CAPÍTULO III

INICIO DEL CULTO CRISTIANO DE LAS IMÁGENES



I. Antecedentes

En la actualidad, tanto para los católicos como para los luteranos, las imágenes forman parte de la decoración de las iglesias. No ocurre así, sin embargo, con zwinglianos y calvinistas, los cuales tienen precedentes en la Iglesia antigua. Icona significa, en la Iglesia ortodoxa, presencia de la persona del representado. La gran estima de la Iglesia ortodoxa hacia los iconos es el resultado de la lucha iconoclasta, cuyo origen es muy controvertido.

La más antigua cristiandad no tiene ni posesión ni culto hacia las imágenes, siguiendo el mandato del decálogo de no tener ninguna imagen sobre la tierra bajo la cual postrarse:: «No te harás escultura, ni imagen alguna de nada de lo que hay arriba en el cielo, o aquí abajo en la tierra, o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas, ni les darás culto» [11]. La trascendencia de Dios se veía no en las imágenes, sino en la Palabra y en la Historia de la salvación. Un segundo momento es la negación del poder mágico de las imágenes: «Si somos del linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad se parezca a oro, plata, piedra, o escultura hecha por arte y genio humanos»[12]. San Pablo añade en su Carta a los Romanos: «Alardeando de sabios, se han hecho necios y han trocado la gloria del Dios incorruptible por representaciones de hombres corruptibles, e incluso de aves, de cuadrúpedos y de reptiles»[13]. Para la fe cristiana es decisivo que a Dios, que es espíritu, hay que adorarlo en espíritu y en verdad, no en imágenes.

Para el escatologismo de la Iglesia primitiva el arte parecía vanidad, por lo que la representación de imágenes carecía de interés. Con Clemente de Alejandría se comienza a distinguir entre ídolon e ikonon .eidwlon, eikwn.[14]. El primero representaba una idea pagana, hecha por mano de hombre; el segundo, sin embargo, representaba la imagen de Dios. De hecho, la imagen de Dios es su Verbo; y una imagen del Verbo es la mente del hombre, el hombre verdadero .el gnous., que es un ser racional[15], creado a imagen y semejanza de Dios. Refiere dos pasajes de la Sagrada Escritura: 1 Co 4,4 .Cristo es imagen de Dios vivo. y Gn 1,26 .el hombre es creado según la imagen y semejanza de Dios: Kai eikona Qeou - kaq omoiwsin..

Muy parecida es la posición de Orígenes, quien en su polémica contra Celso cita a Ex 20,4-5 y atestigua con Clemente de Alejandría que lo que es perceptible por los sentidos está en contraste con el mundo espiritual. Según el pensamiento platónico, la belleza está más allá de los sentidos. En los dos autores se refutan las imágenes religiosas; la única imagen admisible de Dios es el hombre espiritual.

Otra desaprobación explícita la encontramos en san Ireneo (+202) en su Adversus Haereses. Los gnósticos eran proclives a hacer imágenes de Cristo, poniéndolas junto a otras de Pitágoras, Aristóteles y Platón, llegando así a un culto sincretista.

En tiempos de Decio, a mitad del siglo III, así como de Diocleciano, se refutan las imágenes. En el 306, con motivo del sínodo de Elvira, se prohiben las imágenes en las iglesias[16] Con Constantino I (306-337) la situación no cambia, pese al cambio radical que experimenta la Iglesia. ¿Era lícito representar a Cristo? Epifanio de Salamina (+403), famoso teólogo, preocupado por la pureza de la fe, en el testamento dirigido a su diócesis exhorta a no colocar imágenes ni en la iglesia ni en los cementerios, así como tampoco en lugares privados, para no hacer vagar la vista durante la oración y evitar las distracciones para mejor penetrar en el corazón y en la mente.

La tendencia de la Iglesia antigua, pues, es de rechazo hacia las imágenes. Hans-Georg Thümmel se atiene a los testimonios de la cristiandad oriental hasta la iconoclastia. Llega a la conclusión de que las imágenes cristianas son bastante raras hasta el siglo VI. ¿Cuándo se da el cambio de tendencia? ¿Cuándo se da otro modo de pensar por primera vez? Es muy discutido entre los estudiosos. Al principio empieza a haber ornamentos con la iconografía bíblica de ángeles, palomas, áncoras .símbolo con barra transversal que llegará a convertirse en una cruz.. Así, Clemente de Alejandría, no obstante su desaprobación de las imágenes, llegará a aconsejar el acceso a Cristo mediante estos símbolos, si bien, evitando caer en la mentalidad pagana[17]. Comienza poco a poco a ilustrarse el contenido de la fe en locales comunes. Así, en un cementerio de Roma, a mitad del siglo III, encontramos representaciones bíblicas: el buen pastor, Noé en el arca, Daniel en el foso de los leones... Thümmel, como otros estudiosos, tiene dudas sobre la datación de estas imágenes. Esto demostraría que el origen de representar imágenes no viene directamente de la teología de la Iglesia oficial, sino de la piedad popular.

A mitad del siglo III encontramos también una sinagoga decorada con motivos bíblicos. Además, en Dura Europos .Irak. encontramos una capilla privada con representaciones del Nuevo Testamento. Con todo, no dejan de ser excepciones.

