto, el concepto de "Escuela Católica" nos remite invariablemente a un doble fundamento: el Proyecto Educativo que la justifica, y que se apoya, a su vez, en la Comunidad Cristiana que detenta esta misión eclesial. Si alguno de los dos fundamentos falla, la escuela católica se reduce a una estructura sin espíritu, bautizada con un título que no le corresponde.

"Como toda otra escuela, y más que ninguna otra, la Escuela Católica debe constituirse en comunidad que tiende a la transmisión de valores de vida. Porque su Proyecto tiende a la adhesión a Cristo, medida de todos los valores, en la fe. Pero la fe se asimila, sobre todo, a través del contacto con personas que viven cotidianamente la realidad: la fe cristiana nace y crece en el seno de una comunidad" (EC 53). La Escuela Católica ofrece y experimenta un modelo de sociedad que el mundo necesita para sobrevivir.

Es, precisamente, en relación a este concepto comunitario y alternativo de escuela, donde la comunidad cristiana justifica su existencia en el ámbito escolar. Ella aporta a la escuela el signo de la Encarnación: Dios presente en lo humano. La Comunidad Cristiana se sitúa dentro de lo que es específico de la escuela: la transmisión de la cultura, la maduración de la persona; y lo revela como lugar en el que Dios se manifiesta.

4.2 - La comunidad cristiana escolar en la Escuela Católica:

De forma sencilla se puede describir a la Comunidad Cristiana como "el grupo de creyentes - bautizados que han hecho una opción explícita por vivir en la fe y desde la fe - que se comprometen a impulsar, juntos, el proyecto evangelizador de la escuela católica". En otras palabras: "Es un grupo de talla humana e identidad cristiana, que ha asumido el programa de Jesús, que expresa y celebra su fe en Jesús, y se compromete en la realización del Reino de Dios a través de la educación".

Estas características se entienden, no como atributos fijos, sino como "dimensiones" que la comunidad va ampliando desde su proyecto comunitario, dando lugar, en la práctica, a formas muy diversas de comunidad. Este planteamiento de Comunidad Cristiana Escolar tiene en cuenta un nuevo factor que está cambiando la vida de la Iglesia: es la labor evangelizadora de los seglares (RM 2). Esta exige un nuevo tipo de relaciones al interior de la Iglesia sin que cada grupo renuncie por ello a su propia identidad. "Manteniendo cada uno su característica vocacional propia, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos deben integrarse plenamente en la comunidad educativa y tener en ella un trato de verdadera igualdad" (LCT 78).

Es importante y necesario aclarar que compartir la misión en la Escuela Católica no es sólo participar en su Proyecto Educativo. La misión es un problema de fe (RM 11.3); y el llegar a percibir la labor educativa como una misión, y lo que el educador es y hace en ella como un ministerio, requiere un proceso que va desde reconocerse servidor de los jóvenes hasta descubrirse como signo de Dios y de la Iglesia en la obra de la educación cristiana.

"Es evidente que un Proyecto Educativo, basado en una concepción que compromete profundamente a la persona, exige ser realizado con la libre adhesión de todos aquellos que toman parte en él: no puede ser impuesto, se ofrece como una posibilidad, como una buena nueva y, como tal, puede ser rechazado. Sin embargo, para realizarlo con toda fidelidad, la escuela debe poder contar con la unidad de intención y de convicción de todos sus miembros" (EC 59).

La Comunidad Cristiana en la Escuela Católica es mediadora de la Iglesia en la evangelización que realiza con los jóvenes; por eso es, conjuntamente, el signo de que el Reino de Dios se hace presente en ese ámbito. Es ella, por tanto, el auténtico sujeto del ministerio de la educación cristiana. Cada uno de los que participan en la comunidad, en cuanto están animados por la fe, viven y manifiestan el ministerio de forma complementaria a los otros, pero con diferentes características, según su propia identidad.

La Comunidad Cristiana Escolar se convierte, de hecho, en una Comunidad "iniciadora" en virtud de su ministerio; es decir, le corresponde llevar a cabo la catequesis de iniciación, completando el despertar religioso, que deseablemente, haya podido hacerse en la familia. Este título está justificado por el envío recibido de la Iglesia. Siempre lo ha de ejercer en comunión con la Iglesia local, que es, hablando con propiedad, la única comunidad "iniciadora", pues sólo ella hace visible a la Iglesia universal.

 

5.- EL PROYECTO EDUCATIVO EVANGELIZADOR:

El Proyecto Educativo Institucional es el principal instrumento para la evangelización en la Escuela Católica. Concreta los principios y fines educativos que forman las señas de identidad de la institución educativa; formula los objetivos, las dimensiones que se propone desarrollar en la persona, y especifica el modelo organizativo del Centro, así como el modo de participación de la comunidad educativa. Por tanto, es todo el Proyecto Educativo el que evangeliza, y no sólo las clases de religión y otras actividades religiosas y pastorales.

En toda escuela, el Proyecto Educativo debe estar intencionalmente dirigido a la promoción total de la persona: "La educación es un proceso de formación permanente, personal, cultural y social que se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes" (Ley 115, febrero de 1994, art 1).

"Estas premisas permiten indicar las tareas y explicitar los contenidos de la Escuela Católica. Las tareas se polarizan en la síntesis entre cultura y fe, y entre fe y vida; tal síntesis se realiza mediante la integración de los diversos contenidos del saber humano, especificado en las varias disciplinas, a la luz del mensaje evangélico, y mediante el desarrollo de las virtudes que caracterizan al cristiano" (EC 37).

 

6.- EL DIALOGO FE-CULTURA EN LA ESCUELA CATOLICA:

Dos son las tareas que debe llenar la Escuela Católica en el diálogo FE-CULTURA:

1ª.- Evangelización de la Cultura:

La transmisión de la cultura es aquello que justifica la existencia de la escuela. Entendiendo por Escuela "como el lugar de formación integral mediante la asimilación sistemática y crítica de la cultura" (EC 26). Por eso, "la escuela es verdaderamente un lugar privilegiado de promoción integral mediante un encuentro vivo y vital con el patrimonio cultural" (EC 26).

El riesgo de la Escuela Católica actual está en descubrir esta tarea de evangelización de la cultura, y refugiar su identidad en un plan de actividades religiosas. Su primer problema no es el de la propuesta de la fe, sino el de la transmisión de una cultura abierta a las dimensiones espirituales y religiosas, a perspectivas cristianas y evangélicas.

El encuentro con el patrimonio cultural debe realizarse en forma de elaboración, es decir, "confrontando e insertando los valores perennes en el contexto actual" (EC 27). La cultura no equivale a un "conjunto de saberes". La Escuela Católica proporciona las claves y el discernimiento humano y cristiano para que el "saber", unido a las "destrezas" y a los "valores", adquiera sentido y significación, y se transforme en "cultura", capaz de estructurar el pensamiento. "En realidad, la cultura para ser educativa debe insertarse en los problemas del tiempo en el que se desarrolla la vida del joven"(EC 27).

2ª.- Inculturación de la Fe:

La segunda tarea es la propuesta del sentido cristiano del mundo, del hombre y de la historia, la exposición de las claves cristianas de interpretación de las experiencias vitales del alumno, el anuncio del Mensaje de Salvación. La inculturación de la Fe exige una gran sensibilidad a los desafíos que la cultura lanza a la fe, una disposición para no evadirse de los problemas que hoy tiene planteados el hombre desde el campo de la ciencia, la tecnología, la civilización...

