EL ISLAM Y EL DIALOGO INTERRELIGIOSO

Raúl González

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A modo de introducción

 

En el nombre de Allah, el Todoclemente, el Todomisericordioso

¡Por la Época!(lo juro)

Ciertamente, el hombre va cada vez a peor

excepto aquellos que creen

y obran rectamente

y se exhortan mutuamente a la verdad

y se exhortan mutuamente a la paciencia.

 

La ausencia de valores morales de nuestra época o, mejor aun, la inversión de los valores morales de nuestra época, es el resultado directo de laicismo dominante en el aparato del Estado moderno, entendiendo por laicismo, como señala Adela Cortina.. la actitud antireligiosa militante desde posiciones laicas, que atenta contra una ética de mínimos, imprescindible para la convivencia social en libertad.

Con la destrucción del universo religioso medieval, se inicia una etapa para la humanidad de profundo cuestionamiento de las verdades metafísicas. Como señala Seyed Husein Nasr, los profetas divinos son como soles que alumbran en el firmamento religioso de la humanidad.

Si bien es cierto que no hay diferencia entre ellos, al igual que sabemos que todas aquellas estrellas que vemos en el firmamento son soles en su sistema, pero en la práctica solamente consideramos Sol a éste que nos alumbra y da calor, en la práctica, sólo consideramos Enviado divino al Profeta del cual nos alimentamos y con cuyas enseñanzas nos guiamos.

Mientras la sociedad tradicional existió, es decir, mientras existió una sociedad basada en las verdades metafísicas universales, el hecho de tomar a un único profeta, al propio, como el único sol que iluminaba nuestros caminos e identificarlo con la Verdad Altísima misma, no suponía, en la práctica, mayor problema. Había un Dios, el Cual había enviado a Su Mensajero con la guía indubitable y el único problema estribaba en ajustarse lo mejor posible a esa guía. Los ritos propios eran el continente y las verdades vivas el contenido. Los demás, el otro, no existía.

Pero con el asalto al poder del tercer Estado y el advenimiento de la sociedad mercantil y financiera, el sistema solar de cada religión se desmorona.

El proceso en el que hombre de la sociedad tradicional se va alejando de su entorno natural agrícola y campesino y lo va sustituyendo por el entorno urbano e industrial, es el mismo que le transportará de su universo religioso ordenado y metafísicamente jerarquizado al caos de valores actual.

Si cada uno tiene un dios verdadero y un profeta verdadero y cada pueblo se reclama poseedor de la verdad absoluta, en nombre de la cual se mata y se muere; si en el seno mismo de nuestro sistema solar los creyentes se matan unos a otros por la correcta interpretación de las mismas Sagradas Escrituras; si la corrupción se apodera de la casta religiosa, responsable de preservar y difundir el mensaje divino; es fácil llegar a la conclusión de que todo era una mentira y que la existencia de tantos dioses es igual a la existencia de ninguno.

La creencia en Dios muere para dar paso a un universo de pequeños y grandes diosecillos. La filosofía, el discurso de la razón que guiará a la humanidad al Reino de la Felicidad sustituirá a la creencia religiosa y a su vez será sustituida, mutatis mutandis, por la Ciencia, con mayúsculas (en verdad por las ciencias experimentales, mucho más modestas y limitadas, pero elevadas a los altares por el materialismo ateo que dice no creer mas que en aquello que puede ver y tocar, oler, contar y pesar). Para qué necesitamos la filosofía si la locomotora nos llevará rápidamente al mundo del progreso y la civilización. El futuro, ese futuro en el que las maquinas realizarán todo el trabajo, liberando así a la humanidad de la maldición bíblica del trabajo, está a la vuelta de la esquina.

Estaba a la vuelta de la esquina hasta que un par de bombas atómicas lanzadas en nombre del progreso y de la Ciencia destruyeron en pocos segundos las vidas de cientos de miles de personas en Hiroshima y Nagasaki, el año 1945 de nuestra era.

Destruyeron mucho más que eso, destruyeron el sueño en ese universo de progreso material que liberaría a la humanidad de la enfermedad, el sufrimiento y, por qué no, la muerte.