II. CAMBIO DE TENDENCIA

Entre los teólogos más abiertos empieza a darse una tendencia hacia un reconocimiento de las imágenes. Así, por ejemplo, los tres grandes capadocios. San Basilio Magno (+379), en su segunda carta De vita solitaria, en el capítulo III[18], habla de la vida de los santos como modelos a los que podemos mirar como imágenes hechas por un pintor. Hace un parangón entre el ejemplo mostrado en la Escritura y el arte figurativo. Tras este testimonio de Basilio asistimos a una polémica. En una homilía que posiblemente podría atribuirse a san Juan Crisóstomo .+407, es decir, una generación posterior a san Basilio. se invita a los pintores a representar la muerte de los mártires, poniendo a Cristo como árbitro del martirio[19]. En su Tratado sobre el Espíritu Santo, san Basilio enseña que en Dios Padre y su Unigénito se contempla una sola imagen de la divinidad, sin diferencia. No se divide la gloria, sino que es única: «El honor hecho a las imágenes se trasvasa al prototipo»[20]. Con estas palabras se suministra el fundamento teológico para una veneración de las imágenes.

Los dos Gregorios recomiendan la representación de las imágenes de los santos .no de Cristo. por un aspecto pedagógico, no de veneración. Paulino de Nola (+431) hace decorar su iglesia para la instrucción de los fieles. Esta idea fue acogida también por san Gregorio Magno (+604).

En Oriente, sin embargo, se va desarrollando una teología de las imágenes lentamente, para justificar el desarrollo de la práctica devocional. Hacia el siglo VI se cambia la imagen por el icono, lo cual supone un cambio de cualidad. La imagen servía como memoria y medio de enseñanza. Icono, sin embargo, llega a ser un modo de presencia del representado: recuerdo e invocación a la vez. Se establece, pues, una relación entre el santo y el fiel, un medio de gracia. En el mismo siglo VI aparece el concepto de imagen no hecha por obra de mano humana, llegándose a la expresión de aceiropointoz eikwn mandulion. Según una tradición, Cristo había enviado al príncipe de Edesa .Akbar. un reflejo de su sudario: el .Santo Mandilion.[21]. Otra tradición habla de una mujer de Capadocia que encontró en un pozo una tela con el retrato de Cristo. A causa de su origen milagroso tales imágenes tuvieron una función taumatúrgica, convirtiéndose en reliquias, que después se considerarían como causa de la victoria de Bizancio frente a sus enemigos. En Occidente existe una tradición parecida con el sudario de la Verónica. A finales del siglo VI aparece la tradición de un primer retrato de la Virgen, el cual habría sido pintado por san Lucas. Entre los siglos VI y VII se veneran iconos para implorar la protección frente a peligros bélicos.

De todos modos, los teólogos se manifiestan muy cautos en estos siglos, si bien asistimos a una rehabilitación paulatina de las imágenes. Así aparece en los escritos del Pseudo-dionisio el Areopagita, a finales del siglo V y principios del VI. Una consecuencia de su teología es que la imagen apunta a una realidad más alta. Es distinta de la realidad espiritual, pero la representa, es un reflejo de la trascendencia, cuyo sentido está detrás de la imagen.

III. La lucha iconoclasta

Poco a poco la controversia iconoclasta da dando un giro hacia un enfrentamiento Iglesia-Estado. Su inicio está en conexión con la ascensión al poder de la dinastía Siríana. Esencialmente la iconoclastia era un problema interno bizantino, si bien tendrá consecuencias en la relación de la Iglesia oriental con el papado y el reino franco.

Se inicia la crisis con León III, más en concreto con una controversia del emperador con el patriarca de Constantinopla, Germán I (715-730). De una carta de Germán I resulta que la iniciativa de las medidas iconoclastas venían de ciertos grupos del interior de la Iglesia bizantina, más en concreto obispos de Asia Menor. A principios del 720 el obispo Constantino de Nakoleia y el metropolita Tomás de Klaudiúpolis, en una visita que realizan a Constantinopla, expresan su preocupación a Germán por la imágenes. Se trataba de un problema pastoral que venían a resolver con el patriarca de Constantinopla. En alguans regiones se asistía a una aversión importante hacia las imágenes. Germán se manifiesta a favor de las imágenes, pero no convence a sus interlocutores. Sin embargo, su pensamiento sobre las imágenes lo vemos expresado en dos cartas: una es la que envía al metropolita Juan de Synnada. En ella ser remonta a la unidad cuerpo-espíritu humano. La visión de la imagen lleva a la imitación del mandamiento de Dios de una manera más eficaz que la misma Palabra; conduce al amor de Dios y de los santos. La encarnación del Verbo permite representarlo en figura humana. Excluye una representación del Dios invisible, pero no del Dios hecho hombre.

La otra carta es la que envía al metropolita Tomás de Klaudiúpolis. Las imágenes invitan a una imitación. La imagen se limita a lo esencial de la vida de un santo e impulsa al fiel a imitar la vida de ese santo.. Una imagen es, pues, un resumen de una vida escrita. De nuevo recurre a la encarnación del Verbo para legitimar el uso de las imágenes. Además sirve para refutar a los herejes .en concreto a los gnósticos. que niegan la verdadera encarnación del Verbo[22]. Germán argumenta partiendo de la tradición de la Iglesia: las imágenes se legitiman a partir de su largo uso  en la historia de la Iglesia. Ciertamente que, como hemos visto en la evolución del culto a las imágenes, no sería una argumentación del todo correcta, si bien en aquel momento, en amplios estratos de la Iglesia bizantina, se vivía con total normalidad.