El aporte principal de la Enseñanza Religiosa Escolar (ERE) al proceso de educación de la Fe consiste en la formulación racional ("cultural") de la identidad cristiana, y la posibilidad de integrar el saber religioso entre el conjunto de saberes humanos como un elemento crítico y direccional.

El aprendizaje, en cuanto proceso, no es sólo asimilación de contenidos, sino expresión creativa de ese contenido. Se necesita el dominio de los signos y símbolos mediante los cuales se codifica el lenguaje y se modula o construye el mundo material. Deberá cuidarse, por tanto, y de manera muy especial en la infancia, la iniciación en el lenguaje simbólico bíblico-religioso, base para la comprensión y expresión de la fe y para poder llegar a captar las experiencias originales de la fe a través de las formulaciones que la Tradición nos ha legado.

Pero es importante que en la Escuela Católica se abran auténticos espacios catequísticos, sobre todo en la medida en que predominen alumnos creyentes ("convertidos"), animándolos a la vivencia del mensaje cristiano, ofreciendo momentos de oración y celebración, incluso jornadas de convivencia y reflexión cristiana. Esto es posible si se conforman Grupos Infantiles y Juveniles, verdaderos lugares catequísticos donde se dan procesos de crecimiento y de maduración de la fe y donde aparece el compromiso de transformación de los ambientes de vida.

 

7.- LA CATEQUESIS EXPLICITA DE INICIACION EN LA ESCUELA CATOLICA:

La catequesis explícita de iniciación se define como un proceso de conversión a Cristo que culmina con la plena incorporación a la comunidad cristiana y se manifiesta en el compromiso vital por el Reino de Dios.
Esta catequesis está inspirada en el modelo catecumenal y tendría las siguientes dimensiones:

1.- Una iniciación orgánica en el conocimiento del misterio de Cristo y del designio salvador de Dios, con toda su profunda significación vital para la vida del hombre. Se trata del conocimiento de la fe: integra nociones, valores, experiencias, acontecimientos..., en una relación personal y sapiencial. Este conocimiento es el elemento fundamental y director de todo proceso catecumenal.

2.- Una iniciación en la vida evangélica, en ese estilo de vida nuevo, "que no es más que la vida en el mundo, pero una vida según las bienaventuranzas"(CT 29). Esta educación en las actitudes específicamente cristianas deberá mostrar "las consecuencias sociales de las exigencias evangélicas"(CT 29).

3.- Una iniciación en la experiencia religiosa genuina, en la oración y en la vida litúrgica, que eduque para una activa, consciente y auténtica participación en la celebración de los sacramentos, no sólo aclarando el significado de los ritos, sino educando el espíritu para la acción de gracias, para la penitencia, para la plegaria confiada, para la captación del significado de los símbolos, todo lo cual es necesario para que exista una verdadera vida litúrgica.

4.- Una iniciación en el compromiso apostólico y misionero de la Iglesia. Hemos de capacitar, por tanto, al catecúmeno para una presencia cristiana en la sociedad (participación en la vida profesional, cultural, sindical, política...), que debe estar siempre inspirada en el Evangelio.

Estas son las 4 dimensiones fundamentales que debe educar la catequesis. No son aspectos yuxtapuestos, ya que se implican mutuamente. Lo importante es que estén presentes, de una u otra forma, a lo largo del proceso catequético.

El proceso de iniciación, que para los alumnos de familias creyentes ya comenzó de hecho con el Bautismo y la catequesis familiar, continúa en la Escuela Católica a lo largo de toda la infancia, en una etapa que pudiéramos calificar de "despertar de la fe". Continúa, luego, en la difícil etapa de la adolescencia y en la más serena de la juventud.

La dimensión vocacional es connatural a la fe cristiana y no puede ser ignorada en ningún proceso sistemático de catequesis. Por tanto, el Proyecto Educativo de la Escuela Católica asume explícitamente la orientación vocacional de los jóvenes. Se empeña en ayudar a cada alumno, a través de un acompañamiento personalizado, a encontrar su vocación cristiana; en este contexto presta especial atención a la promoción y acompañamiento de las vocaciones sacerdotales y consagradas.
La Escuela Católica debe ser consciente de su aporte peculiar, carismático, a la Iniciación cristiana, y ofrecerla, con humildad pero también con responsabilidad, a la Iglesia local. Este aporte es, al mismo tiempo, un mensaje profético para los otros ámbitos eclesiales donde también se realiza la catequesis.

Como se dijo antes, esta catequesis explícita, según el modelo catecumenal, de ordinario no se lleva a cabo en el aula de clase mediante la ERE; necesita un ambiente propicio por la libertad de opción y por toda una estrategia y metodología gradual que sólo es posible al interior de los Grupos infantiles y juveniles bien planificados y ofrecidos a los alumnos como opción de fe. Por eso en la Segunda Parte presentamos algunas ideas sobre Pastoral Juvenil.

 

SEGUNDA PARTE: PROPUESTA DE UNA PASTORAL JUVENIL

 

8.- LA PASTORAL JUVENIL:

Definiciones de Pastoral Juvenil hay muchas. He aquí dos muy completas:

"La Pastoral Juvenil es la acción de la Iglesia-comunidad para ayudar al joven a descubrir y a seguir a Cristo dentro de comunidades concretas hasta conseguir una madurez tal que lo capacite para optar vocacionalmente en la Iglesia en uno de los estilos de vida (sacerdotal, religiosa, laical) y comprometerse históricamente en la liberación integral del hombre" (Conferencia Episcopal de Colombia, XXXIII Asamblea Plenaria, 1977).

"Por Pastoral de Juventud entendemos toda aquella presencia y todo un conjunto de acciones a través de las cuales la Iglesia ayuda a los jóvenes a preguntarse y descubrir el sentido de la vida, a descubrir y asimilar la dignidad y exigencias de ser cristianos, les propone las diversas posibilidades de vivir la vocación cristiana en la Iglesia y en la sociedad, y les anima y acompaña en su compromiso por la construcción del Reino". (Conferencia Episcopal Española, noviembre de 1991).

En ambas definiciones se encuentran los elementos esenciales de toda Pastoral Juvenil y en donde se ve perfectamente que tiene una clara dimensión educativa, lo cual supone:

1º.- Educar la madurez humana del joven, es decir, dar especial atención al crecimiento personal y armónico de todas sus potencialidades: inteligencia, voluntad, afectividad, deseo de Absoluto, etc.
2º.- Educar la capacidad de relación, es decir, dar especial atención a su dimensión social, cultivando actitudes de diálogo y solidaridad, de respeto por la vida y la dignidad humana, de conservación de la naturaleza, estimulando su compromiso de construir una sociedad verdaderamente humana.
3º.- Educar la madurez cristiana, es decir, educar su fe para que descubra en Cristo la plenitud de sentido y busque la más plena identificación con El con todas sus implicaciones; ayudarlo a descubrir su vocación concreta en la Iglesia, y a la progresiva inserción en la comunidad de los creyentes y participación corresponsable en la misma. La opción libre y bien pensada de un Proyecto de vida constituye la meta y la coronación de todo proceso de maduración humana y cristiana.
4º.- Educar el espíritu de entrega y de servicio, es decir, preparar a los jóvenes para servir al hombre y a la sociedad a fin de contribuir a la construcción de una nueva civilización: civilización del amor, de la vida, de la verdad, de la justicia y de la paz por el testimonio cristiano y por su compromiso en las realidades temporales.