El hombre que despierta de ese sueño, de esa pesadilla, el hombre que había abandonado la fe religiosa en nombre de la Filosofía y la filosofía en nombre de la Ciencia, descubre demasiado tarde que la ciencia no puede ser patrimonio de gente sin principios morales.

Demasiado tarde porque, extraviado, no sabe encontrar el camino para impedir lo que ahora es ya evidente, que el mundo ha caído en manos de gentes egoístas y desalmadas, que no tienen el más mínimo reparo en asesinar a los pueblos, en destruir los bosques, envenenar las aguas y polucionar los cielos, para mantener el poder que les permita vivir en un mundo de lujos y placeres desenfrenados, aun a costa del sufrimiento y la opresión de toda la humanidad; aun a costa, ellos mismos a la cabeza del extravío, de poner en peligro, no solamente la vida metafísica de las criaturas, sino la propia continuidad de la vida física de la humanidad de la que ellos mismos forman parte.

Ante a esa realidad caótica, ante a esos monstruos que ha producido la razón y que hoy, a diferencia de las épocas anteriores de la humanidad, abarca y uniformiza al planeta entero, convirtiéndolo en una verdadera "aldea caótica global", es necesario, más aun, es imprescindible, que las fuerzas vivas de la humanidad (y no hay más vida que la vida del espíritu, como ha quedado demostrado) dialoguemos y unifiquemos nuestros puntos de vista. Comprendamos que aquello que nos une, es decir: la creencia en la existencia de un único Dios, Creador y Mantenedor de los cielos y la tierra, que ha creado y dado forma, que ha decretado y guiado al hombre, enseñándole lo que no sabía; que ha enviado Mensajeros y Profetas para enseñar a la humanidad a distinguir el camino que lleva a la Luz y a la vida y a diferenciarlo del que lleva a la oscuridad, las tinieblas y la muerte y que, por eso mismo nos va a juzgar por cómo hemos hecho uso de esa guía, de ese conocimiento que ha depositado en nuestras manos; es inmensamente más fuerte y transcendental que lo que nos separa, puesto que, al fin y al cabo, lo que nos separa no son más que diferencias en el ámbito formal y legal y no en el doctrinal.

Tenemos ante nosotros una tarea inmensa e ineludible. Aquello que Dios Altísimo ha decretado para el hombre, es decir, la libertad, el poder y la fuerza para elegir nuestro propio camino, implica inevitablemente la existencia de un mal menor, de un lado oscuro. La mayoría de la humanidad, irreflexivamente se ha ido deslizado suavemente en esa dirección. No podemos culpar a Dios de haber puesto en nuestras manos una fuerza con la cual podemos alcanzar más proximidad a la Luz que los ángeles mismos. No podemos, por tanto, culparle a Él del mal uso que nosotros mismos hacemos de esa fuerza. No es razonable tampoco pedir, elevando nuestras manos a Él, que repare lo que con esas mismas manos nosotros destruimos. No. Lo que el hombre destruye, debe ser reparado por el hombre.

Somos nosotros, aquellos hombres y mujeres a quienes Dios Altísimo, en Su infinita misericordia, ha permitido que accedamos al conocimiento de algo de la Verdad de Su existencia y de Su Guía, quienes tenemos la responsabilidad histórica de sentarnos a dialogar y de buscar, a partir de la Verdad revelada que se encuentra en cada una de nuestras Sagradas Escrituras y de la verdad manifestada en los hechos y dichos de los Profetas divinos, el camino para sacar, a nosotros mismos y al resto de nuestros semejantes, de las tinieblas hacia la luz, del caos al orden, de la opresión y la esclavitud a la verdadera libertad.

Es cierto que la tarea puede parecer inmensa, casi imposible, pero merece la pena pararse a pensar que, al fin y al cabo, han sido hombres y mujeres semejantes a nosotros quienes han llevado a la humanidad de la Luz a las tinieblas. Qué impide, por tanto, que otros hombres y mujeres armados de la fe en la Verdad Altísima sean capaces de sacarla de las tinieblas hacia la Luz.

