JESÚS TENTACIÓN
1.
El Hijo de Dios fue tentado a lo largo de su vida. Lo del desierto
sólo es un símbolo. Jesús pasó por el desierto cuarenta días, como
el antiguo pueblo de Dios pasó por él cuarenta años. El desierto es
signo de desamparo, lugar de riesgo y de luchas, tiempo de crisis y
tentación.
Seguro que en la vida de Jesús hubo etapas especialmente
difíciles y conflictivas. Ese fue su desierto. Al principio de su vida
pública, después de la experiencia sorprendente del bautismo,
experiencia de fuego divino y de perfume espiritual, Jesús tiene
que escoger el camino a seguir. Ante los distintos caminos que se
le presentan, surgen la duda y la tentación.
¿Cómo debe presentarse al pueblo? ¿Como un mago capaz
de solucionar todos sus problemas? ¿Cómo un rey lleno de
majestad y poder? ¿Como un guerrero invencible? ¿Como un ser
divino bajado del cielo con escolta angelical? ¿O como un siervo
paciente y misericordioso, pacífico y liberador?
La verdad es que no faltaban razones, incluso bíblicas, en favor
de uno u otro camino. Partiendo de la base que el fin intentado por
Jesús siempre era bueno, conseguir la salvación de los hombres,
se preguntaba por los medios más convenientes y eficaces. ¿Qué
es preferible, el camino del poder o el del servicio? ¿Qué es más
eficaz, el camino de la violencia o el de la no-violencia? ¿Qué es
más válido, el camino de la riqueza o el del compartir? ¿Qué es
mejor, el camino de la gloria o el de la humildad? ¿Con quién es
más conveniente contar, con gente culta o con gente sencilla? ¿De
quién debe rodearse, de fuertes soldados o de hombres
desarmados? ¿A quién debe dirigirse, a los poderosos o al pueblo
humilde? ¿Dónde debe presentarse, en el templo o en la plaza del
pueblo?
¿Y cómo ha de ser su enseñanza? ¿Debe seguir la línea de
Juan, rigorista y amenazante, o proclamar un anuncio de gracia y
misericordia? ¿Debe insistir en el cumplimiento estricto de la ley
antigua o debe establecer una ley nueva? ¿Es preferible insistir en
el temor de Dios o presentarle como un Padre incapaz de castigar,
rebosando misericordia? ¿Y debe seguir urgiendo los sacrificios de
siempre o hay que decir de una vez que Dios prefiere la
misericordia al sacrificio?
Cantidad de preguntas, cantidad de solicitaciones, cantidad de
pasiones, cantidad de dudas, cantidad de angustias, cantidad de
reflexión, cantidad de oración. Estas son las tentaciones primeras
de Jesús.
Después vendrán otras -«hasta otra ocasión»- suscitadas por
unos y por otros: por el Bautista (Lc 7. 18-19), por sus familiares
(cf. Mc 3, 20-21, 31-35: Jn. 7, 3-5), por sus discípulos (cf. Mc 8, 33;
Lc 9, 54-55), por su pueblo (Lc 4, 22-24), por el pueblo en general
(cf. Jn 6,15), por las autoridades religiosas y políticas, por los
partidos religiosos y políticos, por los maestros de la Escritura y de
la Ley. Las últimas y más fuertes tentaciones de Jesús serían a lo
largo de su Pasión, cuando llegó «su hora y el poder de las
tinieblas».
-Tentado como nosotros
Las tentaciones de Jesús son universales: las tentaciones del
poder, del tener, del placer; las de la propia autonomía y
autosuficiencia; las de justificar los medios por el fin, o convertir los
fines en medios o los medios en fines; las de la violencia o la
debilidad; las de la desesperación o el miedo.
Pero de Jesús tenemos que aprender algo más: no sólo a ser
tentados, sino a cómo vencer la tentación. El podrá aconsejarnos
partiendo de la propia experiencia. El nos trazará para siempre un
camino victorioso.
CARITAS
UN DIOS PARA TU HERMANO
CUARESMA Y PASCUA 1992.Págs. 50 s.
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2.