Por tanto, la Pastoral Juvenil se presenta como una opción pedagógica, basada en la Pedagogía de Jesús que parte de la realidad y de las aspiraciones de la gente, invita a la conversión personal y social, a la comunión con el Padre y con los hermanos, y a una misión transformadora de la realidad
Dicha opción pedagógica se fundamenta en una eclesiología de comunión y participación (cf Puebla) que hace que el joven sea corresponsable y activo en su proceso de evangelización, y asuma un real protagonismo en la Iglesia.

En efecto, la comunidad eclesial ha de reconocer y promover la presencia y participación de los jóvenes en la vida de la misma. "Los jóvenes no deben considerarse simplemente como objeto de la solicitud pastoral de la Iglesia; son de hecho - y deben ser incitados a serlo - sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social" (ChL 46).

Entendemos la evangelización como una Buena Noticia que libera, que invita a vivir la plena dignidad de los hijos de Dios, que crea nuevas formas de relación fundadas en la fraternidad y en la acogida, y que promueve la participación de todos para la construcción del Reino. La evangelización es esencialmente el testimonio y anuncio del acontecimiento salvífico de Dios en Cristo y del mensaje que se contiene en él. Al mismo tiempo la evangelización es también la interpretación de la realidad y de la vida a la luz de tal acontecimiento. La finalidad específica de la evangelización es la de suscitar y hacer madurar en el hombre la respuesta de fe, es decir, un opción de vida libre, responsable y totalizante por Jesucristo salvador. Una fe imbuida de esperanza y animada por un compromiso de amor hacia Dios que se ha revelado en Cristo y hacia los hombres, amados por Dios y hermanos en Cristo. El amor a los hermanos implica necesariamente un compromiso de humanización y de liberación.

El protagonismo juvenil debe hacerse realidad, en primer lugar, en el propio ambiente juvenil. Es oportuno recordar las palabras del Concilio Vaticano II: "Los jóvenes, deben convertirse en los primeros e inmediatos apóstoles de los jóvenes, ejerciendo el apostolado personal entre sus propios compañeros, habida cuenta del medio social en que viven" (AA 12). Pablo VI en la "Evangelii Nuntiandi" reafirmaba la misma idea: "Es necesario que los jóvenes bien formados en la fe y arraigados en la oración, se conviertan cada vez más en los apóstoles de la juventud. La Iglesia espera mucho de ellos" (n. 72).

Los jóvenes, activos evangelizadores como consecuencia de su consagración bautismal, son invitados por el Papa Juan Pablo II a proclamar el Evangelio de Jesús así: "Las tierras de misión en las que tenéis que trabajar, no están situadas necesariamente en los países lejanos, sino que se encuentran en todo el mundo, también en vuestros ambientes cotidianos. En los países de más antigua tradición cristiana hay hoy una urgente necesidad de hacer resplandecer el anuncio de Jesús a través de una nueva evangelización...El mismo mundo de los jóvenes, queridos míos, constituye para la Iglesia contemporánea una tierra de misión. Son por todos conocidos los problemas que atormentan los ambientes juveniles: la caída de los valores, la duda, el consumismo, la droga, la delincuencia, el erotismo, etc. Pero, al mismo tiempo, todo joven tiene una gran sed de Dios, aunque a veces ésta se esconde detrás de una actitud de indiferencia o incluso de hostilidad" (Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud, 1992, n. 3).

 

9.- CARACTERISTICAS DE LA PASTORAL JUVENIL:

9.1 - La Pastoral juvenil es propuesta y acompañamiento:

La propuesta: es convocatoria y misión; es ayuda para descubrir el sentido de la vida en una entrega, en una misión, en un servicio. Es una propuesta gradual y diferenciada, que respeta la edad, el ambiente y los momentos especiales de los procesos de los jóvenes.
Orienta al joven a tomar una decisión clara sobre su vida en su opción vocacional, tanto para su compromiso dentro de la Iglesia (vocación laical, religiosa, sacerdotal) como para su compromiso con la sociedad (trabajo, familia, política, contexto social).

El acompañamiento define la pedagogía propia de la Pastoral Juvenil, que exige al Asesor y a la comunidad cristiana estar cerca, alentar y promover el protagonismo de los jóvenes. Exige la presencia de Asesores.

Es un acompañamiento:
* continuo y perseverante;
* con un testimonio militante que se sabe situar en la realidad del joven;
* que llega al nivel personal, al grupo y a otras instancias de coordinación.
* que abarca todas las dimensiones de la vida, desde lo afectivo y profesional hasta las opciones políticas.

Por tanto el acompañamiento debe realizar las siguientes tareas:
1.- Acompañar a los jóvenes en su proceso de resolver los desafíos con que se encuentran en esta etapa de la vida, y así lograr una identidad positivo del yo, que les permita amar y trabajar libre, sana y creativamente, como vocación personal y social.
2.- Acompañar a los jóvenes en el proceso de maduración de la fe, proceso entendido como seguimiento de Jesús y de llevar a la vida el Proyecto que Jesús comenzó, el Reino de Dios, expresado en la identidad de la Iglesia y en la práctica sacramental y de oración.
3.- Acompañar a los jóvenes en el proceso de proyección misionera, expresado tanto en el testimonio personal de vida y en la inserción en el proceso de construir la sociedad civil a través de la participación socio-política

9.2 - La Pastoral Juvenil debe partir de las aspiraciones, necesidades y realidades de los jóvenes; debe proponer como actitudes fundamentales: escuchar, acompañar, despertar potencialidades, estimular, animar. Debe tener como rasgos característicos:

1.- Ser comunitaria: El joven cristiano aislado tiene el peligro de desanimarse en el proceso de maduración de su fe y corre el riesgo de disolver su identidad en el ambiente secularizado que nos envuelve. El grupo es donde el joven, a través del descubrimiento de los otros y del Otro, va a ir descubriendo su propio yo, diluido en medio de una sociedad masificada. El grupo juvenil cristiano (comunidad juvenil) se convierte en la experiencia central de la opción pedagógica. Se trata de pequeños grupos (8 a 12 personas), estables, de edad homogénea y reuniones periódicas que se constituyen en lugar de crecimiento, formación y realización personal y comunitaria del joven, porque:
* facilitan la creación de lazos profundos de fraternidad, donde cada uno es reconocido como persona y valorado como tal;
* ayudan a enfrentar los desafíos de esta etapa de la vida tan decisiva para su maduración en la fe y su integración social;
* educan a mirar y descubrir con otros la realidad, a compartir experiencias y a desarrollar valores de la vida en comunidad;
* permiten encontrarse con Jesús de Nazaret, el único Liberador; adherir a El y a su Proyecto de vida, nutrirse de su Palabra y orar en común;
* impulsan la renovación permanente del compromiso de servicio y del aporte a la Iglesia y a la sociedad.