Alguien, y no sin razón, podría objetar que destruir es más fácil que construir. Es cierto, pero también lo es que la Luz es más poderosa que la oscuridad y la Verdad más poderosa que la mentira.

En esa tarea, tendremos, tenemos, sin duda al Buen Dios de nuestro lado. Solamente necesitamos un corazón puro y una fe viva, no es poco, pero es posible.

* * *

 

Breve historia del Islam desde sus orígenes hasta nuestros días.

 

A’udu bil lahi mi ash shaitan ir-rayím

Bismil lahir Rahmanir Rahím

(Me refugio en Dios del maldito Satanás.

En nombre de Allah el Todoclemente, el Todomisericordioso)

 

 

El profeta del Islam, Muhammad ben Abdellah, la Paz y las Bendiciones de Dios sean con él y con su familia purificada (s.), nace aproximadamente seis siglos después de Jesús hijo de María, sobre ambos la paz (a.s.). Nace en el seno de la familia más noble de la Meca, los Banu Hashim. Su abuelo, Abdel Mutalib era el guardián de las llaves de la Kaaba y el redescubridor de la fuente de Zam Zam, la misma que Dios Altísimo había hecho surgir para calmar la sed del pequeño hijo del profeta Abraham:

Y oyó Dios la voz del niño y el ángel de Dios llamó a Agar desde los cielos, diciendo:

"¿Qué tienes Agar? No temas, pues ha escuchado Dios la voz del niño que aquí está. Levántate, toma el niño y cógele de la mano, pues he de hacerle un gran pueblo"

y abrió Dios los ojos de Agar y ella vio un pozo

Génesis, 21:17-20

 

Cuando Ismail creció, su padre y él construyeron, por orden divina, el primer templo levantado por el hombre para Dios: la Kaaba:

Y recuerda cuando preparamos para Abraham el emplazamiento de la Casa: "¡No me asocies nada! ¡Purifica Mi Casa para los que la circunvalan y para los que están de pie, para los que se inclinan y prosternan! ¡Y proclama a los hombres la peregrinación para que vengan a ti,

a pie o montados en flacos camellos, venidos de pasos anchos y profundos."

Corán, 22:26-27

 

Cuando recibe la profecía, tiene Muhammad 40 años:

Dijeron Abraham e Ismail: ¡Señor nuestro! Haz surgir de entre ellos

(Nuestra descendencia: los árabes)

un Mensajero que les recite tus versículos, les enseñe el Libro y la sabiduría y les purifique.

Ciertamente, Tú eres el Poderoso, el Sabio.

Corán, 2: 129

 

y es conocido entre los habitantes de la Meca con el sobrenombre de Al-Amín (El digno de confianza, el hombre seguro). Está casado con la mujer más rica de la Meca, la noble dama Jadíya (a.s.), pero lleva una vida sobria y con frecuencia se retira a meditar y a rezar a una de las numerosas cuevas que existen en los alrededores de la Meca.. Será en uno de estos retiros espirituales, cuando se le aparecerá el ángel Gabriel, con él la paz, con las primeras palabras de la revelación divina:

Recita, en el nombre de tu Señor, el cual ha creado. Ha creado al hombre de algo suspendido

Recita, pues tu Señor es el Más Generoso

El cual ha enseñado la escritura.Ha enseñado al hombre lo que éste no sabía.

(Corán, 96, 1-5)

 

Dios Altísimo, en Su infinita misericordia, envía a sus criaturas Mensajeros con la guía y la explicación de las cosas, de manera que los seres humanos puedan utilizar la libertad que Él les ha dado para obtener su plena realización personal y social.

El mensaje profético es pues un mensaje de liberación.

 

Dado que los criterios y creencias intelectuales han jugado siempre un papel decisivo en la vida, los profetas comenzaron siempre su labor en esta área. Y, puesto que los valores sociales suelen ignorar la guía divina, ellos los abrogan, aportando criterios nuevos, positivos y provechosos, para reemplazarlos:

No hay diferencia entre el blanco y el negro, ni entre el árabe y el no árabe,.