Según Germán, una veneración de las imágenes no era una idolatría. La Encarnación permite una adoración en espíritu y en verdad, no impidiendo una veneración. Las candelas ante las imágenes simbolizarían la luz de Dios; el incienso, la acción del Espíritu Santo. La veneración no es idolatría[23]. Argumenta de un modo hábil. Las imágenes no sustituyen a la Palabra, si bien la ilustran y profundizan su anuncio, según la estructura corpórea-espiritual del hombre. La Encarnación no sólo legitima, sino hace necesario el empleo de las imágenes.

Los argumentos de los adversarios se volvían contra el culto de las imágenes, y aquí estaba el verdadero núcleo del problema. El pueblo llano llegaba a la superstición, y esto preocupaba enormemente a estos obispos. Se usaban las imágenes como medio para curar enfermos, echar demonios, secar la mano de los ladrones, curar a los niños... Supersticiones, algunas de ellas, muy cercanas al paganismo. El obispo de Nakoleia no le dio la carta de Germán a su metropolita de Synnada.

Antes del 726 Germán ya se perfilaba como defensor de las imágenes. Su posición la mantiene incluso cuando el emperador León III empieza por esos años a tomar posiciónes contrarias. Se vislumbra la batalla. Teophanes Homologetes[24] es el historiador bizantino de aquellos años. Escribe una historia que abarca los años 284 hasta el 813. Su obra es la única fuente bizantina detallada que tenemos entre el 769 y el 813, que corresponde a la segunda fase de la iconoclastia. No tenemos escritos de los adversarios, pues fueron destruidos. Se remonta a la posición de Germán, cuya postura sería milagrosamente confirmada. La victoria de las fuerzas bizantinas sobre los árabes en Nicea el año 727 habría que adjudicarse a la protección de los Santos Padres que inauguraron el primer concilio en aquella ciudad, los cuales fueron representados en imágenes implorando la victoria. Teophanes reprocha a León III no ser fiel al voto de ortodoxia proclamado en su coronación imperial[25].

En lo que se refiere a León III, no tenía ningún comportamiento iconoclasta en el comienzo de su gobierno. Es más, siempre llevaba consigo una imagen de la Virgen. ¿Cuáles son los motivos de su cambio de actitud? Se han dado muchas opiniones, si bien no del todo satisfactorias para desentrañar la verdadera causa. Según Teophanes, el emperador, en el 726, habría hablado de secuestro de las imágenes. Los estudiosos piensas que León se habría pronunciado públicamente contra el culto a las imágenes, pero no parece que emanara un edicto. Interpretaba entonces la erupción de un volcán en Creta como un incendio de la ira divina a causa del culto a las imágenes. Poco después ordenó quitar la imagen de Cristo que estaba sore la Puerta de Hierro de su palacio. Era una imagen muy venerada por el pueblo, sobre todo por las mujeres, las cuales se lanzaron contra los soldados que quitaban la imagen, provocando su muerte. El castigo fue muy severo, poniendo después una inscripción en la puerta: sólo se veneraría la cruz de Cristo, pero no una imagen de Cristo. Es decir, se veneraría tan sólo un símbolo, pero no una imagen. Así los iconoclastas harán siempre hincapié en la cruz de Cristo.

Las fuentes se centran en dos motivos sobre el cambio del emperador: el influjo de los obispos del Asia Menor .episcopado muy tradicional e influyente en el ánimo del emperador.; y el influjo del Islam sobre León III. La primera hipótesis no está documentada, si bien no se debe excluir. La segunda es interesante. Teophanes habla de un edicto del califa Yazid II (720-724) prohibiendo las santas imágenes en su califato. León III llegaría a hacerse amigo de los sarracenos, sobre todo mediante cierto apóstata de la fe en Cristo y sostenedor de las doctrinas islámicas. Hacia el 721 Yazid, con una observancia fiel de la doctrina islámica, emana su edicto. Sin embargo, el Corán no prohibía la representación de seres vivos. Esto sí se daba en la Sunna. El edicto se extendía también a los cristianos que habitaban en territorios árabes. No se sabe en qué medida son destruidos los iconos cristianos. En enero del 724, tras la muerte del califa, se restituyen las imágenes a sus lugares de culto. Se había tratado, pues, de una medida transitoria. Los cristianos que viven en el califato de Damasco eran estimados. En el siglo VII encontramos funcionarios cristianos al servicio del califa, llevando la administración y la fiscalidad, así como la instrucción militar. Así, por ejemplo, el abuelo y el padre de san Juan Damasceno serán dos cargos muy importantes de esta administración. Y, curiosamente, será este santo uno de los mayores defensores de la veneración hacia las imágenes.

¿Todo esto influye en el ánimo de León? La influencia de Yazid no parece ser del todo fiable, por cuanto cuando León se manifiesta en contra de las imágenes, el califa de Damasco ya ha muerto y allí comienza de nuevo el culto hacia las imágenes.