2.- Ser experiencial: El crecimiento en la vida cristiana sólo puede realizarse por medio de experiencias de vida cristiana. La experiencia es la que permite, cuando se profundiza con seriedad en ella, encontrarse con el "Dios de la vida". El Dios que salva y libera no está ausente de las situaciones que vive el joven, porque Dios es el Señor del mundo. Y desde allí nos llama a la conversión y a la transformación. Promueve una espiritualidad juvenil liberadora y encarnada que integra la fe y la vida, que es ajena a toda forma de clericalismo y de espiritualismo alejado de la realidad, y que se manifiesta en:
* la experiencia del encuentro personal con Jesús Liberador, fundamento de toda vivencia comunitaria;
* la oración encarnada en los acontecimientos de la vida personal y social;
* la opción radical y profunda por la vida, como la manera permanente y novedosa de dar culto a Dios;
* la acción efectiva en favor de la paz, asumiendo como propio el método y la espiritualidad de la no-violencia activa.

3.- Ser transformadora: Partir de la experiencia nos sitúa en la complejidad de la realidad, y nos permite percibir mejor los condicionamientos sociales, políticos, económicos y culturales, y la necesidad de afrontar un cambio de vida, tanto en lo personal como en lo social. Es una opción coherente con el propósito de lograr la síntesis entre la fe y la vida. Considera al joven como un ser abierto a la realidad, y valora la acción transformadora de la persona, haciéndola más libre y contribuyendo al crecimiento del sentido de responsabilidad. Es eminentemente realista, ya que no lo aparta de su entorno, y evita, por consiguiente, dicotomías enfermizas. Educa, además, en el diálogo interpersonal contribuyendo, de esta forma, a la consolidación y crecimiento de los grupos. Por tanto, quiere formar un joven maduro en la fe, comprometido con el estilo de vida de Jesús y con el Proyecto del Evangelio: ubicado en su realidad, con conciencia crítica para poder optar con libertad, con espíritu solidario para caminar junto con otros, con capacidad para ser protagonista en la construcción de una nueva sociedad.

4.- Ser vocacional: La gran característica de la juventud es la de estar en estado de opción. La opción la entendemos en sus dos facetas: como opción personal y como opción social. Esto quiere decir que la Pastoral Juvenil esencialmente tiene que ayudar al joven a madurar para optar y definir su Proyecto de Vida. En otras palabras: la meta final de la Pastoral Juvenil es llevar al joven a definir su vocación, es decir su puesto y su misión en la Iglesia y en la sociedad a través de un estilo de vida.
Ahora bien, el Proyecto de Vida, que es el que define la vocación de cada persona, se configura a través de opciones. Son 4 las opciones fundamentales que todo cristiano debe hacer en la vida:

1.- En el campo del trabajo. Es la opción profesional o laboral.
2.- En el capo del amor. Es la opción en el amor. Es toda la problemática de realizarse en el amor y por consiguiente de todo el proceso de maduración afectiva que capacita para el compromiso en el amor. Opción que puede hacerse en el matrimonio, en el celibato consagrado, en la soltería asumida por motivos altruistas o de servicio.
3.- En el campo socio-político. Es la opción social. Responde a la necesidad de afirmación social del joven. ¿Qué tipo de liderazgo o de servicio va a realizar en la comunidad humana donde está inserto?
4.- En el campo de la Iglesia. Es la opción cristiana. Responde a la pregunta: ¿Qué ministerio o servicio estoy llamado por Dios a ejercer en el Pueblo de Dios. Aquí se define la llamada al laicado comprometido, a la vida consagrada, a la vida sacerdotal.


9.3 - La Pastoral Juvenil ha de establecer el proceso a través del cual la comunidad cristiana conduce y acompaña al joven desde su concreta situación hasta la plena madurez humana y cristiana. Este es un proceso lento y largo de descubrimiento: no hay recetas, ni soluciones exteriores. Es el joven quien descubre su propia vida y es ahí donde puede encontrarse con Cristo por la fe.

La pedagogía del proceso evangelizador y la metodología de la formación, que es muy importante, reviste una especial significación en todo el proceso de la educación del joven en la fe. Por eso es de vital importancia establecer con claridad los criterios fundamentales que guíen la formación integral, espiritual y doctrinal de los jóvenes.

Se podrían establecer los siguientes, entre los más importantes:
* Lectura creyente de la realidad personal y social.
* Lectura del Evangelio desde la realidad personal y de la comunidad cristiana.
* La formación entendida como "autoformación", pero siempre y sólo en el seno de una comunidad eclesial (grupo juvenil comunitario).
* La formación espiritual con los medios comunes y adecuados a las condiciones personales de vida (escucha de la Palabra, oración personal y comunitaria, participación activa en la liturgia...etc).
* La formación doctrinal con una sistemática acción de catequesis, que garantice la asimilación del misterio de Cristo y de la Iglesia.

 

10.- DESAFÍOS DE LA SOCIEDAD A LA PASTORAL JUVENIL:

Las realidades históricas y sociales que vive el joven de hoy han de ser indicadores para ver la direccionalidad de sus compromisos apostólicos. La juventud vive en una cultura moderna que se caracteriza por sus tensiones. Son como fuerzas que arrastran en un determinado sentido, como polos magnéticos de atracción. Dichas tensiones presentan a los jóvenes cierto número de desafíos. Los más importantes son los siguientes:

10.1 - El desafío de la personalización frente a la masificación: La masificación se manifiesta por la pérdida del sentido crítico, la superficialidad y las relaciones estereotipadas con sus semejantes, la dependencia de ídolos y mitos, la carencia de proyecto de vida, el sometimiento incondicional a la moda, etc...
Frente a esta situación se yergue la personalización como un desafío que propone a los jóvenes que sean responsables de sus propios actos, agentes de su propia educación y evolución; que cultiven el sentido crítico sobre todo ante los medios de comunicación social; que orienten sus relaciones humanas hacia los niveles profundos de la persona; que maduren en libertad y en proyectos de solidaridad con los otros.

10.2 - El desafío de la comunidad frente al individualismo: El individualismo, tan generalizado en nuestra sociedad capitalista, se manifiesta en tendencias como el organizar la propia vida al margen de los otros, la insolidaridad, el afán de lucro personal en un ambiente de competitividad, la desconfianza sistemática del prójimo, el subjetivismo, el recurso a la "realización personal" para justificar cualquier elección egoísta.
El ideal comunitario, por el contrario, motiva para que la juventud aprecie y valore lo que es un proyecto común de vida, en el que cada miembro aprende a realizarse en solidaridad con los otros; en donde se educa en el discernimiento comunitario, en las actitudes básicas de la comunidad como son el servicio, la acogida, el perdón. Todo esto significa aprender a compartir con los otros lo que uno es y vive.