Ciertamente el más valorado ante Dios es el que sea más piadoso.

Hadiz profético

La prédica de Muhammad prende, antes que en nadie, en los desheredados de la sociedad. Los ricos comerciantes de la Meca, temen que ese Dios, que Muhammad proclama como único y que no diferencia entre ricos y pobres, entre árabes y no árabes, terminará provocando una revolución entre sus esclavos, por ello perseguirán al Mensajero de Dios, quien se verá obligado a huir de su ciudad natal, junto a con muchos de sus seguidores, dejando en el camino todas sus riquezas, sus propiedades y, en muchos casos, la vida de algunos de sus seres queridos.

A lo largo de 23 años, trece de ellos en la Meca y diez más en la ciudad de Medina, Muhammad no sólo irá transmitiendo a sus seguidores los versículos divinos que Gabriel le va comunicando, sino que, basándose en esa guía divina, establecerá un Estado capaz de defenderse ante la agresión de los ejércitos de La Meca y que, finalmente, liberará la ciudad sagrada de La Meca y toda la península arábica de la opresión y la tiranía.

Su revolución, alarma a los dos grandes imperios de su época, Bizancio y Persia, los cuales esperan acechantes el momento para acabar con un movimiento que amenaza con expandirse más allá de la península.

Cuando muere Muhammad, en el año 633 de la era cristiana, ambos imperios están viviendo sus últimos días, desgastados por la corrupción, la decadencia y las guerras entre ellos. Desgraciadamente, si bien en el frente exterior, la revolución ideológica y social que el Islam representa, vive un proceso de expansión vertiginosa, en el frente interno sigue un proceso diferente.

'Ali ibn Abi Tâlib, el primo y yerno del Profeta, de quien el Mensajero de Dios ha dicho:

Yo soy la ciudad del conocimiento y 'Ali es su puerta.

Quien quiera llegar a mí, que entre por la puerta de 'Ali.

Y también:

'Ali tu eres para mí, como Harón para Moises,

excepto que después de mí no habrá más profetas.

 

'Ali, después de mí, es el señor de todos los creyentes.

 

Quien quiera que me acepte a mí como su señor

que sepa que debe aceptar a 'Ali como su señor.

¡Oh Dios ! ¡Sé amigo de sus amigos y enemigo de sus enemigos!

 

está aun lavando y amortajando el cadáver del Profeta y ya algunos de los seguidores del Mensajero de Dios están eligiendo otro califa distinto, guiados más que nada por consideraciones políticas particulares.

Poco a poco, los compañeros del Profeta que han captado la dimensión espiritual y metafísica de su mensaje, caerán en desgracia y, treinta años después de su fallecimiento,el poder político de la naciente sociedad islámica habrá vuelto a caer en manos del clan Omeya. Los más encarnizados enemigos del Profeta, aquellos que encabezaron las persecuciones y las guerras contra los musulmanes y el naciente Estado islámico, los descendientes de Abu Sufian; "convertido" in extremis, horas antes de la entrada victoriosa de los ejércitos islámicos en la Meca; se apoderarán rápidamente del aparato del Estado islámico transformándolo en una monarquía hereditaria, más cruel y despótica que su viejo gobierno sobre la Meca.

Durante mil cuatrocientos años, los seguidores (shi'as)de 'Ali, serán perseguidos por el poder califal, siguiendo la consigna de Muawiah ibn Abu Sufian: "Con la simple sospecha (de ser partidarios de 'Ali)¡Matadles!".

Muslim uno de los más afamados recopiladores de los dichos y hechos proféticos, en su Sahih, en el capítulo titulado "Las Virtudes de 'Ali ibn Abi Tâlib", escribe:

"Muawiah ordenó a sus gobernadores en todos los lugares que tomaran la maldición de 'Ali ibn Abu Tâlib como tradición y que todos los oradores deberían incluirla en sus discursos y sermones. Cuando algunos de los Compañeros protestaron enérgicamente contra esa orden, mandó que los mataran y quemaran."