La fecha que Teophanes nos da como el estallido de la iconoclastia (720) no parece que vaya asociada a la emanación de un acto administrativo contra las imágenes, pero sí el signo de un cambio de tendencia en la mente del emperador. De hecho se llegará al año 730, en el que ya se dictará un primer edicto contra las imágenes.

Las fuentes aluden a dos influjos negativos sobre León III: por una parte, la imitación del edicto dado años antes por el califa de Damasco, Yazid; por otra, el influjo del judaísmo. De todos modos, parece que ninguna de estas propuestas son fiables. Es verdad que el emperador no rechazó el influjo cultural árabe. Posiblemente fue el primer soberano bizantino que admitió la construcción de una mezquita en Constantinopla. El apelativo que se le dedica de «amigo de los sarracenos» viene de su relación amistosa con el califa de Damasco. Respecto al influjo hebreo, en el VII concilio ecuménico del 877 un patriarca oriental alude a que un judío había pronosticado muchos años de reinado a Yazid II si dictaba un decreto contra las imágenes. En la sociedad bizantina hay cierta tendencia antihebrea, por lo que parece improbable que el supuesto influjo judío sobre León III haya sido efectivo; es más, el emperador, al principio de su reinado, ordenó el bautismo de hebreos y montanistas.

Modernos estudiosos han barajado otras hipótesis. Entre ellas, una diferencia de mentalidad entre griegos y sirios. Se sostiene como probable un influjo de los paulinianos .secta armenia., los cuales no sólo expulsaron las imágenes de sus templos, sino que discutían la relación entre la Iglesia y el Estado. Otros ven un ataque directo hacia la Iglesia por parte de un Estado que ve con muy malos ojos cómo muchos varones ingresan en los monasterios y, por tanto, dejan de contribuir al fisco y al servicio militar .esto era particularmente grave en épocas de guerra.. Otros estudiosos han visto en León III un hombre iletrado, insensible hacia el mundo de la cultura, de la estética.

Otra vertiente para el estudio del iconoclasmo es la socioeconómica. La controversia habría nacido de una protesta de las masas populares .favorables a las imágenes. contra la Iglesia estatal y el emperador. Se ha hecho notar que la iconoclastia más decidida provenía, con León III y con Constantino V, de los oficiales del ejército de Tebas. Sin embargo, las emperatrices Irene y Teodora, defensoras del papel de las imágenes, habrían sostenido a una clase artesana y mercantil urbana en contra de los militares. De todos modos, no ha sido probado ningún vínculo de la iconoclastia a determinados grupos sociales; no se podría individuar la controversia a ningún grupo social fijo.

La multiplicidad de intentos de comprensión que se han dado demuestra lo complejo de este fenómeno de la lucha por las imágenes. Sin embargo, hay muchos momentos sobresalientes que debemos hacer notar. La posición misma del emperador, considerado como cabeza de la Iglesia: era un hombre de fuerte personalidad, que llega a consolidar el Imperio contra los enemigos externos e internos. Políticamente León III ha sido uno de los mejores emperadores bizantinos. Sus éxitos militares reforzaron sus posiciones frente a la Iglesia. Asumió la práctica de los emperadores precedentes. Cuando publica su colección legislativa[26] .Ekloge: Eklogé., pretende una fundamentación cuasiapostólica del poder del emperador[27]. Lo que el Señor habría conferido al papado, también lo ha conferid al emperador.

León III no estaba del todo en contra de las imágenes, sino sólo de las imágenes religiosas, en especial de aquéllas que representaban a Cristo. Por ello, el poder imperial podía ser representado, pero no los iconos de Cristo. Es posible que en el conjunto de reformas que acometió viera como fundamental cortar los abusos que se estaban dando respecto al culto de las imágenes, intentando cortar de raíz un posible retroceso de la sociedad hacia el paganismo.

Un segundo elemento nos parece muy importante. Desde Justiniano I se dan repetidas tentativas para ganar el monofisismo a la fe ortodoxa, y con ello las provincias que eran más susceptibles de caer en manos persas; estas tentativas de compromiso se dieron incluso a pesar del dogma de Calcedonia. Precisamente esas provincias en peligro tenían un componente poblacional muy importante de hebreos y árabes, contrarios a las imágenes. Es muy posible que, en la mentalidad de León III, emprender una política iconoclasta atenuaría la posición de esas provincias en contra del Imperio bizantino.

El edicto en contra de las imágenes se da en el 730. El emperador esperó obtener el consenso de Germán I, patriarca de Constantinopla, pues desde Justiniano I el ideal de gobierno se había puesto en la armonía reinante entre Iglesia y Estado bizantino. En una reunión del consejo secreto del emperador .integrado por altas dignidades civiles y eclesiásticas. se invita a Germán firmarlo. El anciano patriarca rechaza esta propuesta .fue uno de los pocos patriarcas que se opuso a su firma., declarando: «No puedo cambiar la fe sin el asenso de un concilio ecuménico». El único camino posible para él es la renuncia a su cargo de patriarca .morirá tres años más tarde, en el 733.. Su colaborador más inmediato, Anastasio (730-753) le sucede. Será obediente al emperador, no poniendo ninguna objeción a nada.

