No mataras

 

El Séptimo Mandamiento, hecho apenas de dos palabras, dice:

No robarás" (Ex 20, 15)

¿Cuál es el sentido de este mandamiento? ¿Cómo responde al clamor del pueblo que sufría en la "casa de esclavitud de Egipto"? No es fácil la respuesta. Hoy en día, el pueblo dice: "Pobre que roba es ladrón; rico que roba es barón". LoS mayores robos no son realizados por los hombres, sino por los ricos. Sin embargo, Dios dice: "no robarás". Pero en el momento en que el pueblo va a escapar de Egipto, Dios manda que pidan prestado a loS egipcios todo lo que puedan para llevarlo consigo (Ex 3, 21-22, 11, 2) (Ex 1, 35-36). ¿Yeso, no era robo? al final, ¿qué es lo que el séptimo mandamiento quiere prohibir cuando dice "no robarás"?

Aquí vale la pena repetir el título de los diez mandamientos: "Yo soy Yavé, tu Dios, el que te hizo salir de Egipto, de la casa de la esclavitud. Por eso 'no robarás"'. Pero también en Egipto era prohibido robar. Los ladrones eran apresados como en cualquier otra sociedad. De esta manera, hasta el Faraón confirmaba la legitimidad de su sistema. Pues apresando y castigando a los ladrones, daba seguridad a sus súbditos. ¿En qué sentido, entonces, el séptimo mandamiento significaba una liberación de la "casa de la esclavitud"?

El sistema del Faraón y de los reyes de Canaán estaba basado en el robo. El Faraón y los reyes podía tomar las tierras, los animales, los productos, los empleados, los hijos y las hijas del pueblo. Era un "derecho del rey" reconocido por la ley (1 Sam 8, 11-18). No era considerado como robo.

Por ejemplo, el rey Salomón llegó a tener una renta anual de 666 monedas de oro (1 Reyes 10' 14). (Son más de 22 toneladas de oro). Llegó a emplear en trabajos forzados en la construcción del templo a más de 180,000 obreros (1 Reyes 5, 27-30). Era dueño de una flota de navíos (1 Reyes 10' 26). Diariamente recibía 13,500 litros de flor de harina y 27,000 litros de harina común; 10 bueyes cebados y 20 bueyes de pasto (además de muchos otros bienes), entregados por los prefectos nombrados por él en todo el país. (1 Reyes 4, 22-23.27-28 en la Biblia de Jerusalén es 1 Reyes 5, 2-3. 7-8). A pesar de ello, nunca nadie le llamó ladrón, pues era un derecho que la ley le daba.

De la misma manera el Faraón robaba las tierras, no pagaba salario, robaba la fuerza física del pueblo. Este robo tan grande arrancaba el clamor de la boca del pueblo y hacía llorar al pueblo de angustia (Ex 3, 7). Este robo no era castigado ni era llamado robo. Pero Dios lo observó, 10 examinó, percibió las consecuencias y en su ley decretó: "No robarás" (Ex 20, 15).

Al decir "no robarás", no se dirige en primer lugar a un individuo aislado, sino al propio pueblo. Dios no puede aceptar una nueva organización que esté basada en el robo legitimado por la ley. No es Sólo el individuo el que no debe robar. Es todo el pueblo el que no debe robar al pueblo.

En este punto, para impedir que una parte del pueblo robase a otra parte del mismo, loS israelitas supieron crear leyes. La formación de latifundios, denunciada por Isaías y Miqueas (Is 5, 8 y Mi 2, 2), fue combatida por la ley del año jubilar. La ley del año jubilar establecía que cada 50 años todas las compras y ventas de tierras fuesen anuladas y que la tierra volviese a su primer propietario (lev 25, 8-31 ). Y el fundamento de esta leyera lo siguiente: "la tierra no puede venderse para siempre, porque la tierra es mía, ya que ustedes están en mi tierra como forasteros y huéspedes" (lev 25, 23.

Los israelitas querían una sociedad donde las instituciones fuesen tales que no fuera posible la acumulación de bienes; una sociedad que debía confiar en la provídencia divina. La historia dice que Dios hace llover el pan del cielo "para poner al pueblo a prueba para ver si anda o no según mi ley" (Ex 16, 4). La prueba consistía en esto: cada uno Sólo podía coger lo necesario del día, no podía acumular. El alimento acumulado se pudría. Sólo se podía acumular para el sábado, pero no para tener más que loS otros (Ex 16, 19-24).

También había leyes para impedir los robos pequeños (Ex 22, 1-15).Querían una sociedad donde la seguridad fuese total, y donde cada uno fuese respetado con los medios de vida que poseía. Una sociedad así fomentaba la paz y favorecía la convivencia y la confianza mutua. La observancia del séptimo mandamiento ayudaba al pueblo a evitar la acumulación de bienes y la explotación del hermano. Y era una manera de hacer entender que la Providencia Divina lleva a la organización fraterna y justa del pueblo.

Más tarde, bajo el sistema de los reyes, el pueblo volvió a la "casa de esclavitud". Basta recordar lo que dijimos sobre el rey Salomón. loS profetas no tenían miedo de tachar al propio rey de injusto, porque "se aprovecha de su prójimo y lo hace trabajar sin pagarle su salario" (Jer 22, 13).

Jeremías denunció al rey: "No piensas sino en tu interés y en derramar sangre, y mantener la opresión y la violencia. Esto sí que te gusta" (Jer 22, 17). De todos los reyes que pasaron por el trono de Judá, sólo tres escaparon a esta tentación: David, Ezequías y Josías. Todos los otros cayeron en la ambición y fueron ladrones. Recibieron críticas fuertes de los profetas y del libro del autor de los Reyes. El poder corrompe a las personas y las lleva a la práctica de la violencia, el robo y de la corrupción.