Lo que Muawiah definirá como "Ahl us-sunnah wal yama'a" (La gente de la práctica profética y la asamblea) y que hoy conocemos como sunnitas, terminarán negando que el Profeta de Dios designase a 'Ali como su sucesor (Algo que los dos primeros califas nunca negaron) Muawiah invertirá fabulosas sumas para elaborar falsos dichos atribuidos al Profeta de Dios que justifiquen su poder despótico (Citar al Murtada Askarí).

Mientras, los shi'as de Ali, irán creciendo secretamente, en las catacumbas de la historia, convencidos de que Dios Altísimo, en Su infinita misericordia no pudo haber dejado, tras la muerte del Profeta, a la comunidad de los creyentes sin la guía de una persona purificada, de un qutb, que garantizase la correcta interpretación y aplicación de los textos sagrados. Hasta hoy en día se mantendrán obedientes a doce sucesivos descendientes del Profeta Muhammad (s.) a los que consideran purificados por Dios de todo pecado o fallo, conforme a lo indicado por la aleya coránica:

Inna ma iuridul lahu li iudhiba 'an kum ur-riysa, Ahl al-Baiti,

wa iutah hirukum tathíran

Ciertamente, ha querido Dios llevar de vosotros toda mancha ¡Oh Gente de la Casa! (Profética) y purificaros absolutamente.

Corán, 33:33

La Gente de la Casa, como numerosos sabios de ambas escuelas atestiguan, son el propio Muhammad, Ali, Fátima y sus dos hijos Hasan y Husein (a.s.) y nueve sucesivos descendientes más hasta llegar al último de ellos, el Imam Al-Mahdi, el Señor de la Época, oculto desde hace aproximadamente XI siglos y que habrá de reaparecer poco antes de la Parusía de Jesús(a.s.), para llenar el mundo de justicia y libertad, igual que había estado hasta ese momento lleno de opresión e injusticia. (Fuentes)

La República islámica de Irán será el primer Estado moderno que se establecerá sobre estas bases. En el Principio 2º de su Constitución leemos:

La República Islámica es un sistema establecido sobre las bases de la fe en los siguientes puntos:

En el Dios Único y en la especificidad de la soberanía y del poder de legislar en Él existente y en la sumisión total a Él.

En la revelación divina y en su papel fundamental en la explicación de las leyes.

En la resurrección y en el papel constructivo que esta desempeña en la trayectoria evolutiva del hombre para llegar a Dios.

En la justicia de Dios proyectada en la creación y en la legislación divinas.

En el Imamato.

En el respeto a los valores supremos del hombre y en su libertad ligada a su responsabilidad ante Dios.

Y en su principio 5º dice:

 

Durante la ausencia del Imam de la Época (Quiera Dios acelerar su reaparición) la gestión y el Imamato de la República islámica de Irán estarán en manos de un doctor de la Ley (faqih), justo, virtuoso, conocedor de la época, valiente, eficaz y habil, cuyo liderazgo sea reconocido y aceptado por la mayoría.

* * *

 

La actitud del Islam hacia las otras religiones.

 

¡Oh Gentes de Libro! (Cristianos y judios)

Venid a una palabra igual entre nosotros y vosotros:

"Que no adoraremos excepto a Dios y que no le asociaremos nada

Y no nos tomaremos unos a otros como dioses, aparte de Dios,"

Corán, 3:64

 

Es éste posiblemente el llamamiento más antiguo que puede encontrarse en un texto sagrado, al diálogo interreligioso. Un llamamiento a ponerse de acuerdo para no someterse a los poderes de este mundo, para unir fuerzas en la creencia en un mismo y único Dios.

El Sagrado Corán, cuyo texto original en lengua árabe, tal como fue revelado a lo largo de 23 años por el arcángel San Gabriel (a.s.) al profeta Muhammad (s.), fue memorizado y escrito por sus compañeros y seguidores, es un llamamiento continuo a la unidad de los creyentes:

Innamal muminuna ijua.