¿Cuáles son las medidas concretas que toma el emperador? Es algo discutido. Sabemos que poco después hay una rebelión. Relatos posteriores favorables a las imágenes nos hablan de una persecución contra los escultores, pero no son fuentes del todo fiables; al menos, no se pueden contrastar por la falta de fuentes en sentido contrario. Pero lo que sí que es cierto es que la actitud iconoclasta del emperador tuvo su impacto en la relación con el papado.

IV. Relaciones de León III con el papado

Bizancio mantiene cierto influjo sobre el papado por unos asientos que posee en el sur de Italia y por el exarcado de Rávena. Hasta el 684 el emperador bizantino insiste en el derecho de confirmar las elecciones papales. Hasta el 631 el resultado de tales elecciones venía simplemente comunicado al exarca. Con Martín I (649-655) se da un cambio, que provoca su arresto por Constanzo II en el 653, previo el permiso del exarca, y llevado a Constantinopla acusado de alta traición. El papado, desde el siglo VII comienza a orientarse de manera creciente hacia los nuevos reinos germánicos, precisamente por la tensión con Bizancio.  Las decisiones del Trulano II suponían un alejamiento casi irremediable entre el papa y Constantinopla. Cuando Sergio I (687-701) rechaza suscribir las decisiones del Concilio, el emperador ordena su arresto; pero no pudo consumarse, pues la población romana protegió a su obispo. La supremacía bizantina sobre Italia fue considerada por los italianos como una dominación extranjera. En tiempos de León III, además, no entendían por qué tenían que financiar sus lejanas campañas militares. De hecho, Gregorio II (715-731) rechaza el pago de estas tasas, lo cual será considerado por el emperador como una traición. Según las fuentes pontificias[28], el emperador ordenó al exarca de Rávena el arresto del papa, con el fin de provocar la elección de otro, más manejable. Pero en el 720 el exarca fue asesinado por una revuelta que protegía al papa. De todos modos, no se pensó en una ruptura de relaciones, pues Rávena suponía una especie de protección contra los longobardos, que en el 729 marchaban sobre Roma.

El edicto del 730 se dictaba para todo el Imperio, también para Italia. León III se esforzó en conseguir el consenso del papa. Se conservan dos cartas que llevan el nombre de Gregorio II, dirigidas a León III en los años 728 y 729[29]. Escritas en griego, hoy se discute su autenticidad. A favor de que correspondan verdaderamente a Gregorio II está E. Caspar, gran conocedor del papado en esta época: funda su testimonio favorable precisamente sobre Gregorio II, al que considera como el gran papa del siglo VIII, el cual llegaría a la separación definitiva con Bizancio. Tanto H. Grotz[30] como Jedin también son favorables a la autenticidad de estas cartas.

Sin embargo, J. Gouillard no llega a admitir la autenticidad de estas cartas que él mismo publica, fechándolas entre finales del siglo VIII y primera mitad del IX. El alemán H. Michels publica un artículo contra Grotz intentando demostrar la falsedad de estas dos cartas. Para ello se basa en los usos diplomáticos de la cancillería pontificia y atestigua en su autor una completa ignorancia de las reglar más fundamentales de la diplomática pontificia. Sin embargo, conoce bien el ambiente de Constantinopla, por lo que pudieran haber sido escritas allí. Son cartas que circulan en torno al año 800 en Oriente y defienden una posición netamente a favor de las imágenes.

Debemos ser prudentes, pues, al tomar estas cartas. En todo caso serían un testimonio antiiconoclasta del siglo VIII.

A san Gregorio II le sucede san Gregorio III (731-741), de origen sirio, el cual actuará enérgicamente contra el edicto del 730. A inicios de noviembre del 731 convoca un sínodo de obispos italianos, condenando a cuantos destruyeran imágenes de Cristo, de la Virgen y de los santos, pues todo esto iba contra las antiguas tradiciones apostólicas, vigentes entre los fieles.

Así fue obstaculizada en Italia la ejecución del edicto imperial. El legado del papa en Constantinopla[31] fue metido en prisión. En el 732 León III envió una gran flota contra el papa,  la cual naufragó en el Adriático. Ese mismo el emperador año toma una decisión que tendrá amplísimas consecuencias para el futuro: Calabria, Sicilia .también todo el sur de Italia. e Iliria, que eran restos del vicariato pontificio de Tesalónica, eran sustraídas de la jurisdicción del papa y puestas bajo la jurisdicción del patriarca de Constantinopla[32].

Para la Iglesia romana también tuvo consecuencias esta relación tensa con el Imperio bizantino. Ante la amenaza lombarda, en el 739 Gregorio III solicita una primera ayuda de los francos. Era la primera tentativa de alianza con un pueblo germánico. Se inicia así una evolución en vista a una alianza roana con el reino de los francos, la cual será efectiva en el 754 .en el 751 los lombardos, con la conquista de Rávena, habían puesto fin al exarcado bizantino y amenazaban directamente Roma.. Roma no abandonará los intentos de recuperar la jurisdicción sobre esas zonas sustraídas por León III, lo cual conduciría a tensiones en el siglo IX y al posterior cisma.