10.3 - El desafío de la interioridad frente al materialismo: El materialismo que cunde en la sociedad desarrollada se manifiesta de varias formas: idolatría del dinero, la acumulación de bienes, el hedonismo, la incapacidad para la contemplación, la dispersión psíquica y el afán siempre insatisfecho de tener nuevas y más fuertes sensaciones, la supresión de la dimensión religiosa o su reemplazo por expresiones supersticiosas o mágicas. El irrespeto a la vida humana, sobre todo a la que se inicia y a aquella que acaba.
Por el contrario, la dimensión de la interioridad descubre al joven sus posibilidades más profundas y al mismo tiempo sus limitaciones. Propicia un conocimiento de sí mismo, condición para tener acceso al núcleo íntimo de la persona: allí donde el ser se abre a Dios. No rechaza lo material, sino que lo utiliza como medio para llegar al auténtico fin del hombre. Insiste en fomentar la capacidad de contemplación en los jóvenes para que sepan leer en lo profundo de los acontecimientos, de las cosas, de las personas; en abrirse a la gratuidad del don de Dios. Propone habituarse al silencio interior, a la soledad para prepararse para la oración, ejercitarse en la austeridad, en la sencillez, en la humildad.

10.4 - El desafío del compromiso frente a la indiferencia: Se dice que muchos jóvenes hoy le tienen miedo al compromiso, sobre todo si son definitivos. Lo cierto es que, un poco por todas partes, observamos en algunos jóvenes actitudes "escapistas" que se manifiestan en un desinterés por aquello que no les afecta; se muestran indiferentes y casi insensibles ante los problemas del prójimo. Incluso algunos llegan a resignarse ante una realidad alienante. La búsqueda de mundos menos conflictivos y tal vez más placenteros a través de la droga y del sexo desenfrenado y sin compromiso hacen parte del mismo problema.
Proponer a los jóvenes la realización de compromisos serios y duraderos no es fácil. Sólo logran comprometerse de verdad aquellos que han aceptado y vivido los 3 desafíos anteriores. El desafío del compromiso vital empieza por una toma de conciencia del protagonismo que toda persona tiene en la lucha por conseguir un mundo más justo. Los jóvenes deben aprender a desarrollar la capacidad de tomar decisiones que impliquen la vida y orienten la existencia en una determinada dirección. El desafío del compromiso conduce a aceptar un proyecto global de liberación y salvación, en el que los principales destinatarios son los más pobres, los marginados, los perseguidos injustamente, los minusválidos.

 

11.- EL GRUPO Y LA COMUNIDAD DE JOVENES:

La fe cristiana no es posible sino en y por la Iglesia. El mensaje de Jesucristo no lo encontramos sino en el testimonio de otros hombres que han recibido la fe antes que nosotros. Dios sale al encuentro del hombre a través de las mediaciones humanas; de ahí que la transmisión de la fe supone una comunidad como contexto necesario y anterior de vivencia y proclamación de la fe en Cristo. Ese es el sentido de la expresión cristiana "donde dos o tres se reúnan en mi nombre, allí estoy Yo en medio de ellos" (Mt 18, 19-20). Por eso, el ser cristiano no es posible sino en una comunidad de creyentes.

El grupo de jóvenes constituye un marco muy importante para situar el proceso de educación en la fe y de personalización de la experiencia. El grupo se presenta como la indispensable mediación eclesial para los jóvenes. La opción pastoral por el grupo es mucho más que una opción de método y de estilo, es una opción de contenido: el grupo es ya una experiencia de Iglesia. Es cierto que el grupo no es "la" Iglesia, y en este sentido hablamos de él como mediación, y no puede pretender totalizar la pertenencia eclesial que degeneraría en grupos cerrados. No basta la sola pertenencia a un grupo para alcanzar un maduro sentido de pertenencia eclesial, necesita abrirse a la comunidad eclesial, sentir que forma parte de la institución eclesial. Pero el grupo es ya en sí una experiencia eclesial, una experiencia de Iglesia para el joven, el ámbito donde descubre cómo vivir la Iglesia, y la mediación que lleva a abrirle a la comunidad total.

Mediante el grupo, la comunidad eclesial adquiere una dimensión más a medida del joven, más cercana a las reales exigencias de cada uno. En el grupo, las propuestas se encarnan en modelos concretos de comportamiento que facilitan la transmisión e interiorización de los valores, en contraste con las propuestas deformantes de la sociedad. En el grupo, la Iglesia se torna experiencia viva, próxima, ya sea por la escucha de la Palabra de Dios y la catequesis, como por el clima eclesial que lo invade. En el grupo, los jóvenes viven reales experiencias de corresponsabilidad y se tornan capaces de asumir compromisos apostólicos. En el grupo la presencia amiga del adulto como animador y educador de la fe, se torna experiencia viva del amor de Dios Padre que acoge a todos. El grupo es, por tanto, lugar privilegiado para una educación personalizante, capaz de promover el crecimiento humano, de abrir a un anuncio explícito de la fe, de ser mediación de una motivada experiencia eclesial.

No basta con vivir una buena experiencia de grupo. La pertenencia al grupo llega a ser mediación de pertenencia eclesial si el grupo en sí mismo es "eclesial". Todo grupo natural puede tornarse lugar de educación integral, humano-cristiana si, desde dentro, el animador (asesor), el educador de la fe estimula a un crecimiento continuo de autenticidad humana y cristiana.

He aquí algunos criterios de eclesialidad que constituyen, al mismo tiempo, etapas de una educación a la pertenencia eclesial madura:

1.- Una pedagogía de la fe que hace descubrir a los jóvenes que el estar en grupo no es la mera resultante de unas circunstancias, sino que es don de Dios que nos convoca a la vida de comunión.

2.- La identidad del grupo, con una fisonomía propia de educación integral, humana y cristiana. La identidad cristiana del grupo proviene de una conjunción de elementos: el que tanto el educador de la fe, como los contenidos que se transmiten y el ambiente desde donde se hace la propuesta, son típicamente cristianos.

3.- Se da una unión profunda entre vida y fe. A la luz del Evangelio se aprende a interpretar la vida y a elaborar una conciencia crítica ante los acontecimientos de la realidad. La fe y el elemento religioso actúan como vehículo creador del espíritu y de las acciones comunitarias haciendo surgir una solidaridad y fraternidad de participación con los más necesitados.

4.- La comunión, tanto al interior del grupo, como una apertura verdaderamente "católica". La fe lleva a una comunión vertical con Dios y con Jesucristo resucitado que se proyecta en una comunión horizontal con los hermanos. Un sentido de comunión que lleva a la vivencia del mandamiento del amor y a la referencia eclesial.

5.- Celebra su fe a nivel comunitario en la escucha de la Palabra de Dios, en la oración y en la Eucaristía. Los elementos anteriores: confesión de fe, fraternidad de participación, comunión eclesial y sentimiento de hacer que exista la Iglesia, acumulan y encuentran su coherencia en la celebración eucarística, que es el momento supremo de la realización de la Iglesia.

6.- Mantiene viva la esperanza en medio de las dificultades, al descubrir el sentido de la vida dentro del plan salvador de Dios. Esta esperanza lleva al grupo a una apertura de servicio en favor de los hombres, consciente de que Dios llevará a plenitud la salvación comenzada ya aquí.

Podríamos concluir diciendo, pues, que fomentar la creación de grupos cristianos entre los jóvenes es una opción pedagógica de gran importancia.

11.1 - Opción por el Grupo dentro de un PROYECTO:

Reconocemos que el grupo se presenta como la oferta educativa y pastoral plenamente válida, que responde a la sensibilidad juvenil y al ser comunitario de la Iglesia. Afirmamos también, que la posibilidad de una educación de los jóvenes en la fe pasa hoy por una profunda experiencia de grupo. Pues bien, para esto es necesario que el grupo se sitúe dentro de un Proyecto más amplio.