Ciertemente, los creyentes son hermanos.

A la continuidad del Mensaje Divino:

Decid : "Creemos en Dios y en lo que hizo descender para nosotros

y en lo que hizo descender para Abraham e Ismail e Isaac y Jacob y las (doce) tribus

y en lo que les fue entregado a Moisés y a Jesús

y en lo que les fue entregado a los profetas por su Señor.

No hacemos diferencias entre ninguno de ellos y nos sometemos a Él."

Corán, 2:136

 

A la aceptación de los otros creyentes:

Ciertamente, aquellos que creen, y los judíos, y los cristianos y los sabeos,

quienes crean en Dios y en el Día Último y obren rectamente,

tienen su recompensa junto a Su señor. No habrán de temer y no estarán tristes.

Corán, 2: 62

 

Es prácticamente desconocida en Occidente la declaración que hace 1.400 años formulara el profeta del Islam sobre los cristianos. Merece la pena reproducir un poco de ella:

Esta promesa, formulada por Muhammad, enviado de Dios para todos los pueblo como anunciador, interprete y promotor de las leyes que Aquel impone a Sus criaturas, está dirigida a todos los adeptos de la religión cristiana, ya sean árabes o de otra raza, ya cercanos ya lejanos, ya conocidos ya desconocidos.

Al emitir este mensaje, después de un riguroso examen de conciencia, doy público testimonio de que él se inspira en la Justicia divina y, por ende, los musulmanes que lo observen minuciosamente, cumplirán de modo estricto los postulados del Islam, destacándose como sus más excelentes correligionarios y, quien desacate las normas que yo establezco, conduciendo por sendas prohibidas a los creyentes austeros, será simplemente un traidor y un menospreciador de su credo, ya se trate de un sultán o de un musulmán cualquiera.

Formalizo esta solemne promesa en mi nombre y en el de los buenos creyentes que constituyen mi comunidad, ofreciéndome con ellos y por ellos al juicio general.

Prometo que:

Protegeré a los refugiados en mis puertos, con mi caballería e infantes, con mis guardias del orden y mis súbditos civiles, donde quiera que se hallaren, lejanos o cercanos, tanto en tiempos de paz como en épocas de guerra.

Además de una vida tranquila les garantizo su propia defensa, la de sus templos, conventos, capillas y abadías, la residencia colectiva o particular de sus monjes y la seguridad de sus caminos para sus giras, donde quiera y en cualquier forma en que estuvieren, en oriente y en occidente, sobre las montañas o en el seno de los valles, en las cuevas, en poblados o en desiertos, en tierra llana o quebrada y en todo lugar en que habiten.

Que defenderé su religión y sus propiedades en cualquier sitio y modo en que se hallaren, en igual grado en que lo haría por mí mismo, por mi religión, por mis allegados y sus pertenencias y que les cobijaré, así mismo, contra cualquier daño, disgusto, imposición ilícita o responsabilidad ilegítima, escudándoles contra toda fuerza extranjera que pretendiese atacarlos, con mi propia persona y con los míos, ya fueren soldados o civiles, sin tener en cuenta la potencialidad del enemigo.

Que desde ya, les considero bajo mi protección y resguardo, en forma que no les tocará perjuicio alguno, sin alcanzar previamente a mis dignatarios, encargados de la defensa nacional.

Que, desde ahora, no se obligará a ningún religioso cristiano a renunciar a su hábito, ni a ningún individuo a abandonar su culto, como así mismo, no se obstaculizará a los monjes en el ejercicio de su profesión, ni serán forzados a desalojar sus conventos o suspender sus giras misioneras.

Que no será demolida ni siquiera una mínima parte de sus templos, ni se permitirá su adquisición para mezquitas o residencias de musulmanes. Quien tal hiciera, quebrantaría la solemne promesa dada en nombre de Dios, desobedecería al Profeta y traicionaría abiertamente la felicidad de su conciencia.

Que no se obligará a ningún cristiano a convertirse a la religión del Islam, ni se le discutirá su creencia, sino en términos afables, debiendo ser tratados por los musulmanes con misericordia y cariño, protegiéndolos contra toda lesión o perjuicio donde quiera que estuvieren y en cualquier situación en que se encontraren.