Las tentaciones
Para poner de relieve la importancia de esta profundización en
su misión, Mateo y Lucas narran cómo Jesús se tomó un largo
tiempo de reflexión justamente nada más bautizarse. Cuarenta días
de «retiro» para ver cómo responder a la llamada de Dios. Jesús
se pregunta qué medios adoptar, qué caminos emprender para
revelar a los ojos de todos la amorosa presencia de Dios y la
renovación total necesaria para la felicidad de la humanidad. ¿Qué
elegir en aquel mundo profundamente inquieto, dividido política,
social y religiosamente? Aunque está solo, su reflexión no es
individual: dialoga con Dios y con el pueblo que siente en sus
entrañas. Sus tentaciones son también las tentaciones del pueblo
judío, más dispuesto a dimitir que a asumir la misión que Dios le ha
confiado: dar a conocer su rostro a todas las naciones.
Jesús quiere elegir lo que abra caminos a un pueblo nuevo.
¿Convendría actuar al modo de los saduceos y herodianos,
ansiosos de prosperidad material y comunicar, por tanto, la idea de
un Dios que responde al deseo de los hombres y que está ahí
exclusivamente para saciarles? ¿No es rebajar a Dios, ver en El
únicamente a un distribuidor de beneficios? ¿No es tener en poco
al hombre, hacer de él un simple consumidor, individualmente
satisfecho? Dios es para cada hombre y para todo el pueblo,
llamada a una vida que se sobrepasa a sí misma continuamente...
¿Convendría, a la manera de los zelotas, utilizar la violencia, la
sed de venganza, para sacudir el yugo de Roma y establecer un
nuevo poder que fuera, por el ministerio de Jesús, el poder de
Dios? También en esta postura existe un gran riesgo de traicionar
a Dios y al hombre: ¿Las relaciones con Dios y las relaciones
interhumanas pueden concebirse en términos de amo y esclavo?
Dios es para cada hombre y para todo el pueblo, llamada a la
responsabilidad...
¿Convendría, como hacen los fariseos y los «especialistas» de
la Ley, empujar a cada cual a trabajar individualmente en su
promoción religiosa y moral, organizar un «sálvese-quien-pueda»,
un «cada-cual-para-sí-mismo» construido sobre la base del
cumplimiento más nimio y estricto? Para lo demás, para la
renovación social, ¿habría que esperar a un salvador caído del
cielo que viniera a arrancarlo todo y a forzar la adhesión de las
masas por medio de prodigios, aun a riesgo de mostrar a Dios
como un hechicero y de reducir a los hombres a la categoría de
ovejas? Pero Dios es para cada hombre y para todo el pueblo
llamada a salvarse juntos, unos mediante otros, llamada a jugar las
propias bazas en la liberación colectiva...
Ser testigo de un Dios que es llamada a la creatividad colectiva y
permanente, a la responsabilidad del mayor número posible de
personas, a la liberación de todos para formar un pueblo que sea
creador, responsable y libre: esto es lo que elige Jesús en su
retiro. Se determina a ello iluminado simultáneamente por la luz de
las corrientes de su tiempo y por la atenta escucha de Dios en las
Escrituras. Toda su vida quedará enmarcada en estos puntos
fundamentales elegidos, aun cuando tendrá que irles traduciendo
de modos diferentes según las circunstancias.
Esta narración, colocada al comienzo de los Evangelios, aparece
ante nosotros como un combate; es lo que va a dar tono propio a
toda la aventura de Jesús: su vida va a ser un combate. Jesús es
consciente de que en el mundo en que vive hay que plantear una
batalla; las «tentaciones» van a volver a presentarse a todo lo
largo de su vida. Dios no puede ni aceptar el mundo tal cual está,
ni contentarse con soluciones falsas. Jesús, su testigo, vino para
hacer un replanteamiento radical: y la lucha será sin
contemplaciones.