La persona del joven vista en la totalidad de sus dimensiones y en la unidad de su dinamismo existencial, supone unos objetivos, unos medios y un proceso gradual y continuado que llamamos "PROYECTO DE MOVIMIENTO JUVENIL". Un Proyecto educativo-pastoral entendido como plan general de acción que favorece la convergencia en el proceso formativo y en las metas a conseguir, y expresa la continuidad de la acción pastoral y educativa.

La opción por el grupo se expresa así:

1.- Grupos a la medida de los jóvenes de hoy. Debemos partir realísticamente de la concreta situación juvenil, hablar el lenguaje que ellos puedan entender y asumir las necesidades y aspiraciones que manifiestan.

2.-Grupos que sean educativos. El grupo tiene como finalidad la madurez humana y cristiana integral de sus miembros. El grupo debe tornarse "educativo": lugar de crecimiento y maduración de sus componentes.

3.- Grupos con sentido eclesial. El grupo juvenil no debe suponer una ruptura y alejamiento de los adultos, sino la posibilidad de relacionarse con ellos y abrirse a la comunidad total.

4.- Grupos dentro de un Proyecto. El grupo adquiere todo su valor y eficacia sólo si se entiende y se sitúa en el contexto más amplio de un Proyecto educativo-pastoral. Es necesario pasar de la intuición y espontaneidad propia del educador o del grupo concreto a una visión más orgánica y sistemática de las intervenciones educativas, que preste atención a la globalidad de la persona del joven, al contexto en que vive, a las metas que pretende, a la motivación de las opciones y a la revisión valorativa de los resultados que se consiguen. Tener un Proyecto significa que el grupo posee un cuadro de referencia que orienta y acompaña toda su acción educativa.

11.2 - Metas de un proceso de grupo como experiencia de Iglesia:

El grupo no es una moda ni una estrategia para desmasificar y controlar mejor a los jóvenes, es una experiencia de vida, una manera de ser Iglesia. Supone un proceso de crecimiento personal y educativo cuyo horizonte es la pertenencia a la Iglesia como comunidad de creyentes. Se indican a continuación algunos contenidos que son al mismo tiempo metas de este caminar del grupo en la experiencia de Iglesia.

1.- Personalización: Frente a la masificación del ambiente, el grupo se convierte en el espacio en el que el joven se siente responsable de su propio crecimiento, se encuentra seguro y puede contrastar con los otros sus propias experiencias y puede hacer una opción de valores y de comportamiento sociales adecuados a su maduración personal.

2.- Comunitariedad: El grupo posibilita al joven superar su aislamiento y abrirse al mundo que lo rodea mediante la experiencia de las relaciones de amistad. Esto sucede si se educa a aceptar a los otros con su modo de pensar y de obrar distinto del propio, si se hace receptivo a los distintos puntos de vista y admite poner en discusión las propias ideas personales. Cuando el joven experimenta lo que significa formar parte de un grupo de amigos, entiende mejor qué quiere decir formar parte del Pueblo de Dios.

3.- Celebración: Una celebración entendida no como una repetición mecánica de funciones litúrgicas, sino la acción de dar sentido a la experiencia que se vive en el grupo a la luz de los gestos y palabras de Jesús. La Eucaristía será el centro de convergencia de todos los esfuerzos comunitarios y, al mismo tiempo, la posibilidad de realizar la comunidad y abrirse al sentido más amplio de Iglesia. El sentido de la fiesta será el reconocimiento de la acción salvífica de Dios que nos reconcilia y nos construye como comunidad.

4.- El testimonio y servicio: La sacramentalidad de la Iglesia, que no vive para sí misma sino para el mundo, debe llevar al grupo a iniciar a los jóvenes en el compromiso comunitario, a nivel social y eclesial. El grupo posibilita al joven asumir una gradualidad de compromisos según su capacidad, en aquellos espacios donde él participa: familia, colegio, parroquia, barrio, etc. y realizar un servicio de promoción humana y de testimonio que da razón de su fe.

11.3 - Grupos Comunitarios Juveniles

GRUPO: Es la unión de varias personas que se intercomunican en una relación de amistad, e interactúan en una acción de conjunto, en vistas a conseguir un objetivo común.

* La constitución de un grupo está centrada alrededor de la vivencia y de la ayuda mutua, para la consecución efectiva y afectiva de unos fines. Radica en el hecho de "compartir".

La mera unión física no hace grupo. Para la formación de un grupo la unión de las personas debe partir del interior. La fuerza psicológica nueva que genera la unión de las personas en el grupo se llama:
La dinámica de un grupo: Es la fuerza liberadora de energía dentro y fuera del grupo. La definimos como el producto de todas las dinámicas particulares, unificadas por la fuerza de un objetivo común y por el valor emocional de las relaciones interpersonales, y la liberación en grupo de los mecanismos de defensa a favor de una acción positiva.

Por tanto las tres variables esenciales de un grupo estarían definidas por:

1º.- Objetivos claros e interiorizados: la vivencia común de un mismo objetivo crea una mística especial que es fuente de nuevas energías. Interiorizar un objetivo es asimilarlo de tal forma que haga parte de la estructura mental de la persona y que se convierta en motor que empuje a la acción y que contribuya a la cohesión y comunión entre los miembros.

2º.- Relaciones interpersonales profundas: Requisito para que se dé la suficiente amistad y confianza que permitan "compartir" la vida y los ideales. La cohesión del grupo aporta eficacia a la acción. Las envidias, enemistades, "roscas" y conflictos afectivos deterioran el clima de confianza en el grupo. Lo pueden, incluso, destruir.

3º.- Trabajo cooperativo para una acción transformadora del ambiente: El trabajo cooperativo es lo contrario de un trabajo competitivo. El apoyo mutuo y la colaboración son condiciones indispensables para conseguir los objetivos del grupo y desarrollar una acción eficaz. Las rivalidades, la pereza o la falta de motivación de algunos miembros bloquean los procesos del grupo y anulan su acción sobre el ambiente.

Necesidad de convivir en grupos:

El grupo es necesario como nivelador social. Nos defiende de la masificación como del individualismo. Para el individualismo, lo único que cuenta es el "yo"; para el sociologismo, lo único que importa es la sociedad, el "nosotros". El grupo, a la vez que nos ayuda a vencer el egoísmo en vistas al bien de los demás, nos protege del anonimato. En el grupo cada uno es considerado como persona, y por el grupo nos introducimos en la sociedad.

Grupos primarios: Lo forman personas que se agrupan por afinidad, por un interés común; se sienten unidos entre sí por un vínculo y a la vez son conscientes que forman grupo. Hay fuerte comunicación afectiva, con relaciones cara a cara. Al grupo primario se le llama también "psicogrupo".

Grupos secundarios: Las personas se unen por un vínculo concreto específico; pero no se interesan por más, sino en eso. Las relaciones que mantienen se llaman secundarias. La persona interesa en tanto que cumple una función que se le señaló dentro del grupo; todo lo demás se "respeta". Lo que une no es el lazo afectivo, sino motivos utilitarios: contratos, reglamentos, etc. Se llama también "sociogrupo".

11.4 - ¿QUÉ ES EL GRUPO JUVENIL CRISTIANO?