Que, en lo que respecta al matrimonio, no se obligará a una crstiana a casarse con un musulmán, ni será contrariada si se resiste al noviazgo, por ser indispensable su previo consentimiento; Y que, en caso de realizarse esta unión, el marido deberá dejar en libertad a la esposa para practicar su culto de acuerdo con la dirección de su autoridades espirituales, cuyas normas sigue, sin obligarla en ningún caso a abjurar de su religión, ni oponerse si estos fuesen sus deseos, pues todo acto contrario a estos postulados, le colocaría entre los falaces, violadores de la promesa de Dios y de la palabra de su Profeta.

Este es un mandato ineludible, contraído por el Profeta en su propio nombre y en el de todos los musulmanes, y a cuya observancia se obligan de modo estricto hasta el Día de la Resurrección y terminación del mundo.

 

El mensaje incluye muchas más disposiciones sobre los negocios, las propiedades, la guerra, la herencia, etc..., todos en la misma tónica de tolerancia y respeto, conforme a las orientaciones dadas por Dios en el Sagrado Corán.

Veamos en un texto actual, en un Mensaje a los Cristianos con motivo de la Navidad, del Imam Ruhollah Jomeini el mismo espíritu de hermandad y de búsqueda de la unión para defender la causa de Dios y la justicia:

Jesús era un profeta designado por Dios, que apoyó a los oprimidos del mundo y condenó a los opresores.

Los musulmanes sienten un profundo respeto hacia Jesucristo, Moisés, Abraham y todos los demás profetas de Dios.

Los verdaderos creyentes son una hermandad. Todos venimos de Dios y nuestro retorno es hacia Él. Los profetas aparecieron y lucharon por la materialización de la misión divina, para mantener a la humanidad en el camino recto que conduce a Dios.

La venida de Cristo fue un milagro. Su concepción por parte de la Virgen María fue un milagro, su capacidad de hablar desde la cuna fue un milagro.... Los representantes de los Sagrados Profetas son totalmente responsables de liberar a las gentes oprimidas y desheredadas del yugo de los opresores y dominadores. Durante estos días gloriosos de celebraciones por el nacimiento del Mesías, el clero, los sacerdotes y los hombres de la iglesia, no deben perder la oportunidad de salvar a los oprimidos de la arrogancia mundial y deben estar constantemente ocupados en enseñarles métodos para enfrentarla. Los profetas han traído los mensajes divinos, han venido para combatir con la verdad, contra la falsedad y los opresores. Fueron enviados para que Le glorificaran noche y día. Fueron enviados para denunciar los crímenes que los opresores cometen contra la humanidad. Fueron enviados para enseñar a la humanidad que no existe más dios que Dios y par eliminar toda forma de opresión... Las naciones y los discípulos de Cristo deberán levantarse y defender el honor de Jesucristo y de toda la nación cristiana. No dejéis que vuestros enemigos hagan mal uso de las enseñanzas divinas y se opongan a los decretos celestiales y mal representen a las naciones cristianas y a los líderes espirituales cristianos a los ojos de los pueblos oprimidos del mundo.... Los sacerdotes cristianos y los hombres de la Iglesia, deberían difundir las enseñanzas traídas por Jesús y explicar a las masas que no deberían obedecer a aquellos que están tratando de devorar a los oprimidos.... De que manera tan miserable están apoderándose de las riquezas y los recursos de los países desheredados... ¿es que el profeta Moisés no se enfrentó al Faraón?

Que la lucha de la heroica nación iraní os haga levantar con la fe en el Señor Supremo y la confianza en el poder de la religión, cortando los intereses criminales de todos los opresores de sus propios países y concentráos en las enseñanzas de los Sagrados Profetas cuya misión era la Verdad y la Justicia.

¡Cristianos! Rezad y tocad las campanas de vuestras iglesias y pedid a Dios que conceda justicia y equidad a vuestros líderes políticos.