V. El monje-teólogo Juan Damasceno, defensor de las imágenes

Germán I había sido el último hombre de relevancia política y eclesiástica en defender, con argumentos de la tradición, las imágenes. Después de él no encontramos una voz autorizada en el Imperio bizantino que se eleve a favor de las imágenes. Pasando el tiempo, además de las declaraciones de los concilios a favor de las imágenes, la defensa más vehemente la encontraremos en san Juan Damasceno (650-750); la defensa de las imágenes es uno de los puntos de su vastísima obra teológica. De su vida se saben pocas cosas de seguro. Ya en el II concilio de Nicea .el séptimo concilio ecuménico: año 887. se le considera santo, basándose en una vida escrita sobre él por Juan VII de Jerusalén[33]. Nace en el seno de una familia noble árabe-cristiana. Su padre había sucedido a su abuelo como ministro de finanzas del califa. Juan recibe una gran formación escolástica; después de entra al servicio del califa, como su padre[34]. En tiempos de Abd-el-Malik (685-705) se produce un giro anticristiano en la política. Antes del 700 sabemos que ingresa en el monasterio de San Sabas de Jerusalén como monje. Juan V de Jerusalén lo ordena sacerdote y aprovecha sus cualidades de erudito, poeta y predicador. En el 726, durante la controversia iconoclasta, llega a ser el más notable propugnador del culto a las imágenes. Entre el 726 y el 730 redacta tres discursos famosos contra la iconoclastia[35].

Las afirmaciones teológicas de estos discursos las asume en su gran obra teológica de síntesis, Fuente del conocimiento. Intenta fundar sus argumentos sobre el uso y el culto a las imágenes desde un amplísimo punto de vista teológico, que resumimos de esta manera:

-En primer lugar tiene que afrontar el pasaje escabroso de condena de las imágenes en Ex 20. Según Juan debe interpretarse en la perspectiva de la acción unitaria de Dios en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento y en la época de la Iglesia. La prohibición del Antiguo Testamento hacia las imágenes se explica teniendo en cuenta la inclinación del pueblo hebreo hacia la idolatría. Sin embargo, se debe tener en cuenta que todo el Antigo Testamento es una sombra de la verdad. Para los cristianos, iluminados por el verdadero conocimiento de Dios, esta prohibición ya no es válida, sobre todo después de la encarnación de Cristo.

-El mismo Dios ha mantenido el sistema de comunicación en imágenes, apareciéndose en figura velada a Jacob, a Moisés, a Elías y a Daniel. Los relatos del Antiguo Testamento son typos, anticipación del futuro.

-Es más, los mismos relatos ya son en sí mismos imágenes. Una imagen pretende demostrar algo[36]. Es una semejanza, una representación .un paradigma., un retaro de algo, el cual muestra en sí mismo lo que representa. No es completamente igual al prototipo, al cual representa[37].

-Recurre a la filosofía platónica para dar una respuesta a este problema. Parangona la imagen con la idea platónica de arquetipo de la realidad terrena. El arquetipo puede existir sin la imagen, mas no a la inversa. La imagen es una representación del arquetipo, lo manifiesta y establece una relación con el contenido representado en quien contempla. Es decir, establece una relación con Cristo y, por Él, con la Santísima Trinidad. Es, pues, un medio de gracia.

-No podemos hacernos una imagen del Dios omnipotente, pero Dios mismo ha hecho una imagen de su Hijo. Con la Encarnación es dignificada la naturaleza humana y, por tanto, se puede representar a Cristo. Si bien la divinidad de Cristo no puede ser representada, el hecho de formar una sola persona con la naturaleza humana .se da la compenetración de ambas naturalezas, realidad que se ha llamado perichoresis. legitima una representación en imagen de Cristo.

-La iconoclastia nace no sólo por la existencia de las imágenes, sino, sobre todo, por su culto. Así es como Juan Damasceno intentará justificar su veneración. De la misma manera que hay una relación entre imagen u arquetipo, el honor se traspasa de la imagen a lo representado por ella. El concepto de veneración .proskónesis. daba lugar a malentendidos. Juan distingue entre una adoración a Dios y una veneración a las imágenes, aunque se use el mismo término de proskónesis para ambas realidades[38]. Hay una primera proskónesis según el sericio del culto que nosotros damos a Dios: es una adoración, una relación directa con Dios, único ser venerable por naturaleza. En otro escalón, también hay una veneración de honor, esta vez tributada a los santos. Esto preparará las decisiones del segundo concilio de Nicea.

Estos escritos provocaron la aversión de Constantino V hacia Juan. Así, deforma la raíz de su apellido árabe, la cual significaba .victorioso., para que signifique .bastardo.. Jua, ya de edad muy avanzada, muere poco antes de que se convoque el sínodo iconoclasta de Hierea (754), el cual le condena con un anatema cuatro veces repetido. De otra parte, ya en vida Juan Damasceno gozaba de la estima de los iconódulos, de la ortodoxia oriental y de la católica occidental. Venerado como santo, León XIII le proclama doctor de la Iglesia en 1890.

VI. Culmen de la controversia sobre las imágenes bajo Constantino V. El concilio iconoclasta de Hiereia el año 754

Constantino V (741-775) era también, como su padre, iconoclasta. Coronado por su padre como co-emperador en el 720 cuando sólo contaba con dos años de edad, bajo su reinado la iconoclastia llegará a ser un factor decisivo en la política. Lleva como sobrenombre kopronymos, apelativo despectivo que equivaldría a .el sucio.. Teophanes nos da la versión iconódula sobre este sobrenombre: en su bautismo, siendo niño, habría manchado la pila bautismal con sus excrementos; esto provocaría un vaticinio por parte de Germán I, el cual profetizaría un futuro desastroso con ese niño. Sin embargo, nos parece más fiable otra explicación a este sobrenombre: el emperador tenía pasión por los caballos, y, sin lavarse, entraría directamente de las caballerizas al salón del trono, lo cual provocaría el disgusto de los cortesanos ante su suciedad.