Los episodios del bautismo y de las tentaciones nos muestran a
Jesús como miembro de todo el pueblo que esperaba al Mesías,
como quien concretó esta esperanza uniéndose al «movimiento de
Juan», como quien descubre su misión de enviado de Dios, como
quien es tentado por todas las corrientes de su época. Pero
también como quien recibe su misión «de otra parte», como quien
se afana por buscar, profundizando en las Escrituras, lo que Dios
quiere de El, y como quien tiene la firme determinación de ser un
testigo verdadero de Dios, su «Padre»; es una llamada que siente
en lo más profundo de sí mismo: el Espíritu de su «Padre»
impregna su elección, sus proyectos, toda su existencia.
ALAIN
PATIN
LA AVENTURA DE JESUS DE NAZARET
COLECCION ALCANCE, 7
SAL TERRAE. SANTANDER-1979.Págs. 43-46
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3. Jesús: ¿cuándo y cómo fue tentado?
La petición del padrenuestro: "No nos dejes caer en la tentación"
(Mt 6,13; Lc 11,4) encierra una tremenda y dura realidad con la
que tuvo que habérselas el mismo Jesús. Siendo la tentación
patrimonio del hombre, es evidente que la posibilidad e incluso el
hecho de la tentación afectó también a la verdadera humanidad de
Jesús. Mas esta osadía del demonio, ¿no estaba condenada de
antemano al fracaso? ¿Cuántas veces y dónde fue tentado Jesús?
Por las reflexiones teológicas surgidas en torno a los relatos
evangélicos sobre su tentación, puede verse que estas preguntas
se debatían calurosamente en el seno de las primitivas
comunidades cristianas y que hacían necesarias una
profundización y una explicación de envergadura
A. Lapple
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4. Bautismo y tentación.
Los tres sinópticos relacionan estrecha e intencionadamente la
tentación con el bautismo. Es una conexión llena de significado.
Primero: en respuesta al bautismo, Jesús inicia la vuelta al
desierto, o sea, a una existencia en la cual se vive continuamente
enfrentado con Satanás y, al mismo tiempo el encuentro con la
ayuda de Dios. Segundo: colocada al principio del evangelio, a
saber, en la sección que de alguna manera hace de prólogo, la
experiencia del desierto se presenta no sólo como el primer acto
público de Jesús, sino como el marco dentro del cual se
desarrollará todo su ministerio. Y tercero el Espíritu dado en el
bautismo no aparta a Jesús de la historia y su ambigüedad. Al
contrario, lo sitúa dentro de la historia y de la lucha que en ella se
libra
B. Maggioni
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5. Las tentaciones de Jesús: historia y redacción.
Por lo que se refiere a la forma literaria y en cuanto a su
dimensión psicorreligiosa, el relato de las tentaciones abre
interrogantes de imposible respuesta. La última fuente, no puede
menos de ser fruto de confidencias autobiográficas. Pero entre el
proceso íntimo y su concreción en unidad didascálica caben
numerosos recursos pedagógicamente legítimos, que en nada
infravaloran la autenticidad y objetividad del hecho.
Prejuzgaría la libertad del hagiógrafo y del Espíritu quien
impusiese como la única posible determinada manera de
interpretar esa forma catequética tal como la leemos
I. Gomá
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6. Las tentaciones de Jesús: ¿al pie de la letra?
La simple lectura de los evangelios despierta sin duda una serie
de interrogantes de difícil respuesta para quien equivocadamente
se empeña en interpretarlos al pie de la letra. Ya es bastante
admitir un ayuno absoluto de cuarenta días enteros. Pero resulta
casi imposible que el tentador pudiera trasladar a Jesús -¿por los
aires?- desde el desierto hasta la parte más alta del templo de
Jerusalén. O que hubiera un cerro tan elevado que desde él
pudieran contemplarse todos los reinos del mundo y en un solo
instante
M. A. Keller
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7. La tentación de Jesús: ¿reto al creyente de hoy?
La teología bíblica de la tentación encuadra un drama que todos
conocemos muy bien por experiencia personal: la lucha entre el
bien y el mal. Una lucha en la que el cristiano sufre y comprueba
las limitaciones de su libertad, pero en la que se sabe vencedor
porque tiene de su parte al más fuerte, al que ya venció para
siempre al mal: Jesucristo, el mesías, el hijo de Dios, el Señor
M. A. Keller