Los pueblos del mundo están hoy afligidos por las grandes potencias satánicas que impiden que sean realizadas las enseñanzas de los profetas. ¡Oh sacerdotes cristianos y seguidores del Mesías! Ha llegado el tiempo de que las masas oprimidas se levanten contra las potencias altaneras y arrogantes y contra los devoradores del mundo. Que no se sienten pasivamente esperando un milagro que traiga la liberación de los oprimidos de la opresión de los poderosos. Las masas oprimidas, que forman la absoluta mayoría de los pueblos del mundo, deberían estar seguras de que la victoria de Dios está cerca y que los opresores, tarde o temprano, serán aniquilados.

Hoy, la Cristiandad, en su forma presente, está al borde del colapso y de la aniquilación. ¡Levantaos, compañeros creyentes! ¡Nuestros hermanos cristianos! Y no dejéis que la Cristiandad sea traicionada tan injustamente por las superpotencias para sus propias ganancias materiales. Levantaos y confrontad estas superpotencias satánicas y eliminad sus míseros intereses.

 

Acuérdate de cuando los ángeles dijeron:

"¡Oh María! Por cierto que Dios te eligió, te purificó y te prefirió sobre todas las mujeres del mundo."

 

Y de cuando los ángeles dijeron: "¡Oh María! Por cierto que Dios te albricia con su verbo, cuyo nombre será el Mesías, Jesús hijo de María, noble en este mundo y en el otro y se contará entre los bienaventurados."

 

Dijo (María): "¡Oh Señor mío! ¿Cómo podré tener un hijo, siendo que ningún hombre me ha tocado?" Díjole el ángel: "Así será! Dios crea lo que quiere, pues, cuando decreta algo, dice: ¡Se! Y es.

Corán, 3: 42, 45 y 47.

 

 

Para terminar, escuchemos las palabras del mayor gnóstico del Islam, Ibn al-'Arabi de Murcia:

Mi corazón se ha hecho capaz de asumir todas las formas: monasterio para el monje, templo de los ídolos, parque de gacelas, la Kaaba del peregrino, las tablas de la Torah, el libro del Corán.

El amor es mi credo; donde quiera que vayan sus caravanas, Él sigue siendo mi religión y mi fe.

 

Esa es la actitud del Islam ante el resto de las religiones, ante el resto de los creyentes. Considera un hermano a cualquier creyente sincero. Busca la unión de los creyentes para defender el legado de los profetas divinos del asalto de Satanás, encarnado en aquellos gobernantes que corrompen a la humanidad para obtener mayores beneficios materiales. Se siente defensor del débil y del oprimido y llama al resto de los creyentes a la unidad para obtener la justicia, sin la cual no es posible la vida en paz.

 

* * *

 

Conclusión.

 

A modo de breve conclusión, cabe apuntar que, ante la gravedad de la situación por la que atraviesa la humanidad, no parece suficiente que las autoridades religiosas de cada credo llamen a sus seguidores y a la sociedad en general a seguir las pautas morales tradicionales. La ofensiva laicista a la que asistimos no puede ser combatida únicamente de esa manera. Es necesario que las autoridades religiosas impulsen un debate doctrinal que arme a los creyentes con argumentos racionales y científicos con los que combatir contra el laicismo de Estado, verdadera fuente de toda la corrupción moral que se publicita desde los medios de comunicación, aparatos ideológicos del Estado. Los argumentos pretendidamente científicos que esgrimen los materialistas filosóficos son, en verdad, terriblemente a-científicos y bastante sencillos de combatir. Cuanto más avanza la ciencia empírica, más se evidencia la unidad, la sabiduría y el poder que se manifiesta en la creación. El muro de Plank se levanta ante los "científicos materialistas" como una muralla infranqueable en la que se estrellan sus interrogantes sobre el más allá del Big Bang Mas allá de la física sigue estando la metafísica. Los descubrimientos de la física cuántica han colocado a nuestra sociedad post moderna ante el umbral de la casa profética. El tiempo para regresar a las fuentes de la sabiduría ha llegado.

* * *