Es la unión de varios jóvenes cristianos (no más de 12 por grupo) que se intercomunican en una relación de amistad, que interactúan unos con otros en comunión de vida con Cristo y promueven el acontecimiento Iglesia.

El grupo juvenil cristiano es una célula de la Iglesia donde se realiza vivencial y apostólicamente su "misterio". Desde el punto de vista cristiano se realiza una nueva realidad en el grupo que escapa a todas posibilidad de examen psicológico: el Cristo comunitario. Bien lo indican las palabras de Jesús: "Donde dos o tres estuvieren reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 20). Y ésta es una fuerza trascendente que supera todas las energías individuales de los miembros del grupo.

"Yo en medio de ellos" no significa simplemente una persona más, aunque ésta sea la de Cristo, sino una fuerza divina central que irradia hacia todo el grupo, lo levanta, lo dinamiza de una forma nueva, humano-divina. El grupo es una verdadera encarnación comunitaria de Cristo. Es presencia viva de Jesucristo en medio de los jóvenes; es luz y sal, es fermento evangélico en el ambiente juvenil.

Un joven cristiano sin grupo es un río sin cauce. El cristianismo es comunidad, es convivencia; es fraternidad, es solidaridad con los demás, sobre todo sin son pobres. El testamento de Cristo fue el de vivir y crecer en unidad: "Padre Santo, que sean uno como nosotros somos uno...para que el mundo crea" (Jn 17, 11.21) ¿Hemos pensado que Dios viven en una eterna reunión de grupo? En Dios hay tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo; pero tan unidas que son un solo Dios y tienen y conviven una única naturaleza divina. ¡Dios es familia!

Los grupos juveniles cristianos deben constituir el fermento de renovación evangélica del mundo nuevo que está apuntando en la historia.

 

12.- CARACTERÍSTICAS DE UNA ESPIRITUALIDAD JUVENIL PARA AMERICA LATINA:

"Entendemos la espiritualidad como la experiencia de Dios que se revela en Jesucristo, experiencia que es obra del Espíritu y que transforma la persona y desencadena un proceso nuevo en su vida. La espiritualidad es, pues, diferente y original con respecto a otras motivaciones o fuerzas inspiradoras de la vida de las personas. Su fuente es la experiencia de fe en Jesucristo muerto y resucitado y la conversión y adhesión a él y al Evangelio, vividas con otros en la comunidad Iglesia.

La experiencia de Jesús da inicio a un camino de vida en el Espíritu Santo. Es un camino de seguimiento del mismo Jesús, cuya meta es el Reino del Padre. Esto posibilita a toda persona tener una mirada nueva hacia la realidad y descubrir especialmente su sentido trascendente.

Es un proceso paciente e inacabado, a través del cual el Espíritu va transformando el amor del Padre revelado en Jesús, en vida, dinamismos, modos de pensar, estilos de actuar y de relacionarse, vivencia de la unidad inseparable del amor a Dios y del amor al prójimo. Es la savia que alimenta y da fecundidad a la comunidad, a la pastoral y a la teología, cualquiera sea su expresión. La espiritualidad es la experiencia de la irrupción del insospechado, vigoroso y transformador amor de Dios haciéndose presente de un modo singular, fecundo y creativo en la vida de hombres y mujeres...

La espiritualidad es un elemento fundamental en la vida del joven y un desafío prioritario para la Pastoral Juvenil. A continuación se presentan algunas características que concretizan esta espiritualidad para su vivencia en la Pastoral Juvenil Latinoamericana.

12.1 - Centrada en Cristo:

Es una espiritualidad centrada en el seguimiento de Jesús, amigo y compañero de camino, por lo que la Pastoral Juvenil ha de "promover un encuentro personal y comunitario con el Cristo vivo" (Puebla 1166). Esta experiencia fundamental e impactante, conduce al joven a gustar de la aventura del seguimiento de Jesús y a comprometerse con su Proyecto, asumiéndolo desde la vida en el Espíritu. Jesús es la auténtica respuesta a las inquietudes de los jóvenes y es al mismo tiempo, el fundamento de su espiritualidad.

12.2 - Mariana:

El Espíritu de Jesús lleva a reconocer en la Virgen María a la primera cristiana, una joven feliz porque ha creído que se cumplirá en ella la Palabra de Dios. Por la fe, María es madre y abre las puertas de la humanidad al Hijo de Dios. Por su colaboración en la obra de la liberación, es modelo de vida en su disponibilidad, entrega y compromiso.

12.3 - Comunitaria y eclesial:

El grupo es elemento fundamental en la vida de los jóvenes, que buscan siempre identificarse con otros y compartir sueños y experiencias. La experiencia de fe madura en un grupo o comunidad juvenil. Este se convierte, así, en lugar esencial de la vida en el Espíritu porque abre al joven a la relación con los otros y al descubrimiento de su pertenencia a la Iglesia como miembros del Pueblo de Dios..

Dios se revela en su misterio trinitario como comunidad y la vocación a la fe es una llamada a pertenecer a un pueblo de hermanos, por lo que la vida en el Espíritu podrá ser discernida con el apoyo de la comunidad y enriquecida con el testimonio de vida de los hermanos. La vida en el Espíritu es vida en comunidad eclesial. La Iglesia nace de esta experiencia de presencia del Espíritu.

12.4 - Laical y misionera:

La experiencia de fe vivida en los grupos y comunidades juveniles lleva a los jóvenes a descubrir el llamado a servir a los demás. La vocación al seguimiento de Jesús es también un llamado a la misión por lo que la Pastoral Juvenil se convierte en un espacio donde los jóvenes descubren su dimensión misionera. El mismo Espíritu conduce a los jóvenes a compartir con otros el gozoso anuncio del reino y a asumir dentro de la Iglesia diversas tareas que les permiten compartir sus carismas.

La vivencia de la espiritualidad conduce a los jóvenes a asumir su ser laical y a hacer presente el Espíritu de Jesús desde su compromiso de fe, como Iglesia, en las realidades temporales en las que viven, crecen y actúan. Reconoce también la acción del Espíritu en medio de los ambientes propios de la vida y profundiza su misión de agente de cambio y de evangelizador de los otros jóvenes.

12.5 - Liberadora:

Siguiendo el estilo de vida de Jesús, que se encarna en la historia de su pueblo, la espiritualidad se vive en medio de realidades concretas, es decir, en el mundo familiar, laboral, político, económico, educativo, etc., asumiendo la cultura misma de los pueblos, especialmente de los indígenas y afroamericanos, con un claro compromiso con los empobrecidos y con un sentido liberador.
La espiritualidad lleva a los jóvenes a buscar acciones concretas que reflejen la vida en el Espíritu como el compromiso claro y solidario con la opción preferencial por los pobres y marginados del continente.

12.6 - Orante:

En su proceso de seguimiento de Jesús, la espiritualidad lleva al joven a encontrar momentos privilegiados de comunión con él a través de la oración personal y comunitaria, que le permitan una relación cercana con Jesús y poder llegar a experimentarlo como amigo y compañero de camino. La oración se convierte en el espacio en el que los jóvenes expresan de diversas maneras sus inquietudes personales y la búsqueda de respuestas concretas a sus grandes interrogantes, reafirmando así su adhesión y compromiso con el Dios de la vida.