Hombre muy enérgico, entabló luchas armadas notables. Estando en guerra contra los árabes, en el 742, se rebela su cuñado Artabaste, haciéndose proclamar nuevo emperador. El usurpador toma apoyos en los iconódulos. El patriarca Anastasio (730-754), que antes había apoyado a los iconoclastas, ahora se pone de parte del usurpador. En mayo del 743 llega Constantino a la ciudad imperial y ejecuta un castigo humillante sobre el patriarca en el hipódromo[39] .a Artabasdo y a sus hijos les hijo desfilar cargados de cadenas y con los ojos arrancados.; no obstante, conservó su sede, volviendo a la adulación de los mejores tiempos. La iconoclastia llegará a convertirse en un factor político, como un signo de lealtad hacia su persona.

Mientras se empeña en la lucha contra los árabes en la parte oriental .en Armenia y en Mesopotamia., pierde el poder en Italia. En el 751 los lombardos conquistan Rávena y su entorno. Bizancio, pues, ya no estaba en condiciones de defender Italia ni Roma. Un enviado de Constantino llega al papa, Esteban II (752-757) con la petición de que se acerque a Pavía y pida al rey lombardo, Estulfo, la restitución a Bizancio de los territorios conquistados. Esteban se acerca a Pavía y después a Pipino, rey de los francos (754), lo cual significa una auténtica revolución en el papado en su influencia posterior en Occidente. Esta nueva orientación hacia los francos, y, por ello, alejamiento de Bizancio, viene en gran parte motivada por la iconoclastia de Constantino V: el papa no podía colaborar con un emperador hereje.

Con la rebelión de Artabasdo salen a la luz las divisiones de la sociedad bizantina. Había defensores de las imágenes en el episcopado, en la administración, en el pueblo y, sobre todo, en los monjes. Ya bajo el emperador León III, el patriarca de Constantinopla, Germán, había señalado que sólo un concilio ecuménico podría decidir en una cuestión de fe, decidir sobre este problema de las imágenes.

Ante esta experiencia de su padre, Constantino V actuará de un modo más sistemático. En primer lugar, su objetivo es la convocatoria de un concilio ecuménico. Para asegurar el éxito había que convencer primeramente a los indecisos y alejar a los adversarios. Para asegurar una mayoría favorable trató de confiar las sedes episcopales a sus secuaces, fundando nueve diócesis, las cuales encomendó a obispos hostiles a las imágenes. Asimismo provocó manifestaciones públicas para ganar al pueblo a su causa. Tenía una gran formación teológica, redactando una serie de escritos[40] que perseguían el mismo objetivo: leídos en asambleas públicas, debían anticipar los resultados de un futuro concilio.

El emperador trata de fundar una refutación teológica contra el culto de las imágenes, sobre todo contra la de Cristo. Su argumentación es muy hábil. Se presente, en primer lugar, como defensor de la ortodoxia, lo cual le lleva a la afirmación de las dos naturalezas en Cristo sin mezcla. Después de esta confesión cristológica toma posiciones sobre a identidad del arquetipo y la imagen: una imagen es buena cuando es idéntica a lo que representa. ¿Cómo es posible representar a Cristo en su doble naturaleza? La divinidad de Cristo es ilimitada y, por eso, no representable. Pero, si se le representa bajo figura humana, llega a ser una persona humana sólo, porque falta el elemento divino. Tal imagen, que representa a Cristo s´lo cmo hombre, no se puede referir al dogma cristológico. La verdadera imagen de Cristo no puede encontrarse en una pintura hecha por mano de hombre, sino en la Eucaristía, estando presente el Resucitado como Dios y como hombre. Usando la fórmula de las dos naturalezas .en vez de la calcedoniana en dos naturalezas. intentaba aproximarse a los monofisitas. Si la representación de Cristo es ilegítima .porque va contra el dogma., con mayor razón el culto hacia las imágenes es intolerable. En otros escritos a los obispos recoge una colección de textos patrísticos contra las imágenes.

Nada más adherirse los obispos a estas teorías, redacta otros escritos contra la Virgen y los santos. Así convoca el concilio de Hieria, en un palacio imperial, el cual se desarrollará entre el 10 de febrero y el 8 de agosto del 754. La fuente principal sobre este concilio la tenemos en Teophanes. Asistieron 338 obispos. Los iconódulos negaron autoridad ecuménica a este concilio, pues faltaron las sedes patriarcales .ni el papa, ni Constantinopla, Jerusalén, Antioquía, Alejandría y Constantinopla[41]. El emperador confía la presidencia del concilio a Teodoro, arzobispo de Éfeso. El emperador, hábil político, sólo hace elegir el nuevo patriarca de Constantinopla cuando se aprueben los decretos del concilio.

