El tema de hoy: «La circuncisión ¿Por qué?»

 

Génesis, Cap. XVII,

 

1 El Señor apareció a Avram y le dijo: «Yo soy el Di-s Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto».

 

3 Y Avram cayó sobre su rostro, y Di-s habló con él, diciendo:

 

4 «En cuanto a Mí, he aquí Mi Pacto contigo, y serás padre de una multitud de naciones.

 

5 Y no se llamará más Avram tu nombre, sino que Avra-ham será tu nombre, porque te he hecho padre de una multitud de naciones.

 

7 Y estableceré Mi Pacto entre Mí y ti y tu simiente después de ti, a través de todas tus generaciones, por pacto sempiterno, de serte a ti por Di-s, y a tu simiente después de ti.

 

8 Y te daré a ti, y a tu simiente después de ti, la tierra de tus peregrinaciones, toda la tierra de Canaán, por posesión sempiterna, y seré el Di-s de ellos».

 

9 Y dijo Di-s a Avraham: «Y tú guardarás Mi Pacto, y tus simientes después de ti, en todas sus generaciones».

 

10 Éste es Mi Pacto entre Mí y vosotros, y entre tu simiente después de ti: que sea circuncidado cada varón entre vosotros.

 

12 Y a los ocho días será circuncidado de entre vosotros, cada varón en todas vuestras generaciones.

 

14 Mas en cuanto al varón incircunciso, que no tuviere circuncidada la carne de su prepucio, será extirpado de su pueblo, pues el alma aquella quebrantó Mi Pacto.

 

 

        Releamos el párrafo seleccionado de la Torá, descubrimos que Avraham recibe este Mandato Divino por intermedio de un pacto con Di-s, quien le promete una gran progenie y también la tierra de Canaán.

        Si somos judíos, en este Pacto estamos incluidos, al decir «a través de todas tus generaciones, por pacto sempiterno,».

        Y así fue cumplido hasta la actualidad, y por eso decimos que el pueblo judío nunca se perdió, prevalece desde el comienzo de los tiempos, ¿Será porque cumplimos los Pactos con el Señor?

        Nos guste o no, una fuerza interior, que no sabemos de dónde nos viene, nos hace soportar algunos instantes de sufrimiento de todo varón judío que nace, y ese sufrimiento del niño nacido, de sus padres, parientes y amigos, nos reafirma nuevamente como integrantes del Pueblo Eterno, y ante la magnanimidad del Pacto, sentimos la sacralidad del alma, que cada uno de nosotros alberga en su interior y, a pesar de toda lógica, después del Brit-Milá, sentimos una gran alegría, un sentimiento de pertenencia y la tranquilidad de conciencia del deber cumplido; en suma, una gran satisfacción.

        Que en este Shabat, podamos decidirnos, a partir de nuestro propio Pacto con Ha-Shem, en el Brit-Milá nuestro, y en el de nuestros hijos, comenzar a cumplir con todos los otros Pactos que Di-s hizo con el hombre, que tienen la misma importancia y que sostienen la continuidad del Pueblo Judío, aspiración de todos, para retener a nuestros hijos en los antiquísimos y sagrados valores que Di-s nos entregó como herencia.

 

        SHABAT SHALOM