12.7 - Celebrativa:

La alegría juvenil se manifiesta en la celebración de esta vida en el Espíritu a través de acciones personales y comunitarias que lleven a la búsqueda y el encuentro con el Dios de la vida. Además del encuentro eucarístico, fuente y cimiento para el seguimiento de Jesús, la espiritualidad suscita otras expresiones celebrativas que manifiestan las diversas formas de compartir la vida en el Espíritu.

Lo celebrativo, elemento propio de la espiritualidad juvenil, promueve el carácter festivo de las vida de los jóvenes, no como manifestación de un vacío interior que busca compensaciones ni como ocasión para distraerse de la realidad, sino como expresión de la fiesta inspirada en la victoria pascual y en el triunfo de la vida sobre la muerte" (Espiritualidad y Misión de la Pastoral Juvenil, Separata del Boletín CELAM Nº 266).

 

13.- PERFIL Y FUNCION DEL ASESOR DE LA PASTORAL JUVENIL:

La Pastoral Juvenil no se podría realizar sin la colaboración, esfuerzo y generosidad de un gran número de personas: sacerdotes, religiosos y laicos, adultos y jóvenes. Sabemos que ser Asesor de los grupos juveniles no es una vocación fácil; se requiere una madurez humana, una formación técnica y una fuerte vivencia personal de la fe.

La palabra Asesor viene del latín "sedere ad" (sentarse junto a alguien) y recuerda la actitud de "estar cerca". La asesoría de los jóvenes ha sido siempre preocupación constante en la Iglesia. El Documento de Medellín pedía que "se dé a la formación de asesores de juventud (sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos) la importancia que tienen en un continente con mayoría de jóvenes" (5, 17). Y el Documento de Puebla reafirmaba: "se procurará formar prioritariamente animadores juveniles (sacerdotes, religiosos o laicos) que sean guías y amigos de la juventud, conservando su propia identidad y prestando ese servicio con madurez humana y cristiana" (1203).
La actitud fundamental del Asesor ha de ser la de un "animador" que, sugiriendo, motivando, persuadiendo, colabora con los jóvenes en el desarrollo de todas sus potencialidades hasta su plena madurez humana y cristiana. La animación, entendida como "la acción de infundir ánimo, valor o energía", hace pensar en una actividad que brota de dentro como energía de vida, de crecimiento interno de la personalidad. La animación se contrapone a todo lo que sea presión desde fuera y manipulación, e indica más bien aquella actividad que, desde el interior del joven, hace un llamado a su participación valorando sus capacidades. La animación tiene a capacitar al joven para que llegue a ser sujeto activo y crítico de su proceso educativo, orientándolo hacia aquellos objetivos que son necesarios para su pleno crecimiento.

13.1 - La Asesoría como Ministerio Eclesial:

La conciencia que ha ido surgiendo de la práctica y de la reflexión sobre la asesoría en la Pastoral Juvenil, y que ha ido creciendo cada vez más, es que la asesoría de Pastoral Juvenil es un ministerio eclesial en una Iglesia que en su corazón es ministerial, a ejemplo de Cristo "que no vino a ser servido sino a servir" (Mt 20, 28).

El sentido de todo ministerio es la edificación de la comunidad eclesial inserta en el mundo. Corresponde a esta comunidad anunciar y vivir el Evangelio y despertar la fe, dar gracias y celebrar los sacramentos santificando la vida, servir a la sociedad sobre todo a los más empobrecidos, y contribuir a la construcción de la justicia y de la fraternidad.

A partir de este carácter ministerial, podemos decir que:

El Asesor de Pastoral Juvenil es una persona llamada por Dios a ejercer un ministerio al servicio de los jóvenes; un ministerio que es asumido como opción personal, al que se es enviado por la Iglesia, para el que se ha de contar con la aceptación de los mismos jóvenes.

13.2 - El Asesor realiza el triple ministerio profético, sacerdotal y real de Jesucristo:

1.- Por su ministerio profético, el Asesor lee a la luz de la Palabra de Dios los signos de los tiempos manifestados en la cultura juvenil, en la Iglesia y en la sociedad; denuncia el pecado, la injusticia, la opresión y los signos de la cultura de muerte presentes en la vida de los jóvenes; anuncia y propone un camino de conversión a Cristo, a los jóvenes, y desde ellos, a la Iglesia y a la sociedad, como voz de los mismos jóvenes para construir la cultura de la vida.

2.- Por su ministerio sacerdotal - desde su estado de vida y vocación laical, religiosa o sacerdotal - sirve a los jóvenes para la celebración de su vida y de la salvación en los sacramentos, ofreciendo su testimonio personal y asumiendo las nuevas formas celebrativas de la fe de los jóvenes (cf Sto. Domingo, 117).

3.- Por su ministerio real, el asesor acompaña a los jóvenes en su propio caminar, como orientador y apoyo, sirviendo a su proceso personal y grupal; y como articulador y nexo, sirviendo a la comunión eclesial del grupo o comunidad juvenil con la Pastoral Juvenil Orgánica, con la Iglesia y con el mundo adulto en general.

13.3 - Características y capacidades del Asesor:

1.- Tener madurez humana que se traduce en un equilibrio emotivo, inteligencia despierta capaz de captar rápidamente los problemas que se generan en el grupo. Observador e intuitivo. Con actitud de acogida y diálogo. Transmisor de paz y de seguridad para los jóvenes.

2.- Tener una fuerte vivencia personal y comunitaria de su fe. Ser testigo de su fe; que no impone su propia visión sino que ofrece y anuncia ante las dudas y las dificultades de los jóvenes. Hombre de Dios con una profunda vida de oración y práctica sacramental.

3.- Ser pastor: que facilite el acceso a Jesucristo a través de su disponibilidad y espíritu de servicio a los jóvenes; preocupado por cada uno, por su ambiente familiar y social; cercano y amigo que ama, y que si es necesario sabe comenzar de nuevo. Tiene mucha comprensión enmarcada en una cierta exigencia de superación.

4.- Ser educador. No es tanto líder, profesor o terapeuta cuanto acompañante personal en la interiorización, crecimiento y maduración humana y cristiana. Conocedor y estimulador de las posibilidades de cada uno, respetando los ritmos y las decisiones que toman los jóvenes. Abre nuevos caminos y perspectivas y sabe esperar y confiar en cada uno.

5.- Tener una formación técnica mínima en los métodos modernos de dinámicas y conducción de grupos. Saber ser animador de un grupo sin dirigirlo ni suplirlo, evitando los extremos del "paternalismo" sofocante y del "laisser faire" que induce al desorden y a la apatía. Desarrollar una pedagogía activa donde los jóvenes ejercitan su liderazgo y comparten responsabilidades.

BIBLIOGRAFIA

 

BORAN, Jorge. "Juventud, gran desafío" - Ediciones Paulinas - Bogotá, 1987

CELAM - Sección de Juventud. "Los procesos de educación en la fe de los jóvenes" - Santafé de Bogotá, 1993

CELAM - Sección de Juventud. "Asesoría y acompañamiento en la Pastoral Juvenil" - Santafé de Bogotá, 1994

CELAM - Separata Boletín 245. "1er Congreso Latinoamericano de Jóvenes" - Santafé de Bogotá, 1992

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