No obstante, el concilio fue menos cómodo de lo que supuso al principio el emperador. Su resultado final se ha conservado no en modo directo, sino a través del II concilio de Nicea del 787, donde fueron leías las conclusiones de Hieria párrafo por párrafo. El concilio de Hierea subrayaba los anatemas de seis concilios ecuménicos anteriores; se consideraba a sí mismo como ecuménico. Se revalida la unidad indivisible y no mezclada de las dos naturalezas en Cristo .asunto en el que Constantino V no era manifiestamente ortodoxo.. En cuanto a las imágenes, se llega a hacer un problema teológico de lo que fue un problema pastoral en su origen: ni siquiera podría ser representada la humanidad de Cristo, pues equivaldría a una negación del carácter teándrico de Cristo, una caída en el nestorianismo y en el arrianismo. La única imagen legítima de Cristo es la Eucaristía. Se funda en pasajes bíblicos, sobre todo en Jn 4,24[42]: «Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad».

A diferencia de los escritos imperiales, procura moverse en el ámbito de la teología calcedoniana. No obstante, extiende la refutación de las imágenes a las de la Virgen, los santos y lo smártires. Después de los anatemas, se declara a sí mismo como VII santo concilio, con decisiones vinculantes para toda la Iglesia. Al final el emperador declara a Constantino de Sylaion .al sur del Asia Menor. como patriarca de Constantinopla. Los decretos conciliares fueron leídos ante el pueblo en el foro de Constantinopla. Condena a los defensores de las imágenes, a Germán y al obispo de Chipre. Por cuatro veces es condenado Juan Damasceno. Así, todo defensor de las imágenes sería considerado no sólo enemigo del emperador, sino también hereje.

Según Nicea II hubo muchas persecuciones, se destruyeron y profanaron muchas imágenes y se cerraron muchos monasterios. Sin embargo, es difícil dar una fiabilidad total a estos relatos, pues no nos han llegado fuentes iconoclastas. Posiblemente la acción iconoclasta fue especialmente brutal en Constantinopla y su entorno. En otras partes del Imperio las medidas tomadas dependían mucho de los responsable locales. Muchas imágenes fueron destruidas y sustituidas por otras de animales y plantas: al lugar de la imagen de Cristo se puso la cruz. También se persiguieron las reliquias, siendo muchas de ellas destruidas.

En los diez años siguientes al concilio no parece que hubiera una persecución sistemática, debido a la amenaza de los búlgaros. Sólo en los años sesenta se ven persecuciones más violentas, con el martirio de monjes[43], si bien no parece que fueran muchos los que murieron.

El monacato fue el alma de la oposición y también el centro de las iras más feroces del emperador. Muchos monjes fueron obligados a prestar el servicio militar. Las necesidades de la guerra eran perentorias. Con estas medidas, además de la persecución contra los iconódulos, se pretendía impedir que muchos jóvenes se acercaran a los monasterios.

En el 775 muere Constantino V en una batalla contra los búlgaros. El ejército le fue siempre fiel. Las controversias continuaron durante unos decenios más.
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[11]Ex 20,4-5.

[12]Hch 17,29.

[13]1,22-23.

[14]Protektikos, 195.

[15]PG 8,214B.

[16]C. 36.

[17]Pedagogos III 59,2.

[18]PG 32, 228C-229B.

[19]PG 31, 489AB.

[20]Capít. 18, 45: PG 32, 119C.

[21]Esta tradición está viva en Occidente en tiempos de las cruzadas.

[22]PG 98, 173B.

[23]PG 98, 184 BC.

[24]Chronographia I y II, a cargo de C de Boor, 1883-85.

[25]O.c., II, p. 407.

[26]PG 113, 456A.

[27]Se vale para ello del pasaje evangélico de Jesús resucitado encargando a Pedro el pastoreo de la Iglesia .Jn 21,15ss...

[28]Liber Pontificalis.

[29]Están publicadas por J. Gouillard en un artículo de la revista Trovaux et Mémories 3 (1966), p. 243-307.

[30]En otro artículo en la revista Archivio Historico Pontificio 18 (1980), pp. 9-40.

[31]Este cargo recibía el nombre de .apocrisario..

[32]A finales del siglo IX el papa Nicolás I se lamentaba de esta medida adoptada por León III .Epp. IV, 438, en Monumenta Germanica Historia..

[33]PG 94, 429-490.

[34]Vivió en el califato de Damasco; lejos, pues, de una influencia directa de León III.

[35]Han sido publicados en una edición crítica muy buena, por el padre benedictino B. Kotter. También están editados en la colección de Ciudad Nueva: Juan Damasceno, defensa de las imágenes sacras. Defensa apologética. (1983).

[36]Imag. III, 16, 2-8.

[37]Esta idea ya estaba presente en san Basilio.

[38]Imag. I, 14.

[39]Le hizo montar de espaldas sobre un asno, dando la vuelta a un hipódromo atestado de gente.

[40]Se conservan algunos fragmentos, editados por H. Hennephof, Textus Byzantini ad Iconomachiam pertinentes, Leiden 1969; también en G. Dumeige, Nicée, en Histoire des Conciles oecuméniques 4, Paris 1978.

[41]Anastasio había muerto poco antes.

[42]Curiosamente este pasaje será empleado siglos más tarde por Zwinglio en su disputa contra las imágenes.

[43]PG 100, 1069-1186.